PAZ, Octavio

 El arco y la lira (El poema. La revelación poética. Poesía e historia)

Fondo de Cultura Económica, México, 1956, 286 pp.

"OCTAVIO PAZ (1914). Comenzó como poeta comprometido con la realidad política. Eran los años de su angustia por las condiciones de vida en México y por la guerra civil en España. Para Paz, consciente de sí mismo y al mismo tiempo erigido en conciencia de su pueblo, la composición de un poema era una actividad revolucionaria. Después Paz, más atento al laboratorio experimental de las literaturas de vanguardia, revisó sus compromisos y descubrió que el compromiso que más le urgía era el de su libertad personal con las posibilidades creadoras de la palabra. Desde entonces los laberintos de la poesía lo atrajeron más que las ruinas del mundo. En Libertad bajo palabra (1949)[1] fue evidente que a pesar de su preocupación social y aun de su militancia política Paz no había echado raíces en el marxismo. En verdad no echó raíces en ningún Ismo. Marxismo, Surrealismo, Idealismo, Existencialismo, Simbolismo, Budismo, Estructuralismo han sido para él meros paisajes en sus viajes de poeta alerta a todos los cambios. Con esos paisajes al fondo, Paz avanzó sin distraerse. Poeta original, de intenso lirismo, de brillante imaginería, sus viajes son circulares, viajes de retorno a su Yo. Su originalidad consiste en que él es el origen de los íntimos conflictos de sus cantos: esperanza y desesperanza, soledad y comunión, inocencia y ciencia, silencio y sonido, Occidente y Oriente, el lenguaje como energía individual y como estructura colectiva (...) El crítico Paz y el poeta Paz trabajan juntos. Hay en esa colaboración un momento admirable: es cuando aparecen El arco y la lira (1956), teoría de poesía, y La estación violenta (1958), práctica de la poesía."(E. Anderson Imbert. Historia de la Literatura Hispanoamericana, vol. II, pp. 321-322).

INTRODUCCIÓN

El arco y la lira es un ensayo acerca de la esencia del quehacer poético. Las tres primeras partes en que se divide responden a tres interrogaciones fundamentales:

—¿Hay un decir poético —el poema— irreductible a todo otro decir?.

—¿Qué dicen los poemas?.

—¿Cómo se comunica el decir poético? (p. 26).

En la introducción (Poesía y poema), traza las ideas fundamentales, que desarrollará y reiterará con distintos recubrimientos, a lo largo del libro: todo lo que el hombre roza se tiñe de intencionalidad y, por tanto, de sentido: "Todo es lenguaje" (p. 20): música, pintura, palabra. Sin embargo, sólo la poesía puede mostrarnos la diferencia entre la obra de arte y el utensilio.

Diferencia entre poesía y prosa: "en la prosa la palabra tiende a identificarse con uno de sus posibles significados, a expensas de otros (...) el poeta, en cambio, jamás atenta contra la ambigüedad del vocablo. En el poema el vocablo recobra su originalidad primera, mutilada por la reducción que le impone la prosa y habla cotidiana (...) El poeta pone en libertad su materia, el prosista la aprisiona". Se comprende así más profundamente el sentido del titulo de su gran obra poética Libertad bajo palabra, dos términos enormemente importantes para Paz.

Funcionalidad de la palabra poética: "ser ambivalente, la palabra poética es plenamente lo que es —ritmo, color, significado— y, al mismo tiempo, es otra cosa: imagen" (p. 23). El poema (en un sentido amplio que incluye tanto un cuadro como una escultura) tiene dos notas distintivas: devolver sus materiales a lo que son, y así negarse al mundo de la utilidad; transformarse en imágenes y de este modo convertirse en una gran forma peculiar de comunicación.

Un gran poeta es quien trasciende los límites de su lenguaje. El artista sirve al lenguaje y lo trasciende y de esa operación surge la imagen (cfr. p. 24).

Ese producto humano que es el poema se orienta inexorablemente hacia la comunicación: "el poema es mediación: por gracia suya el tiempo original (...) encarna en un instante (...) la lectura del poema ostenta una gran semejanza con la creación poética" (p. 26).

En los tres capítulos siguientes, Octavio Paz desglosa con detalle estas ideas.

I. EL POEMA

El lenguaje: Paz concibe el lenguaje como "una condición de la existencia del hombre y no un objeto, un organismo o un sistema convencional de signos que podemos aceptar o desechar" (p. 31). El lenguaje no es un puro medio de comunicación: mito y lenguaje son vastas metáforas de la realidad. La esencia del lenguaje es simbólica porque consiste en representar un elemento de la realidad por otro. El lenguaje es poesía en estado original. "El hombre es hombre gracias al lenguaje, gracias a la metáfora que le hizo ser otro y lo separó del mundo natural. El hombre es un ser que se ha creado a sí mismo al crear un lenguaje. Por la palabra el hombre es una metáfora de sí mismo" (pag. 34). La distancia entre la palabra y el objeto —la que obliga a cada palabra a ser objeto de lo que designa— es consecuencia de otra distancia: la del hombre respecto a la realidad exterior. Y esa distancia el hombre trata de salvarla mediante la palabra. "Aunque no sea la única tentativa del hombre para recobrar la perdida unidad de conciencia y existencia (magia, mística, religión y filosofía han propuesto y proponen otras vías) su mérito consiste en que se trata de un camino abierto a todos los hombres" (p. 36).

Distingue dos actos en la creación poética: Arrancar las palabras a sus conexiones y menesteres habituales; convertir el poema en objeto de participación. Es creación original y única pero también participación. "Poeta y lector son dos momentos de la misma realidad, entre ambos engendran la chispa: la poesía" (p. 39).

Se plantea el problema que surge de la palabra multisignificante: el poeta sirve a las palabras, no se sirve de ellas. Gracias a la poesía, el lenguaje recobra sus valores plásticos y sonoros; después, los afectivos; después, los significativos. Si la palabra recobra mediante la poesía su naturaleza original plurisignificante, el poema niega la esencia misma del lenguaje: la significación o sentido.

El ritmo: El ritmo es para Paz un elemento que da unidad a la célula del poema: la frase poética. Pero el ritmo es mucho más que una cadencia sonora. Paz traspone su naturaleza y lo eleva a órdenes existenciales al relacionarlo con el tiempo místico-religioso: cada ritmo es una actitud, una imagen del mundo. Es imagen y sentido y no está fuera de nosotros mismos. Es nosotros mismos. "El poema tiende a repetir y recrear un instante, un hecho o conjunto de hechos que, de alguna manera resultan arquetípicos" (p. 64). "El poema es tiempo arquetípico que se hace presente apenas unos labios repiten sus frases rítmicas. Esas frases rítmicas son lo que llamamos versos y su función consiste en recrear el tiempo" (p. 65).

Verso y prosa: Puede concluirse de este apartado que "la vuelta a las formas libres, fundada en el golpe rítmico de sus acentos se dio al mismo tiempo que el retorno a la imagen. Ritmo e imagen son inseparables. El estudio de la frase poética, núcleo del poema, nos lleva a la imagen" (p. 88).

La imagen: La define como "Toda forma verbal, frase o conjunto de frases que el poeta dice y que unidas componen un poema" (p, 89). La naturaleza de la imagen consiste en que acerca o acopla realidades opuestas, indiferentes o alejadas entre sí. Somete a unidad la pluralidad de lo real" (p. 90). La imagen es una frase en que la pluralidad de significados no desaparece, como sucede en la prosa, sino que recoge y exalta todos los significados, primarios y secundarios, de las palabras (p. 101).

Habitualmente las palabras quieren decir algo que puede explicarse mediante otras palabras. El sentido de la imagen, por contra, es la imagen misma. La imagen se explica a sí misma. No nos lleva a otra cosa, nos enfrenta a una realidad concreta (pag. 104). Es decir, las palabras, que han recobrado su originalidad, su ambigüedad, sufren ahora otra transformación: Los vocablos se vuelven insustituibles. Ya no hay movilidad e intercanjeabilidad de los signos, porque no da lo mismo una palabra que otra en el poema. El lenguaje deja de ser un útil.

El regreso del lenguaje a su naturaleza original —plurisignificación— no es el fin de la imagen, sino paso previo a una operación más radical: el lenguaje, tocado por la poesía, deja de ser lenguaje —conjunto de signos móviles y significantes—. El poema trasciende el lenguaje (p. 105).

En la imagen, la pluralidad de lo real se manifiesta como unidad sin que cada elemento pierda su singularidad. La distancia entre la cosa y la palabra desaparece: el nombre y lo nombrado (p. 107). Por eso, la imagen no se explica, invita a recrearla y a revivirla. El decir del poeta encarna en la comunión poética.

A continuación, da un salto en su razonamiento, no muy claro, cuya conclusión es que el hombre mismo es imagen, o sea, espacio para la fusión de contrarios: la poesía es metamorfosis y por eso colinda con la magia, la religión, etc., por transformar al hombre y hacer de éste y aquél ese otro que es él mismo. El universo se convierte en un conjunto de cosas afines y el hombre puede ser al fin su deseo: él mismo. "A través de la frase, que es ritmo, que es imagen, el hombre —ese perpetuo llegar a ser— es" (p. 108).

II. LA REVELACION POETICA

La otra orilla: En este capítulo, introduce multitud de textos de los que se desprende que impulso poético y religión provienen de una misma fuente en la naturaleza humana. Las religiones son un modo poético y la poesía en el fondo es religión.

Paz considera al hombre constitutivamente como Deseo, entendido como el continuo proyectarse hacia lo que no es él mismo. En la poesía, el amor y la religión se busca el regreso a un estado original de unidad. Esa nostalgia tiene tintes de futuro y anticipa lo que seremos. "El hombre se imagina, y al imaginarse, se revela (p. 131) ¿En qué consiste esa revelación?.

La revelación poética: El acto poético no es una interpretación o una demostración —como la religión— sino una revelación. Es ritmo, temporalidad manándose y reengendrándose sin cesar. No es un juicio ni una interpretación de la existencia humana. Expresa simplemente lo que somos cualquiera que sea el sentido inmediato de las palabras del poema (cfr. p. 149).

Y esa condición original del hombre que nos revela la experiencia poética "no es sólo carencia ni tampoco abundancia sino posibilidad. Realizar esa posibilidad es ser, crearse a sí mismo. El poeta revela al hombre recreándolo (...) Nuestra condición original, si es desamparo y abandono, también es la posibilidad de una conquista: la de nuestro propio ser" (p. 149), lo que más tarde Paz llama la otredad.

La poesía nos abre la posibilidad de un ser esto que es también aquello. La imagen poética, antinómica, nos descubre nuestra condición y nos invita plenamente a realizarla.

La inspiración: partiendo del surrealismo, que aportó la idea de la inspiración como idea del mundo, Paz concluye que la inspiración —que es la capacidad de imaginar, es decir, formar imágenes donde conviven los contrarios sin anularse— es una manifestación de la otredad constitutiva del hombre. Por la imaginación, podemos ir más allá de nosotros al encuentro de nosotros en dos movimientos sucesivos: dejamos de ser nosotros, ese salir de nosotros es ser nosotros más plenamente.

Lo distintivo del hombre no es ser un ente de palabras sino su posibilidad de ser otro, o sea, su inspiración en sentido paciano (cfr. p. 176). "La inspiración es lanzarse a ser pero también y sobre todo es recordar y volver a ser. Volver al ser" (p. 177).

III. POESIA E HISTORIA (Cómo el acto poético se inserta en el mundo).

La consagración del instante: La palabra es algo único e irreductible y, simultáneamente, expresión social (cfr. p. 181). El poema no abstrae la experiencia. Ese tiempo está vivo, es un instante particular y perpetuamente susceptible de reengendrarse en otro instante. Es, ya para siempre, presente (cfr. p. 183). Transmuta el tiempo histórico en arquetipo y encarna ese arquetipo en un momento histórico. Al consagrar una experiencia histórica, nos habla de otra cosa, y nos lleva a recrear el poema haciendo que nosotros nos fundamos con ese instante y seamos también otros (cfr. p. 188): La función social de la poesía consiste en transmutar los instantes arquetípicos.

El mundo heroico: Comentarios en torno a la Iliada y la Odisea de Homero.

Ambigüedad de la novela: La función de la novela en la sociedad es el análisis del momento histórico.

El verbo desencarnado: Comentarios en torno a los intentos fracasados del surrealismo como movimiento poético de altos vuelos.

IV. EPILOGO. EL ARCO Y LA LIRA

Una vez expuesta su teoría, Octavio Paz vuelve sobre ella desde un punto de vista más global e ideológico. "La pregunta sobre la poesía es una pregunta sobre lo que comúnmente se llama religión" (p. 251), puesto que una y otra no son más que contactos con lo otro (cfr. p. 254). El hombre es lo inacabado, Deseo, por eso hace poemas (cfr. p. 255). La poesía es un diálogo sin intermediarios con la divinidad (cfr. p. 257).

En el ser, se reconcilian todas las posibilidades del hombre, que eso es la imaginación: despliegue total de nuestras posibilidades (cfr. p. 253). Por la poesía, el hombre se crea a sí mismo mediante la palabra (cfr. p. 260): "Como el hombre, la poesía es la lira y el arco: la lira que consagra y canta al hombre y así le da un puesto en el cosmos; la flecha que lo hace ir más allá de sí mismo y realizarse en el acto" (p. 264). "En el poema, el ser y el deseo de ser pactan por un instante", la imagen reconcilia los opuestos (cfr. p. 264).

V. VALORACION DOCTRINAL

Hay que tener en cuenta que Octavio Paz es un autodidacta. En su juventud, no llegó a terminar ninguna carrera universitaria y su formación es fruto de una constante indagación, a la que falta solidez de principios.

Intenta dar cauce a la espiritualidad del hombre mediante la tarea de poetizar. Dota al quehacer poético de unos alcances universales y ontológicos ajenos al Dios personal y a la naturaleza trascendente del hombre. Para Paz, el hombre se perfecciona, se conoce y se revela a sí mismo mediante el acto de poetizar, de forma que la naturaleza humana consiste fundamentalmente en ser poeta al modo que Paz lo entiende: un misticismo laico, una religión sin Dios o más bien un dios que es mundo y la misma capacidad de poetizar. Una concepción panteísta en la que se mezclan sus inicios surrealistas, las posteriores influencias del hinduísmo y las filosofías orientales, que conoció durante su estancia en la India como diplomático; y el influjo de Heidegger y los poetas metafísicos, especialmente Hölderlin.

Para Paz, el cristianismo es una expresión más del sentimiento religioso, que la Iglesia fiscaliza. En su visión del hombre, de la sociedad, el estado, etc., se notan las huellas del anarquismo y del marxismo, aunque esta ideología tampoco se salve de sus críticas.

En la raíz de este pensamiento variable y desperdigado, está el inmanentismo, por esto Paz da tanta importancia al lenguaje, hasta reducir la naturaleza humana a comunicación. Por esto también, su afán trascendente se queda disuelto en un panteísmo confuso, cósmico, mera elucubración, que nada tiene que ver con el Dios personal, fin último del hombre. Por este inmanentismo de partida, todo se identifica y se confunde: ser, creación poética, hombre, dios... Y por esta misma razón, lo único constante en Paz es la búsqueda, la duda, que al fin viene a ser como un juego.

Su teoría poética es muy discutible. Parece que sólo es aplicable a la poesía que arranca del surrealismo, pues, al quitar valor al significado de las palabras y a la lógica, lo racional queda al margen de lo poético, y se excluye, por tanto, la relación de la poesía con el ser y el obrar del hombre. Su afán de libertad es más bien nada, pues el fundamento es la duda, el vacío, un yo desnudo y desamparado, al que Paz siempre retorna después de cada búsqueda.

 

                                                                                                                         V.G.R.

 

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[1] En 1960, revisó toda su obra poética y la publicó con este mismo título de 1949: Libertad bajo palabra.