RAFAEL CALVO SERER Y RUEDO IBÉRICO.

 

Ana Azanza, 6 de noviembre de 2006

 

El 17 de diciembre de 2004 apareció un artículo firmado por R. en opuslibros (es una lástima que no sepamos el nombre y apellido del autor de ese buen artículo) en la que se especificaban interesantes datos de la biografía de Calvo Serer. Rafael Calvo, numerario, hizo imposible que en 1953 Julián Marías ocupara la cátedra universitaria vacante tras la muerte de Ortega y Gasset. Es llamativa la opinión de Calvo sobre Ortega en aquella época, sólo un chalado fanático puede decir que la filosofía de Ortega y Gasset estaba “derrotada y en decadencia” y “que repugna a los combatientes de 1939”. Ortega y Gasset ha sido uno de los intelectuales españoles con más reconocimiento fuera de nuestras fronteras, un filósofo que, antes de la guerra civil, puso las bases de una escuela filosófica en España a tono con los tiempos, saliendo del rancio y empantanado tomismo oficial. Fueron discípulos de Ortega todos los grandes: María Zambrano, Xavier Zubiri, Julián Marías… El Opus Dei no le perdonó a Marías en vida que siendo “bien pensante” no formara parte de su camarilla, de ahí el “obstruccionismo” que practicaron con él tanto en su tesis doctoral, como en el asunto de la cátedra. La historia de su tesis contada en la web en el artículo citado es una auténtica vergüenza, el opus campando por sus respetos en este país, quitando lo que les molesta porque sí, aunque valga bastante más que cualquiera de los libros de sus “filósofos”. Como he sido alumna de filosofía en la universidad de Navarra doy mi testimonio, estudiamos a Ortega en 5º de carrera y sin entrar a fondo en su pensamiento. Dado que no era tomista no tenía importancia y puedo decir que todo lo que sé de Ortega y Gasset y el aprecio que ahora tengo hacia sus escritos los he adquirido al haberme liberado de la ortopedia intelectual opusiana. Además, Ortega fue uno de los impulsores de la primera democracia que hubo en España, aunque muy pronto se desilusionó por el sesgo que tomaron los acontecimientos.

 

Así estamos en España, la cátedra que tan dignamente hubiera ocupado Julián Marías, le tocó en suerte a Angel González Alvarez, un tomista recalcitrante relacionado con el Opus, a cuyo hijo numerario tuve yo de profesor en la facultad de Pamplona, y a quien nadie conoce, pues el tomismo practicado por los opusianos no lleva a ninguna parte.

 

El defecto que Calvo Serer le veía a Ortega era que su filosofía ¡atención! llevaría a la república… imperdonable.

 

Calvo Serer numerario al que hemos visto evolucionar desde la defensa de la Cruzada en los años cuarenta, llegó a la editorial Ruedo Ibérico situada en la parisina rue de Latran en el otoño de 1971. Llevaba una carta de recomendación del abogado García- Trevijano. Este último había sido abogado y apoderado del Diario Madrid dirigido por Calvo Serer, y que había sido acosado por la dictadura franquista (ver envío de Ruedo Ibérico 19). No se entiende muy bien la voladura de los locales donde estaba el diario Madrid una vez desalojados sus propietarios, ¿por qué extraña razón lo hicieron explotar? ¿no bastaba con que hubiera cambiado de manos o haber reformado el interior para darle cualquier otro uso? Como el Opus Dei no da puntada sin hilo, seguramente hay una explicación para estimar que era mejor que no quedara ni rastro del diario.

 

Curiosamente el final de ese periódico decidió a los capitalistas dueños del mismo, al menos a los representados por García Trevijano, a poner su dinero en alguna plataforma antifranquista. De ahí que a finales de 1969 Trevijano se dirigiera a José Martínez, el director de Ruedo Ibérico, ofreciéndole invertir una sustanciosa suma en su empresa. Esto vino de perlas pues Ruedo vivió desde su nacimiento en una constante agonía financiera.

 

Calvo Serer era catedrático de Filosofía de historia en la Complutense, cátedra que casi nunca ejerció, pues se dedicó a muchos interesantes asuntos, como por ejemplo, entrar en contacto con el aspirante a la corona de España, don Juan de Borbón. De larga trayectoria conservadora, había dirigido la revista Arbor, editada por el CSIC, era un defensor a ultranza de los derechos dinásticos de don Juan de Borbón y, en la época en que nos situamos mantenía una postura de oposición moderada al régimen, después de haber sido uno de sus “ideólogos”.

 

En el libro de A. Forment “José Martínez, La epopeya de Ruedo Ibérico” he encontrado información sobre la evolución política de Calvo Serer:

 

“El historiador también exiliado, Nicolás Sánchez Albornoz lo conocía personalmente: lo recordaba saliendo de la Facultad de Filosofía en 1946 con una carta de adhesión a don Juan suscrita por ciertos profesores –Zaragüeta, García Gómez…- y tomándose un coche para el Pardo (palacio residencia del dictador F. Franco) a denunciar a los colegas que le habían pedido la firma. Luego eché un vistazo a su libro España sin problema, que hoy podría llevar la firma de Ricardo de la Cierva[1] sin que se notara el cambio. En fin, el denunciante de 1946 es el campeón de la corona en 1972.[2]

 

Personajes que han tenido semejante comportamiento público ¿son ejemplares?, es la pregunta que me planteo, porque se podía muy bien discrepar en 1946 del apoyo a don Juan, pero ir con la carta a denunciar a los colegas de facultad ante Franco es de lo más rastrero, todo un símbolo de cómo los opus se congracian estupendamente con los dictadores.

 

“Se trataba de Rafael Calvo Serer, y desde 1968 su actitud promonárquica (aunque a favor de los derechos del conde de Barcelona) desde la presidencia del consejo de administración del periódico Madrid había provocado una cascada de sanciones administrativas en contra de su diario, que culminaron con el cierre del periódico y su exilio en París. En enero, tras publicar un artículo en Le Monde sobre el affaire del periódico Madrid, fue dictada orden de detención contra Rafael Calvo Serer por el Tribunal de Orden Público, y el fiscal llegó a pedirle siete años de cárcel.”

 

Con lo que los ex numerarios sabemos del opus esta historia me parece un montaje, primero, ¿se imagina alguien en su vida dentro explicándole a la directora “que me exilio, que el gobierno de Franco me persigue”? los numerarios de base no tienen tiempo material para conspirar contra ningún régimen político. En general, muchos numerarios desde el punto de vista civil, o sea normal, sólo tienen un DNI, ni trabajo, ni propiedades, ni seguridad social, ni son conocidos por una actividad política, existen sólo para una organización que los anula como ciudadanos.

 

¿Desde cuando un numerario tiene otro permiso que el de la jerarquía interna para cambiar, no ya de centro, sino de país? Segundo ¿Por qué el Opus no procedió con sus admoniciones contra Calvo Serer como sí hizo en el caso de Carmen Tapia, aunque por otros motivos, y en el caso de Ruiz Mateos, tal y como leímos hace poco en la web en un artículo del País de 1986? Es extraño, normalmente cuando un opusiano cae en desgracia para la autoridad civil el Opus no se suele apresurar a protegerle, más bien la tendencia es a deshacerse de un peso muerto. De forma más modesta me pasó algo parecido al final de mi vida opusiana ¿Por qué en el caso de Calvo Serer se procedió dejándole hacer?

 

“Para atacar al odiado régimen personal de Franco, Rafael Calvo Serer había escrito un libro que, por supuesto, iba a publicar Ruedo Ibérico. La editorial debió afrontar duras críticas cuando se supo en París, en diciembre de 1971, que se encargaba de la edición del texto de Calvo Serer, ante las cuales José Martínez se defendió con el irreprochable argumento de que ‘publicamos cuanto de valor sea de publicación imposible dentro de las fronteras y damos asilo a todo texto de valor intrínseco, con independencia de su coloración partidista. Es decir somos una anticensura.”

 

El director de Ruedo Ibérico pensaba que la dictadura estaba en su ocaso, había que aprovechar todas las oportunidades de ataque. Pero en enero de 1972 resultó que Calvo Serer había recibido presiones para no publicar en Ruedo, ni siquiera a don Juan de Borbón, le gustaba la idea. Al fin concluyeron que, aunque la editorial fabricaba el volumen, el libro no llevaría el nombre de la misma. No obstante el formato era idéntico a los demás publicados por Ruedo con lo que nadie se llamó a engaño.

 

“El libro Franco frente al rey. El proceso del régimen, no es un volumen escandaloso desde la perspectiva actual. Se trata de un ensayo histórico-político que desentraña desde una óptica monárquica las relaciones entre Juan de Borbón y Franco, y en cuanto tal, es más bien anodino, y reviste poco interés. En sus páginas Rafael Calvo Serer intentaba desvincular a la monarquía como institución del peso muerto que representaba el régimen franquista, para que así pudiera tener en el futuro posibilidades de supervivencia frente a la oposición política más radical, casi toda republicana, por lo cual abogaba por la democratización del régimen. Pero en el contexto de 1972, cuando Juan Carlos de Borbón había sido designado sucesor legal de Franco, su lectura podía empujar a amplios sectores monárquicos, de talante conservador, a engrosar las filas de la oposición a la dictadura militar.”

 

Entre los exiliados españoles en París circuló una nota que José Martínez no tuvo empacho en publicar en su revista: “José Martínez, de Ruedo Ibérico, al prestarse (gracias, claro está, a una buena suma de dinero) a editar “secretamente” el libro de Calvo Serer, hace dos cosas imperdonables: dar un certificado de oposicionista a un capitalista franquista implicado en numerosas injusticias del régimen fascista. Y pretende ensuciar la imagen del exilio (…)”

 

Tras las vacaciones del verano en 1972, Martínez regresó a París y se encontró con que las exportaciones de libros a España estaban paralizadas. El libro de Calvo Serer había provocado un gran revuelo. El corresponsal que importaba clandestinamente los libros de Ruedo en España escribía a Martínez: “Las cosas andan muy mal y con mucho control. Estamos bloqueados por los amigos de Rafael Calvo y no cesan de insistir. Se lo tomaron a pecho y no hay manera de que dejen las cosas tranquilas.” Tuvieron que esperar a diciembre para poder vender en España, lo que supuso pérdidas para la editorial. Pero Martínez, experto conocedor de los censores franquistas, no en vano llevaba diez años burlando sus controles, había introducido ejemplares en España antes de que el libro se distribuyera oficialmente.

 

No fue el último libro de Calvo Serer en Ruedo Ibérico. En 1973 salió La dictadura de los franquistas. 1.El affaire del “Madrid”. Antes de su publicación Calvo al parecer temía las persecuciones, José Martínez se lo contaba así a un amigo: “La verdad es que está con más miedo que un conejo perseguido por cien galgos. He descubierto su manera de trabajar. Usted le acusó –con mucha razón de plagio en El mito de la Cruzada de Franco. De tales plagios era moralmente responsable, no cabe duda. Pero quizá ni siquiera fuese responsable material de los mismos. Sucede que trabaja con negros[3] exclusivamente, lo cual no le exime de la responsabilidad –bien al contrario- pero explica ciertas deficiencias catastróficas (…) Es posible que si hubiese trabajado sin negros, ni hubiera llegado a conocer y a leer a Garosci, lo cual habría eliminado ese plagio. Porque la verdad es que me parece que no lee nada.”

 

Sobre este libro de Calvo Serer se puede encontrar recensión en Boletín de Orientación Bibliográfica nº 113-114, enero-febrero 1976, pp. 39-49:

 

 “Lo primero que hay que destacar es que el libro está sin acabar, cosa que, hagamos honor a la verdad, reconoce el autor en las primeras líneas. Reiterativo hasta la exasperación, farragoso, embarullado, dedica páginas y páginas a relatar enfrentamientos personales de muy escaso interés para lo que trata de narrar, adquiriendo en ocasiones tono de memorial de agravios o de personal ajuste de cuentas, incluso con antiguos correligionarios.”

 

En algún momento hubo filtraciones a la censura sobre las actividades de la editorial Ruedo Ibérico, Martínez sospechó de Calvo Serer que era muy hablador (p. 441 de “La epopeya de Ruedo Ibérico). En 1974 se presentaba en París la Junta Democrática liderada por Santiago Carrillo, secretario general del partido comunista español, y un grupo de partidarios de don Juan de Borbón entre los que figuraba Calvo Serer.

 

Gregorio Morán[4] se explaya sobre aquel proyecto en su libro sobre el Partido Comunista: “La política trazada por Santiago [Carrillo] siguiendo el esquema del Pacto para la Libertad concentraba la mayoría de sus energías. Seguía chocando con el PSOE como frente a un muro. (...) Había que buscar nuevos líderes, nuevos sectores fuera de los ambientes políticos tradicionales. La presentación de la Junta Democrática se hizo en el Hotel Intercontinental [de París] el 30 de julio de 1974 ante 20 equipos de la televisión mundial y cien medios de comunicación. De los tres componentes principales sólo aparecieron dos, Santiago Carrillo y Rafael Calvo Serer. El tercero, Antonio García Trevijano, no podía hacerlo por su condición de ciudadano no exiliado, con bufete y negocios en España. Antonio y Santiago corrieron con todos los gastos, a escote, salvo en el caso del profesor de Filosofía señor Calvo Serer, cuyo modesto patrimonio no podía soportar aquella inflación y era cuestión que proveía con prodigalidad el abogado Trevijano(...)
Rafael Calvo Serer estaba en desventaja frente al sesgo de condotieros renacentistas de Carrillo y Trevijano, quienes podían distinguir sus habilidades manejando floretes y dialécticas. Rafael Calvo nunca pudo superar su aire de fraile medieval. Había recorrido un camino tortuoso desde ser martillo de herejes, luz de Trento y nacional-católico furibundo, hasta aparecer codo a codo junto a dos descreídos demoníacos como sus colegas de la Junta. La única fidelidad de su vida seguía siendo el Opus Dei, donde hacía las veces de monosabio de monseñor Escrivá de Balaguer. Nadie dentro ni fuera de la Obra le hacía maldito caso aunque admiraban la tozudez de sus alegatos. La Junta Democrática había perdido un año intentando negociar con don Juan de Borbón para que acaudillara el nuevo organismo. Trevijano y Serer, durante un período, fueron bien recibidos en el entourage de Estoril, donde estaba el pretendiente de la corona, y jugaron todo lo que pudieron en las antecámaras para convencerle de que se sumara a la alternativa, llegando hasta ofrecerle la exención total de cualquier pago de impuestos y plusvalías.”

 

Santiago Carrillo despreciaba a Trevijano y Serer. Según Morán: “A García Trevijano le llamaba, en ausencia, el 'nuevo Romero Robledo', aquel político decimonónico que se distinguió por su falta de principios y por su capacidad para ganar elecciones desde el Ministerio de Gobernación; sabía que no contaba ni siquiera con los clientes de su saneada notaría para apoyarle en la aventura. Hacia Calvo Serer no tenía ni siquiera comparación histórica que atribuirle; le consideraba un pelmazo, simple y megalómano, que por carecer ni siquiera era suya, del todo, su conciencia.”

 

Recordemos la historieta para consumo interno sobre el exilio de Calvo Serer, aquel comentario por lo visto del mismo dictador de que era una persona sin familia, Escrivá llamó a Franco para “aclarar que Calvo Serer era de su familia”,  ¡Vaya un sainete que es el opus dei!

 

Quiero destacar las diferencias entre las afirmaciones del historiador oficial opus Cejas y lo que podemos encontrar sobre Rafael Calvo Serer en www.filosofia.org/ave/001/a143.htm

 

Algunos juicios de Calvo Serer publicados en la La Table Ronde, una revista parisina que el opus logró controlar: «La libertad de conciencia conduce a la pérdida de la fe, la libertad de expresión a la demagogia, a la confusión ideológica, a la pornografía». «Entre fascistas, católicos y conservadores se ha podido entablar cierto diálogo, que es imposible con el radicalismo y la democracia liberal»

 

¿No es increíble que en la actualidad exista una fundación Calvo Serer con el objetivo de promover la libertad de información? Lo más triste es que políticos como Esperanza Aguirre, presidenta de la comunidad de Madrid, se preste a presidir esa pantomima opusiana que son los premios Calvo Serer. Un ejemplo entre muchos de que en España ningún “poderoso” ha sido capaz todavía de plantarle cara al Opus Dei: todo el mundo entra al trapo.

 

El Opus en los años cincuenta se tomó muy en serio la misión de restaurar el catolicismo militante de Carlos V, hoy esto puede parecer grotesco, pero ese era el contenido del libro ya comentado en otro envío de Ruedo Ibérico, España sin problema. Así pensaban los “intelectuales” opus de la primera hora.

 

Ana Azanza

 



[1] Historiador franquista más o menos oficial de los últimos tiempos del régimen de Franco.

[2] La mayor parte de los textos citados en este escrito provienen del libro de Albert FORMENT, José Martínez, la epopeya de Ruedo Ibérico, Anagrama, Barcelona 2000.

[3] En el argot editorial un negro es un escritor, que empujado por la necesidad, trabaja para otro renunciando a la autoría. Dicho acuerdo, bochornoso de por sí, no aparece en ningún contrato, aunque no es infrecuente.

[4] Miseria y grandeza del Partido Comunista de España 1939-1985, Planeta, Barcelona 1986, págs. 487-488, 493-494, 496.)

 

<<AnteriorSiguiente>>

 

 

Ir al inicio de “Ruedo Ibérico”, por Ana Azanza

Ir a la correspondencia del día

Ir a la página principal

Ir a la 'web clásica'