KUUSINEN, O. W. y OTROS AUTORES

Fundamentos del Marxismo-Leninismo: Manual

Clemens Dutt. ed. (Moscow, versión inglesa por Foreign Languages Publishing House, 1961; 1963) [1].

 

PRESENTACION

Se trata del más importante de los cinco manuales de doctrina marxista en la Unión Soviética (los otros cuatro son de filosofía marxista básica, economía política, historia del Partido Comunista y socialismo científico). Según la nota del autor en la edición de 1961, fue escrito por «un grupo de investigadores, oficiales del Partido y propagandistas», con el objeto de presentar «en forma popular los fundamentos del Marxismo-Leninismo como una ciencia singular e íntegra», y centrándose en aquellas proposiciones marxistas-leninistas «que son especialmente interesantes en las condiciones de hoy en día» (pp. 13 y ss.) [2]. Aunque los autores se esforzaron «en dar un competente resumen científicos del Marxismo-Leninismo, no se intenta presentarlo como un «estudio académicos, sino como una «exposición popular» (ibíd.). Presume ser el primer intento «en muchos años de resumir en un sólo libro los principios básicos del Marxísmo-Leninismo» (p. 14).

El texto se basa en las obras de Marx, Engels, y Lenin, en decisiones y documentos del Partido Comunista de la Unión Soviética (de aquí en adelante, PCUS), y en la experiencia de otros partidos comunistas (p. 13). En realidad de las 447 citas en la edición revisada, 409 vienen sólo de cinco fuentes: las obras de Lenin (225); una obra titulada El camino hacia el Comunismo, que contiene el Programa de 1962 del Partido, un informe de Kruschev al XXII Congreso del Partido y su discurso sobre el Programa del Partido (72); las obras de Marx y Engels (69); Documentos del Programa para la lucha por la paz, democracia y socialismo, sacado de la conferencia de Moscú en 1960 de los partidos comunistas del mundo (29); y varios discursos de Kruschev sobre temas económicos (14). Es de notar que Stalin y Mao Tse-Tung están citados solamente una vez cada uno.

En el comienzo de la primera edición (p. 14), se dice que el Marxismo-Leninisrno «está en constante desarrollo y enriquecimiento, debido a las condiciones históricas siempre en cambio». En conformidad con esto, el texto tuvo que ser «enriquecido» apenas dos años después «por las nuevas ideas valiosas» contenidas en el nuevo Programa del Partido ―«la obra más importante del pensamiento moderno Marxista-Leninista»― y por otros documentos que se acaban de citar.

 

CONTENIDO DE LA OBRA

Las observaciones introductorias («La visión del mundo marxista-leninista») aluden a la «Iluminación» que esta visión proporciona para entender los acontecimientos presentes y futuros del Marxismo-Leninismo. Dice que vale la pena hacer un serio estudio del Marxismo-Leninismo porque proporciona «una íntegra visión del mundo», la «más progresivas de nuestro tiempo». Es superior a las visiones «reaccionarias», «fundadas en creencias y supersticiones antiguas» que «procuran persuadir a la gente religiosa de que deben quedarse ciegamente dependientes de un ser sobrenatural y sus vicarios y ungidos regentes de la tierra». El Marxismo-Leninismo es además superior a las diversas ramas del idealismo hegeliano, que «destruyen la convicción del hombre sobre la existencia real del mundo material» aunque fueran revestidos con la apariencia de ciencia (p. 15). Ya al principio los autores ponen énfasis en la base anti-sobrenatural y materialista del Marxismo-Leninismo, que es distinta de «todos los otros sistemas filosóficos» por cuatro motivos principales: 1) sus, primeros principios, o axiomas; 2) su epistemología; 3) su Sociología, y 4) su profecía.

1) El Marxismo-Leninismo «no reconoce la existencia ni de fuerzas sobrenaturales ni creadoras. Descansa perfectamente... en el mundo real en que vivimos..., sin añadir un infierno inventado o un paraíso... ; libera la humanidad, de un golpe, de la superstición y del viejo cautiverio espiritual. Alienta el pensamiento independiente, libre y consistente... Parte del hecho de que toda la naturaleza, incluyendo el hombre mismo, consiste en materia con sus distintas propiedades» (p. 16). Por eso es evidente cómo los autores de Fundamentos del Marxismo-Leninismo siguen muy de cerca la observación anticipada de Marx que «...la crítica de la religión es la condición de toda crítica» [3].

2) «La naturaleza, como también todo fenómeno individual, está en un constante proceso de desarrollo. Las leyes de este desarrollo no han sido instituidas por Dios y no dependen de la voluntad del hombre. Son intrínsecas a la misma naturaleza y son totalmente cognoscibles. No hay cosas intrínsecamente incognoscibles en el mundo; ...el hombre sabrá más y más cosas todavía desconocidas. La visión, del mundo márxista-leninista está enraizada en la ciencia misma y confía en la ciencia, con tal que la ciencia no esté divorciada de la realidad y de la práctica» (p. 16).

3) «El desarrollo de la sociedad humana también sucede de acuerdo con las leyes objetivas que son independientes de la voluntad del hombre. Por haber revelado las leyes básicas del desarrollo social, el Marxismo levantó la historia al nivel de una ciencia genuina, capaz de explicar la naturaleza de cada sistema social y el desarrollo de la sociedad de un sistema social a otra» (p 16).

4) «Por haber revelado las leyes que gobiernan la operación y desarrollo de las fuerzas de la naturaleza y de la sociedad, la ciencia genuina siempre puede prever lo nuevo. La ciencia marxista de las leyes del desarrollo social nos facilita no sólo trazar un camino correcto por el laberinto de contradicciones sociales, sino también profetizar sobre la ruta que tomarán los acontecimientos... mirar al futuro y ver los planes generales de inminentes cambios históricos. Este telescopio del tiempo' nos ha revelado el magnífico futuro de la humanidad liberada del... último sistema explotadora, a saber, el capitalismo» (p. 17).

Luego viene un resumen histórico del comunismo en Rusia y en el resto del mundo comunista desde Lenin hasta hoy, como «una prueba indiscutible de que los comunistas, armados con la teoría marxista, profetizaron correctamente con plena exactitud la ruta general de la historia» en este siglo, desde la revolución bolchevique, la edificación del «socialismo» en la Unión Soviética, la segunda Guerra Mundial y la derrota de Alemania nazi («principalmente (por) los heroicos esfuerzos del pueblo soviético y su glorioso ejército»), hasta la expansión del Comunismo en Europa Oriental y China después de la guerra» (pp. 17 y ss.).

Las observaciones introductorias terminan tratando de mantener la utilidad de la teoría marxista-leninista para: 1) la práctica política; 2) la investigación científica, y 3) las artes.

1) El conocimiento de las leyes de la historia facilita a los comunistas desarrollar «correctamente» y aplicar «la política revolucionaria», «la línea política del Partido» (p. 18). 2) La «investigación creadora» en las ciencias naturales y sociales es además ayudada por «un entendimiento correcto del mundo y sus leyes generales, relaciones y procesos» (p. 19). 3) «Las artes y la literatura son «anémicas» e incapaces de escapar de la desesperanza y pesimismo de la «literatura burguesa» sin la «más honda y más rica reflexión de la realidad» dada por el Marxismo-Leninismo (p. 19) [4].

I  Las bases filosóficas de la concepción marxista-leninista del mundo (p. 21)

En la primera parte los autores desarrollan en tres capítulos «los principios básicos de la filosofía marxista-leninista, el materialismo dialéctico» (p. 14).

Capítulo 1.―Materialismo filosófico.

El «estado más alto en el desarrollo del pensamiento filosófico» que surge desde los tiempos antiguos como una constante «lucha contra la reacción e ignorancias, se basa sobre el concepto de la materia como coexistencia con el mundo real y eternamente en movimiento. El conocimiento es así una propiedad de la materia «organizada de un modo especial»: el cerebro. Por lo tanto, el pensar es «el resultado de la evolución de la materia viva» (pp. 21, 26, 36).

La mayor parte de este capítulo consiste en una crítica de los adversarios históricos y contemporáneos del materialismo filosófico; en particular: el «idealismo objetivo», de Platón, Leibniz, Hegel; el «idealismo subjetivos, de Berkeley; el «positivismo» ejemplificado por Ernst Mach; el contemporáneo «existencialismo aburguesado» (Heidegger y sus discípulos); el neopositivismo o positivismo lógico (Russel, Wittgenstein, Ayer), y, finalmente, el neo-tomismo o neo-escolasticismo, que los autores consideran como el enemigo más serio del materialismo marxista-leninista.

El cristianismo, junto con las otras formas de «propagandas religiosas y «doctrinas místicas» están ahora «divulgándose vigorosamente». La Iglesia católica está intentando «establecer la doctrina escolástica medieval... El neo-tomismo es una doctrina sutil y astuta que, en el mundo capitalista extravía a menudo no sólo a la gente corriente, sino también a los hombres de ciencia». El tomismo es para el marxismo un obstáculo mucho más serio que las diversas escuelas del «idealismo subjetivo» porque defiende la razón y reconoce «que el mundo externo... tiene una existencia real independiente del hombre y de su conocimiento...». De ahí la necesidad para los Marxistas-Leninistas de atacar la fe en un Dios creador y gobernador, lo que distingue radicalmente el tomismo del marxismo.

Los autores critican a los «filósofos católicos» porque subordinan la ciencia a la religión, el saber a la, fe, que es considerada como la fuente de la «verdad suprema». Refutando el discurso del Papa Pío XII en 22-XI-1951 («Las pruebas de la existencia de Dios a la luz de la ciencia moderna»), los autores argumentan que sólo la ciencia puede explicar el fenómeno cosmológico y por tanto es un principio superior de la verdad.

Además «los filósofos católicos» predican una moralidad de una «serena resignación», faltando la preocupación por la «vida en esta tierra». Esto es una «aceptación pasiva y, consecuentemente, una justificación de las maldades sociales existentes, explotación y desigualdad». Es sustituir por la oración la protesta y lucha contra la injusticia social y la clase explotadora (pp. 53-55).

Evidentemente es una acusación demasiado simplista decir que el cristianismo no se ha ocupado de las «cuestiones sociales»; pero no podemos aceptar el reto y caer en la trampa (como hoy hacen algunos cristianos que pregonan un mayor «compromiso» de la Iglesia con el mundo): No es misión de la Iglesia solucionar estos problemas, su misión es mucho más importante y de carácter estrictamente sobrenatural, y podemos decir que es cumpliendo esta misión el modo en que realmente ayuda a los individuos y a la sociedad a resolver estos problemas; pero son los cristianos, con su libertad y responsabilidad personales los llamado a buscar las soluciones concretas.

El capítulo termina con una conclusión triunfalista sobre esta «visión del mundo científicas. Da preeminencia a los últimos escritos de los neo-marxistas del Occidente y a los recientes descubrimientos físicos; éstos serían los medios para reivindicar al materialismo filosófico como la única manera segura de evitar «las trampas que los idealistas ponen estratégicamente en el avance de la ciencia» (p. 55). El capítulo contiene frecuentes referencias a Materialismo y Empiriocriticismo de Lenin, en que el conocimiento es el reflejo del mundo objetivo (contrario al agnosticismo» filosófico de los escépticos). La teoría de la verdad concreta es importante para la teoría y la práctica. El conocimiento se desarrolla a través de un proceso de sensaciones (las imágenes de las cosas y sus propiedades). El pensamiento es el conocimiento de la esencia del fenómeno. Por tanto, si el mundo es infinito, puede haber conocimiento infinito. Hay una unidad dialéctica entre la verdad absoluta y relativa, porque la verdad relativa tiene un cierto contenido absoluto. Al final, la experiencia es el criterio de la verdad: lo que es verdadero es lo que es necesario o deseable aquí y ahora. «Para servir a la sociedad, una idea o teoría científica debe ser verdadera. Para establecer si una teoría es verdadera o falsa, ha de compararse con la realidad» (p. 109).

Este capítulo concluye con una breve crítica de la filosofía del pragmatismo, que los autores aparentemente reconocen como un inmediato competidor de su propia opinión sobre la relación entre el saber y el hacer.

II . La concepción materialista de la Historia (p. 116).

En la segunda parte, los autores desarrollan en cuatro capítulos el tercer presupuesto básico de la filosofía marxista-leninista: el materialismo histórico.

Capítulo 4.―La esencia del materialismo histórico.

El Marxismo-Leninismo ha causado un cataclismo revolucionario en la concepción del hombre sobre la sociedad. Enseña que el modo de la producción es la base material de la vida de cada sociedad, siendo todas las demás cosas solamente una super-estructura. La historia, en consecuencia, es fundamentalmente el desarrollo y cambio de formaciones socioconómicas, de las cuales ya se han sucedido cinco. el sistema del comunismo primitivo, el sistema de esclavos, el sistema feudal, el sistema capitalista y el sistema socialista. Cada uno de éstos y el desarrollo del uno al otro está regulado por las leyes de la historia social, leyes de las cuales los hombres han de esforzarse en conocer, porque la espontaneidad y el conocimiento juegan un papel importante en el desarrollo social.

El capítulo termina con una crítica de la «sociología burguesa» y su temor ante las leyes de la historia. Los sociólogos behavioristas sólo describen, más que explican, el fenómeno. Mientras los filósofos neo-tomistas explican todo a la luz de la providencia divina y según el fin de la historia (cfr. p. 144). Sólo el conocimiento materialista de la historia podría hacer avanzar las ciencias sociales y la práctica social porque ―según los autores― da al hombre una «previsión científicas (p. 146).

Capitulo 5.―La lucha de clases y el estado.

Los autores explican a continuación la esencia de la distinción de clases y de las relaciones entre ellas. Consideran particularmente la sociedad «burguesa». La división de la sociedad en clases es un fenómeno transitorio que acompaña a todos los estados imperfectos en el desarrollo de la historia. El estado no es más que un instrumento de la dominación clasista, como ha sido demostrado en el contemporáneo estado «burgués». La lucha de clases es la fuerza impulsara del desarrollo en una sociedad explotadora, y da a la revolución social su papel creador. La lucha de clases del proletariado (la clase trabajadora en una sociedad capitalista) asume tres formas básicas: económica, ideológica y política («su forma más alta»). En consecuencia, la revolución proletaria es «el grado más alto de la lucha de clases del proletariados (pp. 168 y ss.).

Capítulo 6.―El papel de las masas y del individuo en la Historia.

Para los autores las masas hacen la historia; a través de su «actividad de producción», deciden la vida y desarrollo de la sociedad en la política y en la cultura. Esta tesis es especialmente significativa para los autores de la segunda edición, que están empeñados en aumentar el oprobio contra Stalin, cuyo culto del individuo contradijo al MarxismoLeninismo. El individuo ―especialmente el «gran hombre»― juega un papel esencial en el liderazgo, pero él debe reconocer que su fortaleza deriva del apoyo de las masas. La primera edición ya había acusado a Stalin de «concentrar excesivo poder en sus propias manos y violar los principios de liderazgo colectivo que es inherente en los Partidos Comunistas» (p. 229). Pero en la segunda edición esta declaración se hace más severa: Stalin «tomó el camino de una seria violación de la herencia de Lenin; pisoteó rudamente los principios de Lenin sobre el liderazgo; actuó arbitrariamente y abusó de su autoridad». Estos abusos incluyeron «duros actos de represión masiva contra la honesta gente soviética» (p. 185). Algunos párrafos nuevos intentan transformar la exposición de los errores de Stalin en una señal positiva «de gran audacia política, una  nueva prueba de la alta madurez política del PCUS», que ahora ha adoptado nuevas reglas para prevenir la «excesiva concentración del poder en las manos de unos pocos...» (p. 187). Los autores, cuanto más condenan a Stalin, tanto más alaban a Lenin, pero sin decir que fue Lenin el iniciador de esos «duros actos de represión masiva».

El capítulo concluye diciendo que las masas y no los individuos son la «fuerza política decisiva del tiempo moderno» (p. 189).

Capítulo 7.―El desarrollo social. Este breve capítulo trata del carácter progresivo del desarrollo social y de la hostilidad de la «burguesía imperialista» frente al desarrollo. El capitalismo contradice al desarrollo social porque explota a la clase trabajadora, el portador de la historia, mientras que el «socialismo» promueve el desarrollo liberando al proletariado. El Marxismo-Leninismo se incorpora en sí los verdaderos ideales del desarrollo histórico.

III. La economía política del capitalismo (p. 208).

En la tercera parte, los autores presentan en tres capítulos un breve plan general de «la economía marxista-leninista ante el capitalismo.... ante las leyes del desarrollo capitalista» que están haciendo inevitable «la lucha por la liberación de la clase trabajadora y la revolución social» (p. 14).

Capítulo 8.―El capitalismo antes del monopolismo.

Se trata de un repaso de los conceptos y teorías desarrolladas por Marx en El Capital: el aumento de relaciones capitalistas; la fabricación de productos de consumo; las leyes monetarias; la teoría de la plusvalía («la piedra angular de la doctrina económica de Marx») (p. 218); salarios y crecimiento de ganancia; los fines y el límite de la producción capitalista y el precio que exige de los obreros; el desarrollo capitalista en la agricultura; la ruina de los campesinos e inquilinos agricultores a través de ñas rentas del suelo; la reproducción del capital  y las crisis económicas causadas por el exceso de producción; la ley general de la acumulación capitalista y su inclinación histórica; el progresivo empeoramiento de la condición de la clase obrera.

Capítulo 9.―El Imperialismo, la más alta y última etapa del capitalismo.

Ahora los autores añaden las contribuciones de Lenin a la teoría de Marx: su noción sobre el imperialismo, o capitalismo monopolista; la concentración de la producción; capitalismo financiero y exportación; la formación de alianzas internacionales de monopolios, y la división territorial del mundo; el parón en el crecimiento de la producción cuando el capitalismo entra en su decadencia y período de parasitismo; la formación, como reacción en contra, de una «aristocracia de obreros»; la ingenua creación de los elementos previos necesarios para el socialismo por un «capitalismo moribundo»; la intensificación de las contradicciones dentro del imperialismo; la ley de un desigual desarrollo económico y político; el comienzo de la crisis general del capitalismo. A lo largo del capítulo la segunda edición hace pequeños ajustes para acomodar recientes desarrollos dentro del «campo imperialista».

Capítulo 10.―El Imperialismo hoy día.

Este capítulo presenta el desarrollo posterior de la crisis general del capitalismo en los recientes años: el mecanismo del capitalismo monopolista estatal; la militarización de la economía; la nacionalización capitalista y capitalismo estatal; los mitos de revisionistas y reformadores (principalmente los economistas de tipo Keynes en el Occidente) sobre el capitalismo de hoy. Los autores arguyen que las medidas anti-crisis empleadas en el Occidente son meros paliativos contra la «incurable enfermedad» del capitalismo; las crisis solamente pueden empeorar. A través de un uso selectivo de estadísticas en países occidentales, los autores intentan probar la agravante situación y extensión de los antagonismos de clases, y el empeoramiento de las condiciones de los trabajadores «aun en los riquísimos países capitalistas» (p. 285). A pesar de todas las acciones de retención, los autores pretenden que el mundo ha llegado «al último peldaño de la escalera histórica del capitalismo» (p. 292). En definitiva, es un capítulo de tono panfletario en el que se alaban los «logros» del socialismo contraponiéndolos a los «males capitalistas».

IV. Teoría y tácticas del movimiento comunista internacional (p. 296).

En la cuarta parte los autores presentan una larga relación (diez capítulos) de “teoría y tácticas del movimiento comunista internacional, especialmente en los países capitalistas (p.14). Estos capítulos revelan mejor que las partes anteriores del libro la significación del Marxismo-Leninismo para el mundo contemporáneo, porque constituyen evidentemente lo que los autores consideran el alma de su tarea como “propagandistas y maestros del marxismo (p 13).

Capítulo 11.― La Misión histórica de la clase obrera.

La «clase  obrera» es considerada por los autores corno «la esperanza de la humanidad progresiva 314) que tiene la tarea histórica de liberar a los pueblos trabajadores». La clase obrera, en cuanto ha crecido su papel social y político, es la clase más organizada Y Políticamente más consciente, la fuerza dominante en la lucha del pueblo por la liberación de la opresión capitalista. Los autores quieren dar énfasis a que la solidaridad internacional de todos los obreros es una gran fuente de energía para el movimiento de la clase obrera. Por lo tanto, hablan extensamente, de los Obstáculos. y las dificultades que impiden esta solidaridad. «la influencia burguesa en la clase obrera»; «difusión del oportunismo y reformismo»; «nacionalismo y chauvinisrno»; y «la influencia de la Iglesia». Sobre este último elemento, el texto dice: «Los clérigos reaccionarios hacen todo intento para aislar a los obreros con sentimientos religiosos de sus hermanos de la misma clase, atrayéndoles a distintas organizaciones de carácter clerical (partidos cristianodemócratas, sindicatos católicos, etc.). Por lo tanto les desvían de la lucha contra el capitalismo... Sin embargo, la política reaccionaria de los líderes de la Iglesia está encontrándose con una creciente resistencia de los mismos creyentes y... de los sacerdotes honestos que... participan en la lucha por la paz y oponen resistencia» (pp. 309 y ss.). El capítulo termina afirmando que la lucha»que la clase obrera hace por sus  inmediatos intereses económicos es como una fuerza dominante en todos los movimientos «democráticos» que pavimentan el camino para el socialismo.

Capítulo 12.―La Gran Revolución Socialista de Octubre. El momento clave en la historia de la humanidad.

La primera «revolución socialista» del mundo ocurrió en Rusia en 1917; así la clase obrera rusa (léase el partido comunista ruso) está situada en la vanguardia del movimiento internacional de la clase obrera . Describiendo la transición desde la anterior revolución «burguesa-democrática» hasta la socialista, el texto destaca «cómo el proletariado ruso destrozó los dogmas antiguos ante la imposibilidad de una revolución socialista»  (p.323). El capítulo trata de mostrar cómo el Partido Comunista Soviético ha dado un «impulso potente» al movimiento revolucionario de la clase obrera en otros países, como también al «movimiento de liberación nacional» en el este y sur de Asia.   

Capítulo 13.―   El Partido Marxista-Leninista y su papel en la lucha de clases.

El Partido Comunista, por su carácter revolucionario es la vanguardia de la clase obrera y de todo el pueblo trabajador. El término «Centralismo democrático» describe bien la libertad de discusión y la acción y estructura unificada que caracterizan el Partido y lo hacen apto para su papel histórico. El Partido aprende y deriva sus fuerzas de las «grandes masas, pero también les guía y les da una dirección clara. Este papel de liderazgo del Partido es algo que constantemente se ha de lograr» (p. 341). La estrategia política y táctica del Partido muestran su dominio en el «arte del liderazgo político. y su habilidad de buscar el enlace principal. en la cadena de acontecimientos políticos. El Partido se halla en una constante lucha entre el «oportunismo de derechas y el sectarismo dentro de sus propias filas, siempre amenazando aislarlo de las masas y desviarlo del verdadero curso y de la ortodoxia doctrinal. La sección concluyente sobre el carácter internacional del Movimiento Comunista ha sido reelaborada extensamente en la edición revisada para mostrar claramente cómo una fuerza internacional se puede y se debe desarrollar (en el caso del Comunismo) con una base nacional. Añade, finalmente, otro golpe a Stalin por haber confundido la ciencia militar con la ciencia política (pp. 346 y ss.). A lo largo del capítulo hay un creciente énfasis en la correcta enseñanza de Lenin sobre tácticas del Partido.

Capítulo 14.Una política de Acción Unitaria de la clase obrera y las Fuerzas Democráticas Populares.

Sobre la necesidad imperativa en el tiempo presente» para la unidad de la clase obrera, la segunda edición cuenta 88 Partidos Comunistas con «más de 40 millones de miembros» era el mundo, de los cuales 74 Partidos (más de cinco millones de miembros) están en el «mundo capitalistas (pp. 360 y ss.) [5]. La política del Partido para una acción unitaria se está impidiendo en muchos partidos socialistas por el «anticomunismo», como slogan de «partidos reaccionarios». El texto hace una llamada urgente a una cooperación solidaria entre los Partidos Socialistas y Comunistas en los países occidentales y orientales. La segunda edición contiene numerosas referencias a la Conferencia de los Partidos Comunistas y Obreros en Moscú de 1960, que estudió las formas y medios de fomentar la unidad de la clase obrera a base de disminuir las diferencias ideológicas. El «correcto acercamiento» hacia los obreros socialistas es la «paciente explicación de camarada» (p. 375). El texto explica más adelante qué tiene que hacer un «partido de obreros» con la estrategia de un frente unido. En esta política de «unidad democrática está incluida la «correcta selección de una plataforma para la cooperación», «habilidad de comprometer y hacer concesiones necesarias», y consolidación organizativa que asegura el «papel de vanguardia del partido marxista» en la «lucha contra el sectarismo y oportunismo de derechas» (pp. 378-381).

Capítulo 15.―Alianza de la clase obrera y de los campesinos subyugados por el capitalismo.

La alianza necesaria entre obreros y campesinos se asegurará poniendo énfasis en su interés común en la lucha contra las «sobrevivencias feudales» y «monopolios capitalistas». El Partido Comunista defiende los intereses vitales del campesino a través de la lucha por la reforma agraria. La victoria de la «clase obrera» beneficiará también a los trabajadores rurales por medio de la transformación tecnológica de los métodos de la agricultura.

Capítulo 16.―El movimiento por la Liberación Nacional de los Pueblos contra el Imperialismo [6].

Este capítulo, casi totalmente revisado y de algún modo reorganizado, trata del «surgir del movimiento de liberación nacional y la rotura del sistema colonial» causado por la división del mundo en «dos sistemas». La significación histórica de este desarrollo ha sido la iniciativa y el éxito del Partido Comunista uniéndose en la «lucha de los pueblos colonizados» y ayudándoles para evitar las trampas del nacionalismo. En consecuencia, varios países asiáticos (especialmente China) «han tomado el camino hacia el socialismos, y las gentes del Oriente árabe han «despertado». El capítulo atribuye además al  comunismo el éxito de los «estados asiáticos no socialístas» en haberse consolidado para su independencia, y muestra también la influencia del comunismo en la «lucha por la liberación» en Africa y América Latina. Acudiendo a los documentos recientes, los autores de la segunda edición resumen las «perspectivas inmediatas» de los «países liberados de la opresión colonial» y les advierten de las «nuevas formas de política colonial», que el «imperialismo» está montando para recuperar sus prerrogativas perdidas. Pero aumentando la cooperación económica entre estos países orientales, «los estados socialistas» podrán mantener su posición como el principal ,”baluarte del pueblo contra el colonialismo” (p. 427).

Capítulo 17.―La lucha de los pueblos en países capitalistas para proteger su soberanía.

El texto enfoca ahora al «problema    de soberanías, que ha sido «agraviado» por el chauvinismo de los «estados imperialistas». La noción «correcta» de soberanía debe verse en términos de patriotismo en vez del «cosmopolitismo» de la «burguesía imperialista». La defensa de la soberanía, propiamente entendida, «corresponde a los intereses de todas las fuerzas sanas de la nación». Porque «el principio de soberanía está íntimamente ligado al corazón de las grandes masas del pueblo», la «clase obrera» debe defender «la independencia del pueblo» y preocuparse del «destino de su patria» (pp. 440-443). Este capítulo es un ejemplo excelente de la flexibilidad de la táctica comunista, que puede adaptarse como un camaleón, a cualquier circunstancia histórica dada; en este  caso, para evitar perder aliados potenciales dentro de los nuevos estados recientemente independientes del Tercer Mundo [7].

Capítulo 18.,―La lucha en defensa de la democracia en los países burgueses.

Volviendo ahora a una preocupación semejante con respecto a los países industriales avanzados, los autores citan la política de Lenin de «luchar por la democracia en países bajo el capitalismo». Aquí la estrategia comunista debe consistir en aparecer más liberal que las democracias liberales; mostrar que «los derechos democráticos de la clase obrera» están más seguros bajo el patrocinio de la «clase obrera» que bajo el patrocinio de «los monopolios capitalistas». Como ejemplo, los autores citan la «oligarquía financieras de los Estados Unidos como «un enemigo de la democracias [8]. La «táctica favorita» del enemigo es el «anti-comunismo», por el cual los capitalistas procuran proteger la falsa pretensión suya de ser demócratas verdaderos. Por «democracia» se quiere decir la lucha de las masas contra las élites; por lo tanto la «democracia» es la «base» para todos los «movimientos nacionales de las masas» y la «clase obrera» como la vanguardia de las masas, es la única verdadera fuerza democrática en un sociedad desarrollada. Por eso, está totalmente dentro de los íntereses, a largo plazo, del Partido Comunista luchar para la «unificacíón de todas las fuerzas democráticas» y la «extensión de la base social del movimiento democráticos. «La unidad de las fuerzas democráticas es una condición indispensable para la victoria contra la reacción y el fascismo» (pp. 454-456).

Capítulo 19. El peligro de guerra y la lucha de los pueblos para la paz.

Este capítulo fue casi totalmente revisado para la segunda edición, incorporando «el movimiento para la paz» en el Occidente, que es considerado por los autores como un elemento muy importante en la lucha revolucionaria. Atacando «la llamada 'guerra fría' contra la Unión Soviética y otros países socialistas» (p. 458), el texto muestra cómo el imperialismo moderno juega con los destinos de países y pueblos enteros» porque se arriesga con una guerra atómica de represalia. La «Clase obrera internacional» debe luchar contra este peligro de guerra haciendo la «defensa de la paz, la más importante tarea democráticas. El texto desarrolla dos principios básicos sobre la política de paz en el «sistema mundial del socialismo»: 1) «coexistencia pacífica y competición de los dos sistemas»; 2) «desarme general y completo como garantía segura de una paz duradera» (pp. 469-472). A través de esta política «las fuerzas de guerra» se superarán por las «fuerzas de la paz», y el peligro de guerra se puede vencer permanentemente.

Capítulo 20.―Sobre algunas formas de transición hacia una revolución socialista.

Dado que «el desarrollo de antagonismos clasistas hace inevitable una revolución proletaria, es obligatorio por parte del Partido determinar los mejores medios para adelantar la revolución. Para efectuar la transición desde la fase democrática hasta la fase socialista de la revolución, el monopolio capitalista tiene que ser destruido. Citando frecuentemente los discursos de Khruschev, los autores muestran cómo las condiciones para la revolución proletaria están madurando. Más allá del conocido «hecho», superado ya por el Marxismo-Leninismo, que «la revolución es la rotura del vínculo débil en el sistema del imperialismo» (p. 492), la historia deja abierta la cuestión de cómo, precisamente, ha de cumplirse esto. La situación revolucionaria y el traslado del poder a la «clase obrera» pueda tomar diversas formas. El «problema del poder» puede solucionarse pacíficamente, o a través de la guerra. Es decir, aunque los elementos de «la revolución socialista son fundamentalmente regulares», se manifiestan distintamente según la situación en un país determinado. No conviene seguir siempre un «camino pacífico para la revolución» o «utilizar» asambleas parlamentarias.

V. Socialismo y Comunismo (p. 509).

En la quinta parte los autores desarrollan en siete capítulos «la teoría de cómo construir la sociedad socialista y comunista», «la base de las actividades prácticas de los pueblos en países socialistas». El modo de exponerlo es a través de problemas, y la voz autoritaria de Lenin está complementada con la experiencia subsiguiente en la Unión Soviética (p. 13). La segunda edición omite las citas de las obras de Stalin.

Capítulo 21.―La dictadura del proletariado y la democracia proletaria.

El enfoque del texto cambia ahora desde el problema de extender la influencia comunista en el mundo hacia el problema de consolidar la revolución dentro del mundo comunista y la Unión Soviética en particular. El punto de partida teórico es la necesidad histórica de la dictadura del proletariado en el periodo de transición del capitalismo al socialismo. «La clase obrera, sobre todo, no procura perpetuar su ,dictadura. Tan pronto como la dictadura de la clase obrera haya cumplido su misión histórica y el nuevo sistema social esté ya firmemente establecido, la dictadura dejará de ser necesarias. Y añade la segunda edición: «eso es lo que ocurrió en la Unión Soviética» (p. 515). Mientras tanto un represivo aparato estatal es necesario porque inevitablemente la «burguesía reaccionarias resistirá a la dominación del proletariado. Al mismo tiempo, es compatible con el «nuevo tipo de democracia» llamado «democracia proletaria, que asegura los derechos y libertades de la clase obrera bajo un sistema de gobierno llamado «centralismo democráticos (p. 523). En la dictadura del proletariado, «el papel del partido marxista... no es el papel normal del partido de una clase gobernante. Su posición en el estado está determinada no sólo por elecciones, sino también por la misión histórica de la clase obrera como líder nacional de la sociedad en su avance hacia el comunismo» (p. 525). Organizaciones públicas, especialmente sindicatos de obreros, tienen también un papel que desempeñar bajo la dirección del Partido. La dictadura proletaria puede asumir diversas formas: «Poder Soviético» (URSS en 1917-1918); «Democracia Popular» (después de la segunda Guerra Mundial); y más tarde, otras nuevas formas apropiadas al Tercer Mundo.

Capítulo 22.―Las principales tareas económicas en el período de transición del capitalismo al socialismo.

«El poder de la clase obrera» empieza con la nacionalización de las grandes industrias, transporte y banca, y la confiscación de grandes haciendas. Por lo tanto, después de asumir el poder, la clase obrera recibirá dividendos tangibles. En el período de transición (cuya duración variaría en distintos países, depende de las condiciones internacionales e internas), existirán tres formas básicas de estructura económica: el socialismo, la pequeña industria y el capitalismo privado. Gradualmente, esta multiplicidad ―y especialmente los elementos capitalistas― se eliminarán y el lazo económico, entre, pueblo y patria será más fuerte. Los campesinos formarán cooperativas de productores. «La industrialización socialistas avanzará. Citando el programa del Partido en 1962, el texto proclama que todos estos pasos han sido cumplidos ya en la Unión Soviética: «El Socialismo, que Marx y Engels profetizaron científicamente como inevitables, y el plan para la construcción delineado por Lenin, se ha hecho realidad en la Unión Soviética... La edificación del socialismo se está completando, también, en las democracias populares de Europa oriental» (p. 561).

Capítulo 23.―Principales características del modo de producción socialista.

«El camino hacia la sociedad comunista (p. 589) se basa en una economía fundamentalmente planteada en la «propiedad social» («propiedad estatal» y «propiedad cooperativa y granjas colectivas»). Este capítulo explica técnicamente el fin principal de la producción socialista; las tareas y métodos del plan de desarrollo de la economía nacional; las características especiales de la producción en las fábricas y las leyes monetarias en la sociedad socialista; el nuevo carácter del trabajo bajo el socialismo, cuyo crecimiento estable en productividad «es una ley económica del socialismos (p. 582); el principio de distribución según el trabajo; y.la «esencia» de la «reproducción socialista extendidas y el uso social de los recursos naturales.

Capítulo 24.― Relaciones sociales y cultura en la sociedad socialista.

Habiendo hablado de la base económica, los autores empiezan a tratar la «super-estructura» (cultura, modo de vivir, moral y costumbres). Con una mayor reelaboración de la transición desde el socialismo al comunismo, la segunda edición describe la conversión de la dictadura proletaria a «un estado socialista de todo el pueblo», una «sociedad de clases obreras amables» ―obreros, campesinos e intelectuales― organizadas administrativamente como un proletariado o «una democracia socialista». «Está claro que tal transformación no ocurre toda a la vez, sino más o menos progresivamente. El estado pierde gradualmente su carácter penal y represivo y se concentra más y más en iniciativas económicas, culturales y educativas, protegiendo los derechos e intereses de los ciudadanos, la propiedad socialista y la propiedad personal, salvaguardando el orden público y la defensa nacional (pp. 595-598). La extensión de los derechos políticos, sociales y culturales de la clase obrera constituye una nueva revolución ―una «revolución cultural»― que completará la construcción de la sociedad socialista. La emancipación del individuo se cumple a través de la emancipación de las masas obreras, ya que los intereses personales y sociales se desarrollan mejor paralelamente. Por lo tanto «un hombre educado en el espíritu de la moralidad socialista es un «nuevo hombre» (p. 615). El texto sigue describiendo las características de la estructura espiritual de este nuevo hombre, ,contrastándolo con la «vieja moralidad» que «todavía sobrevive, y aún «persiste tenazmente en las mentes de «algunos miembros de la sociedad socialista. Esto es porque el socialismo todavía no es comunismo. Por lo tanto, en la sociedad socialista la crítica y la auto-crítica juegan un papel decisivo en el proceso de hacer las contradicciones no antagonistas y de emular el nuevo hombre (p. 616).

Capítulo 25.―El sistema socialista mundial.

Sigue a continuación una descripción de las relaciones internacionales entre las sociedades socialistas. Advirtiendo que «el  proceso de formación y consolidación del sistema socialista en el mundo no es tan sencillo como parece» (p. 622), los autores proceden a presentar los nuevos principios del internacíonalismo socialista. Quedando como estados soberanos en sí los países socialistas cooperarán con programas de asistencia mutua en la larga tarea de vencer los restos sobrevivientes del nacionalismo. La segunda edición desarrolla extensamente esta tarea (con muchas referencias al nuevo programa del Partido), porque los «prejuicios nacionalistas son especialmente persistentes», y constituyen «la principal arma política e ideológica Utilizada por las fuerzas de la reacción, sea internacional, sean las restantes de la reacción doméstica contra la unidad de los países socialistas» (pp. 627 y ss.). La segunda mitad del capítulo desarrolla la naturaleza de los lazos económicos, las reglas económicas y la división del trabajo dentro de la economía socialista mundial. La segunda edición añade que «la coordinación de los planes económicos nacionales de los países socialistas se ha hecho necesarias. Ésto proveerá «beneficios y ventajas mayores que aquellos que resultan de una victoria del socialismo a escala nacional» (p. 631). El capítulo termina con un breve tratado de las relaciones económicas de los países socialistas con otros países y la competencia dentro del «mundo capitalistas.

Capítulo 26.―El período de transición del Socialismo al Comunismo.

Es este, sin duda, el capítulo más importante de todo el libro, porque su tema es central en el desarrollo de la ideología . Es consecuentemente el capítulo más largo de todo el volumen, y la versión revisada, casi completamente reescrita y reorganizada, es una descripción de la «gradual pero no lenta» evolución de la sociedad a su estado más alto y maduro. La dirección que da el Partido «es de una significación decisiva» en esta etapa (p. 640), porque cuanto más cerca está la meta, mayor es la probabilidad de obstáculo. Aunque ya en el texto .han declarado antes que «el Partido Comunista de la Unión Soviética no reclama para sí de ninguna manera un papel especial de liderazgo en el movimiento comunista internacional y que sería «una equivocación hablar de un campo socialista dirigido por la Unión Soviética» (p. 629), sin embargo, la grande experiencia del PCUS y su «plan a gran escala para la construcción de la sociedad comunistas incorporados en el nuevo programa del Partido son de importancia crucial para todos los países socialistas (p. 644).

La base material y técnica del Comunismo incluye el avance tecnológico en la industria y agricultura, el papel creciente de la ciencia, la mejora de la planificación y organización de la producción, y, más significativamente, un «cambio en la naturaleza del trabajo»: «La transición a la tecnología comunista cambia la naturaleza del trabajo y los hábitos de la producción del hombre» (p. 653). Además han de crearse condiciones en la sociedad para que el principio comunista de distribución (a cada uno según sus necesidades) pueda ser eficaz. En una sección muy extensa, la segunda edición traza las «Iíneas por las que la sociedad avanzará según el modo comunista de vivir» (p. 655). Concretamente, la tarea afrontada por la Unión Soviética en el período 1971-1980 es «la mejora del bienestar del pueblo» a través de «una abundancia de beneficios materiales y culturales». El programa propone la satisfacción de las necesidades materiales y culturales de la clase obrera a través de una remuneración adecuada para su trabajo; la solución del problema de la vivienda; la reducción de la jornada laboral, y el aumento de fondos para los gastos públicos.

«La edificación de la sociedad comunista es una tarea grande y compleja» que sólo puede ser cumplida «por el trabajo persistente y hábil de millones de personas». La tarea tiene unas dificultades temporales causadas en gran parte por los «restos del pasado en la conducta de la gente» (pp. 661 y ss.). El texto trata ahora los problemas concretos que impiden el cumplimiento de los objetivos de la ideología. El primero es la edificación de una sociedad sin clases a base de eliminar las diferencias sociales entre la clase obrera y los campesinos, distinciones entre trabajo físico e intelectual, y los restos de desigualdad en el estado legal de las mujeres. El segundo problema es el continuo desarrollo de la democracia socialista a través del quitar énfasis al aparato estatal, su conversión gradual al «auto-gobierno público comunistas (un concepto que parece haber sustituido al antiguo «marchitarse del estado», una frase mantenida en este punto en la primera edición, p. 839), y la creciente confianza en las «organizaciones sociales» para la administración de la sociedad. En 1962 un «fortalecimiento del estado» continuó siendo necesario por razón de las condiciones internacionales existentes entonces. Pero esto es considerado por los autores como una preparación para su eventual conversión a «órganos del autogobierno público», «cuerpos administrativos» necesarios para «la producción social y otros asuntos sociales» que se desarrollarían desde la «democracia socialista» (pp. 674 y ss.). El tercer problema concreto que todavía está esperando solución es la asociación cultural de las diversas naciones que residen dentro de la Unión Soviética. La lengua y literatura rusas deben desempeñar un mayor papel, «no porque tengan una posición privilegiadas en la familia soviética de naciones, sino por razón de «las necesidades de la vida misma» (p. 677). El cuarto problema, y tal vez el más importante, es la «educación comunista de la gente obrera», que debe «aprender cómo vivir y trabajar según el modo comunista». Esto es porque «mientras la sociedad avance hacia el comunismo... exigirá cada vez más de sus ciudadanos... a base de métodos de influencia y persuasión moral, y no con medidas administrativas». La segunda edición de nuevo pone énfasis en «la ofensiva ideológicas que «haría destacar» la ideología comunista como «fuente inagotable de energía revolucionarias y el cuerpo de los «principios morales» que hará posible una existencia automotivada y auto-disciplinada en la sociedad comunista» (pp. 681-685).

Este largo capítulo termina con un retrato (proporcionado por el XXII Congreso del PCUS) del «Partido Marxista-Leninista en su período de plena construcción comunistas y su significado internacional. Puesto que «la construcción comunista» en la Unión Soviética es un componente de la edificación de la sociedad comunista dentro de la comunidad socialista entera, es urgente y necesario para la URSS empeñarse en la competición económica con los países capitalistas más desarrollados y «dejar atrás a USA en su renta per cápita» (pp. 690-694). Si no (por razones muy obvias) sería más difícil convencer a los países en vías de desarrollo que su desarrollo material estaría más asegurado imitando el sistema soviético, que está ya adelantado en el camino hacia la realización de «la sociedad más justa y contenta en el mundo» (p. 697).

Capítulo 27.―Sobre la sociedad comunista.

Casi como un epílogo, los autores concluyen dando una importancia ceremoniosa a la última piedra en el edificio de su ideología. En notable contraste con el capítulo anterior, aquí casi no fue necesaria una revisión de la segunda edición porque los escritores marxista-leninistas han dicho muy poco sobre cómo serán las cosas en la última fase de la sociedad comunista. Sigue siendo una: promesa para «el futuro no muy lejano» (p. 698), que en realidad sigue retrocediendo más y más lejos de su cumplimiento porque la edificación del comunismo encuentra cada vez más problemas de los que puede resolver. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que todo está inculcado en la complacencia meramente material en su paraíso de autosuficiencia del cuerpo que los autores llaman el «humanismo  comunista o «humanismo real» (p. 715). La sociedad comunista será una sociedad de «suficiencia universal y abundancia» donde cada hombre desarrollará completamente su personalidad en condiciones de igualdad y plena libertad. Una nueva frase importante en la edición revisada hace notar cómo esta ideología está separada de la realidad: «desde luego, el autogobierno público presupone un nuevo tipo de hombre y, a su vez, lo crea». Este nuevo hombre ama el trabajo, la honestidad y la disciplina, y está exento de «antojos y caprichos». Estas cualidades suyas «estarán aseguradas no por compulsión sino por un sentido interno del deber, la expresión de su moralidad» (pp. 712, 705). Después de componer un romance de paz y amistad, cooperación y reconciliación de todos los hombres, el capítulo concluye con un pasaje de un libro escrito por un científico soviético, V. A. Obruchev [9]. Afirma que no hay límites a las potencias naturales del hombre y que algún día el hombre llegará a eliminar todas las maldades naturales a través de, la ciencia, y controlar toda la naturaleza, incluso «desviando nubes a discreción» (p. 716). Para esto «la civilización comunistas necesitará gente con «poderes extraordinarios de voluntad e intelecto, impulsos creadores, valentía y energía que dé vida» (p. 717).

 

VALORACION TECNICA Y METODOLOGIA

El material recogido en este manual está presentado de manera concisa y bien organizada. Representa la destilación de un inmenso cuerpo de literatura revolucionaria que ha sido acumulada durante un período de ciento veinte años. La división en partes y capítulos está bien hecha, y el desarrollo interno de cada sección es claro y directo.

Como cualquier libro de texto, éste procura exponer un tema de modo sistemático y coherente. Pero en este caso, hay algo más. Los autores se preocupan sobre todo de mover y persuadir. Por lo tanto, su tono no es del tipo de una exposición clásica; emplean un amplio bagaje de recursos retóricos para atraer aprobación y apoyo, y después aceptación entusiasta y compromiso.

El tono estilístico sube y baja como la marea según la doctrina explicada y defendida. Va desde una condescendencia deliberada hasta una proclamación triunfalista. Hay ocasionalmente uso del sarcasmo suave cuando trata de los adversarios del marxismo. Pero la mayor parte del manual está escrita con un tono paternalista, y con cautela. Manifiestan siempre una grave seriedad, e insisten en que el lector tome la misma actitud.

Unos ejemplos servirían para indicar la manera de cómo el texto explota el deseo del lector de estar en el bando que vence y animado por la seguridad de poseer una guía infalible: «Muchos científicos eminentes o aceptan completamente el Marxismo o tácitamente adoptan algunos de sus elementos, para conseguir un conocimiento más profundo de los secretos de la naturaleza y estar en mejor posición para servir a los intereses de la humanidad». Uno debe «hacer el esfuerzo necesario para dominar perfectamente los fundamentos del
Marxismo-Leninismo y, por tanto, adquirir las riquezas espirituales y la superioridad necesarias en la lucha contra las fuerzas oscuras de los enemigos imperialistas de la humanidad». «Una vida sin ninguna visión progresiva del mundo ―¿podría ser aceptado eso hoy día por cualquier persona inteligente?―» (pp. 19 y ss.). A lo largo del libro, hay un uso eficaz de término sentimentalistas e imágenes destinados a mover al lector a comprometerse en la acción comunista. Esto no es sorprendente, dada la orientación fundamental del Marxismo a una práctica revolucionaria.

El Marxismo trata de ganar discípulos a base de una fe humana en el inexorable designio de la historia. Los principales motivos aducidos de credibilidad son los escritos autoritarios y pseudoproféticos de Marx, Engels y Lenin, cada uno de los cuales reclamó y demostró para su propia satisfacción un discernimiento infalible de las operaciones científicas de la naturaleza y su desarrollo en el tiempo. Por lo tanto, en cada párrafo, los autores se apoyan en estos escritos, especialmente en los de Lenin. Un segundo motivo, pero más débil aún es el desarrollo de la historia del comunismo internacional en este último siglo, especialmente desde la Revolución bolchevique de 1917. Con el intento de acolchar estos datos históricos y hacerlos más persuasivos, los autores han seleccionado algunos acontecimientos y explicaciones ignorando otros. Hay también manipulación de estadísticas, especialmente en el orden económico, para amontonar «evidencias» a favor de las «profecías» y de la política marxista-leninista.

Como en toda presentación ideológica, los autores intentan hacerse más persuasivos y convincentes a base de recargar el texto desde el principio hasta el fin con las clásicas palabras mitificadas y slogans comunistas (simples y compuestos), herencia de los escritos de Marx y Lenin. Algunos ejemplos conocidos: «ciencia», «dialéctica», «contradicción», «clase», «lucha», «burgués», «proletario», «obrero», «capitalista», «imperialismo», «socialismo», «comunismo», «base», «superestructura», «democracia», «revolución», «progresiva», «reaccionaria», etc. Estos términos han tomado sentidos bastantes precisos en el léxico marxista que difieren de los sentidos corrientes generalmente dados en el lenguaje común. Además la significación especial atribuida a estos términos por los Marxistas-Leninistas tienen normalmente poca solidez histórica o científica. Originalmente fueron utilizados, y lo siguen siendo, como un medio adecuado para enmascarar la realidad con el color o tono ideológico deseado. De esta manera, los términos han sido explotados con mayor eficacia por los autores y por otros escritos marxistas para convencer a los lectores de ,la seguridad de su análisis teórico y de sus conclusiones. El lector cauto, sin embargo, puede darse cuenta de esta manera de usar las palabras, fijándose en el contenido y con un poco de práctica.

Como una norma general sobre estas tácticas literarias, se puede decir que el Marxismo-Leninismo es fundamentalmente una ideología que divide e intenta simplificar la historia y la experiencia agrupando los conceptos en dos «sistemas» opuestos. Por lo tanto, a base del uso de términos especiales, el propagandista puede ganar más fácilmente la adhesión a un sistema y la aversión al sistema opuesto. Esto es particularmente en este manual de Fundamentos del
Marxismo-Leninismo.

 

VALORACION DEL CONTENIDO

Una valoración adecuada del contenido de este libro ―que es virtualmente una mini-enciclopedia de la teoría y práctica del Marxismo― constituiría un tratado en sí. Para ponderar bien los temas tratados en cada capítulo, es conveniente que el lector consulte los estudios detallados sobre aquellos temas ya escritos en otras Recensiones, y en la Introducción general.

Antes de concluir esta reseña crítica, sin embargo, se puede decir algo sobre las intenciones y motivos de los autores del libro presente, que constituye un resumen oficial de la doctrina comunista por lo menos hasta el año 1963.

La obra es expresamente un manual para la indoctrinación de ciudadanos soviéticos, y por extensión para cualquier persona fuera de la URSS que acude al libro en busca del conocimiento de la doctrina comunista. Siendo una mera recopilación o compendio de las enseñanzas recibidas y su aplicación ordinaria a escala mundial, el manual aporta muy poco o nada al nivel teórico. Aparte del capítulo 26 (como se notó previamente) no se han introducido adiciones o revisiones de importancia para el contenido de la ideología. Y aun en este capítulo, lo que se contiene allí ya se había presentado en los documentos del Partido de 1960 y 1962. Además, los autores decididamente ponen el énfasis en la práctica o aplicación de la teoría. De ahí la continua referencia a «la lucha» y las «dificultades» que serán vencidas con la lucha. La veracidad de la doctrina, en cuyo nombre la lucha debe ser dirigida, simplemente no está examinada. Se da por supuesto que los principios del Marxismo-Leninismo sobre el mundo y su historia han sido «científicamente» establecidos para siempre, y solamente tienen que ser llevados a la práctica ahora y en el futuro por medio de una estructura centralizada y disciplinada, animada por una política cambiante y tácticas siempre flexibles. La pretensión de validez científica del Marxismo-Leninismo está presente, por lo menos implícita, en cada página del manual, como lo está en todos los escritos comunistas. Sería conveniente entonces examinar brevemente esta pretensión de ser científico.

Por su postulado materialista inicial, el nivel científico del Marxismo-Leninismo queda ya restringido automáticamente al mundo natural del fenómeno observable. Para un marxista no puede haber nunca una ciencia del alma o de cosas espirituales, y jamás una ciencia de Dios. En la medida en que el término «ciencia» puede aplicarse a las investigaciones del Marxismo-Leninismo, se ha de admitir que es un concepto de ciencia paupérrimo y muy debilitado que intenta comprender la naturaleza y la historia negando al mismo Creador de todas las cosas y gobernador de todos los acontecimientos. Además, como se ha indicado en una sección anterior de esta reseña, los marxistas comienzan ya con una intención revolucionaria y luego escogen «evidencias» que apoyarán aquella meta preestablecida. Para ellos es «científico» lo que encaja en sus presupuestos iniciales sobre la realidad y consecuentemente eligen aquellos datos que pueden ser bases significativas para la proyección de sus «profecías revolucionarias». El resultado es una distorsión ideológica que hace del mundo y del hombre una caricatura. Con esta noción de ciencia no es sorprendente que los teóricos del Marxismo-Leninismo terminen proponiendo un «nuevo hombre» irreconocible al lado de los hombres verdaderos que sabemos todos como son. También la concentración de sus esfuerzos en aquella tarea difícil de remoldear el hombre viejo, de vencer los prejuicios y hábitos que obstaculizan su transformación. Pero puesto que la última verificación de todas estas hipótesis y conclusiones «científicas» la colocan siempre en el futuro remoto, la ideología escurre la tarea imposible de demostrar la «verdad» de su doctrina y continúa refugiándose en un lugar inexistente creado por sus falsas premisas y proyecciones para el futuro. Al mismo tiempo, la flexibilidad de la ideología le permite adjudicarse el mérito de cualquier desarrollo actual (también absolverse de la responsabilidad por cualquier fracaso) que ocurrirá como consecuencia de, o a pesar de, sus estrategias y política: a todo esto lo llaman «científico».

¿Qué tiene entonces el Marxismo-Leninismo para poder mover tantas mentes y corazones? Una respuesta segura es que la doctrina explota muy bien la soberbia humana, el deseo desordenado de certeza absoluta y completa; la seguridad total de saber qué hay en el futuro; el deseo de no depender de nada superior al hombre, etc.. Los autores de este libro lo han expresado bastante bien: el Marxismo-Leninismo tiene una gran atracción para la juventud que «no quiere vivir sin un fin» y a «cada hombre o mujer progresista que desea adquirir un conocimiento correcto del mundo, y no quiere estar a merced de las circunstancias, si no ser un contribuyente consciente de los «acontecimientos que están sucediendo en el mundo». A todas estas personas el Marxismo-Leninismo da una «madurez política» y un «optimismo afirmativo de la vida... inspirado por una fe en un futuro más brillantes. «Llama para la edificación de aquel futuro» e «inspira un deseo de trabajar para los nobles ideales sociales» (p. 19).

Estas citas son muy reveladoras y nos dan una idea de la fuerza escondida en esta ideología cuyos principios son tan evidentemente falsos. Es una nueva variedad de aquella vieja manzana con lo que el enemigo más viejo del hombre le está tentando siempre. No importa la verdad o falsedad de las premisas; lo que cuenta es que se prometa algo, y ese algo pueda alcanzarlo el hombre a través de sus propios y exclusivos esfuerzos. El hombre apetece saber y dominar; ser dueño absoluto de su propio destino. Si toda la verdad sobre el mundo y el futuro no está aún a su disposición, le bastará una promesa halagadora con pretensiones científicas. La invitación de rehacernos a nosotros mismos y a nuestro mundo in toto es una tentación muy difícil de rechazar para muchos de nuestros contemporáneos, que no tienen otra base para la esperanza que ellos mismos o la humanidad. Los autores de Fundamentos del Marxismo-Leninismo han aprovechado esta «crisis desesperada de incredulidad sobre el hombre y el futuro de la. civilización» en que se hallan muchos. En contestación a esta. crisis, ofrecen «la inamovible convicción ideológica que hace posible resistir todas las contradicciones y duras pruebas.., y la ilimitada energía necesaria para traducir estos ideales en vida» (p. 20).

Hasta algunos cristianos han sido seducidos a competir con el Marxismo en el campo del desarrollo social, económico y político de la sociedad. Pero la respuesta a la ideología está, sin duda, en otro lugar; es la reafirmación de aquellos primeros principios que dan un rotundo y total mentís al materialismo marxista, al ateísmo y a la manipulación histórica de una dialéctica que hace de la realidad una lucha simplista y cíclica de opuestos. La respuesta está además en negarse a bajar las metas y posibilidades del hombre a un «humanismo» antropocéntrico que le haría feliz con un mero paraíso material de comodidades tecnológicas. Está en la aceptación voluntaria de sus limitaciones humanas y mundanas que sólo tienen sentido en el contexto del amor a Dios.

No aceptando las orejeras ideológicas que los autores se esfuerzan en poner para cegar al lector, se ve incluso en este manual el fracaso del «socialismo» (los crímenes de Stalin y los de antes y los de después, por ejemplo) y se aprecian fácilmente la magnitud de la pérdida de vidas y labores en una empresa que está destinada al fracaso desde el principio. Verdaderamente la «evidencia» recogida en el manual mismo es persuasión suficiente de que los líderes del Partido y sus multitudes de esclavos están edificando una cárcel, en donde vanamente pretenden aherrojar la vida espiritual del hombre.

J.G.

 

Volver al Índice de las Recensiones del Opus Dei

Ver Índice de las notas bibliográficas del Opus Dei

Ir al INDEX del Opus Dei

Ir a Libros silenciados y Documentos internos (del Opus Dei)

Ir a la página principal

 

 



[1] La obra fue reducida de 891 páginas en la primera edición a 735 páginas en la segunda edición utilizando un tipo de letra más pequeño; el contenido y planteamiento del esquema general son semejantes en ambas ediciones aunque hay algunos cambios en la edición revisada. Se indicarán estos cambios cuando son significativos, a lo largo de la recensión.

[2] A lo largo de la recensión las referencias en tipo normal corresponden a páginas de la primera edición; y las referencias en cursiva a páginas de la segunda edición.

[3] Critica de la Filosofía del Derecho de Hegel (Einführung in die Kritik der Hegelschen Rechtphilosophie), 1843.

[4] Las Observaciones Introductorias contienen un ejemplo interesante del revisionismo ideológico que tuvo jugar entre la primera y segunda edición. La primera edición alaba a «los Marxistas-Leninistas de China» por su «históricamente madura» liberación del «gran pueblo chino» que con asombrosa rapidez» están transformando «la vieja China» (pp. 18 y ss.).

[5] Las cifras correspondientes en la primera edición son 83 Partidos con 33 millones de miembros en el mundo, 70 de los cuales (con 4,5 millones de miembros) están en el mundo capitalista.

[6] El Movimiento por la Liberación Nacional de los Pueblos contra el Colonialismo (primera edición).

[7] «Esta conclusión está fundada en un análisis realista del cambio fundamental en la alianza de las distintas fuerzas dentro de la arena internacional ...» (p. 443).

[8] A lo largo del capítulo, se ataca mucho el imperialismo americano.

[9] La Ciencia y la Juventud, Moscú, 1958.