JOYCE, James
Ulysses
Shakespeare
and Company, 1ª ed., Paris 1922.
CONTENIDO
Ulysses, como su título indica, se basa en los viajes del protagonista de la
Odisea. Joyce se sirve de la obra de Homero como plataforma para construir una
odisea moderna acerca de la vida contemporánea, en la que la mayoría de las
aventuras son internas: ocurren dentro de la mente. Estas aventuras ocupan unas
dieciocho horas de un día en Dublín: el 16 de junio de 1904. Joyce parece haber
escogido esa fecha por su mujer, como tributo al día en que se conocieron. El
libro fue escrito entre 1914 y 1921 y finalmente fue publicado íntegramente en
1922.
Los
acontecimientos de Ulysses sin consecuencias a primera vista, son
bastante sencillos. Stephen Dedalus, protagonista de A Portrait of the
Artist as a Young Man, ha vuelto a Dublín para estar a la cabecera de su
madre moribunda. Sufre remordimientos de conciencia: su rebeldía contra el
catolicismo había sido tan fuerte que se había negado a acceder al último deseo
de su madre: que rezara por ella. Los primeros tres episodios se centran en
actividades de Stephens desayunando en Martello Tower, donde vive; dando
una clase de historia en la escuela de Mr. Deasy; y paseando por la playa de Sandymount.
Los doce episodios siguientes cuentan el día de Leopold Blooms: su desayuno en
su casa de Eccles Street; los funerales en el cementerio de Glasnevin;
la oficina del periódico; la taberna de Dave Byrnes; la biblioteca; las
calles de la ciudad y la cabalgata del virrey; la música en el hotel (Ormond;
la disputa con el Ciudadano en la taberna de Barney Kiernan; el
encuentro con Gerty MacDowell en la playa; el hospital de maternidad donde se
encuentra finalmente con Dedalus; y su llegada al burdel de Bella Cohen. Los
tres últimos episodios hacen contrapeso a los primeros tres —Bloom y Dedalus en
el cobijo de los cocheros, la vuelta a Eccles Street, y en el dormitorio
de Molly Bloom. En la primera parte nos encontramos, sobre todo, dentro e la
mente de Stephen. En la parte intermedia entramos y salimos de la conciencia de
Bloom, y en el episodio final presenciamos los pensamientos íntimos de Molly
Bloom.
I. Telémaco
Stephen
Dedalus, vuelto a Dublín para estar junto al lecho de su madre moribunda, vive
ahora en Martello Tower en el puerto de Sandycove con un amigo
suyo, Buck Mulligan, estudiante de medicina. Tienen un huésped, Haines, un
inglés de Oxford que colecciona folklore irlandés. La acción de este episodio,
como la de la mayor parte de Ulysses, es mínima: Mulligan pide la llave
de la torre, Stephen se la echa, se vuelve y deja a su amigo para siempre,
diciéndose para sí la palabra "usurpador".
Destacan
varias ideas centrales. Mulligan entra elevando un recipiente con espuma de
jabón, entonando frases que parodian el comienzo de la Misa, e imitando el
papel de Stephen como "sacerdote de la imaginación eterna". Stephen
define a Mulligan como uno de "la raza de burladores", entendiendo la
burla en sentido peyorativo. Mulligan, de hecho, es el antitipo de Stephen. Ha
sido descrito como el espíritu de la negación, a imitación del Mefistófeles de
Goethe. Stephen, mientras tanto, se niega a servir lo que él considera las
fuerzas negativas, tanto en el orden secular como en el espiritual: la iglesia
católica y el imperio británico. La palabra "usurpador" enlaza a
Stephen con Telémaco —rodeado de pretendientes a casarse con su madre, en la Odisea—,
con Hamlet, protestando por la usurpación del reino hecha por su tío, y con el
tema del hijo en búsqueda del padre. Joyce se desliza entre estos mitos casi
imperceptiblemente. Otro tema importante es el antisemitismo de Haines (que
sugiere que los judíos son los responsables de los problemas de la Inglaterra
moderna).
II. Néstor
En la
Odisea, Telémaco pide a Néstor noticias de su padre desaparecido, aquél le
cuenta la historia del asedio de Troya. El encuentro de Stephen con su jefe, el
director de escuela Mr. Deasy, recuerda la visita de Telémaco a Néstor.
Es de advertir que en Ulysses Joyce trabaja con semejanzas, y no con
paralelos exactos. Las correspondencias, aunque establecidas firmemente,
permiten una cierta flexibilidad. Así, por ejemplo, Mr. Deasy ha escrito
una carta urgiendo una acción mas fuerte contra la glosopeda y espera que
Stephen, a través de sus amigos de la prensa, la publicará. Stephen piensa que
ahora Mulligan podrá burlarse de él —con un epíteto homérico— como el
"bardo patrocinador de bueyes".
Stephen da
una clase de historia que le conduce a pensar en la opresión de los irlandeses
y de los judíos, una conexión subrayada constantemente en el libro. Stephen
afirma de nuevo su desprecio de la autoridad espiritual y secular, haciendo
constar que no dará nada, ni a Dios ni al César. Mr. Deasy, como Haines,
inculpa a los judíos de los problemas de Inglaterra (es partidario firme del
Norte de Irlanda). La respuesta de Stephen, "Mercader... es el que compra
barato y vende caro, sea judío o gentil..." prepara la entrada de Bloom en
el capítulo cuarto.
III. Proteo
En el
texto de Homero, Menelao narra como capturó a Proteo, el dios del mar que
cambia constantemente de forma. El cambio es, de hecho, el tema de este
episodio. Como decía Joyce, "Todo cambia —el mar, el cielo, el hombre, los
animales. Las palabras cambian también." El animal proteico es el perro:
"Hocicó en la arena, chapoteando, ahondando, y se paró para escuchar el
aire, raspó de nuevo la arena con la furia de sus garras, cesando pronto un
pardo, una pantera cogida in fraganti, buitreando los muertos". Las
partes de la oración cambian también llegando el adverbio a ser verbo:
"Recuerda. Harún al Raschid. Lo estoy casi-ando. Ese hombre me condujo,
habló..." El lector esta aquí completamente absorbido en seguir la senda
de los pensamientos de Stephen. Los otros personajes que se mencionan o que
aparecen lo hacen sólo como parte del contenido de la mente de Stephen. Stephen
anuncia, al comienzo del episodio, que ha venido a la playa de Sandymount para
leer las firmas de todas las cosas, "de la freza, de las algas del
mar", del nacimiento, de la muerte. Define el tiempo como "la
modalidad ineluctable de lo audible", y el espacio como "la modalidad
ineluctable de lo visible", conceptos basados en las filosofías de
Aristóteles y Berkeley.
IV. Calipso
Joyce
decidió que los tres episodios siguientes trataran de las mismas horas —de las
ocho hasta las doce— ya descritas en los tres primeros. Esta estructura le
permite señalar el tema doble del hijo que busca al padre y el padre que busca
al hijo. Stephen queda de lado, para introducir a un hombre de raza, edad y
temperamento diferentes: Leopold Bloom. Es un judío húngaro, de edad madura,
que tiene una historia de fácil conversión al protestantismo y al catolicismo
y, finalmente, al libre pensamiento. Joyce quiso que su Ulises moderno fuera un
buen hombre sin pretensiones. Quiso también que fuese un hombre completo. Con
eso quería decir que su personaje principal tenía que ser tridimensional, que
tanto sus flaquezas como sus virtudes deberían estar completamente a la vista.
En una palabra, el lector habría de saber todo acerca de él. Bloom esta
visto como hijo, padre, marido, amante, amigo, trabajador y ciudadano. Sus
diecisiete horas fuera de casa y lejos de su mujer, dan la analogía, si bien es
tenue al principio, de los viajes de Ulises.
Bloom y
Stephen son a la vez semejantes y distintos. Bloom, por ejemplo, se inclina
hacia las ciencias; Stephen, a las artes liberales. Stephen es mas bien
introvertido; Bloom, extrovertido. Estas diferencias, además de otras,
refuerzan la individualidad de los dos personajes, pero Joyce también quiso que
se complementasen, para que, mientras progresa el libro, Bloom y Stephen se
acerquen figuradamente a lo que el llamo "fusión".
Joyce
estira la analogía homérica en este episodio, ya que Molly, la mujer de Bloom,
sirve al mismo tiempo como Penélope y Calipso, la diosa que mantuvo a Ulises
como preso amoroso durante siete años. La característica más destacada de Bloom
es su tendencia hacia lo concreto y lo físico, en oposición a Stephen que
tiende hacia lo abstracto. Su manera de hablar se caracteriza por lo que se ha
descrito como "bloomismos", un amontonar afirmaciones parcialmente
correctas. Bloom, por ejemplo, piensa en las ciudades bíblicas de la planicie
como "Sodoma, Gomorra, Edom". Pero Bloom se equivoca al incluir a
Edom como una de esas ciudades, puesto que Edom era el nombre dado a Esaú en el
Génesis. Aunque Bloom es judío y simpatiza con el sionismo, no lo apoya.
V. Lotófagos
La
atmósfera de este capítulo es de languidez y de dolce far-niente, en
imitación de la inercia de los hombres de Ulises cuando desembarcaron entre los
lotófagos. Bloom anda a través de la tierra de los dublineses, y medita sobre
lo que él considera como el efecto narcotizante de las religiones tanto
orientales como occidentales, especialmente el cristianismo. Un incidente, que
resulta tener malas consecuencias para Bloom, es su encuentro con Bantam Lyons.
Lyons quiere pedirle prestado su periódico para comprobar algún detalle de la
carrera Copa de Oro, de Ascot, de ese día. Bloom dice que Lyons puede quedarse
con el periódico,puesto que iba a tirarlo (en inglés, throw it away). Lyons
interpreta la respuesta de Bloom, cono un informe sobre la carrera, puesto que
uno de los caballos se llama Throwaway. Cuando unas horas después en el
capítulo Cíclope Bloom se ausenta por unos momentos de la Taberna de Barney
Kiernan, Lyons cree que va a cobrar su apuesta sobre Throwaway, y ese hecho
aumenta su hostilidad contra él. Este capítulo presenta graves inconvenientes
morales.
VI. Hades
El
infierno al que descienden Bloom y sus conciudadanos es el Cementerio de
Glasnevin, donde van a asistir a los funerales de Paddy Dignam. Bloom está en
uno de los coches del duelo, con Jack Power, Martin Cunningham y Simon Dedalus,
el padre de Stephen. En un momento determinado del viaje, Bloom ve a Stephen e
indica a Simon la presencia de su hijo. Simon maldice el mal influjo que el
cree que Mulligan ejerce sobre Stephen. Los pensamientos de Bloom, mientras
tanto, vagan hacia su propio hijo, Rudy, que murió a la edad de once días. El
tema de la relación padre-hijo se solidifica aquí. Joyce en éste episodio
subraya también la variación entre las ideas de Bloom y la idea cristiana de la
muerte. Bloom prefiere, por ejemplo, la cremación al entierro, aunque sabe que
la iglesia se opone a aquella. Bloom, cuyo padre se suicidó, no es capaz de
comprender la actitud cristiana hacia el suicidio. Doctrinas tales como
"la resurrección de la carne" no provocan en Bloom más que una
respuesta burlona, y hace una apología de este mundo: "No me gusta ese
otro mundo del que ella escribió. Ni a mí tampoco. Hay todavía mucho que ver y
que oír y que sentir". El funeral tiene su propio misterio ya que uno de
los que están en el duelo, desconocido por el resto del grupo, es identificado
solamente como un hombre con impermeable.
VII. Eolo
Este
episodio desarrolla la analogía entre la prensa diaria y el palacio de Eolo en
la Odisea. Eolo había ayudado a Ulises a llegar a su casa, entregándole
los vientos desfavorables a su viaje en un saco cerrado. Ya a la vista de
Ítaca, la tripulación de Ulises, llevada por la curiosidad, abrió el saco y la
tempestad resultante llevó de nuevo el velero mar adentro. Cuando Ulises pide
por segunda vez ayuda a Eolo, éste le rechaza. El guardián irlandés de los
vientos, es Myles Crawford, redactor-jefe del diario, que accede primero a
concluir felizmente un acuerdo propuesto por Bloom, vendedor de anuncios, pero
que cambia de decisión al tratar el tema por segunda vez.
Bloom y
Stephen, actuando con independencia el uno del otro, perforan el odre del
viento de la retórica dublinense. Tres discursos en concreto son comentados en
la oficina del periódico. El primero es de Dan Dawson, publicado en el
periódico local y en el que se lee: "la luminiscencia transcendente y
traslúcida de nuestro dulce crepúsculo irlandés cuya vista se despliega por
todas partes hasta que el orbe luminiscente de la luna resplandece irradiando
su fulgor plateado". "Presuntuoso" y "odres de viento"
piensa Bloom. J.J. O'Molloy cita el discurso de Seymour Bushe sobre el caso del
homicidio Childs, como una excepción a la observación de Crawford sobre
la decadencia de la elocuencia: "esa efigie pétrea en música helada,
cornuda y terrible, de la divina forma humana, ese símbolo eterno de sabiduría
y profecía que merece vivir, si hay algo que merece vivir entre lo que la
imaginación o la mano de un escultor ha plasmado en mármol de
"almatransfigurada" y de "almatransfigurante"'. Bushe
describe el Moisés de Miguel Angel, pero no se llega a establecer la
relación de ese pasaje con el caso de homicidio.
El
discurso de John F. Taylor en defensa de la restauración del idioma irlandés es
alabado por MacHugh como "el mejor despliegue de oratoria que ha escuchado
jamás". Este último discurso tiene matices políticos. Taylor supone una
comparación entre la invitación hecha a Moisés, por el sumo sacerdote egipcio
para que aceptara la cultura, la religión y la lengua de Egipto, y la hecha a
los irlandeses, por los ingleses. (MacHugh, de hecho, compara la conquista
británica con la romana, y prefiere la civilización griega.) El rechazo de la
oferta por: Moisés contiene una lección para Irlanda: la liberación del pueblo
de la esclavitud o, en términos irlandeses, la independencia de Inglaterra. La
oratoria de Taylor es, para Stephens —que ha entrado en la oficina con la carta
de Deasy—, nada más que "ruido muerto". Narra su propia "Parábola
de las Ciruelas", que desinfla la comparación que Taylor hizo entre judíos
y irlandeses. Irlanda no es ninguna tierra prometida y, en lugar de Moisés
sobre Pisga, hay dos viejas comiendo ciruelas y escupiendo los huesos sobre
Dublín desde lo alto de la columna de Nelson. (Bloom había puesto en duda
anteriormente si los judíos fueron, de hecho, liberados por Moisés: "Dios
mío: Todo ese largo asunto sobre que nos sacó de Egipto y nos llevó hasta la
casa del cautiverio aleluya").
El texto
de este episodio esta dividido en secciones breves, cada una con título a modo
periodístico. Por ejemplo, una sección en la que se describe uno de los
personajes ofreciendo cigarrillos se encabeza: EL CALUMET DE LA PAZ. Esta
innovación estilística es paralela al contenido del episodio.
VIII. Lestriqonienses
Los
pensamientos inarticulados de Bloom mientras va a almorzar corresponden a la
aventura de Ulises con los caníbales. Se ensayan varias metáforas relacionadas
con el canibalismo. Bloom condena, por ejemplo, la teología que estimula las
familias grandes, basándose en que no se puede siempre dar de comer a los niños
en hogares pobres "Los niños se lo comen todo". También habla de una
alianza secreta y sedienta de sangre entre iglesia y estado. El hecho de que
George Russell (designado por las iniciales A.E.) está saliendo de un
restaurante vegetariano ayuda a Bloom a explicar porque A.E. es un esteta:
"No me sorprendería que ese tipo de alimento, ves, produzca en el cerebro
ondas poéticas". Abundan las conexiones entre alimento y sensualidad,
mientras Bloom se acuerda de cuando hacia la corte a Molly.
Se
presenta a Bloom, a través de todo Ulysses, como alguien de fuera, como
un extranjero, cuyos valores están en discordia con la comunidad en la que vive
y se mueve. No obstante, Joyce hace que otros personajes indiquen, de tanto en
tanto, que Bloom es hombre bueno: "No es tan malo," dice Nosey Flynn,
"Se sabe que ha extendido la mano para ayudar a otro. Conceded al diablo
lo que se le debe. Oh, Bloom tiene sus puntos buenos."
En este
capítulo, hay un paralelo también entre lenguaje y tema. Bloom piensa, en
varios momentos: "siento como si hubiera sido comido y vomitado";
"Por ejemplo, de uno de esos policías sudando estofado irlandés en su
camisa, no podrás sacar ni una línea de poesía.'
IX. Escila
y Caribdis
En Homero,
Ulysses sobrevive al encuentro de su barco con el remolino de Caribdis y
con Escila, el monstruo de muchas cabezas. Aquí Escila y Caribdis son metáforas
de los peligros filosóficos —idealismo y materialismo— que amenazan tanto al
individuo como al artista.
El
episodio comienza en la Biblioteca Nacional donde Stephen expone su teoría
favorita acerca de Hamlet, delante de una audiencia de cuatro personas.
La opinión general es que Shakespeare se identifica con el príncipe Hamlet en
la obra del mismo nombre. Stephen sostiene, por el contrario, que Shakespeare
debería identificarse con el fantasma del rey asesinado, papel que Shakespeare
mismo se dice que representó. Paralela a esta teoría está la concepción de la
naturaleza mística de la paternidad. Esta interpretación biográfica de Hamlet
es atacada por dos adversarios: George Russell y Buck Mulligan. Russell
sostiene que la vida personal de Shakespeare no tiene nada que ver, pues el
único criterio es la profundidad espiritual de la obra. Mulligan, por el
contrario, hace una parodia de Hamlet.
Uno es
místico, el otro brutal. Para Stephen, esas interpretaciones son solo aspectos
aislados de la experiencia y se resiste a aceptarlas. Su teoría implica más
bien la relación más íntima entre la vida del escritor y su obra.
X. Escollos
Vagantes
Este
episodio, que consta de diecinueve escenas cortas, sirve como descanso entre
las dos partes del libro de Joyce y representan, además, el microcosmos del
conjunto. Aunque aparecen la mayoría de los personajes de Ulysses, el
foco principal se centra en Dublín mismo. Los dublinenses van de un sitio a
otro, entre las tres y las cuatro de la tarde, teniendo como telón de fondo los
viajes del Padre Conmee y del Conde de Dudley, los representantes de la
autoridad espiritual y secular respectivamente. Estas dos autoridades son
presentadas como complementarias, y son así consideradas por los dublinenses
que les saludan y por quienes son, a su vez, saludados. Dos ciudadanos se
destacan como excepciones a la norma. Bloom —que es cumplimentado por Lenehan
por su aire de artista— y Stephen muestran su negativa a servir a Dios o al Rey
haciendo caso omiso del Padre Conmee y del desfile del Virrey británico. (Esta
acción evasiva proporciona una ligera correspondencia con la Odisea en donde
Ulises evita los escollos vagantes, que son un peligro para la navegación.) Se
apoya al individualismo contra los modelos de comportamiento respaldados por la
autoridad civil y religiosa.
El logro
técnico de este episodio fue descrito así por Frank Budgen, amigo de Joyce:
"Joyce escribió Escollos Vagantes con un mapa de Dublín delante, en
el que estaban trazados en rojo los caminos del Conde de Dudley y del Padre
Conmee. Calculó hasta al minuto el tiempo necesario para que sus personajes
recorriesen una distancia determinada en la ciudad." Las acciones de los
personajes se ven, de hecho, separada y simultáneamente, en primer plano y a
distancia. Se nos da una perspectiva general de la ciudad, a vista de pájaro, mientras
se nos describe, en un momento determinado, algún personaje en primer plano y,
de repente, sin preaviso, se introduce otro personaje a una milla de distancia.
Al igual que con los personajes, se hace con los objetos. El cartel desechado
por Bloom a la hora de la comida se describe en su viaje desde Dublín hacia
afuera: "Elías, barquichuela, arrugado resultado de haberlo tirado sin
consideración, navegó hacia el este por los costados de barcos y pesqueros, en
medio de un archipiélago de corchos, mas allá de la calle New Wapping,
paso el transbordador de Benson, dejando de lado la goleta de tres mástiles Rosvean,
que había llegado de Bridgewater con ladrillos."
Otro
análogo homérico es evidente en la habilidad para distinguir entre nombres e
identidades. Mr. Bloom no debe confundirse con Bloom el dentista, el
Padre Conmee con Don Jon Conmee, o Ben Dollard con Dollard el impresor.
XI. Sirenas
En la
Odisea, Ulises hace que sus compañeros se tapen los oídos con cera para
resistir el encanto de las sirenas, creaturas medio mujer, medio ave. Ulises
está atado al mástil y es el único que oye el canto de las sirenas pero no cede
a la tentación.
Otra vez
en este episodio Joyce procede por analogía y no por correspondencia directa.
La escena se desarrolla en el hotel Ormond donde dos camareras, Miss Douce y
Miss Kennedy sirven como encantadoras sirenas. El estilo se basa en una
imitación muy elaborada, en palabras, de las formas musicales. La sección
introductoria, por ejemplo, parece una obertura, ya que Las frases y oraciones
escritas señalan muchos de los temas tratados en el cuerpo del episodio.
Hay mucha
canción sobre el amor y el patriotismo, representados, sobre todo por Love's
Old Sweet Song (Vieja y Dulce Canción de Amor) y The Croppe Boy.
Ambas tocan una y otra vez la fibra sentimental, atractivo que Bloom se
esfuerza en resistir. Ve a Blazes Boylan (a quien había llamado el peor hombre
de Dublín, en Hades) y es el único que sabe que Boylan va a una cita con
Molly,la mujer de Bloom, a las cuatro. Bloom decide no hacer nada, basándose en
sus propias y curiosas razones: su apego a su mujer, su reconocimiento de que
tiene ella sus derechos, y su sentido de insuficiencia. Bloom desinfla el
patriotismo sentimental al final del episodio, cuando, al leer las últimas
palabras de Robert Emmet en la base de la estatua de ese rebelde irlandés,
ventosea.
XII. Cíclope
El
encuentro de Ulises con el Cíclope de un sólo ojo, Polifemo, proporciona el
paralelo homérico. La escena es la taberna de Barney Kiernan, donde se está
discutiendo la cuestión irlandesa (Irlanda estaba todavía bajo el dominio
británico en 1904). El Ciudadano es el cíclope irlandés. Es un patriota
militante del Sinn Fein (partido nacionalista irlandés), que no ve más que su
propio punto de vista y es metafóricamente monocular. Para él, todo lo irlandés
es bueno; todo lo extranjero (especialmente lo británico) es vil. La ironía es
que el Ciudadano no es tan buen patriota como pretende, pues ha roto el código
patriótico al haber comprado la tierra de un arrendatario expulsado.
En este
episodio, Joyce hace que Bloom, cuyos pensamientos íntimos por primera vez no
se nos revelan, vaya directamente en contra de la violencia y del prejuicio
arrogante del Ciudadano. Cuando el Ciudadano le insulta por su supuesto sionismo,
Bloom responde firmemente: "Estoy hablando de injusticia... Pero no vale
la pena... "Fuerza, odio, historia, todo eso" El insulto y el odio no
es vida para hombres y mujeres. Y todo el mundo sabe que es precisamente lo
opuesto a eso lo que es verdaderamente vida." "¿Que?" se le
pregunta. "Amor, quiero decir lo opuesto a odio." Se permite que
Bloom haga una afirmación ética superior a la práctica de los que le rodean. Al
afirmar que es judío, Bloom experimenta el odio del Ciudadano que blasfema
contra Jesucristo y en cuyo nombre ataca a Bloom. El Ciudadano tira a Bloom un
bote de bizcochos vacío (paralelismo con la piedra que Polifemo tira a Ulises
mientras éste zarpa) y Bloom es rápidamente conducido fuera de la taberna de
Barney Kiernan por Martin Cunningham.
El
testimonio de Bloom no resulta menos genuino, incluso si Joyce permite que sea
objeto de burla. El intento de dos narradores sin nombre por sentimentalizar o
hacer basto el amor resulta poco convincente. Uno de los narradores, referido
solamente como "yo" ejemplifica también la estrechez de la visión
monocular. Su chismorreo se motiva en el odio, la violencia y la falta de
caridad. La narración esta interrumpida por comentarios en varios estilos que
caricaturizan la jerga científica, periodística y de otros tipos. Estos estilos
inflados hacen que el sentido común de Bloom destaque y prevalezca.
XIII. Nausica
Después de
su choque con el Ciudadano que le insulta, encontramos a Bloom en el ambiente
más sereno de Sandymount, la playa donde Stephen andaba horas antes.
Ahora son las ocho de la tarde. Bloom mira a Gerty MacDowell, que está sentada
en las piedras junto a Cissy Caffrey y Edy Boardman. En el fondo está la
iglesia parroquial de Nuestra Señora, Estrella del Mar. No obstante, hay una
mezcla o confusión impía entre la espiritualidad y la sensualidad. Este
encuentro (a distancia) con Gerty proporciona un crudo paralelo con la aventura
de la Odisea en la que Nausica, hija del rey de los Feacios, encuentra a Ulises
naufragado en la playa, le limpia, le viste y finalmente le conduce a su casa.
En el libro de Joyce, se presenta como heroico el pecado de Onán.
La técnica
de este episodio cambia, ya que estamos, sobre todo, en la mente de Gerty.
Joyce imita el estilo sentimental de las revistas románticas para muchachas, y
se ha sugerido que se burla del argumento de Samuel Butler en The Authoress
and the Odyssey (La autora y la Odisea): que Nausica y no Homero
escribió ese libro.
XIV. Bueyes
del sol
En la
Odisea, los compañeros de Ulises desobedecen el mandato de Palas, al matar
—para comérselos— los bueyes del dios sol. Como consecuencia, todos perecen
ahogados excepto el prudente Ulises. Joyce interpreta el matar los bueyes
sagrados como el crimen que se comete al hacer infecunda la unión sexual, por
medios contraceptivos.
Bloom se
va de la playa de Sandymount para llamar y preguntar por la Sra. Mina Purefoy,
que ha estado de parto durante tres días en la maternidad de la calle Holles.
Mientras habla con la enfermera, Dixon —un joven cirujano interno— le invita a
unirse a un grupo de estudiantes de medicina que están tomando cerveza con
Stephen. Pronto llega Buck Mulligan y su amigo Alec Bannon, el novio de
Millicent, la hija de Bloom. La conversación es muy clamorosa y soez, y tiene
como tema central los modos de evitar la fecundidad del amor (de ahí el
paralelo con los compañeros de Ulises) según los principios de Malthus y las
teorías eugénicas. Sólo Bloom se abstiene de tal discurso. Aunque consciente de
sus propias contravenciones al mandato de crecer y multiplicarse, Bloom piensa
en su mujer y sus dos hijos como para absolverse, hasta cierto punto, de su
culpabilidad. El autor ha hecho que, en este primer encuentro de Bloom y
Stephen, Stephen se abstenga de participar en la burla de mujeres encintas.
Joyce indica así indirectamente el acuerdo que hay entre Stephen y Bloom en
cuestiones fundamentales, una indicación confirmada en Ítaca. Hacia finales del
episodio la Sra. Purefoy da a luz, y los estudiantes de medicina se trasladan a
la taberna de Burke.
Los
bueyes del sol es notable por su innovación
estilística. Después de un comienzo breve, la acción procede a través de nueve
partes hasta el nacimiento del hijo de la Sra. Purefoy, en una sucesión
cronológica de los diversos estilos de literatura inglesa, desde el inglés
primitivo hasta el argot contemporáneo. Esta tradición literaria de la que nace
Ulysses proporciona un paralelo ingenioso al nacimiento de una criatura.
XV. Circe
Joyce
ambienta este episodio en la zona de burdeles de Dublín, para crear una
correspondencia con la cueva de Circe en la Odisea. La atmósfera es
alucinante, ya que la abdicación de la razón humana, que resulta en la
perversión bestial, hace contrapunto con la transformación de los hombres en
cerdos, obrada por la hechicera de Homero. Otra vez la técnica de Joyce es muy
llamativa y concreta en forma dramática lo que ocurre en la mente,
exteriorizando lo interno. Los objetos materiales toman voces humanas. Las
metamorfosis de este capítulo se han comparado con las del Fausto de
Goethe y con las del Ovidio, entre otras.
Bloom está
obsesionado por sus transgresiones, se imagina como el reformador mas grande
del mundo y sueña en proyectos utópicos que deberán concretarse en lo que llama
la nueva "Bloomusalén". Stephen esta asediado continuamente por el
fantasma de su madre difunta , que le exhorta a arrepentirse y le amenaza con
el fuego del infierno. Stephen resiste al ataque, levanta su bastón y destruye
un candelabro, indicando así su emancipación espiritual del influjo de la
Iglesia. Cuando Stephen va hacia la calle, Bloom le sigue. Stephen se implica
en un altercado con dos soldados británicos, Carr y Compton. Stephen hace
guerra mental contra la autoridad espiritual y la secular señalándose la frente
y diciéndose "Aquí está que tengo que matar al cura y al rey." Los
soldados interpretan esta afirmación como un insulto a su rey, y Carr
inmediatamente da un puñetazo en la mandíbula de Stephen. En este momento Bloom
viene en su ayuda, se agacha junto a él y trata de reanimarle. Stephen murmura
"Quién ... conduce ... Fergus ahora,/ Y perforar ... sombra tejida del
bosque", frases que Bloom entiende mal: "Su cara me hace recordar a
su pobre madre. En el bosque sombreado. El profundo pecho blanco. Ferguson, me
parece haber captado. Una chica. Alguna chica. Lo mejor que le podría
ocurrir..." Es curioso cómo Bloom interpreta mal las palabras de un poema
de Yeats (¿Quién va con Fergus?) que Stephen solía cantar a su madre moribunda:
"Ella lloraba en su mísera cama. Para esas palabras, Stephen, el misterio
amargo del amor." Por un momento, Bloom tiene una visión de su hijo Rudy,
que murió a los once días pero que ahora es "un encantador niño de once
años", como hubiera sido, de haber vivido. Joyce se muestra circunspecto
por temor a aparecer sentimental, pero registra genuinamente el tema del amor
del padre por el hijo.
XVI. Eumeo
Después
que Bloom ayuda a Stephen a ponerse en pie, Stephen pide beber algo. Bloom
sugiere que vayan al refugio de los cocheros cerca del puente de Butt. Ya es
medianoche pasada y el estilo refleja la atmósfera de la madrugada. En la
conversación hay mucho tópico, y las frases saltan sin llegar a concluir. El
comienzo sirve como anticlímax al final del episodio precedente. "Antes de
nada, el Sr. Bloom le limpió la mayor parte de las virutas, le pasó su sombrero
y su bastón, y le dio ánimos, a modo de buen samaritano ortodoxo, lo que
realmente necesitaba." El acto de Bloom se conecta con la parábola del
buen samaritano, para sacarse inmediatamente fuera de contexto por el
"modo de buen samaritano ortodoxo" en el que se hace. Las frases son
absurdas pero se subraya el acto de modesta bondad de un desconocido, en
contraste con los amigos de Stephen que le abandonaron.
Cuando
volvió Ulises a Ítaca, llegó disfrazado de mendigo a la choza del porquero
Eumeo. Ulises inventa una larga historia para explicar su llegada, pero revela
su identidad cuando llega Telémaco. El refugio de los cocheros corresponde aquí
a la choza de Eumeo. Un viejo marinero, que dice llamarse W.B. Murphy, actúa
como el falso Ulises. Cuenta un montón de mentiras, entre ellas la pretensión
de tener una mujer fiel que le ha esperado durante siete años, y de haber
conocido al padre de Stephen. Bloom califica todo eso como "pura invención".
La reunión entre Ulises y Telémaco se figura aquí por la afinidad entre Bloom y
Stephen, a pesar de la diferencia de raza, edad y temperamento: "Aunque no
estaban enteramente de acuerdo en todo," musita Bloom, "cierta
analogía había, como si ambas mentes viajasen, por decir así, en el mismo tren
de pensamiento." Puesto que Stephen se había decidido el día anterior a no
volver a Martello Tower, Bloom le invita a venir a su casa en la calle
Eccles, para tomar una taza de cacao.
XVII. Ítaca
Joyce
escribió este episodio en forma de lo que llamo "catecismo
matemático". Está narrado de manera completamente fría, y el lector se
encuentra con hechos, cifras y juicios en forma de pregunta y respuesta. El
agua que sale del grifo, la micción en el jardín y los pensamientos de Bloom
acerca de la infidelidad de su esposa, todo esta transmitido en el mismo tono
indiferente.
Bloom y
Stephen sorben el cacao y hablan de varios temas, como los idiomas irlandés y
hebreo, el homicidio ritual, etc. Se subrayan sus semejanzas, además de sus
diferencias. Ambos comparten "una heredada tenacidad de resistencia
heterodoxa" que les lleva a profesar una "falta de creencia en muchas
doctrinas religiosas, nacionales, sociales y éticas ortodoxas." Stephen se
opone abiertamente al interés de Bloom por las obras benéficas, mientras Bloom
objeta tácitamente la afirmación de Stephen que la literatura es la afirmación
eterna del espíritu del hombre. Bloom invita a Stephen a pasar la noche en su
casa, pero Stephen se niega.
Joyce vio
la matanza, por Ulises, de los pretendientes a la mano de su esposa como
impropio de un hombre que vive con astucia. Por tanto Bloom evita cualquier
reacción emotiva por la transgresión moral de su esposa, y mata incruentamente
a sus amantes aniquilando sus escrúpulos y dando al acto concreto de
"ultraje matrimonial" una importancia solamente relativa, desde una
perspectiva cósmica.
XVIII. Penélope
Molly
Bloom (una Penélope infiel) yace despierta en la cama y es quien tiene la
última palabra en Ulises. Sus pensamientos inarticulados se presentan en ocho
frases sin puntuación, de unas cinco mil palabras cada una, un flujo casi
ininterrumpido que contrasta con la forma seca, abstracta e impersonal del
episodio precedente. Simboliza la madre tierra fructífera en todos sus aspectos,
especialmente en lo físico. Da a conocer un aspecto de su marido del que él no
es consciente, y se revela de una manera desconocida a su marido. Sus recuerdos
de previos apegos románticos se mezclan con el de la propuesta de matrimonio
que le hizo Bloom, y se duerme. Su monólogo es una crónica de los
acontecimientos del "día-de-Bloom" desde otra perspectiva.
VALORACIÓN
LITERARIA
La
tendencia en Ulysses hacia el funcionamiento interior de la mente y de
los sentidos ha ejercido una influencia inmensa en la literatura moderna. Todos
los esquemas corrientes acerca de cómo presentar una historia —derivadas de la
lectura de novelas escritas en la forma tradicional— deben ponerse de lado al
acercarse al libro de Joyce. Joyce presenta directamente la conciencia de sus
personajes, sin explicar a quién pertenece la conciencia que se presenta.
Cambios inesperados de estilo y de contenido son la marca de fábrica de la
obra. Esta técnica se describe como "flujo de conciencia" o, más
exactamente desde el punto de vista de Joyce, como "monólogo
interior", en el que se presenta todo a través de una sucesión de imágenes
e ideas aparentemente inconexas, pero conectadas más por asociación que por
argumento lógico o por secuencia narrativa. La acción y la trama se desarrollan
a través de las mentes de los tres personajes principales, y su "flujo de
conciencia" refleja todas las fuerzas de las que son conscientes o que les
afectan en un momento determinado, presentándose más o menos simultáneamente el
acontecimiento externo y las asociaciones mentales y los recuerdos que esto
estimula. En Proteo, por ejemplo, Stephen va por el camino que conduce a
la casa de sus tíos, pero decide no visitarles. No obstante, imagina el tipo de
conversación que hubiera tenido lugar, de haber ido y, a la vez, oye la voz de
su padre en su casa comentando burlonamente una tal visita:
"Aflojó
el paso. Aquí. ¿voy a casa de la tía Sara o no? La voz consustancial de mi
padre. ¿has visto a tu artista hermano Stephen recientemente? ¿No? ¿Seguro que
no está en Strasburg Terrace con su tía Sally? ¿Acaso no podrá
volar mas alto que eso? Y y y dinos Stephen, ¿cómo está el tío Si?
¡Oh,Dios lloroso!,las cosas con que me he casado".
"Aflojó
su paso" es la voz del narrador, o el punto de vista de una tercera
persona. "Aquí. ¿Voy a la casa de la tía Sara o no? La voz consubstancial
de mi padre" son los pensamientos de Stephen. En las próximas tres frases,
se oye la voz de Simon Dedalus, preguntando por el paradero de Stephen. La
frase "Y y y dinos Stephen, ¿cómo está el tío Si? es de Simon
Dedalus imitando el tartamudeo de su cuñado, y la última frase es otra vez de
Simon. El impacto de la psicología y de la "asociación libre" de la
psiquiatría es bien aparente. Ulysses abunda en equívocos, juegos de palabras y
experimentos estilísticos para evocar las respuestas mentales complejas y las
actitudes de los personajes. Es útil emplear la expresión "flujo de
conciencia" como un modo genérico de denominar las técnicas empleadas para
representar el proceso de la conciencia en un personaje. Pero hablar de
"Monólogo interior" define con más precisión el método de Joyce, ya
que la presentación de los pensamientos de cada personaje está controlada
conscientemente y a un nivel más cercano a la sintaxis gramatical del hablar
corriente. Las interferencias del autor son sin consecuencias, como hemos visto
en el pasaje citado más arriba.
Joyce
acentuó todavía más su método estableciendo una correspondencia directa entre
contenido y estilo. Como dijo en una carta (21 septiembre 1920): "Cada
aventura (es decir, cada hora, cada órgano, cada arte entrelazado e
interrelacionado en el esquema estructural del todo) no sólo debería
condicionar sino también crear su propia técnica." El episodio situado en
la oficina del periódico, por ejemplo, está plasmado en forma de periódico, y
el pasaje sobre la doncellez sentimental está escrito en el estilo de las
novelas por entregas. Esta correspondencia funciona también a nivel verbal.
Cuando Bloom llega al cementerio, los días de la semana asumen en su mente un
aspecto fúnebre: "cada viernes entierra a un jueves, ya que lo
pienso." Bloom se siente momentáneamente deprimido a la hora del almuerzo
y los pensamientos que transmiten su estado de ánimo están condicionados por el
manjar: "Es ésta la peor hora del día... Odio esta hora. Siento como si
hubiera sido comido y vomitado." Para Joyce los procesos mentales y
fisiológicos están entrelazados. En Lotófagos Bloom piensa del lejano
oriente:
Debe ser
un sitio bonito: el jardín del mundo, grandes hojas perezosas en las que se
puede flotar, cactus, praderas florecidas, lianas serpentinas las llaman.
Pregúntome si es así. Esos cingaleses paseándose bajo el sol en dolce
far-niente. No haciendo nada en todo el día... Aletargamiento. Flores de
ocio. El aire alimenta a la mayoría. Azoes. Invernadero en jardines botánicos.
Plantas sensitivas. Nenúfares. Andar sobre hojas de rosa.
El
"lenguaje de las flores" al que Bloom hace referencia indirecta más
adelante, expresa la clase de sus pensamientos y ayuda a crear la naturaleza
del episodio y el motivo oriental.
Joyce
decía que había recibido la idea del día interior de Les lauriers sont
coupes de Edouard Dujardin (1887). Es difícil, no obstante, señalar con
exactitud los predecesores que han influido a Joyce. Dorothy Richardson, Poe y
Dostoievski, la filosofía de Bergson, el ejemplo de Proust, entre otros, han
contribuido de alguna manera a la difusión del flujo de conciencia, como método
literario. Esta técnica radical, en todo caso, capacitó a Joyce para establecer
el paso hacia una nueva concepción del carácter y de la manera de escribir en
la novela moderna. William Faulkner en The Sound and the Fury (El sonido
y la furia) se consideró, por ejemplo, heredero de los métodos de Joyce. Las
tres primeras partes de la novela de Faulkner son todo monólogos, mientras la
cuarta parte es narrativa indirecta. El libro progresa desde la infancia hasta
la vejez a través de las conciencias de cuatro personajes, representados por
las mentes de un niño, un adolescente, un adulto y un anciano respectivamente.
Los recuerdos de Benjy, en la primera sección, por ejemplo, se revelan en
frases que recuerdan acontecimientos de tres o cuatro períodos diferentes,
todos expresados en la misma frase. La Mrs. Dalloway de Virginia Woolf
también se modela en muchos aspectos sobre Ulysses. Woolf entreteje los
pensamientos supuestamente "normales" de Clarissa Dalloway con la
conciencia "anormal" de Septimus Smith para sugerir una conexión
entre los dos personajes y, más importante, para esclarecer la vida de
Clarissa. La influencia de Joyce se extiende hasta escritores contemporáneos
como Samuel Beckett, Anthony Burgess y Thomas Pynchon.
VALORACIÓN
DOCTRINAL
Ulysses no contiene ningún "mensaje", y esto no debería sorprender,
porque Joyce estaba decidido a que su libro no fuera didáctico. En Stephen
Hero, obra más temprana, había escrito que el artista moderno huye de hacer
afirmaciones absolutas. El método de Joyce es indirecto, basándose en la
sugerencia más que en el comentario explícito; en la imagen, más que en la
afirmación. Su descubrimiento de lo ordinario como sujeto del arte llama la
atención, aunque debe algo a Wordsworth y a la tradición Romántica. Joyce
destaca una cierta dimensión heroica en la situación ordinaria de la vida
cotidiana pero da a sus personajes principales una vida interior desprovista de
la presencia de Dios. En la sección trece de Escollos vagantes, por
ejemplo, Stephen medita sobre la dinamo y el corazón, símbolos del mundo
externo e interno del macrocosmos y del microcosmos:
Latido
siempre por fuera y el latido siempre dentro. De tu corazón cantas. Yo entre
ellos. ¿Dónde? Entre dos mundos rugientes donde se arremolinan, yo.
Estréllalos, uno y ambos. Pero aturdirme a mí mismo también con el golpe.
Estrélleme quien pueda. Alcahuete y carnicero eran las palabras. ¡Digo! Todavía
no. Una mirada alrededor.
Aunque de
momento retira su blasfemia, la retirada es falsa. Stephen ataca
desenfrenadamente lo que él considera una acción creadora mecánica, la del dios
de fuera, y lo que se considera como dispensador de la vida, el dios de
dentro, al que insulta groseramente en su discurso a lo Hamlet. En
Lestrigonenses Bloom también desarrolla el concepto de Dios-verdugo: "Dios
quiere víctima de sangre". En Circe Stephen es mas directo, y
tomando su característica postura luciferiana, desafía la exhortación de su
madre a arrepentirse: "Non serviam... No! No! No! Rompedme el
espíritu todos, si podéis! Os domaré a todos" No se someterá a ninguna
autoridad externa, especialmente a la iglesia que, según él, tiraniza al
espíritu humano. Su condición espiritual está analizada en un pasaje de Bueyes
del sol que parodia el estilo alegórico de John Bunyan. Habiendo perdido la
Botella de Santidad en su juventud, le falta la Gracia para recuperarla. Pio
trata de ayudarle hablándole del cielo, y Casto le señala el camino. En cambio
Stephen se enreda y vacila en la Concupiscencia Carnal. La visión del mundo que
tiene Bloom no deja sitio para la moralidad basada sobre la Ley Divina. Su
aceptación de la infidelidad de su mujer —a través de la conclusión
racionalista de que la fidelidad y la infidelidad coinciden—, aunque es
caritativa en la superficie, está más bien destinada a estimular la impureza.
La vida consiste en una serie de sensaciones sexuales, de manera que nadie
puede jamás esperar que su esposa haya preservado su inocencia antes del
matrimonio, o que guarde la castidad después, sugiere Bloom en Ítaca. Cometer
adulterio es, en todo caso, "menos reprensible que el hurto, el robo, la
crueldad hacia los niños o hacia los animales, la obtención de dinero con
pretextos falsos", etc. Joyce reduce subrepticiamente la gravedad de la
transgresión moral haciéndola trivial a través del lenguaje cómico. El mundo
interior del hombre, por tanto, está dominado por lo sórdido y lo sexual, y se
presenta la delectación amorosa como si fuera un pensamiento heroico. El
pecado, o "error" como Joyce prefería llamarlo, llega a ser medio de
liberación. Los episodios Nausica, Circe y Penélope son
especialmente crudos y ofensivos. Aunque Joyce dice haber recogido ambos lados
de la naturaleza humana, lo físico y lo espiritual, hay una negación y un reto
constante del orden sobrenatural y de la autoridad de la Iglesias por parte de
sus personajes principales. Si en Ulysses hay una espiritualidad es,
paradójicamente, una espiritualidad al revés, un misticismo de la carne, por
así decir. Los vicios y las virtudes llegan a confundirse mientras se echan de
lado las normas cristianas de la conducta, para desplegar un universo
relativista.
Como se
puede suponer, no se admite la Providencia divina obrando en las vidas de los
hombres. En Ítaca se nos dice que Bloom es escéptico referente a la vida
futura, ya que no hay método alguno para pasar de la tierra conocida al cielo
desconocido.
Bloom, siente
"el frío del espacio entre las estrellas" y "la apatía de las
estrellas". Estamos aquí bien lejos del testimonio espléndido de Dante al
"Amor que mueve al sol y a las demás estrellas" (L'amor che move
il sole e l'altre stelle). El acto de bondad de Bloom hacia Stephen, el
punto central del libro, es recomendable, pero debe juzgarse desde una
perspectiva sobrenatural. Aunque este gesto sin presunción podría librar el
universo de Joyce de la incertidumbre del vacío y del aislamiento humano, la
caridad resulta enteramente expoliada de su sentido cristiano, para convertirse
en mera buena voluntad humanitaria. En otras palabras, hay amor del prójimo,
pero no hay amor de Dios. El amor humano es exaltado al precio del amor divino
en toda la novela. Como consecuencia, Ulysses está empapado de
ambigüedad —por no decir subversión— ética y moral.
D.M.
(1982)
JOYCE,
James
Ulysses
Shakespeare
and Company, Paris 1922 (First edition).
CONTENT
Ulysses, as its title indicates, is based on the wanderings of Odysseus.
Homer's book serves Joyce as a ground plan for launching a modern odyssey about
contemporary life in which most of the adventures are internalized, or occur
inside the mind. These adventures take no more than eighteen hours of a day in
Dublin, 16 June 1904. Joyce appears to have chosen this date in relation to his
wife, as a tribute to the occasion on which they had first met. The book was
written between 1914 to 1921, and finally published as a whole in 1922.
The actual
events of Ulysses, inconsequential on the surface, are simple enough.
Stephen Dedalus, the protagonist of A Portrait of the Artist as a Young Man,
has returned to Dublin to be at the deathbed of his mother. He suffers from remorse
of conscience, his revolt against Catholicism being so strong that he refused
to grant his dying mother's wish that he pray for her. The first three episodes
concentrate on Stephen's activities, having breakfast in the Martello Tower
where he lives, giving a history lesson at Mr Deasy's school, and walking along
Sandymount strand. The next twelve episodes relate the day of Leopold Bloom,
his breakfast in his Eccles Street home, the funeral at Glesnevin cemetery, the
newspaper office, Davy Byrnes' pub, the library, the streets of the city and
the viceregal cavalcade, the music at Ormond Hotel, the clash with the Citizen
at Barney Kiernan's, the encounter with Gerty MacDowell on the beach, the
maternity hospital where Bloom finally meets Dedalus, and their appearance at
Bella Cohen's brothel. The final three episodes balance the first three--Bloom
and Dedalus at the cabman's shelter, the return to Eccles Street, and in the
bedroom of Molly Bloom. In the first section we are for the most part inside
the mind of Stephen. In the middle section we move in and out of Leopold
Bloom's consciousness, and in the final episode we are presented with Molly
Bloom's inner thoughts.
I.
Telemachus
Stephen
Dedalus, called back to Dublin to be at the bedside of his dying mother, is now
living in the Martello Tower at Sandycove with his friend, Buck Mulligan, a
medical student. They have a guest with them, Maines, an Englishman from Oxford
who is a collector of Irish folklore. The action in this episode, as in most of
Ulysses is minimal.
Mulligan
asks for the key to the tower; Stephen throws it on Mulligan's shirt, turns and
walks away from his friend for good, uttering to himself the word 'usurper'. A
number of central ideas are introduced here. Mulligan makes his entrance holding
a bowl of lather aloft, intoning words which parody the beginning of the Mass,
and mimicking Stephen's role as 'priest of eternal imagination'. Stephen
characterizes Mulligan as one of 'a brood of mockers'--mockery being a negative
force. Mulligan is, in fact, Stephen's antitype. He has been described as the
spirit of denial, in imitation of Goethe's Mephistopheles. Stephen, meanwhile,
refuses to serve what he considers to be negative forces in the spiritual and
secular orders: the Roman Catholic Church and the British empire. The word
'usurper' links Stephen to Telemachus, surrounded by suitors in the Odyssey,
to Hamlet, objecting to his uncle's usurpation of the kingdom, and to the theme
of the son in search of a father. Joyce glides in and out of myths almost
imperceptibly. Haines' anti-Semitism (he suggests that the Jews are responsible
for the troubles of modern England) sounds another important theme.
II.
Nestor
In the Odyssey
Telemachus seeks news of his lost father from Nestor, who recounts the story of
the siege of Troy. Stephen's encounter with his headmaster and employer, Mr
Deasy, recalls Telemachus' visit to Nestor. Joyce is working with
near-identities throughout Ulysses, and not one-for-one parallels. The
correspondences, although firmly established allow for a certain flexibility.
Mr Deasy has written a letter urging stronger action against foot-and-mouth
disease and hopes that Stephen, through his friends in the press, will publish
it. Stephen now muses that Mulligan will be able to mock him with an Homeric
epithet as the 'bullockbefriending bard'.
Stephen
gives a history lesson which leads him to think about the history of oppression
of the Irish and the Jews--a connection which is constantly emphasised in the
book. Stephen once again registers his defiance of spiritual and secular
authority by intimating that he will render nothing unto God or Caesar. Mr
Deasy, like Haines, blames the Jews for England's troubles (Mr Deasy is a
staunch Ulsterite). Stephen's reply, 'A merchant...is one who buys cheap and
sells dear, jew or gentile, is he not?', prepares the way for Bloom's entrance
in the fourth chapter.
III.
Proteus
In Homer,
Menelaus narrates his capture of Proteus, the god of the sea who constantly
changes shape. Change is, in fact, the theme of this episode. As Joyce said,
'Everything changes--seas sky, man, animals. The words change too.'
The
Protean animal is the dog: 'He rooted in the sand, dabbling, delving and
stopped to listen to the air, scraped up the sand again with a fury of his claws,
soon ceasing, a pard, a panther, got in spousebreach, vulturing the dead.'
Parts of speech change, too, as adverb becomes verb: 'Remember. Haroun al
Raschid. I am almosting it. That man led me, spoke...' The reader is here
wholly absorbed in following the trail of Stephen's thoughts. Other characters
that are mentioned or appear do so only as part of the content of Stephen's
mind. Stephen announces at the beginning of the episode that he has come to
Sandymount strand to read the signatures of all things, of 'seaspawn and
seawrack', of birth and death. He defines time as 'the ineluctable modality of
the audible', and space as 'the ineluctable modality of the visible', concepts
based on the philosophies of Aristotle and Berkeley.
IV.
Calypso
Joyce
devised the next three episodes to cover the same hours, from eight to twelve,
already covered in the first three. This structure enabled him to draw
attention to the dual theme of son searching father and father searching son.
Stephen is kept waiting in the wings to introduce a man of different race, age,
and temperament. Leopold Bloom is a middle-aged Hungarian Jew who has a history
of easy conversion to Protestantism and Catholicism, and finally to free
thought. Joyce wanted his modern Ulysses to be an unassuming, good man. He also
wanted him to be a complete man. By this he meant that his principal character
was to be three-dimensional, that his foibles as well as his good points were
to be exposed. In short, the reader should know everything about him.
Bloom is seen as son, father, husband, lover, friend, worker and citizen. His
seventeen hours away from home and his wife provides the analogy, tenuous at
first, with the wanderings of Ulysses.
Bloom and
Stephen are at once alike and different. Bloom, for example, leans to the
sciences, Stephen to the arts. Stephen is inward-looking, Bloom outward. These
differences, as well as others, only reinforce the individuality of the two
characters, but Joyce intended that they should complete each other, so that,
as the book progresses, Bloom and Stephen should move figuratively towards what
he termed 'fusion'.
Joyce
stretches the Homeric analogy in this episode by having Bloom's wife, Molly,
act both as Penelope and Calypso, the goddess who held Odysseus in amorous captivity
for seven years. The most characteristic feature of Bloom is his tendency
towards the concrete and the physical, in opposition to Stephen who tended
towards the abstract. His manner of speaking is characterised by what have been
described as 'bloomisms'--a lumping together of factual near-misses. Bloom, for
instance, thinks of the cities of the plain: 'Sodom, Gomorrah, Edom'. Bloom is
here mistaken in including Edom as one of the cities, since Edom was the name
given to Esau in Genesis. Although Bloom is a Jew and feels a slight
sympathy for Zionism, he is not in favour of it.
V.
Lotus-Eaters
The
atmosphere of this chapter is one of languor and dolce far niente, in
imitation of the inertia of Ulysses' men when they landed among the
lotus-eaters. Bloom walks among the land of Dubliners and meditates on what he
considers to be the narcotizing effect of Eastern and Western religions,
especially Christianity. An incident here which turns out to have dire
consequences for Bloom is his meeting with Bantam Lyons. Lyons wants to borrow
Bloom's newspaper in order to check some detail about the Ascot Gold Cup race
that day. Bloom says Lyons can keep the newspaper since he was about to 'throw
it away'. Lyons misconstrues Bloom's reply as being a betting tip, since Throwaway
is the name of a runner in the race. When Bloom leaves Barney Kiernan's for a
moment in Cyclops, he is believed to be cashing in on his bet on Throwaway and
engenders further hostility towards him on account of this.
VI.
Hades
The
underworld into which Bloom and his fellow-Dubliners descend is Glasnevin
cemetery, there they are to attend the funeral of Paddy Dignam. Bloom sits in a
mourners' coach with Jack Power, Martin Cunningham and Simon Dedalus, Stephen's
father. At one point in their journey, Bloom spots Stephen and draws Simon's
attention to his son. Simon curses the bad influence that he believes Mulligan
is exerting on his son. Bloom's thoughts meanwhile, stray to his own son, Rudy,
who died when he was 11 days old. The father-son theme is here solidified.
Joyce also emphasises in this episode Bloom's variance with Christian ideas of
death. Bloom prefers, for instance cremation to burial but knows that the
Church is against it. Bloom, whose
father took his own life, is unable to understand the Christian attitude
towards suicide. Doctrines such as 'the resurrection of the body' elicit only a
comic response in Bloom, who affirms life in this world: 'I do not like that
other world she wrote. No more do I. Plenty to see and hear and feel yet.' The
funeral entails its owm mystery as a mourner unkown to the gatherings is
identified simply as a man in a macintosh.
VII.
Aeolus
The
analogy in this episode is between the daily press and Aeolus' palace of the
winds in the Odyssey. Aeolus had helped Ulysses on his way home by
giving him the winds unfavourable to his voyage sealed in a bag. Within sight
of Ithaca, however Ulysses' crew opened the bag out of curiosity and the
tempest drove them back to sea. When Ulysses asked Aeolus for help a second time,
he was rebuffed. The Irish keeper of the winds is Myles Crawford, editor of the
daily newspaper, who intimates at first a successful conclusion to a deal
proposed by Bloom, an ad salesman, only to change his mind on being approached
a second time.
Bloom and
Stephen, acting independently, puncture the windbags of Dublin rhetoric. Three
speeches in particular are referred to in the editorial office. The first is
the one by Dan Dawson reported in the local paper from which Ned Lambert reads:
'the transcendent translucent glow of our mild Irish twilight that mantles the
vista far and wide till the glowing orb of the moon shines forth to irradiate
her silver effulgence.' 'High falutin' stuff' and 'Bladderbags' thinks Bloom.
J.J. O'Molloy cites Seymour Bushe's speech on the Childs murder case as an
exception to Crawford's remark about the decay of eloquence: 'that stone effigy
in frozen music, horned and terrible, of the human form divine, that eternal
symbol of wisdom and prophecy which if aught that the imagination or the hand
of the sculptor has wrought in marble of soultransfigured and of
soultransfiguring deserves to live, deserves to live.' Bushe is describing
Michelangelo's Moses, but its relevance to the murder trial is never
established.
John F.
Taylor's speech in defense of the Irish language revival is praised by MacHugh
as 'the finest display of oratory he ever heard'. This last piece has political
overtones. Taylor implies a comparison between the invitation made by the
Egyptian high priest to Moses to accept the culture, religion, and language of
Egypt and the one made by the English to the Irish. (MacHugh, in fact, compares
the British conquest to the Roman, and prefers the Greek civilisation.) Moses'
rejection of this offer holds a lesson for Ireland: the deliverance of the
native people from bondage or, in Irish terms, independence from Britain.
Taylor's oratory is for Stephen, who has come to the office to bring Deasy's
letter, nothing but 'dead noise'. He narrates his own 'Parable of the Plums' which
deflates Taylor's parallel between the Jews and the Irish. Ireland is no
promised land and, instead of Moses on Pisgah, there are two old women eating
plums and spitting out the stones on Dublin £rom the top of Nelson's pillar.
(Bloom had earlier questioned whether the Jews were in fact freed by Moses:
'Dear, O dear! All that long business about that brought us out of the land of
Egypt and into the house of bondage alleluia!')
The text
of this episode is divided into brief sections each having a caption head in
the journalistic manner. For instance, a section in which a character is
described handing out cigarettes is headed: THE CALUMET OF PEACE. This
stylistic innovation parallels the content of the episode.
VIII.
Lestrygonians
Bloom's
unspoken thoughts on the way to lunch correspond to the adventure of Ulysses
with the cannibals. Various metaphors for cannibalism are explored. Bloom
condemns, for instance, the theology that stipulates large families on the
grounds that poor children cannot always be fed: 'Eat you out of house and
home.' He also perceives in the bloodthirstiness of Church and State a secret
alliance. The fact that George Russell (known as A.E.) is coming out of a
vegetarian restaurant helps Bloom explain why A.S. is an aesthete: 'I wouldn't
be surprised if it was that kind of food you see produces the like waves of the
brain the poetical.' Connections between food and sensuality abound as Bloom
remembers his courtship of Molly.
Bloom,
throughout Ulysses, is presented as an outsider, a stranger whose values
are at variance with the community he moves and lives in. Yet Joyce has some of
his other characters point out at intervals that Bloom is a good man: 'He's not
too bad,' Nosey Flynn says, 'He has been known to put his hand down too to help
a fellow. Give the devil his due. O, Bloom has his good points.'
There is a
parallel in this chapter as well between language and subject matter. Bloom
thinks at different moments, 'Feel as if I had been eaten and spewed'; 'For
example one of those policemen sweating Irish stew into their shirts; you
couldn't squeeze a line of poetry out of him.'
IX.
Scylla and Charybdis
In Homer,
Odysseus manages to survive his ship's encounter with the whirlpool Charybdis
and the many-headed monster Scylla. Here Scylla and Charybdis are metaphors for
the philosophical perils —idealist and materialist— which threaten the
individual and artist alike.
The
episode begins in the National Library where Stephen is expounding his pet
theory on Hamlet before an audience of four. General opinion has it that
Shakespeare identifies himself with Prince Hamlet in the play that bears his
name. Stephen argues, on the contrary, that Shakespeare is to be identified
with the ghost of the murdered king--the part that Shakespeare himself is said
to have played. Parallel with this theory is Stephen's conception of the
mystical nature of fatherhood. This biographical interpretation of Hamlet
comes under attack from two adversaries: George Russell and Buck Mulligan.
Russell maintains that Shakespeare's personal life is of no consequence,
spiritual depth being his sole criterion. Mulligan, on the other hand, parodies
Hamlet as a play of self-abuse. The one is mystical, the other brutish.
For Stephen these are only isolated aspects of experience, and he resists both.
His theory implies instead the closest relation between the writer's life and
his work.
X.
Wandering Rocks
This
episode, consisting of nineteen short scenes, serves as an entr'acte between
the two halves of Joyce's book as well as a microcosm of the whole. Although
most of the characters in Ulysses appear, Dublin itself is the principal
focus. Dubliners move about between the hours of three and four against the
background of the journeys taken by Father Conmee and the Earl of Dudley,
representatives of spiritual and secular authority respectively. These two
authorities are presented as being complementary, and are so considered by the
Dubliners who salute them and are in turn saluted by them. Two citizens stand
out as exceptions to the norm. Bloom, who is complimented by Lenehan as having
a touch of the artist about him, and Stephen indicate their refusal to serve
God or King by tactfully ignoring Father Conmee and the British viceregal
procession. (This evasive action provides the slight correspondence with the Odyssey
where Ulysses avoids the wandering rocks which are a danger to navigation.)
Individuality is affirmed against the patterns of behaviour endorsed under both
forms of authority.
The
technical feat of this episode was described by Joyce's friend Frank Budgen:
'Joyce wrote Wandering Rocks with a map of Dublin before him on which were
traced in red ink the paths of the Earl of Dudley and Father Conmee. He
calculated to a minute the time necessary for his characters to cover a given
distance of the city.' The characters' actions, in fact, are seen separately
and simultaneously, close-up and from afar. We are given a general overhead
view of the city, as at one moment a character is described at close range, and
suddenly, without warning another character a mile distant is introduced. As
with people, so with objects. The handbill thrown away by Bloom at lunchtime is
described on its journey outward from Dublin: 'Elijah, skiff, light crumpled
throwaway, sailed eastward by flanks of ships and trawlers, amid an archipelago
of corks, beyond new Wapping Street, past Benson's ferry, and by the
three-masted schooner Rosevean from Bridgwater with bricks.'
Another
Homeric analogue is evident in the ability to distinguish between names and
identities. Mr Bloom must not be confused with Bloom the dentist. Father Conmee
with Don Jon Conmee, or Ben Dollard with Dollard the printer.
XI.
Sirens
In the Odyssey
Ulysses has his companions stuff their ears with wax in order to resist the charms
of the sirens, creatures half woman and half bird. Ulysses himself is lashed to
the mast and is the only man on board who hears the sirens, but does not yield
to them.
Joyce
proceeds again by analogy in this episode, not by exact correspondence. The
setting is the Ormond Hotel where two barmaids Miss Douce and Miss Kennedy,
serve as the charming sirens. The style is based on an elaborate imitation of
musical form in words. The introductory section, for instance, resembles an
overture, as the phrases and sentences put on paper signal many of the themes
to be taken up in the body of the episode.
There is
much song about love and patriotism, represented in the main by 'Love's Old
Sweet Song' and 'The Croppy Boy'. Both harp on sentimentality, allurements which
Bloom attempts to withstand. He sees Blazes Boylan (whom he had dubbed the
'worst man in Dublin' in Hades) and is the only one who knows that Boylan is on
his way to a rendezvous with his wife, Molly, at four o'clock. Bloom decides
not to do anything about the af£air for his own curious reasons: his attachment
to his wife, his recognition that she has her own rights, and his sense of his
own inadequacy. Bloom deflates sentimental patriotism at the end of the episode
where, upon reading Robert Emmet's last words on the Irish rebel's statue, he
breaks wind.
XII.
Cyclops
Ulysses'
encounter with the one-eyed Cyclops, Polyphemus, in the Odyssey provides
the Homeric parallel. The setting is Barney Kiernan's, where discussion takes
place on the Irish question (Ireland was still under British rule in 1904). The
Citizen is the Irish Cyclops. He is a militant Sinn Fein patriot who sees only
his own point of view and is metaphorically one-eyed. For him everything Irish
is good, everything foreign (especially English) is vile. The irony is that the
Citizen is not as patriotic as he pretends, since he has broken the patriotic
code by buying the holding of an evicted tenant.
In this
episode Joyce has Bloom, whose inner thoughts are not revealed for the first
time, counter the Citizen's violence and arrant prejudice head-on. The Citizen
taunts him for his supposed Zionism, Bloom responds firmly, 'I'm talking about
injustice...But it's no use...Force, hatred, history, all that. That's not life
for men and women, insult and hatred. And everybody knows that it's the very
opposite of that is really life.' 'What?' he is asked. 'Love... I mean the
opposite of hatred.' Bloom is permitted to deliver an ethical statement which
is superior to the practice of those around him. For asserting that he is a
Jew, Bloom experiences the hatred of the Citizen who blasphemes against Christ
in whose name he attacks Bloom. The Citizen throws an empty biscuit tin at
Bloom (parallel to the rock Polyphemus hurls at Ulysses as he sails away) who is
quickly escorted from Barney Kiernan's by Martin Cunningham.
Bloom's
testament does not seem the less genuine even if Joyce allows it to be mocked.
The attempt of the two unnamed narrators in this episode to sentimentalise or
coarsen the meaning of love remains unconvincing. One of the narrators referred
to simply as 'I' exemplifies the narrowmindedness of one-eyed vision as well.
His gossip is motivated by hatred, violence, and uncharitableness. The
narration is punctuated by commentaries in different styles caricaturing
scientific, journalistic and other jargon. These inflated styles allow Bloom's
commonsense to prevail.
XIII.
Nausicaa
After his
run-in with the vituperative Citizen, we find Bloom in the more peaceful
surroundings of Sandymount strand, along the beach where Stephen walked earlier
in the day. It is now eight o'clock in the evening. Bloom eyes Gerty MacDowell
who is sitting on the rocks along with Cissy Caffrey and Edy Boardman. In the
background is the parish church dedicated to Our Lady as Star of the Sea. There
is an unholy mixture or confusion, however, between spirituality and
sensuality. This encounter with Gerty (from a distance) provides a crude
parallel to the adventure in the Odyssey where Nausicaa daughter of the
King of Phaeacia finds the storm-tossed Ulysses on the beach, cleans and
clothes him, and finally leads him home. In Joyce's book the sin of Onan is
made to seem heroic.
The
technique in this episode changes, as we are for the most part in Gerty's mind.
Joyce imitates the sentimental style of magazines of romance for young women,
and it has been suggested that he is mocking Samuel Butler's argument in The
Authoress of the Odyssey that Nausicaa, not Homer, wrote that book.
XIV.
Oxen of the Sun
In the Odyssey
the companions of Ulysses disobey the commands of Pallas as they slay the oxen
of the sun god for food. As a result, all are drowned save the prudent Ulysses.
Joyce interpreted the killing of the sacred oxen as the crime against fecundity
by sterilising the act of coition.
Bloom has
left Sandymount strand to call and inquire after Mrs Mina Purefoy, who has been
three days in labour in the lying-in hospital in Holles Street. While he is
talking to the nurse, Dixon, a young house surgeon, invites Bloom to join a
group of medical students who are drinking ale with Stephen. They are soon
joined by Buck Mulligan and his friend Alec Bannon, the beau of Bloom's
daughter, Millicent. The conversation is loud and coarse, and revolves around
the means of preventing the fruitfulness of love (hence the parallel with
Ulysses' companions), in adherence to Malthusian and eugenic principles. Bloom
alone abstains from such discourse. Although aware of his own contraventions of
the command to increase and multiply, Bloom thinks of his wife and two children
as if to absolve himself from guilt to some extent. It is appropriate for this
first meeting of Bloom and Stephen that Stephen refrain from taking part in the
mockery of women in pregnancy. Joyce obliquely indicates their underlying
agreement on basic issues, an indication certified in Ithaca. By the end of the
episode Mrs Purefoy gives birth and the medical students adjourn to Burke's
pub.
Oxen of
the Sun is noted for its stylistic innovation. After a brief opening, the
action proceeds through 9 parts to the birth of Mrs Purefoy's child in a
chronological sequence through progressive styles of English literature, from
early English to contemporary slang. This literary tradition out of which Ulysses
is born provides an ingenious parallel to the birth of a baby.
XV.
Circe
Joyce sets
this episode in the Dublin brothel area to correspond to Circe's den in the Odyssey.
The atmosphere is hallucinatory, as the abdication of man's reason resulting in
bestial depravity forms the metaphorical counterpart to Homer's enchantress
transforming men into swine. Joyce's technique is again striking, concretizing
in dramatic form what occurs in the mind, making external what is internal.
Material objects assume human voices. The metamorphoses in this chapter have been
compared to those in Goethe's Faust and in Ovid, among others.
Bloom is
haunted by his misdemeanours, imagines himself as the world's greatest reformer
and envisages his utopian schemes realised in what is called the new
Bloomusalem. Stephen is besieged continually by the ghost of his dead mother
who exhorts him to repent, and threatens him with the fires of hell. Stephen
resists this onslaught, lifts his ashplant and smashes the chandelier, thereby
indicating the emancipation of his spirit from the influence of the Church.
When Stephen makes for the street, Bloom follows. Stephen is involved in an
altercation with two British soldiers, Private Carr and Private Compton.
Stephen makes mental warfare on spiritual and secular authority by pointing to
his forehead and declaring, 'In here it is I must kill the priest and king.'
The soldiers misinterpret this statement as an insult to their king, and
Private Carr promptly bashes Stephen in the jaw. At this point Bloom comes to
the rescue, bends down by Stephen and tries to wake him. Stephen murmurs,
"Who...drive...Fergus now, / And pierce...wood's woven shade' which Bloom
mishears: 'Face reminds me of his poor mother. In the shady wood. The deep
white breast. Ferguson, I think I caught. A girl. Some girl. Best thing could
happen him...' Bloom amusingly misunderstands the words of a poem by Yeats
('Who goes with Fergus?') which Stephen used to sing to his dying mother: 'She
was crying in her wretched bed. For those words, Stephen: love's bitter mystery.'
For a moment Bloom experiences a vision of Rudy, his son who died at eleven
days but is now 'a fairy boy of eleven' as he would have been had he lived.
Joyce is circumspect for fear of being sentimental.
XVI.
Eumaeus
After
Bloom helps Stephen to his feet, Stephen asks for a drink. Bloom suggests they
go to the cabman's shelter near Butt Bridge. It is now after midnight, and the
style reflects the languorous mood of the early morning hours. Clichés abound,
and sentences ramble on inconclusively. The opening here serves as an
anticlimax to the ending of the previous episode: 'Preparatory to anything else
Mr Bloom brushed off the greater bulk of the shavings and handed Stephen the
hat and ashplant and bucked him up generally in orthodox Samaritan fashion,
which he very badly needed.' Bloom's act is placed in the context of the
parable of the good Samaritan, only to be placed immediately out of context by
the 'orthodox Samaritan fashion' in which it is done. The phrasing is absurd,
but the unassuming act of kindness of a stranger in contrast to Stephen's
friends who left him in the lurch, is nevertheless emphasised.
When
Ulysses returned home to Ithaca he came in the disguise of a beggar to the hut
of the swineherd Eumaeus. Ulysses concocts a long mendacious story to account
for his coming, but reveals himself when Telemachus arrives. The cabman's
shelter here corresponds to Eumaeus' hut. An old sailor, who says his name is
W. B. Murphy, acts as a false Ulysses. He is armed with a host of sailor's
yarns, among them his claim to have a faithful wife who has been waiting for
him for seven years and to have known Stephen's father. Bloom labels all these
'genuine forgeries'. The reunion of Ulysses and Telemachus is paralleled here
by the affinity between Bloom and Stephen despite their differences in race,
age, and temperament: 'Though they didn't see eye to eye in everything,' Bloom
muses, 'a certain analogy there somehow was, as if both minds were travelling,
so to speak, in one train of thought.' Since Stephen had decided earlier the
previous day not to return to the Martello Tower, Bloom now invites him to come
to his home on Eccles Street for a cup of cocoa.
XVII.
Ithaca
Joyce
wrote this episode in the form of what he termed 'a mathematical catechism'. It
is narrated in the coldest way so that the reader is presented with facts,
figures, and judgments in a question and answer method. Draining water from the
tap, micturition in the garden, and Bloom's thoughts on his wife's infidelity,
are conveyed in the same unemotional tone.
Bloom and
Stephen sip their cocoa and discuss various topics such as the Irish and Hebrew
languages, ritual murder and the like. Their similarities as well as their
differences are stressed. Both share 'an inherited tenacity of heterodox
resistance' which leads them to profess 'their disbelief in many orthodox
religious, national, social and ethical doctrines.' Stephen dissents openly
from Bloom's interest in civic self-help, while Bloom tacitly demurs at
Stephen's assertion that literature is the eternal affirmation of the spirit of
man. Bloom invites Stephen to stay the night, but Stephen declines.
Joyce
viewed Ulysses' slaughter of his wife's suitors as uncharacteristic of a man
who lived by his wiles. Accordingly, Bloom here suppresses his emotional
reaction to his wife's moral transgression, and slaughters her suitors
bloodlessly in his mind by assigning the particular act of 'matrimonial
outrage' a relative importance from a cosmic perspective.
XVIII.
Penelope
Molly
Bloom (an unfaithful Penelope) lies awake in bed and has the last word in Ulysses.
Her unspoken thoughts are delivered in eight unpunctuated sentences of about
five thousand words each in almost uninterrupted flow that counter the dry,
impersonal abstract manner of the previous episode. She symbolises fruitful
mother earth in all its aspects, especially its physicality. She reveals a side
of her husband of which he is unaware, and reveals herself in a way unknown to
her husband. Her memories of previous romantic attachments mingle with that of
Bloom's proposal to her and she falls asleep. Her monologue is a recording of
'Bloomsday' events from a different perspective.
LITERARY
EVALUATION
The
tendency towards the inner workings of the mind and senses in Ulysses
has exerted a tremendous influence on modern literature. All preconceptions
derived from reading novels written in the traditional manner about the way a
story is to be presented must be set aside when approaching Joyce's book. Joyce
presents the consciousness of his characters directly, without explanation as
to whose consciousness is being rendered. Unexpected shifts in style and
content are its trademark. This technique is described as
'stream-of-consciousness' or, more accurately from Joyce's point of view, as
'interior monolgue', in which everything is presented through an apparently
unorganised succession of images and ideas connected by association rather than
by logical argument or narrative sequence, The 'action' takes place and the
plot develops through the minds of the three principal characters, and 'their
stream of consciousness' reflects all the forces of which they are aware as
they affect them at any one moment-- an external event and the associations and
recollections it triggers being presented more or less simultaneously. In
Proteus, for example, Stephen passes by the road that leads to the house of his
uncle and aunt, but decides not to pay them a visit. And yet he imagines the
kind of conversation that would take place if he had gone and hears at the same
time his father's voice commenting mockingly at home on such a visit:
"His
pace slackened. Here. Am I going to Aunt Sara's or not? My consubstantial
father's voice. Did you see anything of your artist brother Stephen lately? No?
Sure he's not down in Strasburg terrace with his aunt Sally? Couldn't he fly a
bit higher than that, eh? And and and tell us Stephen, how is uncle Si? O
weeping God, the things I married into."
"His
pace slackened' is the narrator's voice, or the third person point of view.
'Here. Am I going to Aunt Sara's or not? My consubstantial father's voice' are
Stephen's inner thoughts. In the next three sentences the voice of Simon
Dedalus inquiring after Stephen's whereabouts is heard. 'And and and tell us
Stephen, how is uncle Si?' is Simon Dedalus mimicking his brother-in-law's
stutter, and the final derisive statement is Simon's own once again. The impact
of psychology and 'free association' by psychiatry is readily apparent. Ulysses
abounds in puns, word play and various stylistic experiments to evoke a
character's complex mental responses and attitudes. It is useful to employ
'stream of consciousness' as an inclusive term to denote all the various
techniques to represent the process of consciousness in a character. 'Interior
monologue' defines more precisely Joyce's approach, as the presentation of a
character's thoughts are consciously controlled and on a level closer to the
grammatical syntax of normal speech. There is negligible interference by the
author, as we have seen in the passage quoted above.
Joyce
accentuated his method further by establishing a direct correspondence between
subject matter and style. As he said in a letter (21 September 1920), 'Each
adventure (that is, every hour, every organ, every art being interconnected and
interrelated in the structural scheme of the whole) should not only condition
but even create its own technique.' The episode set in a newspaper office, for
instance, is cast in the form of a newspaper, or the episode on sentimental
girlhood is written in the style of popular romances. This correspondence works
on the verbal level, too. When Bloom arrives at the cemetery, the days of the
week take on a funereal aspect in his mind: 'Every Friday buries a Thursday if
you come to think of it.' Bloom feels momentarily depressed at lunch time, and
the thoughts which convey this mood are conditioned by food: 'This is the very
worst hour of the day...Hate this hour. Feel as if I had been eaten and
spewed.' For Joyce mental and bodily processes are interrelated. In
Lotus-Eaters Bloom thinks of the far east:
"Lovely
spot it must be: the garden of the world, big lazy leaves to float about on,
cactuses, flowery meads, snaky lianas they call them. Wonder is it like that.
Those Cinghalese lobbing around in the sun, in dolce far niente. Not
doing a hand's turn all day...Lethargy. Flowers of idleness. The air feeds
most. Azotes. Hothouse in botanical gardens. Sensitive plants.
Waterlilies...Walk on roseleaves."
The
language of flowers, to which Bloom makes a passing reference later on,
expresses the nature of his thoughts and helps create the nature of the episode
and the oriental motif.
Joyce
claimed he received the idea for the interior monologue from Edouard Dujardin's
Les Lauriers sont coupé (1887). It is difficult, however, to pinpoint
the predecessors who have influenced Joyce. Dorothy Richradson, Poe and
Dostoevsky, the philosophy of Bergson, the example of Proust, among others, all
contributed in some way to the diffusion of the stream-of-consciousness method.
This radical technique, in any case, enabled Joyce to set the pace for a new
conception of character and way of writing in the modern novel. William
Faulkner, for example, considered himself the heir of Joyce's methods in The
Sound and the Fury.
The first
three parts of Faulkner's novel are entirely monologues, while the fourth part
is indirect narrative. The book moves from childhood to old age through the
consciousness of four characters, each representing the minds of a child,
adolescent, adult, and older adult respectively. Benjy' s memories in the first
section, for instance, are revealed in phrases which recall incidents from
three or four different periods, all expressed in the same sentence. Virginia
Woolf's Mrs. Dalloway also is patterned in many respects after Ulysses.
Woolf interweaves Clarissa Dalloway' s supposedly 'normal' thoughts with the
'abnormal' consciousness of Septimus Smith in order to suggest a connection
between the two characters and, more importantly, to illuminate Clarissa's
life. Joyce' s influence extends to such contemporary writers as Samuel
Beckett, Anthony Burgess and Thomas Pynchon.
DOCTRINAL
EVALUATION
That Ulysses
does not contain any 'message' should not surprise, for Joyce was determined
that his book should not be didactic. In Stephen Hero, an earlier work,
he had written that this diffidence before absolute statements characterised
the modern artist. Joyce's method is indirect, relying on suggestion rather
than explicit commentary, on image rather than assertion. His discovery of the
commonplace as subject matter for art is striking, even if it owes something to
Wordsworth and the Romantic tradition. Joyce elicits an heroic dimension from
the ordinary situations of everyday life, but gives his major characters an
interior life which is devoid of the presence of God. In the thirteenth section
of Wandering Rocks, for instance, Stephen meditates on the dynamo without and
the heart within, symbols of external and internal worlds, of macrocosm and
microcosm:
"Throb
always without you and the throb always within. Your heart you sing of. I
between them. Where? Between two roaring worlds where they swirl, I. Shatter
them, one and both. But stun myself too in the blow. Shatter me you who can.
Bawd and Butcher were the words. I say! Not yet awhile. A look around."
Although
he temporarily withdraws his blasphemy, such withdrawal is disingenuous.
Stephen lashes out at the machine-like creation, the god without, and
presumably the dispenser of life, the god within, the God whom he called 'Bawd
and Butcher' in his Hamlet discourse. This concept of 'dio boia, hangman god'
is one which Bloom concurs with in Lestrygonians: 'God wants blood victim.' In
Circe, Stephen is more direct, and striking his characteristic Luciferian pose,
he defies his mother's exhortation to repent: 'Non serviam'...No! No! No! Break
my spirit all of you if you can! I'll bring you all to heel!' He will not
submit to any external authority, especially the Church which he claims
tyrannizes the human spirit. His spiritual condition is analysed in a passage
£rom Oxen of the Sun parodying the allegorical style of John Bunyan. Having
lost the bottle Holiness in his youth, he lacks the Grace to recover it. Pious
tries to help by telling him about heaven, and Chaste points him to the way.
Instead Stephen is beguiled by and flounders in Carnal Concupiscence. Bloom's
world view also allows no room for morality based on the Divine Law. His
acceptance of his wife's infidelity by coming to the rationalistic conclusion
that fidelity and infidelity coincide, charitable on the surface, is intended
more as a barb against purity. Life consists of a series of sexual sensations,
so that no one could ever expect his spouse to have preserved her virtue before
marriage, or to safeguard her chastity afterwards, Bloom suggests in Ithaca.
Committing adultery, he says, is, in any case 'less reprehensible than theft,
highway robbery, cruelty to children and animals, obtaining money under false
pretences' and so forth. Joyce reduces on the sly the seriousness of the moral
transgression by trivializing it under the cloak of comic language. The inner
world of man, then, is dominated by the sordid and the sexual, morose
delectation being paraded as heroic thought. Sin, or 'error' as Joyce preferred
to call it, becomes a means of 'liberation'. Nausicaa, Circe and Penelope are
particularly indelicate and offensive; Although Joyce claims to have recognized
both sides of human nature, the physical and the spiritual, there is a constant
denial and defiance of the supernatural order and the Church's authority on the
part of his major characters. If there is a spirituality, it is, paradoxically,
spirituality in reverse, a mysticism of the flesh as it were. Vices and virtues
become indistinguishable as Christian norms of conduct are discarded in order
to unfold a relativistic universe.
Divine
Providence is, predictably, not recognized as working in the lives of men. In
Ithaca we are told that Bloom remains skeptical of an afterlife, there being no
method of proceeding from the known earth to the unknown heaven. This
assumption denies Aquinas' 'five ways' of proving God's existence, especially
the teleological proof which leads to an architect of the universe by observing
that even the inanimate things of the world act in an ordered, purposeful way.
Bloom feels instead 'the cold of interstellar space' and 'the apathy of the
stars'. We are here far removed from Dante's splendid testimony to 'the love
that moves the sun and the other stars' (l'amore che muove il sole e l'altre
stelle). Bloom's act of kindness towards Stephen, the central moment in the
book, is commendable but must be judged from this supernatural perspective.
Although the unassuming gesture might save the Joycean universe from the
incertitude of the void and human isolation, charity is stripped entirely of
its Christian meaning being converted to mere humanitarian good will. In other
words, there is love of neighbour, but there is no love of God. Human love is
exalted at the expense of divine love throughout the novel. Consequently, an
ethical and moral ambiguity, if not subversiveness, pervades Ulysses.
D.M.
(1982)
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