GINER, Salvador
Sociología
Editorial Península, Barcelona 1983.
Índice de la reseña
1. Datos bibliográficos
2. Apartados comentados
3. Lectura crítica
3.1. Metodología
3.2. Naturaleza humana
3.2.1. ¿Qué es el hombre?
3.3.1. Cultura
3.3.2. Socialización
3.4. Economía
3.4.1. División del trabajo
3.4.2. Las clases sociales
3.4.3. Conflicto social
4. Valoración doctrinal
1. Datos bibliográficos
Autor: Salvador Giner
Título: Sociología
Ed. Península., 16ª edición, Barcelona 1983
Título original: Sociologia (edición catalana, 1967)
2. Apartados comentados
Naturaleza de la sociología: p. 15
Dimensiones primordiales de la realidad: p. 31
Cultura y proceso de socialización: p. 63
División del trabajo y desigualdad social: p. 104
El conflicto social: p. 176
3. Lectura crítica
3.1. Metodología
Giner parte de unos presupuestos positivistas que quedan reflejados en el método que propone.
Sólo acepta como campo de estudio el aspecto exterior de las actuaciones humanas en la sociedad, obtenidas a partir de la observación de la experiencia, no preguntándose por las disposiciones interiores que le mueven a obrar. No pretende "presentar vislumbres intuitivos acerca de la naturaleza de los fenómenos sociales".
Trabaja con las llamadas teorías de alcance medio, para no perder así la cercanía de la experimentación y comprobación empírica estableciendo un grado aceptable de generalización que permita un desarrollo progresivo de los conocimientos acerca de la sociedad. Serán corregidas y perfeccionadas por elaboraciones posteriores que aproximen más la teoría a la realidad.
Se parte de hipótesis planteadas intuitivamente, siendo conveniente que se vean respaldadas por experiencias previas. Se elaboran entonces definiciones operativas principalmente en trabajos anteriores de probada eficacia, es decir, una aclaración, alcance y significación de los conceptos a emplear; la investigación podrá ser así juzgada posteriormente en los términos en que fue planteada.
La investigación sociológica empezará cuando todos los elementos anteriores, junto con la elección de modelos adecuados vayan montándose a la vez y refinándose a medida que avanza la pesquisa sobre los datos. Tal pesquisa debe ser una interpretación causal para poder ser llamada sociológica con propiedad.
El método es de suyo lícito, pero es altamente peligroso. Será correcto en la medida en que siendo consciente de sus propias limitaciones, y por tratarse de una ciencia que estudia al hombre, acepte las reglas del juego por él mismo impuestas y no las traspase en su desarrollo científico.
Niega cualquier realidad trascendente en el hombre y en la sociedad, y es entonces cuando pierde validez toda la construcción sociológica.
Debe estar informada, en sus principios fundamentales, por una correcta filosofía, cosa de la que escapa Giner con el engaño de pretender una metodología moralmente neutra, una sociología que pueda quedar desligada de cualquier valoración ética en aras a alcanzar una sociología científica aceptable por todos. Aplicará en los casos que se requiera los instrumentos filosóficos que se hagan compatibles con su metodología positivista.
3.2. La naturaleza humana, fundamentación de su sociología
El punto que parece clave y que le permite hacer funcionar todo el engranaje de su sociología es su concepción del hombre.
Imbuido en un positivismo como sistema metodológico y en un conductismo como explicación filosófica-sociológica que se refleja en toda la obra, el hombre queda dibujado en unos aspectos puramente materiales, de experiencia sensible.
La pretensión de realizar un estudio del comportamiento social en su aspecto meramente externo y experimentable no debe parecer ilícita en sí misma, pero perderá su validez en el momento en que tal visión sea utilizada como fundamentación filosófica.
No quiere reflejar un hombre con realidad suprasensible para no traicionar sus criterios epistemológicos: "son rasgos peculiares... en aquellos aspectos que les caracterizan por tener relevancia sociológica. Es importante tener esto en cuenta ya que presentan una visión limitada de lo que es el hombre". Para pasar a contradecirse inmediatamente quedando invalidada tal pretensión metodológica porque será tomada como criterio único y explicativo de cualquier hecho social; es más, toda conducta o actuación encontrará su justificación en las notas que da de la naturaleza humana, sin dar opción a cualquier otra visión.
Las ansias por conferir objetividad a su ciencia, las aspiraciones a una "neutralidad ética" se verán truncadas con el intento de dar una explicación totalizadora desde su punto de vista sociológico a los objetos de estudio que le son propios.
"Los postulados que siguen son sólo algunos de los que necesitamos, a mi juicio, para desarrollar una teoría social empíricamente sólida".
Evidentemente, al intentar demarcar qué es el hombre, excederá a su propio campo, entrando en el terreno de la filosofía. No serán rasgos sociológicos lo que dé, sino que será la fundamentación filosófica de su sociología.
Por esto desde las raíces queda inválida su sociología a nivel global, en cuanto que sale del campo propio de la sociología, escapando así a la posibilidad de ser juzgada por sus propios métodos. Debería por tanto orientar estos postulados de partida a la luz de una recta fundamentación filosófica.
3.2.1. Qué es el hombre para Giner
La primera afirmación que realiza, categórica, es que "los seres humanos son animales, y sus rasgos animales son, en gran medida, la base de la vida social de la especie, que se expresa según las tendencias biológicas de respuesta emocional e instintiva innatas a ella".
Evidentemente, a partir de aquí, construirá una sociología absolutamente viciada, que se dejará ver a lo largo del libro: el hombre es simplemente un animal. No existe ninguna diferencia realmente esencial que nos haga distintos del resto de las especies animales.
Por lo tanto, como él mismo dice, el hombre buscará constantemente maximizar su satisfacción física, de poder, de situación dentro de la capa social, según los condicionantes ambientales y sociales exteriores lo permitan. "No existe límite innato al apetito del hombre por la apropiación de bienes, honores, poder, privilegios y servicios"; existe la tendencia hacia una conducta altruista, pero siempre enfocada hacia los fines señalados. Los intereses del individuo se verán ejercidos en detrimento del interés de los demás.
Sujetándose a la falsa pretensión metodológica de realizar una sociología éticamente neutra, y no escapar del campo de estudio que le es propio, realiza un retrato de la especie humana absolutamente a ras de suelo. Como hemos dicho anteriormente, el intento de trazar una naturaleza humana supone unos contenidos que escapan absolutamente a las pretensiones sociológicas. Es necesario acudir a presupuestos filosóficos; Giner lo hace, tomando unos postulados erróneos.
Elimina cualquier vislumbre de trascendencia al hombre, el hombre es un animal.
Con tal afirmación, se alcanzan consecuencias prácticamente inmediatas: el hombre no es libre, responde a una serie de estímulos sensibles. Cualquier trascendencia se hace imposible: no se habla de un alma humana sustrato de sus acciones espirituales, no se habla de una ley natural estable. Nunca debe hablarse de acciones morales; para el hombre no existe el bien y el mal; primero porque depende de la moral de situación que impere en la sociedad, y porque el hombre se comporta como tal, y simplemente obedece a imperativos de su naturaleza.
El hombre no está ligado a ninguna ley natural. Parece que el hombre no pueda tomar conciencia de sus propios actos, está necesariamente dirigido a maximizar su satisfacción. Y no parece que esto contraríe su naturaleza, simplemente es parte del egoísmo característico de la raza humana. El único límite a su obrar se encontrará en las cortapisas que pueda presentar la sociedad del momento, o según lo permitan los recursos disponibles. El obrar moral pierde su sentido, ya que no hay ley natural.
Al anular las disposiciones interiores como posibilidad de estudio, cualquier intento de hablar de libertad humana queda entrecomillado; no podrá entenderse se tiene en cuenta la existencia de una voluntad libre que permita la elección de actos. No tiene cabida en el hombre una conciencia moral; la conciencia es fruto de un aspecto interno del hombre según condicionantes externos, siguiendo y a la vez sobrepasando las limitaciones impuestas por el método de sus capacidades individuales, de su proceso de aprendizaje, de los recursos ambientales. El hombre responde a los estímulos ambientales buscando el mayor grado de satisfacción y poder posible. El "haz el bien y evita el mal" queda subordinado, condicionado al beneficio que de los demás se pueda sacar con tal actuación.
De otra parte, la sociabilidad del hombre le viene en cuanto que tiene comportamiento animal. Y se verá cohesionada por la creación de unos mitos, de lazos comunitarios. La sociedad aparece como la posibilidad de ver realizadas las ansias de maximizar poder, satisfacción y status. Si puede obtener sus intereses individualmente no lo hará colectivamente.
Parece negar la natural sociabilidad humana como vehículo imprescindible de perfeccionamiento de la naturaleza humana individual. Son como animales que se organizan siguiendo los dictados de su instinto, impulsados a formas de vida de cooperación social.
3.3.1 Cultura
En toda la temática se ve plenamente reflejada su filiación al evolucionismo y al conductismo.
"Los hombres viven en sociedad no porque son hombres, sino porque son animales. La aparición del modo social de vida ha sido un estadio dentro de la evolución biológica previo al surgimiento del ser humano".
Además se hace necesario el conocimiento de los principios de la sociología animal —conductismo— para una recta comprensión de la sociología humana. Será muy conveniente estudiar principalmente el comportamiento del chimpancé, así como el de los procesos evolutivos en su conducta y en el desarrollo de su inteligencia de nuestros antepasados.
Estas conclusiones quedan legitimadas a la luz de la naturaleza humana antes prefijada por él. Si el hombre es un animal, si no tiene ningún principio de trascendencia, o éste queda puesto entre paréntesis, es válida su comparación con el comportamiento de los primates. Asimismo será correcto el estudiar la raza humana como una especie animal más, por lo que se alcanzará en un siguiente paso el afirmar que "el arte, la religión, la poesía épica, serían meras sublimaciones humanas de los instintos de nuestra especie, reprimidos primero y transformados después hasta que reciben una expresión aceptable para la sociedad y sus normas morales".
La cultura consiste en patrones comunes a una colectividad socialmente aprendidos que influyen en la conducta y en la estructura de la sociedad. Pero estos patrones de conducta no surgen como fruto de la existencia de un orden moral exterior al hombre, "no creemos, claro está, en la existencia mágica de normas y entidades fuera del reino humano y que lo mueven", son más bien producto de la interacción de intereses que entran en conflicto en la sociedad y que quedan ordenados a favor de los que detentan el poder en la estructura social.
La cultura está formada por los aspectos cognitivos, las creencias las que ni se afirma su verdad ni su falsedad, pues son empíricamente incomprobables los valores, las normas, los signos y los modos no normativos de conducta, manteniendo, esto sí, la inexistencia de cualquier absolutismo moral, en el bien de la obediencia a los presupuestos metodológicos.
La norma, el sistema de valores vigentes en una sociedad surge como fruto de la misma integración del hombre en la sociedad, manteniendo su validez en cuanto éstos son aceptados por un número suficientemente representativo de sus miembros.
Evidentemente, llegará al relativismo cultural; los principios morales, las leyes, pasan a depender del lugar, de la historia y de otros factores externos a la naturaleza humana: "sin temor a perder nos en un escepticismo absoluto, aceptaremos un cauto relativismo metodológico que consistirá principalmente en considerar que la conducta y la conciencia de los hombres dependen en gran manera de la estructura social y de la cultura de la que son parte. A su vez, tanto la estructura social como la cultura deberán acomodarse a los rasgos básicos de la naturaleza humana", recordando que como rasgos básicos que Giner ha dado de la naturaleza humana es su esencial animalidad y por ello su búsqueda constante de la máxima satisfacción personal.
3.3.2. Socialización
Giner define la socialización como el proceso mediante el cual el individuo es absorbido por una cultura, una adaptación a sus normas y valores. Sería un proceso de interiorización formada por la capa cultural superimpuesta a nuestra conciencia más elemental. Lo que sea el adulto dependerá del proceso de socialización recibido, y éste a su vez de la cultura a la que se pertenezca. Tomando como base a Piaget, dirá que primero identifica el mundo percibido consigo mismo, pasando en un segundo paso a descubrir objetos exteriores.
Dice que "es entonces cuando se interioriza un código moral, al aprender sin que exista deliberación por su parte, lo que está bien hecho y lo que está mal hecho, lo que puede hacerse sin sanción punitiva y lo que implica tal sanción. Esta interiorización es emocional: y por ello los valores serán, toda la vida, reacciones afectivas ante ciertos aspectos del mundo. Todo este proceso se realiza por la interacción del niño con la madre y con el padre primero...".
Debía concluirse necesariamente; si el hombre no es más que un animal perfeccionado en una sociedad, todos los rasgos que le hacen elevarse le provendrán de su integración en ella, de las múltiples interacciones que en ella se dan. Más aun en el momento de nacer a ésta. Los valores, carentes de validez objetiva en sí mismos, serán aceptados por el niño por la acción socializadora. La conformidad a los valores establecidos permitirá la integración del nuevo individuo y el mantenimiento de la cohesión social, con sus tensiones interiores dando lugar a una reproducción constante y permanente en la desigualdad y en la estratificación.
3.4. Economía
Se estudia la economía entendida como el conjunto de actividades mediante las cuales una sociedad satisface sus necesidades de producción y consumo de bienes bajo el aspecto de su relación con otras realidades sociales.
Pasa seguidamente a hablar de la propiedad. Realizando otra afirmación categórica sin fundamento, y que no se cuestiona, sino que da por hecho. Plantea la propiedad común como propio de la naturaleza humana, sin dar ninguna explicación ni argumentación. En un principio, en toda tribu, en todo clan, en unos tiempos remotos, cualquier tipo de propiedad era comunitaria, siendo en un segundo paso y de forma enigmática cuando las sociedades fueron desarrollando sistemas diferentes de distribución desigual de los bienes. Para intentar dar luces a tan inexplicable paso acude de nuevo a los clarificadores paralelismos con la sociología animal, llevados de la mano del desarrollo de las investigaciones en la etnología.
Al negar la naturaleza humana y su dignidad como persona, puede negar el derecho a la propiedad privada. Como es en el seno de una colectividad donde el hombre se humaniza podrá entonces afirmar que la propiedad debe tener un origen comunitario.
La estructura económica se plasma en la organización humana del trabajo, en los modos en que los hombres establecen su división de tareas y distribuyen entre sí el privilegio, el poder y la autoridad en el proceso de producción, distribución y consumo de bienes. A ello se une también la existencia de unos determinados valores que permiten orientar y legitimar una economía determinada, formados por los hombres que detentan el poder.
El modo de producción constituye una combinación históricamente determinada de fuerzas productivas —recursos y conocimientos prácticos— y relaciones sociales —que regulan la división del trabajo y su organización social—. Atendiendo a perspectivas marxistas, el modo de producción se entiende como un conjunto dinámico de fuerzas en continua tensión. El desarrollo de las fuerzas productivas es el motor principal de la evolución histórica.
3.4.1. División del trabajo
La complejidad actual es fruto del desarrollo de unas primitivas sociedades en las que imperaba una íntima cohesión social, con una división basada únicamente en las distintas características particulares de fuerza e inteligencia. Tal desarrollo vendría motivado por un enriquecimiento en el ámbito de vida y por el incremento cuantitativo de la población.
Giner, utilizando a Marx, hace de las tensiones entre clases el secreto del movimiento histórico. No puede negarse la evidencia de tales desigualdades, y que en ocasiones produzca enfrentamientos, pero no parece correcto aceptar un constante odio y confrontación; la misma evidencia empírica se vuelve antimarxista.
Es más, puede decirse que la existencia de estas oposiciones colabora en el desarrollo y progreso de la sociedad, cuando unas luchan por la exigencia de los derechos que le son debidos permitiendo así reconducir la sociedad hacia unos cánones más justos.
Es lógico que llegue a tales conclusiones si el hombre es no-hombre, un animal que se desenvuelve en sociedad, intentando cada individuo sacarle todo el jugo posible al vecino, según aconsejen las circunstancias.
La división del trabajo es una de las causas principales de la desigualdad social, pero, a la vez, es consecuencia del sistema de desigualdad social.
El obrero, según los modos capitalistas de producción, "se convierte en una mercancía, cuyo precio es el salario: el obrero de la empresa no es dueño de lo que produce, ni dueño de su trabajo, es decir, está enajenado o alienado de entrambos... alienándose finalmente de sí mismo".
La alienación se producirá siempre que sienta que su labor le viene impuesta injustamente, consecuencia inmediata de la explotación. Y no puede eliminarse pues choca con las propias contradicciones internas del capitalismo.
Tales acusaciones deben aceptarse en cuanto que son los extremos más radicales a los que las modernas sociedades industriales llegan, pero realmente se hace necesaria en su seno la división de funciones. Además favorece actitudes cooperativas, con el fin de alcanzar los objetivos socialmente propuestos y compartidos.
La explicación de tal desigualdad no hay que buscarla sólo en los modos de producción, sino que también hay que tener en cuenta la estructura general de la sociedad en que surge.
La estratificación, proceso en virtud del cual la sociedad queda dividida en agregados, cada uno de los cuales entraña un diferente grado de prestigio, propiedad y poder, tiene una base en las desigualdades naturales. Vuelve de nuevo a aplicar paralelismos incorrectos con el mundo animal, dirá que estas desigualdades en el reino irracional llevan normalmente a una jerarquía social.
Puede encontrarse en la división del trabajo una multidimensionalidad, dando lugar a conflictos individuales entre clase e institución. Además de la división del trabajo son fruto del poder y del modo de producción. "No sólo el modo de producción predominante y las clases dirigentes y sus organismos represivos y de control son los que mantienen el orden social dado a través del tiempo, sino la acentuada tendencia de todos los estratos a reproducirse a través del proceso de socialización, de generación en generación".
En el fondo se refleja esta naturaleza humana corrupta, incapaz de hacer el bien por sí misma. Por eso el espíritu de engañador, de dominador, queda reflejado también en el hombre bajo su aspecto de trabajador, en sus relaciones económicas.
El hombre explotador realmente existe, haciendo de la parte dramática de la realidad una conducta constante, imposible de ser superada.
3.4.2. Las clases sociales
"Es un agregado de individuos con poder, ingresos, propiedad y ocupación semejantes o de algún modo equivalentes dentro del sistema de desigualdad general en una sociedad. Viene determinada, sobre todo, por su posición dentro de la división general del trabajo, así como por sus recursos y poder en el seno de la sociedad".
Vienen caracterizadas por las siguientes notas: "legalmente abiertas pero en la realidad extrajurídica semicerradas; antagónicas entre sí; solidarias para con sus miembros; semiorganizadas, faltas de organización formal; semiconscientes de su propia unidad y existencia, salvo en momentos de crisis; características hasta fines del siglo XX de la sociedad occidental moderna y unidas por lazos económicos y ocupacionales por su posición dentro del sistema de producción, consumo, poder político y acceso a la educación".
La perpetuación de la estratificación social y la posible movilidad interclasista dependerá en gran medida del sistema de valores en que se encuentre afectada la sociedad, que permitirá unos procesos de socialización resignativos en las clases oprimidas. También se verá afectada por otros factores institucionalizados por parte de los detentadores de poder: la endogamia, el control de la educación.
3.4.3. Conflicto social
Es una liza entre personas, grupos o colectividades por la consecución de bienes escasos por medio de recursos también escasos. Se resuelven dualismos divergentes y alcanzan un nuevo tipo de integración o unidad, aunque ello sea a costa de la opresión , o aniquilamiento de los rivales.
Giner ve en esta conflictividad la luz de conocimientos psicológicos de una natural agresividad o de una ambición ilimitada innata.
La diversidad social es a la vez causa y efecto de la realidad esencialmente conflictiva de la sociedad humana.
Intentando establecer una teoría sobre el conflicto acudirá como primera explicación al evolucionismo, interpretándolo como una constante lucha por la supervivencia. De gran utilidad volverán a ser los interesantes avances que se producen en el estudio de la agresividad en los animales por la escasez territorial.
Otro aspecto que ayuda a entenderlo es la influencia del antagonismo de clases histórico de Marx, aunque se deban aceptar ciertas reformulaciones y colocarlas en su justo punto.
La lucha por el poder, aunque mueva a una gran sector, no debe considerarse en sí como el motor de la lucha de clases.
4. Valoración doctrinal
Juzga a la Iglesia desde una óptica exclusivamente humana, que le lleva no a la crítica, pero sí a la aplicación excesivamente "cientificista" de esquemas metodológicos positivos a una realidad que, como la Iglesia, no se reduce a la categoría de asociación humana. Digamos que le falta respeto, desde el punto de vista del cristiano —no desde la neutralidad de la ciencia que, como he explicado, ciertamente mantiene— (p. 63, p. 141, p. 162, p.167). Niega la existencia de Dios (p. 68), tachando de "mágico" a lo sobrenatural (también: p. 84, p. 152, p. 161). En la p. 76 parece equiparar toda religión al pensamiento mítico, si bien para él esto no posea un cariz peyorativo —es erróneo, a pesar de todo, naturalmente— (p. 165). Grave —y largamente desarrollado— error acerca del matrimonio: justifica el divorcio y ataca explícitamente la postura de la Iglesia en este punto (p. 96). Entiende la prohibición del aborto como no de derecho natural (p. 155). Cae en la falacia de la demografía (p. 279).
Giner se mueve en el ámbito del conductismo como postura filosófica de base.
La presentación de un método positivista, realizando un estudio de la dimensión humana sólo en sus aspectos externos se hará totalmente compatible con su sistema de partida.
Como ya se ha comentado, tal opción no es de por sí ilícita, aunque en sí misma es altamente peligrosa por ser el hombre su objeto propio, haciéndose, por tanto, harto difícil una armoniosa compaginación del método con el objeto. Sin embargo, en principio debe ser correcta y permitir un verdadero desarrollo del conocimiento del hombre en cuanto homo sociologicus, siempre y cuando, sujeto a sus propias limitaciones metodológicas, no salga de su propio campo, y se apoye siempre que sea necesario en unos correctos principios filosóficos.
Y aquí es donde Giner realiza numerosas infracciones. No sólo realizará saltos que no le son permitidos, sino que protegiéndose en sus postulados iniciales propondrá una fundamentación de aquellas materias que no le son permitidas juzgar bajo un sistema filosófico que pueda encajar en su sistema positivista. Unas veces será evolucionista, otras marxista con tintes freudianos y siempre, conductista determinista.
Así comete un doble error; por un lado trabaja en materias que nunca le serían permitidas por sus restricciones iniciales y en segundo lugar porque tal paso lo da utilizando presupuestos filosóficos que se hacen difícilmente compatibles, sino contradictorios con un recto conocimiento de la realidad.
Esto le llevará la mano de un conductismo social a negar una naturaleza específica y trascendente en el hombre. Se trata simplemente de un animal altamente perfeccionado por su vivir en sociedad. A partir de aquí, y siguiendo con su materialismo de hecho, negará o ignorará la existencia de la libertad humana y por tanto, de un obrar moral. Nada hay bueno o malo en sí mismo, es la sociedad la que elabora un sistema de valores.
Por ser animal, todo lo que mueve al hombre es la satisfacción de sus instintos físicos, que se verá reflejado de diversas maneras en las distintas esferas de lo social.
Son por tanto unos apriorismos que Giner introduce sin ninguna justificación. A partir de estos inicios viciados alcanzará un conjunto de conclusiones que en cierto modo son plausibles pues según su método, toda pesquisa sociológica debe ser reconducida al cedazo de la comprobación empírica, teniendo sin embargo un germen de malicia por todas las implicaciones que de ello se deduzcan y por el instrumento por ella utilizado.
F.P.T. y M.M.L. (1988)
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