OTERO, Blas DE
Que trata de España (libro tercero)
Ed. Visor, Madrid 1977.
A. INTRODUCCION
En 1958, cuando publica Ancia, volumen que recoge los dos primeros libros —Ángel fieramente humano (1945) y Redoble de conciencia (1950)—, Blas de Otero da por cerrada la primera etapa, que gira en torno a su mundo interior, aunque ya se aprecie levemente una aproximación a lo social. Esta preocupación aglutinará los principales esfuerzos creativos del poeta en los años siguientes. Durante este periodo, los temas giran en torno al solar patrio y escribe tres libros que forman el segundo ciclo poético, titulado globalmente por el propio autor: Que trata de España. Bajo este enunciado recoge en la primera parte dos libros: Pido la paz y la palabra (1955) y En Castellano (1959); en la segunda parte, el libro tercero: Que trata de España (1964).
Esta recensión se refiere sólo al libro tercero, que lleva el nombre del ciclo completo, como se acaba de ver. Que trata de España es un extenso volumen fundamental en la bibliografía de Blas de Otero, y uno de los libros más significativos de la poesía social. Fue publicado en París por la editorial Ruedo Ibérico en 1964 y pocos meses después en La Habana. La tercera edición vio la luz en España 13 años más tarde. No obstante, en 1964, una editorial barcelonesa —RM— editó el libro con más de setenta poemas censurados. A este expolio se refiere el autor en el poema introductorio de la presente edición. Transcribimos algunos versos:
Libro, perdóname. Te hice pedazos,
chocaste con mi patria, manejada
por conductores torvos: cruz y espada
frenándola...
Mutilaron tus líneas como brazos
abiertos en la página: tachada
por el hacha de un neotorquemada. (p. 13)
B. POETICA
El inicio de los años cincuenta marca un sensible cambio de rumbo en la poesía española, anunciado por los integrantes de la poesía desarraigada. Dámaso Alonso, al poco de publicar Hijos de la ira (1944), y a modo de portavoz de este colectivo poético, se referirá a la nueva poesía en los siguientes términos: "se traspasa lo personal e íntimo y la poesía se aloja en el entorno social, solidarizándose con la 'inmensa mayoría'. Blas de Otero será uno de los máximos exponentes de esta corriente poética, y contribuyó a sentar sus bases. Su concepción de la lírica proyectada hacia lo social, aparece reflejada en diferentes poemas del presente libro. Sistematizando estas normas poéticas podemos estudiar tres principios sobre los que se sustenta su poesía: Poesía dirigida a la "inmensa mayoría", poesía comprometida y afán de autenticidad.
1. A la "inmensa mayoría". El primer propósito del poeta es desterrar la equivalencia: poesía igual a élite. Ambiciona ser leído y con esta intención se abren las páginasde Que trata de España:"Comienza —dice al principio del libro— la obra llamada Que trata de España, realizada dentro y fuera de esta patria, dirigida por y a la inmensa mayoría".(p. 9).
Conectar con la "inmensa mayoría" es una continua obsesión del poeta a lo largo del presente libro. Concibe esta comunicación como un camino de "ida y vuelta", como queda patente en la entradilla: obra realizada por y dirigida a.
Camino de ida en el sentido de recoger las inquietudes del pueblo,como expresa en "Mientras viva"(p. 57):
Vuestro odio me inyecta nueva vida.
Vuestro miedo afianza mi sendero.
Vida de muchos puesta en el tablero
de la paz, combatida, defendida.
(Ira y miedo apostaron la partida,
quedándose los dos con el dinero.
Qué hacer, hombre de dios, si hay un ratero
que confunde la Bolsa con la vida.)
Vuestro odio me ayuda a rebelarme.
A ver más claro y a pisar más firme.
(Mientras viva, habrá noche y habrá día.)
Podrán herirme, pero no dañarme.
Podrán matarme, pero no morirme.
Mientras viva la inmensa mayoría.
y plasmar esas inquietudes: "Si me pongo a pensar, salta a la vista/ que el mar es como un libro/ abierto por la inmensa mayoría/ de las olas: yo leo en él y escribo." (p. 61, poema Voz del mar voz del libro). Se produce el destierro definitivo de lo personal en beneficio de lo popular:
Hermanos, camaradas, amigos
yo quiero sólo cantar
vuestras penas y alegrías,
porque el mundo me ha enseñado
que las vuestras son las mías. (p. 70)
Y camino de vuelta por la pretensión de ser leído y conocido de forma profusa por el pueblo:
Ay, aquel que le pareciera
que es fácil mi batallar,
siquiera por un momento
que se ponga en mi lugar.
Qué no quiero yo ser famoso
a ver si tenéis cuidado
en la manera de hablar,
yo no quiero ser famoso
que quiero ser popular. (p. 71)
Esto lo consigue con la nueva selección de temas y con una nueva expresión formal: lenguaje más llano y comprensible, como se verá más adelante. Una muestra de esto lo ofrece el poema Palabra viva y de repente:
Me gustan las palabras de la gente.
Parece que se tocan, que se palpan.
Los libros, no; las páginasse mueven
como fantasmas.
Pero mi gente dice cosas formidables,
que hacen temblar a la gramática.
¡Cuánto del cortar la frase,
cuánta de la voz bordada!
Da vergüenza encender una cerilla,
quiero decir un verso en una página,
ante estos hombres de anchas sílabas,
que almuerzan con pedazos de palabras.
Recuerdo que una tarde
en la estación de Almaden, una anciana
sentenció, despacio: "—Sí, si; pero el cielo y el infierno
está aquí" Y lo clavó
con esa n que faltaba. (p. 46)
2. Poesía comprometida. Si la poesía ha de navegar con el viento del pueblo, necesita abandonar posiciones eclécticas, mundos cerrados o afanes esteticistas (La poesía tiene sus deberes./ Igual que un colegial dirá en Cartilla poética, p. 43-44), y reclama para la poesía el compromiso (en ese mismo poema, añade: "Entre yo y ella hay un contrato social"). Blas de Otero se compromete con una clase, la trabajadora :
Pedro Lorenzana bate el zapapico.
Justo Corral hiende la perforadora.
Talan con la pala del hacha Andrés,Nico.
Atruena el taller la martilladora.
Muchos (miles) siegan a golpe de hoz.
¿todavía?, el trigo que otros (tres) ahelean.
Soy sólo poeta: levanto mi voz
en ellos, con ellos. Aunque no me lean. (p. 58)
Se compromete también con los perdedores de la Guerra Civil Española, como manifiesta en Inerme (p. 158). Consecuencia de estos compromisos, son las referencias continuas y muy concretas a España y a la situación política de la época en la que se edita este libro. Esta postura no puede evitar la "tentación panfletaria" en la que, casi de modo ineludible, cae toda manifestación artística que parte de presupuestos ideológicos. Así le sucede a Blas de Otero en los poemas finales del libro.
3. Autenticidad. Otro reto continuo en el presente libro será plasmar todo aquello que capta su retina en un intento de sinceridad con el lector. En No Quiero que le tapen la cara con pañuelos expresa esta idea:
Escribo; luego existo. Y, como existo
en España, de España y de su gente
escribo. Luego soy, lógicamente,
de los que arman la de dios es cristo.
¡Escribir lo que ve! ¡habráse visto!,
exclaman los hipócritas de enfrente.
¿No ha de haber un espíritu valiente?,
contesto.
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?,
insisto.
No. No dejan ver lo que escribo
porque escribo lo que veo.
Yo me senté en el estribo.
Y escribí sobre la arena:
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!(p. 48)
La producción del autor posterior a este libro es parcialmente conocida, pero parece apreciarse un cambio de rumbo en su concepción poética, que tal vez sea producto de un desencanto que ya presagiaba al componer Que trata de España: "Da miedo pensarlo, pero apenas me leen/los analfabetos¡, ni los obreros, ni los/ niños. (De Noticias de todo el mundo, p. 51).
C. ESTRUCTURA
Que trata de España está estructurado en cinco capítulos: El forzado, La palabra, Cantares, Geografía e Historia y La ver— dad común. Cada uno posee unidad en sí mismo, al tiempo que se ensamblan de modo armónico y unitario sobre la preocupación por España.
El forzado trasmite el sentimiento dual del poeta: amor y dolor producidos al contemplar la patria. Para conseguir este efecto, utiliza recuerdos agradables de la niñez y adolescencia en "contradicción desgarradora" con la España "miserable y doliente" de su madurez. El poema Por venir, recoge de alguna manera estos sentimientos:
Madre y madrastra mía,
España miserable
y hermosa. Si repaso
con los ojos tu ayer, salta la sangre
fratricida, el desdén
idiota ante la ciencia,
el progreso. Silencio
laderas de la sierra
Aitana,
rumor del Duero rodeándome,
márgenes lentas del Carrión,
bella y doliente patria,
mis años
por ti fueron quemándose, mi incierta
adolescencia, mi grave juventud,
la madurez andante de mis horas,
toda
mi vida o muerte en ti fue derramada
a fin de que tus días
por venir
rasguen la sombra que abatió tu rostro. (p. 20)
La escritura testimonio, de denuncia, aglutina la mayor parte de los poemas de La palabra, como diáfanamente expresan los siguientes versos que abren el capítulo: "Si escribo/ es por seguir la costumbre/ de combatir/ la injusticia" (del poema La vida, p. 39). El capítulo se cierra con un desgarrador poema repleto de rabia, que refrenda la necesidad de continuar con la lucha testimonial: El mar suelta un párrafo sobre la inmensa mayoría:
Yo soy el mar que no sabe leer
el mar amarrado a la tierra revolviéndome
con rabia echando espuma pataleando contra las costas
torturado día y noche sin revelar nunca el secreto
que en su ignorancia creyeron los hombres me fue confiado.
Yo hablo adelantándome a las maravillosas palabras
de los poetas a las mentirosas ondas de los mercaderes
a los estereotipados teletipos mercenarios
yo estoy sordo me río de los falsos redentores yo predico con olas
que imponen pánico a los poderosos
distingo las estrellas a simple vista
ésta no ésta no ésta si.
Yo soy el mar desamarrado recuperando de tiempo en tiempo
la tierra que en el principio me arrebataron. (p. 63)
En Cantares, se aprecia una denuncia más serena. Ya no es la rebelión contra el entorno, sino el canto de los sentimientos y las penas del pueblo humilde y trabajador de España (cfr. el poema Hermanos, camaradas, amigos, citado en la p. 2). La fuente de inspiración serán las diferentes tierras de España y diversas canciones populares. Una cierta esperanza en el futuro parece abrigar el poema último de este capítulo, Campo de amor (Canción) (p. 85):
Si me muero, que sepan que he vivido
luchando por la vida y por la paz.
Apenas he podido con la pluma,
apláudanme el cantar.
Si me muero, será porque he nacido
para pasar el tiempo a los de atrás.
Confío que entre todos dejaremos
al hombre en su lugar.
si me muero, ya sé que no veré
naranjas de la china ni el trigal.
He levantado el rastro, esto me basta.
Otros ahecharán.
Si me muero, que no me mueran antes
de abriros el balcón de par en par.
Un niño, acaso un niño está mirándome
el pecho de cristal.
La esperanza abierta en el capítulo anterior brota una y otra vez de modo persistente en Geografía e Historia, como se desprende de la lectura de Todavía (p. 97):
Mañana
brillará España.
(Mañana
de borrasca y ventisca.)
Campos de Castilla,
Galicia, Andalucía.
(Mañana
de cielo rojo y sol.)
Campesino, minero,
tejedor, forjador.
Mañana
brillará España.
Son numerosas las alusiones a las diferentes tierras de España en el capítulo, tal y como sucede en este poema en el que Blas de Otero sitúa en el centro a todas las regiones de norte a sur: de Galicia a Andalucía. También, en otros poemas, cita a numerosos personajes españoles de raigambre. Su concepción de la esperanza está basada en: "Luchar, para ganar/ España" (del poema Vivir para olvidar, p. 115). Un canto al optimismo pone término a Geografía e Historia.
Según el poeta, España no ha cambiado, y La verdad común refleja su desánimo, como se comprueba en la siguiente estrofa:
Otro año más. España en sombra. Espesa
sombra en los hombros. Luz de hipocresía
en la frente. Luz yerta. Sombra fría.
Tierra agrietada. Mar. Cielo que pesa.
(Del poema Año muerto, año nuevo, p. 185)
La lucha pacífica no da el fruto apetecido. La revolución se presenta como la única solución posible para el problemas "y siento ganas de llorar o hacer la revolución/ cuanto antes" (Poeta colonial, p. 184). El libro concluye con un poema que es un canto al escepticismo sobre el futuro de España: Canción veinte:
Última hoja del otoño
pensamiento de España.
¿Tierra tan vieja que
no ha lugar a la esperanza?
Última hoja color
de cobre, oxidada.
Tierra de rabia, roja
semilla de la esperanza.
Mediodía del mundo.
Cielo azul de España. (p. 187)
D. ASPECTOS FORMALES
1. El lenguaje. Blas de Otero tiene un profundo interés por aproximarse a la inmensa mayoría. Este empeño se traduce en la elección de un lenguaje sencillo, popular y asequible para cualquier lector. Suprime toda palabra superflua por su función embellecedora y gesta una poesía de gran austeridad expresiva: "Ah, las palabras más maravillosas,/ rosa, poema, Mar/ son m pura y otras letras/ o, a..." (de Cartilla, p.43)
Para conseguir esta sencillez, Blas de Otero selecciona palabras populares para describir acciones cotidianas del pueblo, como puede observarse a lo largo de la lectura de Que trata de España, y a modo de ejemplo en Orozco (pp. 23-24):
El valle
se sentía al pie del Gorbea
daba la vuelta alrededor
de Santa María
ascendía
hacia Barambio, doblaba
hasta la línea del ferrocarril
en Llodio,
valle delineado por la lluvia
incesante, liviana
dando molde, en el lodo
a las lentas ruedas de las carreteras
tiradas por rojos bueyes,
tras la blusa negra y rayada
del aldeano con boina,
pequeña patria mía,
cielo de nata
sobre los verdes helechos,
la hirsuta zarzamora,
el grave roble, los castaños
de fruncida sobra,
las rápidas laderas de pinares.
He aquí el puente
junto a la plaza del Ayuntamiento;
piedras del río
que mis pies treceañeros
traspusieron, frontón
en que tendí, diariamente los músculos
de muchacho
aires de los campos
y son de tamboril, atardeceres
en las tradicionales romerías
de Ibarra, Murueta,
Luyando, mediodía
en el huerto
de la abuela
luz de agosto irisando los cerezos
pintando los manzanos, puliendo
el fresco peral,
patria mía pequeña,
escribo junto al kremlin,
retengo las lágrimas y, por todo
lo que he sufrido y vivido,
soy feliz.
No faltan expresiones soeces, como la recogida en Cuando venga Fidel se dice mucho ("el yanqui vive en América / pero se le ha visto en todas partes/ haciéndonos la puñeta." p. 182).
Con la finalidad de dotar sus poemas de arrolladora fuerza expresiva, afloran nuevas palabras poco ortodoxas desde el punto de vista lingüístico pero tremendamente expresivas por su significado y sonoridad. Algunas son: "españahogándose"(p. 23), "escucheando" (p. 47), "mañanada" (p. 158), "desenquijotizándose",(p. 160), etc.
Dentro de este tono vigoroso y comunicativo, Blas de Otero busca insertar en sus poemas un cierto tono convencional, en un ensayo de diálogo con el lector; de hacer participar a la inmensa mayoría, de sus afanes, desvelos y congojas. Así por ejemplo, en Viene de la página1936 (p. 60):
¿Qué voy a hacer con cinco o seis palabras,
siete todo lo más, si el martes próximo
saldré de España con españa a cuestas,
a recontar palabras? Cinco, es poco.
¿Qué voy a hacer? Contarlas cien mil veces,
hacérselas oír hasta a los sordos.
(Hay muchos sordos porque hay muchos versos
afónicos, criptóricos, retóricos.)
¿Criptóricos? ¡Y mil, dos millones
oyen la radio, abren el periódico...!
¿Qué les diré cuando me pidan cuentas?
Les hablaré de cosas que conozco.
Les contaré la historia de mi patria,
¡a ver si continúa de otro modo!
Los poemas están espolvoreados de un elevado número de frases hechas, populares y, como no, expresivas. Éstas, al ser conocidas por el lector, arrojarán una claridad meridiana sobre el poema. Más adelante se analizará este importante recurso, aquí sólo interesa dejar constancia de algunas de estas frases: "a contra dictadura y a contra tiempo" (Oíd, pp 31-32); "Venid y vamos todos/ al pueblo" (p. 83); "¿Ves/ qué manía tan funesta/ esta/ de no pensar con los pies?" (Estribillo tradicional p. 77); "aparta de mí/ este cáliz" (Viene hacia él, p. 169).
La lectura de Aquí hay verbena olorosa (p. 83) condensa la actitud del poeta de evitar la retórica y buscar mediante un lenguaje asequible "un verso vivo y verdadero"" dejando en el tintero "un mar de palabras: todo espuma, olvidándose, a veces, de las formas tradicionales: "... Soy formal./ Pero con qué facilidad lo escondo.":
Lo que quiero.
Puedo hacer lo que quiero con la pluma
y el papel. Pero prefiero
hacer un verso vivo y verdadero,
y ¡allá él! Lo que queda en el tintero
es un mar de palabras todo espuma.
Voy al fondo.
Voy al fondo dejando bien cuidada
la ropa. Soy formal.
Pero con qué facilidad lo escondo,
musa vestida y desnudada,
prendiendo y desatándose la cinta
de tu delantal, mi vida.
Venid y vamos todos
al pueblo, lo que quiero es que aprendamos
a hablar como las propias rosas: ellos
nombran de varios modos
los pájaros, los árboles. Vámonos
a coger rosas, nombres bellos,
pues que tan claro hablan ellos,
vamos a coger rosas,
y todo el campo se entere.
2. Métrica. En efecto, como anuncian los últimos versos citados, en Que trata de España alternan las estrofas tradicionales —con abundancia de sonetos— con formas métricas muy libres sin rima. Coexisten igualmente los poemas de verso corto y largo o la sucesión de ambos en el mismo poema.
Llevado de su preocupación de conectar con el pueblo engasta canciones populares entre sus versos, como se observa en Folia popular (p. 76): En una aldea de Asturias/ oí una voz por el aire»/ Aquel pajarillo/ que vuela, madre,/ ayer le vi preso/(Se ha movido el aire.)/ y hoy trepa el aire. Otro ejemplo aparece en Canción siete (p.98). En otras ocasiones los préstamos los toma de otros poetas, bien parafraseando, como ocurre en Hermanos (toma unos versos de A. Ferrán) (p.70), bien transcribiendo algunos versos, como en la Muerte de D. Quijote, extenso poema en el que transcribe versos de Quevedo, Rubén Darío, César Vellejo, del Quijote, etc. (p.131) En Impreso prisionero (pp 31-32), cita a Góngora: Oíd/ el verso/ de Góngora: "suspiros tristes,/ lágrimas cansadas", terco,/ rabioso ángel fieramente humano,/ llamando al arma, desalmando el cuerpo/ a golpes de pasión o de conciencia.
3. Ritmo. La poesía de Blas de Otero es, como hemos visto, austera, exacta, expresiva y precisa, pero al mismo tiempo es sonora. Esto lo consigue a base de un ritmo poético variado. Alterna el ritmo rápido con otro más lento, con preponderancia del primero. Este ritmo vivo, mordido, como el propio poeta lo denomina en Biografía (p. 30), lo consigue mediante distintos procedimientos:
a) Con un constante ahorro de palabras y la casi ausencia de adjetivación, como puede comprobarse en La vida (p. 39): Si escribo/ es por seguir la costumbre/ de combatir/ la injusticia,/ luchar/ por la paz,/ hacer/ España/ a imagen y semejanza/ de la realidad/ más pura./ A veces/ me tiembla la mano,/ se borran/ las líneas,/ parece/todo perdido/ para siempre,/ pero un golpe/ de mar/ levanta el nuevo día,/ aquel que ya viví/ desde el instante mismo/ de nacer. En la primera estrofa de este poema —por ejemplo—, no existe ninguna palabra reiterativa, modificadora o calificativa de alguna anterior. Toda la estrofa pretende desembocar con rapidez en el verso final: "hacer... la realidad/ más pura."
b) Con frases breves formadas con los elementos sintácticos indispensables. Escasez de frases subordinadas. Así en No te aduermas: Las dos de la mañana./ Canta/ un gallo, otro gallo/ contesta./ El campo/ de mi patria reposa/ bajo la media luna./ Oh derramada España,/ rota guitarra vieja,/ levanta/ los párpados/ (canta/un gallo) que viene,/ llena de vida,/ la madrugada. (p. 96).
c) En composiciones más tradicionales, en las que emplea el soneto y en otras de versos compuestos por un mayor número de sílabas, consigue esta vivacidad rítmica mediante el empleo sistemático de encabalgamientos que producen los desajustes entre la oración sintáctica y el verso. Por ejemplo, en Campo de amor (citado en la p.5), o en Estribillo tradicional:
Soledad tengo de ti,
tierra mía, aquí y allí.
Si aquí, siento que me falta
el aire, que apenas puedo
mover la pluma por miedo
al gato, que siempre salta
donde mas se piensa. ¿Ves
qué manía tan funesta
esta
de no pensar con los pies?
Pues si allí, siento que el suelo
me falta, que puedo apenas
remover plumas ajenas,
se me va el pájaro al cielo;
es
lo que yo digo: Ya ves,
tierra mía, allí y aquí,
soledad tengo de ti. (p. 77)
d) Con recursos fónicos; es decir, con el empleo de sonidos consonánticos estratégicamente colocados en los verso (cfr. Campo de amor, citado en la p. 5, etc.).
e) Con enumeraciones, que, además, intensifican la acción, como ocurre en Avanzando, cayendo y avanzando, poema que termina: ...Y el viento repetía/ esperad, esperad, avanzad (p. 78). Verso en el que también hay cierta acumulación de sonidos consonánticos.
f) Mediante el recurso a las figuras retóricas como las aliteraciones.
4. Figuras Retóricas. La función de las figuras retóricas en Que trata de España no es meramente ornamental, sino que Blas de Otero intenta con ellas precisar y enfatizar el significado. Las aliteraciones son las más frecuentes. Encontramos esta figura en Españahogándose (p. 33):"abril abrió sus árboles, o en Tierra de Campos (p.94):
Tierra
de Campos, parda
tierra de tristes
campos.
Agosto, los caminos
llamean, alto azul
y cuatro, cinco nubes
blancas.
Nocturno, trema un tren,
rielan los rieles
reflejando los anchos
astros.
Frío de amanecida,
cuchillo fino
del alba.
Tierra
de Campos, pura
tierra de tristes
campos.
Con la misma finalidad mencionada en el párrafo anterior, se encuentra en la poesía de Blas de Otero un gran número de acumulaciones, que adoptan diferentes formas. La más sencilla, la reiteración o repetición de una misma palabra para marcar una cadencia y subrayar una acción que el poeta desea se grabe en el lector, como "Llueve en Bilbao y llueve, llueve, llueve", verso que inicia el poema 1923 (p. 25); o "Arde ama, asciende siempre, siempre, siempre", en E.L.I.M (p. 52).
También hay paralelismos: unas veces mediante la repetición sólo de la construcción: "Dormir, para olvidar/ España./ Morir, para perder/ España./ Vivir, para labrar/ España./ Luchar, para ganar/ España." (p. 115). Otras veces, con la repetición de la palabra o frase dominante (anáforas), como en Todavía (citado en la p.6), Canción siete (p. 98), Canción primera (p. 91):
Esperanza, camino
bordeado de mirtos.
Siento a España sufrir
sufrimiento de siglos.
Esperanza, camino
ladeado de mirtos.
Salamanca de cuatro,
Cuenca de cuatro o cinco.
Esperanza, camino
bordeado de mirtos.
La del alba sería,
se oye el llanto de un niño.
Esperanza, camino
ladeado de mirtos.
Una muchacha blanca
con un ramo de olivo.
Esperanza, camino
bordeado de mirtos.
Estos paralelismos están ligados a una intencionalidad precisa: identificadora en el caso de Dormir para olvidar, donde la palabra España pretende localizar las acciones descritas con anterioridad; o con función obsesiva como en Todavía en que el "mañana" crea un clima de incertidumbre y preocupación. No se olvide tampoco la finalidad del paralelismo desde el punto de vista musical, y que tanto contribuye a la vivacidad del ritmo en la poesía de Blas de Otero.
5. Los encabalgamientos. Ya se ha señalado su función en el ritmo, pero podemos encontrar algunas facetas más:
a) Deslexicalizar una frase hecha. Esta función es repetida con frecuencia, y consiste en cortar una frase conocida al finalizar un verso. Por ejemplo: "César Vallejo ha muerto. Muerto está/ que yo le vi"; y en este mismo poema: "... y España, aparta de mí/ este cáliz. Carlos/ (de Vine hacia él, p. 169). En estos ejemplos el corte producido al finalizar el verso obliga al lector a realizar una breve pausa y así se da cuenta del verdadero sentido de estas palabras. Al enlazar con el verso siguiente, la frase adquiere un significado pleno para el lector, que asocia el sentido popular y la intención del poeta. Aquí la contundencia de las frases da mayor fuerza al dolor de Blas de Otero.
b) Realzar la segunda parte de la frase interrumpida, al mismo tiempo que remacha una idea. Se observa en Campo de amor (citado en las pp 5 y 6), poema que termina con los siguientes versos: "... está mirándome/ el pecho de cristal." La imagen última resume la trasparencia que ha querido expresar a lo largo del poema.
d) Lograr efectos impensados y sorprendentes para el lector: "Y ordené el fusilamiento/ de mis años sumisos" (de Crónica de una juventud, p. 159).
E. TEMAS
"Un hombre recorre España, caminando o en tren, sale y entra en las aldeas, villas, ciudades acodándose en el pretil de un puente, atravesando una espaciosa avenida, escuchando la escueta habla de un labriego o el tráfago inacorde de las plazas y calles populosas... Un hombre recorre su historia y la de su patria y las halló similares, difíciles de explicar y acaso tan sencilla la suya como el sol, que sale para todos." Estas palabras de Blas de Otero, referidas a sí mismo —extraídas de Historias fingidas y verdaderas—, explican muy bien cuál es la actitud del poeta frente a lo que comúnmente se viene llamando el tema de España.
La observación del paisaje y de las figuras señeras de España, tamizado por el pensamiento de Blas de Otero, subyace a lo largo de todo el libro y se traduce en una preocupación constante, íntima y personal por su patria.
Al analizar el contenido de Que trata de España, notamos en primer lugar la profunda huella dejada por la guerra civil española. Antes del "conflicto fratricida"(p. 179) vivía feliz tanto en sus años de la infancia (Lejos, p. 22), como en su adolescencia: Madrid divinamente:
Madrid, divinamente
suenas, alegres días
de la confusa adolescencia,
frío cielo lindando con las cimas
del Guadarrama,
mañanas escolares,
rauda huida
al Retiro, risas
de jarroncito de porcelana,
tarde
de toros en la roja plaza vieja,
pues me iría y a ver la verbena
en San Antonio o San Isidro,
ruido de Navidad en las aceras
cerca
de la Plaza Mayor,
rotos recuerdos
de mil novecientos veintisiete,
treinta,
pueblo derramado aquel 14
de abril, alegre,
puro, heroico Madrid, cuna y sepulcro
de mi revuelta adolescencia. (p. 26)
La guerra le marca y siempre que se refiere a ella lo hace con acritud: "guerra estúpida" (p. 20), "espantoso cataclismo" (p. 182), etc. Las consecuencias del enfrentamiento bélico engendran una España "negra y triste": "Así, noche tras noche, sucumbiste/ en medio de una España negra y triste:/ como el toro en la plaza, como el toro." (de 1939-1942, p. 139). Será preciso luchar para recuperar las libertades usurpadas a la inmensa mayoría. Esta postura de Blas de Otero frente a la España de postguerra se recoge muy bien en el siguiente poema:
A veces pienso que sí, que es imposible
evitarlo. Y estoy a punto de morir
o llorar. Desgraciado de aquel que tiene patria,
y esta patria se obsede como a mi.
Pregunto, me pregunto: ¿Qué es España?
¿Una noche emergida entre la sangre?
¿Una vieja, horrorosa plaza de toros
de multitud sedienta y hambrienta y sin salida?
Fuere yo de otro sitio. De otro sitio cualquiera.
A veces pienso así, y golpeo mi frente
y rechazo la noche de un manotazo: España,
aventura truncada, orgullo hecho pedazos,
lugar de lucha y días hermosos que se acercan
colmando de claveles colorados, España.
(1939-1942, p. 139)
Otra consecuencia de la
guerra es la visión de España como tierra de contrastes: "miserable y
hermosa", "bella y doliente", como dice en Por venir (p.
20), que produce "esperanza y desesperación" (p. 121) y
"sonrisas y miseria y desgracia" (de Copla, p. 42). Este pequeño
muestreo recogido de Que trata—
de España revela la actitud dual del poeta, a la par enamorado y dolorido por la situación sociopolítica de la postguerra.
Este dolor adopta en el presente libro todas las gamas, desde la añoranza y melancolía, al sufrimiento crispado y desgarrador de Tierra (soneto):
Por qué he nacido en esta tierra. Ruego
una disculpa. Algo, en fin, de comer,
de vivir. Es horrible no saber
andar por esta tierra, aire, mar, fuego
incógnitos. Si a un cojo guía un ciego,
¿qué harán sino caer, caer, caer!
Pero yo he visto y he palpado. Ser
o no ser. Cara o cruz. Trágico juego.
Trágico amor, amor hasta las heces,
España, hija de padres conocidos,
desavenidos una, cien, mil veces.
Por qué he nacido en esta tierra. Hundidos
tengo los, ojos. Pero no tropieces,
madre, aun no nos damos por vencidos. (p. 157)
La consecuencia de esta aflicción será la tristeza y la soledad, sentimientos que Blas de Otero recoge, por ejemplo, en Canción cinco (p. 95): "Por los puentes de Zamora,/ sola y lenta, iba mi alma./ No por el puente de hierro,/ el de piedra es el que amaba./ A ratos miraba el cielo,/ a ratos miraba el agua./ Por los puentes de Zamora,/ lenta y sola, iba mi alma." Numerosos motivos causan pena al poeta, señalo algunos:
a) La dictadura de la España de postguerra, como sin remilgos califica al sistema político español en los versos finales de Impreso prisionero (pp 31 y 32): "... Y más silencio. Y voluntad de vida/ a contra dictadura y contra tiempo." De manera más velada vierte esta misma acusación en numerosos poemas del libro.
b) Las consecuencias de este régimen político las concentra en: privación de la libertad de expresión: "No. No dejan ver lo que escribo/ porque escribo lo que veo" (p. 48); y el deterioro de la conducta individual, porque la necesidad de pervivencia en España le obliga a mantener una actitud hipócrita ante la vida: a falsear la realidad como manifiesta en el ya expresivo título del poema Nadando y escribiendo en diagonal (p. 49):
Escribir en España es hablar por no callar
lo que ocurre en la calle, es decir, a medias palabras
catedrales enteras de sencillas verdades
olvidadas o calladas y sufridas a fondo,
escribir es sonreír con un puñal hincado en el cuello,
palabras que se abren como verjas enmohecidas
de cementerio, álbumes
de familia española: el niño,
la madre, y el porvenir que te espera
si no cambias las canicas de colores,
las estampitas y los sellos falsos,
y aprendes a escribir torcido
y a caminar derecho hasta el umbral iluminado,
dulces álbumes que algún día te amargarán la vida
si no los guardas en el fondo del mar
donde están las llaves de las desiertas playas amarillas
yo recuerdo la niñez como un cadáver de niño junto a la orilla,
ahora ya es tarde y temo que las palabras no sirvan
para salvar el pasado por más que braceen incansablemente
hacia otra orilla donde la brisa no derribe los toldos de colores.
c) Sin embargo, los más desgarradores versos son aquellos que expresan los efectos de este sistema político en el plano social, que pueden resumirse en: la opresión {"gente humillada y despreciada", p. 108), la injusticia ("patria de pueblo y pan/ partido injustamente", p. 181), y la miseria ("sentado está, sentado/ sobre su propia sombra corrosiva", frase referida a un minero, en un poema que tiene algunas irreverencias).
d) No le duelen sólo las consecuencias humanas, sino también aquéllas que gravitan sobre la materialidad del "solar patrio". Se lamenta varias veces del atraso de España: "España duerme", grita en Antedía (p. 172). Por este sopor, "España llega tarde a todas partes,/ en su concepto histórico único que queda de ella,/ no es una nación autónoma, dueña de sí." Estos versos de Doble llave (pp 145-146) nos ponen en la pista de otro de los motivos de la falta de progreso; según el poeta: el apego a las tradiciones, tema denunciado en otros muchos poemas como en Cuchillo brillante (p. 100):
España,
palabra bárbara, raída
como roca por el agua,
sílabas con sonido de tabla
seca,
playa
de mi memoria, mina
roja del alma,
cuándo
abrirás la ventana
a la brisa
del alba.
F. ASPECTOS CENSURABLES
A Blas de Otero le duele España y critica la situación socio-política. Con esta visión, el lector puede o no estar de acuerdo, según la óptica política de cada cual. Sin embargo, donde es necesario disentir, es en la perspectiva en la que se sitúa el poeta y en el modo de llevar a cabo el cambio que propugna: postura y método que tiene un claro trasfondo marxista.
En Libertad real (p. 144), expone diáfanamente su concepción de la libertad, de la que carecerían los españoles. Para recuperarla, Blas de Otero propone, en diversos pasajes de su obra la lucha (cfr."Dormir, para olvidar", poema citado en la p. 11). Y es en esta concepción de la lucha donde afloran algunas características de la doctrina marxista, que se exponen a continuación:
a) La lucha está motivada por el odio: "Vuestro odio me ayuda rebelarme" (en Mientras viva, p. 57). Además de este poemas toda la lectura de Que trata de España desprende esta misma concepción de la existencia humana.
b) Estratifica la sociedad española en clases sociales diferenciadas y enfrentadas. Blas de Otero se identifica con la clase trabajadora, oprimida necesariamente por la clase dominante, que ha de desaparecer (cfr. C.L.I.M., citado en la p.3, n.2; o "Hermanos, camaradas, amigos", citado en la p.2).
c) Serán los trabajadores lo que revitalicen el #solar ibérico" con su única presencia, como pregona en el poema Doble llave (pp. 145-146).
d) Como la lucha pacífica por la transformación parece que no llega, será necesaria una revolución: "La revolución no es aquí meramente un derecho:/ es ante todo y por encima de todo un deber" (en Doble llave). Revolución que ha de ser igual y del mismo signo que la cubana. Así termina el soneto Historia de la reconquista: "mar de los hombres —bravas, hondas olas/ de Cuba—, bate, vuélcate, acomete/ contra las hoscas costas españolas" (p. 160). Estas referencias son muy numerosa en el capítulo quinto de Que trata de España (La verdad común).
Además de este trasfondo, hay otras referencias que son más folklóricas que doctrinales. Por ejemplo, menciona varias veces la hoz y el martillo como símbolo de liberalización (en Escrito con lluvias etc.). También alude a personajes como Fidel Castro ("Cuando venga Fidel se dice mucho", pp. 182-183).
Quedaron atrás —en la primera época— las ideas religiosas del poeta, y en Que trata de España, como en toda su segunda etapa, abandona a Dios: con sus propias palabras "lo asesinaron". Sin principios religiosos se pone al servicio de una comunidad para la que sólo reclama el bienestar, la libertad y poco más. Pero la idea de Dios le obsesiona y con frecuencia salta a sus versos, aunque lamentablemente sea para encararse con Él o para atribuirle la causa de los males. Se rebela con odio contra Dios y manifiesta "esta especie de rabieta" escribiendo el nombre de Dios o de la Virgen con letra minúscula. En ocasiones, se refiere a Dios blasfemamente o cita frases de las Sagradas Escrituras con ironía. De lo que Blas de Otero no se puede librar —consecuencia de su ateísmo—, es de la amargura, creciente a lo largo de Que trata de España.
J.G.L.G. (1982)
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