HUSSERL, Edmund
Investigaciones lógicas
Revista de Occidente, 2ª ed., Madrid 1976.
(t. o.: Logische Untersuchungen, 2 vols.,
1900-1901)
INTRODUCCIÓN
El origen de esta obra se encuentra, según declara expresamente su autor, en el intento de dar una "explicación filosófica de la matemática pura" (concretamente, de la teoría y del método matemático, así como de los conceptos e intelecciones fundamentales de este tipo de saber). Esa fue, justamente, la pretensión de la obra primeriza de Husserl, la "Filosofía de la Aritmética" (1891). En ella se interferían mutuamente los aspectos lógicos y los psicológicos por virtud de la lógica entonces imperante, a la que Husserl en esa ocasión se atuvo. Era aquella una lógica psicologística y, por lo mismo, esencialmente subjetivista y relativista; de ahí que Husserl se sintiera bien pronto insatisfecho con ella, al reparar en la incompatibilidad del psicologismo con la objetividad de la matemática y, en general, de todo conocimiento científico.
La finalidad de las "Investigaciones lógicas" estriba en una nueva fundamentación de la lógica pura y de la teoría del conocimiento, sobre la base de una implacable crítica al psicologismo y tomando como punto de partida la rigurosa y nítida distinción de los aspectos lógicos y de las dimensiones psicológicas del conocer. Para la exacta comprensión del sentido global de esta obra es de especial importancia advertir que, a pesar del título que lleva, su intención no apunta solamente a las cuestiones propias de la lógica en su más estrecho significado, sino que se extiende a la totalidad del conocimiento científico en lo concerniente a su fundamentación más general y radical.
CONTENIDO
Las "Investigaciones lógicas" empiezan con unos extensos Prolegómenos a la lógica pura (en la 1ª edición alemana ocupan todo el volumen I), tras los cuales se encuentran las Investigaciones para la fenomenología y teoría del conocimiento. El mismo Husserl observa que más que "un libro" en el sentido literario, es una "cadena de investigaciones" en continua subida de nivel.
Los "Prolegómenos a la lógica pura" están fundamentalmente dedicados al estudio del psicologismo, cuya exposición y crítica desarrolla con una gran amplitud. Sin embargo, previamente a ese estudio del psicologismo examina detenidamente Husserl la cuestión de si la índole de arte o ciencia práctica es esencial a la lógica. Para Husserl, la "practicidad" es enteramente accidental a la lógica y ésta, en resolución, ha de concebirse como un saber teórico (la teoría de toda teoría científica), aunque susceptible, sin duda, de giros normativos y aplicaciones prácticas (análogamente a lo que sucede en el caso de la matemática, donde el saber aplicado tiene su fundamento en la matemática pura).
La exposición y crítica del psicologismo se lleva a cabo a través de siete densos capítulos, el último de los cuales se ocupa con el principio de la "economía del pensamiento", esencialmente instalada en la misma concepción. Para la demoledora crítica husserliana al psicologismo los capítulos más relevantes son los titulados "El psicologismo como relativismo escéptico" y "Los prejuicios psicológicos". Especialmente importante son las críticas a la interpretación psicologista del principio de contradicción y al relativismo tanto individual como específico o antropológico.
a) Investigación I: Expresión y significación
En el prólogo a la 2ª edición de las "Investigaciones lógicas" el propio Husserl atribuye a este estudio de la expresión y significación un "carácter meramente preparatorio", y hace constar que no resuelve plenamente los problemas tratados. Esta investigación I consiste principalmente en una serie de distinciones fenomenológicas encaminadas a aproximar al principiante a los problemas iniciales de la conciencia de la significación. La primera de estas distinciones es la que se establece entre la mera señal y la expresión. El signo que se reduce a una mera señal tiene exclusivamente una función indicativa, mientras que el signo que es ya una expresión posee, en cambio, un significado o sentido inteligible, además de la función indicativa que puede también desempeñar.
En el caso de la expresión, que es el que importa a la lógica como teoría de la ciencia, el análisis fenomenológico distingue entre el fenómeno físico de la expresión, el acto de dar sentido y el acto de cumplir el sentido. El fenómeno físico de la expresión es la palabra (oral o escrita). El acto de dar sentido hace que la expresión no se reduzca a un mero fenómeno físico, sino que apunte a un significado inteligible. Si este significado inteligible se presenta en una intuición, el acto correspondiente es el de cumplir el sentido; y si la intuición falta, el acto de dar sentido sólo hace presente una intención significativa (suficiente, no obstante, para que la expresión funcione como expresión y no como mera señal).
Otra importante distinción es la que Husserl hace entre el sentido (intuitivamente cumplido, o sin cumplir) y el objeto. Cabe que una expresión tenga sentido, sin que ningún objeto sea para ella posible. Así, v.gr. la expresión "cuadrado redondo" tiene un sentido (que es, sin duda, in contrasentido, mas no una falta de todo sentido en absoluto, como, por ejemplo, sería el caso de la expresión "un hombre y es" o "con según, por", etc), a pesar de lo cual ningún objeto queda nombrado con ella. (La distinción husserliana entre el sentido y el objeto se corresponde con la de Frege entre el sentido y la referencia o denotación. Tanto en Husserl como en Frege, lo designado no es dado de una manera directa, sino a través de un sentido y en conformidad con él).
Tampoco debe confundirse el sentido de la expresión con las imágenes ilustrativas que la fantasía ofrece para él. En el célebre ejemplo de Descartes, "el polígono de mil lados", se hace patente la incapacidad de la imagen para acoplarse al sentido inteligible de la expresión de que se trata. En general, las imágenes ilustrativas de la fantasía solamente funcionan como simples auxiliares de la comprensión, no propiamente como significaciones o sentidos.
b) Investigación II: La unidad ideal de la especie y las teorías modernas de la abstracción.
La significaciones son consideradas por Husserl como objetos universales. No son, en modo alguno, seres reales, sino, por el contrario, ideales, pero tienen un ser auténtico como correlatos de la validez de los juicios concernientes a ellos. Esta tesis de Husserl sirve de tránsito a la investigación II, que trata del problema de los objetos universales, a los que Husserl llama también específicos. La cuestión de la unidad ideal del universal es lo que él designa con el nombre de unidad "ideal de la especie" (aquí la palabra especie significa lo que no es individual, de modo que también entran en consideración los géneros, aunque no queden nombrados).
Esta investigación se inicia mostrando la diferencia entre los actos en que se nos hacen conscientes los objetos universales y los actos en que se nos hacen conscientes los objetos individuales. Dada esa irreductible diferencia entre ambos tipos de actos, se comprende que para Husserl, a pesar de algunos excesos efectivamente cometidos por el realismo de los conceptos, el término "objetos universales" ("objetos específicos") resulte imprescindible, con lo que también se explica que, además de proposiciones individuales, como "Sócrates es un hombre", haya también proposiciones individuales específicas, como "dos es un número par".
La unidad de cada especie debe, por tanto, entenderse como identidad, no como simple igualdad (esta última es la relación en que se encuentran los objetos pertenecientes a una especie idéntica). Y se trata, precisamente, de una unidad irreductible a la dispersa multiplicidad de los casos individuales. De ahí que el empirismo, al pretender sustituir la unidad de la especie por la multiplicidad de los casos integrantes de su extensión, venga a caer inevitablemente en un regressus in infinitum.
Según Husserl, en las teorías sobre los objetos universales ha habido fundamentalmente dos tergiversaciones, la hipóstasis metafísica y la hipóstasis psicológica, que han atribuido a estos objetos una existencia real: respectivamente fuera y en el pensamiento. Y contra ambas erróneas hipóstasis se levanta otra concepción no menos errónea: el nominalismo. A la hipóstasis metafísica se opone el nominalismo antiguo, y a la hipóstasis psicológica el nominalismo moderno. Husserl estima superados desde hace mucho tiempo los errores de la hipóstasis metafísica (realismo platonizante), pero cree en cambio necesaria la rigurosa impugnación de la hipóstasis psicológica (realismo psicologístico de Locke) y de las teorías del nominalismo moderno.
En la crítica a la concepción de Locke el argumento de más peso es la diferencia entre la imagen, siempre individual, que tenemos en la fantasía y la representación significativa. El error de Locke se pone especialmente de manifiesto en la consideración del célebre ejemplo de la idea de un triángulo universal, que habría de ser un triángulo que no fuese rectángulo, ni acutángulo, ni obtusángulo. Tal figura no puede existir ni fuera del pensamiento ni en él, y, por lo demás, cualquier imagen de un triángulo es, a su vez, un triángulo determinado y concreto, pero no lo que tienen en común todas las figuras triangulares.
Igualmente agudas son las críticas de Husserl a las teorías propuestas por el nominalismo moderno, en particular, las de Berkeley y Hume; pero en cambio, la propia doctrina husserliana sobre el peculiar modo de ser de lo universal o ideal no queda claramente establecida y desatiende, o ignora, la diferencia entre el ser en sentido propio y el mero o simple ser veritativo.
c) Investigación III: Sobre la teoría de los todos y las partes.
Husserl concibe esta investigación como una contribución a la teoría general (apriorística) de los objetos como tales (adelantándose algunos años, y en ciertos aspectos a la "teoría del objeto" de Meinong). Su punto de partida lo constituye la distinción, establecida por C. Stumpf (a quien Husserl dedica las "Investigaciones lógicas") entre contenidos independientes y no dependientes.
El nexo de esta investigación con la anterior viene dado por el hecho de que los contenidos abstractos son no-independientes, mientras que son independientes los contenidos concretos (véase el último capítulo de la Investigación II, sobre todo el parágrafo 41).
Husserl toma la palabra "partes" en una acepción muy amplia (según él, "en el sentido más amplio"), de acuerdo con lo cual es parte todo cuanto puede discernirse en un objeto, constituyendo a éste y, siendo por tanto, un "predicado real " suyo, pero no de carácter relativo. En el lenguaje común la palabra "parte" es entendida en el sentido de parte independiente como un "pedazo" (obsérvese que en el uso husserliano de la palabra "parte" ésta tiene una acepción mucho más amplia que la que posee en el lenguaje común, lo cual no constituye una novedad radical, puesto que en la terminología de la Escolástica la voz "parte" es tonada también en una amplísima acepción. Husserl, por cierto, no da ninguna muestra de conocer las teorías del todo y la parte en los grandes pensadores escolásticos).
Todo el capítulo 1 de esta Investigación está dedicado a fijar con exactitud la diferencia entre objetos independientes y no-independientes, de tal modo que resulte claramente manifiesta la índole esencial, y no meramente fáctica, de su contraposición. La independencia queda definida como la característica de lo que es "separadamente representable". De ello se infiere que lo no independiente es pensable tan sólo como parte, es decir, como algo que, en unión con otro contenido, forma un todo. (Son ejemplos de contenidos inseperables entre sí el color, la extensión y la figura).
También define Husserl la independencia y la no-independencia que él denomina relativas. "No independiente en el todo Y y relativamente al todo Y (o al conjunto total de contenidos determinados por Y) llamase a cada uno de sus contenidos parciales, que sólo como parte puede existir y como parte de una especie de todos representada en ese conjunto". Ello puede generalizarse de la siguiente forma: "un contenido a es relativamente no independiente con respecto a un contenido b, cuando existe una ley, fundada en las esencias genéricas a y b , según la cual, a priori, un contenido del género puro a sólo puede existir en (o enlazado con) un contenido del género b".
El capítulo 2, último de esta investigación, está integrado por una serie de "pensamientos para una teoría de las formas puras de los todos y de las partes". Hay distintas especies de partes y de todos, porque no toda parte está contenida en su todo de igual manera, ni toda parte se enlaza con otra de igual manera en la unidad del todo. Los parágrafos de mayor interés son el 21 ("Exacta determinación de los conceptos rigurosos de parte y de todo, así como de sus especies esenciales, por medio del concepto de fundamentación") y el 24 ("Los tipos formales puros de todos y de partes. El postulado de una teoría apriorística").
d) Investigación IV: La diferencia entre los significados independientes y la idea de la gramática pura.
Esta investigación no es realmente otra cosa que una aplicación de la diferencia entre objetos independientes y no-independientes a la esfera de la significación. La diferencia que aquí interesa constituye el fundamento imprescindible para determinar categorías significativas esenciales que hacen posible unas leyes de significación apriorísticas. El servicio que estas leyes prestan es el de separar el sentido y el sin-sentido, por lo cual no suministran leyes lógicas en acepción estricta, sino que se limitan a obviar el sin-sentido, mientras que las estrictas leyes lógicas evitan el contra-sentido o absurdo.
El punto de partida viene dado por la diferencia entre significaciones simples y compuestas. La expresión compuesta es expresión por tener una significación, a pesar de que sus partes son otras tantas expresiones. La imposibilidad de desmembrar y volver a desmembrar in infinitum las expresiones compuestas suministra la prueba de la necesidad, en definitiva, de expresiones simples. Una cuestión que inmediatamente se presenta es la de si la composición, o la simplicidad, de las significaciones es mero reflejo de la composición, o de las simplicidad, de los objetos. Husserl responde negativamente. Así, la misma expresión "objeto simple" es un evidente ejemplo de como un objeto simple puede estar representado por una significación compuesta.
Entre los problemas debatidos en esta investigación tiene particular interés los concernientes a la comprensión de los términos "sincategoremáticos" sueltos, las leyes a priori en la complexión de significaciones y la distinción entre el sentido y el contrasentido. Para Husserl, las incompatibilidades apriorísticas tienen, al menos parcialmente, su reflejo gramatical (las reglas del enlace gramatical de las partes de la oración). No hay un riguroso paralelismo entre las leyes apriorísticas de las incompatibilidades (y de los enlaces) y las leyes gramaticales correspondientes, pero sí una cierta repercusión, un cierto eco, de aquellas en éstas.
e) Investigación V: Sobre las vivencias intencionales y sus contenidos.
Todo significar acontece en una vivencia intencional, pero no toda vivencia intencional tiene carácter significativo. La Investigación V está toda ella dedicada a estudiar en general las vivencias intencionales y sus contenidos (tanto los de índole intencional como los que no tienen, en modo alguno, esta índole). Por vivencias intencionales se entiende aquí las que están dotadas de la propiedad da hallarse dirigidas o referidas a un objeto (lo mismo si lo alcanzan que si se limitan a apuntar a él).
Las cuestiones tratadas en esta Investigación han sido consideradas por Husserl problemas centrales en la fenomenología, por lo cual ha vuelto ulteriormente sobre ellas, introduciendo diversas modificaciones, principalmente, en lo que concierne a la terminología. La modificación más importante entre la que no son puramente terminológicas la constituye la admisión del concepto del yo puro, excluido por Husserl en la época a a la que pertenece una primera edición de las "Investigaciones lógicas". En esa época no concibe el yo de otra manera que como la pura y simple complexión de sus vivencias, el haz que estas constituyen tomadas en su unidad, y no algo sustancial a lo que ellas deban ser referidas como su centro común y permanente.
Los comienzos de esta Investigación tienen un claro sentido polémico. Se trata de una serie de discrepancias, por una parte, con el neokantiano Natorp y, por otra, con Brentano. En la discusión con Natorp merece destacarse la oposición a la tesis de que el yo no es objetivable. Husserl argumenta sosteniendo que cuando se afirma que el yo es aquello ante lo cual se da el objeto, ya se está, de algún modo, haciéndole objeto a su vez. Y la discrepancia con Brentano se refiere al concepto de los fenómenos psíquicos, dada la equivocidad de la voz "fenómeno", que puede significar tanto lo que aparece como el aparecer. Las vivencias intencionales, aclara Husserl, no son lo que aparece cuando están siendo vividas, pues lo que entonces queda intencionado o mentado son sus objetos, no ellas mismas.
Por otra parte, Husserl rechaza el uso de la expresión "objeto inmanente" si con ella se significa que el objeto intencional de la vivencia forma parte del contenido real de ésta. Si me represento, por ejemplo, al dios Júpiter, el contenido real de mi vivencia no incluye a este dios. La vivencia se limita a representarlo. Los verdaderos contenidos inmanentes no son, a la vez, intencionales ("No vemos sensaciones de color, sino cosas coloreadas; no oímos sensaciones de sonido, sino la canción de la cantante, etc.").
Pero no es menor la oposición de Husserl al uso de la expresión "objeto trascendente". Este objeto no sería representado si no fuese objeto intencional de la correspondiente representación. Al mantener esta teoría, se enuncia, dice Husserl, una proposición meramente analítica. (Hay aquí un eco del llamado "principio de la conciencia" o "principio de la inmanencia", según el cual es imposible pensar algo que trascienda al pensar, en el sentido de ser independiente de él, ya que por el hecho de pensarlo estamos ya haciéndolo relativo al pensamiento. Para la crítica de estas tesis es fundamental la distinción entre "el estar siendo pensado" y "lo que está siendo pensado"; lo primero implica el pensar, pero lo segundo no lo implica de suyo).
El capítulo III se ocupa de "La materia del acto y la representación base". Por acto se entiende aquí la vivencia intencional. Todo acto consta de "materia" y "cualidad".
Por ejemplo, un juicio puede tener la misma materia que un deseo, pero es cualitativamente diferente de todo acto desiderativo. En cambio, aunque todo juicio coincida con otro por su cualidad de acto judicativo, las respectivas materias los diversifican. La referencia objetiva determinada le viene a cada acto de su correspondiente materia.
Para fijar la relación entre la materia y la cualidad del acto cabe acudir al principio brentaniano según el cual "toda vivencia intencional, si no es una representación, tiene representaciones por base". Cuando los actos tienen el mismo contenido, y sólo se distinguen, en lo concerniente a su esencia intencional, por ser el uno un juicio, el otro un deseo, etc., entonces poseen esencialmente la misma representación base. Por consiguiente, "mientras cualquier otra esencia intencional es una complexión de la cualidad y materia, la esencia intencional de la representación es mera materia o mera cualidad". Las representaciones son, según esto, las únicas vivencias intencionales cuya esencia intencional es simple.
Husserl aplica sus análisis al caso especial del juicio. Nadie duda de que para todo juicio hay una representación que tiene de común con él la materia. ¿Se da el juicio agregando a esa representación la decisión judicativa? Husserl lo niega: "el asentimiento no es una cualidad de acto, que se agregue al acto anterior de mera representación".
Los capítulos 4 y 5 prolongan el estudio de las representaciones. Husserl somete a una prolija discusión el principio brentaniano del carácter fundamentante que la representación tiene para las otras vivencias intencionales, proponiendo diversas rectificaciones a la fórmula dada a este principio por el propio Brentano. Las dos rectificaciones principales son; 1) La que habla de representación únicamente en el sentido de la "representación nominal" (veáse el párrafo 33).
2) La que toma la representación en el sentido de acto objetivante. De acuerdo con este último Husserl reformula el principio brentaniano en los términos siguientes: "toda vivencia intencional, o es un acto objetivante, o tiene un acto objetivante por base" y ello de tal manera que la materia total de ese acto es, a la vez y de modo individualmente idéntico, su materia total (parágrafo 41).
f)Investigación VI: Elementos de un esclarecimiento fenomenológico del juicio
Es —según el propio Husserl— la más importante en sentido fenomenológico (en la primera edición ha sido sometida a una refundición totalmente a fondo, con series enteras de nuevos capítulos). Aunque el pensar y el conocer mediatos, quedan fuera del análisis, y tampoco se da una suficiente explicación de la evidencia mediata, esta investigación pone al descubierto algunas de las más hondas bases de la epistemología husserliana.
La investigación VI se ocupa, en primer lugar, con la cuestión de si todos los actos, o solamente algunas especies de ellos, pueden comportarse como depositarios de significación. El problema no se resuelve por el hecho de que todos los actos sean expresables (entendiendo por su "expresabilidad" la posibilidad de emitir enunciados acerca de ellos). Al ser expresados no funcionan los actos como depositantes de significación. El sentido de un juicio de percepción no puede residir en ésta (ya que puede entenderlo quien no tiene esa percepción, y puede permanecer idéntico, aunque la percepción se modifique). La percepción puede determinar la significación, pero no la contiene.
Seguidamente, Husserl examina las relaciones entre los actos intuitivos y los actos expresivos, limitándose al caso de las expresiones nominales; y, ante todo, considera la relación estática de unidad: el pensamiento que da significación se basa en una intuición y mediante ella se refiere a su objeto. La vivencia expresiva y la percepción correspondiente se fusionan en un acto de conocer (y lo mismo sucede si, en vez de percepción, hay representación imaginativa). En cambio, en las relación dinámica tenemos inicialmente el mero pensar (el simple concepto o la mera significación) como intención significativa todavía no satisfecha, y luego tenemos el cumplimiento de esa intención significativa por virtud de la intuición correspondiente. (Adviértase el influjo que sobre esta doctrina de Husserl tiene la concepción kantiana del conocimiento como síntesis del concepto y la intuición, según la célebre teoría de que las intuiciones sin los conceptos son ciegas, y los conceptos sin las intuiciones están vacíos. Sin embargo la teoría husserliana de las relaciones entre el concepto y la intuición es mucho más matizada y compleja que la de Kant).
También puede acontecer que una intuición se oponga a la intención significativa, pero ese mismo oponerses es una relación, una cierta síntesis. Y tanto la coincidencia como las oposiciones, totales y parciales, fundamentan formas de expresión predicativa y terminativa.
Hasta llegar al parágrafo 26 se lleva a cabo tan sólo una caracterización indirecta de las intenciones objetivantes y de sus variedades esenciales por las diferencias en las síntesis de cumplimiento, estableciéndose, asimismo, una fenomenología de los grados de cumplimiento. En el parágrafo 26 se ofrece una caracterización directa, basándose en el análisis de las anteriores consideradas en sí mismas, sin atender a sus posibles cumplimientos (el estudio de los grados de cumplimiento se ha hecho antes, en el mismo capítulo 3, al cual pertenece al parágrafo 26).
El capítulo 4, "Compatibilidad e incompatibilidad", tiene su parte más importante y concentrada en el parágrafo 33, que examina la unión por contrariedad y establece el carácter relativo de las compatibilidades y las incompatibilidades. Por último, el capítulo 5, que cierra la 1ª sección de la investigación VI y lleva por título "El ideal de la adecuación. Evidencia y verdad", empieza por la consideración de las diferencias de plenitud en el modo en que lo objetivo es representado. El grado máximo corresponde a lo que Husserl entiende por la auténtica adaequatio rei et intellectus, o sea, cuando lo objetivo es dado, o está presente, real y exactamente tal como lo que es en la intención (sin que quede ninguna intención parcial que carezca de cumplimiento).
Para Husserl, el sentido estricto o riguroso de la evidencia (dentro de la crítica del conocimiento) es la del caso en que el objeto no queda meramente mentado, sino que está dado tal como es mentado e identificado con la mención.— Su correlato objetivo es el ser en el sentido de la verdad. (Lo que Husserl designa de este modo es lo que en los círculos aristotélicos se denomina "el ser veritativo"). La evidencia no es un sentimiento, sino la vivencia de la verdad.
La segunda sección de la Investigación VI versa sobre "Sensibilidad y entendimiento" y su punto de partida lo constituye el problema del cumplimiento de las formas categoriales de significación. En las significaciones hay partes cuya expresión tiene lugar por medio de palabras formales, como, por ejemplo, "es", "no", "que", "yo", "algunos", "todos", etc. (en oposición a las que se expresan mediante la forma sustantiva y objetiva, singular y plural, etc. de las palabras). En la intuición o percepción sensible no hay nada que corresponda a estas formas categoriales. Y esto vale no sólo para el caso de la percepción externa, sino también para el de la interna: Por lo demás, el origen de las formas categoriales no puede estar en la reflexión sobre la percepción interna, porque lo único que de esa reflexión surge son los conceptos de actos psíquicos, mientras que las formas categoriales en cuestión no son esos actos ni los conceptos de ellos.
Ahora bien, debe existir "un acto que preste a los elementos categoriales de la significación los mismos servicios que la mera percepción sensible presta a los materiales a como quiera que esos servicios se cifran en el cumplimiento de la intención significativa y, a su vez, este cumplimiento tiene lugar en la percepción o intuición, resulta que hay que admitir, precisamente para las formas categoriales, una percepción o intuición no-sensible, en la que dichas formas se dan como su objeto. A este tipo de objeto lo llama Husserl categorial i ideal, frente a los objetos sensibles a los que también denomina reales (sin que esto quiera decir que los conciba como trascendentes).
Los objetos sensibles (también el yo y sus actos psíquicos, de los que tenemos percepción sensible interior) se presentan en percepciones que no están fundadas en otras. Se constituyen, por tanto, de un modo simple.
En cambio, los objetos de la percepción o intuición suprasensible son presentados por actos que presuponen otros actos, en los cuales se fundan y que son, en último término, percepciones sensibles.
Husserl enuncia una serie de antítesis que resumen su doctrina sobre la relación entre intuición y pensamiento: 1) la antítesis de la intuición y la significación, de suerte que la intuición, perceptiva o imaginativa, se opone al mero pensamiento como mero mentar significativo; 2) la antítesis de la intuición sensual y la categorial, de modo que los actos fundados en que la segunda se realiza funcionan como el pensamiento que intelectualiza a la primera; 3) la antítesis de la representación inadecuada y a la adecuada, siendo la inadecuada aquella en la que meramente pensamos que una situación es de tal o cual modo, mientras que, en la representación adecuada la situación es plenamente intuida como "ella misma"; 4) la antítesis de la intuición individual y la universal, pero de tal modo que no es la intuición sensible la única que pueda calificarse de individual.
La falta de claridad respecto de estas antítesis es reprochada por Husserl a Kant, acusándole, entre otras cosas, de no haber hecho la ampliación fundamental de los conceptos de percepción e intuición, por no haber apreciado suficientemente la diferencia entre la intuición y la significación. Y, en definitiva, todas las oscuridades radicales de la crítica kantiana del conocimiento provienen, según Husserl, de no haber visto Kanto con claridad lo peculiar de la intuición adecuada de esencias conceptuales y de proposiciones universalmente válidas como expresivas de leyes esenciales.
La tercera sección de la Investigación VI, mucho más breve que las anteriores, se titula "Esclarecimiento del problema inicial" y trata sumariamente varias cuestiones secundarias (en comparación con las ya examinadas).
VALORACIÓN DOCTRINAL
Tomadas en su conjunto las "Investigaciones lógicas" de Husserl son, indudablemente una de las obras capitales en la historia del pensamiento filosófico. La importancia de su doctrina y de su método se refleja en el poderoso influjo que ambos han tenido en la filosofía contemporánea y que se manifestó con anterioridad a la publicación de otras obras de Husserl. Y aunque es innegable la existencia de una transformación o evolución en el desarrollo del pensamiento husserliano, las bases y los motivos centrales de éste se encuentran ya, germinalmente al menos, en las "investigaciones lógicas".
La afirmación del carácter esencialmente teórico de la lógica enlaza a esta obra con una gran tradición, a la que también pertenece la concepción de la lógica en el pensamiento tomista, donde asimismo se reconoce, de un modo complementario, el valor de una lógica como arte, pero cuyo fundamento esencial se encuentra en la lógica teórica. Este problema no es de escaso interés, porque en él se discute la cuestión de si el último fundamento de las leyes lógicas es, o no, objetivo. El psicologismo, que concibe la lógica como una aplicación práctica de la psicología, termina por dar a las leyes lógicas un valor meramente subjetivo (es decir, concretamente, relativo a la psique humana y condicionado por ello, sin posibilidad, por lo mismo de una verdad absoluta).
En su crítica al psicologismo, Husserl llega a la raíz de la cuestión, que es el relativismo. La impugnación de éste por Husserl se mueve en la misma línea que la crítica que la línea aristótelica al escepticismo y relativismo de su tiempo. Creo que el conocimiento de la impugnación husserliana del relativismo es sumamente aconsejable para cuantos se inician en el estudio de la filosofía, pues su valor no es meramente histórico, sino que tiene un evidente alcance doctrinal. (Conviene tener en cuenta la extraordinaria eficacia que en nuestros días posee, sobre todo entre los jóvenes, un relativismo difuso y no claramente explícito, para cuya superación es muy provechoso abordar las fórmulas explícitas que Husserl somete a una crítica rigurosa). Por lo demás, aunque alguna vez se haya afirmado que la crítica de Husserl al relativismo adolece del defecto de no ser una crítica interna, la acusación resulta tan improcedente como lo sería el sostener otro tanto para la impuganación aristotélica del escepticismo, basándose en que ningún escéptico admitiría los supuestos desde los cuales desarrolla Aristóteles su impugnación.
Otro de los más claros valores positivos del pensamiento de Husserl en esta obra es su defensa del conocimiento intelectual como esencialmente diferente del conocimiento sensorial. El lugar más destacado de esta defensa es la Investigación II, sobre todo en los argumentos que hacen patente la radical falsedad de los intentos de reducir la unidad del universal a la dispersa multiplicidad de los componentes individuales de su extensión. Para apreciar en todo su valor la aportación positiva de Husserl en este punto, es conveniente recordar como el nominalismo que él decididamente rechaza, ha contribuido a fomentar el sensualismo y el materialismo fundamentalmente adversos a la espiritualidad del alma humana y a toda la diferencia esencial entre el hombre y los animales irracionales.
Junto a esto hay que observar, sin embargo, que la concepción husserliana del universal está lastrada por dos graves inconvenientes: 1º) la falta de una teoría genética de la abstracción; 2º) la interpretación del ser según el modelo del ser veritativo, desde el punto de vista univocista y que, por consiguiente, atribuye a los objetos abstractos tanto valor ontológico como el que poseen los objetos cuya concreción llega hasta la individualidad. Por lo que se refiere a la ausencia de una teoría genética de la abstracción, hay que subrayar que se trata de una necesaria consecuencia de un método exclusivamente fenomenológico, como es, sin duda, el utilizado por Husserl. Un método que se caracteriza de ese modo se atendrá, por fuerza únicamente a los datos que se presentan ante la conciencia reflexiva, sin ir nunca más allá de estos datos, ni siquiera en el caso de que su cabal explicación remita (como sucede en la doctrina aristotélica del intelecto agente) a un factor que no se presenta como un dato inmediato de la descripción fenomenológica, pero que se infiere de los hechos.
Otra laguna en el pensamiento de las "Investigaciones lógicas" es la constituida por la falta de una clara distinción del sentido de lo "real". Esta falta explica que unas veces llame Husserl objeto real al objeto sensible, mientras que en otras ocasiones aplica el término "real" para designar lo "verdadero" (lo que "verdaderamente" es), de modo que no puede entonces comprenderse que contraponga al ser real el ser ideal, ya que sostiene que éste se haya dotado de un verdadero ser. todas estas vacilaciones pueden quizás explicarse por el temor de Husserl a hacer una "metafísica realista" en la más clásica acepción de este término. (En cualquier caso, la reclusión de Husserl en el ámbito de la conciencia está bien clara en las "investigaciones lógicas", sin que haya que aguardar a otros escritos posteriores).
El estilo de Husserl en esta obra (aunque no sólo en ella) resulta frecuentemente reiterativo y farragoso, lo cual dificulta considerablemente la lectura. También contribuye a esta dificultad la excesiva atención prestada por Husserl a las equivocidades del lenguaje (tanto del filosófico como del vulgar o común), con lo que no pocas veces se ve el lector asaltado por la tentación de pensar que se halla ante simples cuestiones terminológicas. Sin embargo, el esfuerzo por vencer estas dificultades en las lecturas suele quedar compensado con la adquisición de un buen hábito de exactitud y rigor.
A.M.P. (1988)
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