ESPAÑA, VERANO DE 1970. EL MIEDO EMPIEZA A DESAPARECER.- Juan Martínez Alier
Comentado
por Ana Azanza
Ese verano los dos conflictos principales que había en España eran el conflicto entre la burguesía y los obreros, (hubo tres obreros muertos en una manifestación en Granada) y dentro del bloque gobernante, el enfrentamiento entre los tecnócratas del opus y la burocracia falangista. Este segundo conflicto estalló a raíz del escándalo MATESA.
Falange era el partido fundado por José Antonio Primo de Rivera que tras la victoria de Franco en 1939 ocupó el aparato del estado. Era una falange domesticada por el dictador, pero para lo que aquí nos importa, digamos que cuando los opus empiezan a entrar en el gobierno el partido con el que se encuentran es Falange. Ese enfrentamiento entre los falangistas y los opus lo vivió todo el país, era algo manifiesto, público, sin embargo es lo curioso, dentro del opus dei estos hechos se niegan. Creo que no hay peor ambición política que, la de quien niega que la tiene. Ellos la tienen, les gusta, les interesa el poder, además de una manera “quasi ciega”. Mientras en el resto de partidos o de grupos hay unos ideales, todo lo deformados y corrompidos que se quiera, pero un ideal de sociedad, de país, algo que se quiere mejorar, en el opus interesa estar arriba por el mero hecho de estar arriba, mandar en sí mismo. De ahí que con tal de mandar sean capaces de cualquier cosa, de cambiar de bando cuando es preciso, y sobre todo, su especialidad, no dar la cara. Los argumentos que tienen para justificar sus actuaciones son siempre iguales, los diga quien los diga, son respuestas automáticas, dichas sin reflexión, no hay una personalidad detrás, hay gente que repite consignas, por eso es tan fácil prescindir y cambiar de portavoz en el opus.
Jamás los que toman las decisiones darán la cara, sería exponerse a “quemarse”, y por tanto se podría prescindir de ellos, así que los directores de asesorías y comisiones están siempre bien pertrechados detrás de numerarios y supernumerarios a los que entrenan para “dar la cara” en los medios de comunicación. Si esas personas meten la pata el problema es de la persona, se prescinde de ella y se pone a otro infeliz. No recuerdo que se haya hablado en la página de “Vitrubio”, la oficina de aop en esa calle de Madrid donde periódicamente se organizaban convivencias en las que se “entrenaba” a fieles de a pie para salir en la tele, o participar en un programa de radio. ¡Qué honor ser elegida para ir un día a Madrid y que te hicieran una prueba! Por lo visto un supernumerario que trabaja en la televisión era el encargado de hacer de “periodista mal intencionado” y entonces la “persona a prueba” tenía que saber defenderse ante las cámaras.
Pero por mucha justificación que den a sus actuaciones, los españoles pudieron percibir en los años sesenta que los opus actuaban formando un grupo, una unidad, más unidos que nadie, pues el opus dei uniformiza a sus huestes sin importar “el cargo y posición”.
Martínez Alier destaca que los años sesenta intervinieron nuevos factores en la economía española. La emigración masiva de obreros españoles a diversos países de Europa –más del 10% de los obreros españoles emigraron- y la llegada de gran número de turistas ayudaron al crecimiento de la economía. El nivel de vida mejoró notablemente en el país. Para mantener la tasa de crecimiento de la economía era necesario diversificar las exportaciones, incrementar la exportación industrial, es lo que hicieron los tecnócratas del opus dei y que se manifestó en el escándalo MATESA.
En 1957 cuando los ministros del opus dei llegaron por vez primera al gobierno decidieron “abrir” la economía española, “abrir” la economía significaba salir de la autarquía, y facilitar la entrada de capital extranjero en España. Hubo que racionalizar los salarios para poder competir en el mercado internacional, se empezaron a negociar los primeros convenios colectivos entre patronos y obreros. Todo ello acompañado de conflictos pues con frecuencia los líderes obreros eran encarcelados.
Los años 1956-60 “representan una línea divisoria durante la cual los falangistas se desacreditaron ya de una vez por todas como administradores de la economía, mientras los ministros del Opus Dei conseguían los éxitos que se habían propuesto. La Falange desperdició una gran ocasión (…) La expansión del turismo tanto hubiera ocurrido con un gobierno de mayoría falangista como con un gobierno de mayoría opusdeísta, y fueron los turistas el factor decisivo (…)
En los años sesenta, “Falange continúo perdiendo terreno en el gobierno hasta lo que parecía su derrota final en 1969: la instauración del príncipe Juan Carlos –tenido por muchos por semi-imbécil (sic)- como futuro sucesor de Franco en la jefatura del Estado, y la designación de un gobierno homogéneo del Opus Dei. La falange había conservado algunos puestos sin menor importancia, entre ellos muchos de procuradores en Cortes, que le iban a servir para presionar sobre el Tribunal Supremo en el escándalo MATESA.”
Quiere decir que el escándalo de los millones “perdidos” en esa empresa lo sacaron a relucir los falangistas contra el opus dei, como trapos sucios que se sacan diversas facciones que luchan por el poder.
“Los falangistas tienen buenas razones para lamentarse de no haber ganado prestigio alguno del milagro económico de la década de 1960. Se les echó del barco cuando éste empezaba a navegar en aguas placenteras. Los falangistas no son, sin duda, expertos economistas pero hubieran sido igualmente amables con los turistas, que trajeron el milagro consigo; hasta los obispos han perdido su adustez inicial respecto a la cuestión de los trajes de baño de las turistas… El impresionante plan de Viviendas para obreros que Arrese, otro falangista, preparó durante su corto paso por el ministerio después de 1957, fue otro esfuerzo frustrado, que tres o cuatro años más tarde hubiera podido ser perfectamente viable. Llegó hasta la publicación en los periódicos, pero se le puso el veto por los ministros del Opus Dei.”
El articulista hace una reflexión sobre el hecho de que los obreros españoles de los sesenta “dan señales de combatividad”. La dura represión que siguió a la guerra civil sembró el pánico entre ellos, pero las cosas estaban cambiando. La economía española “es ahora una economía occidental más y el llegar a pertenecer al Mercado Común es un objetivo que el gobierno ha hecho suyo explícitamente.” Ullastres (numerario) fue embajador en Bruselas durante varios años y se supone que “algo” hizo para que España entrara en el Mercado Común Europeo. “Algo” que cualquier otro podría haber hecho en su lugar. No olvidemos que ese puesto en Bruselas fue una forma de quitarlo de en medio tras sus fallidas políticas en el ministerio de comercio (ver los cambios ministeriales de julio).
En ese 1970 se planteaba la posibilidad de sindicatos obreros independientes del estado. Hasta entonces existía el “sindicato vertical” que agrupaba a obreros y empresarios, la aparición de ese tipo de sindicatos hubiera significado un progreso y una “liberalización” del franquismo. ¿Cómo lo afrontaron los “tecnócratas” = (ministros opus dei)?:
“Los tecnócratas no querrían en modo alguno volver a la época en que el Estado fijaba minuciosamente los salarios de todas las ramas de la economía. Podría parecer que los tecnócratas mismos del gobierno deberían estar a favor de sindicatos independientes. Pero no se han atrevido a deshacer la organización sindical corporativista. Esta vasta burocracia, donde apenas se trabaja, ha servido para colocar falangistas, cuyos sentimientos de frustración podrían haber aflorado si se les dejaba cesantes. Además, cada vez que la clase obrera muestra señales de combatividad, bien sea en la forma de “comisiones obreras”, bien sea amparada en organizaciones laborales católicas que son también ilegales, los tecnócratas se asustan. Les es más cómodo continuar usando a la Falange todo el tiempo que sea posible para que trate de frenar a los obreros en el seno de la organización sindical vertical. Cuando el día llegue en que haya que desmontarla, será fácil echar a la Falange la culpa de que haya durado tanto. De ahí, los retrasos, idas y venidas durante los últimos dos o tres años con respecto a la prometida nueva ley sindical.”
Una vez más el opus dei mostraba su cara de saber sacar partido de la situación echando las culpas de lo que no funciona a otros.
Habla Jiménez Alier de que la fuente de legitimidad del régimen de Franco es la victoria en la guerra civil. Su gobierno se ha mantenido tantos años por la represión feroz que atemorizó a la oposición. Los ministros más viejos seguían denominándola “Cruzada”, los más jóvenes, del Opus Dei, hablaban de la guerra civil: “tal vez sus recientes éxitos económicos les parece que les da derecho a ser ministros.”
Además en 1970 se plantea algo que todavía en 2006 se está terminando de digerir en nuestro país, la cuestión de si hay que sacar a la luz la dura represión o es mejor olvidar. El articulista opina que si se sacan a la luz los hechos, al comprender la razón del miedo, ese miedo empezaría a desaparecer. “El miedo que, para conservar el respeto por uno mismo, frecuentemente se disfraza de prudencia.”
“El escándalo MATESA podría dar ocasión a que la Falange volviera al poder. Siempre ha habido un elemento populista en la ideología falangista (…) El Opus Dei está metido en el escándalo MATESA de dos maneras distintas. Una parte del dinero defraudado parece haber sido donado a ese Instituto secular: a su casa en Roma, a su Universidad en Perú, a su Universidad en Navarra, etc. Los ministros responsables son por otro lado del Opus Dei. Sin duda, no se trata de un caso de enriquecimiento privado; los miembros del Opus Dei no se apropian de los dineros públicos para llenarse sus bolsillos o los de la institución a la que pertenecen. La ideología del Opus Dei es hasta cierto punto una adaptación puritana, calvinista, del catolicismo y muy idónea por tanto al desarrollo del capitalismo en España –tal vez uno debiera decir en Castilla. El concepto de “vocación” es precisamente crucial en su ideología, y no significa como siempre había significado en la doctrina católica “vocación religiosa”, sino el cumplir lo mejor posible los deberes correspondientes a la posición profesional que uno ocupe en la vida. Muy posiblemente los ministros del Opus Dei hayan pensado que uno de esos deberes era el contribuir al incremento de las exportaciones españolas de maquinaria, para alcanzar cuanto antes la cifra mágica de 1000 dólares de ingreso per capita que en la opinión de López Rodó (antes de los sucesos de mayo en Francia) iba a permitir en España un sistema político democrático occidental. Muy bien pueden haber estado convencidos que Dios quería que otorgaran una enorme cantidad de crédito a la exportación a un empresario catalán, Vilá Reyes, cuyos empleados extraían en maletas las pesetas obtenidas, compraban divisas en el extranjero que en parte volvían a España para pagar puntualmente los créditos vencidos, probando así satisfactoriamente que las exportaciones de maquinaria florecían, y obteniendo así nuevos créditos. Las máquinas eran fabricadas y almacenadas a la espera de clientes. MATESA obtuvo además el control de setenta y cinco sociedades en España y en el extranjero, que iban a comercializar el producto. Cuando el escándalo empezó a trascender, en julio de 1969, los créditos para pagar importaban diez mil millones de pesetas, más de ciento cuarenta millones de dólares. Uno de esos millones de dólares había sido donado para la campaña presidencial de Nixon. Lo irónico de la situación es que las máquinas textiles fabricadas pudieran aún tener éxito en el mercado internacional; la opinión de los fabricantes catalanes de textiles no es del todo adversa, y se cree que una velocidad de operación algo mayor las haría viables.
Pero no cabe ninguna duda que se cometieron numerosas infracciones, y que los “ministros económicos” que regalaron tanto dinero incurrieron en responsabilidades políticas, y tal vez penales. El Tribunal Supremo parece estar dispuesto a juzgar a algunos ex ministros (incluyendo al presidente del banco de España –otro opus implicado, Navarro Rubio-) y a algunos ministros, incluyendo al ministro de Asuntos exteriores, López Bravo, que era entonces ministro de Industria, un ministro joven y moderno, que para irritación de la Falange no se preocupa de Gibraltar y que es preeuropeo (…)
Tras el esfuerzo que supuso hacer del príncipe Juan Carlos el sucesor oficial, aprovechando justamente el año del vuelo a la luna para darle públicamente tan alto puesto, enfrentándose a las objeciones de su padre, Don Juan, y tras diez años de dominación del Opus Dei y de éxitos económicos, no parece nada probable que la Falange pueda llegar al poder (…) Si Franco, que tiene 78 años muriera ahora, dejaría un panorama incierto. Lo más probable, sin embargo, es que todavía tengamos a Franco con nosotros después del verano, y el año próximo, y que el escándalo MATESA desaparezca finalmente de la escena política. (…) El Opus Dei como institución sufrirá un tanto, pero no faltan tecnócratas que comparten su espíritu, en lo secular si no en lo religioso, y que aspiran a ministerios. Hay a veces la tentación, en la izquierda española, de echar la culpa al Opus Dei por los triunfos de la variedad española de neocapitalismo. (…)
A pesar del ingenio y aptitud para la política económica mostrado por el Opus Dei, y a pesar de su tibio liberalismo político (¡y tan tibio! No creen en él), a la hora de la verdad las demandas de los obreros a favor de salarios más altos y de sindicatos independientes se contestan a tiros (alusión a los 3 obreros muertos en Granada). El Opus Dei, ahora bajo ataque falangista, va a estar menos dispuesto que nunca a tratar de imponer una nueva estructura sindical y a permitir que los convenios colectivos se negocien libremente.”
Ana Azanza
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