MOORE, T.W.

Introducción a la teoría de la educación,

Alianza Editorial, 3ª ed. Madrid 1985.

(t.o.: Educational Theory: An Introduction)

Indice

1. Teoría de la educación

2. La estructura de la teoría de la educación

3. Teorías históricas de la educación

4. Crítica de las teorías históricas

5. Los cimientos de la teoría de la educación

6. Un modelo actual

CONTENIDO

        La finalidad del libro es defender la teoría de la educación frente a la convicción actual en muchos ambientes de que es innecesaria porque no ven su valor práctico. El autor intenta hacer ver que es posible y que en realidad está ya disponible una teoría de la educación.

        Moore entiende por teoría un cuerpo de conocimientos o creencias que es la base para explicar unos hechos.

        La teoría de la educación es principalmente una teoría práctica, pues pretende decirnos qué tenemos que hacer, a diferencia de teorías científicas que son explicativas de lo que ocurre en el mundo.

        La teoría de la educación consiste en un conjunto de principios, consejos y recomendaciones orientadas a influir en las actividades educativas. Las teorías de la educación son generales y van asociadas a una posición política y social específica.

        La tarea de la filosofía de la educación es la clarificación de los conceptos utilizados en los niveles inferiores y consiste en examinar las teorías que operan en ellos para comprobar su consistencia y validez.

        El autor pretende defender la teoría de la educación de la acusación de que no es teoría, mostrando que es teoría en un sentido diferente que las científicas y por tanto los criterios que se utilizan para juzgar la validez de éstas no son siempre adecuados para evaluar teorías de la educación.

        Una teoría de la educación puede ser evaluada de acuerdo con criterios propios basados en su estructura formal y no en su contenido que siempre es provisional.

        Para justificar una teoría práctica hay que demostrar que sus conclusiones merecen ser puestas en práctica y nunca puede quedar ni establecida ni refutada por simple referencia al mundo empírico; es decir una teoría de la educación se justifica demostrando que es racionalmente defendible. Es esencial que sea posible criticarla y que resista a la crítica.

        La estructura de una teoría de la educación es compleja: implica supuestos acerca de la deseabilidad de los fines, de la naturaleza de los hombres, del conocimiento y de los métodos pedagógicos. Estos supuestos son el fundamento para las recomendaciones práticas.

        La validez de la teoría no dependerá de la verdad de sus supuestos sobre cómo es el mundo, sino de los siguientes factores: que tenga objetivos realizables y moralmente aceptables; que los supuestos acerca de los alumnos se apoyen en una evidencia empírica adecuada y que los supuestos sobre la naturaleza del conocimiento sean inobjetables.

        Moore hace un breve estudio sobre algunas teorías históricas de la educación, y concluye después de la crítica a cada una que todas resultan en alguna medida inaceptables, aunque no merecen ser totalmente rechazadas, pues tienen algo que ofrecer y por este motivo tienen un valor considerable.

        Las teorías históricas son productos de su tiempo, particulares y limitadas, y por eso casi siempre  erróneas en algunos puntos. Son relevantes para la práctica educativa pues muchas de sus recomendaciones prácticas pueden utilizarse con buenos resultados.

        El maestro que conoce diversas teorías educativas se encuentra mejor equipado para comprender lo que sucede en la educación y tiene criterio para evaluar las tendencias educativas actuales.

        Es necesario construir una teoría contemporánea de la educación en base a las conclusiones de psicólogos y sociólogos.

        El autor hace un análisis de las aportaciones de la psicología experimental y de la sociología y concluye que la función del psicólogo y del sociólogo de la educación es la de fijar los límites de lo que es factible en educación. El teórico de la educación debe tener en cuenta las conclusiones empíricas, pero siempre como algo secundario, pues la teoría depende fundamentalmente de cuestiones de valor.

        Después de todo el estudio histórico, Moore concluye "no cabe esperar la construcción de una teoría general de la educación que sea definitiva, que valga para todo tiempo y para toda circunstancia. El contenido concreto de una teoría de la educación debe ser considerado siempre como provisional" (p. 109).

         Sólo es invariable la estructura formal de la teoría práctica. Consiste en lo siguiente: empezar por un objetivo, un supuesto valorativo, porque sin él no tendrían sentido los supuestos de hecho ni las recomendaciones prácticas. El objetivo educativo significa formar un cierto tipo de persona: un hombre educado. El hombre educado es el que es iniciado en conocimiento, habilidades y actitudes sociales consideradas valiosas.

        Partiendo de que hay que formar hombres educados y basándose en lo que se sabe acerca de los niños y de su desarrollo, hay que iniciarles en conocimientos, habilidades y actitudes valiosas, utilizando los métodos que cumplan los requisitos de moralidad, apertura a la participación del alumno y eficacia.

        La conclusión es que detrás de cualquier práctica inteligente en educación existen ciertos principios y prescripciones dirigidas a los profesores. Los principios son las conclusiones prácticas de una teoría educativa. Los principios generales cumplen determinados requisitos conceptuales y deben ser concretados en la práctica para que se adecúen a las necesidades de los niños.

        Los principios se derivan de los objetivos educativos, de las concepciones sobre lo valioso, del conocimiento empírico sobre los niños y de los métodos de enseñanza. En la práctica están siempre expuestos a crítica y revisión.

        Lo decisivo en una teoría de la educación es que pueda servir en la práctica, y su contenido concreto depende de una decisión personal. Para que sea aceptable debe quedar siempre abierta a la posibilidad de ser rechazada por medio de argumentos racionales.

VALOR DOCTRINAL Y CIENTIFICO

        El planteamiento educativo del autor se apoya en la línea de la filosofía analítica que sustituye la verdad por la coherencia lógica (cfr. pp. 37; 40) y rechaza la metafísica del ser (cfr. pp. 67-68; 90; 110-112); no consigue superar del todo el empirismo aunque lo combate (permanece en un empirismo lógico-lingüístico).

        Su consideración de la ciencia es extraordinariamente parcial; asume en este campo las ideas de Popper (cfr. p. 40) que se traducen en los planteamientos y soluciones de los problemas que aborda.

        Su concepción del hombre es claramente relativista (cfr. pp. 47; 70; 109; 122); no acepta la existencia de una naturaleza humana inmutable; su concepto de persona es muy reducido, presenta reservas ante la afirmación de la espiritualidad e inmortalidad del alma (cfr. p. 74) y coloca al mismo nivel concepciones verdaderas y falsas sobre la esencia humana (cfr. p. 33).

        La teoría de la educación queda circunscrita a un nivel formalista en el cual es imposible abarcar todos los aspectos reales. Deja de considerar puntos fundamentales, por ejemplo, el fin último del hombre (cfr. p. 38, postura agnóstica sobre Dios), existencia de los bienes espirituales, función normativa de la ley moral natural; y prescinde de todo elemento sobrenatural.

        Hace alguna referencia al cristianismo, reduciéndolo al nivel de una teoría educativa (cfr. p. 88). Apenas menciona la educación religiosa, ni la misión educativa de la Iglesia.

        Las críticas que hace a las teorías históricas de la educación son insuficientes desde el punto de vista filosófico y doctrinal, y en ocasiones asume elementos equivocados de ellas que pueden ser nocivos (cfr. pp. 47-54 sobre la teoría educativa de Rousseau; pp. 78 y ss. dice que la concepción del hombre de Dewey se aproxima bastante a la realidad; pp. 94-97, afirma que la teoría de Freud sobre la personalidad puede ayudar a entender mejor a los niños).

        Aunque el planteamiento de fondo es erróneo, algunas consideraciones bajo ciertos aspectos particulares pueden ser acertadas pedagógicamente, sobre todo por lo que se refiere a la prática educativa.

        En este sentido, el libro puede tener utilidad —para especialistas en ciencias de la educación— para conocer brevemente teorías contemporáneas de las educación, pues describe sintéticamente muchas corrientes de pensamiento que están en boga en nuestros días (particularmente en el área anglosajona).

        El libro tiene buena bibliografía sobre los autores que estudia.

 

                                                                                                                M.N. (1988)

 

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