LE GUILLOU, M.-J.

Le mystre du Pre

Fayard,Paris 1973, 291 pp.

 

CONTENIDODE LA OBRA

Elsubttulo del libro Foi des Aptres. Gnoses actuelles resume las tesis de fondo: la confusin doctrinalexistente es una nueva crisis gnstica, un reverdecer del gnosticismo siemprepresente en la historia de la Iglesia, y el nico camino para superar estacrisis pasa por la confesin de la fe apostlica. Ha llegado la hora de losgrandes discernimientos en la luz del Espritu. Pero esta obra slo puedelograrse mediante la oracin incesante, con llanto y temblor. Por eso, soyconsciente de la gravedad del acto que he realizado al publicar este libro, quetrata de las cuestiones ms radicales de la fe (p. III).

Lanaturaleza del libro es descrita en estos trminos: Lejos de ser un simpleestudio acadmico, es una toma de posicin teolgica, de una franqueza y unanitidez tales que algunos encontrarn escandalosa (p. II). El propsito delautor es ofrecer un juicio sobre la actual situacin doctrinal, sin granaparato crtico aunque muestra un amplio conocimiento de la filosofa, lateologa y de su historia; y un severo diagnstico sobre la situacin teolgicacontempornea.

El libro se divide en cuatro partes: Confesionapostolique de l'Eglise; L'hermneutique du tmoignage trinitaire; La drive dela Vrit; Aux fondements de la dogmatique. En su desarrollo, el autor trata de trestemas fundamentales: 1) Crtica de la situacin teolgica actual y de suhistoria anterior; 2) la vuelta a Dios Padre y la necesidad de confesar la feapostlica cosa slo posible dentro de la Iglesia, para sobrepasar estacrisis; y 3) exposicin de algunos fundamentos de la dogmtica rechazados hoypor algunos con mayor fuerza.

1.Crtica de la situacin actual y de su historia anterior

Unpunto de referencia para describir este apartado puede ser el libro de C.Fabro, L'Avventura della teologia progressista (Milano 1974). Los juicios sobre la situacin actual son por lo generalplenamente coincidentes. El haber escogido el pensamiento gnstico como clavepara interpretar la actual crisis doctrinal, permite a Le Guillou enmarcar sucrtica en un panorama ms teolgico que el escogido por Fabro, aunque ste, encambio, tiene mayor profundidad filosfica y un conocimiento mucho ms ampliode la metafsica tomista y de la filosofa moderna.

Sinembargo, al criticar la historia de la filosofa moderna, tambin Le Guilloupone de manifiesto cmo sta deriva de la teologa Occam, Lutero, etc., ycmo, en definitiva por arrancar de planteamientos teolgicos errneos, llevaen s misma graves errores filosficos.

Lasospecha de auto-justificacin

Lagnosis es, antes que nada, una actitud de espritu. Ha sido siempre un parsitoendmico que ha amenazado a la fe cristiana, al menos, en las zonas marginalesde la Iglesia. En pocas cuya cultura tiene fuerte estructura metafsica, lagnosis toma formas esotricas; en pocas en las que se pierde el sentido de laVerdad, la gnosis intenta introducir su proyecto sofstico como norma de la fe(cfr. p. 11). Se trata, pues, de una perversin de la verdad cristiana, deexcepcional gravedad, por su carcter insidiosamente equvoco: se sirve de losmismos trminos que la fe, pero entendindolos a su manera. El fiel creyenteante esta gnosis siente una vaga molestia: presiente que algo no va, que losobjetos de la fe han sido descentrados de la verdad orgnica del dogma. Esque el gnstico no est guiado en sus convicciones por la fe teologal. Elgnstico cree por todo tipo de razones, excepto por aqulla que es endefinitiva determinante para la fe: que Dios se ha querido revelar tal como es(p. 12). Le Guillou advierte con sagacidad y la alusin parece dirigida aRahner que la gnosis comienza, por lo general, como una apologticapretenciosa y descarriada: quiere ofrecer alos hombres una fe creble. Peroal situar los elementos del cristianismo desde una perspectiva extraa a lavisin propia de la fe, los pervierte... Una vez hecho esto, desconoce loespecfico de la Revelacin cristiana y rompe su organicidad (p. 12).

Digamosque el motivo formal de la fe del gnstico es lo creble apologticamente.De ah no slo que est fuera de la fe en aquellos artculos del Credo que niega, sino tambin en los que acepta, ya quelos ha descentrado, los ha desgajado de la verdad orgnica del dogma. Alcomenzar y presentarse la gnosis como una pretenciosa apologa, arrastra trass a algunos eclesisticos de buena voluntad, pero que no hunden sus races enuna slida formacin.

Elautor manifiesta que lo que est sucediendo no es una discusin entreprofesores, sino un ataque gravsimo a la fe de la Iglesia. Para remediar estasituacin propone despertar en los cristianos el sentido de la confesin. Pero, qu es confesar la fe? Es manifestar la radicalincompatibilidad entre las dos lgicas espirituales: la de la gnosis por una parte, que procede de la reinterpretacin de los temas cristianos siguiendo la ley deesplendor cultural de una civilizacin en crisis; y por otra parte, la de laregla de la fe, en virtud de la cual la Iglesia se mantiene en la norma del testimonio apostlico, reconociendo ah la mismaforma, la nica forma de laRevelacin de Dios a los hombres en Jesucristo (ibid.).

Lagnosis pretende olvidar que la confesin de fe cristiana es la misma confesinde fe de los apstoles, que permanece siempre en la fe viva de la Iglesia; poreso, pretende re-interpretar el dogma desde un punto de vista extrao a laTradicin y al Magisterio de la Iglesia. En la poca actual, este intento estinfluenciado en buena parte por el sistema marxista: La tesis de Marx quepresenta la religin como una sobreestructura ideolgica elaborada por laclase dirigente para alienar al proletariado, pesa de un modo considerable enlos esfuerzos de la gnosis actual por encontrar un nuevo punto de apoyo desdeel que re-interpretar la verdad cristiana. Esta gnosis puede calificarse dehetero-interpretacin y rechazo de la interpretacin que el Magisterio de laIglesia norma prxima para el telogo hace de la verdad que el Seor leconfi. En todos los dominios de la verdad cristiana, aparece hoy en da esegnero de hetero-interpretacin gnsticaque denuncia la interpretacin eclesial como irracional, chocante con el pensamientomoderno y antievanglica. Elconjunto de estas crticas tiene su origen en una actitud servil respecto a unconjunto de tesis emparentadas con Marx, Nietzsche y Freud... (p. 26).

Lainfluencia protestante

Elrechazo de la interpretacin comprensin apostlica de la fe, ms an que deMarx, procede del protestantismo y de la desvalorizacin luterana de las obrashumanas, de la synergie humano-divine, caractristique de la sacramentalit del'Eglise (p. 27). En Barth y Bonhoeffer, esta oposicin (entre Iglesia,sacramentos, sacerdocio ministerial y la soberana libertad de Dios) seradicaliza hasta llegar a una oposicin fe-religin, segn la cual toda expresin religiosa de la ferepresentara una amenaza para la fe autntica, ya que pretende ofrecerlealguna cosa como fundamento humano o garanta (ibid.).

Alpretender arrebatar a la Iglesia la mediacin entre el hombre y Dios, entreganla mediacin a este mundo secularizado: Paradjicamente, para salvar la purezadel acto de fe, para salvarlo de toda interpretacin eclesial, elprotestantismo prefiere entregarlo a cualquier tipo de heterointerpretacinimpuesto por el mundo secularizado: por una parte, exgesis cientfica neutra, y por otra hermenutica cultural dirigidapor la situacin histrico-poltica (pp. 27-28).

Ela priori de la credibilidad

A laautoridad de la Revelacin, recogida y formulada en la confesin apostlica,transmitida por la Tradicin bajo la guarda del Magisterio, se sustituye comonorma de fe el juicio de credibilidad supuesto como posible en una situacincultural dada. Es este principio de fondo el que inspira, de modo consciente oinconsciente segn los casos, toda una adaptacin litrgica, pastoral ycatequtica, en muchos sectores de la Iglesia en Europa y Amrica (p. 29). Sepretende, sin contradecir abiertamente el dogma, reducirlo a un fsilinsignificante. Al trmino de esta hbil estrategia, se hace prcticamenteinsignificante la doctrina catlica (...)Entonces, en la ctedra de un concilio pancristiano, podr aparecer la NuevaIglesia. La verdad de la Iglesia no ser ms que una cuestin de mentalidadcultural (p. 29).

LeGuillou seala las diferencias que son accidentales entre la gnosis actual yla del s. II. Mientras que sta poda calificarse de maximalismo de carcterteosfico, aqulla consiste en un minimalismo de tipo antropocntrico. Peroestas diferencias accidentales estn contenidas bajo un gnero comn: lahetero-interpretacin. Como resultado de esta actitud, la teologa actual esincluso incapaz de determinar sus propios criterios. La dogmtica gnstica seve obligada a refugiarse en un vaco epistemolgico entre dosheterointerpretaciones: la que proviene de hiptesis exegticas discordantesla exgesis, desgajada de la tradicin viva de la Iglesia, no es capaz deofrecer un criterio formal de comprensin de la Revelacin, y la que provienede valores culturales incoherentes. As pues, la actual teologa gnsticaparece turbada por el conflicto de hermenuticas, pero en lugar de dudar delas opciones fundamentales que le han llevado a tamaa confusin, intentainstitucionalizar su propia confusin estableciendo como postulado la necesidadde un pluralismo teolgico, y en definitiva, el pluralismo teolgico pretendefundarse sobre un pluralismo de la misma fe (p. 34).

Todoest preparado para la alianza entre la gnosis y las diversas ideologas delmomento. Las diversas ideologas de `liberacin' que, para mejor asegurar lasacralizacin de una libertad anrquica sin arch, sin origen, comienzan por levantarse contra todasacralidad paternal, se fundan exclusivamente en el desarrollo del hombre.Ninguna se funda en la verdad del ser. Son la expresin de un estado deservidumbre y conducen a la servidumbre. La psicologa est en condiciones decomprobarlo, y la ontologa de mostrar el porqu.

Entonces,el telogo, por poco que sepa de lo que habla, no deber confundir nunca elEspritu que procede del Padre, con el sueo de una libertad irreal producidaen situacin de cautividad. Lo que los hombres tienen derecho a esperar de l,en la Iglesia, no es una complicidad con las ilusiones a las que les abandonasu condicin de hurfanos (p. 275).

Historiade este movimiento gnstico

Elautor dedica a este punto la parte tercera del libro: La drive de la Vrit(XIV-XX sicle) (pp. 131-200). Endefinitiva expone una crtica al principio de inmanencia, mostrando que se hallegado a l por desviaciones teolgicas. Afirma que el dao se encontraba yapresente en el agustinismo medieval. Con Occam se rompe el equilibrio tendricode la teologa, fundado sobre la economa trinitaria: lo arbitrario seconstituye en el principio segn el cual se movera la voluntad divina. Atravs del Compendium de Biel,esta corriente voluntarista se encuentra en el subsuelo de las tesis luteranassobre la corrupcin fundamental de la razn humana, lo arbitrario de laVoluntad divina, la identificacin entre concupiscencia y pecado original. Por otra parte, con Eckhart lametafsica dionisiana de la participacin, arrancada del concepto tomista decausalidad creadora, cede a la seduccin del monismo. Es en esta corrientedonde se encuentra una de las ideas bsicas de Lutero: la total pasividad delhombre ante Dios y ante su gracia (cfr. pp. 140-141).

Lasalvacin deviene en el luteranismo un concepto primero, susceptible de serinterpretado en trminos de concepcin pasiva. De ah que Lutero, abandonandolos presupuestos del orden teolgico y an antropolgico, tal y como se hanmanifestado por la Revelacin y tambin por el conocimiento metafsico, selance a buscar una hermenutica de salvacin. Pero sta ya slo podr descansar en criterios subjetivos. Y todo loque la teologa luterana deber reconquistar a continuacin, en el orden delconocimiento objetivo del misterio sufrir inevitablemente la ley del subjetivoprevio. As surge un problema hermenutico insoluble     en s mismo, sobre la basede la tesis de la justificacin por la fe (p. 145).

Asse abre de nuevo la puerta a las interpretaciones gnsticas, extraas a lanorma eclesial del Nuevo Testamento, y esto en el mismo momento en que sepretende ofrecer la Escritura como regla de fe. Arrancada a la interpretacinde la Iglesia, la Escritura ser entregada a tantas hetero-interpretacionescuantas filosofas haya. El eclipse del principio tendrico en la experiencialuterana, tendr como consecuencia directa el rechazo de lo que, en la Iglesia,ha constituido (segn la expresin de S. Ireneo) el sistema: la apostolicidad, la sacramentalidad, la santidad,en tanto que ellas prolongan la instrumentalidad divino-humana del misterio deCristo (p. 145).

Elautor resalta la obra de Trento, pero afirma que lleg demasiado tarde. Lascarencias y deficiencias teolgicas dice en una frase muy confusa repercutenen la vida de las Iglesias suscitadas por la renovacin misionera... EstasIglesias sern prcticamente incapaces de asumir la cultura de su pas y notendrn preparacin para hacer frente a la evolucin moderna del mundo (p.150).

Despus,ilustra los diversos avatares de la subjetividad desde Lutero hasta nuestrosdas. A partir del momento en que el mundo y el hombre no aparecen situados yade modo absoluto en y por el ser (...), el hombre debe adelantarse con el finde conocer el sentido y la verdad. Se convierte en el nico ser, en referenciaal cual podr situarse el mundo, ser comprendido y utilizado como objeto. Por consiguiente, es como sujeto como har asumirsu trabajo, comenzando por asumirse a s mismo. Pretende erigir su subjetividadcomo lugar y a la vez como fundamento del sentido. Para Lutero, el criterio dela fe cristiana, su verdad, resida en la certeza de la salvacin. Comoconsecuencia del eclipse del misterio tendrico, por primera vez, la figura dela subjetividad pasa a primer plano: Dios slo puede hacerse presente alhombre mediante el acontecimiento subjetivo de la salvacin, como `Dios param', y (...) despus, ya nada podr impedir que la idea de salvacin sesubordine al proyecto autocreador del hombre. La salvacin se convertir, segnesta perspectiva secularizada, en liberacin respecto a lasdeterminaciones-limitaciones del ser humano, a partir del dinamismo de unasubjetividad indefinidamente anhelante (p. 154).

2.La vuelta a Dios Padre y la necesidad de confesar la fe apostlica

Entrelos discursos de la gnosis y la palabra veraz de los Apstoles existe unaoposicin clara e irreductible. La gnosis se ajusta servilmente a las imgenesque los hombres se dan de s mismos; el testimonio apostlico tiene la audaciade oponerse a este mundo mundanizado, y en l se hace presente el mismotestimonio del Seor (p. 35).

Essta la parte menos elaborada del libro y donde se encuentran msimprecisiones. En efecto, el autor habla mucho de confesin de fe, deconfesin de la fe apostlica, de testimonio trinitario en la confesinapostlica, etc., sin precisar qu entiende por ello. Es necesario, pues,deducir cada vez su sentido preciso por el contexto, cosa que, en ocasiones,resulta difcil. A la vez, utiliza con gran profusin el trmino hermenutica,y aunque dedica una amplia nota (pp. 15-17) a explicar su uso, tampoco llega aconcretar qu quiere decir concretamente con este vocablo. S deja claro, encambio, que es imposible una hermenutica sin que exista en su trasfondoconsciente o inconscientemente-- toda una concepcin del hombre, del espritu,del lenguaje y, finalmente, del ser.

Laconfesin apostlica de la Iglesia

LosApstoles han estado ms directamente en contacto con el Principio, es decir elPadre hecho visible en Jesucristo. Poresta razn, ellos son y tienen los testimonios absolutamente imperecederos dela verdad (p. 35). Se les ha dado la inteligencia de las Escrituras; les hasido desvelado lo que estaba en el origen y en el corazn de todas las cosas:el Padre que, desde toda la eternidad, nos envuelve en el amor con que ama a suHijo nico. La experiencia apostlica es una, y normativa para siempre. Laexperiencia eclesial, que ha recibido esa misma norma, es, por s, unitaria, adiferencia de la gnosis (p. 39). As en la vida de la Iglesia, todo procedeorgnicamente de la libre eleccin divina, del libre y misericordioso designiodel Padre en favor de su pueblo. Y la sucesin apostlica no se define como latransmisin de una cosa. Es la insercin de los obispos en laconfesin apostlica de la verdad del Padre.En ella, a travs de una sucesin ministerial desarrollada en el tiempo, formanun nico cuerpo asegurando una funcin escatolgica: la custodia del testimoniotrinitario para la salvacin del mundo. Esa estructura eclesial, en suconjunto, remite al misterio de Cristo (...) La pregunta: `De dnde vienes?',`De quin tienes tu autoridad?', juega un papel tan esencial a travs de todoel Evangelio que parece que ella preside el problema entero de la verdad.Existe la verdad en relacin, explcitamente afirmada, a Aquel queenva. El origen absoluto de la misin ydel apostolado es, en ltimo trmino, el Padre (p. 42).

Elmisterio del Padre

Frentea la crisis gnstica, no es suficiente invocar el criterio de la regla de fe yde la sucesin apostlica: es necesario, adems, poner de relieve el principiocatlico de la confesin que guardan regla de fe y sucesin apostlica: eltestimonio dado por el Hijo y por el Espritu Santo a la Verdad del Padre (cfr.p. 60). Entramos con esta frase en el terreno ms confuso quiz de todo ellibro.

Evidentemente, el designio del Padreconsiste en la recapitulacin de toutes les choses l'intrieur du mystrepascal du Christ (p. 63). Este designio divino precede al hombre desdetoda la eternidad . Es este designio la razn de su existencia. Los hombres son elegidos en el Hijo,el Unico, el Elegido, pues el Padre ha colocado en El desde siempre suscomplacencias. Es este designio de adopcin el que se encuentra ya presente enla creacin del hombre. La cruz dice el autor citando a S. Ireneo en tantoque recapitulacin sacrificial, constituye el eje absoluto de la mismacreacin: Articulando a la vez creacin y redencin, la Potencia de Dios queacta en vistas de la adopcin en Cristo crucificado, es la Potencia misma delPadre, la expresin ms reveladora de la paternidad divina (p. 80).

Prrafoscomo este no son infrecuentes. A veces parece encontrarse cierta dificultadpara unir estas expresiones con el hecho de que todas las operaciones adextra son comunes a las tres divinasPersonas. La dificultad aumenta cuando el autor intenta ilustrar lacorrespondencia que ciertamente hay entre las relaciones intratrinitarias ylas misiones ad extra  (cfr. p.e., pp. 103 y ss.). Se hadejado un aspecto a oscuras, olvidado: el modo hiposttico de existir lasPersonas es el mismo en su procesin consustancial y en su misin econmica. Enconsecuencia, todo lo que concierne al Siervo slo puede atribuirse ala naturaleza humana de Cristo, no a su Persona de Hijo (p. 103). Hay que entender bien esta frase para nocaer en el error de afirmar la existencia de dos personas en Cristo, pues lasacciones y pasiones de un supuesto siempre son acciones o pasiones de lapersona, no de la naturaleza solamente.

Noignora el autor la dificultad de explicar el orden que no extraa desigualdaden las Procesiones: Los Padres capadocios afirmaron que la monarqua del Padreno rebaja la dignidad de las otras Personas, que son iguales en divinidad. Peroparece que aceptan, sin darse cuenta, la equivalencia metafsica establecidapor sus adversarios entre orden y desigualdad, y son contrarios a rechazar quela Revelacin haya mostrado el orden de las procesiones personales en Dios (p. 102).

Detodas formas, las escasas pginas dedicadas a Santo Toms (117-124) puedensubsanar lo que hay de falta de precisin en estas expresiones.

3.Exposicin de algunos fundamentos de la Dogmtica

Latesis de fondo puede encontrarse resumida en este prrafo: Frente a una gnosismoderna que pretende que la teologa deba ser una teologa no metafsica, noautoritaria y libre en la cuestin hermenutica (D.R., p. 35), nosotros debemosmostrar que la involucin recproca del misterio pascual y del testimoniotrinitario nos da la unidad hermenutica de la economa y de la teologa segnuna fundacin de ser y una instauracinde sentido, cuyo origen es elmisterio del Padre (p. 203).

Crticaa algunos representantes del neo-tomismo: sobre la renovacin tomista hapesado el gravamen de una tradicin que no ha sido siempre fiel al pensamientoms original de Santo Toms sobre el ser (...), que ha determinado laorientacin de lo que se ha llamado `escolstica trascendental', que afirma lapreponderancia del devenir de la conciencia. El significado de los trminosmetafsicos fundamentales, como esse, ens, essentia, etc., se toma entonces en funcin de esta relacin;o mejor, es la relacin misma. Se trata de una perspectiva fundamentalmentekantiana. Por su postura antimetafsica e historicista, tiene granresponsabilidad en la actual desintegracin de la teologa.

Deeste modo, paradjicamente, un movimiento que se pretenda de inspiracintomista se desarrolla bajo la perspectiva de la subjetividad trascendental. Aslgicamente se proclama en la Iglesia la existencia de un `pluralismoespiritual insuperable', que en adelante impedira al Magisterio hacerdeclaraciones doctrinales de carcter positivo. Se demuestra as, de modoclarsimo, que quien comienza por el principio de inmanencia y acepta elpostulado moderno de que la conciencia determina al ser, ya no puede concebirel significado de las categoras fundamentales de la tradicin cristiana (pp.205 s.).

Elactus essendi

Elautor propugna como bsica para la dogmtica una atencin esmerada al actusessendi: da una exposicin correcta, aunqueno muy profunda de la nocin tomista de acto de ser; son muy escasas las citasde Santo Toms.

Lascosas no estn presentes, sino en relacin unas con otras; slo en el hombre,el ser se vuelve presente segn su sentido: Intelligere nihil aliud est quamaliquid praesentialiter habere. Ahora bien,las cosas no estn presentes ms que en cuanto son lo que son: La esencia slo se hace presente en acto de ser.El ser se hace presente en lo que las cosas son en s mismas (esencia), peroson precisamente por el acto de ser (actus essendi) (...) La presencia de todas las cosas en su ltimo carcterconcreto procede del ser por esencia (Ipsum esse subsistens), es decir Aquel que es pura y simplemente, y que nosotros llamamos Dios. Elmisterio de la presencia revela en ltima instancia la causalidaddivina del ser que produce a la vez ladistincin de Dios y la pertenencia esencial de la criatura al Creador. Dehecho, por lo mismo que Dios causa el ser, que es lo que hay de ms ntimo yprofundo en todas las cosas y el acto de todo lo que hay en ellas, Dios comocausa propia del ser se encuentra presente en lo ms ntimo de todas las cosasy en la fuente misma de sus facultades y de su obrar (pp. 216 s.). En estaslneas se nota el influjo de C. Fabro, al que el autor no cita.

Elsentido del ser es desvelado en ltima instancia por la Revelacin y, a la vez,es imprescindible para poder captarla: Slo Dios habla bien de Dios. Slo Diosrevela el Sentido ltimo del ser. Y lo hace revelando a Jesucristo como Sentidooriginario y escatolgico (p. 253). Por esto no toda ontologa es susceptiblede servir adecuadamente a la expresin teolgica de la Revelacin. Hemos deconstatar que, tambin en pocas en las que la organicidad de la Iglesia no eradirectamente discutida, la falta de instrumentos filosficos o el recurso ainstrumentos insuficientes, si no ha sido peligroso, al menos ha tenidoconsecuencias deplorables para los creyentes, a medio o a largo plazo (p.257).

LaDogmtica debe fundarse, pues, sobre la confesin apostlica guardada por laIglesia, y usar como instrumento una recta concepcin del ser: Reencontrar la plenitudy el esplendor del testimonio trinitario, tal nos parece ser, al trmino deesta obra, la tarea ms urgente de la teologa. Este redescubrimiento llevaconsigo, por su misma lgica interna, por una parte el dejar claro eltestimonio apostlico como norma imperecedera de la fe, y por otra larevalorizacin del misterio escatolgico encargado de hacer presente en laIglesia la confesin apostlica (ministerio episcopal conferido por elministerio del sucesor de Pedro) (p. 279).

Podemosconcluir esta exposicin con tres observaciones de Le Guillou, que son muysignificativas:

Igualque el Evangelio implica la conversin espiritual y la sumisin orante alEspritu, la elaboracin teolgica exige una misma comunin de vida en lalibertad del Espritu. Slo mediante esta comunin haremos el aprendizaje de laPalabra y la libertad cristiana (p. 281).

Hablarde Dios es lo ms importante para servir a la humanidad: No hemos descubiertoya que las certezas ms humildes las de la razn slo nos son dadasconcretamente a travs del misterio de Dios? Durante mucho tiempo hemos credoque nos eran dadas naturalmente, pero habamos olvidado que lo natural en smismo es un don, y que slo Dios protege las cosas humanas. Esto significa enverdad que tratar de Dios es tratar de la realidad humana ms seriamente queocupndose directamente de ella (pp. 283 s.).

No sepuede concebir a la Iglesia en relacin dialctica con el mundo: Ese esprecisamente el error que est a la base de todas las distorsiones 'hermenuticas'actuales (...): consiste en poner una relacin dialctica de tipo hegelianoentre la Iglesia y el mundo , como si el sentido de la  historia debiera ser reconciliarescatolgicamente en alguna totalidad que ahorrara el juicio de Cristo (p.292).

VALORACINCIENTFICA

Eldiagnstico sobre la situacin actual de la teologa es grave y profundo, yamplio el conocimiento de la materia que demuestra el autor. Menos elaboradas,aunque acertadas en general, las pginas dedicadas al actus essendi y al valor de la metafsica. El tema de la confesinde fe apostlica y la correspondencia entre las relaciones intratrinitarias ylas misiones parece escrito con prisas y con cierta ligereza. As, por ej.,hubiera sido muy til para una mayor precisin haber seguido de cerca las qq.1-8 de la S.Th., II-II, dedicadasa la virtud de la fe.

VALORACINDOCTRINAL

Lastesis que vertebran el libro no lesionan la Doctrina de la Fe. Es evidente,adems, el slido conocimiento teolgico del autor y su juicio negativo en tornoa la gnosis actual. De ah que las imprecisiones que se contienen en la obra,por lo general, quiz puedan estimarse como expresiones menos felices algunasdebidas al lenguaje de que se sirve, y algunas de las cuales quedanrectificadas a lo largo de toda la obra.

Juntoa las imprecisiones que hemos hecho notar, es necesario destacar algunas otrasque no son rectificadas a lo largo de la obra. Recogemos slo las msimportantes.

1)Existe un abuso claro del trmino exprience. No son infrecuentes frases comosta: La experiencia apostlica es... La experiencia eclesial... (p. 39).Aunque este trmino no aparezca cargado de la significacin que le dio elmodernismo, su uso con frecuencia no es correcto y se encuentra al borde delequvoco. No es lo mismo la virtud de la fe que la experiencia que se tiene dela fe.

2) Elautor habla alguna vez de la estructura sacramental de la Iglesia, sealandolas races luteranas del desprecio de los sacramentos. Sin embargo, a veces, dala impresin de que el ministerio apostlico tiene como fin primordial quizexclusivo la confesin de la fe: En todas sus modalidades, el ministerio apostlico est ordenado a la confesin del misterio trinitario salvfico(p. 43). Es necesario decir que por el ministerio apostlico no slo se predicala fe en su pureza, sino que se realiza la salvacin que se predica mediante laadministracin de los sacramentos.

3) Noes clara la exposicin del carcter sacrificial de la Muerte de Cristo. Enefecto, critica de modo destemplado no sin cierta ridiculizacin lo que llamainflacin soteriolgica, sobre todo en San Anselmo; sin exponer, en cambio,en sus justos lmites, el tema de la justicia divina y la gravedad del pecado.Junto a esto se encuentran frases un tanto ambiguas: La sangre de la cruz noes un precio pagado al Padre, y muchomenos al demonio. Es la donacin integral hecha por Jess a sus hermanos parasuperar a ese precio la apostasade su libertad... No se trata de la justicia vindicativa de un Dios airadocontra sus criaturas pecadoras y exigente de una reparacin por su honorultrajado. Consiste en manteneren favor del hombre, contra la edad de cautividad injusta en que ha cado, lagracia de la primera adopcin. El Padre nos da mediante el sacrificio de Jesucristoel medio de ser fieles a la justicia de su propia gracia (p. 94). Es evidentelo injusto de la ridiculizacin. Evidente tambin que el Seor muri para satisfacer a la justicia divina por nuestros pecados (cfr. porej., Dz. 286, 794, 993. Suma Teolgica, III, q. 48, aa. 2-4; q. 49, aa. 1-4). Las frases citadas subviertenel contenido del Dogma. Ntese, adems, que en ningn momento el autor habla dela gravedad del pecado en cuanto ofensa a Dios.

4)Tambin es confusa la siguiente frase: Al trmino de su obediencia pascual,cuando todo est consumado, el Hijo devuelveen las manos de su Padre el Espriturecibido de El (Mt. XXVII, 50). Pero el misterio de la pascua concluye con latransmisin a los hombres, por el Siervo resucitado, del mismo Espritueterno (p. 95). Le Guillou parece decir Esprit est escrito las dos veces con maysculas, que ensu muerte el Seor pone en manos del Padre el Espritu Santo. Lo que San Mateodice es bien distinto: emisit spiritum (el alma humana de Cristo).

5) Enlas pp. 1-2 se cita a Ren Pucheu, que habla en trminos angustiosos de laactual situacin de crisis: La Iglesia explota. La Iglesia se disuelve. Miproteccin estalla... Cristiano errante... La enfermedad de los catlicos esuna crisis de identidad... Estoy aterrado. El autor debera haber puntualizadoque esto no es verdad. El cristiano tiene siempre un punto de referencia a lamano: la doctrina clara del Magisterio universal de la Iglesia. Bastara leerlas encclicas de S. Po X, Len XIII, Po XI y Po XII para no sentirse comoun judo errante.

6)Resultan especialmente confusas las pginas en que habla de Freud, al quecalifica de ejemplo memorable de la fecundidad del judasmo en el mundomoderno (p. 197). Tras afirmar que en el siglo XIX fueron algunos artistasHlderlin, Baudelaire, Balzac, Dickens, Dostoievsky los que se dieron cuentadel olvido en que haba cado el misterio del Padre, estableciendo una analogaentre el padre natural y el Padre de los cielos, dir: Pero el primero que hadefinido y generalizado racionalmente esta analoga ha sido Freud (p. 196).No es exagerado describir la cura psicoanaltica como una puesta a pruebasensible y metdica de la vida entera del sujeto a travs del quintomandamiento: `Honra a tu padre y a tu madre, a fin de que se prolonguen losdas en la tierra que te da Yahv tu Dios' (Ex. XX, 12) (p. 197), aunque diceLe Guillou Freud no ha tenido en cuenta el final del versculo.

7) Enesta misma lnea, en pp. 268-270 expone una imagen un tanto curiosa: el hijomanifiesta al Padre como principio y autoridad; en cambio la hija, porque hacereferencia al misterio del Padre a travs del amor con el que envuelve al hijo,refleja algo del Espritu en el que el Hijo permanece.

8)Son muy dbiles las pginas (50-52) dedicadas a Exgse ecclsiale etEucharistie. Aunque no hay afirmacionesexplcitamente errneas, no se habla del carcter sacrificial de la Santa Misay de que ella no la confesin de la fe es el centro de la vida de la Iglesia.

Enconclusin, aunque no venga avalada con aparato crtico, esta obra puedeestimarse en su conjunto como una denuncia de algunos aspectos de la actualconfusin doctrinal, y las tesis de fondo pueden ser de cierto inters. Sinembargo, las imprecisiones, abundantes, restan al libro la mayor parte de sutilidad.

L.F.M.S. y D.E. (1975)

 

Volver al ndice de las Recensiones del Opus Dei

Ver ndice de las notas bibliogrficas del Opus Dei

Ir al INDEX del Opus Dei

Ir a Libros silenciados y Documentos internos (del Opus Dei)

Ir a la pgina principal