LAUDAN, Larry
El progreso y sus problemas. Hacia una teoría del progreso
científico
Ed. Encuentro, Madrid 1986, 279 pp.
PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA
El libro fue publicado por primera vez en inglés en 1979, por lo que el Prólogo para la edición española es nueve años posterior. También lo es a otros dos libros dedicados al mismo tema —aunque con más detalle, dice el autor—, Science and Hypotesis (Dordrecht, 1982) y Science and Values (Berkeley, 1984). Si no se conocen estas dos obras, el prólogo puede ser útil para ver si ha habido alguna evolución en el pensamiento del autor. No ha sido así, por lo que recomendamos dejar su lectura para el final. De otro modo, al ser una síntesis —aunque amplia, 15 páginas— de lo que se expone a continuación con más detenimiento, se puede entender con dificultad. Y si hay alguna diferencia con el texto, también se apreciará mejor después.
PRÓLOGO
Señala el autor que hasta 1920 la epistemología era una materia sin sobresaltos, llena de prestigio. Todo cambió por tres motivos: 1. "La crisis producida por la toma de conciencia de que el conocimiento no es ni tan seguro ni tan imperfectible como habían creído los pensadores desde Platón y Aristóteles" (p. 27). 2. El aislamiento de filósofos profesionales y el desprecio hacia nuevas epistemologías. 3. El pensar que se podía hablar de conocimiento sin tener en cuenta el avance de las ciencias naturales.
Aunque hay un ambiente de confianza hacia la ciencia, hay que tener en cuenta que: 1. Algunos filósofos de la ciencia definen la racionalidad y luego intentan medirlo todo a partir de esa definición, por lo que algunos aspectos han de ser considerados como irracionales. 2. Hay defensores de que la ciencia ha de ser verdadera, probable, progresiva, altamente confirmada —como desde tiempos de Aristóteles—, pero todo esto ha fracasado, asegura y repetirá nuestro autor. 3. Sociólogos de la ciencias parecen confirmar que hay muchos factores irracionales en el proceso de decisión científica. 4. Algunos historiadores y filósofos (por ej. Kuhn, Feyerabend) dicen que la elección entre teorías rivales supone elementos irracionales.
Según esto, se nos ofrecen tres alternativas:
1. Podemos seguir confiando en que algún arreglo de última hora volverá a encauzar la ciencia por donde siempre.
2. Se podría pensar que la ciencia es irracional y olvidar toda justificación de racionalidad.
3. Podríamos empezar de nuevo a analizar la ciencia evitando aspectos que han llevado al escepticismo actual sobre la ciencia.
Asegura Laudan que se han hecho esfuerzos notables en la dirección de 1 y 2. La posición 2 ha sido más popular entre pensadores de orientación histórica, como Kuhn o Feyerabend. Pero el autor se ve inclinado a adoptar la postura 3 por el camino de la teoría de resolución de problemas. Aunque muchos están de acuerdo en que la ciencia se dedica a resolver problemas, sin embargo pocos se han dedicado a examinarlo en detalle. Laudan realiza una exposición amplia de objetivos, que ocupa la página 32 y la mitad de la 33. Puntualiza después dos aspectos a tener en cuenta en su exposición: primero, que la palabra progreso tiene muchas connotaciones, por lo que él se centrará en "ofrecer criterios objetivos para determinar cuando se ha producido progreso" cognoscitivo (p. 33). Segundo, intentará mostrar sus observaciones con ejemplos históricos, que le servirán de corroboración.
El libro tiene dos partes. La primera se titula "Un modelo de progreso científico" y en ella intenta fijar su teoría, sobre todo en los tres primeros capítulos que son directos y fáciles. En el capítulo cuarto nos detendremos especialmente, dado que en él insiste en deslindar la ciencia, y su propia teoría sobre la ciencia, de la verdad o falsedad. En la segunda parte, intenta ampliar el alcance de su teoría, haciéndola válida para todos los temas y disciplinas. En las críticas a otros autores, como suele ocurrir, acierta en muchos casos. El capítulo 7 es un buen ejemplo de acierto. El Epílogo, "más allá de la veritas y la praxis" por el contrario, parece desorbitado.
De todas formas hay que decir que es un libro serio y enormemente estimulante para estudiar el alcance de su propuesta y el modo de reducirla a sus justos términos. Seguiremos fielmente los capítulos y apartados del libro. Aunque aspiramos a que estas páginas expongan su contenido sin necesidad de que haya que acudir a consultarlo, nos parece que la consulta será necesaria para los que deban hacer un trabajo más exhaustivo a causa, sobre todo, de la cantidad de ejemplos de historia de la ciencia que recoge y que aquí es imposible reseñar.
PRIMERA PARTE
Capítulo Primero. LA FUNCIÓN DE LOS PROBLEMAS EMPÍRICOS
Comienza afirmando que "la ciencia es, en esencia, una actividad de resolución de problemas" (p. 39). Pero hay que precisar esa definición. No es lo mismo "datos empíricos" que "problemas empíricos", explica en nota 2 de la p. 40. Tradicionalmente se ha hablado de los primeros, pero a él no le interesan, porque hacen referencia a la realidad y Laudan rehuye el tema. Sólo le interesan los "problemas empíricos", es decir, aquello de los datos que interpela a la ciencia, o a un científico. En realidad hay muchos datos empíricos conocidos, dirá más adelante, pero que no por ello interesan a la ciencia (el verdor de las hojas de los árboles se conoció desde muy antiguo, pero sólo en un momento determinado sirvió para interpelar a la ciencia). Veamos a continuación una Teoría de la ciencia orientada a la resolución de estos y de otros problemas.
LA NATURALEZA DE LOS PROBLEMAS CIENTÍFICOS
No define lo que es un problema científico sino de modo relativo, refiriéndolos a las teorías que los resuelven: "Si los problemas son el punto central del pensamiento científico, las teorías son su resultado final(...) Si los problemas constituyen las preguntas de la ciencia, las teorías constituyen las respuestas. La función de una teoría es resolver la ambigüedad, reducir la irregularidad a uniformidad, mostrar que lo que sucede es en cierto modo inteligible y predecible. Es a este complejo de funciones a lo que me refiero cuando hablo de teorías como soluciones a problemas". (p. 41)
Propone dos tesis: Tesis 1. Lo esencial para una teoría es si responde aceptablemente a preguntas interesantes. Y como esta primera tesis no se suele entender bien en la tradición de la filosofía de la ciencia contemporánea, propone la Tesis 2: para evaluar una teoría es más importante preguntar si contesta a cuestiones relevantes que si es "verdadera" o "si está corroborada".
PROBLEMAS EMPÍRICOS
De nuevo opta por ejemplificar más que definir qué es un problema empírico. Desde luego "se plantean dentro de un determinado contexto de indagación y se definen en parte por ese contexto" (p. 43) No pretende decir "que están dados directamente por el mundo al modo de datos verídicos o inequívocos" (ibidem). Dependen en su origen, por tanto, de las teorías de las que se disponga. Como dirá más adelante, en realidad no se tiene bien definido un problema empírico, hasta que no ha sido resuelto por una teoría (p. 64).
¿Por qué llamarlo, entonces, problema empírico? Por su procedencia. Porque a pesar de estar "cargado de teoría" afirmamos que se refieren al mundo físico (p. 44). Pero eso no nos importa realmente. Nos interesan en cuanto problema, no en cuanto pueda reflejar un estado de cosas real. A veces ha habido problemas que luego se ha demostrado que no eran reales, como las serpientes de mar, la generación espontánea, o el efecto curativo de las sangrías para ciertas enfermedades. "Mientras insistimos en que las teorías se elaboran tan sólo para explicar "hechos" (esto es, enunciados verdaderos acerca del mundo), nos veremos incapaces de explicar la mayor parte de la actividad teórica que se ha producido en la ciencia" (p. 45). Otros datos empíricos han sido indiferentes para la ciencia durante mucho tiempo, como el verdor de las hojas de los árboles a que hacíamos alusión más arriba. Sólo cuando llegó a ser un problema empírico para una teoría, cobró importancia científica.
TIPOS DE PROBLEMAS EMPÍRICOS
Distingue tres tipos: problemas no resueltos, problemas resueltos y problemas anómalos (aquellos que no ha resuelto una teoría en los que se plantean, pero sí han sido resueltos en otras teorías rivales). Aprovecha para decir que "uno de los caracteres distintivos del progreso científico es la transformación de problemas empíricos anómalos y no resueltos en problemas resueltos" (p. 46).
EL "STATUS" DE LOS PROBLEMAS NO RESUELTOS
A veces se piensa que están perfectamente delimitados y en lista de pendientes. No, en realidad "sólo cuentan, generalmente, como auténticos problemas cuando dejan de ser problemas no resueltos" (p. 47). Y ello porque a veces se tiene confuso el dato real (no acaba de ser un problema), y otras porque queda confuso a qué dominio de la ciencia pertenece. Por ejemplo, la cristalización a veces no se sabía si era un problema químico o geológico; las estrellas fugaces si era un problema meteorológico o astronómico, etc. En definitiva, dice Laudan, es más interesante ver, a la hora de evaluar teorías, los problemas que han sido resueltos por otras teorías rivales que los no resueltos. Estos no ofrecen preocupación.
LA NATURALEZA DE LOS PROBLEMAS RESUELTOS
Son aquellos que guardan relación con las teorías, que los han resuelto, aunque a veces no sea de un modo muy exacto.
El carácter aproximado de la solución de problemas. Es difícil que una teoría prediga con exactitud un resultado experimental. El autor acumula ejemplos tomados de Newton, de Einstein y otros. Algunos filósofos de la ciencia son en esto muy exigentes, pero quiere mostrar Laudan que habitualmente no se puede ser así. Dos teorías, las de Galileo y Newton, explican la caída de los cuerpos con parecida aproximación, aunque ambas con alguna diferencia.
La irrelevancia de la verdad y la falsedad para la resolución de un problema. Repite que "no necesitamos considerar el tema de la verdad y la falsedad —como no lo hacen generalmente los científicos— para determinar si una teoría resuelve o no un problema empírico concreto" (p. 54). En cierto aspecto lleva toda la razón. Desde un punto de vista formal, conceptual, lo único importante es la adecuación entre problema y respuesta teórica. Ahora bien, como es lógico, ahí no se acaba la capacidad interrogativa del hombre y es un error quererla cercenar, como se propone Laudan. Pero llegaremos a ello.
LA ESPECIAL FUNCIÓN DE LOS PROBLEMAS ANÓMALOS
En definitiva, un problema anómalo es aquél que no puede resolverse en la teoría en la que se plantea, pero sí ha sido resuelto por otra teoría rival. La cuestión es importante desde un punto de vista teórico y formal pero, para Laudan, es especialmente importante a la hora de comparar teorías en orden a su evaluación. Algunos autores son de la opinión de que hay que abandonar la teoría que posee anomalías. Para nuestro autor, por el contrario: "(a=) La aparición de una anomalía suscita dudas acerca de la teoría que muestra tal anomalía, pero no hace inevitable su abandono; (b=) Las anomalías no tienen necesariamente que ser inconsistentes con las teorías de las que son anomalías" (pp. 56-57). El autor adelanta que será en el Capítulo 32 donde afrontará el tema con mayor aparato analítico.
LA TRANSFORMACIóN DE ANOMALÍAS EN PROBLEMAS RESUELTOS
Evidentemente es una satisfacción poder resolver las anomalías desde la propia teoría. "La idea básica está encerrada en el aforismo clásico exceptio probat regulam, que originariamente significaba que una regla o principio es puesto a prueba por su capacidad de ocuparse de sus excepciones aparentes" (p. 61).
LA EVALUACIÓN DE LOS PROBLEMAS EMPÍRICOS
Hay que ver por qué unos problemas son más relevantes que otros.
El peso de los problemas resueltos.
El autor se propone dar criterios para la evaluación, pero reconoce que es asunto grave y por ello quiere advertir: primero, que los que presenta no son los únicos criterios posibles; segundo, que se refiere a la evaluación cognoscitiva y no a cualquier otra emotiva o irracional (considerar el problema del cáncer, del Sida, etc.).
Inflación del problema por su solución. Un problema así hace fuerte una teoría, que espera de las demás que se atrevan con él si quieren ponerse a su altura.
Inflación del problema por solución de una anomalía. En todos los casos cita Laudan ejemplos históricos interesantes, en este caso de Einstein, Newton, Darwin.
Inflación del problema por construcción de arquetipos. Se entiende por arquetípica aquella teoría que se refiere a procesos naturales primarios o básicos, a los que tienen que ser reducidos otros procesos del dominio (p. 65).
Ponderación de problemas por su generalidad. Al abarcar, y por tanto organizar, otros problemas más concretos.
Deflación del problema por su disolución. Y si no es su disolución total, al menos la cantidad de dudas que comienza a soportar o la irrelevancia frente a la línea fundamental de investigación.
Deflación del problema por modificación del dominio. Por ejemplo, la fisiología de la visión o la psicología de la percepción han desaparecido de los tratados de Óptica.
Deflación del problema por cambio de arquetipo. Al abandonarse una teoría.
LA IMPORTANCIA DE LOS PROBLEMAS ANÓMALOS
Popper ha sostenido a menudo, según el autor, que cualquier teoría con problemas anómalos no merece consideración científica. Kuhn habla de la que tenga un gran número de anomalías. Según Laudan, "no importa tanto cuántas anomalías genera una teoría, sino más bien qué importancia cognoscitiva tienen esas anomalías concretas" (p. 68). ¿Cómo evaluarlas?
Resume sus observaciones en dos afirmaciones finales:
"1. La importancia de la resolución de los problemas empíricos (tanto resueltos como anómalos) no es la misma en todos los casos, dado que algunos problemas son de mayor importancia que otros.
2. La valoración de la importancia de un problema o anomalía concreta requiere el conocimiento de las diversas teorías del dominio y el conocimiento de si esas teorías han tenido o no éxito al proponer soluciones" (p. 71).
LOS COMPLEJOS DE TEORÍAS Y LOS PROBLEMAS CIENTÍFICOS
Este apartado parece un poco forzado. No se sabe por qué ha sido introducido aquí, aunque tampoco desentone especialmente. Laudan se enfrenta al científico francés Pierre Duhem, quien aseguró que la corroboración experimental de teorías era muy compleja. Y ello es así porque una teoría nunca está sola, sino que aparece dentro de muchas otras que la implican. Y así, nunca se sabe en cuál reside el mérito o la culpa de un experimento. Laudan asegura que la complejidad de Duhem procede de sus tribulaciones sobre la realidad o falsedad, y que, en el fondo, lo que plantea es de qué estrategias se dispone para abandonar un complejo de teorías por otro mejor. Eso se verá en el Capítulo 32.
Capítulo segundo. LOS PROBLEMAS CONCEPTUALES.
Asegura el autor que los historiadores y filósofos de la ciencia no han tratado bien este tipo de problemas, quizás llevados por una epistemología empirista de la ciencia. A través de diversos ejemplos de la historia, muestra, sin embargo, la importancia de los aspectos meramente conceptuales, de coherencia.
LA NATURALEZA DE LOS PROBLEMAS CONCEPTUALES
"Si los problemas empíricos son preguntas de primer orden acerca de las entidades sustantivas de algún dominio, los problemas conceptuales son preguntas de un orden superior acerca de la consistencia de las estructuras conceptuales (por ejemplo, teorías) que han sido elaboradas para responder a preguntas de primer orden" (p. 81).
Problemas conceptuales internos
Surgen, por ejemplo, cuando una teoría se hace inconsistente, autocontradictoria. También cuando hay una ambigüedad o circularidad conceptual en la teoría. Pone el autor diversos ejemplos.
Problemas conceptuales externos
Suceden entre teorías. Por ejemplo, cuando una muestra inconsistencia junto a otra; o la aceptación de una hace más frágil la posibilidad de aceptar otra. También cuando una teoría que debería reforzar a otra, solamente le es compatible.
LA FUENTE DE PROBLEMAS CONCEPTUALES
Dificultades intracientíficas. Si una de dos teorías incompatibles se ha de abandonar, ello conlleva el compromiso de desarrollar una teoría alternativa a la abandonada. De todas maneras, la dificultad está en ambas pero no habría por qué abandonarlas.
Dificultades normativas. Ha sido habitual la búsqueda de métodos (Aristóteles, Hipócrates, Descartes, etc.) Ahora bien, estas normas han sido fuente de conflictos habituales entre teorías. Y eso que las mismas normas cambian: hacia 1720 se era inductivista en las ciencias. Pero la misma elaboración de las teorías exigían deducciones no exigidas empíricamente. Finalmente domina la hipotético-deductiva.
Dificultades relativas a la visión del mundo. Provienen cuando se choca con creencias o, al menos, no se refuerzan mutuamente. La historia es rica en detalles. También las ideologías sociales o morales pueden crear esos conflictos (como en la ciencia de la antigua Unión Soviética). Al final del apartado, Laudan expone en dos puntos que no afirma que haya que abandonar la teoría, y no afirma que una visión del mundo sea suficiente para hacer dudar de una teoría bien asentada.
LA EVALUACIÓN RELATIVA DE LOS PROBLEMAS CONCEPTUALES
Hay al menos cuatro situaciones que quiere destacar:
1. La inconsistencia entre dos teorías puede llevar desde el rechazo al apoyo mutuo.
2. Si hay un conflicto entre dos teorías y una de ellas nos muestra gran confianza, peligra la otra. Si las dos la tienen, el problema en conflicto se hará importante.
3. Si ambas teorías rivales tienen los mismos problemas conceptuales, aproximadamente, éstos se hacen irrelevantes.
4. Si una teoría es reciente, se supone que podrá resolver su inconsistencia. Si es antigua y con el problema antiguo, el problema crece en importancia.
RESUMEN Y VISIÓN GLOBAL
Aunque es pronto todavía, quiere adelantar sugerencias sobre el progreso científico: "(1) el problema —empírico o conceptual— resuelto es la unidad básica del progreso científico: y (2) el objetivo de la ciencia es ampliar la esfera de problemas empíricos resueltos. al tiempo que reducir al mínimo el ámbito de problemas anómalos y conceptuales" (p. 100). La medida evaluatoria será la suma de unos y la resta de los otros.
Capítulo tercero. DE LAS TEORÍAS A LAS TRADICIONES DE INVESTIGACIÓN
Para empezar, el autor quiere afirmar: primero, que la evaluación de teorías es, fundamentalmente, comparación entre teorías. Segundo, que por teoría se suele entender dos cosas distintas: por una parte, "utilizamos a menudo el término "teoría" para denotar un conjunto muy específico de doctrinas muy relacionadas (normalmente llamadas "hipótesis" o "axiomas" o "principios") que se pueden utilizar para llevar a cabo predicciones experimentales específicas y para proporcionar explicaciones detalladas de los fenómenos naturales." (p. 105); por otra parte, "el término "teoría" se utiliza también para referirse a conjuntos de doctrinas o supuestos mucho más generales, y mucho menos corroborables empíricamente. Se habla, por ejemplo, de la "teoría atómica", o de la "teoría de la evolución", o de la "teoría cinética de los gases". En cada uno de estos casos, no nos estamos refiriendo a una teoría aislada, sino a un espectro completo de teorías individuales" (p. 105).
El autor cita a Kuhn y Lakatos que confirman que es este segundo grupo de teorías las que nos hacen comprender y valorar el progreso científico, que es lo que importa a Laudan. A estos dos autores se va a enfrentar antes de exponer su propia noción de tradiciones de investigación.
LA TEORÍA DE LOS "PARADIGMAS" CIENTÍFICOS DE KUHN
En su libro La Estructura de las Revoluciones Científicas, Kuhn señala que los paradigmas son imágenes o ideas, o incluso sospechas, de cómo debe entenderse el mundo. Una vez que los científicos aceptan un paradigma se impone el proceso de articularlo, o desarrollarlo, mediante teorías. El paradigma no cambia hasta que acumula tantas anomalías que se produce una revolución.
Después de alabar la parte positiva de Kuhn (la existencia de paradigmas y su persistencia), le crítica en los siguientes puntos: 1. No acierta a ver los problemas conceptuales; 2. No establece bien la relación entre paradigma y teorías afines (quién sustenta a quién); 3. Excesiva rigidez en los paradigmas; 4. No intenta desentrañarlos a fondo; 5. No es capaz de entender que científicos introducidos en una investigación con un mismo modelo, pueden pertenecer a distintos paradigmas.
LA TEORÍA DE LOS "PROGRAMAS DE INVESTIGACIÓN" DE LAKATOS
A diferencia de Kuhn, Lakatos reconoce que pueden existir varios programas de investigación al mismo tiempo, y que pueden compararse entre sí. Pero le critica lo siguiente: 1. Como Kuhn, entiende el progreso sólo en lo empírico; 2. Dos teorías sólo pueden estar en un mismo programa si la una implica la otra; 3. Cae en el defecto de Tarski-Popper de subordinar el programa a su correlación empírica. Laudan cita a Grunbaum para decir que ese intento es difícil, si no imposible, como muestra la historia; 4. Difiere de Lakatos cuando éste afirma que la aceptación de teorías no es siempre racional; 5. Difiere también cuando afirma Lakatos que las anomalías no cuentan en la evaluación de programas; 6. Su idea de los programas sigue siendo muy rígida.
El punto 3. es típico del formalismo en el que se mueve Laudan, por el que únicamente quiere valorar la ciencia. El asunto no es fácil, pero no parece que se pueda aislar totalmente la ciencia de sus observaciones empíricas.
LA NATURALEZA DE LAS TRADICIONES DE INVESTIGACIÓN
Cita, con desigual acierto, algunas tradiciones intelectuales: "empirismo y nominalismo en filosofía, voluntarismo y predeterminismo en teología, conductismo y freudismo en psicología, utilitarismo e intuicionismo en ética, marxismo y capitalismo en economía, mecanicismo y vitalismo en fisiología, por nombrar sólo algunas" (p. 113) Todas tienen los siguientes rasgos comunes:
1. toda tradición consta de un cierto número de teorías que la ejemplifican;
2. toda tradición tiene sus compromisos metafísicos y metodológicos que la individúan y distinguen;
3. toda tradición suele ser antigua y ha conocido diferentes formulaciones.
Especialmente se detiene en el número 2, con diversos ejemplos históricos. Ambos componentes —ontología y metodología— están muy relacionados, como parece lógico, puesto que el objeto a estudiar y el modo de estudiarlo son muy afines.
TEORÍAS Y TRADICIONES DE INVESTIGACIÓN
"Las tradiciones de investigación no son ni explicativas, ni predictivas, ni directamente corroborables" (p. 117). Sí lo son las teorías de las que constan, responsables de sus éxitos en la solución de problemas empíricos y conceptuales. Aunque "el determinar si una tradición tiene éxito en este sentido no significa, por supuesto, que la tradición ha sido "confirmada" o "refutada". Una evaluación tal tampoco nos dice nada sobre la verdad o falsedad de la tradición" (p. 118). Parece que Laudan exagera en su empeño por desentenderse del mundo exterior, pero se le podría dar la razón en parte. Que el origen del universo haya sido de un modo o de otro no influye sobre la realidad de la creación.
A este ejemplo no hace referencia, pero sí expone otros muy expresivos. De ellos deduce que varias teorías inconsistentes entre sí pueden pertenecer a la misma tradición, mientras que varias tradiciones podrían proporcionar apoyo a una teoría determinada.
Los modos más importantes de interacción transcurren de las tradiciones a las teorías. Serían éstos:
La función de determinación de problemas propia de las tradiciones de investigación. 1. Determinará el dominio de aplicación de sus teorías constitutivas y por tanto seleccionará, de alguna manera, los problemas empíricos. Siguen ejemplos históricos. 2. Del mismo modo generará problemas conceptuales entre sus teorías, y cita casos ocurridos.
La función limitadora de las tradiciones de investigación. Al poseer una cierta ontología y metodología, limita las posibilidades.
La función heurística. Pueden sugerir indicios cruciales tanto para la investigación como para la modificación de teorías. Cita casos de Franklin, Carnot, Descartes, etc.
La función justificadora de las tradiciones de investigación, referente a las propias teorías.
LA SEPARABILIDAD DE LAS TEORÍAS DE LAS TRADICIONES
Este tema dice Laudan que es apasionante, comprender como una teoría, originada en una tradición, se separa de ella porque así lo exige su desarrollo, buscando otros supuestos más afines. Muestra el cambio de tradición de la teoría termodinámica.
LA EVOLUCIÓN DE LAS TRADICIONES DE INVESTIGACIÓN
Se modifican, de un primer modo, a través del desarrollo de sus teorías, aunque este cambio sea más bien superficial. Pero de un segundo modo, pueden cambiar dentro de su núcleo, aunque este extremo es negado por Kuhn y Lakatos que hablan de cambio de paradigma. "Algunos aristotélicos, en determinados momentos, abandonaron la doctrina aristotélica de que el movimiento en el vacío es imposible. En ciertos momentos, algunos cartesianos rechazaron la identificación cartesiana de materia y extensión. Algunos newtonianos abandonaron a veces la exigencia newtoniana de que toda materia tenga masa inercial" (p. 135).
Laudan afirma que pueden evolucionar con la aprobación de los científicos adscritos a esa tradición, y sin que juzguen que ha habido un cambio total en ella.
LAS TRADICIONES Y LOS CAMBIOS EN LAS VISIONES DEL MUNDO
También puede suceder que "una tradición de investigación muy fructífera conduzca al abandono de esa visión del mundo que es incompatible con ella, y a la elaboración de una nueva visión del mundo compatible con la tradición de investigación" (p. 139) Así sucedió en tiempos de Newton, Darwin, Marx, por ejemplo. Otras veces, subsisten como compatibles teorías, tradiciones y visiones del mundo que, hasta cierto punto, no parecen serlo.
LA INTEGRACIÓN DE TRADICIONES DE INVESTIGACIÓN
A veces un científico trabaja problemas diversos en tradiciones también distintas. A veces terminan integrándose (como en el caso del fluido según Newton y los partidarios del éter) y otras se integran, o se intentan integrar, con rechazos y recortes (como intentaron en sus campos Boscovich, Maupertuis, Bernouilli).
TRADICIONES DE INVESTIGACIÓN "ATÍPICAS"
A veces hay tradiciones sin una ontología o metodología firmes. Así parece en la psicometría del siglo XX, la mecánica racional del XVIII, la física analítica del XVIII y, en nuestro tiempo, la cibernética y la teoría de la información.
LA EVALUACIÓN DE LAS TRADICIONES DE INVESTIGACIÓN
Adecuación y progreso
"Nuestra preocupación principal es entonces determinar si, en el curso del tiempo, la tradición de investigación ha aumentado o disminuido la efectividad de sus componentes para resolver problemas" (p. 145).
Para ello, hay que tener en cuenta dos dimensiones subordinadas:
1. "El progreso general de una tradición de investigación: éste se determina comparando la adecuación de los conjuntos de teorías que constituyen su versión más antigua con la de los que constituyen su versión más reciente;
2. La tasa de progreso de una tradición de investigación: aquí se identifican los cambios en su adecuación momentánea durante un período de tiempo especifico" (p. 145).
Las modalidades de evaluación: aceptación y utilización
Tradicionalmente se supone: 1. que sólo hay un contexto legítimo en el que las teorías pueden ser evaluadas; 2. este contexto tiene relación con la consistencia empírica de las teorías. Nuestro autor diferirá de ambos.
El contexto de aceptación. En la práctica, algunos científicos han de optar por una teoría como si fuese la verdadera. ¿Por qué la eligen, por utilidad, por confianza irracional...? Laudan dirá que eligen la tradición o teoría "más adecuada para resolver problemas" (p. 148).
El contexto de utilización. Concretando, "es siempre racional seguir cualquier tradición de investigación que tenía una tasa de progreso más elevada que la de sus rivales" (p. 150). Los ejemplos históricos abundan.
EL CARÁCTER "AD HOC" Y LA EVOLUCIÓN DE LAS TRADICIONES DE INVESTIGACIÓN
El carácter "ad hoc" de una teoría consiste en las modificaciones que ha de adaptar para conseguir explicar todo cuanto inicialmente no conseguía. Por tanto, una teoría será "ad hoc" si resuelve todos los problemas empíricos de su predecesora y también las dificultades que ella misma tenía, mediante adiciones, sustracciones, etc.
Para algunos autores estos ajustes son sospechosos porque aumentan los problemas conceptuales. Para nuestro autor son legítimos e indican progresividad, según el examen de este tipo de problemas hecho en el Capítulo segundo.
DE NUEVO LAS ANOMALÍAS
Como ya se vio, un problema es anómalo cuando la teoría que se lo plantea no puede resolverlo, pero sí una teoría rival. Según el autor, lo importante es resolver problemas. Por tanto es progresivo todo lo que contribuya a ello.
RESUMEN: CARACTERIZACIÓN GENERAL DEL CAMBIO CIENTÍFICO
1. La adecuación o eficacia de las teorías depende de los problemas empíricos, conceptuales y anomalías que resuelvan.
2. La aceptabilidad de una tradición se determina por la eficacia de sus últimas teorías.
3. La posibilidad de utilizar racionalmente una tradición depende de la tasa de progreso que pueda exhibir.
4. La aceptación o rechazo, utilización o no, son actitudes legítimas en los científicos. Es irrelevante la verdad o falsedad de las teorías.
5. La evaluación es un resultado comparativo entre teorías o tradiciones de investigación (ref. p. 160).
Todas estas afirmaciones se deducen de la exposición anterior de Laudan. Lo afirmado en 4. se va a ver más a fondo enseguida.
Capítulo cuarto. PROGRESO Y REVOLUCIÓN
Detengámonos en este importante capítulo.
PROGRESO Y RACIONALIDAD CIENTÍFICA
"Una de las cuestiones más espinosas de la filosofía del siglo XX atañe a la naturaleza de la racionalidad. Algunos filósofos sostienen que la racionalidad consiste en actuar para aumentar al máximo las utilidades personales propias; otros, que la racionalidad consiste en creer y actuar sólo según aquellas proposiciones respecto de las que tenemos buenas razones para creer que son verdaderas (o al menos más probables que improbables); otros apuntan que la racionalidad es función del análisis coste/beneficio; aún otros sostienen que la racionalidad no significa otra cosa que ofrecer enunciados que puedan ser refutados."(p. 161)
Y más adelante: "Nunca se ha mostrado que ninguna de ellas sea lo bastante rica como para ajustarse a nuestras intuiciones acerca de la racionalidad inherente a gran parte de la historia del pensamiento científico." En la historia han acaecido cosas como éstas: 1. Se han presentado problemas anómalos; 2. id. problemas conceptuales; 3. se han investigado teorías prometedoras, aún cuando eran menos adecuadas (según el sentido dado a esta palabra por el autor) que sus rivales; 4. se han usado argumentos metafísicos y metodológicos en pro y en contra de teorías y tradiciones de investigación; 5. se han aceptado teorías con anomalías; 6. el concepto de problema ha fluctuado; 7. se han aceptado teorías que no explicaban todos los problemas empíricos de sus predecesoras. Y termina Laudan: "Aunque los casos en que se han reflejado los rasgos del (1) al (7) no han sido racionales y bien fundados cognoscitivamente, el modelo que he desarrollado nos permite especificar las circunstancias bajo las cuales todas estas estrategias serían justificables racionalmente. Ningún otro de los modelos de crecimiento y progreso científicos existentes, creo, puede hacer la misma afirmación" (p. 162).
Lleva razón nuestro autor: su modelo es, según parece, el más flexible y capaz de los modelos en uso. Ahora bien, eso no debe llevarle a extralimitarse en su alcance. Aparte de que lo que él entiende por racionalidad habría que aclararlo un poco.
Reconoce que su modelo es sólo descriptivo, sin fuerza normativa, e incluso que se distancia de la cuestión de verdad o falsedad de las teorías. Pero dice: "niego que el esquivar estas preguntas epistemológicas prive de fuerza explicativa o normativa al modelo; niego, igualmente, que de un modelo racional de evaluación de teorías tengan que resultar juicios sobre la verdad, falsedad, probabilidad, confirmación o corroboración" (p. 163). Y se dispone a afrontar el tema de racionalidad y verdad.
"En esencia, la racionalidad —tanto si hablamos de la acción racional como de la creencia racional— consiste en hacer (o creer) cosas porque tenemos buenas razones para ello." (p. 163) Puede haber razones extracientíficas, emocionales o pragmáticas. ¿Cuáles son las razones científicas? En un largo párrafo recuerda todo cuanto ha afirmado hasta ahora: que la ciencia resuelve problemas, que hay que ampliar la resolución de problemas empíricos y anómalos, que toda tradición que promueva ese modo de actuar es progresiva y que debe fomentarse el progreso de toda tradición de investigación, que deben afrontarse los problemas conceptuales provengan de donde provengan (incluidas la filosofía, las religiones, etc.), que pueden y deben evaluarse las teorías y tradiciones según su progresividad. Esta sería la racionalidad científica. "Enlazando así la racionalidad con el carácter progresivo, estoy sosteniendo que podemos disponer de una teoría de la racionalidad sin presuponer nada acerca de la verdad o verosimilitud de las teorías que juzgamos racionales o irracionales" (p. 165).
"Desde los tiempos de Parménides y Platón, los filósofos y científicos han intentado justificar la ciencia como una empresa de búsqueda de la verdad. Estos esfuerzos han fracasado porque nadie ha sido capaz de mostrar que se pueda garantizar que un sistema como la ciencia, con los métodos a su disposición, pueda alcanzar "la Verdad", ya sea a corto o largo plazo" (p. 165). Como se ve, este párrafo no tiene desperdicio. Procuraremos tenerlo en cuenta más adelante. Para Laudan, si se tratara de buscar la verdad, la ciencia, tal y como se da, sería irracional siendo para él, por el contrario, lo más razonable que existe.
"Percibiendo este dilema, algunos filósofos (de modo notable Peirce, Popper y Reichenbach) han buscado ligar la racionalidad científica y la verdad de un modo diferente, sugiriendo que, aunque nuestras teorías actuales no son no verdaderas ni probables, son mayores aproximaciones a la verdad que sus predecesoras. Una perspectiva tal ofrece, sin embargo, poco consuelo, puesto que nadie ha sido capaz de decir qué significaría estar "más cerca de la verdad", por no hablar de ofrecer criterios para determinar cómo podríamos evaluar esa proximidad" (p. 165).
"Si el progreso científico consiste en una serie de teorías que representan una aproximación siempre mayor a la verdad, no se puede entonces mostrar que la ciencia es progresiva" (p. 166). Lo importante para la ciencia es la resolución de problemas y, por tanto, que haya un progreso científico. Si además hubiese que investigar si se ajustan a la realidad, supondría un empleo de tiempo. El mismo surgir de nuevos problemas empíricos hará rectificar a su debido tiempo.
Es difícil no acertar a ver que los problemas empíricos son los que mantienen una relación (un cordón umbilical) con la realidad, que es en el fondo la que orienta la investigación. Desde luego, esta relación obliga a tener una visión menos conceptual, más realista del saber. Para un científico, habituado a los método exactos, ese debe ser un terreno inestable que califica de filosófico o metafísico, de nada científico, en definitiva. No hay ninguna razón para que los especialistas tengan que abandonar sus respectivos campos, o sus diversas mentalidades. Por el contrario es deseable que cada uno se dedique al suyo, con su manera de pensar. Pero Laudan querrá, como tanto otros, extrapolar su descubrimiento y aplicarlo a todos los campos del saber. Y ahí estará su error.
"Pero lo que sostengo es —dice el autor— que, aparentemente, no tenemos modo alguno de saber a ciencia cierta (o incluso con cierta confianza) que la ciencia es verdadera, o probable, o que se está acercando a la verdad. Esos objetivos son utópicos, en el sentido literal de que nunca podemos saber si han sido alcanzados. Establecerlos como metas de la indagación científica puede ser noble y edificante para aquellos que se deleitan en la frustración de aspirar a lo que nunca pueden (saber que van a) alcanzar; pero no son de mucha ayuda si nuestro objeto es explicar cómo se evalúan (o deberían ser evaluadas) las teorías científicas. (...) Si hemos tenido que debilitar nuestras nociones de racionalidad y progreso para lograr este resultado, al menos estamos ahora en condiciones de poder decidir si la ciencia es racional y progresiva" (p. 167).
"¿Qué grado de precisión alcanzamos mediante esta decisión? Inevitablemente, exige la valoración de casos específicos extraídos de la historia de la ciencia". Curiosamente, para hacer esta evaluación hay que acudir a datos empíricos de la historia de la ciencia. Aunque Laudan les tendría que llamar "problemas empíricos", para subrayar su carácter conceptual y evitar sus connotaciones realistas.
Laudan rechaza el que, con su onnímoda comprensión, se caiga en el relativismo. Eso seria "entender profundamente mal los altos cánones de comportamiento racional que éste (su propio método) exige" (p. 168). Efectivamente, "la racionalidad consiste en aceptar aquellas tradiciones de investigación que resuelvan problemas de modo más eficaz" (p. 171). Esto supondría ir cambiando de tradiciones, de creencias, de visiones de la vida continuamente y, por tanto, se caería en el relativismo.
"Aristóteles no estaba siendo irracional cuando afirmaba en el s. IV a.C. que la ciencia de la física debería estar subordinada a y legitimada por la metafísica (...) Tomás de Aquino o Roberto Grosseteste no eran unos vulgares estúpidos ni estaban cargados de prejuicios cuando abrazaron la creencia de que la ciencia tiene que ser compatible con las creencias religiosas (...) Nosotros, en el siglo XX, podemos estar vehementemente en desacuerdo con esas opiniones, pensando que son oscurantistas y perjudiciales para el desarrollo de la ciencia. Y al disentir así, creo que estamos en lo cierto". Interesantes declaraciones, que continúa:
"Pero es con la ventaja de la visión posterior con la que alcanzamos esa conclusión. En ausencia de la experiencia de los tres últimos siglos, sería manifiestamente absurdo suponer que era irracional pensar que la ciencia, la teología y la metafísica se podían sustentar entre sí. La opinión de que la ciencia es casi-independiente de esas disciplinas es ella misma una tradición de investigación, de origen relativamente reciente. Es un tipo de tradición de investigación que, a su modo, ha generado un considerable grado de progreso. Por eso puede ser racional aceptarla en el siglo XX. Pero el hecho de que una creencia sea racional en la época actual (...) no implica necesariamente que fuera racional en otros momentos o lugares" (p. 172). Habría que discutir si aquellas tradiciones de investigación han fenecido o hasta qué punto están vivas en nuestros días. Y también la calidad de los problemas que promueven. Habrá que dejarlo para un análisis final, aunque somero.
"La racionalidad o irracionalidad de cualquier episodio en el que los factores intelectuales, pero no científicos, desempeñan una función, tiene que ser evaluada sobre la base de cada caso concreto. Pero los principios directores deberían aquí ser éstos: (1) en el caso de tradiciones de investigación rivales, si una de esas tradiciones es compatible con la "cosmovisión" más progresiva disponible, y la otra no lo es, hay entonces fuertes razones para preferir la primera; (2) si las dos tradiciones pueden ser legitimadas con referencia a la misma cosmovisión, entonces la decisión racional entre ellas puede hacerse en virtud de razones, exclusivamente, "científicas"; (3) si ninguna de las tradiciones es compatible con una cosmovisión progresiva, sus partidarios deberían o bien articular una cosmovisión progresiva nueva que sí las justifique, o elaborar una nueva tradición de investigación que se haga compatible con la cosmovisión más progresiva existente" (p. 173).
El relativismo está servido. Las ciencias se hacen con el mando de la situación y con la capacidad de juzgar. Y eso ocurre siendo ellas mismas cambiantes e inseguras.
LAS REVOLUCIONES CIENTÍFICAS
Nuestro autor revisa algunas cuestiones ya tratadas, pero que ahora puede examinar con mayor profundidad. Es el caso de la tesis de Kuhn sobre la estructura de la revoluciones científicas. En diversos apartados examina algunos ejemplos históricos (la revolución newtoniana de la mecánica, lyelliana en geología), para mostrar el error de Kuhn de compartimentar excesivamente los paradigmas de investigación, haciéndolos sucesivos y exclusivos. Como ya sabemos, ninguna tradición es plenamente pacífica: las tradiciones y las teorías se superponen, la normalidad es combativa.
REVOLUCIÓN, CONTINUIDAD Y CONMESURABILIDAD
Partiendo de Kuhn podría parecer que hay una cierta incomunicabilidad entre paradigmas. Incluso se piensa en un lenguaje común al que habría que reducir cada uno de ellos para poderlos comparar. Laudan propone dos argumentos para reconducir algunas cuestiones que se plantean desde esta perspectiva.
El argumento desde la resolución de problemas. ¿Cómo saber que teorías diferentes se enfrentan, en el fondo, al mismo problema? Contesta "Mientras los supuestos teóricos necesarios para caracterizar el problema sean diferentes de las teorías que intentan resolverlo, es posible mostrar que las teorías explicativas rivales se están dirigiendo al mismo problema" (p. 185).
El argumento del progreso. Dos teorías inconmensurables, que resuelven el mismo problema, pueden ser valoradas según su aceptabilidad por la comunidad científica.
PROGRESO NO ACUMULATIVO
Es un tópico pensar que el progreso se obtiene por acumulación de teorías y problemas resueltos. Los autores más sobresalientes en la actualidad (Collingwood, Popper, Lakatos), aunque con diversos argumentos, creen que toda teoría superior debe implicar los casos particulares de las demás. Sin embargo, según nuestro autor, no hay que tener miedo a que una teoría pierda algunos problemas. "El conocimiento de la importancia relativa o del número relativo de problemas puede permitirnos especificar las circunstancias bajo las cuales el aumento de conocimiento puede ser incluso progresivo cuando perdemos la capacidad de resolver determinados problemas" (p. 193).
EN DEFENSA DE LA CIENCIA INMADURA
Para Kuhn una ciencia es paradigmática cuando establece un cierto monopolio en su dominio. Para Lakatos, es madura cuando los científicos se centran en su desarrollo con olvido de otras influencias o anomalías.
Pero para Laudan, este modo de presentar las cosas no es correcto porque nunca, como hemos visto, hay un monopolio de un paradigma. Además, no pueden dar fundamentos históricos de otro tipo de ventajas. Por último, hay que presentar unos criterios previos para poder juzgar de la madurez o inmadurez. Metodológicamente, es un tema que no interesa. Nunca se da una madurez o inmadurez total ni parcial. Como repetidamente afirma, la cuestión estriba en la resolución de problemas.
SEGUNDA PARTE
Capítulo Quinto. LA HISTORIA Y LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA
Comienza diciendo el autor que, puesto que el estímulo de la Primera Parte provenía de filósofos e historiadores de la ciencia, parece adecuado aplicar lo conseguido a estos dominios. ¿Son, filosofía e historia, disciplinas diferentes? Parece que sí, puesto que el historiador reseña cómo ha transcurrido la ciencia, mientras que el filósofo intenta una investigación normativa, evaluativa y en gran medida a priori acerca de cómo debe proceder la ciencia. Pero los mismos historiadores difícilmente dejan de tener presupuestos filosóficos en sus indagaciones, como han mostrado Agassi y Grunbaum, entre otros. Con lo cual se ve cómo no están tan alejadas filosofía e historia.
Convendrá observar que se habla de filosofía o de filósofos de la ciencia en sentido amplio. Normalmente se trata de autores que se dedican a la ontología, sin arraigo metafísico.
LA FUNCIÓN DE LA HISTORIA EN LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA
Laudan distinguirá entre HDC-1 (el pasado real de la ciencia) y HDC-2 (obras de los historiadores sobre el pasado).
Ronald Giere compara HDC-1 y filosofía de la ciencia y dice que, como ésta es normativa, nada tiene que ver con esa historia. Aunque él mismo reconoce que esa normatividad el filósofo ha de tomarla de la historia, a poder ser, reciente. En el fondo, Laudan supone que como HDC-2 versa casi siempre sobre historia antigua, el filósofo ha de tomar de HDC-1 inspiración para esa normatividad (ref. p. 204).
Más aún, dirá más adelante, ha de buscar en algunos casos de HDC-1 los criterios de racionalidad, y en HDC-2 el modo de legitimarlos. "Así pues, la filosofía de la ciencia es a un tiempo descriptiva y normativa, empírica y a priori, pero respecto de tipos diferentes de casos históricos" (p. 207). La propuesta de Laudan, frente a la de Lakatos (que piensa que todo ha sido racional), es la de utilizar IP (Intuiciones Preanalíticas) a lo largo de toda la historia de la ciencia.
En realidad, Laudan sólo considera filósofos de la ciencia a un determinado tipo de personas, normalmente científicos, que se han dedicado a esta tarea.
LA FUNCIÓN DE LAS NORMAS EN LA HISTORIA DE LA CIENCIA
Ahora estudiará las relaciones HDC-2 con la filosofía de la ciencia.
Las normas en la narración histórica
Como muestra Agassi, dice el autor, todo historiador tiene que hacer muchas valoraciones y elecciones al redactar la historia de la ciencia. El consejo de Laudan será que "la tarea del historiador de la ciencia (...) es elaborar una exposición (HDC-2) de los episodios de la historia de la ciencia (HDC-1) utilizando como criterios de selección y evaluación narrativa las normas contenidas en el modelo filosófico más adecuado para representar IP" (p. 210).
Las normas en la aplicación histórica
A un nivel más profundo, se introducen los juicios personales cuando se intenta comprender por qué fueron aprobados o rechazados ciertos experimentos, teorías, etc. El historiador debe ser consciente de lo que hace y "procurar que las normas de racionalidad a las que recurre sean las mejores disponibles" (p. 212).
EVALUACIÓN RACIONAL Y "RECONSTRUCCIÓN RACIONAL"
Se enfrenta sobre todo a Lakatos quien afirma que el historiador debe reelaborar la realidad de un hecho histórico para hacerlo más comprensible: "la historia se cuenta según debería haber sucedido" (p. 214) y cita el caso del spin del electrón explicado por Bohr. Aunque en 1913 no lo había concebido, debería el historiador hablar ya de él porque encaja muy bien en el programa del investigador. Laudan quiere distanciarse de este modo de enfocar las cosas. El filósofo ha de aprender de la historia tal cual ha sido, y el historiador ha de buscar un buen modelo filosófico. El modelo propuesto por Laudan en la primera parte piensa que puede servir en ese sentido.
De nuevo es curiosa la fidelidad de Laudan por la historia (HDC-1), que es la verdadera, en contra de la historia reconstruida. Aún cuando para hacer ciencia no haya que tener en cuenta —según él afirma— la verdad o falsedad de lo que se trata.
Capítulo sexto. LA HISTORIA DE LAS IDEAS
Nuestro autor quiere aplicar su teoría de resolución de problemas a la historia de las ideas. Y comienza defendiendo este tipo de historia en cuanto tal, a pesar de que se le acusa de: 1. elitista, puesto que sólo conocemos los pensamientos de pocas personas; 2. que considera las ideas con independencia de quienes las tuvieron, como si constaran de vida propia; 3. que las ideas no son motores de cambio, como lo son, por ejemplo, las realidades socioeconómicas; 4. que es poco científica por no ser cuantificable. "Sostendré —dice Laudan— que gran parte de la historia intelectual, según se practica en la actualidad, tiene una orientación demasiado disciplinar en su enfoque, es demasiado insensible a la dinámica histórica de los problemas intelectuales, y se preocupa más de la cronología y la exégesis que de la explicación, que debería ser su objetivo central" (p. 219).
AUTONOMÍA DISCIPLINAR E HISTORIA DE LAS IDEAS
La especialización excesiva dificulta, a juicio del autor, el carácter integrador que debe tener la historia. Hay un dependencia continua entre filosofía y ciencia, estética y teoría social, por poner algún ejemplo. Por ello se ha de conseguir que sea un proceso interdisciplinar.
LAS IDEAS Y SUS CONTEXTOS DE PROBLEMAS
"Un error persistente y afín de muchos eruditos de la historia de las ideas es la tendencia a ignorar los problemas que han motivado la construcción de los grandes sistemas intelectuales del pasado (...) Escribir la historia de los sistema conceptuales sin identificar continuamente los problemas que motivan esos sistemas, es tergiversar drásticamente la naturaleza de la actividad cognoscitiva" (p. 222). En la nota 5 de la misma página, cita como modelo el estudio de Hodge sobre la evolución de las ideas de Lamarck. Y en el texto se refiere también a la necesidad de estudios, apenas esbozados en este sentido, sobre Locke, Engels, Descartes, John Stuart Mill.
Critica el que alguien piense que hay problemas perennes. Muchas veces se habla del problema de la sustancia, de la inducción, de la interacción mente-cuerpo, del libre albedrío, etc. Según el autor, estos problemas no permanecen estáticos, indiferentes a quién los trata. Cita a Leonard Nelson, para quien los problemas no cambian y la historia los va tratando de manera cada vez más afortunada. Collingwood, por el contrario, decía que en historia hay que estar atento al problema que el pensador persigue. Lástima que sólo consideraba los problemas solucionados: eso hace imposible saber si un pensador fracasó o si es el iniciador de una solución, aunque él no llegó a saberlo.
LOS OBJETIVOS Y LAS HERRAMIENTAS DE LA HISTORIA INTELECTUAL
Cronología, exégesis y explicación. Algunos historiadores piensan que la historia de las ideas debe ser exegética, aclarativa, de lo que los pensadores dijeron. Intentan comprender, meterse en su propia lógica, identificarse con sus intenciones. Debe buscarse por el contrario, dice Laudan, una historia explicativa: que investigue por qué dijeron lo que dijeron. En la nota 12 de la p. 227 critica el estructuralismo de Foucault en historia: 1. por su carácter aleatorio, ya que afirma la ruptura en el pensamiento en el origen de nuevos sistemas; 2. su vaga invocación al Zeitgeist, que apela a la poesía y al misterio que le hacen ininteligible. Sigue, ya en el texto, acumulando ejemplos a investigar para llegar a una comprensión inteligible.
Conceptos e "ideas-unidad" y tradiciones de investigación. Muchas veces han sido conceptos los que han sido investigados en historia: el ser, el habeas corpus, etc. Afirma nuestro autor que esta tendencia no tiene en cuenta que las ideas están interconectadas, y que evolucionan. Está de acuerdo con Quine, Hanson y Feyerabend en que hay que hacer una historia horizontal, interconectada, pero no vertical siguiendo sólo la evolución de un tema.
Las explicaciones en la historia intelectual. En la historia del pensamiento se estudian creencias, sus cambios y modificaciones, así como la convicción del agente histórico. Ahora bien, ¿cómo explicarlas convenientemente? Habría que superar la tendencia inductivista (considerar las ideas con futuro prometedor) y la deductivista (que sólo admitiría relaciones entre creencias de modo que unas se siguen de otras). Laudan propone su modelo de resolución de problemas: se investiga sobre los sistema explicativos disponibles en la época, y se busca los más efectivos y progresivos. "Si podemos mostrar que un pensador aceptó una creencia determinada, que era realmente la mejor disponible en la situación, notamos entonces que nuestra tarea explicativa ha finalizado" (p. 237).
LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS Y LAS TRADICIONES DE INVESTIGACIÓN NO CIENTÍFICAS
Los autores positivistas pensaban que las ciencias naturales y sociales agotaban los problemas empíricos. Muchos otros opinan aproximadamente igual. 1. Se cita a la Metafísica como disciplina sin contenido empírico. 2. Lo mismo sucedería con la Teología. 3. De igual modo disciplinas más formalizadas como la Lógica o las Matemáticas. Laudan no está de acuerdo: la primera ha buscado siempre propiedades de los seres, o nexos causales; la segunda se enfrenta al problema del mal y otros asuntos empíricos; algo parecido se podría decir de la relación con la semántica o con las probabilidades, por ejemplo. Pero más bien ha sido la falta de control experimental y su cuantificación, lo que retrae a algunos autores de calificarlas como científicas. Sobre todas ellas, sin embargo, se puede aplicar la teoría de resolución de problemas para valorar su situación cognoscitiva. En efecto, hay rivalidad en las soluciones entre esas disciplinas no científicas: se propone teísmo o ateísmo, fenomenismo o realismo, intuicionismo o formalismo, capitalismo o socialismo, etc. Todo ello puede ser evaluado según su progresividad y eficacia.
Como se ve, el pragmatismo de Laudan no tiene limites. Lo examinaremos más tarde.
LA INDISPENSABILIDAD DE LA HISTORIA PARA LA EVALUACIÓN DE TEORÍAS
Algunos científicos piensan que no es necesaria la historia para casi nada. Se concentran en su investigación y adelante. Pero nuestro autor piensa que es necesario evaluar y para ello se hace indispensable conocer la historia de cada doctrina y de sus rivales. Si se adoptase el punto de vista de relacionar las doctrinas con su verdad o falsedad, quizás, dice Laudan, no hiciera falta la historia. Pero "la dificultad crucial en este punto, por supuesto, es que —por las razones ya discutidas— no hay modo de determinar si un sistema o teoría (consistente) es verdadero o falso, o incluso aventurar lo uno o lo otro".
"La afirmación de que "el positivismo lógico se ha quedado sin gas", la observación de que "el nuevo criticismo ya no es un instrumento prometedor para el análisis literario", la acusación de que "el psicoanálisis se está volviendo cada vez más ad hoc y doctrinario"; éstas y similares caracterizaciones frecuentes explotan la intuición de que la historia de la tradición es relevante para una evaluación de su estado cognoscitivo actual" (p. 243), no basta con una rápida intuición.
"La historia intelectual, lejos de encontrarse en la periferia de las preocupaciones del historiador general, está justamente en el núcleo de toda investigación histórica, y es presupuesta por cualquier otra forma de historia" (p. 244). No se puede dejar a un lado, pero también ella ha de ser evaluada.
Capítulo séptimo. LA RACIONALIDAD Y LA SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO
Un capítulo importante en la historia de la ciencia, y de los científicos, es examinar la función de los factores psicológicos y sociales en el desarrollo de ese pensamiento.
En este campo, según nuestro autor, tiene mucho que decir el método defendido en el libro de que tratamos. No se enfrentará al sociólogo no cognoscitivo, puesto que los ámbitos de intervención son distintos, sino al sociólogo del conocimiento, "de la historia intelectual" (p. 259).
EL DOMINIO DE LA SOCIOLOGÍA COGNOSCITIVA
La naturaleza de la sociología cognoscitiva. Su razón de ser reside en el supuesto de explicar por la situación social en que nacen, las creencias de quienes las profesan. Ahora bien, esto ha de tener su límite, porque muchas creencias son adoptadas racional e individualmente. Si no fuera así, el mismo surgir de la sociología tendría que ser explicado sociológicamente. Pero de ese modo no se encuentra nunca el arranque de los sistemas de pensamiento. Los sociólogos, según Laudan, emplean tres principios metodológicos.
El supuesto de la arracionalidad. Karl Mannheim distinguía las ideas inmanentes de las no inmanentes. Las primeras son aquellas que están ligadas racional o lógicamente a otras ideas aceptadas libremente por el sujeto de que se trate. Estas pertenecen a la historia intelectual del sujeto. Las no inmanentes son las que pertenecen propiamente al campo de investigación sociológico. Siempre que aparecen motivos no claramente racionales, allá se introduce la sociología. Ahora bien, dice Laudan, esta afirmación requiere una delimitación de lo que es una creencia racional. En definitiva propone que la "aplicación de la sociología cognoscitiva a los casos históricos debe aguardar a los resultados anteriores de la aplicación a esos casos de los métodos de la historia intelectual" (p. 259). En todo caso, y para ello se apoya en John Stuart Mill, la ambientación social es importante, pero no la decisiva en la mayoría de los casos.
El supuesto histórico-social. Discute nuestro autor que todo lo histórico sea, por ello mismo, social (en el sentido de que debe ser explicado por razones sociales más que individuales), como pretende Durkheim.
LOS FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LA SOCIOLOGÍA COGNOSCITIVA
La producción social de las ideas. Los sociólogos deben demostrar el nexo causal entre un ambiente social (o una clase social) y la producción de una sola teoría científica. Y eso está aún por demostrar. De ello se puede concluir: 1. que las creencias racionales no tienen que ver con las influencias sociales; o 2. que hay que afinar en esa relación en cada caso.
CONCLUSIÓN
El autor es crítico con la sociología del conocimiento tal y como se viene aplicando toscamente. Pero señala que su propia teoría de resolución de problemas, deja un campo muy abierto para la investigación de sociología cognoscitiva. "Cuando, por ejemplo, un científico acepta una tradición de investigación que es mucho menos adecuada que otra rival, siempre que un científico sigue una teoría que es no progresiva, cuando un científico concede a un problema o anomalía mayor o menor importancia de la que cognoscitivamente merece, siempre que un científico elige entre dos tradiciones de investigación igualmente adecuadas o progresivas; en todos estos casos, hemos de atender al sociólogo (o al psicólogo) para su comprensión, puesto que no hay posibilidad de una explicación racional de la acción en cuestión" (p. 276).
Aquí Laudan vuelve a extralimitarse. ¿Por qué se ha de juzgar irracional el que un investigador adopte consciente y libremente un campo de estudio concreto? Una de dos, o siempre es importante estudiar los condicionantes sociales pero dejando a salvo la presunta racionalidad de una actuación, salvo casos de idiotez o de locura, o bien siempre que estemos en desacuerdo con alguien lo podemos tachar de irresponsable o, más suavemente, de inconsciente al no saber qué fuerzas irracionales le arrastran. Muy bien que se investiguen "los determinantes sociales de la evaluación de problemas" o "los tipos de estructuras sociales que hacen posible que la ciencia funcione racionalmente" (p. 276). Pero no se pueden hacer extralimitaciones, como él mismo decía al examinar el supuesto de la arracionalidad, citado más arriba, al tratar de los sociólogos del conocimiento.
Epílogo. MAS ALLÁ DE LA "VERITAS" Y LA "PRAXIS"
Dejemos a Laudan despedirse con sus propias palabras: "La preocupación de los filósofos clásicos de la ciencia ha sido la de mostrar que los métodos de la ciencia son instrumentos eficaces para producir la verdad, la elevada probabilidad, o aproximaciones mayores a la verdad. En esta empresa han fracasado estrepitosamente. Lo que ahora necesitamos preguntar es si los métodos de la ciencia —incluso si fracasan como buenas "máquinas de verdad"— son las mejores herramientas disponibles para la solución de problemas" (pp. 277-8).
"Clásicamente, la justificación de la investigación científica ha sido doble. Se insistía, por una parte, en que la pregunta del hombre por la verdad acerca del mundo ("el conocimiento por el conocimiento") es la fuerza conductora que subyace en la indagación científica. Por otra parte se aducía que la ciencia tiene un valor utilitario, práctico, en la mejora de las condiciones físicas de vida".
"Estos dos enfoques resultan poco convincentes. La ciencia, hasta donde sabemos, no produce teorías que sean verdaderas, ni incluso altamente probables (...) Si hubiese que tomar en serio el enfoque utilitarista de la ciencia, tendría entonces que seguirse un amplio reordenamiento de prioridades, puesto que es manifiesto que el reparto actual de talento y recursos en la ciencia no refleja las prioridades prácticas probables" (p. 278). Dejando aparte la primera afirmación de este párrafo, la segunda nos parece exagerada. Basta con reconocer la cantidad de recursos económicos no promovidos (aunque, probablemente, si gestionados) por los científicos sino por gobiernos, empresas, etc. para comprender que se entregan porque a cambio se espera algo de esas investigaciones. Las habrá más o menos puras o más o menos directamente útiles, pero de todas se esperan resultados cara al conocimiento y mejora de la calidad de vida.
Laudan se inclina por la curiosidad humana para explicar la ciencia. La necesidad de elaborar "doctrinas acerca de cómo y por qué funciona el universo" (p. 279), es una necesidad como el vestido o el alimento. Pero todo inclina a pensar que el hombre primero intentó cubrir sus necesidades inmediatas y que el pensamiento sobre el cómo y el por qué brotaron después, no sólo por curiosidad sino también como prolongación de sus necesidades. No parece acertado el titulo del Epílogo. Sobre todo cuando en su investigación ha intentado defender su verdad basándose en la eficacia para la resolución de problemas. Pero su verdad lleva a la inestabilidad cognoscitiva —poca verdad conlleva— en beneficio de la praxis.
PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA
Recordamos que este Prólogo es de 1986, nueve años posterior al libro. Bajo el epígrafe DESIDERATA, enumera algunos puntos que, en su opinión, reflejan los resultados históricos sobre la ciencia:
1. Las sustituciones de teorías no son acumulativas.
2. No se suelen rechazar teorías porque presenten anomalías.
3. Las controversias y cambios de teorías son motivadas, sobre todo, por problemas conceptuales más que empíricos.
4. El modo de evaluar teorías ha cambiado varias veces en la historia.
5. Debe tenerse en cuenta la gama de actitudes con que los científicos se enfrentan a las teorías.
6. Dadas las dificultades —a nivel semántico, epistemológico, etc.— para relacionar cada teoría con la verdad, debe dejarse de lado este asunto.
7. La existencia de teorías rivales es lo habitual. Por ello evaluar es comparar teorías.
El resto no aporta nada a lo expuesto en el libro. Por otra parte estas "desiderata" son parecidas, si no similares, a los propósitos expuesto en el Prólogo de 1987 y que, en resumen, eran éstos:
1. "Propongo que la racionalidad y el carácter progresivo de una teoría están vinculados del modo más próximo no con su confirmación o su falsación, sino más bien con su efectividad en la resolución de problemas".
2. "Sostendré que hay importante factores no empíricos, e incluso no científicos que han tenido, como debía suceder, un papel en el desarrollo racional de la ciencia".
3. Dice que mostrará como se han equivocado los historiadores al centrarse en teorías individuales más que en las tradiciones de investigación.
4. Señala una diferencia entre la racionalidad de la aceptación y la racionalidad de la persecución (concepto no utilizado en el texto y que puede aludir al hecho de proseguir en la comprensión de una teoría).
5. "Mi estrategia básica (...) llevará consigo desdibujar, y quizás eliminar, la distinción clásica entre el progreso científico y la racionalidad científica (...) Según el punto de vista usual, ser progresivo es adherirse a una serie de creencias cada vez más racionales". Laudan propone invertir esa relación hasta afirmar que "la racionalidad consiste en la elección de las teorías más progresivas".
6. El progreso científico no tiene por qué ser acumulativo.
De todo ello se ha hablado a lo largo del texto, por lo que no exige ningún comentario.
EXAMEN CRÍTICO SOBRE "EL PROGRESO Y SUS PROBLEMAS" DE L.LAUDAN
Veremos, brevemente, algunos aspectos que nos parece que deben ser destacados:
A. Qué es la racionalidad. Esta palabra es utilizada abundantemente en el texto. Pero, ¿qué entiende Laudan por ella?
1. En principio parece que tiene que ver con el proceder científico habitual que supone un modo exigente —lógico, intelectual— de aceptar datos, realizar conexiones, acceder a teorías. Sería la manera de evaluar cada uno de esos pasos desde un punto de vista, digamos, cualitativo.
Nos parece que este punto de vista cambia cuando Laudan trata de evaluar teorías. Busca las más progresivas ¿y qué criterio adopta para encontrarlas? Hasta ahora —dice el autor— el progreso se medía por su racionalidad, pero debe invertirse esa relación y supeditar lo racional a lo progresivo. "La racionalidad consiste en la elección de las teorías más progresivas" (p. 33).
Atendiendo a la cita —que por otra parte refleja la tesis del autor— la única evidencia de lo progresivo es la cuantitativa: se elegirá aquella teoría que más problemas empíricos y conceptuales resuelva, y conlleve menos anomalías. Es una cuestión de suma y resta, de eficacia. No importan otras razones.
Podría decirse que la teoría que cumpla esas condiciones seguramente se encuentra más cerca de la verdad, o es más fiel a la realidad, o alguna cosa así. Pero repetidamente Laudan ha dicho que no le interesa esa cuestión, que renuncia a toda consideración sobre la verdad. Por lo tanto hemos de quedarnos con el criterio de estricta suficiencia cuantitativa.
2. Es de observar que, fiel a su tradición científica, suspende la razón ante la aparición del dato. No le interesa cómo se produce, ni que referencia tiene con el exterior. Es un modo de proceder de principio, como sucede con el resto de autores conectados con el Círculo de Viena. Muchas veces se ha repetido que esa actitud es —siguiendo sus modos de expresión— irracional y acientífica.
3. La racionalidad la aplica, por tanto, a partir de la adecuación problema-teoría. Esto quiere decir que entiende la ciencia como una adecuación entre objetos, objetos generales — objetos particulares. Por eso afirma que la ciencia consiste sobre todo en la atención a los problemas conceptuales (coherencia formal), más que a los empíricos.
B) De los datos empíricos a los problemas empíricos
1. Aunque no sea del gusto de su tradición de investigación, hay que preguntarse: ¿qué es un dato empírico? Aquél contenido objetivo que ha sido tomado de la realidad. ¿Posee realidad? De ella proviene, aunque no es la realidad. Es cuanto se conoce de ella (aunque, lógicamente, tenga su propia realidad).
2. El conocimiento humano, en cuanto es despertado por la afección de los sentidos, comienza a ser intencional, se dirige a aquello que le ha provocado su atención. Sólo puede responder a la pregunta "qué has conocido", respondiendo "este objeto". No se puede decir que sea el en sí de la realidad, pero sí que el objeto es relativo a ella.
Además de otras limitaciones en el contenido de lo que se conoce —que no vamos a tratar—, digamos que la realidad es acto, y que el conocimiento es actual. Es una nueva limitación ya que el acto de conocer no capta más allá de la actualidad de lo real.
En el conocimiento actual, la cosa se hace presente a la mente a través del objeto. Leonardo Polo utiliza el ejemplo de la fotografía. La foto es de la realidad, pero no es la realidad. Capta un momento actual de la realidad: esa es su grandeza y su limitación. Si persiguiésemos la realidad, podríamos seguir captando secuencias, como en la máquina de cine. Pero, a su vez, la película resultante poseería el mismo estatuto que la fotografía individual, seguiría siendo actual (del momento en que se captó).
3. Los investigadores son conscientes de la precariedad de su ciencia (a pesar de ello, siempre poderosa y necesaria) y de la obligación de revisarla y perfeccionarla constantemente. Y eso ocurre, precisamente, porque la construyen a partir del conocimiento objetivo, único disponible para este menester. ¿Es imposible superar el límite cognoscitivo que impone el objeto?
Algunos filósofos lo intentan apuntando que no es el único modo de emplear el intelecto (es el caso de L. Polo que se cita al final en la bibliografía). Otros pensadores modernos, entre los que se cuenta Laudan, sucumben a la limitación y lo que hacen es adaptarse a ella. Se encuentran entonces desorientados, escépticos y propugnan el relativismo: supeditan la vida humana, que es trascendente, a la inmanencia, esto es, a la reducida capacidad del conocimiento abstracto, que renuncia al conocimiento de la realidad y postula abandonarse a la simple experiencia, aunque suponga cambio, moda continua. Estamos ante el pensamiento débil: esto es todo cuanto se puede decir, ¡qué le vamos a hacer!.
Esta debilidad proviene porque con este modo de pensar se va a la deriva, está a la espectativa de lo que resulta, le falta finalidad. No es extraño porque el pensar objetivo —como la ciencia y la cultura que de él dependen—, no la tiene, porque es sólo un producto, un instrumento en las manos del hombre, que es el que libremente los proyecta hacia un fin. Kant, consciente de los limites de la razón teórica, intentó fundar la ética al margen de ella, pero sin trascender el conocimiento objetivo. Es urgente hacerlo.
4. Empleemos ahora el término verdad, segundo tema vedado para Laudan. Tradicionalmente se considera la verdad como una propiedad de la mente, dada la adecuación de lo conocido con la cosa. El término verdad (desligado de connotaciones dogmáticas), corresponde siempre al objeto, a la mente. Algo es verdadero si se adecúa a la realidad, cosa que de alguna manera puede comprobarse mediante la verificación. La verificación no suele aumentar el conocimiento, simplemente prueba —si es posible, otras veces no lo es porque la realidad ha cambiado— su correspondencia. En principio ese es el alcance de la palabra verdad. También puede atribuirse a la cosa (verdad metafísica), pero conviene hacerlo matizando. La cosa tiene su verdad, pero no se corresponde esta verdad con la del hombre, sino con la de Dios. Conviene distinguir ésta verdad, de la verdad humana.
5. Dato no es lo mismo que problema (pasemos a la terminología de Laudan). El problema surge —ya dijimos— con referencia a una teoría.
C) De los problemas empíricos a los conceptuales.
1. La ciencia, según nuestro autor, se constituye a partir de la razón, más que de la experiencia. En esto sigue a la corriente idealista (Kant). Con matices, en ello lleva razón.
2. La ciencia emplea una lógica propia (muchas veces matemática) en su construcción. Y Laudan, al clasificar los conocimientos y establecer sus niveles y sus reglas, emplea también un sistema particular de clasificación y ordenación de abstractos atendiendo a su generalidad-particularidad. En este sentido, más que una filosofía de la ciencia hace, a nuestro parecer, una Teoría General de la Ciencia. Y lo hace con bastante acierto, superando a otros autores anteriores en algunos de los análisis que realiza.
D) Las reglas para evaluar la progresividad de las ciencias.
1. La preocupación por la progresividad ha surgido tras las dudas sobre la validez del conocimiento científico, al considerar el carácter creativo (imaginativo, casual) de las teorías científicas. Hasta ahora se evaluaba el saber "acumulado" de una manera positiva, había más saber. Pero al observarse que la ciencia no es unitaria y que hay pugna entre teorías y tradiciones de investigación diferentes, el problema de dónde está el progreso ha de trasladarse de la consideración general a la consideración de cada tradición y cada teoría y a la comparación entre ellas. Ya no se habla de progreso en el conocimiento de la verdad (según el cual, toda nueva teoría, aunque no integrada con las demás, como decíamos, es un avance) ni tampoco se sabe si hay o habrá progreso en el uso de la ciencia (¿si no se dirige a la verdad, hacia dónde se dirige?).
2. ¿Cabe examinar alguna otra forma de progreso? Laudan emite su propia opinión: no hay que buscar el progreso entre la aproximación a la verdad o a la utilidad del hombre, que son consideraciones cualitativas. Conviene cuantificarlo para que sea más fácil de evaluar. Sólo hay que examinar los problemas resueltos (empíricos y conceptuales), su coherencia (sea por el avance "ad hoc" o por nuevos planteamientos) y el número de anomalías.
3. Nos parece legítimo preguntarnos, ¿en qué tradición se mueve Laudan? Desde luego tiene detrás a los empiristas (Hume, por ejemplo, aunque difiera sobre la racionalidad de la ciencia), a los idealistas (Kant y su primacía de la razón sobre la experiencia), a los positivistas (Comte y el neopositivismo del Circulo de Viena), posiblemente la tradición fenoménica (Husserl y el ajuste entre objetos) y, desde luego, la utilitarista y pragmatista, que busca la eficacia cuantificable por encima de todo. Desde esta amplia tradición elabora una teoría universal sobre la evaluación del progreso, incluyendo en su análisis la tradición realista.
Para Laudan esta corriente moderna —idealista, para entendernos—, es más progresiva que la realista —digamos desde Aristóteles a nuestros días—, porque ha conseguido un avance de la ciencia espectacular, quizás a causa de su desvinculación con la verdad, la metafísica y la teología.
4. Ahora bien, lo que Laudan ve como un triunfo, podría servir de acusación contra él, por constituir una grave anomalía para su teoría (el tema de su relación con la realidad). Y el suma y sigue de enmiendas, aparece como un sospechoso "ad hoc" de la ciencia moderna. Y todo por la sencilla razón de que la realidad sigue ahí, de ella se parte para la investigación científica y a ella hay que llegar para su aplicación.
El pensamiento realista, de viejo entronque, sigue trabajando en el problema central que consiste en la relación pensamiento-realidad extramental. Y no se siente ajeno al progreso de las ciencias, por la sencilla razón de que las ciencias trabajan bien y sólo se equivocan cuando intentan extrapolar su alcance y, en concreto, negar los problemas metafísicos.
Por otra parte, su acusación de que la metafísica o la teología a veces han podido detener alguna investigación, no tiene nada de extraordinario, como tampoco la afirmación contraria, esto es, decir que ambas han servido en muchas ocasiones para lanzar con nuevos bríos la investigación científica. Los dos aspectos los reconoce Laudan como positivas en otras tradiciones, y por tanto deben serlo también en ésta. Sobre todo cuando se puede aceptar, sin ningún problema, que la ciencia hizo muy bien en seguir sus propios caminos al independizarse de la metafísica y la teología de un momento determinando (buscaba la verdad científica); y, a la vez, que la ciencia sólo es posible en una tradición realista, en la que también caben la metafísica y la teología.
E) La filosofía de la ciencia de Laudan.
1. El subtítulo del libro es "una teoría sobre el progreso científico", pero en realidad es una teoría sobre la evaluación del progreso, una vez que se establece que la ciencia atiende a la resolución de problemas.
A continuación, después de haber desconsiderado el estudio de la vinculación entre el pensamiento y la realidad, se aventura a reducir todas las áreas de investigación intelectual a ideas, tratables como problemas (conceptos) y evaluables con su método.
Hay que observar, sin embargo, que dadas sus precisiones sobre la historia real y la necesidad de comprenderla tal como sucedió, todas ellas de gran acierto, comete esta contradicción de base: para hacer una auténtica historia de las ideas, que sea el sustento de una evaluación sobre el progreso, hay que ceñirse a la realidad de lo que sucedió o sucede. Lo que niega de las ciencias experimentales —su relación con la verdad—, termina afirmándolo de la ciencia histórica.
2. L. Polo ha señalado que la ciencia moderna se encuentra ante un trilema: primero, la falta de fundamentación (problema de entronque con la realidad); segundo, la falta de sistematización (porque hay tradiciones y teorías independiente, no complementarias); y, tercero, la falta de orientación hacia una meta precisa (al final, el mismo Laudan señala que la ciencia, más que un instrumento útil para el hombre, es un producto de su curiosidad y nada más). Y es que la ciencia, como la cultura, no tienen finalidad propia. Son productos conseguidos por el hombre y el hombre ha de proyectarlos hacia una finalidad. No es de extrañar por eso que, preocupado por evaluar teorías, tenga que afirmar que todo el saber científico es pura curiosidad.
3. Hay observaciones valiosas del autor cuando clasifica los problemas, señala las tradiciones de investigación y su correlación con creencias, cuando propone el modo de tratar la historia y cuando critica la sociología del conocimiento. Falla cuando rechaza el problema de vinculación con la realidad, señala como único planteamiento válido la consideración de los problemas científicos en cuanto tales, y propone un método de evaluación del progreso que no tiene ningún interés, salvo que se trate de dar un premio quinquenal a las teorías más progresivas. E incluso es posible que entonces no se otorgue el premio a las más progresivas según la propuesta de Laudan, sino a las que resuelvan problemas reales acuciantes.
F) Del relativismo al realismo.
En el caso de aceptarse la compleja propuesta de Laudan (reducción de toda ciencia a la resolución de problemas, posible evaluación para considerar la más progresiva, y finalmente aceptación de la más progresiva —en todos sus grados, problemas empíricos, teoría, tradición de investigación y creencias más profundas), se caería, después de en un fuerte escepticismo sobre la verdad, en un serio relativismo vital, que abarcaría toda la gama de convicciones del hombre. Porque sería un relativismo que, tomado en serio, obligaría a cambiar de ideas y de comportamientos, a todos los niveles, cada vez que la evaluación marcase una puntuación distinta.
El mero pragmatismo le hace reducir la ciencia a lo formal, lo formal —las ideas— a un juego, y la vida personal y colectiva las abandona a la moda. Y, en el fondo, sólo por curiosidad. No parece que sea tan fácil esquivar el realismo, es decir, renunciar a la fundamentación de las ciencias, aun cuando los desgastes producidos por la aparición de la opción idealista le hagan pasar por un periodo de reconstrucción. Persiste el miedo de que apelar al realismo sea consentir en el dogmatismo. No es así, ni debe ser así. Más dogmático ha resultado el idealismo. La teoría del conocimiento y la metafísica siguen siendo cultivadas y van consiguiendo resultados esperanzadores.
G) Bibliografía.
1. Mariano ARTIGAS, Filosofía de la Ciencia Experimental, Pamplona 1989, Eunsa, 419 páginas. Sirve de libro base que pone orden en todo lo referente al conocimiento científico, con referencias a la historia de la ciencia muy interesantes y bibliografía.
2. Leonardo POLO:
—Quién es el hombre (Madrid, 1991, ed. Rialp), capítulo Los limites de la ciencia, pp. 19-42.
—Presente y futuro del hombre (Madrid, 1993, ed. Rialp),
—capítulo La filosofía en nuestra situación, pp. 87-114, en el que trata de la ciencia.
—capítulo El conocimiento como operación vital, pp. 114-128.
—capítulo Por qué una antropología trascendental, pp. 149204.
—Curso de Teoría del conocimiento: libro más especializado, en el que se pueden encontrar temas incoados en la Critica:
—intencionalidad y realidad, en tomo I Pamplona, 2' ed. 1987) p. 140 y ss.
—estatuto del objeto en la mente, tomo II, (Pamplona, 1985)pp. 55-87.
—pluralidad de operaciones mentales, tomo III, (Pamplona, 1988) pp. 231-337.
—estatuto del dato, toso III, pp. 385-413.
F.M.P. (1994)
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