SIMON, René
Moral
Herder, Barcelona 1978, 432 pp.
1. Contenido de la obra
Este libro es el manual de Etica del "Curso de Filosofía Tomista" editado por Herder. Trata casi todos los temas de la Etica General; falta únicamente el tratamiento de la culpa, el mérito y la sanción. Su autor, René Simon, es profesor en el Escolasticado Salesiano de Andrésy.
El índice de materias es a grandes rasgos el siguiente:
PARTE INTRODUCTORIA
I. Fenomenología del arrepentimiento como acceso al conocimiento de la realidad moral.
II. Naturaleza y objeto de la moral.
III. Legitimidad de la moral filosófica. Teoría de Lévy-Bruhl.
IV. Filosofía Moral y Teología.
V. División de la Etica.
PRIMERA PARTE: El acto humano en su ser y en su condicionamiento Psicológicos
I. El acto humano en su ser psicológico.
II. Condicionamiento psicológico del acto humano.
III. Condicionamiento sociológico del acto moral.
SEGUNDA PARTE: La valorización de la conducta humana
I. El valor moral.
II. Fin último y felicidad.
III. La recta razón. Norma próxima de la moralidad.
IV. Las fuentes de la moralidad.
V. La ley moral.
VI. La obligación moral.
VII. La conciencia moral.
TERCERA PARTE: La existencia virtuosa
I. La virtud en general.
II. La virtud de la prudencia.
III. Las virtudes del apetito sensitivo: virtudes activantes y virtudes temperantes.
IV. La virtud de la justicia.
2. Valoración científica
En la solapa de la portada se explica que este manual sigue el lema Nova et Vetera propuesto por Leon XIII, entendiéndolo como una invitación "a enriquecer el caudal de conocimientos que nos ha legado la antigüedad con las aportaciones de las corrientes modernas de pensamiento, y hacer así de la llamada filosofía perenne una tradición filosófica viva y actual". A esta idea obedece el intento del autor de integrar en este libro una bibliografía muy amplia, intento que en ocasiones no está bien realizado desde un punto de vista pedagógico y de precisión conceptual. Resulta, en efecto, una síntesis densa y algo apresurada, que no siempre reúne las características de un buen manual.
Orientación doctrinal básica. Los temas fundamentales —a excepción de algunas cuestiones referentes al valor moral— se tratan según la doctrina tomista, aunque no siempre con el mismo acierto.
a) En algunos de estos temas el autor se apoya directamente en 108 textos de Santo Tomás. A veces la exposición es bastante buena, como sucede en el estudio del proceso psicológico del acto humano y en el de las virtudes. En otros temas, como el del fin último y la felicidad, el autor sigue al pie de la letra la Summa Theologiae, con amplias citas en latín en el texto, de lo que resulta una exposición pesada, poco atractiva y de no fácil asimilación.
b) La explicación de otros temas fundamentales sigue a tomistas recientes, especialmente a Maritain. Se tiene la impresión de que el autor no ha conseguido asimilar reposadamente la doctrina de estos autores. Así, por ejemplo, la teoría de Maritain sobre la Etica como ciencia especulativamente práctica se expone de modo incompleto, por lo que no acaba de quedar claro su significado y alcance. También sigue a Maritain al distinguir una captación natural de los valores y de la ley natural, que se realizaría por inclinación o connaturalidad, y un conocimiento filosófico. La explicación de este tema no es desde luego errónea, pero confunde el papel de las inclinaciones naturales en el conocimiento moral universal y el de las inclinaciones habituales (virtudes y vicios) en el conocimiento moral particular.
De acuerdo con Lehu considera la recta razón como norma próxima de la moralidad. Pero no tiene en cuenta que la posición de Lehu sobre la recta ratio debe entenderse en el contexto de una controversia de especialistas, y por eso, al tratar de la ley natural, se ve obligado a hacer una distinción entre norma y ley que resulta poco clara.
Exposiciones históricas. El tratamiento de las teorías de los autores clásicos se hace manejando sus obras. Estas exposiciones tienen un valor desigual: la de Kant es bastante acertada; la de la moral de Sartre y Polin son difíciles de entender. Las críticas a Freud y al marxismo son breves y muy flojas. En general, las cuestiones históricas se tratan con buen criterio, pero quizá peca de excesiva benignidad al considerar que todos han ido aportando elementos a la solución de los problemas.
quince páginas están dedicadas a un análisis fenomenológico del arrepentimiento como acceso al conocimiento de la realidad moral. Utiliza con bastante libertad ideas de Max Scheler, Gabriel Marcel, Romano Guardini, etc. Estas páginas no aclaran mucho, pero no contienen errores. Su espíritu puede ser la idea de que la fenomenología es una buena propedéutica para la filosofía clásica.
Una cuestión con más fondo es la aceptación de la idea de valor, que el autor describe siguiendo a Le Senne. Todo el esfuerzo del autor consiste en utilizar esa noción haciéndola compatible con la idea de fin último y felicidad. "El valor es un aspecto del bien. En efecto, el bien puede presentarse en la línea de la causalidad formal, en el orden de la especificación y tenemos en este caso el bien como valor; o en la línea de la causalidad final, en el orden de la ejecución y tenemos entonces el bien como fin" (p. 108). Siguiendo en buena medida a Maritain, Simon se mantiene dentro de los límites de lo correcto, y logra salvar la vinculación del valor con el ser, el bien, la felicidad, Dios, etc., pero todos estos desarrollos son algo embrollados y especulativamente no muy conseguidos.
Aunque de modo muy difuminado y aguado, aparece aquí y allá la idea fenomenológica de persona. La persona como correlato del valor, y éste como correlato de la persona guardan un equilibrio no muy estable, y en ocasiones aparece, aunque siempre muy suavizada, la idea de "creación del valor" (cfr. pp. 207, 209, 251). Se trata de afirmaciones de pasada que, en su contexto, pueden entenderse bien, y que no repercuten en el tratado de la conciencia, que es bastante acertado.
Terminología imprecisa. El hecho de que el autor mantenga siempre-una actitud abierta ante corrientes de pensamiento muy diversas explica quizá que emplee con ligereza ciertas expresiones. Algunos ejemplos: "libertad como comienzo absoluto" (p. 82), "opción fundamental" (pp. 211 y 325), "yo empírico" (p. 17), "un alto grado de espiritualidad e incluso de santidad pueden ser acompañados de manifestaciones histéricas" (p. 92), "imperialismo del fin último" (p. 211).
Puede decirse en resumen que, desde un punto de vista científico y pedagógico, el libro tiene un valor desigual. Junto a exposiciones útiles y acertadas tiene otras en que se echa en falta una síntesis más unitaria y reposada de los diversos materiales empleados.
3. Valoración doctrinal
El libro no contiene nada que atente contra el dogma o la moral de la Iglesia. Algunas cuestiones, sin embargo, podrían ser tratadas con mayor precisión terminológica.
a) El autor afirma en varias ocasiones que, teniendo en cuenta el orden sobrenatural, el fin último natural del hombre es una hipótesis. "No hay duda de que el fin último natural es sólo una hipótesis" (p. 186); "la idea de un fin último puramente natural es sólo una idea, en el sentido casi kantiano del término; se presenta, en todo caso, como una simple hipótesis" (p. 173, en nota). Quizá por este motivo el autor excluye la noción de fin último del orden de las motivaciones éticas naturales (p. 51) y del de los fundamentos de la obligación moral (p. 301).
b) Siguiendo a Romano Guardini, el autor piensa que en el acto de arrepentimiento se da implícitamente la experiencia de un más allá que puede ser denominado de alguna manera gracia, o más bien primicia de la gracia (cfr. pp. 19-20). El contexto de estas afirmaciones no es la contrición sobrenatural, sino un análisis fenomenológico del arrepentimiento, en el que ese acto del espíritu se da en un nivel no fácil de precisar.
c) Al hablar de lo que la Teología Moral aporta a la Etica, escribe el autor: "se comprenderá, en primer lugar, que la teología pueda aportar a la moral filosófica un suplemento de información y de verdades que, aunque son propias de ésta última, no pueden ser adquiridas y elaboradas, en el estado concreto de la razón humana, sin el riesgo de caer en graves errores (por ejemplo, las nociones de persona humana, la verdadera concepción de las relaciones entre el Estado y el hombre, la indisolubilidad del matrimonio, etc.)" (pp. 51-52). Los ejemplos escogidos por el autor pueden llevar a una cierta confusión, haciendo pensar, por ejemplo, que la indisolubilidad del matrimonio no es en la práctica justificable desde el punto de vista ético.
d) El tratamiento de la virtud de la templanza es acertado, y el autor se esfuerza por mostrar que es una virtud positiva, una afirmación. Los razonamientos empleados tienen un ligero tono de defensa, y se omite enunciar el criterio general de moralidad en materia de templanza.
La bibliografía empleada para la parte sistemática es en general segura, pero utiliza de vez en cuando a Ricoeur, Le Senne y otros autores menos seguros. En la bibliografía general recomienda a Haring, Pohier, Schuller, junto a autores de buena doctrina.
Aunque este libro no tiene inconvenientes de relieve, sus características no lo hacen idóneo para los alumnos que comienzan a estudiar Etica en el bienio. En cambio, podría ser utilizado sin inconvenientes de tipo doctrinal por profesores, alumnos de doctorado y, en general, por personas con una cierta capacidad de discernimiento en la materia. Subsisten en todo caso las limitaciones de orden científico y pedagógico ya señaladas, que restan utilidad e interés al libro.
A.R.L. (1980)
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