TUÑON DE LARA, Manuel
El movimiento obrero en la Historia de España
Taurus, Madrid 1972, 963 pp.
1. CONTENIDO DE LA OBRA
Se trata de un manual sobre la historia del movimiento obrero en España, desde 1832 hasta 1936. La obra consta de un breve "propósito", de una introducción de carácter teórico y de trece capítulos, que examinan sucesivamente las diversas etapas de dicha historia. La obra se completa con una lista de "fuentes y bibliografía". No hay conclusiones. No hay índice de autores ni de materias.
1.1. PROPÓSITO E INTRODUCCIÓN
En el "propósito" inicial (pp. 7-8) el autor define su obra como "una aproximación al conocimiento de un sector de primer orden de la historia social de España"; empeño "forzosamente limitado en lo cronológico y en la temática", para cuya realización "ha sido preciso coordinar los propios trabajos de investigación y los ya adquiridos por el esfuerzo de otros historiadores", y en la que se ha intentado también "abrir camino" en temas todavía poco conocidos. Después de hacer constar su agradecimiento a amigos, colegas y discípulos, Tuñón de Lara concluye afirmando que, ya que su obra "ha sido enfocada con perspectiva y metodología estrictamente científicas", "el más elemental rigor científico prohíbe toda trasposición de los hechos históricos más allá de las fronteras cronológicas que lo definen".
El autor aborda en la introducción (pp. 9-15) los problemas que plantea la definición de los principales conceptos utilizados a lo largo de su obra. Seguiremos por ello detalladamente su exposición y, en primer lugar, su presentación de los conceptos "obrero" y "trabajador".
"Dícese obrero —afirma Tuñón— de aquella persona que vende su fuerza de trabajo a otra, llamada capitalista, que posee los medios de producción y que es también dueña de los bienes producidos" (p. 9). Si "en sentido estricto, el obrero trabaja en los sectores primario o secundario de la producción (...) o en sectores del terciario más vinculados a la —producción", "no obstante, el concepto de obrero se inserta en otro más amplio, el de trabajador " o, para ser más precisos, "trabajador por cuenta ajena, es decir, que vende su fuerza de trabajo contra una remuneración"; concepto que "no se limita a la producción sino que se extiende al amplio sector de Servicios" (loc. cit.). Los diversos tipos de trabajador (obrero manual, pero también técnico, experto o perito, cuadro) forman "lo que se llama el conjunto salarial " (p. 10), del que no forman parte, como es lógico, los trabajadores por cuenta propia. Entre los trabajadores —termina afirmando el autor sobre este problema— hay muchas diferencias, del mismo modo que pueden distinguirse "capas diferentes" "en el seno mismo de la clase obrera", "además, naturalmente, de la diferenciación esencial entre el obrero en sentido estricto y limitado del término —el del sector secundario— y el asalariado agrícola" (loc. cit.).
Luego trata de definir "el movimiento obrero"; movimiento que "se presenta, a la vez, como una actividad y como una toma de conciencia de la condición social", en cuanto ésta "supone la exigencia de actuar solidariamente". Pero si "los primeros actos especificos (...) a nivel de taller, fábrica, oficio, etc., donde suele haber mezcla de espontaneidad y reflexión", son ya "movimiento obrero", "sin embargo, lo que llamamos en puridad " movimiento obrero " es el acto de asociarse los obreros, temporal o permanentemente, con fines profesionales o también políticos, pero siempre en función de su naturaleza obrera". Por otro lado, debe tenerse en cuenta —explica el autor— que "el concepto de movimiento obrero ha englobado en los tiempos modernos (...) a extensas capas de trabajadores asalariados, pertenecientes, por lo general, al sector de Servicios" y, también, "el hecho contemporáneo de una inserción (siempre minoritaria) en el movimiento obrero y trabajador de elementos marginales que se integran en él". De ahí que, a pesar de que hace "demasiadas concesiones a la subjetividad", sea útil —asegura Tuñón de Lara— la definición que el francés M. David ha hecho del concepto: "la serie de instituciones en que se agrupan los trabajadores y todos aquellos que optan por militar a su lado, conscientes unos y otros de su solidaridad y de la utilidad que para ellos tiene organizarse a fin de precisar sus objetivos comunes y de proseguir su realización".
En la introducción explica también el autor cómo va a abordar la historia de ese "movimiento obrero", que en otro momento define como "el órgano de formación y de expresión de la conciencia colectiva, a la vez que el instrumento de la praxis histórica del obrero y, en general, de los trabajadores" (p. 14). "Nuestro estudio (...) parte de la estructura socio-económica para llegar a la estructura obrera y a su protagonismo coyuntural" (p. 13). Así, es necesario en primer lugar conocer "la base socioeconómica" (p. 15); a partir de ella es posible en tender "las relaciones humanas laborales", que son a su vez "la base del movimiento obrero" (p. 12). Concretamente " hay que partir del trabajo; saber, en cada momento, cómo y cuánto se trabaja, en qué condiciones se trabaja, con cuáles instrumentos y técnicas; hay que conocer la producción y sus etapas, así como la empresa y sus formas" (loc. cit.).
"Por otra parte es dato indispensable de conocimiento la vida real del obrero, del trabajador". En primer lugar, el conocimiento de los salarios reales; en segundo término, el nivel de vida, definido por la suma de salarios reales más condiciones de trabajo ("horarios, seguridad e higiene del trabajo, condiciones del acto de trabajo") y de vida ("vivienda, enseñanza, sanidad, urbanismo, curva de progreso técnico"). Un tercer elemento —el porcentaje de la renta salarial con respecto a la renta general de la empresa, y de la renta nacional del trabajo con respecto al producto nacional bruto— no ha podido ser medido por Tuñón.
Conocida ya esa "base" constituida por las condiciones de la producción y de la vida del trabajador, puede entenderse ya la estructura y acción del movimiento obrero, que evoluciona a lo largo de la historia: en efecto, hay un primer momento en el que "el desarrollo de la producción va creando la clase obrera, pero no hay movimiento obrero", aunque aparezcan"movimientos esporádicos" de carácter espontáneo. En la siguiente etapa —"la larga etapa asociativa"—, "el obrero que se siente como tal, y perteneciente a una clase con intereses y fines propios, se asocia para el logro de todos esos fines o de parte de ellos": pueden distinguirse en ella los movimientos por objetivos precisos (estrictamente profesionales; profesionales y materiales; societarios y de solidaridad; de cultura) y los movimientos por objetivos totales (lo político, influencia en el Poder, ejercicio del Poder). Una última etapa sería "aquella en que otros trabajadores (...) toman conciencia de su vinculación con los obreros y se integran (...) en el movimiento obrero que toma así unas nuevas dimensiones".
En todo caso, el movimiento obrero se expresa históricamente a través de grupos y organizaciones de diverso tipo, y "como toda estructura, representa unas líneas de fuerza, tiene élites —vanguardias— y base, adopta decisiones, que se cumplen o no. Incorporado a la historia de una sociedad, las líneas de fuerza del movimiento obrero alcanzan el nivel de la conflictividad: conflicto estructural o latente y conflicto coyuntural (emergencia del primero, en forma manifiesta) en que aparece el choque de líneas de fuerza o poderes". La tipología de conflictos se debe entender así en estrecha relación con el factor "movimiento obrero". "La ecuación condición de vida obrera-conflictividad, es falsa por esquematismo, ya que todo posible condicionamiento se realiza por mediación y no directamente; se realiza a través del hombre como protagonista de la historia (el trabajador en este caso). El factor humano toma conciencia (acto específicamente humano) a nivel individual, por el movimiento obrero y laboral, e incide en la práctica histórica gracias a la función instrumental de ese movimiento".
Esa "incidencia" del "movimiento obrero" en la práctica histórica constituye el último aspecto de importancia sobre el que se define el autor en la introducción de su obra. Es precisamente en la conflictividad donde se produce la vinculación entre el movimiento obrero y "el contradictorio e irreversible proceso de la marcha de un país". De ahí la conjugación en el título de la obra de los conceptos de "movimiento obrero" e "historia de España": proceder de otra manera constituiría —nos asegura Tuñón— "una mutilación, una marginación que ignora una conquista esencial del pensamiento: la metodología de los conjuntos". Desde mediados del siglo XIX, "la vida nacional no puede concebirse sin los obreros; y, a su vez, sin las peculiaridades de la historia nacional toda idea del movimiento obrero caería en la abstracción más estéril", "por la simple razón de que tiene una base, un contexto y hasta un 'techo ideológico' que son la propia historia nacional".
1.2. EL CUERPO DE LA OBRA
El cuerpo de la obra se organiza en base a la distinción de las siguientes etapas: 1832-1843 (capítulo I); 1844-1854 (c. II); 1854-1868 (c. III y IV); 1868-1874 (c. V); 1875-1887 (c. VI); 1888-1899 (c. VII); 1900-1909 (c. VIII); 1910-1915 (c. IX); 1915-1920 (c. X); 1920-1923 (c. XI); 1925-1930 (c. XII); 1930-1936 (c. XIII).
Para cada uno de los períodos señalados se trata, en primer lugar, de "la base socioeconómica": el desarrollo de la producción en sus distintos sectores, y los efectivos y condición obrera (salarios, precios, nivel de vida). Sigue después la presentación de los diferentes movimientos y organizaciones (vida orgánica, efectivos, equipos directivos) y, por último, el estudio de la "implantación" (regional, profesional) y la "práctica" (acción política y reivindicativa) del movimiento obrero. Solo excepcionalmente abandona el autor dicho esquema, que se completa con una previa tabla cronológica, algún texto de la época y una bibliografía particular de cada etapa con indicación de fuentes y de lecturas complementarias.
Uno de los defectos formales más sobresalientes y reiterados de la obra está en la división de cada capítulo en epígrafes y apartados. Para ellos se utilizan dos tipos de letra que se emplean alternativamente sin ningún criterio, y son frecuentes los casos en que los títulos de los epígrafes y apartados no se corresponden con lo que bajo ellos se expone. Para un mejor entendimiento del resumen que sigue del cuerpo de la obra, hemos optado por corregir tales deficiencias sujetándonos siempre al plan de la obra trazado por el autor.
1.2.1. Capítulo I ("Antecedentes. España ante la revolución industrial y la primera desamortización. De la rebeldía espontánea a la asociación obrera. Los primeros utópicos")
1.2.1.1. Estructura socioeconómica
a) "España, en vísperas del segundo tercio del siglo XIX, es un país eminentemente agrario, cuya economía de mercado está a nivel embrionario". No se habían roto aún "las superestructuras legales de carácter medieval". Los núcleos burgueses de Cataluña, Vizcaya y Cádiz, son solo "islotes que (...) no inciden decisivamente en el seno de una sociedad de rasgos arcaicos" (p. 20).
b) Datos demográficos : cifras de población total; porcentajes de distribución regional y profesional ("necesitan un considerable esfuerzo de interpretación"); destaca la formación de importantes núcleos urbanos; despegue ascendente de la población; datos fragmentarios sobre efectivos obreros.
c) "España, país agrario (...) de estructuras arcaicas, señoriales, sin mercado nacional, sin vías de comunicación que merecieran tal nombre" (p. 21). Estructura de la propiedad: datos globales. Aumento de la producción triguera, por aumento de superficie cultivada; pero se mantienen crisis de subsistencias. Supresión legal de las "superestructuras legales" en el campo, 1834-1837.
Especial atención a la desamortización de Mendizábal, "una transferencia de tierras del clero a un nuevo sector de terratenientes no nobles, a la burguesía especuladora y grandes comerciantes de las ciudades, etc;" (p. 23), la "integración de una nueva capa en el cuerpo general de la oligarquía" (p. 25). Acrecienta el absentismo, no mejora en nada la situación del trabajador del campo. Un completo fracaso que da nuevas alas al mito del reparto de tierras.
d) La industria, sólidamente implantada en Cataluña, Valencia y Castilla 1832, fecha clave: adopción del vapor por la industria textil (Fábrica Bonaplata, Barcelona), del alto horno en la siderúrgica (los Heredia, Marbella).
Las inversiones, paralizadas por la guerra, se reanudan a partir de 1836. Algunos datos sobre la industria lanera. Importancia y origen de las inversiones de capital en la industria textil.
Dificultades para la constitución de un mercado interior sólido y estable.
Otros sectores: la siderurgia en Andalucía. La minería asturiana. Siderurgia en Asturias y Vizcaya. Industria corchotaponera y molinos harineros.
Influencia favorable de las disposiciones de libertad de industria; freno, la guerra carlista. Datos de producción, capitales y efectivos obreros de la industria textil catalana en Barcelona se sitúa "la aparición de la moderna empresa con una clase obrera también moderna" (p. 31). Progreso de la concentración y mecanización y creación de nuevas empresas a partir de 1838.
Producción de hierro fundido. Primeras siderúrgicas en Vizcaya.
e) Red de comunicaciones muy deficiente. Vida lánguida del Banco de San Fernando. Barcelona y Cádiz, centros de comercio. Proteccionismo arancelario. "Enorme" Deuda pública.
1.2.1.2. Salarios, precios y niveles de vida
a) Datos de salarios y precios muy fragmentarios. Examen de la coyuntura a través del índice de precios al por mayor de Sardá.
b) Condiciones de trabajo y vida pésimas. Jornada. Accidentes: medidas de seguridad harto insuficientes. Seguridad del empleo nula.
c) "Ese medio de industria embrionaria (...) va creando sus estructuras que encierran su conflictividad especifica dueños-operarios (...). Esa conflictividad estructural o potencial va a cristalizar, poco a poco, en una 'vivencia de rebeldía' entre los hombres del trabajo, primero espontánea, luego más coordinada. Al pasar del estado de 'vivencia' a la 'conciencia' de su situación —de clase, de grupo, profesional, etc.aparece algo nuevo; se va articulando la estructura asociativa" (p. 36) —no súbitamente, desde luego.
Conflictos existen ya a nivel de la producción manufacturera y precapitalista: huelga Guadalajara, 1730. Rebeldía contra las máquinas: Alcoy, 1821, Camprodón, 1823, etc.
Otros géneros de agitación laboral, Cataluña, 1828-1833: protestas en relación con la longitud de las piezas a tejer y los jornales.
La quema de la fábrica de los Bonaplata, 1835.
Otras manifestaciones de "la tensión estructural fabricantes-operarios" (p. 41).
d) La asociación obrera, más allá de la acción por un objetivo salarial o profesional concreto. Primero, con carácter temporal. Desde 1838, se solicita el derecho de asociación."A partir de aquel momento, la cuestión de la asociación obrera se convierte en eje del debate social" (loc. cit.).
Real Orden 1839 autoriza la formación de sociedades obreras de ayuda mutua y beneficencia. En 1840, en Barcelona, formación de la Asociación de Tejedores: una sociedad de resistencia, al amparo legal de una mutualidad.
Fuerte tensión en 1840. La Asociación se extiende por la provincia. Creación de una "ineficaz" Comisión paritaria de arbitraje.
Prohibición, sin efecto, en enero de 1841. Nueva prohibición a fines del año, que tampoco tiene efecto. Sociedad no vinculada a un grupo político, "va adquiriendo una naturaleza sindical: conciencia de los asociados de su función en la producción y de su fuerza" (p. 45).
Sublevación de Barcelona, noviembre 1842, como protesta contra el proyecto de tratado comercial con Inglaterra. Participan patronos y menestrales. Después de ella, nueva prohibición. La Sociedad subsiste bajo la cobertura de la cooperativa de producción creada en 1842, que tendrá vida hasta 1848.
Nueva rebelión de Barcelona en 1843. Después la Sociedad vuelve a actuar. En síntesis, "un primer paso de conciencia sindical, es decir, persecución de un fin profesional, pero no limitado al oficio, sino con vivencia de pertenecer a una clase, y de lograrlo mediante una asociación a la vez profesional y de clase social" (p. 48).
1.2.1.3. Los utópicos
Los primeros críticos de la sociedad capitalista, que tenían —dice Tuñón— más del adjetivo que del sustantivo. Sigue a Elorza, que identifica en este momento: desde 1855, algunos artículos en la prensa de Barcelona. El grupo de Abreu y su intento de constituir un falansterio. La crítica y el reformismo de La Sagra. El socialismo agrario de Florez Estrada.
Movimiento obrero y utopismo, fenómenos independientes.
1.2.2. Capítulo II ("Industria y finanzas. Continuidad subterránea del movimiento obrero. Auge de los utopismos")
1.2.2.1. Caracterización económica de la "década moderada" : favorable a los industriales y a la minería del carbón, pero también a las especulaciones financieras. Nuevas extensiones de tierras en cultivo.
Altos hornos con carbón de cok. Mecanización en la industria textil. Transporte ferroviario y navegación, muy lento progreso.
Especial atención a: "Industria textil" (datos sobre expansión en las inversiones, la producción, la maquinización; número de obreros, concentración de empresas); "Minería" (despegue de la minería de carbón asturiana; zinc y plomo); "Siderometalurgia" (relación de industrias del sector con algunos datos técnicos y económicos, en Andalucía, Asturias, Cataluña...; breve referencia a otros sectores industriales); "Transportes" (escasa atención a ferrocarriles; red de carreteras en expansión; referencias a la navegación); "Banca" (sociedades anónimas y de crédito; Banco de Isabel II; Banco de Barcelona).
1.2.2.2. Salarios, nivel y condiciones de vida
Datos salariales de Madrid y regiones agrícolas. "Los precios": encarecimiento 1846-8 y a partir de 1854."Condiciones de trabajo y vida": algunos datos sobre Barcelona. Afirmaciones generales: "el obrero no cuenta para nada", etc. Referencia a las organizaciones patronales catalanas.
1.2.2.3. Gérmenes subterráneos del movimiento obrero. Huelgas de 1854.
Datos dispersos sobre asociaciones obreras y huelgas en Cataluña, 1844-1854. Huelga barcelonesa de marzo-abril de 1854.
Organizaciones obreras en otros puntos. Agrupaciones de orden cultural.
La agitación política de 1848.
Movimiento revolucionario y huelga obrera de Julio de 1854 en Barcelona. Los obreros buscan y consiguen la prohibición de las selfactinas.
El movimiento revolucionario en Madrid y en Málaga (fuerte participación obrera).
1.2.2.4. Auge del utopismo
El grupo cabetiano de Barcelona. Las empresas periodísticas de los fourieristas (Garrido, Cámara, Ordax Avecilla...). "El Espíritu Moderno" y "La Cuestión Social" de S. Cámara. La novela folletinesca de Ayguals de Izco.
"Su obra doctrinal debió ejercer escasa influencia en los sectores de la naciente clase obrera" (pp. 78-79).
1.2.3. Capítulo III ("La expansión económica y sus límites: 1854 -1866. El movimiento obrero en el bienio 1854-1856")
1.2.3.1. Estructura económica
a) Demografía: datos del censo de 1857. Cifras de población activa.
Rasgos característicos de la economía: citas de Lacomba y N. Sánchez-Albornoz. El autor llama la atención sobre la yuxtaposición en el plano laboral de una "clase obrera entonces nueva que surge con la producción capitalista" y del "trabajador asalariado del campo" (p. 91).
b) Producción
1º. Agricultura: evolución del cultivo del trigo, viña, olivar. La segunda desamortización: disposiciones legales, cifras sobre volumen de ventas, consecuencias sociales.
2º. Industria. Consideraciones generales, tomadas de Tortellá y Sánchez-Albornoz. Minería, sobre todo carbón y hierro. Industria siderúrgica: Asturias, Andalucía, Vizcaya, Cataluña.
"Industria textil". Proceso de mecanización: cifras distintas de Izard y Nadal. Grandes y pequeñas empresas. La crisis algodonera de 1862-7. Efectivos obreros en la industria textil algodonera y lanera. Otras industrias.
c) El transporte. El crecimiento de la red ferroviaria: datos, enjuiciamiento ("fuente de negocios de primer orden", "fabulosas subvenciones del Estado", importación de los materiales en perjuicio de la industria nacional: sigue Tortella).
d) Grandes compañías de crédito. Leyes que permiten su constitución y principales sociedades. Los Bancos. La crisis de 1866.
1.2.3.2. La condición obrera: salarios, precios, nivel de vida
Datos salariales de "una multiplicidad de fuentes forzosamente fragmentarias". ¿Conclusiones?: "acaso las marcadas diferencias regionales (...) con mayor elevación en la siderometalurgia (...) y en Cataluña" (p. 111). Sueldos en estratos medios y altos.
Evolución de los precios: se recogen los datos de Sardá, Sánchez-Albornoz, Conard y Lovett. Presupuestos obreros confeccionados por Sardá. Conclusión: no hay grandes cambios en los salarios reales. Breves referencias a higiene, jornadas, seguridad en el trabajo, desempleo.
1.2.3.3. Movimiento obrero y bienio 1854-1856. Tendencias asociativas y conflictos
Gestión conciliadora de Madoz y robustecimiento de las asociaciones obreras, agosto-diciembre de 1854, Cataluña. Pero también fuera de ella brotan los conflictos. De todos modos, "a partir de este momento, se observa una diferencia entre el movimiento obrero de Barcelona (sociedades de resistencia, prioridad a la reivindicación del derecho de asociación obrera, tensiones sobre salarios y condiciones de trabajo) y el del resto del país (más heterogéneo en su composición social, organización embrionaria o inexistente, explosiones espontáneas ante la carestía de vida o el desempleo, etc.)" (p. 116).
El deterioro del ambiente social en Barcelona, debido sobre todo a la "contraofensiva contra la poderosa corriente pro-asociaciones" de las autoridades (gobernador Franquet, capitán general Zapatero), hasta el estallido de la huelga general de julio de 1855 (días 2 a 11). Se describe el conflicto, las gestiones de la comisión obrera (que pide libre asociación, jornada de 10 horas y constitución de jurados mixtos) y el fin de la huelga después de la promesa de Espartero de llevar el problema obrero al Parlamento.
Se trata a continuación de las iniciativas consiguientes para la obtención de la libre asociación, y del proyecto de Alonso Martínez, que regulaba muy tímidamente la asociación, los conflictos y la jornada, y fue no llegó a aprobarse.
Se narran después los conflictos de diversa naturaleza que se suceden en el país desde los últimos meses de 1855 hasta los motínes de Castilla la Vieja del verano de 1856 que llevaron al fin de la situación progresista.
Tuñón termina haciendo un balance del período : las asociaciones no nacen, sino que salen a la luz durante el bienio; es nueva la constitución de estructuras federativas entre ellas. Sus efectivos parecen estar entre los 10 y los 20.000 en Barcelona y provincia. Grupos asociados también en Sevilla, Málaga y Madrid, en "evidente" relación con el desarrollo industrial. Lo característico en dichas asociaciones es el paso del "simple espíritu mutualista" a los objetivos "profesional" y "solidarios". En torno a esa estructura asociativa se producen —sólo en Barcelona— movimientos importantes. Aparece el primer periódico obrero ("El Eco de la Clase Obrera"). La idea dominante es la de asociación. Aunque "a mediados del siglo XIX la contradicción principal de la estructura española (...) no se daba entre obreros y patronos, sino entre grandes propietarios (...) y el resto de la sociedad", surge con cierta fuerza "la nueva conflictividad operarios-fabricantes" y con ella, "el temor de esa clase poseedora y nueva, que no tiene el poder auténtico, ante la presencia laboral, temor que le inclina a aliarse con la oligarquía dominante a la hora de las decisiones". Esta "alianza Poder público-fabricante" —para el autor una constante en la historia contemporánea de España— se observa tanto en el conflicto operario-patrón como en el operario-órganos del Estado. Así un Estado que socialmente representa "a las clases del 'viejo régimen' (...) funciona con una ideología de liberalismo económico decimonónico", apartándose por otra parte de tales principios al restringir o suprimir el derecho de asociación obrera. Termina Tuñón afirmando que en el conflicto obreros-patronos, estos últimos sólo circunstancialmente aceptan soluciones de compromiso, de las que se desligan en cuanto les es posible (pp. 128-130).
1.2.4. Capítulo IV ("1857-1866. El campo; rebeldías espontáneas. La sublevación de Loia. Las organizaciones obreras. La Primera Internacional y España")
El alza de precios de 1856-7 explica los motínes de 1857 en algunos lugares castellanos y, sobre todo, en Andalucía: son las sublevaciones de Utrera y El Arahal, que se describen brevemente. "Cabe pensar que estas sacudidas emanan de hondas contradicciones estructurales, agravadas tras las desamortizaciones y en las cuales es posible que la coyuntura crítica de aquel año desempeñase cierto papel. No puede descartarse la hipótesis de una agitación de grupos republicanos procedentes de centros urbanos que incide en el descontento básico de los trabajadores del campo" (p. 143).
1.2.4.1. La sublevación de Loja
"Se trata del primer alzamiento campesino de envergadura en la historia contemporánea de España; en él se observa igualmente esa conjunción entre una especie de 'aparato' directivo de matiz republicano burgués y una masa que sigue, y probablemente 'desborda', de trabajadores de la tierra, con objetivos propios, sin demasiada precisión, pero centrados en torno al tema de la posesión y el reparto de la tierra" (p. 144).
Se describe la vasta y secreta conspiración republicana; el alzamiento (27 de junio de 1861) de Pérez del Álamo y cerca de mil campesinos en favor de la República, el "entusiasmo de la población rural" y la extensión del alzamiento, "fruto de un espontaneísmo mecánico" (p. 146) a 43 pueblos de Granada, Córdoba, Jaén, Málaga y Almería; los choques con la Guardia Civil, el fin de la sublevación (5 de julio) y la represión consiguiente.
Tuñón, siguiendo sugerencias de autores anteriores (Díaz del Moral, sobre todo), interpreta "el llamado republicanismo de los jornaleros andaluces" como "una identificación de los términos 'República' y 'reparto' de tierras"' y asegura que "la participación en actos socio-políticos de decenas de miles de jornaleros agrícolas y de campesinos pobres" es una novedad, aunque no existe nada parecido a una estructura laboral a nivel de organización: organizaciones y dirigentes son "de la pequeña burguesía republicana"; será necesaria la Primera Internacional "para que la conciencia del trabajador del campo se exprese objetivamente en forma de organización (...) y para que los dirigentes emergan de la misma clase" (p. 148).
1.2.4.2. Las organizaciones obreras en Cataluña
Desde 1857 a 1864, "movimiento societario ininterrumpido, pero subterráneo" (p. 149). Se permiten, con muchas restricciones, las mutualidades. Son de gran importancia las asociaciones con fines instructivos, en especial el "Fomento de las Artes" de Madrid.
Entre 1864-1866 (con Dulce como capitán general) hay un bienio de legalidad para el obrerismo catalán. Es importante la publicación de los periódicos "El Obrero" y "La Asociación" y la celebración en Barcelona del Congreso obrero de 1865: distintas iniciativas con una misma orientación: defensa del asociacionismo con fin profesional y del cooperativismo, "gran deslindamiento entre esta actividad socioprofesional y la política, a cargo ésta de demócratas y republicanos, que no dejan de tener influencia en algunos núcleos obreros" (p. 151).
Tuñón termina el apartado haciendo referencia a "un hecho enteramente al margen de los movimientos citados,pero de ineludible mención: la creación de los primeros Círculos de Obreros Católicos, por iniciativa del padre Antonio Vicent" (Manresa, 1864). "Se trata, de toda evidencia, de una organización para obreros, creada desde el exterior, en la que concurren fines religiosos, mutualistas y de 'conciliación"' (p. 155)
1.2.4.3. La Primera Internacional y España
Breve referencia al nacimiento de la A.I.T. En España, primeras noticias de ella en "El Obrero", 1865; por parte de la A.I.T., intentos de llegar a España desde su fundación. Siguen: contactos Fernando Garrido-Bakunin en Italia; mensajes procedentes de España en el Congreso de 1867 y un delegado, Marsal Anglora, que al parecer representaba a la "Legión Ibérica" de Garrido y a sociedades obreras clandestinas de Cataluña, en el de 1868.
1.2.4.4. Las organizaciones obreras bajo los últimos Gobiernos e Narváez y González Brabo
Nueva represión en Cataluña, 1866-8, que disminuye mucho los efectivos de las sociedades obreras, aunque las más importantes de ellas subsisten, sin que intervengan (son "de tipo socioprofesional") en los preparativos de la revolución.
Para 1868, muchos testimonios sobre la participación de obreros y artesanos en movimientos de inspiración republicana. "En general, la conciencia del trabajador que había llegado al nivel asociativo y solidario (...) no establecía ninguna conexión con las actividades en torno a la posesión del poder político. Esa óptica que separa lo económico de lo político como si perteneciesen a compartimentos estancos, sería de prolongada significación en el futuro movimiento obrero catalán y también de otras partes de la Península" (p. 160).
1.2.5. Capítulo V ("1868 — 1874. Crisis y crecimiento. Revolución del 68. La Primera Internacional. La Primera República")
Tuñón advierte que va a dar por supuesto el contexto histórico general: "revolución burguesa frustrada, ensayos de una monarquía de nuevo tipo y de una república, restauración que, pese a todo, no podrá hacer tabla rasa de la experiencia histórica" (p. 169).
1.2.5.1. Las bases socioeconómicas. Referencia previa a la crisis financiera y bancaria de 1866, así como a la de subsistencias de 1868.
La situación económica, 1868-1874
a) Agricultura
Termina el proceso de roturación. Importancia exportaciones de vinos. Importancia de la acumulación de capital después de las desamortizaciones pero "nada permite decir que el producto de aquella acumulación fuese a parar a las inversiones industriales" (p. 172).
b) Minería. Alza gigantesca de las exportaciones, sobre todo de hierro y más concretamente de Vizcaya, después de la invención del Bessemer. Formación de las grandes empresas en el sector.
c) Siderurgia. No se corresponde su crecimiento con el de la minería. Hasta 1879, preponderancia de Asturias. Algunos esfuerzos de la metalurgia catalana. Importancia de los "complejos minerosiderúrgicos", entre los que se incluye la Orconera. A continuación, referencia a inversiones extranjeras en otros sectores.
d) Industrias de bienes de consumo. Breves referencias a la industria textil, corchotaponera y papelera.
"En resumen —afirma el autor—, el desarrollo capitalista se concentraba en Cataluña, Vizcaya y algunos puntos de Asturias, y el capital comercial en los puntos importantes del litoral. El problema fundamental era la contradicción entre los grandes propietarios (...) y el conjunto del país, estructura muy compleja, y a su vez con contradicciones internas (...)En las zonas industriales desarrolladas, la clase obrera es cada vez más importante y (...) ha llegado al nivel primero de creación de sociedades de resistencia (...) a la vez son notorias las contradicciones entre la oligarquía (...) y la burguesía industrial y comercial, en primer lugar la catalana (...)"
(p. 177). Ejemplos: la industria textil no puede alcanzar los niveles de producción de que es capaz por el mínimo nivel de vida de los trabajadores del campo. Los nuevos inventos en la siderurgia, concebidos para un óptimo de producción de bienes invendibles en ese momento en España.
1.2.5.2. Los obreros
a) Número
Faltan estadísticas de conjunto. Unos 130.000 en la industria textil; unos 50.000 en la minero-metalúrgica. Importancia del artesanado.
b) La condición obrera: salarios precios nivel de vida.
Datos sobre salarios en distintas regiones y oficios, publicados por Seco. Los precios, a la baja entre 1869-1873. Tendencia a la estabilidad de los salarios reales (de los que no se ofrecen datos). Muy diversos datos sobre jornada de trabajo (que es "la resultante de unas líneas de fuerza a nivel de conflicto potencial"): entre las 10 y las 14 horas. Crisis de trabajo en diferentes oficios y regiones. "Las condiciones penosas de trabajo no habían cambiado en nada" (p. 182).
1.2.5.3. Trayectoria de la Internacional en España 1868-1874
a) Los primeros pasos de la Internacional en España.
En octubre de 1868 se crea en Barcelona, como órgano de coordinación de las sociedades de resistencia de los diversos oficios, la Dirección Central de Sociedades Obreras, que en febrero de 1869 pasa a denominarse Centro Federal de las Sociedades Obreras. La Dirección organiza el Congreso obrero de diciembre de 1868, en el que se aprueba por aclamación la forma de gobierno republicana democrático-federal.
Propaganda del bakuninista Fanelli, que organizó simultáneamente (en Madrid y Barcelona) grupos de la A.I.T, y grupos de la Alianza Internacional por la Democracia Socialista de Bakunin. La Alianza rechaza la acción política, propugna la desaparición del Estado y es atea. La Internacional, en su II Congreso, había afirmado "que la emancipación social de los trabajadores es inseparable de la emancipación política"y que "el establecimiento de libertades políticas es una medida principal de absoluta necesidad"; y, siguiendo el consejo de Marx, "no abordó la discusión de la cuestión religiosa (...) ni adoptó resoluciones sobre la religión" (p. 185).
El grupo internacionalista de Madrid (Morago, Lorenzo, los Mora) es el primero en constituirse y se lanza a la propaganda; pero el de Barcelona (Farga Pellicer, Sentiñón,etc.) tiene un mejor campo de cultivo en las organizaciones obreras de la ciudad. Farga y Sentiñón van a participar como delegados del Centro Federal y de las secciones de la A.I.T. y de Alianza en el Congreso de la A.I.T. de 1869.
Los obreros organizados catalanes permanecían muy ligados al movimiento político republicano-federal; pero les alejó de él el fracaso de las insurrecciones republicanas de 1869. La Sección de Madrid desde enero de 1870 cuenta con un periódico, "La Solidaridad". La coyuntura de los primeros meses de 1870, favorable a los internacionalistas.
b) El Congreso de Barcelona
A partir de una iniciativa madrileña, se celebran el mes de junio en Barcelona, con delegados que representan a unas 140 asociaciones (entre 15 y 30.000 afiliados), mayoritariamente catalanas. Sus principales acuerdos son: sociedades de resistencia, en función de "la lucha (...) para conseguir la completa emancipación de las clases trabajadoras"; cooperación "subordinada a la iniciación de los obreros y a la propaganda para la repetida emancipación general" (p. 192); organización, en base a secciones y federaciones de oficio (para los fines "sindicales") y federaciones locales y regionales para "llegar cuanto antes a la revolución social para lograr la emancipación económicosocial de los trabajadores"; por último, respecto a la actitud frente a la política, se imponen "las tesis bakuninistas', lo cual "sería de graves consecuencias —asegura Tuñón— en aquella circunstancia histórica de España" (p. 193). El Congreso elige, por último, un Consejo federal con residencia en Madrid y formado así por militantes de la sección madrileña (Lorenzo, Mgíorago, los Mora).
Desarrollo lento a lo largo del segundo semestre de 1870. El Consejo, desbordado por las huelgas.
c) Persecuciones. Conferencia de Valencia. Debate parlamentario sobre la Internacional
Repercusión de la "Comuna" parisina: desde abril de 1871, medidas prohibitivas de huelgas y reuniones en Barcelona, que provocan un primer debate parlamentario (mayo), al que siguen otros dos (mayo-junio y octubre-noviembre). En los dos primeros debates sólo los federalistas defienden a los "communards" frente a la mayoría de la Cámara y al Gobierno Serrano Es Sagasta, ministro de Gobernación, el responsable de una serie de medidas represivas contra la Internacional que van a impulsar a su Consejo a trasladarse a Lisboa y a sustituir el Congreso previsto por una Conferencia reservada a celebrar en Valencia. Sin embargo, es en junio cuando va a aparecer el periódico internacionalista "La Emancipación de Madrid". Un nuevo Gobierno Ruiz Zorrilla permite al Consejo volver a Madrid (agosto) y la celebración semiclandestina, en septiembre,de la Conferencia de Valencia. En Valencia se adoptan acuerdos de orientación bakuninista, se nombra un nuevo Consejo Federal en el que predominan los futuros "autoritarios" (Mesa, el más influyente; Iglesias, Calleja, Pauly...) y a Anselmo Lorenzo como representante de la FRE en la Conferencia de Londres, que tomará importantes acuerdos de orientación marxista.
Los nuevos gobiernos Malcampo-Sagasta llevarán (últimos meses de 1871) a nuevos debates en las Cortes sobre la Internacional, que sólo será defendida (desde diversos puntos de vista) por Garrido, Lostau, Salmerón, Castelar y Pi y Margall, y a nuevas medidas represivas, al parecer poco efectivas.
d) El pleito marxista-bakuninista
Referencia a la agudización de las tensiones internas en la A.I.T.: reuniones bakuninistas de Ginebra y Sonvilliers, como réplica a la Conferencia de Londres (septiembre-noviembre 1871). En esos momentos Paul Lafargue, yerno de Marx, huido de la Communa, forma el primer grupo marxista español en Madrid con algunos de los miembros del Consejo Federal y redactores de "La Emancipación" (Mesa, Mora, Iglesias, Pauly, Pagés). Ya en febrero de 1872 se producen en Madrid los primeros choques entre marxistas y aliancistas.
e) Congreso de Zaragoza
En el Congreso de abril 1872 están representadas 50 federaciones locales, más 52 en formación, y 6 federaciones de oficio. Se tratan en él diversos temas, se llega a una transacción en el pleito de los internacionalistas madrileños, y se elige un nuevo Consejo, que residiría en Valencia, controlado por los aliancistas.
Terminado el Congreso se reproduce el conflicto, es expulsado el grupo marxista de la Federación Madrileña y se llega así (julio 1872) a la creación de la Nueva Federación Madrileña (primera organización marxista en España), que no será reconocida por el Consejo de Valencia y si por Londres. En los Congresos de la A.I.T. de La Haya y Saint-Imier (septiembre-octubre 1872) la representación española apoyará unánimemente a Bakunin.
f) El Congreso de Córdoba
En diciembre de 1872 — enero de 1873 se reúne en Córdoba un nuevo Congreso de la FRE, que cuenta en ese momento con 236 Federaciones locales y unos 29.000 afiliados. El Congreso se colocó de pleno en línea bakuninista y aprobó unos nuevos Estatutos según los cuales se suprimió el Consejo Federal,que fue sustituido por una Comisión de correspondencia y estadística con sede en Alcoy.
g) La I República
Se proclama en febrero de 1873 y es bien recibida por la Internacional, que crece durante los primeros meses. Las consignas apolíticas de los líderes favorecen la abstención, pero también a los federales. Durante el conflictivo verano de 1873, los internacionalistas protagonizan en Alcoy un movimiento insurreccional por motivos económicos, y en Barcelona una huelga general en la que se apoya expresamente a la república federal frente a los carlistas. En cuanto a su relación con el movimiento cantonal, muchos internacionalistas de Levante y Andalucía participan en él, pero no sus dirigentes, apolíticos y que creían en "la espontaneidad de las masas". En Levante y Andalucía, la represión se abatió sobre militantes y organizaciones internacionalistas.
Por su parte, la Nueva Federación Madrileña dejó de publicar en abril de 1873 "La Emancipación" y organizó en mayo en Toledo un Congreso de la F.R.E. marxista muy poco concurrido.
Inmediatamente después del golpe de Pavía, el nuevo Gobierno Serrano disuelve la Internacional (10 enero 1874). Las actividades continúan de manera clandestina y en junio de 1874 se reúne un Congreso en Madrid, con 190 Federaciones locales y 135 en vías de constitución. Pero algunas sociedades se separan de la Internacional para seguir una ruta estrictamente profesional. En el mes de mayo será elegido presidente de la Asociación del Arte de Imprimir de Madrid (fundada en 1871) Pablo Iglesias; la Asociación, pequeña, llegará a ser el núcleo propulsor del partido Socialista.
1.2.5.4. Implantación orgánica de la Internacional
Por zonas, Cataluña netamente mayoritaria; mínima la importancia en Asturias y País Vasco; en Andalucía, en torno a algunos núcleos (Jerez, Granada, Málaga, Cádiz, Sevilla).
Organización mucho más obrera que agraria. Por oficios, "netamente implantada" en la industria textil, la construcción, una serie de oficios semi-artesanales.
Numerosa prensa internacionalista.
Grupos de dirección: preponderancia de los intelectuales en el sector aliancista catalán (como afirmó A. Lorenzo y contra lo que sostiene Termes).
Relaciones órganos directivos-base: influencia del apoliticismo de los primeros. Pero la mayor parte de las decisiones se toman a nivel local.
Respecto a los obreros no organizados, los internacionalistas sólo parecen tener verdadera hegemonía en el sector textil (representan el 25% de la profesión) y en algunas localidades (Alcoy, Sans).
1 2.5.5. La práctica del movimiento obrero
a) Impresiona, según el autor, el gran volumen de huelgas declaradas, sobre todo en 1872 y 1873 y en la industria textil. (Sigue una relación de conflictos concretos). Hay huelgas generales políticas (Barcelona, junio y julio 1873); pero en general suelen ser por aumento de salarios o reducción de jornada. No aparecen huelgas por solidaridad. Mayor conflictividad en Cataluña, seguida de Levante y Andalucía.
No siempre los dirigentes internacionalistas están con formes con las huelgas.
Entre otras manifestaciones de "la práctica societaria", destaca la tradicional de las peticiones colectivas a las Cortes (como la de la "Unión Manufacturera" en 1873).
b) El campo
Los conflictos de importancia conocidos se producen al advenimiento de la República y parecen casos clásicos de rebeldía campesina: Montilla (estudiado por Díaz del Moral), pero también otras localidades extremeñas y andaluzas con el reparto de tierras como tema central.
Balance del sexenio : la irrupción del movimiento obrero en la historia española adquiere alcances hasta entonces desconocidos. Aunque la participación obrera en los grandes conflictos políticos es tangencial, "en cambio, la conflictividad estructural de obrero-patrono se transforma en conflicto coyuntural manifiesto". ¿Por qué? No por la coyuntura económica que no era particularmente desfavorable. Sí por el crecimiento de la organización societaria, en una coyuntura política favorable. Por otro lado, "este período estaría (...) a mitad de camino entre el conflicto de tipo espontáneo y el organizado, caracterizándose además porque ciertos movimientos se plantean ya en conciencia de objetivos globales". Por último, hay que decir que, si "los hechos históricos generales inciden netamente en el movimiento obrero", también el movimiento obrero incide en el desarrollo histórico general: si la I República no triunfa —asegura el autor— es porque los gobiernos republicanos no se atrevieron a concertar una alianza con los medios obreros de la ciudad y del campo (pp. 237-9).
1.2.6. Capítulo VI ("Progreso industrial e inmovilismo agrario. Vicisitudes anarquistas y primeros pasos del Partido Socialista")
1.2.6.1. Estructura económica
La década 1876-1886, una segunda oleada de dinamismo económico invade al país (Lacomba). La época de la"fiebre del oro" para fabricantes y exportadores, no así para los trabajadores asalariados, dice el autor.
a) Datos de población global y población activa de los Censos de 1877 y 1887.
b) Termina el proceso desamortizador. Se concentra la propiedad. Avance de la agricultura y de su rentabilidad. Años dorados de la viticultura, progresión del olivo, aparición de la 'nueva agricultura': 'empujón' de la fruta, primeros pasos de la remolacha.
Baja de la ganadería. Pronto estancamiento del desarrollo técnico en la agricultura.
c) Minería e industria
Cifras de producción y exportación de hierro, en alza vertiginosa, mientras se estanca la siderurgia nacional (datos de 1875 a 1887, tomados de Sánchez Ramos), que toma impulso a final del decenio.
Siguen las inversiones extranjeras para la extracción del mineral; y se abre un proceso de formación de grandes empresas en Vizcaya y Asturias.
Es el decenio dorado para la industria catalana.
d) El ritmo de tendido de líneas ferroviarias cobra de nuevo un ritmo importante y se constituyen nuevas Compañías; también adquieren nuevo impulso los transportes marítimos.
e) "Es fundamental de este período la importancia que toman ya ciertos grupos financieros de la oligarquía" (p. 262). Referencia al 'grupo' Comillas-Girona, al Crédito Mobiliario y al Banco de Bilbao. "Es ésta la época en que, por un complicado proceso de integración —que hemos descrito en otro trabajo (1)— se va formando el bloque oligárquico de grandes propietarios agrarios y alta burguesía" (p. 262).
1.2.6.2. La condición obrera: salarios, precios, nivel de vida
a) Se recogen datos fragmentarios de los informes a la Comisión de Reformas Sociales, algunas empresas asturianas,el francés Lavollée...: se concluye que hay un estancamiento de los salarios desde el decenio precedente.
b) Para los precios se recogen las series de Conard-Lovett y de Sardá, que muestran que los promedios de precios no experimentan aumentos sensibles con referencia al decenio precedente. Se añaden dos presupuestos familiares (no se estudia la evolución), datos de alquileres y de jornada de trabajo ("ligera tendencia al acortamiento... en algunos oficios").
c) En los últimos años, importante el problema del paro. Las
condiciones de trabajo "mejoraron poco o nada" (p.267): se citan en este sentido casos aislados y, tomados de la información presentada por el Ateneo de Madrid a la Comisión de Reformas Sociales, testimonios sobre la vivienda obrera. Es vital en la familia o fuera el trabajo de la mujer.
1.2.6.3. La F.R.E. en el periodo de clandestinidad
La Restauración agrava la situación de la F.R.E. clandestina. Ha dejado prácticamente de existir la Comisión Federal. Los Congresos son sustituidos por Conferencias comarcales clandestinas. En mayo 1876 hay 112 Federaciones locales, y 73 en 1877, la mayoría de oficios varios, 17 de campesinos. Parece que el medio obrero urbano se mantiene en línea "societaria"al margen de la FRE.
La FRE clandestina acentúa su extremismo. El principio de la huelga es sustituido por la acción violenta, lo que marca más las distancias entre los dirigentes y la base urbana. En 1880 las Conferencias comarcales sólo reúnen a representantes de 37 Federaciones locales, de Cataluña y Andalucía. En la Conferencia Regional Extraordinaria de 1881 termina de hecho la existencia de la FRE, precisamente cuando —con el gobierno Sagastase abre una nueva situación de legalidad.
1.2.6.4. Los orígenes del Partido Socialista
La Asociación del Arte de Imprimir, presidida por Iglesias, fue el núcleo legal en torno al cual actuó el grupo fundador de la Nueva Federación Madrileña. Este grupo (del que forman también parte Quejido, Gómez Latorre, Jaime Vera, Mora y Mesa) está en relación con Marx y Engels a través del francés Guesde, y el 2 de mayo de 1879 decide en Madrid la constitución del Partido Socialista. El 20 de julio se aprueba el "Manifiesto y Programa" del "Partido Democrático Socialista Obrero Español" y se elige la primera Ejecutiva, de la que es Secretario Iglesias. Pronto se crean dos grupos más en Guadalajara y en Barcelona. Con la creación de otros núcleos y la formación de una Comisión Central se llega, en 1881, a la legalidad.
1.2.6.5. La Federación de Trabajadores de la Región Española
Queda constituida —como una continuación de la Primera Internacional— en el Congreso de Barcelona de 1881, que aprueba también un Manifiesto (define a la organización como apolítica, anarquista y colectivista) y aconseja la organización en secciones y federaciones de oficio y federaciones comarcales.
El ascenso de la FTRE es vertiginoso, como muestra la "Memoria" del Congreso de Sevilla de 1882: 57.934 afiliados en 663 secciones y 218 localidades (cifras máximas para el anarquismo en el siglo XIX). Se han creado 8 Uniones de Oficio (las más importantes, Trabajadores del Campo, Manufactureros —textil—, Hierro y Metales y Construcciones de Edificios, por este orden ). Los andaluces son mayoritarios en la base, pero los catalanes —más moderados— lo son en la dirección.
En 1882 estalla "el extraño asunto de la 'Mano Negra" (estudiado por C. Lida). Una serie de atentados en la provincia de Cádiz a fines de 1882 conducen a detenciones masivas en 1883, a "una campaña sicológica sobre el anarquismo andaluz" y a una fuerte represión (7 condenas a muerte, 10 a cadena perpetua) después de unos juicios en los que es pieza clave el Reglamento y Estatutos de la Mano Negra, que —para Lida y Tuñón— exhala "el tufo de un documento fabricado" (p. 279).
Después de recoger las opiniones de diversos historiadores, Tuñón concluye que "nada permite, en suma, hablar de la 'Mano Negra' como organización", lo que "no es obstáculo para que pudieran existir pequeñas 'mafias'... en las fronteras de la rebeldía secular y de la delincuencia común..." (p. 281).
En el Congreso de Valencia de la FTRE (octubre 1883), se niega toda relación con la Mano Negra y se acusa al Gobierno de servirse del asunto como un pretexto para la represión. Entre 1883 y 1887, se debilita paulatinamente, hasta dejar de existir, por luchas internas.
1.2.6.6. Los socialistas ensanchan su base
Una huelga dirigida en 1882 por la Asociación del Arte de Imprimir permite la extensión geográfica del movimiento y la creación de la Federación Tipográfica.
En el mismo año, un Congreso obrero celebrado en Barcelona decide crear una "especie de central sindical", la Asociación Nacional de Trabajadores de España, y aconseja a los obreros el ingreso en el Partido Socialista Democrático Obrero. Al terminar 1882, los socialistas están organizados en diversas ciudades, y en los años siguientes las huelgas, que obligan a algunos militantes a emigrar, facilitan la expansión. También sirven los informes elevados en 1883 a la Comisión de Reformas Sociales —entre ellos el informe Vera, "tal vez el documento teórico más importante del Marxismo español del siglo XIX" (p. 284).
En 1886 sale a la luz el semanario "El Socialista" después de que la discusión sobre las bases que servirían de orientación al Consejo de redactores llevó al apartamiento del Partido de J. Vera, que era contrario a la tesis —que prevaleció de "combatir a todos los partidos burgueses, y especialmente las doctrinas de los avanzados". En aquel momento el Partido Socialista cuenta con 16 agrupaciones, 9 catalanas. "No obstante, el sector catalán era casi tanto 'societario' como socialista" (p. 286). Sobre todo el sindicato textil, "Las Tres Clases del Vapor" (reorganizado en 1881) y su órgano "El Obrero", que van a mantenerse lejos de los anarquistas y a apoyar a los primeros socialistas, se inclinan desde 1885 cada vez más a colaborar con los patronos: "se deslizaba hacia el 'trade-unionism' moderado, lo cual —dice el autor— perjudicaría en Cataluña al Partido Socialista, apoyado por este sindicato" (p. 287).
En Madrid y en otros lugares aparecen también "Sociedades de resistencia" de carácter 'societario'. Se reseñan también "algunos esfuerzos dispersos de obrerismo católico": Círculos de obreros en Córdoba y en Valencia (loc. cit.).
1.2.6.7. Implantación del movimiento obrero
De sus tres tendencias —anarquista, 'societaria' y socialista— la primera es la más numerosa y la última la más reducida. Su influencia sigue limitada a Cataluña, Andalucía y Levante, con algunos pequeños focos en Castilla y todo el Norte prácticamente al margen.
Anarquistas: exiguos núcleos durante la clandestinidad, fuerte expansión en 1881-2, fuerte descenso a partir de 1883-4. La inmensa mayoría, jornaleros agrícolas andaluces. Además obreros industriales en Cataluña, Valencia y Alcoy. El descenso lo explican las discordias internas, la competencia 'societaria' y la represión.
Socialistas: Madrid, Cataluña y los grupos creados por los viajes de los militantes. Especial importancia de la labor de los tipógrafos y de "El Socialista".
El número de publicaciones anarquistas, tanto clandestinas como legales, muy grande.
Respecto a las "élites de dirección":
a) en la FRE, el antiguo grupo aliancista con fuerte participación intelectual; en la FTRE, mayor número de obreros, catalanes y moderados;
b) en los socialistas, preponderancia obrera; fuerte personalidad de Iglesias;
c) en los "societarios", la figura de Pamiás y en general de dirigentes obreros.
No hay relevo de dirigentes. Hay fuertes diferencias, en la FTRE, entre los dirigentes moderados y una base mayoritaria campesina. Estos dirigentes no se oponen a los republicanos. Sí lo hacen los socialistas, para afirmarse como partido independiente y por la mala acogida que encuentran en los republicanos.
1.2.6.8. La práctica del movimiento obrero
Hay noticias de movimientos anteriores; pero en 1881, comienzo de una oleada de huelgas, aunque no tan importante como la de 1870-3. Se citan algunas. No corresponde a una coyuntura económica, pero si a una política: "se plantean a base de un antagonismo socioestructural de largo período, pero: a) en una situación de ejercicio mayor de libertades; b) en un período de amplia reorganización sindical" (p. 292).
El movimiento obrero, al margen del pronunciamiento de Villacampa (1886).
Balance. Dos etapas: en la primera, función muy limitada del movimiento obrero; en la segunda, empieza a preocupar o interesar a otros sectores. Desborda en parte los límites profesionales de un grupo de presión, pero es importante la corriente societaria, y los 'objetivos globales' siguen muy confusos en el anarquismo.
1 2.7 Capítulo VII ("Fines de siglo: 1888-1899. Desarrollo del socialismo. El Primero de Mayo. La huelga de Vizcaya")
1.2.7.1. Situación económica
a) Análisis de los cambios de composición de la sociedad, a través de los censos de 1887 y 1900. Crecimiento de la población urbana. Análisis de la población activa: un millón de obreros industriales y artesanos aproximadamente.
b) Aumento de las exportaciones de aceite y naranjas. Crisis trigueras. Expansión remolachera. Pero "la expansión agrícola no favoreció ni las inversiones, ni el nivel de vida y "continuó su inmovilismo estructural" (p. 306). Además; crisis vitivinícola.
c) Continúa el proceso ascensional de la extracción minera : fuerte crecimiento de la siderometalurgia vizcaína y asturiana, junto a un proceso "de concentración de grandes empresas en las industrias de cabecera, que van a prefigurar la armadura tendente al monopolio de los sectores-clave de la economía española" (p. 307). Nacen las industrias química y eléctrica. Tras la crisis de 1886-8, la industria textil sigue; por los caminos de la prosperidad". Fuertemente protegidos los mercados de la metrópoli y de las colonias. No obstante, las estructuras de la industria textil siguen presa de anacronismos.
d) Es el decenio de la culminación de la red ferroviaria y del desarrollo de las grandes compañías navieras también (años 1875-1900), "el periodo básico de la acumulación del gran capital español, como también del bloque social que tendrá realmente el poder" (p. 311), un periodo en el que se desconoce la legislación social.
1.2.7.2. La condición obrera: salarios, precios, nivel de vida.
Diversos datos sobre salarios de obreros industriales y sobre jornales agrícolas, tomados de fuentes muy dispersas, que llevan al autor a hablar de "un posible descenso de salarios en 1898 y 1899".
La jornada de trabajo, sin variaciones notorias.
También, muy diversos datos sobre precios, que le llevan a concluir: baja de precios en 1894, 1895 y, en parte, 1896"; subida a partir de 1897 y, mucho más acentuada, de 1898.
No cambian las condiciones de vida y trabajo. Problema de desempleo, sólo en la industria textil después de la crisis colonial.
Datos sobre analfabetismo. El autor habla de "falta de correlato entre nivel de alfabetización y desarrollo del movimiento obrero" y de "relación entre analfabetismo y zonas de gran propiedad" (p. 319).
Algunos datos sobre la enseñanza primaria, que aún depende de los Ayuntamientos.
1.2.7.3. Movimientos y organizaciones: primera etapa de desarrollo del Partido Socialista
Lo más importante. constitución definitiva a nivel nacional de PSOE y UGT.
Breve crónica de los Congresos constitutivos de ambas entidades, que se celebran en Barcelona en agosto 1888.
Del 12 al 14 de agosto, el Congreso que funda la UG, que había sido convocado por el Centro Obrero de Barcelona, a petición del de Mataró. Con asistencia de 25 delegados en representación de 41 sociedades, la nueva central tiene por objeto "mejorar las condiciones de trabajo apelando a la huelga bien organizada y recabando de los Poderes públicos cuantas leyes favorezcan los intereses del trabajo". Se organiza con una estructura semejante a la de la Internacional, y se nombra un Comité Nacional con residencia en Barcelona.
Del 23 al 25 se celebra el primer Congreso del PSOE (20 agrupaciones, 18 delegados), que aprueba el programa máximo (el de 1880) y el mínimo: programa en el cual ve Tuñón "todavía presentes ciertos elementos utópicos" y una componente eticista (p. 323). El Partido reafirma su postura intransigente respecto a todos los partidos "burgueses" y acuerda apoyar con todas sus fuerzas los movimientos de las organizaciones obreras. El PSOE estará formado por agrupaciones locales y un Comité Nacional elegido (con excepción del presidente, nombrado por el Congreso) por la agrupación en la que el Comité reside: Madrid.
En cuanto a las relaciones entre "partido de la clase obrera" y "organización de resistencia o sindicato", Tuñón afirma que, aunque "teóricamente la central sindical es independiente del partido", "de hecho, la vinculación entre P.S. y U.G.T. fue estrechísima desde su fundación, no sólo en cuanto a su orientación, sino muy pronto en cuanto a personas que ocupaban los puestos de dirección" (p. 325).
Siguen párrafos dedicados a los 4 Congresos más del PSOE y 5 de la UGT celebrados hasta 1899 y a su intervención en los 4 Congresos de la Segunda Internacional. Lo más importante de cada uno es:
— II Congreso, Bilbao, 1890: implantado el sufragio universal, acuerda presentarse, sin pacto alguno con otros partidos, en las contiendas electorales; decidida por un Congreso internacional celebrado el año anterior en París, acuerda también organizar todos los años, el 10 de mayo, una manifestación para reclamar de los Poderes públicos la legislación protectora del trabajo (sobre todo, jornada de 8 horas). Contra los anarquistas, acuerda también "combatir toda proposición que tenga por objeto la huelga nacional". Nombra nuevo Comité Nacional, presidido —como el primero— por Iglesias.
— III Congreso, Valencia, 1892: aprueba un Programa municipal.
— IV Congreso, Madrid, 1894.
— V Congreso, Madrid, 1899, que abre "un portillo a las alianzas circunstanciales" con partidos "burgueses".
En cuanto a reuniones internacionales, el PSOE participa en el Congreso de París que funda la Segunda Internacional (1889); en el de Bruselas, 1891, que no admite una representación anarquista española; en el de Zurich, 1893, y —con una de legación numerosa— en el de Londres, 1896, que decide excluir a los anarquistas de futuros Congresos.
UGT : II Congreso Villanueva y Geltrú, 1890; III, Málaga, 1892; IV, Madrid, 1894; V, Valencia, 1896; y VI, Madrid, 1899, en el que se decide que la sede central pase a Madrid (hasta entonces, Barcelona) y se elige presidente a Iglesias y secretario a García Quejido (hombre fuerte de la UGT desde su fundación).
Siguen datos sobre afiliación (en 1899, 70 agrupaciones PSOE; 65 secciones y 15.261 afiliados UGT); desarrollo por regiones y oficios (Madrid, diversos oficios; Vizcaya, tipógrafos, mineros y metalúrgicos, núcleo muy importante; Asturias, creado desde Vizcaya); prensa socialista (diversos semanarios en Vizcaya, Asturias, Alicante, Cataluña...).
En Cataluña, evolución muy particular, por la preponderancia de elementos "societaristas", que en 1889, dirigidos por Pamiás, van a romper con el PSOE. Con un programa de reformas, una táctica de apoyo a los republicanos y una base de obreros del textil, Pamiás funda en 1890 el Partido Socialista Oportunista, que no tuvo gran importancia, pero debilitó al socialismo y dividió aún más al obrerismo catalán. También en Madrid se forma en 1888 un Partido de la Democracia Social similar, con "una base intelectual y pequeño-burguesa" (p. 335).
1.2.7.4. El anarquismo de 1888 a 1899
Un Congreso reunido en Barcelona en mayo de 1888 crea el Pacto de Unión y Solidaridad, poco eficaz. Las fuerzas que lo apoyan, sobre todo catalanas, están "a mitad de camino entre el anarquismo y el societarismo". De hecho, un nuevo Congreso celebrado en Valencia en noviembre del mismo año decide separar las funciones sindical y política, que quedaría para una organización —apenas algo más que una Comisión de enlace— estrictamente anarquista. No hay ninguna relación entre las organizaciones sindicales y los grupos terroristas muy activos. Por otro lado, "en Andalucía todo es diferente" (p. 336): se mantiene la tradición de acción colectiva violenta de los jornaleros.
Principales momentos de la acción terrorista: bomba contra el Fomento del Trabajo Nacional, 1891; atentado contra Martínez Campos (y ejecución del terrorista), 1893; bomba contra el Liceo, 1894. Se crea la Brigada política social y "funciona el engranaje sin fin de atentado y ejecuciones" (p. 337). el proceso de Montjuich. Ley de represión del anarquismo, 1896. Asesinato de Cánovas, 1897. Sigue "un paréntesis".
Paradójicamente, paralelo despliegue de propaganda pacífica anarquista (anarcocomunista) en diversos órganos de prensa (el más importante la "Revista Blanca" 1898— 1936).
1.2.7.5. Movimientos societarios
"Las Tres Clases del Vapor", dirigida por los posibilistas de Pamiás, entra en declive después de 1895. Son muchas las sociedades de resistencia que se crean, influenciadas pero al margen de la UGT. Hay entonces muchas asociaciones obreras "en los primeros escalones de conciencia sindical" (p.339) que son fermento para el futuro: por ejemplo, la Federación Regional de Trabajadores de Andalucía, agraria, de neta influencia anarquista.
1.2.7.6. Movimientos católicos
Toman nuevos bríos los Círculos católicos y se suceden las iniciativas después de la "Rerum Novarum" (1891).
Sigue la labor del P. Vincent (sic) que había fundado ya 51 Círculos en 1893, fecha en que se celebra en Valencia la primera Asamblea de Círculos Católicos, Patronatos y Corporaciones Obreras de España.
Son raros los prelados que se ocupan de la Encíclica de León XIII.
Una segunda Asamblea crea en 1896 el Consejo Nacional de Corporaciones Católicas Obreras, en el que forman diversos políticos, aristócratas y eclesiásticos. "Inútil comentar los hechos señalados —escribe el autor— ya que incluso el término 'paternalismo' que emplea el Padre García Nieto) parece suave" (p. 341).
Se hace referencia a algunas otras iniciativas: creación de la "Asociación para defensa de los intereses de la clase obrera"; del Centro de Defensa Social en Barcelona (presidido por el marqués de Comillas) y otro análogo en Madrid de las Cajas Rurales (1892); del primer sindicato católico (1897).
1.2.7.7. Implantación del movimiento obrero
a) Movimiento socialista : Vizcaya, Asturias y Madrid, con puntos aislados en Linares, Málaga, Játiva, Ferrol...
El caso catalán: de mayoritarios en el movimiento socialista (1888) a una minoría de poca importancia (1899),por: su base moderada, al "societarismo"; su oposición a la huelga general hace que sean desbordados también por la izquierda. Otros factores: tradición de la Primera Internacional, predominio de la pequeña empresa.
Se estudia conjuntamente la implantación del P.S.O.E. y de la U.G.T., porque "afiliarse a la UGT significaba una adhesión de simpatía hacia la corriente socialista" (p. 342).
Especial importancia de la implantación socialista en Vizcaya.
La baja de efectivos de 1894-5 coincide con una relativa mejora del nivel de vida; el deterioro de los años siguientes, con un "crecimiento en flecha" de los efectivos sindicales socialistas.
Por oficios, de una base de tipógrafos a la penetración en la minería y la metalurgia. Debilidad en el textil; nula influencia en el campo.
b) Anarquismo : Barcelona, Andalucía; pero fuerte fragmentación. En cambio, el socialismo, monolítico.
En el PSOE, se afirma Iglesias y fundamental Perezagua en Vizcaya. Los primeros equipos de dirección, tipógrados madrileños.
Anarquismo: siguen los viejos valores (Lorenzo); nuevos intelectuales (Urales, Mella, López Montenegro...).
1.2.7.8. La práctica del movimiento obrero
Las huelgas entran ya "en una etapa de conflictos casi habituales" (p. 345); las más importartes, las de Barcelona y Bilbao (también Riotinto, 1888).
En Cataluña, extensa ola de huelgas en 1890, año en el que se celebra por primera vez, en medio de una gran tensión, el Primero de mayo (que se celebra también en Bilbao, Valencia y Madrid).
Varias páginas se dedican a la descripción de la huelga general minera de Vizcaya, en mayo de 1890: en ella, con la intervención del Capitán General Loma ganan "una huelga que, comenzada como acto de solidaridad se transformó en una huelga por reivindicaciones precisas" (p. 352), desaparición del "truck system" y disminución de Jornada.
Otras huelgas en 1890 y Primero de Mayo en 1891.
Elecciones en 1891: generales, en las que Iglesias obtuvo 1.349 votos en Madrid y más de 1.000 en Bilbao; y municipales, en las que son elegidos 4 concejales en Vizcaya.
Otras huelgas en 1892. Elecciones de 1895, en las que los barrios populares de Madrid votaron por los republicanos, pero los socialistas obtendrán 7.000 votos en toda España. Hasta 1899, aumentan progresivamente los votos, son elegidos concejales en diversas localidades, e Iglesias no es diputado por Bilbao por las irregularidades que cometen sus rivales.
Conflictos del campo andaluz : el más importante, la marcha de campesinos sobre Jerez en 1892, con el consiguiente choque con la Guardia Civil.
La Guerra de Cuba: junto con los republicanos federales, sólo los socialistas y organizaciones catalanas de orientación anarquista se oponen a la guerra. Base de la campaña: a la guerra sólo van quienes no tienen dinero para redimirse del servicio militar.
En 1899, importante agitación, cuando los medios populares toman conciencia del rápido deterioro de su nivel de vida.
Balance del período 1888-1899: afianzamiento y "entrada en hechos" de la minoritaria organización socialista. Máxima fragmentación del anarquismo. Grandes conflictos laborales entre 1890 y 1892. "Bache" sindical en 1894-6,pero resultados electorales en progresión creciente. Por sectores, entrada en acción de mineros y siderúrgicos. Zonas conflictivas coinciden con las de desarrollo del movimiento obrero. Tanto lo estructural como lo coyuntural (guerra colonial, terrorismo— represión) influyen en el movimiento obrero; y éste ya no es algo marginal en el país: huelgas y manifestaciones de 1890.
1.2.8. Capítulo VIII ("Los primeros años del siglo XX. De las huelgas de Barcelona a la Semana Trágica")
1.2.8.1. Población y producción
Cambios 1900-1910 (fuente: Censos) en población total, población activa (estabilidad) y población urbana. Muchos datos para subsectores y regiones. "En resumen (...), cabe suponer que en el primer decenio del siglo la población obrera asalariada pasa ya del millón de personas" (p. 373). Importancia de la emigración.
"La estructura agraria no ofrece cambios perceptibles". Diversos datos sobre la estructura de la propiedad— tomados de Aller y Barthe (autores de la época).
Preponderancia de la nueva agricultura aunque no sin titubeos: olivo, remolacha, naranjas. Otras producciones. No hay transformación de la agricultura a pesar de las mejoras técnicas y agronómicas.
Evidente progreso de la producción del subsuelo : carbón, hierro...
La época de implantación de la energía eléctrica.
Situación quasi-monopolista de la siderurgia que atenúa el ritmo de producción.
Despegue de otras industrias : químicas, cemento, papel.
Crisis textil por la pérdida de los mercados coloniales, y recuperación después del Arancel proteccionista de 1906. No hay cambios estructurales: la industria no se concentra.
Rasgo esencial de la etapa: formación de grandes empresas en las industrias de cabecera, en conexión con grupos bancarios o capital extranjero. Datos sobre: creación de nuevos Bancos; creación de nuevas empresas; principales empresas industriales; inversiones extranjeras. El autor termina haciendo notar el distinto comportamiento que suelen tener grandes y pequeñas empresas en materia laboral.
1.2.8.2. La condición obrera: salarios. precios, nivel de vida
Datos salariales procedentes de diversas fuentes: Madrid, Asturias; Vizcaya; Cataluña; obreros industriales, salarios agrícolas, empleados y funcionarios. Datos también de jornada. Conclusiones del autor: el promedio salarial, entre 3,25 y 4 pesetas diarias en 1905; diferencias por provincias y oficios; no hay notoria diferencia respecto al decenio anterior, pero se salva el 'bache' de 1899-1900; elevación del salario nominal 1905-1910; tendencia al acortamiento de la jornada de trabajo.
Diversos datos también sobre precios (Sardá, Bernis, Reformas Sociales...). Conclusiones: elevación de precios, menos clara que en 1899 — 1900; elevación más neta en gastos de vestido, calzado y vivienda; situación más difícil para el pan.
Aparecen nuevas necesidades para el trabajador: instrucción, descanso... Por ello, problemas, aunque no hay variación en los salarios reales.
Importancia de paro forzoso.
Otros. Se mantiene el problema del "truck-system" en las minas de Vizcaya. Importancia de los accidentes de trabajo y el trabajo a destajo. Ausencia de condiciones de higiene y seguridad. Disminución del analfabetismo (datos censales).
1.2.8.3. La lenta progresión socialista
VI Congreso PSOE, Gijón. Iniciativas (Madrid) para buscar la alianza con los republicanos.
VII Congreso, 1905: se reconocen las Juventudes Socialistas (primer Congreso, 1906).
VIII Congreso, Madrid, 1908: se admite la coalición con "partidos burgueses avanzados" en casos excepcionales.
En la UGT, Congresos de 1902, 1905, y 1908. La evolución de su número de afiliados y secciones, año por año: fuerte crecimiento en 1900 y hasta 1904 (de los 14.737 a los 56.900), descenso en 1905 -1907 (hasta los 30.066), lenta recuperación 1908-1909 (hasta los 45.568).
La organización es sólo importante en Madrid, Vizcaya y Asturias.
Datos fragmentarios (porque no hay globales) de afiliados al PS0E.
Estudio detallado del crecimiento socialista en Asturias, Vizcaya o Madrid (datos electorales y de afiliación política y sindical).
Desarrollo de la prensa socialista: tirada total de sus semanarios, 35.000.
1.2.8.4. Corrientes anarquistas
En 1900, Congreso obrero en Madrid convocado por los anarquistas, con 50.000 trabajadores representados, que quiere seguir los moldes de la FRE, FRTE, PUS... No se crea órgano nacional de coordinación.
Intensa actividad de la Federación Obrera de Barcelona, bajo la influencia del sindicalismo revolucionario y del "mito" de la huelga general. Su desarrollo, en relación con huelgas cada vez más importantes y violentas.
También organizaciones importantes en La Coruña; Málaga, Granada y otras localidades andaluzas; La Felguera y también Madrid.
Resurge con fuerza el movimiento en el campo andaluz, sobre todo en forma de "participación multitudinaria y entusiástica en acciones con frecuencia carentes de objetivos concretos" (p. 408).
Importantes pasos organizativos en Cataluña: Solidaridad Obrera de Barcelona en 1907, y de Cataluña en 1908, Federaciones sindicales en las que participan anarquistas, socialistas y lerrouxistas. Unos 20.000 afiliados en 1929.
En 1901, creación por F. Ferrer de la Escuela Moderna: introductora de una pedagogía racionalista, "tuvo sin duda un matiz anarquista que no siempre es fácil precisar" (p. 409).
1.2.8.5. Societarismo
La asociación constituye un fenómeno multitudinario a comienzos de siglo: 30 % de los trabajadores asociados en Madrid, cerca del 15 en Barcelona, más del 20 en Asturias y Vizcaya, entre el 10 y el 15 % de los asalariados agrícolas andaluces (en 1905-4). Referencia al Censo de asociaciones obreras elaborado en 1904, que recoge 24.624 sociedades "para mejorar las condiciones de trabajo" en España.
Entre las sociedades de resistencia las hay no ligadas pero sí influenciadas por ugetistas y anarquistas; también por republicanos radicales (Barcelona, Valencia).
1.2.8.6. Sindicalismo católico
Importante el Congreso Católico de 1902, Santiago. En 1905, en Bilbao. Federaciones de Sindicatos Católicos. Poco a poco, otras asociaciones, que "no escapaban al conformismo en el orden social, lo que matizaba el carácter de su reclutamiento" (p. 415).
1.2.8.7. Implantación del movimiento obrero
El socialismo se afirma en los medios laborales mineros y siderúrgicos; por provincias, en Asturias, Vizcaya y Madrid.
En la industria textil, debilidad de los "societarios" y progreso anarquista.
La persistencia de los pequeños negocios dificulta, según el autor, la organización obrera (Vizcaya y Asturias representan la gran empresa). Por otro lado, la organización se hace por oficios y no por industrias.
Renovación en los equipos de dirección (Largo Caballero, por ejemplo). Entran profesionales liberales, intelectuales. Confusa relación PSOE-UGT. Apenas atención al campo.
Anarcosindicalismo: muy disperso, es difícil hablar de élite de dirección. Importante la colaboración de republicanos en su prensa.
1.2.8.8. La práctica del movimiento obrero
Elevada conflictividad en 1900 : se recogen diversos ejemplos y el número de 81 huelgas y dos generales "sin ánimo exhaustivo". Continúa el ascenso en 1901: huelgas generales en Gijón, Sevilla y La Coruña que "parecen responder a la orientación anarquista" (p. 419).
Para el autor, "el crecimiento de la conflictividad social no deja de tener influencia en la legislación" (p. 420): explica así la ley de accidentes del trabajo y la ley de protección del trabajo de la mujer y el niño de 1900.
1902, el año de la huelga general en Barcelona, que fracasó, que no fue apoyada por el socialismo y muy polémica entre socialistas y anarquistas. Siguen referencias a otros muchos conflictos.
" El 1903 es, sobre todo, el año de la agitación agraria en Andalucía, del crecimiento vertiginoso de sus sociedades de obreros agrícolas" (p.423). Avance socialista en las elecciones. Más huelgas. Nueva huelga general minera en Vizcaya, con intervención militar que da el éxito a los obreros. Otras huelgas.
En 1904, recesión agraria, con extraordinarias convulsiones en Andalucía y agitaciones también en ambas Castillas. Eñ 1905, crisis y posterior postración. Retroceso electoral socialista.
En 1906, la "huelgona" contra la Fábrica de Mieres (Asturias) y nueva huelga general minera en Vizcaya, que fracasan. En 1907 sigue el retroceso socialista; por otra parte, y en relación con todo el socialismo europeo, hay una campaña de agitación contra la guerra (sobre todo Marruecos).
En 1908, creación del Instituto Nacional de Previsión y ley de colonización interior, inefectiva. Inauguración de la Casa del Pueblo de Madrid.
Sigue un examen de las estadísticas de huelgas —"muy imperfectas"— del Instituto de Reformas Sociales para los años 1905 a 1909: estancamiento.
Por último, se dedican varias páginas "al choque de líneas de fuerza, sumamente complejo", que es la " Semana Trágica " de Barcelona (julio 1909). En síntesis, se dice lo siguiente:
Ambiente laboral conflictivo. Pero, sobre todo, protesta contra las hostilidades en Marruecos, que se hicieron importantes a partir de febrero de 1909. Fuerte reacción contraria de socialistas y anarquistas, de catalanistas republicanos y radicales: se piensa en una huelga general nacional para fines de julio. Contra el parecer del PSOE, la huelga se declara en Barcelona el día 26.
Sigue una relación de los principales hechos de la Semana: extensión del paro, choques con las fuerzas del orden, violencia, anticlericalismo (violento), represión. Después, el caso Ferrer, que el autor presenta como una consecuencia de la dureza del Gobierno, que hace de Ferrer "la víctima expiatoria"; y la reacción en todo el país, en Europa y en el mundo, respecto a la cual —dice—, "haciendo la amalgama clásica, el Gobierno pretendió que se atacaba a España" (p. 438).
Conclusión que obtiene el autor: la huelga había mostrado el desfase entre las distintas tendencias obreras y entre éstas y las fuerzas "burguesas y pequeño-burguesas" republicanas. Una huelga política, que careció de dirección e incluso de fines, hasta convertirse en motín.
Fué la reacción gubernamental la que hizo posible la alianza: Conjunción republicano-socialista, noviembre 1909, que obtiene un éxito en las municipales de diciembre.
Balance del Periodo
1. Fuerte ascenso —hasta 1903— de la conflictividad, debido a una convergencia de los factores nivel de vida y organización obrera.
2. Descenso (en la organización y en la conflictividad) a partir de 1905.
3. La Semana Trágica, una clásica huelga política— que se transforma en motín.
Todavía "el movimiento obrero no está en condiciones de lanzar y dirigir una acción coordinada a nivel nacional" (p. 441). Progresivo caminar de los socialistas hacia los republicanos; y lento caminar del anarcosindicalismo.
En avance, el sector minero y, tras él, la siderurgia; en retraso, el textil. Nada nuevo en el movimiento agrario.
Interrelación hechos generales-movimiento obrero.
"Las resultantes de una variedad de colisiones de líneas de fuerza, en distintas coyunturas de conflicto llegan, a veces, a expresarse en forma legislativa" (p. 443): leyes Dato, descanso dominical. Instituto de Reformas Sociales (IRS), Instituto Nacional de Previsión (INP), ley de huelgas.
"El movimiento obrero está, pues, al concluirse el año 1909 en el camino real de la Historia" (loc. cit.).
1.2.9. Capítulo IX ("1910 -1915. Desde la Conjunción hasta el primer año de la Guerra Mundial: extensión "ugetista": nacimiento de la C.N.T.")
1.2.9.1. Estructura económica
a) Población : cifras del censo electoral de 1915, en comparación con el de población de 1910. Población obrera según escrutinio de cédulas personales de 1914. "En resumen, nada permite inferir la existencia de cambios fundamentales en la distribución del empleo durante los cinco años que nos ocupan" (p. 458).
A partir de 1914, la emigración cae sensiblemente.
b) Coyuntura económica brevemente ascensional, pero sin variaciones sensibles.
c) Siguen los mismos ritmos en la producción agraria.
d) Sensible ascenso de la producción de energía. Avance importante del carbón. Caída vertical del mineral de hierro (y descenso, también, de las producciones de pirita y mercurio).
Aumento producción siderometalúrgica ; consolidación cemento y azucarera. Óptimo del sector textil en 1912.
e) Sigue la tendencia a la formación de sociedades anónimas y grandes empresas. "Sensacional" aumento de las inversiones extranjeras a partir de 1909.
"El rasgo fundamental de todos los años de la preguerra parece ser el fenómeno (...) de la gran empresa de tendencia monopolista en las industrias fundamentales, bajo la intervención de los poderosos grupos bancarios" (p. 460): datos sobre industria naval, eléctrica, azucarera.
"Los grandes grupos financieros parecen cristalizar en estructuras de poder económico" (p. 462): fuerte crecimiento.
f) Datos sobre el aumento de los transportes y comercio interior.
Estructura económica del país : datos de Vandellós. Cálculo de la renta nacional por Bernis 50 % sector primario, 20 secundario (industria y minas).
Estructura industrial y agraria: peso relativo de los diferentes subsecciones.
1.2.9.2. La condición obrera; salarios, precios, nivel de vida
a) Fuente básica para los salarios, la Estadística del Ministerio de Trabajo para la etapa 1914 -1930. El autor recoge los promedios salariales y selecciona datos por provincias e industrias. Después de recogidos datos de otras fuentes,el autor afirma que "parece desprenderse un factor constante de alza de salarios nominales que permite pensar en una ligera elevación de salarios reales" hasta que se inicia la carestía de las subsistencias en el segundo semestre de 1914 (p. 468).
Las alzas salariales, mínimas en el sector agrario.
Datos sobre los sueldos de funcionarios, tomados de Alejandro Nieto.
b) Jornada de trabajo
Neta tendencia a un acortamiento: mineros, 9 horas y media desde 1910; textil, 10 horas desde 1913.
Según los datos del Ministerio de Trabajo, el 64'21 % de la población obrera trabaja en 1914 10 horas; un 7'17 % trabaja más; el resto, menos. En el campo, jornadas de sol a sol.
No parece sentirse mucho el desempleo.
c) Precios
Datos del Indice llamado de "coste de la vida del obrero" elaborado por el IRS para el período 1909-1914. Relativa estabilidad de los precios hasta el invierno de 1913-1914. En 1915 se observan ya las consecuencias (carestía) de la guerra.
Diferencias entre ciudades y pueblos; entre diversas provincias.
Otros datos (tomados de Balcells, Conard-Lovett...) parecen contradecir la tendencia indicada. Datos también de precios al por mayor, y de alojamiento y vestido.
Conclusión: los salarios reales no disminuyen hasta 1915; ligero aumento para el trabajador urbano, lo que no ocurre en el campo.
d) Testimonios sobre la vivienda obrera, dispersos. Todavía lento descenso de la mortalidad. Datos sobre alfabetización. Nuevas necesidades vitales: electricidad, medios de transporte, recreo. Leyes sociales: prohibición trabajo nocturno de la mujer (1912), "Ley de la silla" (1912), Ley de contrato de aprendizaje ( 1911).
1.2.9.3. Extensión 'ugetista' y socialista
El PSOE. Congreso de 1912, con el Partido en pleno ascenso: algo más de 13.000 afiliados. Se acuerda mantener la Conjunción. Proyecto de programa mínimo que no se llega a aprobar, lo mismo que el programa agrario. Nuevo equipo directivo, "de transición entre generaciones" (p. 483). Acusada participación de intelectuales. Se decide el paso de "El Socialista" a diario (1915) y se aleja a Iglesias de su dirección.
Datos sobre implantación: fuerza en Asturias, Vizcaya, Madrid. Datos sobre prensa socialista.
La UGT : de los 40.000 afiliados de 1910 a los casi 150.000 de comienzos de 1913 y 112.000 del verano de 1915.
Importante la formación de las Federaciones Nacionales de mineros y ferroviarios.
X Congreso, en 1910.
Relaciones más estrechas entre el socialismo y los intelectuales jóvenes: creación en 1911 de la Escuela Nueva por Núñez de Arenas y otros. Se definirá en 1913-4 como"centro de estudios socialistas". Pero sus relaciones con los dirigentes del Parlido son difíciles.
Más fugaz es el esfuerzo de la Escuela Societaria, para dirigentes sindicales y políticos entre 1913 y 1915.
Todo ello supone el "hecho nuevo" de la orientación de intelectuales hacia el movimiento obrero. Se superará la contradicción obrerismo-intelectualismo y se abrirá un enfrentamiento entre la "corriente de ahondamiento teórico" de los intelectuales y la corriente reformista obrerista en la que se pierde la perspectiva histórica por ausencia de una metodología dialéctica (p. 489).
1.2.9.4. De 'Solidaridad Obrera' a la CNT
Después de 1909, reorganización de "Solidaridad Obrera", que queda ahora en manos de los anarcosindicalistas y que convoca, para noviembre de 1910, un Congreso Obrero Nacional en Barcelona, donde se decide: crear una Confederación Nacional independiente de la UGT; publicar un diario sindicalista; entender el sindicalismo como un medio para la emancipación obrera, y la huelga general como esencial medio revolucionario...
Un año más tarde, en septiembre de 1911, tiene lugar en Barcelona el primer Congreso de la fue a partir de entonces se denominaría Confederación Nacional del Trabajo (CNT) a la que pertenecen ya 140 sindicatos y 26.571 afiliados. En ese Congreso se habló de —y parece que se decidió— la huelga general de carácter nacional intentada ese mes en apoyo a diversos conflictos concretos en Vizcaya y Asturias, lo que llevó ala CNT a la ilegalidad hasta 1914 (unos 15.000 afiliados).
Cerca de la CNT, pero sin integrarse todavía en ella, se crea en 1913 la Federación Nacional de Agricultores, que entraría en CNT en 1919.
1.2.9.5. Sindicalismo católico
Cierto auge de un sindicalismo por otra parte fragmentado. Aparecen los primeros sindicatos y proyectos de una central sindical católica (1915).
Ramas: Sindicatos católicos; católico-libres de Gerard y ; Gafo (Federación Nacional en 1916); católico-agrarios (Confederación Nacional, en 1916) de amplia base.
1.2.9.6. Solidaridad de Obreros Vascos
Central sindical nacionalista y cristiana, nace en 1911.
1.2.9.7. Organismos patronales
Referencia al Fomento del Trabajo Nacional catalán, y a las patronales de la minería vizcaínas. Otras organizaciones a nivel provincial.
Creación, en 1914, de la Confederación Patronal Española, formada por la parte más combativa del empresariado; en 1912, de la Asociación de Agricultores de España y de la Federación Gremial Española. Se va así —el autor cita al profesor comunista David Ruiz— a la "formación de un frente de clases" frente al obrerismo.
Estas organizaciones (también los Círculos Mercantiles) son grupos de presión sobre el Poder e instrumentos de una clase social que inciden en la conflictividad o tensión social (pp. 500-1).
1.2.9.8. Implantación del movimiento obrero
UGT: Madrid, sobre todo (51.000 de los 77.000 afiliados de 1911), Vizcaya (casi 9.000) Asturias... Primeros progresos importantes en zonas agrarias (Ciudad Real, Jaén). Por oficios, importancia de los transportes (ferroviarios y tranviarios: más de 36.000 en el citado año), minería (más de 7.000), siderometalurgia...
Se añaden otros datos: número de entidades por provincias, agrupaciones...
En la estructura UGT, paso de los sindicatos de oficio a los de industria.
Datos sobre Prensa.
Renovación del personal de dirección: primacía de Iglesias, "ascenso vertiginoso de Besteiro", nuevos hombres en los primeros planos (Largo Caballero, V. Barrio, Anguiano, García Cortés) junto al viejo equipo (Quejido, Mora...). Entrada de intelectuales (el viejo Jaime Vera, Arenas, Araquistáin) y nuevos valores en general (Pérez Solís, Prieto, Llaneza y Vigil...)
CNT: su personal de dirección, en Cataluña. Fuera de ella, los anarquistas puros (Urales, por ejemplo). Implantación regional: Cataluña, Zaragoza, Levante, Gijón, La Coruña-Vigo; los jornaleros todavía no están integrados. Implantación sectorial, construcción, madera, textil, metalurgia; ausencia de mineros y ferroviarios. Datos sobre prensa.
1.2.9.9. La práctica del movimiento obrero
Conflictividad huelguística : datos del IRS. Referencias a los conflictos más significativos: minero de Vizcaya, de 1910, que terminó con éxito; oleada de huelgas en 1911, que termina en la huelga general —fracasada— de septiembre; conflicto ferroviario de 1912, que acaba por negociación con el Gobierno. Otros conflictos importantes y prolongados: albañiles de Madrid; Duro-Felguera. La ola huelguística crece en 1913: textil de Barcelona, con éxito, mineros de Río Tinto, capitanes y maquinistas Marina Mercante. En este año, máximo de huelgas, importante porcentaje (25%) con el reconocimiento de la personalidad sindical como objetivo principal.
Ante la carestía de subsistencias de 1914-5, nueva conflictividad, de otro carácter: espontaneidad y falta de preparación, explosión momentánea de cólera. Motines y manifestaciones en diversas provincias a lo largo de 1915.
Intervención en Marruecos : condenas de la Internacional, campañas de la Conjunción republicano-socialista (1911, en el que estalla la sublevación republicana de la fragata "Numancia").
Acción electoral : se mantiene la Conjunción (con oposición de un sector de PSOE), un solo diputado en el Congreso, triunfos parciales importantes en las municipales (176 concejales en 72 municipios en 1915).
La guerra mundial
El Gobierno Dato declara la neutralidad; reparos de Romanones y Lerroux. Condena de la guerra del PSOE, que decide también defender la neutralidad, aunque existe en él un sector aliadófilo. Se considera en general que la razón está de parte de los aliados, aunque-las circunstancias impedían a España participar. La excepción la constituyen los intelectuales jóvenes que, en la línea del marxismo europeo, ven la guerra como fruto de la rivalidad entre los diferentes capitalismos.
En definitiva, "extrema confusión" (p. 523) del socialismo español, que el autor relaciona con la indigencia teórica de la mayor parte de los hombres del Partido. Confusión también entre los anarcosindicalistas.
Balance del período
Lenta continuación del anterior, hasta el impacto de la guerra, ya en 1915.
Ascenso "vertiginoso" del movimiento sindical: casi el 20% de los trabajadores del transporte y la industria sindicatos. Hacia grandes centrales sindicales.
Junto a ese crecimiento. ligera mejoría del nivel de vida y ascenso de la curva de huelgas.
Retraso de la asociación en el campo.
El movimiento no funciona todavía a nivel nacional.
Diferencias entre y en el interior de las diversas organizaciones obreras. Entre los socialistas, "el viejo esquema de importación burguesía-proletariado va siendo sustituido por la comprensión de que la revolución burguesa no ha sido realizada en España, aunque la alta burguesía se haya integrado en el poder (...) Pero (...) discrepancia (...): unos (...) piensan que esa revolución es asunto de la burguesía y que la clase obrera sólo puede coadyuvar como fuerza de apoyo 'desde fuera' (...); otros (...) estiman que en la época contemporánea sólo la clase obrera puede llevar hasta el fin una revolución burguesa de carácter democrático aliada, pero no supeditada, a otras clases sociales" (p. 526). Se preludia el cisma de 1919-1921.
En el anarcosindicalismo, tensiones mayores entre "societarios" y anarquistas puros.
Los hechos globales inciden con fuerza en el movimiento obrero y viceversa.
1.2.10. Capítulo X ("La crisis de 1917 y sus repercusiones en el movimiento obrero")
1.2.10.1. La coyuntura económica de la guerra mundial
— Incide de manera desigual en el sector agrario: favorablemente en la mayor parte de las ramas, en especia, la olivarera y de remolacha azucarera; desfavorablemente en la naranja y también en el arroz.
Alza espectacular de los precios, no del volumen de producción.
— El sector minero, uno de los que más se benefició del 'boom' de la guerra: época dorada del carbón, con aumento de la producción y mucho mayor aumento de los precios. La producción de hierro desciende, y se estanca la de pirita: pero los precios suben.
— Salto notable de la instalación y producción de energía eléctrica.
— Coyuntura favorable para la siderometalurgia : aumento de producción, pero sobre todo de precios.
— La construcción no sale beneficiada.
— La industria textil aprovecha ampliamente la coyuntura, hasta 1917.
— "Desenfrenado frenesí de ganancias"; fuerte aumento del valor de la producción y de la renta nacional. Fuerte inflación.
Los beneficios más altos, para los grupos financieros del Norte. Permiten creación de nuevos Bancos y empresas industriales.
Tendencia a la concentración de empresas, que coexiste con una microindustria (la del sector textil, por ejemplo) que sólo por la protección podrá subsistir una vez pasada la coyuntura favorable.
— Entre 1910 y 1920, importante desplazamiento de la población agraria hacia los sectores industrial y de servicios: pero hacia 1917, el sector agrario supone todavía el 60 % de la población activa. También, fuerte corriente migratoria hacia las ciudades, y al exterior: pero no a América, sino a Francia (mil de 125.000 obreros, sobre todo, levantinos).
— Importancia del comercio exterior, de la exportación.
1.2.10.2. La condición obrera y laboral: salarios, precios, nivel de vida.
a) Salarios, a través de diversas fuentes. La evolución fue naturalmente desigual, tanto desde el punto de vista geográfico como sectorial. "En ningún momento el alza de salarios consiguió alcanzar el alza de precios" (p. 554).
Datos sobre sueldos y Jornaleros agrícolas y funcionarios.
b) Los precios. Del índice semestral del IRS: sólo en 1921 el índice de salarios superará al de precios; las alzas, siempre más elevadas en las zonas rurales.
Siguen datos de carácter local: Barcelona, Vizcaya, Asturias, Madrid...
c) Con la reducción de la jornada a 8 horas (en 1919) y la crisis de trabajo de la postguerra, la condición de vida del obrero ha subido en 1920 respecto a 1914, pero los ingresos reales son menores.
Los mineros y metalúrgicos, y Vizcaya, Asturias y Barcelona, donde se ve aumentar el poder adquisitivo; que disminuye en cambio con fuerza en el jornalero.
Es también hecho importante "el desarrollo de los superbeneficios" (p. 567). A ellos se debe el aumento de la renta nacional entre 1914 y 1920 (aumento de un 13%) y no a los salarios reales que en los trabajadores urbanos descienden el 20% y en los rurales más. Contraste real, palpable, de lujo y pobreza.
d) El nivel de vida
Acortamiento de jornada.
Fuerte problema de paro desde 1919.
Siguen las difíciles condiciones de la vivienda obrera.
Disminución del analfabetismo (desde el 34 al 29) entre 1913 y 1927.
El mínimo de necesidades Vitales alcanza un nivel más elevado: actividades sindicales, necesidades culturales, medios de transporte.
No baja la mortalidad. Epidemia de gripe de 1918.
1.2.10.3. Coyuntura histórica y movimiento obrero.
Están ya estrechísimamente ligados. Aquí actividad de los movimientos laborales en esa coyuntura crítica para España.
a) El P.S y la U.G.T. de 1915 a 1916
PSOE, X Congreso, octubre 1915, Madrid: mas de 14.000 afiliados. Preponderancia de los nuevos equipos y, concretamente, de Besteiro. Actitud ante la guerra, en la que se impone el criterio aliadófilo frente al neutralista a ultranza. Actitud favorable al mantenimiento de la Conjunción, por estrecho margen de votos.
Se deja así de lado lo que va a ser el "problema central: la repercusión de la guerra en los precios, con la carrera de beneficios patronales y la baja de los salarios reales" (p. 576-7).
En 1916, deterioro de la situación económica, conflictividad. Pero el socialismo, en declive. Elecciones, con resultados similares a las anteriores para los socialistas.
En mayo 1916, XII Congreso UGT, Madrid, que se centra sobre el tema candente del coste de la vida. Se acuerda reclamar de los Poderes públicos medidas para atajar la crisis, llevar a cabo una campaña en ese sentido por la UGT (iniciativa que quedaba abierta a la CNT), anunciar un posible paro general de protesta.
En muy similar línea está la Conferencia Nacional de Valencia de— la CNT, celebrada casi simultáneamente. Poco después, en julio de 1916, UGT y CNT firman un pacto para poner en práctica el acuerdo de ir a la huelga general. Después de un importantísimo conflicto ferroviario y minero, que acaba con una disposición gubernamental por la que se obliga a las empresas encargadas de servicios públicos a reconocer la personalidad de las organizaciones obreras, en otoño Se reanudan los contactos CNT-UGT y se decide un paro nacional de 24 horas, que se realiza el 18.XII.1916 con éxito.
b) 1917
En el marco de la grave situación material y política del país, en marzo de 1917 UGT y CNT anuncian en un manifiesto una próxima huelga general indefinida "con el fin de obligar a las clases dominantes a aquellos cambios fundamentales del sistema que garanticen al pueblo el mínimo de las condiciones decorosas de vida y de desarrollo de sus actividades emancipadoras". Es —comenta el autor— "casi una declaración de guerra con un objetivo de orden político" (p. 583).
El Gobierno Romanones reacciona encarcelando a los firmantes del manifiesto, a lo que sigue una reacción de y la marcha atrás del propio Gobierno.
Mayo-junio: crisis general del sistema, oleada de huelgas en todo el país. El PSOE actuó como "eje de las fuerzas de oposición al sistema (...) articulando la acción, por un lado, con los republicanos y reformistas, y por otro, con los confederales" (p. 584-5): se llega a un pacto entre socialistas y republicanos que tiene como contenido la necesidad de un cambio de régimen; se organiza un comité PSOE-UGT con facultades para declarar la huelga general; y también, acuerdo con CNT sobre preparación de la huelga, alianzas, etc. Esa preparación incluía el armamento de los futuros revolucionarios.
Julio: huelga general metalúrgica de Vizcaya. Asamblea de Parlamentarios en Barcelona. Huelga de tranviarios y ferroviarios en Valencia, que va a determinar el inoportuno —prematuro— comienzo de la huelga general; comienzo prematuro que convenía al Gobierno, por lo que éste lo favoreció —afirma el autor siguiendo a "casi todas las fuentes"— excitando a la Compañía del Norte a la intransigencia y agravando el conflicto.
c) La huelga (de 1917)
Se decide ir a la huelga el 13 de agosto después de que los ferroviarios decidiesen, contra el parecer del comité revolucionario PSOE-UGT, ir ellos a la huelga general ese día. La decisión —en la que apenas tuvieron parte los republicanos y ninguna los cenetistas— es la de ir a la huelga general indefinida, pero no violenta, en favor de la formación de un Gobierno provisional que convocase "Cortes Constituyentes que abordasen en plena libertad los problemas fundamentales de la constitución política del país".
Sigue la narración de la huelga, que pronto queda descabezada por la detención del Comité de huelga. Declaración del estado de guerra. La huelga en las diferentes regiones. Choques violentos con el ejército y las fuerzas del Orden público. El 20 de agosto, la huelga había terminado en todas partes menos en Asturias. La represión es importante; en Consejo de Guerra los miembros del Comité de huelga son condenados a reclusión perpetua. Pero "las entidades obreras salieron de él (del choque) funcionalmente indemnes" (p. 600). Sin embargo, terminada la huelga, la crisis nacional persiste: Gobierno García Prieto "de concentración"—(en el que entra la Liga), en noviembre.
Las causas del fracaso: se deja para "un órgano de burguesía superior" (Besteiro) la dirección de lo que se consideraba debía ser una revolución burguesa y en la que el movimiento obrero actuaría simplemente como fuerza de choque; quedan absolutamente al margen los trabajadores del campo. Por otro lado, "el coeficiente de poder de los huelguistas era netamente inferior al de las instituciones establecidas" (p. 599) y el movimiento estuvo mal organizado y sin apenas dirección.
Sigue una "clamorosa" campaña en favor de la amnistía. En las elecciones triunfan los miembros —encarcelados— del Comité de huelga, pero la elección es anulada.
Primeras reacciones socialistas —desconcierto, reticencia— ante la revolución rusa de octubre.
d) 1918
Sigue la crisis nacional, las huelgas y las manifestaciones. Las elecciones de febrero: crisis del turnismo; éxito socialista (7 diputados, entre ellos los 4 presos del comité de huelga). Formación del "Gobierno nacional", que en mayo promulga la amnistía.
Según las estadísticas, crecen en 1918 el número de huelgas y huelguistas. Con dos polos de agitación, Barcelona y Andalucía, en la que "a partir del verano de 1918 se produce una de esas llamaradas del movimiento agrario..." (p. 604), bien estudiada para Córdoba por Díaz del Moral.
e) La CNT. El Congreso de Sans
— Congreso de la Federación Regional del Trabajo de Cataluña, Junio-Julio de 1918; más de 70.000 afiliados —sobre todo el sector textil. Su principal decisión: el paso de los sindicatos de oficio a los de industria ("sindicatos únicos"); pero Federaciones a nivel local y provincial, no nacional. También adopción de la acción directa: trato con los patronos, sin intermediarios (apoliticismo). Acuerdo favorable a la unificación con UGT.
f) El XI Congreso del Partido Socialista, Madrid, noviembre-diciembre 1918, 100 delegados en nombre de cerca de 15000 afiliados. Se revisa y Precisa el programa mínimo; y se prueba de manera provisional el programa agrario. Se declara caducada la Conjunción. Algunas modificaciones de organización. Saludo "a las Repúblicas que han nacido sobre las ruinas de los imperios ruso, austríaco y alemán" y "con entusiasmo a la Revolución rusa". Nueva Comisión ejecutiva, síntesis de veteranos (Iglesias) y hombres nuevos (Prieto, Largo Caballero, Besteiro, Saborit, Núñez de Arenas...).
También en 1918 XIII Congreso UGT, que está en receso (menos de 90.000 afiliados en julio de 1918, más de 10000 en enero del mismo año). Se reorganiza (Largo Caballero, secretario general), se aprueba con críticas la conducta de 1917, se invita a la CNT a la fusión, se acuerda continuaren la Federación Sindical Internacional.
g ) 1919
El año de mayor número de conflictos sociales hasta entonces. Empuje obrero (sindicatos fuertes; siguen las alzas de precios) y resistencia patronal (hay ya vientos de crisis; incidencia de la implantación de la jornada de 8 horas).
La huelga de "La Canadiense" (empresa eléctrica catalana), febrero a abril, arrastra a otros sectores obreros en Barcelona. El Gobierno Romanones tiene que ceder: implantará en abril la jornada de 8 horas.
Sustituido pocos días después Romanones por Maura, "La Patronal" endurece su acción. En ese contexto va a surgir en Barcelona el pistolerismo, por una y otra parte.
Elecciones de junio: los socialistas se mantienen.
h) Andalucía
La avalancha de huelgas en el campo andaluz llega al máximo en la primavera-verano de 1919, momento en que prácticamente todos los trabajadores estaban sindicados y encandilados por el ejemplo ruso. En ella juega ya un importante papel el ugetismo (hegemónico en Jaén),: pero la dirección de la lucha está en manos del sector anarcosindicalista.
En el otoño de 1919, la violencia llega a su punto máximo en Cataluña, donde los patronos no aceptan la política conciliadora del Gobierno Sánchez Toca: es el "lock-out" general de noviembre (seguido de huelga y nuevo "lock-out") y las decisiones del Congreso de Barcelona de la —Confederación Patronal (octubre 1919).
i) Los terceristas
Después de la creación (marzo de 1919) de la Internacional Comunista o Tercera Internacional, se plantea a todos los partidos socialistas el dilema de adscribirse a ella o seguir en la Segunda.
Pronto aparecen en 1919, en el seno del PSOE y sus Juventudes, grupos "terceristas": importancia de las revistas "Nuestra Palabra" (Madrid), "La Batalla" (Asturias), "La Internacional".
En diciembre 1919, Congreso extraordinario del PSOE (la situación social sigue grave, y la guerra en Marruecos se ha reanudado), que está en su cénit (más de 42.000 afiliados; 160.000 la UGT). Después de una laboriosa discusión, se acuerda seguir en la Segunda Internacional hasta el próximo Congreso y, si en él no se conseguía la unificación, adherirse a la Tercera. Se rechaza también toda "alianza con los partidos burgueses" y se busca la adhesión de los anarcosindicalistas.
Inmediatamente después se celebra el Congreso de las Juventudes, que deciden adherirse a la Tercera.
j) El Congreso de la CNT en el Teatro de la Comedia, Madrid, diciembre de 1919: 437 delegados, más de 700.000 representados (más de 400.000 catalanes; 132.000 de Levante) que no están todos afiliados a CNT. Acuerdos: sí a los sindicatos únicos, no a las federaciones nacionales de industria; se da un plazo de tres meses a todos los trabajadores de España para ingresar en la CNT (incluida UGT que debía dejarse absorber), adhesión —provisional, hasta que la CNT organizase un"Congreso Obrero Universal— a la Tercera; precisar que la finalidad de la CNT era "el comunismo libertario".
k) Los primeros meses de 1920
En enero, sublevación de matiz sindicalista —rápidamente cortada— en un cuartel de Zaragoza. La tensión social aumenta más.
También en enero, visita a España de Borodín, delegado de la Internacional Comunista, que deja constituida la izquierda del PSOE: en esas fechas se organiza en Madrid el Grupo pro-Tercera Internacional. En abril, el Comité Nacional de las Juventudes Socialistas decide transformarse en Partido Comunista, en conflicto con los terceristas del PSOE, a los que llaman 'centristas'.
l) Elecciones municipales y programa socialista de gobierno
Elecciones en febrero de 1920, gran éxito para el PSOE: 578 concejales en 183 localidades, en especial Madrid, Extremadura, Jaén, Asturias, Vizcaya y Córdoba.
En estos meses elabora el P.S. un "Programa de reconstitución nacional", con 16 puntos.
El PSOE sigue fuertemente dividido, a la víspera del nuevo Congreso extraordinario de junio de 1920.
1.2.10.4. Sindicalismo católico
Sindicatos industriales profesionales, "desfasados", con unos 25.000 afiliados.
En 1919. creación de la Confederación Nacional de Sindicatos Católicos.
Importancia del sindicalismo católico-agrario: 1916, Confederación Nacional Católico-Agraria, con 57 federaciones, 4.000 sindicatos y 600.000 familias en 1922.
El autor recoge las conclusiones de Castiñeiras y Domínguez (Ed. "Mensajero"): a escala nacional no son una fuerza obrera; la mayor importancia la tienen los sindicatos agrarios con un trabajo de tipo benéfico-social totalmente ajeno a la lucha planteada en España.
1.2.10.5. Los sindicatos libres
Nace en 1919, fundado por carlistas, el Sindicato Libre : de Barcelona, con el beneplácito de patronos y autoridades (Balcells, García Venero).
1.2.10.6. La práctica del movimiento obrero
Datos oficiales sobre conflictividad huelguística. — Una verdadera oleada, con su punto máximo en 1920. Intento de explicación de su evolución por la comparación con: alza de precios, desarrollo de las organizaciones obreras, coyuntura internacional.
1.2.10.7. Implantación del movimiento obrero
Se recogen datos globales del PSOE (entre I2 —y 14.000 afiliados en 1915— 1918, 42.000 en 1919), la UGT (más de 75000 en 1916, 100.000 a comienzos de 1918 y, después de un descenso, alza hasta los 211.000 de mayo 1920) y la CNT ( de los 30.000 de 1916 a los 700.000 a fines de 1919). Sindicatos católicos, de 25.000 en 1916 a 60.000 en 1919.
Implantación por regiones
CNT: Cataluña, Levante, Andalucía, enclaves en el Norte, Aragón, Galicia.
PSOE, más esparcido por el territorio nacional; pero el núcleo más importante (más del 50%) está ahora en Andalucía, con otros puntos fuertes en Asturias, Badajoz, Murcia, Madrid (ya no Vizcaya).
UGT, correspondencia con PSOE, pero menor peso relativo de los sectores rurales.
Implantación por oficios
En CNT, textil, madera, construcción, menos el campesinado.
En UGT, Agricultura (fuerte ascenso) Minería. Edificación y Metalurgia.
Correspondencia (vuelve el autor al tema anterior) entre la implantación orgánica y los resultados de las candidaturas socialistas en las municipales con excepciones: en Vizcaya, excelentes resultados a pesar de la relativa debilidad orgánica).
A retener: 800.000 de 1.300.000 asalariados de industria y servicios, sindicados.
El personal de dirección : en CNT, comienza el desbordamiento de de los sindicalistas puros por los anarquistas libertarios. En el socialismo, relevo de generaciones; mayor peso de los intelectuales; fragilidad por la gran heterogeneidad; desbordado por su base (base sindical, pero ahora también amplia base electoral).
Balance : de 1916 a 1920, coyuntura de muy aguda conflictividad; pero 1917, coyuntura prematura para un cambio de poder, que impidió lo que pudo ser un decisivo 1919. Responsabilidad, para el autor, de Besteiro y su "visión tan arcaica com esquemática de la teoría marxiana sobre la revolución democrático-burguesa" (p. 655).
Elementos positivos: nuevas estructuras y equipos, articulación del movimiento laboral agrario con el urbano, primeros pasos en las clases medias. Más que nunca,— estrecho "intercondicionamiento" movimiento obrero-historia general del país no hay solución de continuidad entre los objetivos globales (que se refieren a la totalidad nacional) y los parciales de orden socioprofesional del movimiento.
1.2.11. Capítulo XI ("La postguerra: crisis económica y cristalización de nuevas corrientes")
1.2.11.1. Estructura económica
Coyuntura : baja de precios por la crisis de todo el mundo y competencia en el mercado internacional por la reorganización económica de los países beligerantes. Ante ella los empresarios buscan una baja de salarios y la protección estatal.
Población, 1910 -1920: población total aumenta a ritmo lento; aumento de la concentración urbana; fuertes transformaciones (aumento de los sectores industrial —del 15'82 al 21'94 %, y de servicios —del 18'18 al 20'81 %—) en la distribución de la población activa. Según el cómputo de cédulas personales, aumento del 20 % respecto a 1914 en las cifras de población obrera.
Producción
Descenso general: en el carbón (con recuperación en 1923) y en el resto de la producción minera, en especial el hierro; en la producción siderúrgica (también recuperación en 1923). No en el sector textil, cemento, azúcar, ácido sulfúrico, apenas en energía eléctrica.
El problema, la caída de precios.
Agricultura: sólo recuperación de la naranja. Por lo demás, años de precios a la baja, bajo rendimiento, sin cambios estructurales.
1.2.11.2. La condición obrera: salarios. Precios, nivel de vida.
De acuerdo con diversas fuentes (IRS, Ministerio de Trabajo), ofensiva general contra los salarios. También los precios, a partir de 1921, evolucionan a la baja. Con diferencias en el medio rural y el urbano, y entre regiones: en Barcelona, por ejemplo, bajan también los precios entre 1920 y 1923, pero siguen teniendo un nivel más elevado que el promedio nacional.
El autor construye también "una hipótesis de presupuesto familiar en 1922", que es insoportable para un peón y sólo asequible para los obreros calificados de algunas provincias y ramas.
Otros cambios: jornada de 8 horas, factor positivo; desempleo, factor negativo.
1.2.11.3. Movimiento obrero y conflictividad: escisiones, nuevos partidos y entidades. Curva descendente de conflictos.
a) PSOE, Congreso extraordinario junio 1920. Con mayoría "tercerista": se decide por 8.269 votos a favor, 5.016 en contra y 1.615 abstenciones, el ingreso en la Tercera; pero tal decisión no sería operativa hasta que una comisión de representantes de las tendencias partidaria (irá Anguiano) y contraria (Fernando de los Ríos) a la adhesión viaje a Rusia y presente su informe a un nuevo Congreso. Nueva Comisión Ejecutiva, "tercerista", bajo la presidencia de Iglesias.
Días después, Congreso UGT : triunfo total de los partidos de Federación Sindical Internacional, filial sindical de la Segunda Internacional; introducción de una aspiración claramente socialista en los estatutos de la central; resolución favorable a la unificación con CNT.
Julio: la Asamblea nacional de las Juventudes Socialistas decide la adhesión a la Tercera, pero manteniendo el contacto con los "terceristas" del PSOE.
Julio-agosto: II Congreso de la Internacional Comunista, en el que se aprueban las "21 condiciones para la integración de cualquier partido en ella, para "crear partidos sólidos y homogéneos capaces de cumplir una función de vanguardia de la clase obrera" (p. 687).
b) Después de diversas vicisitudes, se firma en septiembre el
pacto de "carácter transitorio para luchar contra la reacción" entre UGT y CNT. La situación en Barcelona era muy grave: en noviembre, el Gobierno Dato se decide por una política dura nombrando como gobernador civil al general Martínez Anido. Tolerada la violencia de los "libres" y fomentada así la de los más extremistas de la CNT.
Ante la represión de Barcelona, la CNT responde el 24 de noviembre de 1920 con la declaración de huelga general a nivel nacional, que pide sea secundada por UGT. Contra el criterio de la dirección del PSOE, la Ejecutiva de la UGT se niega a ello} y el paro resulta un fracaso. Se rompe así el pacto de unidad, y se acentúan las tensiones entre los moderados de la UGT y los terceristas del PSOE.
c) De su viaje a Rusia, Anguiano y de los Ríos vuelven con criterios diametralmente opuestos. Y la polémica continúa. En diciembre de 1920, coincidiendo con la decisión "tercerista" de los socialistas franceses (Congreso de Tours), se organizan los "Grupos de partidarios de la III Internacional".
d) Intermedio electoral
Elecciones legislativas de diciembre de 1920, que representan un retroceso socialista (sólo 4 diputados). Abstenciones masivas y gran número (más del 20 % ) de diputados elegidos por el art. 29.
e) Cataluña
Crisis manifiesta: suspensión de pagos del Banco de Barcelona, desempleo; represión en la que (el autor cita a Balcells) "al móvil declarado y oficial de terminar con el terrorismo, hay que añadir el inconfesado y más importante de anular la acción reivindicativa obrera" en el momento de la crisis.
El 20 de enero de 1921, la policía barcelonesa aplica a cuatro sindicalistas la "ley de fugas" (coinciden en afirmarlo —recalca el autor— Pabón, Fernández Almagro, García Venero...). El número de atentados va a ser durante 1921 el máximo registrado en la historia del terrorismo barcelonés: de él va a ser entre otros víctima el jefe de Gobierno Eduardo Dato. El Gobierno conservador se solidarizó con la política de Martínez Anido que, según propio testimonio, solucionó el problema barcelonés "haciendo que desapareciera la cobardía, y recomendando a los obreros libres que por cada uno que cayera debían matar a diez sindicalistas". Así, "el objetivo de quebrantar a la CNT se estaba logrando ampliamente"(p.699).
f) Vísperas de escisión
Los dos sectores socialistas, bien definidos. Por la Tercera se deciden García Quejido, Lamoneda, la Federación de Asturias. Los minimalistas controlan la UGT, las zonas agrarias, consiguen la mayoría en la Agrupación de Madrid, que pide en circular a las demás el rechazo de la Tercera.
El Partido Comunista de España (creado en 1920), mínima importancia.
g) El Congreso
Congreso extraordinario del PSOE, Madrid, abril de 1921. El día de su inauguración, Iglesias escribe en "El Socialista" en contra de la Tercera. Tuñón insiste varias veces en que "los 'minimalistas' (...) habían puesto en juego todos sus recursos" (p. ej., p. 704).
El autor describe con detalle las discusiones del Congreso en torno al tema central, la adhesión a la Tercera o la Internacional de los Reconstructores (2). El resultado de la votación fue de 8.808 votos en favor de la Internacional de 108 "Reconstructores", 6.225 en favor de la Tercera.
Apenas proclamado el resultado, los delegados "terceristas" (entre ellos García Quejido, Anguiano, Núñez de Arenas Lamoneda y César R. González, de la Ejecutiva del PSOE; y Pérez Solis, Perezagua, Acevedo, García Cortés, Virginia González, Torralva Beci..., todos ellos conocidos líderes del Partido) se retiran del Congreso y, en los locales de la Escuela Nueva, proceden a la constitución del Partido Comunista Obrero Español), Sección Española de la Internacional Comunista.
En cuanto a los mayoritarios, terminaron su Congreso nombrando una nueva Ejecutiva (Iglesias, Besteiro, Saborit, Largo Caballero, Prieto, De los Ríos...) y publicando un extenso manifiesto, que insiste en la idea de que, de haber aceptado las 21 condiciones, habrían quedado automáticamente excluidos quienes no las votasen; distingue entre Internacional y revolución rusa; y estima que la Internacional de los Reconstructores es el camino para superar las dificultades.
Sigue una intensa lucha entre ambos sectores, para impedir la separación o conseguir la unión de las distintas agrupaciones a uno de los dos bandos. De hecho, los afiliados del PSOE, unos 58.000 en enero de 1921, serán poco más de 21.000 en diciembre; pero los restantes no se habían ido todos, ni mucho menos, al nuevo Partido Comunista.
Días después, la Federación de Juventudes acuerda en Congreso ingresar en el nuevo Partido (que por otra parte sufre los ataques del primer PCE), que se hace fuerte en el Norte y Levante, y que tiene también —según el autor— la dificultad de ser menos respetable, menos aceptado por la sociedad que el ya viejo PSOE. Además, "hay que precisar que el reflujo de la ola revolucionaria había comenzado dentro y fuera de España y que la Oligarquía (sic) quería salir de la crisis mediante una vigorosa contraofensiva" (p. 713).
Implícita o explícitamente, el problema de las Internacionales había planteado todos los problemas de fondo, así como los de "funcionamiento interno del partido obrero...". Se había llegado "a un recodo de la Historia" e "inevitablemente tenía que ocurrir lo que ocurrió" (p. 714).
En el segundo semestre de 1921, negociaciones —con intervención de la III Internacional— entre PCE y PCOE, que llegan a un acuerdo de fusión en el mes de noviembre.
Julio 1921: desastre de Annual. Los partidos comunistas deciden una huelga general de Protesta y se lanzan a una campaña de agitación. Aquel verano la dirección del PCE había tenido "la descabellada idea" (p. 717) de organizar una insurrección armada.
h) ¿Y la CNT?
Confusión sobre el problema de las Internacionales y confusión organizativa. En 1922 se decide (Conferencia de Zaragoza) anular el acuerdo del Congreso de la Comedia, separarse de la Tercera y adherirse a una Internacional Anarquista en formación. Sigue por otra parte, la represión, hasta la sustitución de Martínez Anido en octubre de 1922.
i) El P.S.O.E. y la U.G.T.
Se restañan los quebrantos sufridos; además, acción sindical y electoral.
Marzo 1922. Congreso de fusión de los Partidos comunistas ; pero ya antes conflicto entre un minoritario grupo extremista, procedente del PCE, y la dirección del Partido. Representadas en el Congreso 80 Agrupaciones, las más importantes de Vizcaya y Asturias. Predominio en el Comité Ejecutivo de los hombres del PCOE y relegación de los "ultraizquierdistas".
j) Congreso de la UGT
XV Congreso, Madrid, noviembre 1922. Con más de 200000 afiliados representados. El asesinato, durante una riña en el local en el que se celebraba, del socialista González Portillo, favorece el éxito de una resolución que expulsaba del Congreso a las delegaciones etiquetadas de "comunistas". "Hiciéralo quien lo hiciese —dice el autor—, objetivamente tuvo una función de provocación que aprovecharon los dirigentes de la UGT" (p. 722).
En 1923, inicio de la recuperación económica. Pero la crisis política (responsabilidades de Annual) se mantiene en España.
En enero de ese año, "la Internacional de 'reconstructores' vuelve al redil de la Segunda Internacional, que se define por su postura anticomunista" (pp. 723-4).
En España —Barcelona— sigue reinando la violencia. Asesinato de Seguí, secretario general de CNT. Reforzamiento del terrorismo anarcosindicalista: grupo "Los Solidarios" (Ascaso, Durruti, García Oliver...) que asesina al cardenal Soldevilla, "como represalia al de Seguí" (p. 724).
II Congreso del PC, julio de 1923: táctica de "frente único" con las demás organizaciones obreras (impulsada por la Internacional Comunista desde 1922).
k) Elecciones
Legislativas de abril de 1923: éxito electoral del PS (7 diputados), aunque sus votos "representaban un voto electoral republicano, más que socialista" (p. 725). El PC obtiene sólo unos pocos miles de votos.
Balance
De 1920 a 1923, descenso de la tensión conflictiva (datos sobre huelgas). Desamortización obrera: sólo el P.S. —ya reformista— guarda su organización intacta. "En esas condiciones, desde el punto de vista socioeconómico, no hay presente un solo factor que pueda hacer temer una revolución cuando está mediado el año 1923" (p. 727).
Pero: Marruecos, responsabilidades, desmoronamiento del turnismo. Se está superando la crisis económica, pero "crisis mortal del sistema político" (loc. cit.).
Otros movimientos laborales
Organización de los "rabassaires" catalanes, desde 1921.
Sindicalismo católico, con notables progresos en el campo, pero no en las ciudades.
— El golpe de estado de Primo de Rivera, 13.IX.1923. Manifiesto critico de PS y UGT, pero negativa a reaccionar con un movimiento de masas: debe actuarse dentro de los cauces legales para no dar pretexto a la represión. Se pierde así —dice el autor— la batalla contra la Dictadura, en realidad perdida desde 1921: la orientación y estructura adoptadas hacen PS y UGT "aptos para movilizar el cuerpo electoral, inaptos (sic) para la flexibilidad impuesta por las circunstancias, ni para movilizar la masa laboral tras un objetivo que no fuese alguna reivindicación profesional o reforma parcial" (p. 730)
PC y CNT forman el mismo día 13 un "comité de acción" "para defender la existencia de las organizaciones": se dirigen a UGT y PSOE, pero no reciben respuesta. Ninguna otra reacción. Sólo la protesta simbólica de la huelga general de Bilbao.
1.2.11.4. Implantación
Después de la escisión, el PS tiene sus puntales en la Andalucía agraria, Madrid y Levante; muy quebrantada su organización —aunque no su clientela electoral— en Vizcaya y Asturias.
El PSOE retrocede en sus efectivos; no así la UGT, con más de 200.000 afiliados en septiembre de 1923, cuando se va a convertir en la única central legal y de hecho existente (cosa que no ocurre —dice el autor— con los sindicatos católicos).
Implantación del PC: Vizcaya, transitoriamente en Asturias, un núcleo en Madrid. Competencia al PS entre los asalariados industriales, no en los medios agrarios.
Quedan deslindadas las élites de UGT y PSOE (identidad ya total) de todas las restantes. Las primeras, reformistas, con gran importancia del funcionario sindical y de un sector de intelectuales. En el PC confluyen un núcleo Juvenil y los escisionistas de 1921, entre ellos veteranos, algunos intelectuales, que abandonan rápidamente: "en 1923, mal se puede hablar de unos equipos coherentes de dirección en el PC" (p. 736). Por último, la CNT llega a 1923 prácticamente sin dirección y muy influida por los grupos anarquistas partidarios de la acción violenta; aunque muy influyentes en Cataluña, en 1923 ha perdido por lo menos la mitad de sus efectivos de 1919.
Resumen
"Subjetivación" del movimiento obrero, "no por casualidad, sino por un imperativo histórico; el de buscar las formas orgánicas que encaucen su impugnación global al sistema (...) así como las relaciones de la fuerza política con la fuerza sindical" (p. 737). Por ello "cierta desconexión entre élites organizadas (vanguardias) y conjunto de clases".
Impacto del problema de la organización internacional.
A pesar de todo ello, se consigue "una defensa eficaz del nivel de vida de los asalariados, frente a la ofensiva patronal en los momentos de crisis" (p. 738).
durante la dictadura de Primo de Rivera")
1.2.12.1. Bases socioeconómicas
a) Progresión demográfica del país y paralelo aumento de la población activa, dentro de la cual ascienden los sectores industrial (del 21'94 % en 1920 al 26'51 % en 1930; fuerte ascenso de los subsectores construcción y metalurgia) y de servicios (20'81 a 27'98 % ; sobre todo rama transporte). De todos modos, no es fácil la valoración de las estadísticas de la a veces contradictorias. Pero "no parece exagerado decir que la población obrera de la industria y los transportes, se acerca a los dos millones de personas cuando llega el año 1930 " (p. 747).
b) Producción
Ola de prosperidad en Europa y en España, 1924 -1929.
Aumento de la producción minera; siderúrgica, de cemento; de energía el Excepción, industria textil, estancada. Los índices de producción industrial aumentan en 1930 un 31 % con respecto a 1923.
c) Agricultura
En conjunto, producción estacionaria, debida al mantenimiento de "los defectos estructurales"; excepción positiva, la naranja.
d) Otros rasgos
Aumento de la renta nacional; pero crisis (internacional) en 1929 y dificultades financieras para España desde 1928.
Mayor concentración de empresas, tendencia al monopolio por parte de los grandes grupos financieros, nuevas implantaciones de empresas extranjeras.
Política económica de fuerte intervencionismo estatal. Primeros signos del "entrelazamiento entre Estado y grandes Compañías" ferroviarias, y otras empresas.
Periodo de grandes beneficios empresariales.
Importantes cambios t y de fórmulas de vida.
e) El campo
Datos sobre estructura de la propiedad en base al Catastro en 1930, estructura que mantiene incólume la Dictadura. Sólo hay reformas de tipo t (Confederaciones Hidrográficas...). Tuñón cita finalmente a Lacomba: los generales de la Dictadura desplazan del poder a la oligarquía, pero continuan su política de clase; no emprenden ninguna reforma agraria y favorecen a olivareros y cerealistas; el capitalismo financiero pacta con la oligarquía.
1.2.12.2. La condición obrera: salarios, precios. nivel de vida.
a) Los salarios suben hasta 1925, y después inician un descenso que se perfila netamente a partir de 1929 (fuente: Ministerio de Trabajo). Diferencias muy marcadas por sectores y regiones: gran numero de datos. Ca'da de salarios del peonaje, mucho mas pronunciada que la de los calificados. Las zonas de mas altos salarios son las mas industrializadas, y también las laboralmente mas conflictivas: Barcelona, Madrid, Vizcaya y Guipúzcoa, Asturias; en un segundo nivel, Valencia, Zaragoza, Sevilla.
Información mucho menos completa sobre los salarios agrícolas: no se sacan conclusiones.
b) Precios : datos e índices del IRS-MT, que hablan de ascenso hasta 1925 y descenso después. Ascenso de los salarios reales, mas o menos fuertes según las regiones (por encima del 20 % en Vizcaya y diversas provincias agrarias del país), con muy pocas excepciones; de todos modos el autor considera que los promedios que recoge de las estadísticas del Ministerio de Trabajo "son de valor mas que relativo" (p. 769).
c) Otros factores
Faltan datos sobre desempleo; pero crecimiento de la tendencia al paro desde 1927, lo cual sirve para presionar sobre los salarios, en especial de los peones.
Aumento de los ritmos de trabajo: porque aumenta la productividad sin que haya progreso tecnológico; porque aumentan los accidentes de trabajo.
Datos indirectos del nivel de vida: sobre todo, evidente descenso de la mortalidad y del analfabetismo, y paralelo aumento de la escolarización, aunque a "un ritmo lento y a todas luces insuficiente" (p. 772), al menos en el nivel primario. Fuerte aumento de las enseñanzas media y superior, "marasmo" en formación profesional.
Diversas novedades inciden en el nivel de vida obrero: radiodifusión, cine, futbol (asistencia, pero no practica, con excepciones).
"Las condiciones laborales apenas se mejoran por los seguros sociales" (p. 772): excepción, el nuevo seguro de maternidad.
1.2.12.3. Movimiento laboral y su practica
a) Desde el inicio de la Dictadura actitud social-ugetista "no exenta de ambigüedad" (p. 774). Ya en octubre de 1923, contactos socialismo-dictadura pese a la oposición —minoritaria— de Prieto y De los Ríos.
Datos sobre PS (algo mas 8.000 afiliados en 1923 y 1928, mas de 16.000 en 1930) y UGT (210.000 en 1923, 217.000 en 1925, 258.000 en 1929).
Las relaciones socialismo-dictadura:
Prohibición Primero de Mayo. Momentáneo desmantelamiento de cenetistas y comunistas. El PS "vegeta" como partido político, pero Casas del Pueblo y sindicatos continúan en funcionamiento; todavía hay huelgas, aunque están en retroceso; la UGT colabora en diversos organismos de la Administración.
Primera cuestión fundamental: en septiembre de 1924, un R.D. reforma el Consejo de Estado y dispone se integren en un vocal patronal y otro obrero del Consejo de Trabajo (que ha sustituido, en junio, al Instituto de Reformas Sociales). La UGT acepta y Largo Caballero es nombrado Consejero de Estado. Surge así una fuerte política en el seno del PS, por la oposición a dicho nombramiento de Prieto y De los Ríos, en la que los "colaboracionistas" están en mayoría.
El problema de fondo: la posibilidad de un enfrentamiento frontal, con con la Dictadura. La mayoría prefiere no arriesgar las estructuras sindicales y sacrifica a ello el liderazgo político del Partido.
Importante conflicto huelguístico en la minería asturiana, 1924: Noviembre 1926, creación de la Organización Corporativa Nacional: los socialistas se muestran partidarios de entrar en los Comites Paritarios creados en su seno.
En 1927, aumento de la conflictividad huelguística; especialmente importante una nueva huelga de la minería asturiana, después de la cual los ugetistas tuvieron que transigir con el aumento de la jornada de 7 a 8 horas en los trabajos de fondo.
También en 1927, creación de la Asamblea Nacional Consultiva, entre cuyos miembros —designados por el Gobierno— figuraban varios socialistas. Sendos Congresos extraordinarios del PS y la UGT acordaron rechazar tales designaciones, si bien buena parte de los socialistas —encabezados por Besteiro— eran partidarios de aceptar la oferta si el Gobierno dejaba libertad a UGT para designar a sus representantes.
En 1925, muere Iglesias, que es sustituido por Besteiro en la presidencia de PS y UGT. Poco después mueren también otros "fundadores" como Francisco Mora y A. García Quejido, firme en sus tesis "terceristas" y revolucionarias.
En 1928, XII Congreso ordinario del PSOE, Madrid: se confirma "el predominio de la concepción 'societaria' e inhibitoria en el conflicto político" (p. 782), a pesar de la oposición de un núcleo minoritario encabezado por Prieto y T. Men En el mismo a-o, XVI Congreso de la UGT "entera mente controlado por el mismo personal de dirección" (Besteiro, Largo, Saborit, W. Carrillo). Identificación de hombres y cargos, "confusión entre partido político y central sindical (...) sin distinción ideológica que sirviese de frontera, ni apenas distinción orgánica" (p. 784). "Tal vez esa confusión constituye un factor mas para perpetuar la división del movimiento sindical" (pp. 784-5).
b) ¿Y la CNT?
Semiclandestinidad desde los primeros momentos de la Dictadura. Ademas, casi sin dirección y desbordada por los grupos terroristas de acción, que intentan algunos golpes fallidos en 1924.
Hay discrepancias entre los partidarios de un "sindicalismo posibilista" (Pesta-a) y los de la acción violenta, a su vez divididos entre sí. En 1927, los mas "puros" crean la Federación Anarquista Ib que se propone la conquista de la CNT para "realizar la revolución social".
c) El PC, ilegal, en crisis de dirección, falto de cohesión ideológica. En 1925 se reorganiza la dirección, con Jos Bullejos como secretario general. En 1927, Conferencia Nacional en Durango, en que se decide hacer propaganda contra la Asamblea Nacional Consultiva, lo que se traduce en algunas huelgas. En 1928, importantes detenciones, pero consolidación de un foco sevillano con raíces sindicales (cenetistas).
Aquí y allá subsisten otros sindicatos autónomos.
d) El sindicalismo católico
No aprovecha mucho la situación de facilidad que le ofrece la Dictadura. Principal obstáculo: la legalidad de la UGT. Los católicos se quejan reiteradamente del favor del Gobierno hacia la UGT y de su "injusto monopolio" de los Comités Paritarios.
En 1929, la crisis política de la Dictadura era un hecho, que no hace sino agravarse después de la sustitución en enero de 1930 de Primo de Rivera por Berenguer. Fuerte aumento de la conflictividad laboral, hasta el punto de que se bate el r de huelguistas de 1920.
Es importante el protagonismo del movimiento obrero en esa crisis. Concretamente, en agosto de 1929, y ante el ofrecimiento que Primo hace a la UGT de nombramiento de cinco representantes en la Asamblea Nacional Consultiva, los socialistas deciden, en vista de las circunstancias políticas (Primo de Rivera apenas cuenta ya con apoyos en el país) y contra el parecer de un sector de la dirección (Besteiro, Santiago), rechazar el ofrecimiento.
PS y UGT critican duramente al nuevo Gobierno Berenguer en su formación.
La UGT crece (277.000 afiliados a fines de 1930) y la CNT se reorganiza y obtiene la legalización en abril; un Pleno nacional confirma el criterio favorable a tener una organización legal y se muestra contrario a los contactos con grupos republicanos, contra la opinión de Peir— y Carb—.
El PC celebra en 1929 en París su III Congreso: su extremismo y fragilidad hace que la mayor'a de los acuerdos (se tiene el propósito de formar un "gobierno obrero y campesino" ) queden en letra muerta. Fuerza en Sevilla y Vizcaya, pero disidencias en Cataluña, en la que existe desde 1928 un partido comunista independiente.
En marzo de 1930, Conferencia Nacional del PC, que se pronuncia por el pronto derribo de la Monarquía, sin que haya acuerdo sobre el carácter de la revolución inminente: democrático-burguesa para unos, democrática y socialista para otros. Se acuerda también en el plano sindical, trabajar sobre la CNT y no sobre la UGT. Junto a la disidencia catalana (Maurin), aparece la trotskista (Nín).
Intensa conflictividad, que a lo largo del año pasa "de los objetivos socioprofesionales (...) a los politicolocales y de ahí a los políticoglobales" (pp. 793-4). Datos sobre los principales conflictos, la mayor parte de los cuales —piensa el autor— estaban impulsados por comunistas y anarcosindicalistas; no hay, en cambio, impulsión ugetista, ni la UGT se plantea el problema de las huelgas a gran escala y sus consecuencias políticas.
1.2.12.4. Implantación
Sin grandes cambios en el PS. En UGT se confirma la implantación agraria (creación de la Federación de Trabajadores de la Tierra). Mismos equipos de dirección para el partido y para la central: desaparece as' "la función de vanguardia del primero" (p. 798). Los socialistas, unos simples "tradeunionistas", "con una verdadera obsesión por evitar que sean rotas sus organizaciones o impedida su vida legal". Raros intelectuales, muchos antiguos obreros convertidos en funcionarios sindicales. Una minoría de oposición, mucho mas vinculada a medios republicanos y de clases medias (Prieto, De los Ríos), y que enfocan las cuestiones de modo muy semejante a los republicanos.
Anarcosindicalismo, mas dividido que nunca y con graves problemas orgánicos a partir de 1924. Implantación, en las regiones tradicionales. Evidente resurgir desde comienzos de 1930. Mayoría anarquista frente a la corriente posibilista y partidaria del entendimiento con las fuerzas antimonarquicas que domina el Comité Nacional.
Dos centros de gravedad —Vizcaya y Sevilla— y relativo enraizamiento sindical del PC. Se estabiliza el equipo de dirección —obrero— en 1925-1930. Fuerza también en Cataluña, pero en conflicto con la dirección nacional.
Resumen : años de estabilidad política, conflictividad permanece latente con pocas excepciones. Pero la coyuntura política del relevo de la Dictadura pone de manifiesto la fragilidad de las estructuras: se abre una crisis sociopolítica en la que el movimiento obrero va a ser uno de los protagonistas esenciales.
1.2.13. Capítulo XIII ("Crisis y coyuntura social, 1930-1936")
Advertencia: sólo se harán las referencias imprescindibles al contexto.
En 1930, crisis económica mundial (con repercusiones todavía de alcance limitado en España) y crisis de sistema, iniciada ya en 1917.
1.2.13.1. Estructura económica
a) Población : datos de 1930, en capítulo anterior. Datos sobre población obrera (fuente: retiro obrero, jurados mixtos...), por sectores, subsectores y provincias.
b) La producción. Fuerte descenso en Europa y en el mundo. Afecta a España.
1º. Agricultura. Se mantuvo en buena situación. Fuerte baja de producción de naranja por la caída de las exportaciones.
2º. Minería : no desciende el carbón, pero sí, de modo sensible, las otras producciones del subsuelo.
3º. Industria : muy afectada la siderurgia; no así la energía el que continua su progresión ascendente como el ácido sulfúrico. Se estabiliza el cemento. Situación favorable en la industria de bienes de consumo. El índice de producción industrial en su conjunto (base 100, a-o 1929), pasa de 101'2 en 1930 a 91'0 en 1933 y a 103'3 en 1935.
c) Renta nacional, en pesetas constantes, estabilizada entre 1930 y 1935.
d) No por ello España deja de sufrir la crisis: ca'da de la producción siderometalúrgica, freno a las exportaciones agrarias y de materias primas. Ademas, hay fenómenos de orden específicamente español: baja de la construcción, atraso estructural de la industria ligera, baja de los salarios agrícolas a partir de 1934 y paro en el campo.
A pesar de la crisis en algunos sectores, empresarios y propietarios no quedan al borde de la ruina: en bastantes casos se conservan e incluso se aumentan los beneficios.
Principal impacto negativo, sobre la exportación.
En 1935, la depresión nacional iba siendo vencida; incluso parece haberse vencido el temor a la inversión. Pero nueva crisis empresarial a partir de febrero de 1936.
1.2.13.2. La condición obrera: salarios, precios, condiciones de vida y trabajo; consideración especial del desempleo.
a) Salarios : muy abundantes datos, basados en diversas fuentes. Aumento salarial en casi todos los oficios; baja de los agrícolas a partir de 1934. Se incluye una referencia al impacto socioeconómico de la reforma agraria.
b) Precios : también se aportan abundantes datos. Ligero descenso entre 1930 y 1935. Los salarios reales aumentan; pero: importancia del paro forzoso, y crecimiento del "mínimo vital" del trabajador.
c) Paro forzoso : ya importante en 1930, crece hasta 1933-1934 (años para los que se cuenta ya con estadísticas detalladas). Sobre todo, un problema de primer orden en la agricultura y en la construcción.
Sus causas: paro estructural agrícola; crisis mundial (emigración sustituida por inmigración, a la que hay que a-adir el crecimiento vegetativo de la población); elemento de presión o temor a las inversiones lleva a ciertos patronos (sobre todo agrícolas) a suprimir puestos de trabajo fijo.
Causas particulares en la siderometalurgia (depresión), industria textil (saturación previa de mano de obra), construcción (retraimiento inversiones, baja de créditos).
Pero el desempleo fue mayor en otros países de Europa
d) Condiciones de vida y trabajo
Disminución, en algunos casos ( minería, construcción, metalurgia, artes gráficas), de la jornada de trabajo. Vacaciones retribuidas. Mejoras en higiene y seguridad. Aumento escolarización. Descenso mortalidad, pero también de la natalidad.
Nuevas necesidades vitales: recreo, prensa, transporte. El obrero industrial podía cubrirlas si trabajaba a tiempo completo.
1.2.13.3. El movimiento obrero en el advenimiento de la República
a) Después del "Pacto de San Sebastián" (agosto 1930), gestiones para conseguir la colaboración del obrerismo organizado.
Socialismo: después de diversas gestiones, en octubre PSOE y UGT deciden la participación en el movimiento revolucionario (a través de la huelga general pacífica) y en el Gobierno provisional (a través de Largo Caballero, Prieto y De los R'os), a pesar de la negativa del sector besteirista.
Decisión definitiva de participación de la CNT, en noviembre. Los comunistas por su parte, mantienen el criterio de no colaborar con el Comité revolucionario.
b) El movimiento de diciembre de 1930 : la prematura sublevación de Jaca, 12.XII. El alzamiento del 15.XII: falla la colaboración militar (con la excepción de los aviadores de Cuatro Vientos); se produce la huelga general de todo el país, salvo Madrid. Del debate sobre este punto habido en los Congresos del PSOE y la UGT de 1932 se puede deducir que la causa de fondo estaba "en la carencia teórica y de planteamiento globales del P.S.", que era ademas "la clave de la crisis interna que había llegado a padecer el equipo de dirección" (p. 847): lo equivocado era la misma idea que se ten'a sobre los militares como eje decisivo de la actuación (igual que en 1917).
c) A pesar de que el proceso de desintegración del r continua, el equipo 'reformista' del PS no ceja en sus posiciones. Los 'besteiristas" son contrarios a mantener representantes en el Comité revolucionario; no aceptada su tesis, en febrero dimiten de sus puestos en los órganos de dirección de PS y UGT.
d) Doce y catorce de abril
Ante las municipales; los socialugetistas vuelven a la conjunción con los republicanos; los comunistas deciden ir a las elecciones simplemente para utilizarlas como una tribuna; los anarcosindicalistas vacilan entre el voto republicano y la abstención tradicional.
Elegidos en ellas 4.813 concejales socialistas, proporcionalmente mas fuertes en provincias agrarias (Ja Badajoz, Granada, pero también Valladolid, Palencia...) y en Madrid, Vizcaya y Asturias.
Importante participación socialista en la acción multitudinaria subsiguiente al acto electoral.
1.2.13.4. 1931-1933. Corrientes obreras organizadas
a) El Partido Socialista y la UGT
Tiene (en 1931 -1933) la clave de la situación.
1º. Afiliación, PSOE: 16.000 a mediados de 1930, 25.000 a mediados de 1931, 75.000 en 1932, entre los 60 y los 80.000 después al acortamiento de la jornada de trabajo. Afiliación, UGT: 287.000 diciembre 1930, 958.000 diciembre 1931, 1.054.000 junio 1932. Desde otoño de 1935, adhesión de la CGTU.
Implantación por regiones, a través de datos indirectos: el triangulo clásico Madrid-Vizcaya (debilitada) —Asturias, y la masa agraria de Extremadura y de la Andalucía del interior.
Implantación por oficios: importancia del sector agrario (445.000 del millón largo de afiliados en 1932: la cuarta parte del total de asalariados agrícolas del país) y del terciario (que supone mas de un 21 %); tradicional hegemonía entre los mineros, fuerte implantación en construcción y metalurgia, debilidad en el textil. Importante cantidad de trabajadores pertenecientes a las clases medias.
2º. Vida interna
Congreso extraordinario PSOE de julio de 1931: aprueba por 10.607 votos contra 8.362 (besteiristas) la participación ministerial, y el programa mínimo para las Cortes Constituyentes: derechos individuales con garantías, cámara única, nacionalización de ferrocarriles, banca, minas y bosques, seguro social, máxima urgencia para la reforma agraria, independencia confesional del Estado, divorcio, escuela laica, apoyo a las reivindicaciones autonómicas, impuesto progresivo sobre la renta.
XII Congreso ordinario PSOE, Madrid, octubre 1932: debates sobre los problemas internos del equipo de dirección, especialmente en torno a lo ocurrido el 15.XII.1930. Se pide disolución de la Guardia Civil. Se aprueba una propuesta de Prieto, netamente republicana, en favor del mantenimiento en el Gobierno hasta que la República y su carácter izquierdista queden consolidados. Quedan fuera de la nueva Ejecutiva —de la que es presidente Largo Caballero— los besteiristas.
XVII Congreso ordinario UGT, Madrid, octubre 1932, de técnica muy diferente: triunfan los besteiristas (apoyados por las potentes Federaciones de Trabajadores de la Tierra y de Ferroviarios).
En 1933, año decisivo, punto máximo del desgaste que produce la participación ministerial, creciente radicalización (aumenta conflictividad) de las bases por motivos laborales, impacto de la subida de Hitler al poder. En agosto, en la Escuela Socialista de Verano de Torrelodones, Largo Caballero se muestra "convencido de que realizar una obra socialista dentro de una democracia burguesa es imposible" y lanza la idea, mas o menos vaga, de "ir al socialismo".
Elecciones de 1933: el PS va en solitario (no en coalición con los republicanos como en 1931) y obtiene sólo 60 escasos (116 en 1931). Se mantienen y acentúan las tensiones en los equipos de dirección: Largo Caballero, partidario de organizar un movimiento revolucionario para tomar el Poder; los "prietistas" o "centristas" dispuestos a oponerse por la fuerza al deslizamiento de la República hacia la derecha. Unidos consiguen en enero de 1934 derrotar a los besteiristas y controlar también la UGT, de la que Largo es nuevamente nombrado secretario general.
3º. Equipos de dirección
Hasta 1933, contradicción entre PS y UGT.
Los hombres clave: Largo, De los Ríos, Besteiro, Saborit, Anastasio de Gracia, Prieto, Vidarte, Lucio Martínez, Cabello, De Francisco, Zugazagoitia...
Presencia creciente de profesiones intelectuales; composición socioprofesional muy distinta a la de la base. Edad madura de la mayor'a de los directivos. Importantes carencias técnicas, a pesar de la presencia de intelectuales: tampoco Araquistáin y su "Leviatan" tiene rigor científico ("voluntarismo").
Inversión de las relaciones la primera no es durante esta etapa vanguardia de la segunda. Pasividad primero, contención y desbordamiento después giro copernicano en 1933-4, como si se siguiese la ley del péndulo.
b) La CNT
Congreso "del Conservatorio", Madrid, junio 1931, mas de medio millón de afiliados representados. Fuerte división entre "posibilistas" y "faístas", que consiguen que el Congreso se declare enfrente de las Cortes Constituyentes y de la República. La crisis interna estalla dos meses después con el manifiesto de "los treinta" (posibilistas). Pero ya se había iniciado el ciclo de oposición violenta a la República, que culmina en una primera intentona insurreccional en enero de 1932.
En 1932, escisión: salen de la CNT los moderados "treintistas", fuertes en Cataluña y mayoritarios en Levante; dentro de la CNT, pero opuestos a la dirección (que, desde entonces, queda en manos anarquistas), se mantienen Asturias y Galicia.
Los grupos anarquistas, hechos con el poder dentro de la CNT, la llevan "a la ruptura permanente de todo consenso, a la imposición de la huelga por 'm directos' y a la violencia" (p. 877). Nuevas insurrecciones en enero y diciembre de 1933.
Efectivos: se da la cifra de 1.200.000 en 1932, que incluye a "treintistas" y sindicatos de orientación comunista; en 1934, fuerte descenso (a 800.000?). La F.A.I., 10.005 afiliados en 1933.
Zonas tradicionales de influencia: Cataluña, Levante, Andalucía, Gijón-La Felguera, Zaragoza, Rioja, núcleos numerosos en diversos puntos (Galicia, Madrid...). Oficios: peonaje agrícola, industria textil, madera y construcción.
Equipos de dirección: neta división entre organizadores, hombres de acción y teorizantes. Origen obrero y "autodidactismo". Fuerte "voluntarismo" o "ideologismo" (p. 880): Juicios de valor y no análisis de coyuntura.
c) El Partido Comunista y la C.G.T.U.
En 1931, aproximadamente mil afiliados. Verdadera organización existía en Vizcaya, Guipúzcoa, Asturias y Sevilla.
Cierto crecimiento en los primeros meses republicanos. Ninguna participación en los sucesos de mayo, de causas "aun (...) muy turbias para el historiador" (p. 881). Fuerte crítica de la Comintern a la dirección del Partido, que pensaba —erróneamente, para la Internacional— en la posibilidad de una inminente revolución bolchevique.
Elecciones a Cortes Constituyentes: menos de cien mil votos. En noviembre de 1931, "Mundo Obrero" pasa a ser diario, con unos 20.000 ejemplares de tirada. En marzo de 1932, IV Congreso del P.C. en Sevilla: sirve de base de discusión una carta de la Comintern abiertamente crítica respecto a la dirección, "caciquil" y "sectaria". Asisten 257 delegados que representan a 11.755 afiliados (del Partido y de las Juventudes); y 55 obreros invitados (delegados de fabricas y sindicatos), que representan a 90.000 obreros y campesinos. Se acuerda facultar al Comité central a tomar como base de su política la citada carta de la Comintern, y se mantiene la misma dirección, en la que Bullejos ocupa el puesto central.
En agosto-octubre de 1932, cambio de dirección en el PC, por iniciativa de la Comintern: Jos Díaz pasa a ocupar la secretaría general.
Desde febrero 1933, el PC cuenta con 1 diputado (Balbontín) por el ingreso en bloque en el PC del Partido Social Revolucionario. Poco después el PC organiza —con otros pequeños grupos— un Frente Antifascista.
Elecciones de 1933: aproximadamente 200.000 votos. Importancia en Córdoba, Sevilla, Málaga, Asturias e incluso Madrid; retroceso en Vizcaya. En ese momento, unos 20.000 afiliados.
El PC y la organización sindical : su falta, el talón de Aquiles del PC. En 1930, fracaso en el control de la CNT, aunque en Sevilla y Asturias. En 1931, esfuerzos por crearse una base sindical: estructuración de diversos sindicatos que en la Conferencia de Madrid de Junio-Julio 1932 deciden crear la Confederación General del Trabajo Unitaria (CGTU). Representados en ella algo mas de 130.000 afiliados, en el Congreso de Constitución de la nueva central (Madrid, abril 1934) se habla de 180.000 afiliados, aunque mas probablemente no pasaran de 100.000, especialmente en Andalucía y Asturias. En noviembre de 1935 la CGTU ingresa colectivamente en la UGT.
Equipos directivos: importancia de Andalucía y Vizcaya; juventud; obreros en su "inmensa mayor'a"; "enfoques maximalistas, que empiezan a atenuarse a fines de 1933" (p.895), "estrecha" relación dirección-base "después de las graves sacudidas de 1932".
d) El Bloque Obrero y Campesino. etc.
Constituido después de la escisión de la Federación catalano-balear del PC, al que desplaza casi enteramente en Cataluña hasta fines de 1935. Mas del 11% de votos, en Barcelona, 1931 (Maurín).
Los trotskistas (Andrade) forman la Oposición Comunista de Izquierda y en 1932 el partido de Izquierda Comunista, que en 1935 se fusiona con el B.O.C. para formar el Partido Obrero de Unificación Marxista (P.O.U.M.).
e) Otros grupos catalanes
Unión Socialista de Catalunya, importante desde 1932, y con base sindical; Partit Catala Proletari, muy nacionalista, como el anterior. También influido por el nacionalismo el Centro Autonomista de Dependientes del Comercio y de la Industria.
f) Solidarios vascos : mas de 10.000 en 1928, crece en los años 30, pero lejos todavía de los 50.000 afiliados que para 1935 le atribuye M. Carlavilla, "estimación a todas luces exagerada" (p. 897).
g) Sindicalismo católico, que encontró numerosas dificultades en aquellos años (que el autor no presenta). Son sindicatos independientes, exclusivamente profesionales, confesionales.
Son católicos: SOV, la "Unión de Treballadors Cristians de Catalunya", nacida en 1934.
Confederación Nacional de Sindicatos Católicos, V Congreso en diciembre de 1932: unos 60.000 afiliados.
En 1931 se había constituido "Acción Obrerista", filial de Acción Popular.
Después de octubre de 1934, Comité de enlace de Sindicatos no marxistas, que forma el Frente Nacional del Trabajo. Este, a su vez, decide en el Congreso de Madrid de diciembre de 1935 la constitución de la Confederación Española de Sindicatos Obreros (C.E.S.O.), que nace con mas de 275.000 afiliados ("cifra que no parece corresponder, por demasiado elevada, a las declaradas anteriormente por las entidades adheridas", p. 899) y que "se declaran profesional, cristiana, antimarxista y apolítica, pero sin renunciar a militar en el bloque de derechas" (p. 900).
La C.N. Católico-Agraria, 38 federaciones y casi 200.000 afiliados, en su mayor parte en Castilla la Vieja, Levante y Navarra.
h) La Central Obrera Nacional Sindicalista (C.O.N.S.): creada en 1934, con considerable implantación en Valladolid.
i) Organismos Patronales
Confederación Patronal Española sigue siendo muy importante: 70.000 afiliados en 1934.
Asociaciones agrarias: Confederación Española Patronal Agrícola, 1933, ademas de las tradicionales Asociación de Agricultores de España y Asociación de Ganaderos.
Hasta 24 asociaciones patronales por industria a nivel nacional, mas otros organismos de matiz patronal (como "Estudios Sociales y Económicos", "filial de la Confederación Patronal", p. 901); patronales regionales...
Tendencia a la concentración: Comité de Enlace de entidades Agropecuarias, Organización de Enlace de entidades económicas de España (a la que pertenecían la Confederación Gremial Española, para comerciantes y pequeños industriales).
También "aparición de un gran organismo patronal, estructurado por federaciones de industria, donde las grandes sociedades anónimas y los grandes empresarios desempeñan una función determinante" (p. 902): la Unión Nacional Económica, noviembre de 1933.
j) La implantación sindical en general, a través del Censo de Asociaciones Profesionales del Ministerio de Trabajo a 31.XII.1933: un total de 1.180.233 obreros sindicados, "netamente inferior a la realidad", porque no figuran los sindicatos CNT, y porque la suma de trabajadores sindicados en las demás centrales (Tuñón se remite a las cifras por dadas) esta en torno al millón y medio. Aproximadamente un 45% de los trabajadores, sindicados. Grupos mas importantes: sector primario, construcción, pequeña metalurgia. Mayores porcentajes de afiliación: banca, seguros y oficinas, minas, artes gráficas y material es por provincias: Madrid (para Barcelona faltan los cenetistas), Valencia, Vizcaya, Badajoz.
1.2.13.5. Practica y conflictividad
Participación en el Gobierno de PS y UGT, aunque no podía llevar adelante todo su programa. No salen adelante el proyecto de ley de control obrero, ni el impuesto progresivo sobre la renta, pero sí un importante conjunto de leyes laborales, que se encontraran con la enemiga de la patronal agraria y de la CNT.
En cuanto a la ley de Reforma Agraria, "una resultante de los distintos sectores de la mayoría" (p. 907): no satisface a los social-ugetistas, que participan también desde 1932 en las ocupaciones de tierras.
En 1931-1933, alto grado de conflictividad, incluso violenta, debida a la estrategia comunista y cenetista, y a pesar de la social-ugetista.
Conflictividad laboral: progresión constante de 1931 a 1933; el paro no interviene como freno de las huelgas. Este ascenso —sobre todo en 1933— no lo explica ningún cambio en el nivel de vida: entre otras cosas porque "el impacto de nivel de vida (...) se produce siempre (...) a través de las agrupaciones laborales" (p. 910). Hay que acudir a factores políticos.
Examen de "algunos casos marcados de conflictividad" (n. 911): Sevilla y Pasajes, mayo 1931; Gerona y Malaga, Junio; huelga de la Telefónica y sucesos de Sevilla, julio; nuevas huelgas generales en diversas poblaciones en septiembre; permanente agitación agraria; sucesos de Castilblanco y Arnedo.
Enero 1932: insurrección cenetista en el Alto Llobregat; siguen deportaciones y huelgas de protesta. Frecuentes huelgas de campesinos y mineros. En Sevilla se contesta con la huelga general al alzamiento de agosto de 1932.
En 1933, especialmente importantes las huelgas de la construcción de Barcelona y de dependientes del comercio de Madrid. Ascienden al doble las huelgas agrarias. Nuevos intentos insurreccionales de la CNT en enero (que lleva a "la inadmisible represión de Casas Viejas", p. 914) y diciembre (uno de los alzamientos mas duros y extensos).
"Se había llegado a un momento en que no sólo el movimiento obrero se planteaba objetivos globales (...), sino también en que cada sector tenía sus propios objetivos y estrategias globales" (p. 916).
1.2.13.6. Periodo 1934-1936
a) Evolución orgánica de las asociaciones obreras: retroceso y posterior ascenso del PS. Lo fundamental, "el problema interno del P.S. y las relaciones de acercamiento entre distintos sectores del movimiento obrero" (p. 916), particularmente las de orientación marxista. A partir de enero de 1934, el PS pasa "de la colaboración incondicional a la oposición revolucionaria" (p. 917), con un programa radicalizado (incluida la nacionalización de la tierra) redactado por Prieto, y la preparación de un movimiento revolucionario.
Influye mucho sobre los movimientos obreros el ascenso "fascista" en Europa. Se forman las Alianzas Obreras, que sólo en Asturias suponen un pacto UGT-CNT. En las Juventudes Socialistas, radicalización y adopción (con S. Carrillo) de una línea partidaria de una solución violenta para llegar a la dictadura del proletariado. En septiembre, los comunistas ingresan en las Alianzas organizadas por los socialistas y mejoran sus relaciones con ellos.
En el socialismo, tensión interna entre "izquierdistas" de Largo Caballero y "centristas" de Prieto, que se mantiene después de octubre 1934. En la primavera de 1936, los centristas dominan en la Ejecutiva del PSOE, mientras la UGT esta bajo el control caballerista. La mayoría de los parlamentarios estaban con Largo, y las Juventudes caminan hacia la unificación con los comunistas. Aunque el PSOE reanuda sus contactos con los republicanos, sólo de manera muy ocasional los aceptan los izquierdistas, que en mayo de 1936 vetan a Prieto como jefe de gobierno.
b) La CNT : sólo asturianos y vizcaínos participan en el movimiento de 1934. En febrero de 1936, una gran parte de los cenetistas votan por el Frente Popular. En mayo de 1936, nuevo Congreso CNT, en Zaragoza, que supone un rotundo triunfo de la FAI, apoyada por los catalanes, andaluces y extremeños. Se traza "un cuadro utópico de lo que sería el 'comunismo libertario' " (p. 923). Vencidos: los treintistas (que se reintegran a la CNT), los faístas que propugnaban una acción disciplinada y el secretario general H. Prieto.
Implantación en las regiones tradicionales. Equipos directivos: poca importancia de los organismos nacionales; teorizantes, organizadores sindicales y "hombres de acción".
c) En cuanto al PC, desde junio 1934 busca el "frente único" y, en septiembre, acepta entrar en las Alianzas Obreras montadas por los socialistas; desde ese mes, socialistas y comunistas participan conjuntamente en actos publicos. Fuerte represión después de octubre. En junio 1935 lanzan la idea del Frente Popular, aplicación de "una estrategia de defensa y desarrollo de la democracia", "en función de la coyuntura europea de ascenso del fascismo" (p. 925).
En noviembre ingresa la CGTU en la UGT; pero ya entonces había comunistas en el comité nacional UGT. En marzo 1936 se anuncia un fuerte ascenso de la militancia (hasta 60.000 afiliados). Apenas cambios en cuanto implantación: desgaste de Sevilla y reforzamiento de Madrid.
d) Practica
En 1934, descenso del movimiento huelguístico, muy fuerte en 1935. Destacan algunos conflictos esenciales: huelga de campesinos en junio, bajo la dirección de la UGT, con una neta carga política, que termina en fracaso; general de Zaragoza; metalúrgicos de Madrid (se obtiene jornada de 44 horas por unos meses); diversas huelgas políticas, bajo la dirección de socialistas y comunistas.
Después "con ocasión o pretexto de la entrada de tres ministros de la CEDA en el Poder, el alzamiento insurreccional de octubre" (p. 927), que Tuñón advierte no pretende estudiar. Se refiere solamente a: el PS decide el alzamiento sin comunicar nada a sus aliados; distinto impacto en las diversas regiones, con mención especial a Asturias; desfase entre las diversas regiones del país, y diferencia de objetivos entre cenetistas (volver a un gobierno republicano-socialista) e izquierdistas (la revolución socialista).
Fuerte descenso de la actividad en 1935. Elecciones del Frente Popular, que llevan al Parlamento a 99 socialistas y 17 comunistas (mas 4 catalanes). En los meses siguientes, avanza el movimiento unificador: manifestaciones conjuntas el primero de mayo, unificación de Juventudes y del movimiento catalán (nace el PSUC), trabajo conjunto dentro de UGT. Pero seguían las tensiones entre las diversas tendencias socialistas.
Balance final
Los factores de movimiento y conflictividad en los años treinta: para Vicens y Martí, de carácter estructural, no relacionados con la coyuntura económica. Balcells: hay que tener también en cuenta la coyuntura y, especialmente, su incidencia sobre el paro.
El autor es partidario de "una hipótesis global" que tenga en cuenta "la totalidad articulada de factores" (p. 931) crisis económica mundial; específica situación española (cambio político, una estructura social arcaica en entredicho, "enfrentamiento cultural y de mentalidades enraizado en un subsuelo social", coyuntura económica marcada por la reacción negativa de los patronos y la radicalización de peticiones obreras); coyuntura política europea, que penetra fuertemente, primero en los equipos dirigentes de las fuerzas españolas y después "transmitir como fenómeno 'ideológico'" (p. 933), en las bases. Junto a todo ello, los factores de carácter estructural a que se aludía antes. Y los grupos humanos que hacen llegar todo lo anterior a la fase practica.
Hay conflictos de origen estructural (sublevaciones —de base agraria— de enero y diciembre de 1933) y otros mas afectados por la coyuntura (y de base industrial): Asturias.
Falta de unión entre los sectores laborales, salvo en abril 1931, febrero 1936 y Asturias. Debilidad también de la colaboración con los republicanos. Falta de coordinación entre sectores agrarios y urbanos. Incorporación multitudinaria al movimiento de trabajadores no obreros.
"A partir de aquel periodo el movimiento obrero y laboral tiene carta de naturaleza en la historia de España. Su historia específica es labor ardua y esta todavía por realizar" (p. 935, final del texto).
2. VALORAClON TECNICA Y METODOLOGICA
2.1. VALORACION TECNICA
2.1.1. El autor ha hecho un gran esfuerzo por recoger en este libro las aportaciones de la bibliografía mas reciente, ademas de gran cantidad de información tomada directamente de fuentes impresas. En esta labor de recogida de datos esta sin duda lo mas positivo de la obra. No faltan, sin embargo, incluso en este aspecto, reservas importantes que hacer.
a) En primer lugar, no son infrecuentes los errores de hecho, en ocasiones errores de bulto. Por poner algunos ejemplos: en p. 332 se dice que Pablo Iglesias obtuvo en Bilbao "5.000 votos en las reñidas elecciones legislativas de 1893"; en realidad fueron 187. En p. 603 se asegura que en Bilbao, en 1918, se dio "el caso singular" de que el socialista Indalecio Prieto "saliese sin elección, por el artículo 29, ya que nadie se atrevió a enfrentarse con su candidatura"; en realidad, se presentaron otros dos candidatos, cuyos votos sumados superaban a los de Prieto.
Del mismo modo, es un error de hecho considerar a la Asociación "Estudios sociales y Económicos" prácticamente una filial de la Confederación Patronal Española (cf. p. 901), cuando sabemos que se adhirieron a la primera muchas empresas que se mantuvieron pertinazmente alejadas de la segunda; un error de juicio, asimilar sin matices la UGT al socialismo cuando hasta 1920 sabemos que no era así (3).
b) Por otro lado, a través del resumen del libro antes ofrecido y, desde luego, de su consulta directa, puede advertirse el gran número de ocasiones en que se recogen unos datos (sobre condición obrera, por ejemplo) heterogéneos y dispersos, de los que ni siquiera se intenta obtener conclusión alguna. Son también frecuentes los casos (en los epígrafes dedicados a "la base socioeconómica", por ejemplo) en que se ventila un tema por la simple yuxtaposición de datos. hay en el libro un verdadero "amontonamiento" de información en muchas ocasiones no digerida.
c) Al volumen de la obra contribuye en no pequeña parte la frecuencia de las reiteraciones. Por poner un ejemplo, los datos sobre implantación de las distintas organizaciones obreras por regiones y oficios, recogidos generalmente en los epígrafes de cada capítulo dedicados a cada uno de los movimientos obreros, se repiten casi sistemáticamente después en el epígrafe concretamente dedicado a la "implantación" del movimiento obrero.
d) En un libro de las características del que comentamos, se echa mucho en falta la ausencia de índices onomástico, toponímico y de materias, que hubieran facilitado grandemente la localización de noticias en este centón de datos.
2.1.2. Sin entrar todavía en el análisis de los presupuestos ideológicos, que explican muchas de las expresiones del autor y que deforman muchas veces el sentido de la información que recoge, pueden anotarse aquí algún ejemplo que muestra simplemente cierta ligereza en las afirmaciones y comentarios. Veamos algún caso:
— el comentario del autor a las cifras que sobre la implantación ugetista por oficios en 1911 recoge en pp. 502-3 es inadecuado. No tiene en cuenta la importancia de las cifras en Edificación, Alimentación y Madera.
— se considera, con varios autores más, que el Gobierno hizo todo lo posible para hacer estallar prematuramente, y abortar así, el movimiento revolucionario de agosto de 1917, y que por ello se negó a cualquier solución de la huelga ferroviaria entonces declarada, y no se tiene en cuenta que pocas semanas antes se había lanzado en Vizcaya una huelga general metalúrgica que no pudo resolverse por la intransigencia de los dirigentes ugetistas, que buscaban entrenar a los trabajadores para la revolución, como reconocieron más tarde (4).
— en diversas ocasiones el autor no se atiene a las consideraciones críticas que él mismo había hecho en su momento sobre algunas fuentes estadísticas: así ocurre, por ejemplo, con las estadísticas de huelgas que, si en 1918 muestran un aumento de la conflictividad respecto a 1917 (cfr. pp. 603-4), es sólo porque la mayor parte de las huelgas de 1917 no fueron recogidas en ellas.
2.1.3. Se ha dicho en general de las obras dedicadas a la historia del obrerismo español, y se puede decir con toda justicia de la que tenemos entre manos, que sus autores parecen más bien abogados de una causa que investigadores de un problema.
En efecto, la historiografía del movimiento obrero ha solído ser en nuestro país una historiografía militante; y son muchas de las pruebas de que, aún en el caso de que su autor deseara otra cosa, no es este libro de Tuñón una excepción a la regla. No puede olvidarse, a este respecto, la pertenencia de Tuñón al Partido Comunista y —si ha de creerse al generalmente bien informado Jorge Semprún— a los servicios secretos soviéticos (5).
Abundantes ejemplos de las deformaciones que dicha actitud militante produce aparecerán al hablar de los presupuestos ideológicos sobre los que Tuñón trabaja. Un caso significativo es el tratamiento del fenómeno terrorista: no se olvida el autor de dar datos concretos sobre el volumen de la represión antiterrorista, mientras faltan precisiones sobre las víctimas del terrorismo. Así, al tratar del terrorismo barcelonés de los años 90 (pp. 336-7), Tuñón anota la explosión de una bomba en el teatro del Liceo en 1893 sin referirse a los dieciocho muertos que ocasiona, pero no olvida que, como consecuencia de dicho atentado, fueron ejecutados ó anarquistas. Unas líneas después, y tomándolo —como no deja de advertir en pleno texto— "del libro de Jaime Castiñeiras y Javier Domínguez, Un siglo de lucha obrera, editado por las ediciones "Mensajero de Deusto (1971)" (6), escribe: "Sigue una represión feroz de los anarquistas y el famoso proceso de Montjuich. Se detiene a unos 400 hombres. Se utilizó la tortura en gran escala. Así se arrancaron confesiones de cuyo valor dudaron no sólo los medios extremistas, sino también algunos sectores conservadores".
Mantiene la misma actitud y los mismos procedimientos cuando estudia el terrorismo barcelonés de 1919-1923 (cf. pp. 697-699). Apenas se dice nada —y nada se reprocha— del terrorismo de los pistoleros anarquistas, que originó la caótica situación de Barcelona en aquellos años. Todo el énfasis se pone en la política represiva del gobernador general Martínez Anido, que recomendó a los obreros "libres" que pagaran a los "sindicalistas de acción" con la misma moneda y llegó a recurrir a la "ley de fugas": "algo citado coincidentemente por historiadores como Fernández Almagro, García Venero, Pabón, etc." (p. 697), a los que, por cierto, no cita en tantos temas en los que sus opiniones discrepan de la de Tuñón (La Semana Trágica y el caso Ferrer, por ejemplo). Poco después (p. 724), el autor afirma que es a los grupos anarquistas de acción a quienes "parece imputable el asesinato del cardenal Soldevilla, como represalia al de Seguí" (un líder sindical cenetista): que el asesinato de un cardenal pueda ser considerado represalia por la muerte (en circunstancias muy oscuras) de un dirigente obrero no le merece a Tuñón ningún comentario.
Significativo es en sí mismo el hecho de que en diversos momentos el autor crea necesario recurrir a diversos autores no marxistas para dar credibilidad a sus opiniones. Como lo es también la inclusión, en las primeras páginas, de la siguiente advertencia, tan inusitada en un libro científico: "Esta obra ha sido enfocada con perspectiva y metodología estrictamente científica (...) Cualquier analogía en las denominaciones y enunciados con hechos de nuestro tiempo, no puede interpretarse más que como una pura coincidencia del acaecer histórico. E1 más elemental rigor científico prohibe toda trasposición de los hechos históricos más allá de las fronteras cronológicas que lo definen" (p. 8).
2.2. VALORACION METODOLOGICA
Con las cualidades y defectos ya señalados en el aspecto técnico, es en el análisis de la metodología seguida por el autor donde aparecen los postulados básicos del trabajo, que lo fundamentan aun cuando en ningún momento se demuestre su validez. Como el libro de que tratamos es un manual, y un manual de historia, no se encuentran en él conclusiones; por ello, el nivel de esos presupuestos "a priori" es el que permite y exige una más profunda crítica desde el punto de vista doctrinal.
2.2.1. Algunos de tales postulados, presentes a lo largo de todo el trabajo, no son explícitamente presentados por el autor en ningún momento; otros, en cambio, aparecen expuestos por Tuñón de Lara en la introducción del libro. Entre estos últimos está el que Justifica la arquitectura de la obra: "Nuestro estudio (...) parte de la estructura socioeconómica para llegara la estructura obrera y a su protagonismo coyuntural" (p. 15). De dicho principio procede el esquema elegido por el autor para su exposición.
La inspiración marxista de dicho esquema expositivo es indudable: están primero las actividades productivas, de las que depende la vida del trabajador y de ésta, a su vez, la praxis obrera. Es verdad que, desde la introducción, Tuñón de Lara insiste en que "la ecuación condición de vida obrera conflictividad, es falsa por esquematismo, ya que todo posible condicionamiento se realiza por mediación (...), a través del hombre como protagonista de la historia" (pp. 14-15). Pero ya es suficientemente significativo —y falsificador— que se pueda considerar especialmente importante la relación entre condición de vida obrera y praxis obrera (a su vez reducida a conflictividad), dejando de lado, en cambio, factores tan importantes para explicar la formación y acción de las diversas organizaciones obreras como son el nivel cultural de una sociedad, las creencias religiosas y las tradiciones intelectuales dominantes en ella, el marco y las fuerzas políticas, etc.
Además, precisamente en la desconexión entre los epígrafes dedicados a "la base socioeconómica" y el estudio de la condición, organización y praxis obrera que constituye el centro de interés del libro, radica una de las insuficiencias principales de la obra, uno de los aspectos en los que el autor no consigue los objetivos propuestos. En dichos epígrafes Tuñón de Lara hace un resumen, muchas veces desordenado, de los principales estudios de historia económica de España que muy pocas veces tiene en cuenta en sus explicaciones de los epígrafes posteriores.
2.2.2. Otro postulado de la obra, no explicitado pero no por ello menos importante, es el que nos presenta, en el estudio de las relaciones sociales de la España contemporánea, a dos y sólo a dos clases, necesariamente enfrentadas entre sí además.
No es ésta una simplificación de las bases metodológicas que Tuñón de Lara sigue: es simplemente la explicitación de unos principios que presiden toda la obra. Veámoslo.
2.2.3. Como digo, son sólo dos clases las que aparecen a lo largo del libro. Por una parte, los obreros o trabajadores (en seguida hablaremos de la distinción entre estos dos términos), cuya unidad esencial pone Tuñón de relieve precisamente al definir lo que es "el movimiento obrero" (siempre en singular): "el órgano de formación y de expresión de la conciencia colectiva, a la vez que el instrumento de la praxis histórica del obrero y, en general, de los trabajadores" (p. 14). Por otra, "la burguesía", término al que se recurre con mucha frecuencia a lo largo de la obra sin que en ningún momento se defina, pero cuya unidad esencial se da también por supuesta, aunque se distingan subclases dentro de ella (gran burguesía, pequeña burguesía), y se hablé también (lo veremos más adelante) de la existencia de una oligarquía de terratenientes preburguesa ("feudal").
De las dificultades que supone mantener un esquema dualista tan simple dan buena fe las imprecisiones de Tuñón de Lara al definir términos como "obrero" y "trabajador". Después de definir al obrero como "aquella persona que vende su fuerza de trabajo a otra, llamada capitalista, que posee los medios de producción y que es también dueña de los bienes producidos" (p. 9), considera "obrero en sentido estricto" al que trabaja en los sectores primario o secundario de la producción (fórmula esta última muy imprecisa); pero pocas líneas más abajo se habla "de la diferenciación esencial entre el obrero en sentido estricto y limitado del término —el del sector secundario— y el asalariado agrícola" (p. 10).
Junto al "obrero en sentido estricto, primera acepción" está el trabajador o, más exactamente, el trabajador por cuenta ajena, "es decir, que vende su fuerza de trabajo contra una remuneración": trabajador y obrero (en sentido amplio) son, pues, sinónimos. Todos los trabajadores (obreros en sentido amplio) forman "el conjunto salarial", en el que, como es lógico, no se incluyen —advierte el autor— los trabajadores por cuenta propia. Sin embargo, pocos párrafos después se expone "el hecho contemporáneo de una inserción (siempre minoritaria) en el movimiento obrero y trabajador de elementos marginales (no asalariados, se entiende) que se integran en él". Aún con reservas —en ella se hacen "demasiadas concesiones a la subjetividad"— Tuñón llega así a aceptar esa definición —ya recogida en el resumen— que el francés M. David ha hecho del concepto de movimiento obrero: sería "la serie de instituciones en que se agrupan los trabajadores y todos aquellos que optan por militar a su lado (...)".Más adelante veremos cómo, si se lleva esta postura a sus consecuencias lógicas, es más correcto prescindir del concepto de "movimiento obrero" y hablar, más bien, de "movimiento" socialista, anarquista, comunista, etc.
2.2.4. A1 lector puede extrañarle la afirmación hecha algunos párrafos más arriba de que Tuñón de Lara se esfuerza en poner de relieve la unidad esencial entre los trabajadores, en el marco de su concepción dualista de la estratificación social; y puede extrañarle, porque de hecho el autor no ignora en su estudio a ninguna de las muy diversas tendencias y fuerzas que —en España como en los demás países— luchaban por influir sobre las clases trabajadoras y organizarlas.
Pero, sin que llegue dicha posición al extremo de considerar absolutamente ajenas al "movimiento obrero" a ninguna de tales fuerzas, se hace evidente a lo largo de las páginas del libro —sin que llegue a explicitarse nunca dicho presupuesto— que para su autor sólo el movimiento marxista (y en especial, desde 1921, el marxista-leninista) se identifica plenamente con el movimiento obrero, que sería esencialmente uno en la medida precisamente en que sólo se considera propiamente obrero, en las demás fuerzas o tendencias obreristas, lo que las acerca o identifica con ese movimiento marxista, que es —para Tuñón— el movimiento obrero por excelencia (7).
2.2.5. Una primera tendencia a la que de hecho se le niega su identidad obrera (aunque aparezca estudiada —es verdad que muy someramente— en las páginas del libro) es la católica, o cristiana, o "social-católica" (en la terminología de la época).
Son numerosas las afirmaciones y juicios en este sentido. A1 estudiar la acción de los Círculos Católicos en 1890-1900, se dice que "incluso el término 'paternalismo' (que emplea el P. García Nieto) parece suave" (p. 341). Las nuevas asociaciones obreras cristianas creadas entre 1900 y 1910 "no escapaban al conformismo en el orden social, lo que matizaba el carácter de su reclutamiento" (p. 413): afirmación que no se explica, y que es in cierta si con ello se quiere decir que los afiliados a dichas asociaciones no eran verdaderamente obreros.
A mitad de camino entre el error y ese quitar importancia a las fuerzas obreras cristianas que caracteriza a todo el libro, está la negación del carácter confesional de Solidaridad de Obreros Vascos (cf. p. 498). En la misma línea se advierte la ausencia de datos (que están al alcance de todos en obras bien conocidas) sobre los efectivos de la C.N.C.A. en los años diez (se cuentan por cientos de miles), mientras se afirma que "los Sindicatos católicos pasan de 25.000 en 1916 a 60.000 en 1919" (p. 646). A1 presentar la realidad de dichos Sindicatos en 1916-1920 (p. 640-1) es evidente el desprecio que el autor siente hacia ellos. Concluye afirmando que, aunque hubo excepciones, "los sindicatos católicos a escala nacional no son una fuerza obrera", y que los únicos verdaderamente fuertes —los agrarios— "llevan un trabajo de tipo benéfico-social, cooperativo, mutualista, totalmente ajeno a la lucha que está patentemente planteada en España": no son frases originales del autor, sino de Castiñeiras Domínguez, autores de un libro poco importante, pero que tiene la ventaja (para Tuñón) de haber sido publicado en la católica Editorial "Mensajero". Digno de mención también el espíritu crítico —muy loable— con que el autor se enfrenta con las abultadas cifras de afiliados a sindicatos católicos: las que suelen darse para S.O.V. (cf. p. 897) y C.E.S.O. (cf. p. 899) son "a todas luces exagerada" y "demasiado elevada", respectivamente; las cifras de afiliados a la C.G.T.U. (comunista) consignadas pocas páginas antes (cf. p. 893) no le habían merecido, en cambio, comentario similar.
Dos últimas constataciones significativas: la ausencia de cualquier mención a la fuerza y a la acción, durante la Dictadura, de la Confederación Nacional de Sindicatos Libres (de inspiración cristiana, si bien no confesional), que fue durante aquellos años la segunda central sindical del país después de la U. G.T. Por otra parte, en los dos únicos capítulos (IX y XIII) en que se estudian —muy superficialmente— las organizaciones patronales españolas, aparecen éstas después de haber tratado del sindicalismo católico, sin apenas solución de continuidad.
Aunque parezca contradictorio con lo anterior, en el libro de Tuñón no abundan, sin embargo, los ataques a la Iglesia Católica. No se encuentran esos párrafos, habituales en obras del mismo signo, de denuncia de la Iglesia por su "alianza con la burguesía". No aparece tampoco (con una sola excepción), la más mínima referencia a la propaganda anticlerical y atea de socialistas, comunistas y anarquistas, ni, en general, el impacto —importantísimo— que las cuestiones religiosas tenían sobre la vida política y social de la España de la época. Consciente o inconscientemente, Tuñón sigue en su libro la misma política seguida por la Internacional de acuerdo con las instrucciones de Marx: no abordar la discusión de la cuestión religiosa, como se recuerda en la única página del libro (p. 185) en que se trata del tema (8).
2.2.6. Sin que se niegue a estas fuerzas su carácter de "obreras", es también fácilmente detectable la actitud crítica del autor respecto a anarquistas y anarcosindicalistas. Además de muchas otras decisiones no explicitadas (espacio dedicado a cada movimiento, aspectos positivos y negativos de la acción de cada uno que se destacan, etc.), es interesante a este respecto uno de los juicios de valor más rotundos que aparecen a lo largo del libro, que es un comentario a la postura "apolítica" que adopta el Congreso de Barcelona de 1870 en el que se funda la Federación Regional Española de la A.I.T.: "la negativa a la lucha por reformas y a toda coalición o alianza de clases para lograr objetivos comunes frente a un viejo régimen que continuaba sólidamente implantado (...) sería de graves consecuencias en aquella circunstancia histórica de España. Las tesis bakunistas (...) se impusieron a una asamblea de la que muchos de sus participantes distaban de compartir esas teorías, pero que aceptaron la iniciativa del grupo de dirección más activo y mejor organizado" (p.193).
2.2.7. Mucho más reiterada (quizá porque éste es un problema todavía actual, a diferencia de lo que ocurre con la polémica marxismo-anarquismo y su respectiva influencia sobre los trabajadores) es la posición pro-tercerista, primero, y procomunista, después, de Tuñón de Lara, al exponer las tensiones internas dentro de ese movimiento marxista del país.
Veamos algunos ejemplos. Las famosas "21 condiciones" impuestas en 1920 por la Internacional Comunista a todas aquellas organizaciones que quisieran adherirse a ella, y que aceleraron e hicieron inevitable la ruptura entre socialistas y comunistas dentro del movimiento marxista mundial, son consideradas como el medio para "crear partidos sólidos capaces de cumplir una función de vanguardia de la clase obrera" (p.687). Es a Manuel Nuñez de Arenas —uno de los " terceristas" más destacados— a quien acude Tuñón para evaluar los manifiestos respectivos de "minimalistas" y "maximalistas" en vísperas del Congreso de 1921: los primeros sólo buscaban la adhesión de los hombres influyentes; los segundos, la de las masas (cf. p. 700).
Reiteradamente (cf. p. 700-704) se destacan los manejos de los "minimalistas" en la preparación de aquel trascendental Congreso: "habían puesto en juego todos sus recursos" (p.704), incluso el de la influencia personal de "El Abuelo", Iglesias. Ningún comentario merece, en cambio, la acción de los terceristas, que eran dirigidos en su labor por delegados de la Internacional Comunista.
Poco después (p. 713) hace énfasis en "las consecuencias y dificultades en todas las esferas de la vida y de la relación social, que suponía la participación en el nuevo partido" (el Comunista) y sugiere que el miedo a arrostrarlas llevó a muchos a permanecer dentro del "ya respetable Partido Socialista" (loc. cit.).
Antes de mostrar algunos otros ejemplos de esa tácita identificación con la posición comunista desde 1921, conviene hacer una digresión para destacar el juicio que a Tuñón merece el Congreso escisionista de 1921. "En verdad —escribe— se había llegado a un recodo de la Historia, con el planteamiento de luchas sociales multitudinarias y exacerbadas, con crecimiento y madurez de la clase obrera, con agudización de las contradicciones entre el desarrollo económico y las relaciones de producción (...).Inevitablemente tenía que ocurrir lo que ocurrió, en una forma u otra, y aunque ninguna de las partes que contendían acertase a responder plenamente a los imperativos de aquella hora" (p. 714). Párrafo cargado de "clichés" marxistas y en cierto modo sorprendente por su determinista conclusión final que, como quizá era de esperar, no se justifica ni se argumenta.
Sigamos con otros ejemplos. Para expulsar a los Comunistas de la UGT en 1922, los socialistas aprovechan un incidente que "hiciéralo quien lo hiciese, objetivamente tuvo una función de provocación" (p. 722); para remachar su postura recoge citas de otros libros muy poco valiosos (Castiñeiras-Domínguez) o escritos por autores muy alejados ideológicamente de Tuñón, a los que, quizá por ello, Tuñón habitualmente ignora (García Venero).
Poco después (cfr. p. 730) hace fuertes críticas al PSOE y a la UGT porque sólo respondieron con un comunicado prudente al golpe de Estado de Primo de Rivera. Destaca, en cambio, la actitud beligerante de anarquistas y comunistas, pero el hecho de que dicha actitud no pasara de una declaración platónica no le merece ningún comentario. Sólo en Bilbao se responde al pronunciamiento con una huelga general de 24 horas, dirigida por el PSOE y la UGT, aspecto que Tuñón omite. Unas páginas antes recuerda cómo la Internacional de "reconstructores" (y con ella el PSOE) "vuelve al redil de la Segunda Internacional, que se define por su postura anticomunista" (pp. 723-4). E1 autor no cree necesario dar ninguna explicación o hacer comentarios sobre el asunto: por ejemplo, sobre la influencia que en la definición de posiciones de la Internacional Socialista (que no ya Segunda Internacional) tuvieron los furiosos ataques —no sólo verbales— bolcheviques y comunistas contra los socialistas.
Puede advertirse también cómo en su crítica de la trayectoria del PSOE (especialmente dura después de 1921) el acento negativo se pone sobre los partidarios de lo que podría denominarse un socialismo marxista gradualista, como Julián Besteiro, a quien se atribuye (cfr. p. 655) la principal responsabilidad en el fracaso del movimiento revolucionario de 1917. No hay, en cambio, crítica alguna —como no sea la de lamentarse de.la débil base teórica de dicha tendencia— respecto a la actividad del "ala caballerista" del PSOE en los años 30. Ningún comentario crítico le merece el movimiento revolucionario de octubre de 1934, que la mayor parte de los historiadores (S. de Madariaga y R. Carr, entre otros) han considerado un paso trascendental en el camino hacia la guerra civil.
En los últimos capítulos, el P.C. y su problemática son tratados por el autor de modo exquisito, a diferencia de lo que ocurre con otros sectores obreros. Ni siquiera el más ligero comentario crítico sobre la forma en que se plantea y resuelve en 1932 la crisis de dirección dentro del Partido: no requiere, al parecer, ninguna explicación, el que todas las decisiones al respecto se tomen en Moscú, ni el sumiso acatamiento de tales decisiones por los comunistas españoles (cf. pp. 885-890). La política "frentepopulista" de los comunistas en 1935-6, es definida en p. 925 como "una nueva política de alianza y bloques, una estrategia de defensa y desarrollo de la democracia", sin matización de ningún tipo.
En relación con lo que acabamos de exponer están los pre supuestos marxistas-leninistas de muchas de las tomas de postura de Tuñón de Lara. Reiteradamente se trata de las relaciones entre vanguardias obreras y conjunto de clase (véanse por ejemplo, pp. 737 y 795) desde perspectivas leninistas; y algo similar ocurre con el tema de la primacía de los intelectuales en el movimiento (cf. p. 489). Del mismo modo, la dura crítica que en pp. 519-524 se hace a la "confusa" posición del socialismo español ante la Primera Guerra Mundial parte de la aceptación implícita de la interpretación leninista —no confirmada por la historiografía actual del conflicto. Y, contra lo que suele ser su costumbre, en p. 692, el autor cree necesario aclarar la famosa respuesta que Lenin dio a Fernando de los Ríos en su viaje a Rusia en 1920 cuando éste le preguntó por la libertad en el nuevo régimen bolchevique ("La liberté... pour quoi faire?). La frase suele sacarse de su contexto, advierte Tuñón: "Nada permite colegir de esa respuesta que la libertad fuese inútil o inservible, tremenda deformación del marxismo, que podría serle imputada por ejemplo a Stalin, pero no al fuldador del Estado soviético" (tesis ésta también desmentida por la historiografía).
2.2.8. Esas dos supuestas únicas clases —burguesa y proletariado estarían además necesaria y dialécticamente enfrentadas (9). Las muestras de dicho nervio básico del pensamiento marxista —la historia es la historia de la lucha de clases— son muy abundantes, de hecho, en esta obra —como en una gran parte de la historiografía del movimiento obrero aparecida en los años 60 y 70 en nuestro país— se presenta nuestra historia contemporánea como la historia de la lucha continua entre las clases burguesa y proletaria.
Dicho presupuesto se pone especialmente de manifiesto en los epígrafes que en cada capítulo del libro dedica a la "práctica" (mala "traducción" del término marxista "praxis") del movimiento obrero. La práctica, la actividad del movimiento obrero, se reduce para Tuñón de Lara, de hecho, a la lucha política (tanto parlamentaria como revolucionaria) y a la conflictividad huelguística. La contratación o negociación colectiva, tan importante ya en las relaciones laborales españolas del primer tercio de nuestro siglo (10), ni siquiera es mencionada a lo largo de las 900 páginas del libro; apenas interesan tampoco las relaciones obrero-patronales a través de organismos corporativos como son los Comités paritarios y los jurados mixtos, y se dedica muy escasa atención —como a continuación veremos— a la influencia de la intervención estatal sobre las relaciones de trabajo.
La "práctica" del movimiento obrero español, a lo largo de los cien años largos estudiados por Tuñón, se reduce así —desde el punto de vista laboral— a una continuada serie de conflictos huelguísticos, que nunca se contempla según su verdadero papel dentro de los muy variados modos de relación entre empresarios y trabajadores y que, además, se estudian únicamente desde el punto de vista obrero, sin que se haga ningún esfuerzo por conocer al otro "contendiente": es ésta una muy habitual deformación de perspectiva en la historiografía del movimiento obrero, que equivale —como ha escrito recientemente el holandés VanTijn, con una metáfora muy gráfica, aunque no del todo exacta— a intentar analizar la batalla de Waterloo y entender el curso de la acción únicamente a través del estudio de los movimientos de las tropas francesas (11).
Debe además hacerse notar la nuclear ambigüedad con que el tema de la conflictividad huelguística esta tratado a lo largo de la obra. Porque es bien sabido que los conflictos huelguísticos pueden tener muy distinto carácter, desde el de instrumento de presión para conseguir mejores resultados en la negociación colectiva hasta el de manifestación de rechazo global del sistema sociopolítico. Y sobre este punto no pasa el autor de hacer algunas consideraciones generales, que no tiene en cuenta a la hora del análisis (en la mayor parte de los casos mera descripción) de los conflictos concretos (12).
Resultado lógico de todo ello es que el lector de la obra obtiene la impresión de que nuestra historia, desde mediados del pasado siglo, se caracteriza por una continua lucha de clases. Ello es especialmente deformador en nuestro caso si se tiene en cuenta que, si hay algo que distinga la vida social y política española respecto a la de otros países europeos en la Edad Contemporánea, es precisamente la amplia y prolongada desmovilización política de sus ciudadanos y, más concretamente, la muy débil influencia de los movimientos obreros sobre la política nacional hasta muy entrado el siglo XX (13).
En este punto, lo criticable en la obra que analizamos no es tanto la ausencia de datos bien conocidos en este sentido como el nulo esfuerzo hecho para identificar y analizar el fenómeno. Es bien sabido —y Tuñón de Lara no lo oculta— que hasta 1910, y con el apoyo del voto republicano, no consigue el PSOE un escaño, su primer escaño, en las Cortes españolas; pero es necesario destacar —y Tuñón de Lara no lo hace— que en esas fechas los diputados socialistas se contaban por docenas en algunos Parlamentos europeos, sin que pueda achacarse tal retraso a la débil actividad de los hombres del PSOE, uno de los primeros partidos marxistas por su fecha de fundación. Por otro lado, tampoco faltan en el libro los momentos en los que la exageración del protagonismo de los obreros organizados de forma consciente o inconscientemente la realidad: así ocurre con el tema —por otra parte pocas veces abordado— de los niveles de afiliación sindical de los trabajadores españoles (14).
2.2.9. En esa lucha, inevitable, continua y global, entre burguesía y proletariado, el Estado está siempre, según Tuñón, de parte de la primera. "La alianza Poder público-fabricante" (p. 129) es para el autor una constante en la historia contemporánea de España. Se silencia por completo la existencia y vitalidad de nuestro país de un movimiento reformista de múltiples raíces (cristiana, krausista, socialista), que influyó eficazmente en la vida social de la España contemporánea (15). La atención que se presta a la legislación laboral —el mejor fruto de ese afán reformista— es muy escasa, plena de malentendidos y lagunas; y es sistemáticamente interpretada como una consecuencia del crecimiento de la conflictividad social, como la expresión en forma legislativa de las resultantes de una variedad de colisiones de líneas de fuerza, en distintas coyunturas de conflicto" (16).
2.2.10. Muy desdibujado queda también —cuando no negado— el indudable balance positivo (más positivo en la ciudad que en el campo, y en unas regiones más que en otras) de la evolución de las relaciones de trabajo en la España contemporánea.
En este sentido, hay que destacar que una España cada día más poblada es capaz de dar a sus habitantes unas condiciones de vida progresivamente mejores. No es ésa, desde luego, la conclusión que saca Tuñón de Lara, porque el autor no saca ninguna de los datos que él mismo ofrece. Lo que sí está claro es la dificultad con que Tuñón reconoce cualquier avance en las condiciones de vida y trabajo de los obreros españoles y la aparente "satisfacción"con que insiste en que dichas condiciones eran —seguían siendo— "pésimas".
En casi todos los primeros capítulos, junto a una barahunda de datos aislados muy poco concluyentes, abundan consideraciones del tipo de las siguientes: "el obrero no cuenta para nada" (p. 70), "las condiciones penosas de trabajo no habían cambiado en nada" (p.182). En los capítulos siguientes, Tuñón insiste siempre que puede en el estancamiento del nivel de vida del trabajador y, cuando no puede, advierte de la poca fiabilidad de los datos estadísticos que aduce (los mismos de que se sirve para los demás capítulos) y de que el trabajador sigue teniendo muchas dificultades para vivir con su salario, por el crecimiento de su "mínimo de necesidades vitales" (17).
Veamos algunos ejemplos concretos de estos últimos extremos. Se dan algunos datos sueltos sobre accidentes de trabajo, que no pueden ser significativos, y que nunca se ponderan en su contexto, para destacar la ausencia de las oportunas condiciones de higiene y seguridad en el trabajo, cuyos progresos —ciertos, aunque lentos— nunca se recogen (18). Si admite que entre 1920 y 1930 se produce un ascenso en los salarios reales, es para advertir a continuación del "valor más que relativo" (p.769) de los promedios estadísticos manejados, aunque son los mismos que había empleado sin ningún género de consideraciones críticas para asegurar el ligero descenso de los salarios reales entre 1914 y 1920. Nada se dice del pleno empleo de 1923-7, pero sí de la tendencia al paro a partir de 1927 (cf. p. 770). Sin que se recurra a correlaciones estadísticas fiables, se relaciona el aumento de los ritmos de producción con el de los accidentes de trabajo (loc. cit.). Reiteradamente (cfr. p.816 y 820) se afirma que los salarios agrícolas descienden a partir de 1934, sin que lo confirmen los datos recogidos en dichas páginas.
2.2.11. Entre los presupuestos indemostrados de "E1 movimiento obrero en la Historia de España" están, por último, algunas tesis generales sobre el desarrollo de nuestra historia contemporánea y, en concreto, la famosa teoría del fracaso de la revolución burguesa, tesis recientemente criticada, entre otros, por J. Varela Ortega (19).
Entre los conceptos y juicios que se dan así por adquiridos están: el de "oligarquía" (que llega a a aparecer con mayúscula) (cf. p. 713) para referirse a la clase gobernante; el de "bloque oligárquico", formado por grandes propietarios agrarios y alta burguesía (cf. pp. 262-311); y esa "teoría del fracaso de la revolución burguesa", que aparece ya en los marxistas españoles del primer tercio del siglo (20), según la cual la"contradicción principal" existente en la España de mediados del XIX, que separaba a los grandes propietarios agrícolas del resto de la sociedad, no llevó a la lógica "revolución burguesa" porque esa nueva clase ascendente prefirió aliarse con la "oligarquía" por temor al proletariado (cf. pp. 128-130, 177...).
Otros "clichés" y apriorismos no constatados empíricamente relativos a la historia contemporánea de España salpican la obre: piénsese, por ejemplo, en el absolutamente extemporáneo juicio de las pp. 238-9 sobre la frustrada "revolución burguesa" del sexenio (la razón, la ausencia de una alianza con los medios obre ros de la ciudad y del campo).
3. VALORACION CONCLUSIVA
Como ya advertíamos más arriba, y debido a su carácter de manual de Historia, la obra de Tuñón de Lara que reseñamos carece de conclusiones. Ni existe un apartado final dedicado a ellas, ni se puede decir tampoco que, aún sin abrir ese apartado, el autor haya llegado a lo largo del libro a unas conclusiones teóricas o prácticas.
Lo que sí hay, como ya hemos visto, es un conjunto de presupuestos indemostrados, en la mayor parte de los casos implícitos, que condicionan muy negativamente el esfuerzo hecho por el autor para recoger todos los datos hasta 1972 sobre el tema. A ese conjunto de presupuestos hemos hecho ya amplia referencia en el apartado anterior; baste recordar aquí que dichos presupuestos condicionan incluso el propio tema elegido por el autor, y explican sus fronteras y sentido. En efecto difícilmente una "historia del movimiento obrero" (en singular), como la que el autor presenta, puede ser vía adecuada para el conocimiento de la historia política y social contemporánea: porque ese "movimiento obrero" no existe como tal más que para quienes, desde una perspectiva marxista, identifican total o tendencialmente la realidad y acción de las clases trabajadoras con los objetivos y la actividad del movimiento marxista. Se puede y se debe hablar de movimiento socialista, comunista, anarquista, social-cristiano. Se puede hablar también de movimiento obrero si se tiene en cuenta que de hecho (y con todas las lógicas diferencias según las épocas, países y situación concreta) los trabajadores forman o pueden formar un frente común para defender sus intereses profesionales y sociales comunes. Pero cuando a ese movimiento obrero se le asigna el objetivo histórico de la revolución socialista, entonces el concepto no nos sirve a los historiadores, porque la realidad contemporánea —en España y fuera de ella— no nos muestra la existencia de ese frente común proletario con unos objetivos marxistas.
Por otro lado, el enfoque ya conocido es también inadecuado desde el punto de vista metodológico, por cuanto hace muy difícil estudiar la realidad y la actividad del "movimiento obrero" en su verdadero contexto, político y laboral. Ya decíamos, que a pesar de los propósitos del autor, Tuñón de Lara no consigue su objetivo de entender el movimiento obrero en la historia contemporánea española: y es lógico que no lo consiga, porque para entender el papel político de los diversos movimientos obreristas del país habría que haber profundizado mucho más en la realidad y la evolución del sistema político; y para comprender su función en el terreno laboral, hubiese sido necesario presentar a los demás elementos (patronos, gobierno, administración, fuerzas sociales...) y aspectos del sistema español de relaciones laborales.
En cuanto a la valoración de esos presupuestos indemostrados a la luz de la razón natural y de la doctrina de la Iglesia, pienso que no es necesario detenerse mucho en este punto. Creo que ha quedado bien clara la estrecha relación que existe entre tales presupuestos y los principios básicos del materialismo histórico: y basta recurrir a la bibliografía crítica general sobre el marxismo para observar cómo y hasta qué punto tales principios se oponen tanto a la razón natural como a la doctrina de la Iglesia. No es éste el libro de un filósofo, sino el de un historiador. No hay en él tesis filosóficas originales que exijan una valoración especifica.
Desgraciadamente, no existe por ahora en el mercado ninguna obra que, sin presentar los múltiples inconvenientes de la que aquí reseñamos, la iguale o supere en lo que se refiere a la recogida y ordenación de datos sobre el tema. Para los epígrafes dedicados al estudio de "la base socio-económica", sí puede acudirse a los manuales clásicos —no siempre satisfactorios— de Vicens Vives, Voltes Bou o Lacomba (21). Las demás obras generales sobre el movimiento obrero español, o están ya muy desfasadas (22), o están escritas por militantes de diversos movimientos desde una perspectiva muy parcial (23), o no hacen más que completar en algunos puntos la obra de Tuñón sin modificar su enfoque ni corregir sus deficiencias básicas (24). No es posible, hoy por hoy, recomendar un buen libro sobre la historia de los movimientos obreros o de las relaciones laborales en España.
NOTAS
(1) Se refiere a Historia y realidad del poder (El poder y las élites en el primer tercio de la España del siglo XX), Madrid, Edicusa, 1967.
(2) Intento de organización internacional propugnada por la izquierda del socialismo europeo (socialistas austriacos, independientes alemanes, longuetistas franceses), a medio camino entre la Segunda Internacional y la Komintern. Nacida en 1920, en 1923 se une a la Segunda para formar la Internacional Socialista.
(3) Ya al hablar de la fundación de ambas entidades se afirma que "de hecho, la vinculación entre P.S. y UGT fue estrechísima desde su fundación" (p. 325); y en p. 342 se asegura que "la estrecha conexión del P.S. con la UGT (...) nos permite operar conjuntamente con los datos de ambos organismos", ya que "afiliarse a la UGT significaba una adhesión de simpatía hacia la corriente socialista". Sobre el carácter no socialista de la UGT hasta 1920, véase I. Olábarri Gortázar, Relaciones laborales en Vizcaya, 1890-1936, Durango, Leopoldo Zugaza ed. 1978, pp. 76-80; J. Andrés Gallego, "La UGT no nació socialista", Historia 16, No. 37 (mayo 1978) 75 ss.
(4) Cf. Olábarri, 1978, p. 412.
(5) En pp. 125-6 de su "Autobiografía de Federico Sánchez" (Barcelona, Planeta, 1977), Semprún se refiere a aquel "periodo sombrío de la historia del PCE" (p. 122) en que se ordenaron o aprobaron asesinatos o sanciones injustificados contra militantes disidentes o simplemente "inconvenientes";y cita el caso Rajla, comunista húngaro al que se condenó acusándole falsamente —como luego se demostró— de provocador y confidente de la policía. "Pues bien —sigue contando Semprún— en aquella época un camarada de tu célula, Manuel Tuñón de Lara —que ahora se nos presenta como un historiador objetivo y liberal—, te dijo (dijo a "Federico Sánchez", nombre de guerra de Semprún mientras fue militante del PC y protagonista de la novela, que se desarrolla en forma de diálogo del personaje consigo mismo), en el curso de una conversación personal, en la que expresabas algunas dudas sobre el asunto Rajla, que todas las acusaciones eran ciertas. Te dijo, para convencerte de la culpabilidad de Rajla, que él mismo había visto, con sus ojos visto, las fotocopias de la ficha de liberación de Jaszlo Rajla del campo de concentración francés, ficha que demostraba la intervención directa de la Gestapo en dicha liberación. Le preguntaste, como es lógico, quién le había enseñado esa ficha. Puso Tuñón de Lara cara de misterio y te dijo en voz baja que eran los camaradas soviéticos. Moviste la cabeza, impresionado. Luego, naturalmente, y aunque no lo comentaras con nadie, tuviste que preguntarte a tí mismo qué tipo de relaciones tendría Tuñón de Lara con los "Camaradas soviéticos". Luego, una serie de indicios, entre los cuales el hecho mismo de que Tuñón se alejara sin conflictos del PCE para hacer el papel de historiador objetivo y liberal, te hicieron comprender que dichas relaciones eran especiales. Mejor dicho, que debían de ser relaciones con los Servicios Especiales".
(6) Es éste —citar, en puntos relativamente delicados, a autores que publican en conocidas editoriales "católicas"— un procedimiento que Tuñón de Lara utiliza en diversas ocasiones; también, como veremos, al hablar del sindicalismo católico.
(7) No hay en todo el libro una sola alusión crítica al marxismo o al comunismo. Es notable que Tuñón de Lara recoja, de las memorias del internacionalista español Anselmo Lorenzo, la "extraordinaria impresión humana" que le produjo Carlos Marx, a quien visitó en su casa de Londres en 1871 (cf. p. 199), y silencie, en cambio, las decepciones e igualmente conocidas consideraciones de Lorenzo al observar cómo lo que él creía simplemente un pleito estratégico o ideológico, era más bien un violento antagonismo personal entre Marx y Bakunin, ninguno de los cuales perdonaba medio para destruir la reputación y la influencia del otro.
(8) En p. 911 hay otra alusión, obligada, debido a la importancia de los acontecimientos en cuestión en el desarrollo de la "práctica" del movimiento obrero: se trata del "episodio de la quema de conventos". "Dejando aparte —dice el autor lo que pudiera haber de participación extremista y de reflejo espontáneo anticlerical (independiente del origen nada claro de los hechos el P.C. de Sevilla publicó una nota en "E1 Liberal" negando toda participación en el asalto a conventos), se produjeron una serie e huelgas por reacción a los sucesos monárquicos del día 10 (...)". El subrayado es mio. Es notable la coincidencia entre las precedentes líneas de Tuñón y algunas sonadas afirmaciones públicas sobre el tema del actual secretario general del PCE, Santiago Carrillo.
(9) Un detalle anecdótico, el entrecomillado que se inserta, al hablar en p. 155, de los fines de "conciliación" de los Círculos católicos. Cualquier esfuerzo por conseguir esa conciliación o armonía social le parece a Tuñón sospechoso.En la breve introducción de carácter teórico, ya escribe Tuñón que, al incorporarse "a la historia de una sociedad, las líneas de fuerza del movimiento obrero alcanzan el nivel de la conflictividad" estructural y coyuntural (p. 12).
(10) Cf. Olábarri, 1978.
(11) T. Van Tijn. A contribution to the scientific study of the history of trade unions, en "International Review of Social History" (Amsterdam) XXI (1976) 238-9.
(12) Desde p. 36 habla Tuñón de "la conflictividad estructural" patrono-operario, un "antagonismo socioestructural de largo periodo" (p.292). Pero el carácter y alcance de dicho antagonismo no queda claro; parece darse por supuesto que esa conflictividad potencial exige en último término la desaparición de la propiedad privada de los medios de producción.
(13) Entre otros, han insistido sobre ello en los últimos años: J. Tussel. Oligarquía y caciquismo en Andalucía (1890-1923), Barcelona, Planeta, 1976; y J. Varela Ortega, Los amigos políticos. Partidos, elecciones y caciquismo en la Restauración" (1875-1900), Madrid, Alianza Editorial, 1977.
(14) Una breve referencia al asunto, que incluye una crítica a los porcentajes calculados por Tuñón, en Olábarri, 1978, pp. 42-3.
(15) Puede verse, entre otros, el libro de J.J. Gil Cremades, El reformismo español: Krausismo, escuela histórica, neotomismo, Barcelona, Ariel 1969.
(16) Pp. 420 y 443. Como digo, las referencias a la obra de reforma legislativa en materia laboral son en todos los capítulos muy sumarias. Hay olvidos importantes: por ejemplo, al hablar del periodo 1910-1915, la reorganización de los Tribunales Industriales; o la extensión del régimen de retiros obreros, que se hace efectiva a partir de 1921.Se habla del "marasmo" (p. 772) de la enseñanza profesional durante la Dictadura, sin advertir que es precisamente en este periodo cuando se aprobó el importante Estatuto de Formación Profesional. A la labor desarrollada por los Comités paritarios de la Organización Corporativa Nacional no se dedica ni una sola línea; lo mismo ocurre con la política social (en algunos aspectos, como el de la seguridad social, importante) de los Gobiernos del bienio radical-cedista republicano.
En general, hay que decir que no se sabe valorar la trascendencia —no sólo para el nivel de vide obrero sino también para el desarrollo del propio movimiento obrero— de disposiciones como la Ley de Asociaciones de 1887 o la Organización Corporativa Nacional creada en 1926.
(17) A ese crecimiento de las necesidades obreras hace repetidas referencias Tuñón en los últimos capítulos del libro, explicando que, debido a ello, los salarios, aún siendo más altos, no eran suficientes. Sin negar lo anterior, habría que destacar que muchas de dichas nuevas necesidades (instrucción, recreo, información; quizá no transporte) suponían una importante mejora del nivel de vida obrero.
(18) En p. 397 se habla, por ejemplo, de la ausencia de condiciones de higiene y seguridad, sin más matices. A través de las Memorias anuales sabemos de los lentos, pero reales, progresos en este terreno: cf. Olábarri, 1978, pp. 375-377.
(19) J. Varela Ortega, op. cit.
(20) Tuñón afirma (p. 526) que ya en 1915-6 algunos socialistas entienden que la revolución burguesa no se había realizado en España.
(21) J. Vicens Vives, Manual de historia económica de España, 5ª Barcelona, Ed. Vicens Vives, 1967; P. Voltes Bou, Historia de la economía española en los siglos XIX y XX, 2 volúmenes. Madrid, Editora Nacional, 1974; J.A. Lacomba, Introducción a la historia económica de la España Contemporánea, Madrid, Guadiana, 1959.
(22) Es el caso de la Historia de las Internacionales en España (3 vols.) Madrid. Ed. del Movimiento, 1956-7, y la Historia de los movimientos sindicalistas españoles (Madrid. Ed. del Movimiento, 1961), de M. García Venero.
(23) Así, la Contribución a la historia del movimiento obrero español (3 vols. México, Cajica, 1962-1971), del anarquista D. Abad de Santillán.
(24) Es el caso de la reciente obra de J. L. Guinea, Los movimientos obreros y sindicales en España, 1833-1978 (Madrid Ibérico-Europea de Ed., 1978), con un prólogo de M. Tuñón de Lara.
I.O.G. (1981)
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