MOBBING Y SUPERVIVENCIA AL MOBBING EN EL OPUS DEI

 

Chispita, 2 de agosto de 2006

Imagen: Edward Hopper, “Approaching the city”

 

Mobbing y superviviencia al mobbing en el Opus Dei

 

A María del Carmen Tapia, víctima de un espantoso mobbing.

 

 

Agradecimientos.- Introducción.- Los disidentes.- Medios para la coacción sicológica.- Los síntomas del mobbing en los fieles de la Prelatura del Opus Dei.- Los modos de la manipulación.- Perfil del director manipulador.- Estrategias de supervivencia.

 

Querría agradecer a Oráculo su enorme trabajo de facilitarnos la lectura –tan deseada- de las Cartas Fundacionales a las que yo, como miembro de la Prelatura, tendría el derecho de acceder y de haber leído hace tiempo, pues todo hijo tiene el derecho de leer las cartas dejadas por su padre sin ningún tipo de dificultad, pero que de hecho solo he podido leer de modo fragmentario, u ocasionalmente escuchar su lectura y comentario en las Convivencias para personas de la Prelatura,  cartas cuya existencia desconocía y que nunca me habían sido nombradas, y que nunca he podido consultar ni leer personalmente. Y es esto muy triste, pues la lectura de la carta publicada por Oráculo [Singuili dies] es una grata fuente de sorpresas y de lecciones al descubrirse en ellas la acción del Espíritu Santo, y un bello y genuino espíritu cristiano -resulta llamativa la llamada a un apostolado y proselitismo no coactivos- por desgracia tantas veces contradicho por la actuación práctica de San Josemaría y por el fanatismo de no pocas personas en la Obra. Por supuesto agradecer a Agustina su enorme trabajo escaneador de la serie Cuadernos [3, 5 y  7 hasta el momento en la web y pendientes todos los demás, hasta 12 Cuadernos] y pedirle que si es posible los textos puedan ir en formato Word.  

 

Introducción.

 

Uno de los problemas más graves que nuestro mundo tiene que afrontar es el conocido como “mobbing”. Como escribe Iñaki Piñuel en “Mobbing. Manual de autoayuda. Claves para reconocer y superar el acoso sicológico en el trabajo” (Madrid, Santillana, 2003, p.26), mobbing se podría traducir al castellano por “acoso sicológico” y “posee un sustrato ético esencial que se refiere a la falta de respeto y de consideración a la dignidad del trabajador como un elemento relevante o sustancial de la relación laboral”. Como en toda estructura humana, el Opus Dei, aunque sea de Dios, también se da el fenómeno sectario del mobbing. Y es esa realidad –que por desgracia ha existido desde los primeros años: recordemos el caso del Dr. Panikkar y los estremecedores relatos de María del Carmen Tapia- la que por sí sola muestra el verdadero hundimiento del Opus Dei al al que Markus Tank se refería hace unas semanas, porque todo lo que no es perfecto en la Caridad no es sin duda del agrado de Dios Nuestro Señor. No es cierto que no piten personas. Pitan de momento porque Dios es así de Bueno, porque es Bondad en Sí, porque Dios se compadece de la inmensa masa de personas del Opus Dei, inmensamente buenas y santas que rezan y se mortifican y por ellas Dios envía esas vocaciones de verano.

 

Actualmente la Prelatura tiene ante sí el reto de incrementar el escaso número de sus miembros. El Prelado así lo solicita constantemente con oportunidad y sin ella, como diría San Pablo. Es desde luego una medida sabia que evidencia la salida creciente de personas de la Obra, el envejecimiento alarmante de las personas que están en ella, por más que se quiera disimular todo con continuas noticias de pitajes de chicos jovencitos que son vocaciones la mayor parte de las veces de “verano” que no resisten la presión de los primeros suspensos y de las primeras exigencias (yo lo he visto). Eso no quiere decir que haya chicos que verdaderamente tengan vocación y que no vayan a perseverar por el hecho de tener 14 años y medio y pitar en un Curso de Inglés, pues la Gracia de Dios suple las flaquezas y las torpezas de los hombres. Otra cosa es que verdaderamente Dios llame a ese chavalillo o chavalilla, y la tal vocación no sea cosa de un entusiasmo humano de un verano estupendo, o de la obsesión compulsiva de un director entusiasta, y que ese proselitismo con adolescentes sea legítimo desde un punto de vista canónico, cosa que no lo es, y el que la llamada sea respetuosa con la Libertad, que no sea coactiva y que se produzca tras un claro proceso de información en la que se explique al candidato o candidata todos los extremos a los que se compromete, cosa que creo que no se hace, con lo cual luego vienen los engaños y los desalientos… y las desapariciones de las vocaciones de verano. Bueno, ellos se lo buscan.  

 

Así que en ese sentido no hay hundimiento, pero como en el Opus Dei hay mobbing y se produce el mobbing entonces por eso y solo por eso sí hay hundimiento. En este artículo siguiendo a Iñaki Piñuel trato de glosar lo que es mobbing adaptando su estudio al caso particular de la Prelatura del Opus Dei, con objeto de realizar una crítica serena y constructiva que haga que esto se corrija. Lo tengo que hacer desde el anonimato como siempre pues la falta de libertad y de pluralismo en la Obra me fuerza a ello.

 

Los disidentes.

 

Pero en esta labor muchos olvidan a las personas que desde hace algunos años han entregado su vida al Señor, y que, no sin la asistencia del Espíritu Santo, dejan de contemplar graves errores en la teoría y en la praxis diaria de funcionamiento de la Obra. Cuando una persona pone de relieve sus preocupaciones sobre la marcha de la Institución, protesta ante comportamientos infames, se resiste a la manipulación y el maltrato, o se atreve a “tirar de la manta” descubriéndoles incoherencias y errores, o invoca el Derecho del que casi todos ignoran todo y que a pocos importa, pues ha sido sustituido por multitud de prácticas no conocidas por la Iglesia y de carácter acanónico, ya entra en la lista negra de los disidentes y a partir de ahí se le somete a un proceso de presiones en ocasiones disimulado, en ocasiones público, muy similar al mobbing laboral, en nombre -eso sí- de Dios, de “meterle en Casa”, de “ayudarle a superar dificultades”, de “ayudarle en su santidad”. Y si no entra, echarle.

 

Pero el ejercicio del mobbing como instrumento de gobierno es siempre un boomerang, pues indudablemente aleja las bendiciones de Nuestro Señor sobre la Labor de la Obra. Como escribe Santo Tomás en la Parte II-II, Cuestión 37 sobre la Discordia, “Las grandes empresas progresan con la concordia y se desmoronan con la discordia, porque la fuerza es tanto más consistente cuanto mayor es la unión y se debilita con la división, como se lee en el libro De Causis. Resulta, por lo mismo, evidente que lo propio de la discordia es la escisión de voluntades. Para explicar este resultado es innecesario hacer de la discordia pecado capital que la haga origen de los distintos vicios que le atañen”.

 

A través de estas líneas yo querría denunciar los atropellos que no pocos fieles de la Prelatura sufren en su vida diaria y que resultan un gravísimo mal para la Institución, sobre todo porque el espíritu cristiano está fuertemente basado sobre la Caridad, y también porque la práctica de la Caridad y de la Fraternidad nos han sido constantemente recordadas no solo por San Josemaría sino por Don Álvaro y por el Prelado actual. 

 

Medios para la coacción sicológica.

 

Piñuel enumera vías estrategias y habilidades utilizadas para someter a las personas que “piensan de manera diferente” y que yo adapto aquí par el caso:

 

         - Gritar, avasallar o insultar a la víctima cuando está sola o en presencia de otras personas. No dejarle hablar para exponer sus razones, amenazarla veladamente con la expulsión.

         - Asignar como objetivos o exámenes particulares cosas que la persona acosada ya ha dicho que no está en condiciones de realizar, e insistir por activa o por pasiva una semana y otra en lo mismo.

         - Quitarle encargos y áreas de responsabilidad, ofreciéndole otros encargos de escasa categoría, o, sin más, privarla de cualquier trabajo y encargo en la labor apostólica de la Obra “hasta que se aburra y se vaya”. No tenerla en cuenta para acciones apostólicas del centro y darle de lado en todo lo posible.

         - Ignorarle o excluirle, no tener en cuenta sus peticiones. Retrasar contestaciones a peticiones. En casos extremos, ignorarle en la conversación, que es dirigida a otra persona “de confianza”.

         - No dirigir la palabra o mostrar un absoluto desinterés por la vida, las aficiones, los gustos o los problemas del acosado.

         - Difamar a las personas a través de informes privados de conciencia en las que se va etiquetando y encasillando a las personas como “críticas”, “enemigas de la Institución”, “soberbias” “poco humildes”, “obcecadas” “poco obedientes” o “desunidas” poseedoras de “problemas de personalidad”, afirmaciones de que “es una persona conflictiva y problemática, que no encaja”, “está enferma” “tiene problemas personales”, y luego transmitir estas impresiones a las personas que en una Convivencia se hacen cargo de la dirección espiritual de esa persona, causando una penosa impresión en la persona que asume la dirección espiritual del sujeto, que ya va prevenida contra esa persona.

         - Infravalorar o no valorar en absoluto el esfuerzo profesional o espiritual realizado por esa persona, procurando ocultar o no mencionar los méritos profesionales de las personas, y mostrar desagrado cuando dichos méritos salen por sí solos a la luz.

         - Colocar los intereses de la Prelatura por encima de los del individuo, aconsejándole con poco conocimiento de sus posibilidades reales de manera que el desarrollo profesional de esa persona queda bloqueado, estancado en un colegio labor personal la mayor parte de las veces, o en una pequeña intervención en la labor de un Club.

         - Animar a otras personas que son colocadas como testaferros, a que realicen una labor de información y de persecución de la persona “a la que hay que ayudar”, mediante la persuasión, la coacción y el abuso de autoridad. Es el crimen perfecto al estilo mafioso. El promotor desaparece dejándole la tarea sucia a un subordinado, y el encargo tiene lugar normalmente en entrevista particular a solas, nunca en público “para no dejar rastro” y “salvar la cara”.

         - Invadir la privacidad del acosado interviniendo su correo electrónico, copiando el disco duro de su ordenador, revisando las llamadas y los números de la agenda de su teléfono, interviniendo sus documentos, armarios, cajones, etc.

         - Realizar una labor de seguimiento de esa persona con vistas, en fín, a atacarla o a encontrar formas de acusarle de algo, so pretexto de una bien intencionada vivencia de la caridad fraterna, que lleva a desvivirse por los demás. Eso lo hacen en las sesiones de los Consejos Locales y los despachos con los Directores mayores. El problema aún mayor es que no se dan cuenta de la labor diabólica que realizan pues todo lo hacen obsequium se praestare Deo. Ello nos lleva a un problema de deformación de la conciencia por fanatismo.  

         - Comentarios especialmente hirientes y despreciativos en el transcurso de una reunión como puede ser una comida o una tertulia, realizados de modo continuo y constante.

 

Como consecuencia, el fiel de la Prelatura así acosado sufre una alteración de su equilibrio emocional y físico presentando un cuadro cuyos síntomas más frecuentes son: “insomnio, ansiedad, estrés, irritabilidad, hipervigilancia, fatiga, cambios en la personalidad, problemas de relación con la pareja o con otras personas de su centro, y depresión” (Piñuel, op. Cit., p.33). (Obviamente escribo “con otras personas de su centro” en referencia a personas de la Institución.).

 

Se produce así el trato “vejatorio y ultrajante del mobbing, que tiene por objeto acabar con el equilibrio y la resistencia sicológica del otro, minándolo y desgastándole moral y físicamente. Se pretende así generar el error, la equivocación, el daño, la pérdida de la eficacia” (Piñuel, op. Cit., p. 47)

 

Lógicamente ya se le puede acusar de “no colaboración”, “escaquearse” “ser un cara”. “El desenlace habitual de la situación de mobbing suele significar la salida de la víctima de la organización de manera voluntaria o forzosa” (Piñuel, op cit. ibíd.). Por supuesto, este mobbing puede darse a nivel de centro, forzando a una persona a pedir un traslado a otro centro, o, lo que es mucho más grave, ser promovido por personas de las Delegaciones de la Prelatura e incluso de las Comisiones Regionales. Normalmente se “institucionaliza” un sentimiento de desconfianza y las acciones para su realización son llevadas a cabo por personas fanatizadas, de escaso talento y luces la mayor parte de las veces, que piensan que así hacen la Obra de Dios, que se están santificando porque procuran la “santificación” de las personas objeto de su agresión, y además no tienen inconveniente en rezar o mortificarse con más fuerza de lo ordinario por la oveja negra, “a ver si rectifica”, ignorando la afirmación de San Josemaría que decía que nadie en la Obra tiene como oficio mortificar a un hermano.

 

Los síntomas del mobbing en los fieles de la Prelatura del Opus Dei.

 

La acción sobre una persona de estas acciones de presión sicológica acaban ocasionándole, siguiendo siempre a Iñaki Piñuel (op.cit., pp. 143-147) una gran cantidad de problemas:

         - Depresiones reactivas: “La depresión lleva a la víctima a frecuentes pensamientos suicidas, intentos de suicidio e incluso al suicidio consumado”.

         - Inconsciencia o ingenuidad: Normalmente, pasa cierto tiempo hasta que la víctima es consciente de ser perseguida. Al principio “no cae” en lo que le pasa, e incluso al principio, “no suele admitir fácilmente que la fuente de sus males se encuentra en un tipo de persona que le acosa malintencionadamente y que difícilmente puede ser considerada una persona “normal” (…) La  víctima se encuentra aturdida, desconcertada, confusa y finalmente aterrorizada”.

         - Invasión de visualizaciones recurrentes. La víctima recuerda una y otra vez lo sucedido y violencias anteriores parecidas. Las víctimas “visualizan” estos acontecimientos una y otra vez.

         - Terror. Después de estas agresiones, el agredido sufre miedos, terrores, ansiedades crónicas, con ataques de pánico, temblores, sudoración y escalofríos.

         - Embotamiento intelectual. Deterioro de la capacidad de pensar claramente, fallos en la memoria, etc. Pérdida de la capacidad de concentración.

         - Focalización y obsesión: La víctima se focaliza en el acoso sicológico padecido que domina toda su vida y todas las demás facetas vitales, que pasan a un segundo plano.

         - Aislamiento social y profesional. La víctima se encierra en sí, se asila, y sufre mucho al tener que disimular en el trabajo pues no puede aguantar la congoja y la angustia que la dominan.

         - Incapacidad para experimentar alegría,

         - Insensibilidad. “Amortiguamiento de la afectividad hacia otras personas o despersonalización en las relaciones”.

         - Abandono profesional. Desinterés hacia el trabajo y pérdida del mismo.

         - Insomnio. Tarda mucho tiempo en dormir, no duerme y si duerme el sueño está lleno de pesadillas y no es reparador.

         - Hipervigilancia. La víctima está en alerta continua de nuevos ataques. Los contactos más triviales son vividos como amenazantes. La persona se vuelve hipersusceptible a todo.

 

Aparte de todo esto, se experimentan dolores de espalda, irritabilidad, bajo estado de ánimo, dolores de cabeza, llanto y ganas de llorar, agresividad, problemas de memoria, dolores de estómago, fatiga crónica. Palpitaciones.

 

Desde un punto de vista sobrenatural los fieles de la Prelatura objeto de mobbing pueden entrar en una fase de noche oscura del alma, muy estudiada por los místicos y por San Juan de la Cruz en especial. Se siente el alma como aterida, sin ganas y sin fuerzas, insegura de sí misma, tambaleante en su fe, experimentando pruebas muy dolorosas  contra la fe, la paciencia, y la castidad, pensando muchas veces que corre peligro su salvación y que Dios reniega de ella. Es sin duda entonces el mobbing una prueba de amor de Dios que invita al que lo padece a corredimir en la mansedumbre y el dolor y a unirse a El estrechamente en la Cruz. Del dolor y de las humillaciones padecidas Nuestro Señor envía esas vocaciones de verano que quizás puedan perseverar. En fin, reconozco que esto es una elucubración mía y estoy abierto a las críticas de los teologos.   

 

Los modos de la manipulación

 

Es en las conversaciones cuando las personas objeto de represión sufren un ataque más agudo. Iñaki Piñuel ha estudiado las estrategias que los manipuladores usan para crear sentimientos de culpabilidad en la persona reprendida. Algunos directores del Opus Dei, de mentalidad sectaria los usan, aunque dudo que su escasa capacidad mental los lleve a tener una estrategia bien definida.

 

         - Selección. Se escoge un acontecimiento, una situación, unas palabras pronunciadas por el individuo y se magnifica, dramatizándolos y dándoles una importancia absoluta

         - Dramatización. Se inventan víctimas y supuestos prejuicios de un error de la persona objeto de represión. Se inflan las consecuencias negativas de los actos.

         - Generalización. Se parte de un hecho para caracterizar y etiquetar la vida entera del acusado.

         - Atribución. Se atribuye a la víctima mala fe, y mala voluntad, buscando acusándole de perjudicar a la Obra, de dar mal ejemplo, de ser causa de la no perseverancia de otros,  de la baja de vocaciones, de todos los males habidos y por haber.

 

Se busca que la víctima acepte su responsabilidad en las acusaciones de que es objeto. Luego, se pretende crear en la víctima un sentimiento interno de vergüenza y después trabajan para que se sientan malvadas moralmente. (Piñuel, op. Cit., pp 176-177). En último término se pretende aburrir a las personas y bajar sus niveles de autoestima cuando no destruirlos totalmente, y eliminar la buena opinión que uno siente sobre sí mismo. Se trata de que la persona acosada admita que el error es ella misma, que todo en su vida es un error. Para superar su maldad intrínseca, ha de aceptar incondicionalmente los planteamientos que se le imponen que además vienen de Dios.

Y en ello se cifra la conversión que se espera del individuo y la famosa supresión del “yo” o anonadamiento: en aceptar las pautas de comportamiento, los roles, las ideas de los superiores que son las únicas buenas, y robotizarse de modo absoluto.

 

Perfil del director manipulador.

 

En honor a la verdad, he conocido no pocos directores del Opus Dei. Casi todos bellísimas personas, incapaces de hacer malas jugarretas. Pero también los hay sectarios. Normalmente se trata de personas que Piñuel llama “sicópatas organizacionales” (op. Cit., p. 181). Son personas con una superficial capacidad de encanto, que van distribuyendo abrazos y sonrisas y chistes malos. Aparentan una personalidad joven, dinámica y desenfadada, atractiva. Suelen llevar un modo de vida parasitario. Viven de la Institución, y muchos no conocerán otra cosa más que los Trabajos Internos, muy seculares y muy laicales y muy abiertos al mundo, por supuesto. Algunos están por espacio de varias decenas de años olvidando que el Fundador estableció que los trabajos internos serían una etapa en la vida de algunos de sus hijos. Pero prosigamos. Consiguen que otros hagan sus trabajos sucios eludiendo así sus responsabilidades personales. Procuran humillar, para probarse a sí mismos sus capacidades de liderato y de mandato. Les gusta subyugar y dominar por el mandato y la amenaza. Les gusta silenciar mediante amenazas o prebendas a las personas que usan. Mienten y falsean la realidad sin darse cuenta y con gran frecuencia y habilidad. Viven en y del fraude continuado en una doble moral que les lleva a hundir un rato a una persona en la miseria, y en el siguiente rato a rezar dos partes del Santo Rosario. No tienen remordimientos, ni sentimientos de culpa y solo una corrección fraterna oportuna les puede dar alguna idea de que no están por el buen camino. Realmente son personas narcisistas con un enorme vacío y déficit de autoestima, una gran pobreza intelectual y buscan autoafirmarse por medio de la amenaza y la coacción.. Por eso usan y manipulan a todos y no dudan en recurrir a vías subterráneas para conseguir sus fines al margen de la ética establecida en la Obra. Por otra parte tienden a ser el centro de las reuniones con su verbosidad y modos ampulosos. Se presentan como poseedores de la verdad y salvadores de catástrofes. Por todo ello son enormemente peligrosos para la propia Institución a la que dicen servir. Gran parte del hundimiento actual es causa de que ellos tienen los resortes del poder. Mojigatos e inflexibles, son personas sigilosas y guardianes de lo que ellos entienden por espíritu del Opus Dei, por decisión propia. Es decir, muchos son más papistas que el Papa. Se preocupan de tal modo de encontrar los defectos de los demás que siempre están preocupados por controlar a todo bicho viviente. Son muy reservados, inflexibles y aduladores pero también interesados e hipócritas. Distorsionan el significado de todo aquello con lo que no están de acuerdo y reaccionan de modo exagerado ante los errores cometidos sin mala intención. Su tendencia a espiar por iniciativa propia y a redactar informes clandestinos crea un ambiente de sospecha y desconfianza. Para ellos traicionar la confianza de sus amigos no es algo malo.

 

Cautos y vigilantes, son los Guardianes del Deber. Están sobre todo obsesionados con los procedimientos y se guían por la letra de las innumerables prescripciones del Infraderecho que ellos han creado al margen de los Estatutos. Sin embargo, aunque ejecutan muy bien, tienen muy poca capacidad para tomar decisiones o utilizar su propio criterio. Son ejecutores de las decisiones sabias y salomónicas de otros. En el fondo son robots de juguete que solo caminan cuando se les ponen pilas, Cuando aparece un obstáculo de verdad, el director robot de juguete seguirá agitando sus brazos y piernas en un vano intento de seguir su camino. Son por ello tipo extraños en un mundo en el que la capacidad de pensar con claridad, al voluntad de tomar decisiones y la apertura de miras son fundamentales para adaptarse al cambio permanente.

 

Estrategias de supervivencia.

 

En primer lugar, hay que escuchar atentamente o simular que se escucha atentamente, de modo que el acusador desahogue su ira y nos proporcione datos para nuestra defensa.

En segundo lugar, hay que evitar el insulto, la amenaza, los enfados. No sirve para nada discutir con un fanático.

En tercer lugar hay que extroproyectar la culpabilidad, o sea, solicitar la aclaración de los comportamientos, faltas e incumplimientos específicos de que se le acusa. También que se detalle quienes son, y en qué grado las personas supuestamente perjudicadas. Hay que preguntar por qué se produce en este momento la acusación y por qué de ese modo. Hay que evitar excusarse o disculparse porque ello equivale a aceptar la acusación. Piñuel (p.208) sugiere la estrategia CISNEROS, acrónimo de:

 

Comprender el mobbing y sus modalidades.

Identificar la situación de acoso y al acosador habitual.

Salir del proceso de victimización. Comprender que uno no es culpable.

Neutralizar los efectos y secuelas del mobbing focalizándose cada uno en lo que le ayude a descansar: el trabajo, el deporte, los amigos, ver una película…

Extroproyectar la culpabilidad.

Responder de manera asertiva y racional, callando ante el acusador pero recurriendo a la corrección fraterna inmediatamente para hacer saber al acosador que le hemos descubierto y que no estamos dispuestos a que nos condicione.

Olvidar y perdonar.

Superar existencialmente el acoso, mirando hacia delante, tomando medidas de seguridad con el acosador o los acosadores, rezando y viendo el lado sobrenatural. Dios permite el acoso, el dolor y la cruz en la vida de sus amigos como la ha permitido en la vida de los santos.

 

Y yo añadiría, rezar por el acosador y comunicar todas las situaciones de acoso a parientes, amigos, directores espirituales de confianza y escuchar y poner por obra sus consejos.

 

CHISPITA

 

 

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