HARRIS, Marvin

Caníbales y reyes. Los orígenes de la cultura

Argos Vergara, Barcelona 1983, 286 pp.

CONTENIDO

a)Método: el materialismo cultural.

Harris pretende en su libro explicar la evolución del género humano. Según él, los cambios de modos de vida, de sistemas de producción, etc., se explican a través de los costos y beneficios materiales que supongan. Así pues, a pesar de que ha habido y hay gran diversidad de culturas, todas tienen un punto de partida común, que es la presión demográfica. Lo explica del siguiente modo: la presión demográfica requiere una intensificación de la producción para poder mantener el mismo nivel de vida. Esta intensificación, a la larga, produce un agotamiento ambiental por lo que, para sobrevivir, se cambia el sistema de producción.

En cada capítulo Harris explica distintas manifestaciones culturales según su método. Lo hace siguiendo un orden cronológico y relacionándolas entre sí.

b) Desarrollo: ofrecemos a continuación un resumen del libro capítulo a capítulo. Además, hay una introducción y un epílogo, donde el autor explica su método y cuenta cómo es necesario conocer la evolución cultural para que el futuro, aunque no lo podamos cambiar, sepamos afrontarlo siendo conscientes de esas fuerzas impersonales de tipo económico que han determinado, determinan y seguirán determinando la vida de los pueblos.

CAPÍTULO PRIMERO: Cultura y naturaleza.

Hay un proceso inteligible que preside el mantenimiento de formas culturales comunes, que inicia cambios y que determina sus transformaciones a lo largo de sendas paralelas o divergentes.

El núcleo de este proceso es la tendencia a intensificar la producción. La intensificación —la inversión de más tierra, agua, minerales, o energía por unidad de tiempo y área— es, a su vez, una periódica respuesta a las amenazas contra los niveles de vida. En tiempos primitivos, tales amenazas surgían, principalmente, de las modificaciones climáticas  y de las migraciones de animales y personas.

En un primer momento se dio el infanticidio femenino como medio de control de la población, pero nuestros antepasados prefirieron el aumento de la producción para mejorar el nivel de vida antes que el infanticidio, ya que esto producía un gran trauma.

CAPÍTULO SEGUNDO: Asesinatos en el Paraíso.

Los hombres del paleolítico, debido a sus buenas técnicas de caza, estaban muy bien alimentados. Estos hombres no tenían problemas de inanición ni necesitaban trabajar de sol a sol para poderse alimentar. Había distintos grupos: unos eran más carnívoros y otros más herbívoros.

El desarrollo de la agricultura dio por resultado un aumento del trabajo per capita.

Como base para explicar la transición de la caza a la producción agrícola se sostiene que los grupos, por impulso natural, tienden a asentarse. Pero esto no es cierto porque pueblos actuales con las mismas características no se asientan ni se dejan ser asentados. Es absurdo pensar también que aquellos hombres que observaban y pintaban a los animales con tanto detalle y que llevaban registros cronológicos, no fueran capaces de conocer el significado biológico de las simientes.

Los cazadores-recolectores, ¿cómo hacían para mantener baja la población? Tenían muchos recursos y no se puede decir tampoco que las mujeres no fueran fértiles (tenían unos diez hijos en periodo de fecundidad); además, como se venía pensando, las enfermedades no eran lo fundamental del mantenimiento de la población. En el paleolítico superior la salud se mantiene, e incluso es buena; es después cuando aparece una verdadera depresión de la salud.

Se recurría al infanticidio y al geronticidio cuando los pueblos se encontraban bajo graves tensiones. Sospecho que sólo un grupo que se encuentra bajo graves tensiones económicas y demográficas recurriría al aborto como principal método de regulación de la población.

CAPÍTULO TERCERO: El origen de la agricultura.

El período transcurrido entre hace 30.000 y 12.000 años marcó el punto culminante de millones de años de lenta evolución tecnológica durante los cuales nuestros antepasados de la edad de piedra perfeccionaron, gradualmente, los útiles y las técnicas para vivir de la caza de grandes animales terrestres. Los cambios de clima produjeron el cambio de los animales y de los vegetales; esto produjo a su vez cambios en la forma de vida. Pero estas características no se dan por igual: la retirada de los glaciares y la intensificación de la caza mayor no tuvo precisamente las mismas consecuencias en Europa que en Oriente Medio.

Se da una extinción de animales debido a los cazadores-recolectores. Estos animales se reproducían más lentamente pero los hombres tenían necesidad de ellos debido al aumento de la población. Se piensa que la extinción no fue provocada por un profundo crecimiento de la población humana sino, sencillamente, por un intento de mantener las pautas dietéticas y bajas tasas de aborto e infanticidio frente al número menor de animales de presa.

El agotamiento, debido a la caza de los animales, produjo un cambio en la dieta. En ciertos sectores de población los esfuerzos primarios de subsistencia se desviaron gradualmente de los animales y se volcaron en las plantas. Como en el caso de la caza, la intensificación de la labranza dio lugar a una serie de progresos tecnológicos. La horticultura, o la jardinería rudimentaria, fueron seguidas por la agricultura, que dependió cada vez más de la irrigación.

CAPÍTULO CUARTO: El origen de la guerra.

La mayoría de los cazadores-recolectores conocidos por los investigadores modernos lleva a cabo alguna forma de combate intergrupal, en el cual los equipos de guerreros intentan deliberadamente matarse entre sí. Aunque también es verdad que existían algunos grupos que intentaban evitar la guerra.

Algunos estudiosos son partidarios de la tesis que sostiene que la guerra se originó con las comunidades aldeanas. El crecimiento demográfico produjo la necesidad de implantarse en nuevas tierras y así desplazar a los grupos más débiles que se encontraban asentados en estas tierras.

Otros antropólogos niegan la existencia de estos combates, ya que las comunidades eran reducidas y estaban demasiado diseminadas; así pues, la guerra era totalmente irracional y antieconómica.

También existe la teoría de la guerra como solidaridad. Según esta teoría, la guerra es el precio que se paga para crear la unidad grupal. El hecho de tener enemigos externos crea un sentimiento de identidad grupal e intensifica el espíritu de cuerpo. El grupo que lucha junto permanece unido.

Existe otra teoría que es la de la guerra como naturaleza humana. La explicación que dan algunos antropólogos al hecho de la guerra, fuera de definirla como algo aborrecible o valioso, es decir que la naturaleza humana está dotada de un impulso criminal.

Por fin, señalaremos la teoría de la guerra como política. Esta teoría sostiene que la guerra se sostiene cuando un grupo quiere mejorar su situación política, social y económica a costa de otro grupo.

Pero la guerra afecta drásticamente a la cantidad de mujeres y por esto merma la reproducción humana. La guerra en estas sociedades grupales y aldeanas dio especificidad sexual a la práctica del infanticidio femenino. En la sociedad guerrera tenía más valor y se le daba mejor trato al niño que a la niña; la niña moría por la despreocupación o por su simple asesinato.

Así pues, tanto la guerra y el infanticidio como la jerarquía sexual que acompañaba estos azotes, fueron provocados por la necesidad de dispersar a las poblaciones y de disminuir sus tasas de crecimiento.

CAPÍTULO QUINTO: Las proteínas y el pueblo feroz.

Los yanomano constituyen un caso crucial no sólo porque son una de las sociedades aldeanas mejor estudiadas en las que la guerra se practica activamente. Se ha negado que el alto nivel de homicidios dentro y entre las aldeas sea causado por presiones reproductoras o ecológicas; esto se ha dicho ya que podrían aprovechar terrenos con los suficientes recursos para su alimentación.

No he dicho que los pueblos que practican la guerra nunca sufrirán un incremento de la población, más bien sostuve que la guerra puede impedir que la población aumente hasta el punto en el que agota permanentemente el medio ambiente.

Únicamente si la población apremia en contra de los recursos, tiene sentido no criar tantas niñas como varones.

Queda claro que la amenaza de agotamiento de los recursos animales es la que provoca las escisiones y dispersiones de las aldeas. Así pues, se demuestra que el caso de los yanomano fortalece la teoría de que la guerra grupal y aldeana forma parte de un sistema para dispersar a las poblaciones y reducir su tasa de crecimiento.

CAPÍTULO SEXTO: El origen de la supremacía masculina y el complejo de Edipo.

Las instituciones políticas de las sociedades grupales y  aldeanas también suelen estar dominadas por los hombres.

El dominio que el hombre ejerce en estas sociedades grupales viene dado también por la división del trabajo. Las mujeres realizaban tareas duras: recoger leña, moler, etc. Estas sociedades sexualmente asimétricas se originaron por la guerra y por el monopolio de los hombres sobre las armas. La guerra exigía la organización de comunidades en torno a un grupo residente de padres, hermanos y sus hijos. La persona femenina no era más, por así decirlo, que un mero objeto, en algunas circunstancias, con el que se podía comerciar.

Podríamos decir que el ya conocido complejo de Edipo conduce a una conclusión: la guerra fue la causa del complejo de Edipo.

CAPÍTULO SÉPTIMO: El origen de los estados prístinos.

Antes de la evolución del Estado, en la mayoría de las sociedades aldeanas y grupales, el ser humano gozaba de una libertad política y económica que hoy sólo goza una minoría privilegiada. Antes se organizaban un ritmo de trabajo individual; las mujeres también, pese a su subordinación a los hombres.

Con la aparición del Estado los hombres no pudieron utilizar gratuitamente la generosidad de la naturaleza, sino que debieron utilizar los bienes naturales pidiendo permiso a otro mediante el pago de tributos, impuestos o trabajo extra. La aparición del Estado supuso para el mundo la pérdida de la libertad y el cambio a la esclavitud.

CAPÍTULO OCTAVO: Los estados precolombinos de mesoamérica.

Algunos arqueólogos sostienen que las presiones ecológicas y reproductoras tuvieron poco que ver con el surgimiento del Estado de mesoamérica. Más bien evolucionó a partir de un sometimiento voluntario a una teocracia benévola. La agricultura fue el principal sostenimiento de estas culturas (excedente agrícola). El estudio de la producción agrícola de los valles de Teotihuacán y México nos muestran tres amplias fases de intensificaciones agrícolas seguidas por tres cambios en el modo de producción: la intensificación de la agricultura de poda y quema de las laderas, la irrigación por canales alimentados por manantiales, y la construcción de las "chinampas" (jardines flotantes fabulosamente productivos). Cada una de estas etapas implicaba inversiones iniciales y de construcción progresivamente mayores, pero a largo plazo todas sostenían densidades de población más altas y estados más grandes y poderosos.

CAPÍTULO NOVENO: El reino caníbal.

El canibalismo se ha dado en algunos pueblos fundamentalmente como un acto religioso. Podríamos explicar este fenómeno desde un punto de vista freudiano aunque no es del todo conveniente: como dice Eli Sagan, el canibalismo es la forma de agresividad humana más importante, porque supone un compromiso entre amar a la víctima en la forma de comerla y matarla porque nos frustra.

En otras zonas el surgimiento de estados o imperios contribuyó a la desaparición de las pautas anteriores de sacrificio humano y canibalismo.

¿Por qué sólo en mesoamérica aparece el canibalismo? Por los agotamientos específicos del ecosistema mesoamericano bajo el impacto de siglos de intensificación y de crecimiento demográfico, como en los costos y beneficios de utilizar carne humana como fuente de proteínas animales a falta de fuentes más baratas.

CAPÍTULO DÉCIMO: El Cordero de la Misericordia.

Aunque bien es verdad que no en todas las sociedades ha existido el canibalismo, sí en una gran mayoría han existido los sacrificios de seres humanos a los dioses y su tortura.

Existe una relación estrechísima entre la escasez de ganado doméstico en mesoamérica y la peculiar intensidad del culto del sacrificio humano entre los aztecas.

Los aztecas pensaban que no merecía la pena ofrecer a sus dioses corazones de pavos y perros, puesto que a éstos había que alimentarlos con cereal y carne respectivamente, y era absurdo hacer pasar ese material comestible por una cadena más antes de ser ingerido por el hombre. Sin embargo, en Europa la ventaja de los animales domésticos es que son herbívoros y se alimentan de rastrojos y otros vegetales que no le son útiles como alimento directamente al hombre.

CAPÍTULO DECIMOPRIMERO: Carne prohibida.

La domesticación de animales se dio por un intento de conservación que se deterioró por la destrucción de la megafauna del pleistoceno. Pero dado el aumento demográfico el hombre necesitó una mayor cantidad de materias para alimentarse. La mayoría de los pueblos dieron una supremacía a la agricultura sobre la ganadería, pues una caloría humana gastada en la agricultura producía más que si se gastaba en la ganadería. Pero los animales son valiosos, además, no sólo por su carne, sino por su fuerza, que puede ser utilizada en otras actividades, y por su aprovisionamiento de fertilizantes y también porque pueden producir leche, etc. Esto explica que los animales domésticos fueran cada vez menos utilizados como fuente únicamente de carne. También fue la base para que la ganadería no desapareciera.

CAPÍTULO DECIMOSEGUNDO: El origen de la vaca sagrada.

En un principio la carne de vaca era un producto alimenticio en la India, es más, era bastante apetecible y deseable. ¿Cómo es que hoy en día la vaca es sagrada y su consumo está prohibido? Los textos sagrados nos muestran y reflejan cambios graduales de actitud durante un periodo prolongado en el cual un número cada vez mayor de personas llegó a considerar la ingestión de animales domesticados —sobre todo vacas y bueyes— como algo abominable.

CAPÍTULO DECIMOTERCERO: La trampa hidráulica.

Los antiguos imperios compartían una característica: cada uno de ellos era una sociedad hidráulica. Cada uno de ellos se desarrolló en medio de planicies áridas y semiáridas y valles alimentados por grandes ríos. Mediante presas, canales, control de corrientes y proyectos de desagüe, los funcionarios desviaban el agua de estos ríos y las enviaban a las tierras de los campesinos. El agua era el factor más importante de la producción. La agricultura hidráulica preindustrial condujo constantemente a la evolución de burocracias agroadministrativas sumamente despóticas.

Los ciclos en estas sociedades consistían en que las dinastías nuevas tenían contento al pueblo puesto que les proporcionaban la suficiente cantidad de agua para la agricultura; mientras que aquellas dinastías que llevaban mucho tiempo en el poder se despreocupaban del pueblo y no les proporcionaban los suficientes recursos para la agricultura. Así pues, el pueblo enfadado se rebelaba y hacía que cayera la dinastía para subir al poder otra que les hiciera más caso. Esto se repetía constantemente.

CAPÍTULO DECIMOCUARTO: El origen del capitalismo.

En el capitalismo sucede también que los más poderosos explotan a los más pobres. En los comienzos la explotación es mayor debido a la necesidad de trabajo de los pobres para poder comer.

El capitalismo es un paso más en la historia en el que hay unas clases determinadas y bajo unas bases diferentes el hombre también se mueve por lo que necesita para su subsistencia.

CAPÍTULO DECIMOQUINTO: La burbuja industrial.

El principal instrumento para aumentar la producción disminuyendo los costos es sustituir la mano de obra humana por las máquinas. Esto explica que el sistema capitalista esté intrínsecamente unido a la Revolución Industrial.

La subida del nivel de vida no llegó hasta el siglo XIX y además supuso unos altos costos previos: infanticidio, posterior utilización del niño como mano de obra y, como consecuencia, descendimiento del control de la población infantil, degradación urbana, etc.

Actualmente las fuerzas energéticas que ponían en marcha la maquinaria se están agotando, por lo que se prevé un cambio de sistema de producción en los países industrializados.

VALORACIÓN CIENTÍFICA

El objetivo fundamental del "materialismo cultural" es explicar el origen, mantenimiento y cambio del inventario global de diferencias y similitudes socioculturales.

Para Marvin Harris, y tal como lo vemos reflejado en el libro, los diferentes pueblos basan su cultura y su manera de pensar según las necesidades materiales que les sean convenientes. Así pues, ante el crecimiento demográfico, los pueblos antiguos han buscado única y exclusivamente unas medidas puramente materiales para paliar ese problema. Como medida válida para Marvin Harris, llevada a cabo por pueblos prehistóricos para hacer frente a la escasez de alimentos ante un crecimiento de la población demasiado exagerado, se encuentra la del aborto y la del infanticidio (por supuesto, y así lo refleja en el libro, él está totalmente a favor de los anticonceptivos como medio de regular el crecimiento de la población).

Por otra parte, la moralidad o la forma de pensar de los pueblos no han tenido importancia en la evolución de éstos. Más bien, la importancia de la evolución de los pueblos radica fundamentalmente en las necesidades materiales que han tenido. Es más, el desarrollo cultural de muchos pueblos y su manera de pensar ha evolucionado debido a las necesidades materiales que estos pueblos han tenido; y así, la moralidad, la ideología, han sido fruto de la manera de resolver los problemas materiales.

Pero, ¿qué es la ciencia para Marvin Harris? Lo que Marvin Harris considera como ciencia es el procedimiento para conocer la realidad. ¿Cómo conocemos la realidad? Para Marvin Harris el conocimiento de la realidad resulta del empirismo de Hume, del positivismo lógico y del principio de falsabilidad de Popper. Teniendo en cuenta que la cultura es un invento del hombre, el decir que la cultura de los pueblos, como afirma Marvin Harris, se basa en las condiciones materiales, es reducir al hombre a la misma materialidad. Sin duda alguna se podría decir, y es cosa que todo el mundo debe asentir, que explicar la cultura por la simple materialidad es un craso error. Aunque es verdad que el hombre es materia y necesita de la materia existente en el mundo para poder vivir, también hay que tener en cuenta que el hombre es espíritu y en las culturas y en las formas de pensar de los pueblos subyacen unas condiciones fundamentalmente espirituales.

VALORACIÓN DOCTRINAL

Harris plantea las religiones como resultado de necesidades económicas y nunca de creencias espirituales. Su referencia a los sacrificios que realizaban los judíos, narrados en el Antiguo Testamento, es totalmente impropia, ya que no los toma como lo que son: ofrecimientos a Dios hechos por los hombres venerando y sometiéndose a Dios Creador y Señor de todas las cosas. También hace afirmaciones erróneas sobre el Cristianismo, niega totalmente la espiritualidad del hombre y virtudes cristianas como la fe, la esperanza, la caridad, etc. Son simplemente justificaciones de una actuación económica determinada.

A nivel moral, Marvin Harris se muestra a favor del aborto, de la anticoncepción y de todo método para controlar la natalidad. Por otro lado, hace alusión a todo tipo de aberraciones, entre ellas las sexuales. No cree que se den por razones genéticas, sino por necesidades materiales (tanto una cosa como la otra son erróneas, pues eliminan la libertad humana). Así pues, Harris plantea una moral relativa y práctica: actos buenos serán los que den beneficios económicos y malos los que cuesten económicamente.

Por último, Harris no cree en la libertad humana. No es el hombre quien crea la cultura, sino la economía, por lo que el hombre no puede cambiar el futuro, sólo afrontarlo sabiendo qué fuerzas causaron la diversidad de culturas. Como consecuencia, la historia es un conjunto de ciclos donde en distintos momentos se repite lo mismo. La verdadera historia es lineal y en ella los hombres actúan libremente. Está guiada por la Providencia divina y su meta es también Dios.

Concluyendo, Harris plantea una antropología material donde se niega por completo la trascendencia y la libertad.

 

                                                                                                    M.G. y G.F.I. (1986)

 

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