FLAUBERT, Gustave
Madame Bovary
SUMARIO: 1. Introducción; 2. La novela
dentro de su contexto literario; 3. Estructura; 4. Personajes que intervienen;
5. Resumen esquemático de la novela; 6. Perfil psicológico de los
protagonistas; 7. Errores contenidos en la novela.
1. INTRODUCCIÓN
Gustave Flaubert invirtió cinco años en esta
obra, publicada por entregas en la "Revue de París", cuya dirección
asumían por entonces sus amigos Téophile Gautier, Arsène Houssaye y Maxime du
Camp, entre el 1 de octubre y el 15 de diciembre de 1856.
Madame Bovary figura en la
historia de las letras como una de las piezas más acabadas de la literatura
francesa y como el canon de la novela realista. Antes de Madame Bovary,
Balzac, Stendhal, Merimé, son precursores del llamado realismo novelesco;
después, Zola, Maupassant, los Goncourt, etc. desplazan el objetivo de la
novela a un experimentalismo científico, que la convierte en "documento
humano". Pero es claro que el mérito de Madame Bovary no
estriba solo en haber establecido las características de una escuela, sino en
haber creado unos cuantos personajes-tipo sobre un escenario eterno.
Los héroes de esta novela son —naturalmente— antihéroes,
seres hechos para morir sin dejar rastro de su paso, ni por su espíritu ni por
sus hazañas; mas la propiedad de representar el barro humano, en toda la
mezquindad de su materia, es lo que da a sus vidas un rasgo de tragedia
colectiva. La retina de Flaubert es impecable en el registro de la vulgaridad,
de la pequeña vanidad, de la impostura, de las miserables ilusiones.
La esposa de Carlos Bovary, Madame Bovary, ha
pasado a ser el símbolo de la belleza sensual en posesión de ciertos principios
de educación femenina, de esa cultura "de adorno" que infunde en la
joven burguesa el tedio de convivir con un hombre de incurable atonía mental,
médico de pueblo, tan abnegado en el amor a su esposa como incapaz de superarse
en la profesión, en el gusto o en las ideas... "Los burgueses son tontos
—ha escrito Flaubert—, pero la mujer, que aspira a la vida de artista, es lo
más tonto de todo". Sin embargo nada hay más tonto que ese Carlos Bovary,
inclinado a reverenciar, sin comprender, la "agitación intelectual"
de su infeliz esposa.
De igual modo, el boticario, monsieur Homais,
se ha hecho universal. Es el pequeño burgués, ya nieto de la revolución
francesa, cuya diosa razón se adorna con el manto de la ciencia. Su petulancia
ideológica, trasegada de unas cuantas lecturas, de los discursos parlamentarios
y los artículos de fondo de la prensa anticlerical y progresista, crean en él
una superioridad locuaz, de laico mentor, en el reducido medio de Yonville,
donde su botica es el faro de la educación ciudadana. Junto a éste, el cura
Bournisien es el campesino cerril que desempeña su oficio con la concienzuda
rutina de un zapatero remendón.
2. LA NOVELA DENTRO DE SU CONTEXTO LITERARIO
Madame Bovary se inscribe,
como novela, dentro de la tendencia de la narrativa realista europea del siglo
XIX. Participa de esa veta del realismo que condujo a la novelística del citado
siglo a nueva edad de oro dentro del contexto literario europeo. Sin embargo,
con Madame Bovary el realismo literario europeo del siglo XIX
abre un nuevo sendero, orientándose hacia la penetración y estudio psicológico
de los personajes.
La novela, dejando en un segundo plano la
acción y el paisaje, concentra su atención en las múltiples perspectivas que le
ofrece el personaje, su devenir psicológico, la descripción de sus estados de
ánimo, etc. Madame Bovary es comienzo de esa tendencia nueva,
dentro del realismo. Emma se va a constituir, de esta manera, en modelo
permanente de toda novela de carácter psicológico que tenga en su estructura un
protagonista femenino.
3. ESTRUCTURA
La novela está dividida en tres partes,
dotada cada una de ellas de nueve, quince y once capítulos respectivamente. De
igual manera, son tres los principales escenarios en los que se desarrolla lo
principal de la acción novelesca: Tostes y sus alrededores en la primera parte,
Yonville en la segunda, y Rouán y periferia en la tercera.
Tres son también los acontecimientos eje de
los respectivos lugares de la acción narrativa:
1) La boda de Emma con Carlos y la asistencia
del matrimonio al baile celebrado en Vanleyssard, mansión del marqués de
Audervilliers.
2) El traslado del matrimonio Bovary a
Yonville, donde tienen lugar el conocimiento de Rodolfo y Emma, la seducción
por parte de éste y las relaciones entre ambos.
3) El desplazamiento del matrimonio Bovary a
Rouán para asistir a la ópera: encuentro con León, antiguo pasante en Yonville
y establecimiento de relaciones amorosas por parte de Emma.
Del mismo modo se resuelven en graves crisis
nerviosas las relaciones amorosas de cada una de las partes:
1) Principio de una depresión nerviosa en
Tostes, tras la asistencia al baile del marqués de Audervilliers.
2) Grave crisis nerviosa con un lento proceso
de recuperación en la segunda, tras el abandono de Rodolfo y la negativa de
"llevarla consigo",como amante, fuera de Yonville, a París.
3) Gran decepción, humillación y suicidio
ante el embargo de sus posesiones y la negativa de León a "robar" el
dinero necesario para pagar la cantidad adeudada.
En esta disposición trial de la estructura narrativa
de Madame Bovary puede descubrirse quizá una cierta relación con
la distribución y estructura de una obra dramática. Desde este punto de vista
las partes de la novela serían parangonables a la exposición, nudo
y desenlace, propias de la acción dramática, salvadas las distancias
que, y como géneros literarios diferentes, median entre la novela y el drama.
De esta manera, la primera parte —acción
desarrollada en Tostes— sería la exposición, planteamiento del problema,
primer perfil de Emma, así como la aproximación a su intrincado y cambiante ego
desde el punto de vista psicológico.
La segunda parte, con el traslado del
matrimonio Bovary a Yonville, las relaciones de Emma con Rodolfo, la ruptura y
la segunda grave crisis nerviosa, vendría a corresponderse con el nudo
de una acción dramática.
Y la tercera parte, con el desplazamiento del
matrimonio Bovary a Rouán para asistir a la ópera, el encuentro con León la
decepción amorosa y el suicidio, así como el descubrimiento de todo a cargo de
Carlos Bovary, coincidiría con el desenlace de una obra dramática.
La estructura típicamente narrativa de Madame
Bovary, avalada por tantos otros elementos como el tratamiento del paisaje,
la descripción pormenorizada del entorno vital, mobiliario y demás enseres, tratamiento
de personajes, utilización reiterada de la tercera persona como medio
expositivo de los acontecimientos, juego del tiempo narrativo, con alternancia
de sucesos presentes, evocación retrospectiva del pasado, bien en forma de
relato o de recuerdo, así como la prospección hacia el futuro en forma de deseo
o proyecto. De igual manera está presente la voz del narrador, recurso tan
propio de la novela, adelantando hechos no aprehensibles de otra manera para el
lector, o emitiendo juicios de valor, opiniones personales, etc. En resumidas
cuentas una perspectiva —tradicional en la novela del siglo XIX— que presenta
al autor como "narrador omnisciente".
Todo esto lo conjuga Flaubert, sin renunciar
a la utilización del diálogo —recurso tan propio del teatro— para conseguir a
través de él la vivacidad de la novela, la sensación del lector de formar parte
de la acción a guisa de espectador. También utiliza el dialogo como un medio de
dejar en libertad a los personajes, para que sean ellos los que nos presenten sus
ideas, actitudes, y, en última instancia, sus vidas.
4. PERSONAJES QUE INTERVIENEN EN LAS TRES
PARTES
Primere parte:
— Sr. Roger: director del Colegio.
— Maestro de escuela.
— Carlos Bovary: alumno, estudiante, médico,
esposo.
— Compañeros de colegio de Carlos.
— Carlos Dionisio Bartolomé Bovary: padre de
Carlos.
— El cura: preceptor rural de Carlos.
— La madre de Carlos.
— Quincallero: especie de tutor de Carlos en
Rouán. Eloisa: Primera mujer de Carlos Bovary: viuda de un curialote de Dieppe.
— Anastasia: sirvienta del matrimonio Bovary.
— El Sr. Roualt: campesino, padre de Emma.
— Emma: hija del Sr. Roualt.
— El marqués de Audervilliers.
— Invitados del marqués.
— Duque de Lavardière: suegro del marqués.
— Vizconde: compañero de baile de Emma.
— Felicidad: Nueva sirvienta del matrimonio
Bovary.
Segunda Parte:
— Sr. Homais: farmacéutico.
— Viuda de Lefrançois: dueña de la
hospedería.
— Sr. Binet: recaudador, capitán del cuerpo
de bomberos.
— Hipólito: patizambo al que opera Carlos
Bovary.
— Sr. Cura: Bouinisien, sacerdote rural.
— Hivert: Vendedor ambulante.
— Sr. Lheureux: mercader de paños.
— León: pasante de Yonville, galanteador de
Emma.
— Justino: ayudante de la farmacia.
— Carlos Bovary.
— Emma Bovary.
— Berta: hija recién nacida de los Bovary.
— Sr. Bovary: padre de Carlos.
— Sra. Bovary: madre de Carlos.
— Sra. Tuvache: mujer del notario.
— Nodriza de Berta: tía Rollet.
— Camus: tendero.
— Guillaumin: jefe del pasante León.
— Sra. de Homais: la mejor esposa de
Normandía.
— Sr. Tuvache: alcalde de Tonville.
— Felicidad: sirvienta de los Bovary.
— Napoleón y Atalia: hijos del farmacéutico.
— Tío Tellier: paciente de Carlos Bovary.
— Letisboudois: sacristán, sepulturero, etc.
— Rodolfo Boulanger: seductor y amante de
Emma.
— Sr. Lieuvain: enviado por el gobierno para
los comicios.
— Sr. Derozerays: orador de los comicios.
— Catalina Nicasia Isabel Leroux: campesina
premiada en los comicios.
— Sr. Canivel: médico de Canivel.
— Teodose: criado del Sr. Guillaumin,
pretendiente de Felicidad.
— Girard: criado de Rodolfo y mensajero
portador de la carta de despedida.
Tercera parte:
— León
— Emma.
— Pertiguero: especie de cicerone de la
iglesia y sus piezas de valor.
— Cochero.
— Hivat: comerciante del pueblo.
— Carlos.
— Sr. Homais: farmacéutico de Yonville.
— Justino: ayudante de la farmacia.
— Esposa del farmacéutico.
— Atala: hija del farmacéutico .
— Hipólito: patizambo al que
operará Bovary.
— Sra. Bovary: madre de Carlos.
— Sr. Lheureux: comerciante.
— Berta: hija del matrimonio Bovary.
— Barquero.
— Vda. Lefrançois: dueña de la hospedería.
— Binet: recaudador.
— Sra. Liegard: vecina de Yonville.
— Artemisa: empleada de El León de Oro.
— Srta. Lempereur: profesora de música.
— Bournisien: cura de Yonville.
— Bridoux: amigo del farmacéutico y residente
en Rouán.
— Sr. Vincart: hombre de negocios.
— Hareng: alguacil.
— Sr. Guillaumin: jefe de León.
— Sra. Tuvache: mujer del alcalde.
— Sra. Rolet: antigua nodriza de
Berta.
— Dr. Lariviere: médico que
tratará —de desintoxicar a Emma.
— Canivet: médico, venido
igualmente a desintoxicar a Emma.
— Ciego: desheredado que asaltaba la
diligencia pidiendo limosna.
— Felicidad: criada de los Bovary.
— Letisboudois: sacristán, sepulturero.
— Rodolfo: Antiguo amante de Emma.
5. RESUMEN ESQUEMÁTICO DE LA NOVELA
PRIMERA PARTE
Capítulo I :
— Carlos como estudiante, médico y casado en
primeras nupcias.
— Escena de clase: Presentación del novato
Carlos Bovary.
— Presentación de los padres de Carlos
Bovary.
— Perfil más completo del hijo, Carlos
Bovary, así como de su educación.
— Retrato de Carlos como estudiante en el
colegio de Rouán.
— Perfil de Carlos como estudiante de
Medicina.
— Establecimiento de Carlos Bovary como
Médico.
— Boda con la viuda Dubuc; retrato de la
esposa.
— El tiempo narrativo del capítulo cambia del
presente, en forma de relato en primera persona, hacia un pasado en tercera
persona. Procedimiento de gran efectividad para mantener dos planos
simultáneamente en el interés del lector; para realizar el retrato del
personaje principal del capítulo, tanto en el presente del relato como en el
pasado de su existencia, así como el perfil de los padres y tutores o maestros.
En este capítulo hay ya presentado un
"modelo" de educación digno de ser comentado, por lo disparatado del
mismo.
Capítulo de personaje, así como de situación
del relato, elección de la forma narrativa, tiempos verbales y orientación de
la novela.
El perfil "moral" del personaje es
muy jugoso para ser analizado desde una óptica cristiana.
Capítulo II:
— Conocimiento del Sr. Roualt y de su hija
Emma Muerte de Eloisa.
— Carlos visita al enfermo Sr. Roualt en su
granja.
— Retrato del enfermo.
— Descripción de la granja.
— Primer perfil de Emma.
— Diálogo entre Carlos y Emma.
— Nuevo retrato físico más pormenorizado de
Emma.
— Interés de Carlos, que se traduce en
visitas semanales y otras inesperadas.
— Eloisa, la esposa de Carlos, recela de las
visitas de su marido, critica la figura de Emma Roualt.
— Nuevos detalles sobre Emma: físicos,
educación, etc.
— Carlos acaba por prometer a su esposa no
volver a la granja de Roualt.
— Ruina económica de Eloisa y reacción
negativa de los padres de Carlos.
— Muerte de Eloisa; breve reflexión de Carlos
sobre su difunta esposa.
Capítulo III:
— Relaciones con Emma y boda.
— El tío Roualt invita a Carlos para que
reanude sus visitas a la granja.
— Carlos pasa la tarde con Emma; de vuelta a
casa piensa en el matrimonio.
— Carlos y Roualt acuerdan la boda para la
primavera.
— Acaba el capítulo con la boda.
Capítulo IV:
— Descripción de la fiesta de bodas.
— Descripción de vestidos, trajes, de forma
colorista.
— Descripción pormenorizada de los
ingredientes y platos de la comida nupcial. Gran lujode detalles en la
descripción de los postres.
— Reacciones de los familiares ante la boda.
— Los nuevos esposos parten camino de su
casa. Les recibe el servicio.
Capítulo V:
— Vida doméstica del matrimonio Bovary.
— Carlos se siente dichoso, Emma también.
— Comentario sobre la felicidad de Carlos.
— Reflexiones de Emma sobre la felicidad,
pasión y embriaguez, "quetan hermosas le parecieron en las novelas".
Capítulo VI:
— Recuerdos de la adolescencia de Emma.
— Se nos inicia en los sueños de Emma,
derivados de las lecturas.
— Sus experiencias en el Convento, en las que
destaca el espíritu clerical que se desprende de ellas.
— Descripción de su personalidad,
temperamento, gustos, etc.
— Se citan sus heroínas.
— Sensaciones de Emma ante las lecturas.
— Razones de marcha del convento de monjas.
— Explicación del motivo de su boda, y de la
presencia de Carlos dentro de ese mundo forjado en su imaginación.
Capítulo interesante para conocer la
psicología de Emma y cómo las lecturas deforman su personalidad, sacándola de
la realidad y proyectándola al mundo de la fantasía y del sentimentalismo.
Capítulo VII:
— Invitación al baile del marqués de
Audervilliers.
— Reflexiones sobre la luna de miel.
— Aparece ya el primer retrato negativo de
Carlos, realizado por Emma.
— Retrato artístico de Emma: pintora,
pianista....
— Retrato positivo de la Sra. Bovary, como
esposa y colaboradora de su marido.
— Carlos se siente satisfecho de su vida y de
la posesión de tal mujer.
— Visita de la madre de Carlos. Recelos
contra su nuera.
— Emma trata de aumentar el amor de su marido
al modo romántico de sus lecturas.
— Emma concluye "que la pasión de Carlos
no tenía nada de exorbitante".
— Emma comienza a dar paseos en solitario,
acompañada de una galguilla.
— Comienza a imaginar cómo habría sido su
vida con otro hombre.
— Imagina cómo serían los maridos de sus
amigas del convento.
— Invitación en septiembre a la mansión de
Audervilliers.
— Retrato del marqués.
Capítulo VIII:
— Se celebra el baile en Vanleyssard. —
Descripción del exterior del castillo.
— Algunos retazos, de matiz romántico, del
interior.
— El marqués recibe al matrimonio Bovary. Hay
una elegante comitiva.
— La cena: detalles costumbristas.
— Descripción de los asistentes al baile.
— Reflexiones de Emma sobre su vida pasada.
Su deseo de eternizar ese momento embriagador del baile.
— Emma baila con el vizconde.
— El baile termina al amanecer.
— Desayuno, paseo por el invernadero.
— El matrimonio Bovary vuelve a Tostes
Capítulo IX:
— Nostalgia del baile. No son invitados al
año siguiente: decepción.
— Recuerdos del vizconde y de su petaca
verde, de sus posibles amantes.
— París fascina la imaginación de Emma;
compra un mapa de la ciudad.
— Emma se suscribe a revistas de señoras; lee
obras de Sue, Balzac, Sand.
— Emma confunde sus fantasías y sueños con la
realidad.
— Desprecio de Emma por la sociedad de su
entorno.
— Carlos le parece a su esposa cada día más
grosero de costumbres.
— Gran tristeza y decepción al no ser
invitada al baile del marqués.
— Llega a sentirse enferma; se impone un
traslado, un cambio de aires.
— Al salir de Tostes, la sra. Bovary estaba
encinta.
Capítulo interesante para el estudio de la
evolución de la psicología de Emma, su actitud ante la vida real, su
enfermedad, etc.
SEGUNDA PARTE
Capítulo I : Presentación de Yonville:
el pueblo, habitantes, etc.
—Descripción de Yonville, sus alrededores, su
historia, sus características: casas, iglesia, mercados, alcaldía, calle
principal, cementerio.
—El guardián, sepulturero y sacristán.
—Se nos pinta Yonville como un pueblo en el que
nada cambia, cambiará. Aparece aquí la voz del "narrador
omnisciente".
—Descripción detallada del movimiento que
registraba Yonville el día de la llegada de los Bovary.
—Presentación de la fonda El León
de Oro y de los personajes más representativos: Binet; el
farmacéutico, Sr. Homais, que se presenta ya como anticlerical, disparatando
hasta límites heréticos; el Sr. Cura.
—Los Bovary, en su viaje, pierden la
galguita, hecho que desagrada profundamente a Emma.
Capítulo II: Tertulia de los Bovary.
Comentarios sobre la vida de Yonville.
—La llegada de los Bovary. Descienden de la
diligencia.
—Los Bovary junto al fuego: descripción casi
pictórica.
—La cena: el boticario les pone al corriente
sobre las enfermedades más frecuentes, costumbres, clima, etc.
—Emma comienza a hablar con el pasante, León:
paisajes, música, etc.; poco a poco , en su conversación, van encontrando
muchos puntos en común: la concepción del arte, actitudes, etc.
—El farmacéutico pone su biblioteca a
disposición de la Sra Bovary.
—La cena sirve a Carlos para intimar con el
boticario.
—Los Sres. Bovary son acompañados a su nueva
casa.
—Emma cree que va a comenzar una nueva vida,
una vida mejor.
Capítulo III: Nacimiento de Berta.
Excursión de Emma y León.
—Perfil de León, el pasante: su afición a la
pintura, música, literatura.
—El farmacéutico se deshace en atenciones con
la Sra. Bovary. Su propósito era atraerse al matrimonio, para poder practicar
la medicina clandestinamente en la rebotica. Por esto mismo ya fue amonestado
anteriormente.
—La clientela no acudía a la consulta de
Carlos.
—Carlos se sentía más ligado a Emma por el
hecho de su próxima maternidad: Carlos enloquecía ante la idea de ser padre.
Emma reaccionó de distinto modo; quería que fuese
un varón, para que no sintiera la falta de libertad propia de la mujer. Se
exponen sus curiosas ideas sobre el hombre y la mujer.
—Emma da a luz una niña.
—Opiniones sobre el nombre que pondrán a la
niña. Emma decide que se llame Berta.
—Bautizo de la niña. El padre de Carlos, en
el banquete, "bautiza" a la pequeña con una copa de champán;
indignación del sacerdote.
—Los padres de Carlos pasaron un mes en casa
de su hijo. La madre, temiendo que su marido ejerciera alguna influencia
inmoral sobre su nuera, apresuró la partida.
—Emma va a casa de la nodriza de su hija
acompañada por León; comentarios negativos en el pueblo de Yonville.
Capítulo IV:
—Cena del farmacéutico con los Bovary.
—Partida de cartas y dominó en casa del
boticario.
—León leía las revistas con Emma, le recitaba
versos y conversaban quedamente.
—León y Emma se intercambian regalos.
—León sufría ante su indecisión para
declararse a Emma; siempre vacilaba en el último momento.
Capítulo V:
—Paseo para ver una hilandería que estaban instalando
en el valle: los Bovary, el cura, el boticario e hijos, y León.
—La Sra. Bovary recuerda el paseo, una vez en
casa, y no puede apartar de su mente a León.
—Emma recibe la visita de Lheureux, tendero
de novedades.
—León visita a Emma. Hablan de cosas
insustanciales, al mismo tiempo sostienen otra "conversación"
interior, relativa a sus inclinaciones mutuas.
—Se produce un cambio inesperado en la
conducta de Emma, que se entrega con ahínco a sus obligaciones de ama de casa,
de madre y de esposa.
—León, en sus nuevas visitas, percibe este
cambio y pierda la esperanza de conseguir a Emma. Espiritualiza el atractivo
que siente por ella.
—La mutación de Emma ofrece un poder de
seducción que no escapa ni a los extraños.
—Ese cambio es sólo aparente, pues en su
interior ella estaba enamorada de León y deseaba que los demás no lo
advirtiesen.
—Carlos se le presenta, en su imaginación,
como el mayor obstáculo para la consecución de su felicidad.
—Emma se siente inclinada al adulterio,
encontrando motivaciones hasta en los acontecimientos más triviales.
—Felicidad, la sirvienta, se da cuenta de las
crisis nerviosas en que se sume su señora por ese fingimiento continuo, y le
compara su dolencia con la que sufría una joven aldeana, llamada Guerine.
—Emma afirma que su dolencia es causada por
el matrimonio.
Capítulo VI:
—Una tarde Emma oye el toque del Angelus. Su
fantasía viaja al tiempo de su adolescencia, recordando la estancia en el
colegio de religiosas. El clima del recuerdo refleja una religiosidad meramente
externa.
—El recuerdo la induce a buscar una iglesia.
—Entrevista del sacerdote con Emma. La figura
del cura rural está dibujada como la de una persona incapaz de ver más allá de
las cosas materiales.
—Emma, excitada, maltrata a su hija cuando
llega a su casa. Carlos soluciona el incidente.
—León vuelve a aparecer en escena y seduce a
Emma.
—León pretende resolver la situación, y se
marcha de Yonville.
—El boticario visita al matrimonio Bovary y
comenta la partida de León.
Capítulo VII:
—Desolación de Emma ante la partida de León.
—Aparece en escena Rodolfo Boulanger, de la
Huchette.
—Retrato de Rodolfo.
—Propósito de Rodolfo de seducir a Emma
Bovary.
Capítulo VIII:
—Se celebran los Comicios locales.
—Primer paseo y entrevista de Rodolfo con
Emma.
—Descripción costumbrista del ambiente de la
localidad en tan señalada fecha.
—Discurso del sr. Lieuvain, representante
oficial del Gobierno.
—Festín oficial de autoridades y próceres del
pueblo.
Capítulo interesante para conocer el perfil
moral de Rodolfo, deducible del largo parlamento que mantiene con Emma, en su
paseo y entrevista. Igualmente deja de manifiesto el mismo personaje su
concepción de la moral. Por último, es reseñable el anticlericalismo del
farmacéutico en la información que envía al periódico con motivo del acto de
los Comicios .
Capítulo IX:
—Vuelta de Rodolfo, tras una corta ausencia.
—Parlamento amoroso del mismo.
Paseo a caballo y relaciones entre Emma y
Rodolfo
Capítulo X:
—Nuevas y frecuentes citas de los amantes,
tanto en casa de uno como de la otra.
—Carta del tío Roualt, padre de Emma.
—Arrepentimiento muy pasajero de Emma.
Capítulo XI:
—Operación realizada por Carlos Bovary a
Hipólito.
—Reseña periodística del farmacéutico,
alabando a Carlos.
—Fracaso, en última instancia, de la operación
llevada a cabo por Carlos.
—Tremenda desilusión de Emma, que se siente
humillada en su orgullo.
Capítulo XII:
— Los amantes reanudan sus amoríos.
—Emma regala una pierna ortopédica a
Hipólito.
—Petición y proyectos de fuga de Emma con
Rodolfo.
Capítulo XIII:
—Carta de Rodolfo a Emma, despidiéndose de
ella.
—Crisis nerviosa de Emma; intento de suicidio
Capítulo XIV:
—Carlos endosa pagarés al comerciante
Lheureux, por cantidades importantes.
—Convalecencia de Emma Bovary: visión
celestial.
—Preparativo del viaje de los Bovary a Rouán,
para asistir a la ópera.
—Llegada a Rouán del matrimonio.
Capítulo XV:
—En la Opera: reencuentro con León.
—Descripción costumbrista del ambiente del
teatro. Reacciones de Emma ante el espectáculo. Opiniones de Carlos Bovary.
—Carlos aconseja a Emma que se quede algún
día en Rouán.
TERCERA PARTE
Capítulo I:
—Declaración amorosa de León a Emma.
—Nueva cita de los dos en la catedral. —Paseo
en coche de ambos por la cuidad. Despedida al atardecer.
Capítulo II:
—Vuelta a Yonville de Emma Bovary.
—Muerte del Padre de Carlos Bovary.
—Nuevo viaje de Emma a Rouán.
Capítulo III:
"Luna de miel" de Emma y Carlos en
Rouán.
Capítulo IV:
—Emma decide tomar lecciones de música en a
Rouán, mero pretexto para reunirse periódicamente con León.
Capítulo V:
—Descripción de las relaciones entre León y
Emma.
—Firma de pagarés por altas sumas de dinero a
Lheureux y venta de una casa por parte de Emma.
Capítulo VI:
—Viaje del sr. Homais a Rouán y entrevista
con León.
—Aviso de la posibilidad de embargo a los
bienes de la sra. Bovary, en caso de no pagar los ocho mil francos más los
intereses de ese capital, importe total de su deuda al sr. Lheureux.
Capítulo VII:
—Visita del alguacil Hareng para el
inventario de los bienes de los señores Bovary.
—Emma corre a casa de Guillaunin y otros,
buscando dinero.
Capítulo VIII:
—Emma va a casa de Rodolfo, antiguo amante,
en busca de ayuda económica. Rodolfo le niega el dinero, pretextando no
tenerlo.
—Emma se envenena con arsénico en la botica, al
facilitarle la llave Justino, empleado de la farmacia,
—Muerte de Emma.
Capítulo IX:
—Velatorio del cadáver.
—Entierro,de Emma.
Capítulo X
—Llegada del Sr. Roualt.
—Final de la ceremonia religiosa y sepultura
de Emma.
Capítulo XI:
Nuevos problemas económicas para Carlos
Bovary.
—Carlos descubre la secreta vida de su mujer,
a través de unas cartas.
—Entrevista con Rodolfo.
—Muerte repentina de Carlos.
6. PERFIL PSICOLÓGICO DE LOS PROTAGONISTAS
Las notas distintivas de la protagonista, que
han quedado como un arquetipo literario y humano, se podrían resumir en los
siguientes puntos:
— Infancia y primera juventud fuera del
contexto familiar.
— Educación adquirida dentro de una
institución religiosa (convento de monjas) .
— Clericalismo y espíritu clerical en la base
de su formación cristiana.
— Lecturas poco convenientes a su edad y
temperamento, que la llevan a confundir los límites de la fantasía y de lo
literario con la vida real y lo cotidiano.
— Carácter sentimental, propenso a grandes
efusiones , que le impiden mantener una conducta coherente.
— Complicado mosaico de actitudes que siempre
desembocan en la tristeza, en el descontento personal, o en crisis nerviosas.
— Abandono de sus ocupaciones familiares de
forma intermitente para saciar sus caprichos personales.
— Desprecio de la sociedad de su entorno.
— Deformación de la conciencia, impregnada
más de ideas literarias que de un contenido doctrinal cristiano.
— Lleva una doble vida: mujer casada y
amante.
— Falta de una auténtica fe y esperanza en
Dios, que la llevarán en última instancia al suicidio.
Estos aspectos de la personalidad de la
protagonista, son diseñados por Flaubert del siguiente modo:
Primera Parte.
Cap. II: "Lo más bello de ella
eran los ojos, que, aunque pardos, parecían negros bajo el espesor de las
cejas. Su mirada era franca y de cándido atrevimiento" (p. 484).
Cap. V: "Antes de casarse
creyóse enamorada, pero como la felicidad que de un tal enamoramiento esperaba
no se había presentado aún, preciso era —tal pensaba— que se hubiese equivocado".
"Emma trataba de saber qué se entendía
exactamente en la vida por las palabras felicidad, pasión, embriaguez, que tan
hermosas le parecieron en las novelas" (p. 505).
Cap. VI: "Emma, que leyera
Pablo y Virginia, había soñado con la casita de bambú, con el negro Domingo y
con el perro fiel....." (p. 506).
"Al principio, lejos de aburrirse en el
convento, complacíase con la compañía de los buenos hermanos, los cuales para
entretenerla, conducíanla a la capilla" (p. 506).
"A la hora del recreo jugaba muy
poco".
"Comprendía perfectamente el catecismo y
era la que siempre contestaba a las preguntas difíciles del señor vicario"
(p. 506).
"En lugar de seguir la misa, contemplaba
en su libro las piadosas viñetas de cerco azul...." (p. 407).
"Quiso imponerse un voto, y hasta trató
de pasar todo un día sin comer para mortificarse" (p. 407).
"Al confesarse urdía pecadillos para
permanecer más tiempo de hinojos, hundida en la sombra, con las manos juntas
" (p. 501) .
"El prometido, el esposo, el amante
celestial, el matrimonio eterno, todas estas imágenes, que tanto se prodigan en
los sermones, levantaban en lo profundo de su espíritu insospechados
placeres" (p. 507).
"Necesitaba extraer de las cosas un como
personal provecho, y rechazaba por inútil cuanto no contribuía al consumo
inmediato de su corazón; más sentimental que artista, por temperamento, eran
emociones y no paisajes lo que buscaba" (p. 507).
"Durante seis meses, con quince años ya, Emma se
ensució las manos con este polvo de viejas bibliotecas públicas" (508)
"Carlos no le enseñaba nada........y ésta
comenzaba a tomarle ojeriza por su inconmovible pachorra, por su pesa da
apacibilidad incluso por la vastura que a ella le debía". (p. 513).
"Quiso, empero, proporcionarse el amor con
arreglo a las teorías que consideraba como buenas, y a la luz de la luna, en el
jardín, recitábale a su marido todas las apasionadas rimas que sabía, y le
cantaba entre suspiros melancólicas canciones...." (p. 515).
"........persuadióse Emma fácilmente de que la
pasión de Carlos no tenía nada de exorbitante" (p. 516).
"Su vida, en cambio, era fría, como desván como
ventanuco al norte, y el aburrimiento —silenciosa araña— hilaba su tela bajo la
sombra en todos los rincones de su corazón" (p. 517).
"Sentía ansias de viajar o de vivir nuevamente en
el convento. Deseaba a un mismo tiempo morirse y residir en París" (p.
533).
"La ansiedad de un acontecimiento que iluminara
su vida iba creciendo en lo más recóndito de su alma"(p. 536).
"Toda la amargura de la existencia le parecía
servida en su plato y con el humo de la sopa subían del fondo de su alma como
otras bocanadas de aplastamiento" (p.539).
Cap. IV: "El amor —tal creía ella— debía presentarse de improviso, con
grandes estruendos y fulguraciones, como tempestad celeste que se desencadena
sobre la vida y la trastorna, y arrastra como a secas hojas las voluntades, y
hunde en el abismo y por completo a los corazones" (p. 577).
"Hallábase enamorada de León y buscaba la soledad
para poder deleitarse más gustosamente con su imagen. La presencia del joven
turbaba la voluptuosidad de aquella meditación. Emma, al oír sus pasos,
conmovíase, y luego, ante él, sentíase derrumbarse la emoción, y tras esto sólo
le quedaba un inmenso asombro, ave se resolvía en tristeza" (p. 585).
"El orgullo, además, y el placer de decirse:
"soy virtuosa", y de contemplarse, con resignado talante, en el
espejo consolábala un poco del sacrificio que creía hacer" (p. 585).
"Todo el odio que atesoraba, originado por sus
sin sabores, hízolo recaer sobre Carlos...." (p. 586).
"La propia apacibilidad de su vida incitábala a
la rebelión, así como la estrechez doméstica y la paz conyugal ponían en su
alma ensueños de grandeza y adúlteros deseos" (p. 586).
Cap. VI: ".....encaminose a la Iglesia dispuesta a hundirse en cualquier
devoción con tal que absorbiera su alma y a olvidarse por completo de la
vida" (p. 589).
"Entonces recordó a las heroínas de los libros
que leyera, y la única legión de aquellas adúlteras mujeres comenzó a cantar,
con voces de hermanas que la seducían, en su recuerdo. Ella misma convertíase
en una verdadera parte de aquellas imaginaciones, y creyéndose el prototipo de
la enamorada que tanto había envidiado, realizaba el prolongado sueño de su
juventud" (p. 643).
Cap. X:
"Emma, por otra parte, se iba poniendo demasiado sentimental; el cambio de
miniaturas se impuso, así como el de los mechones de pelo, y por entonces
quería una alianza, un verdadero anillo de bodas, en señal de compenetración
eterna" (p. 651).
Emma, en aquel momento, se arrepintió e incluso
preguntose por qué execraba a Carlos y si no hubiese preferido amarle" (p.
654).
Cap. XI:
"Se arrepentía, como de un crimen, de su pasada virtud, y aquello que de
ésta aún subsistía se desplomaba bajo los curiosos golpes de su orgullo. Así,
se deleitaba con todas las aviesas ironías del adulterio triunfante y el
recuerdo de su amigo volvía a atraerla con una fuerza vertiginosa. Hacia él
lanzaba su alma, impulsada por un entusiasmo nuevo". (p. 667).
Cap. XII: "Buscaba a Rodolfo. Era para decirle que se aburría, que su
marido le resultaba odioso, y la vida, horrible" (p. 668).
"A consecuencia de sus costumbres amorosas, la de
Bovary cambió sus modales. Sus miradas hiciéronse más atrevidas y más libre su
conversación, e incluso cometió la inconveniencia de pasearse en compañía de
Rodolfo, con un cigarrillo en la boca, como para reírse del mundo" (p.
673).
Cap. XIV: "Su alma, rendida por el orgullo, acogíase a la humildad
cristiana, y saboreando el placer de ser débil, asistía, dentro de sí misma, a
la destrucción de su voluntad, que abríale paso a las dulzuras de la
gracia" (p. 697).
"Quiso ser una santa. Compró rosarios, se puso
amuletos y deseaba tener en su cuarto, a la cabecera del lecho un relicario con
incrustaciones de esmeraldas para besarlo todas las noches" (p. 697).
"Su divisa era la resignación, la indulgencia
para todos, y su lenguaje a propósito de cualquier cosa rebosaba
sentimentalidad'' (p. 699 ).
Tercera Parte:
Cap.I:
"¿Verdad que no hay nada más lamentable que arrastrar, como me ocurre a
mí, una vida inútil?"(p. 718).
7. ERRORES CONTENIDOS —MÁS O MENOS EXPLÍCITAMENTE— EN
LA NOVELA
— Concepción pagana del matrimonio, con clara
distorsión y subversión de sus fines.
— Defensa insistente de la relaciones hombre-mujer
fuera del matrimonio. Justificación del adulterio, ante lo irresistible de la
pasión amorosa.
— Exceso de sensualismo a lo largo de toda la novela.
Defensa más o menos solapada de este error.
— Visión hedonista de la vida del hombre en el mundo,
con olvido del sentido último y trascendente de la existencia humana.
— Anticlericalismo furibundo. Ataque directo e
indirecto a la Iglesia, a sus ministros, y a la misma religión.
— Ridiculización de los sacramentos: confesión,
bautismo, etc.
— Mofa de la catequesis cristiana.
— Presentación de la Fe y de la Religión como enemigos
de la ciencia y del progreso.
— Defensa de una "moral" individualista sin
fundamento en la norma objetiva.
— Defensa de las ideas de la Enciclopedia, tesis de
Rousseau, Voltaire, etc.
F.G.
(1980)
ANEXO
I
Algunas reflexiones en torno al Madame
Bovary de Flaubert.
El suicidio de Emma es la expresión máxima de
su fracaso vital, pero la heroína de Flaubert hacía mucho que estaba minada por
dentro. ¿Por qué no tiene Flaubert ningún pudor en mostrar el carácter
inexorable del fatal destino de la Bovary? Una reflexión de Camus sobre el
suicidio en general me parece muy luminosa al respecto. Un acto como éste,
dice, "se prepara en el silencio del corazón, lo mismo que una gran
obra" (El mito de Sísifo, I,1).
En efecto, en estas páginas primeras pretendo mostrar
que el suicidio de Emma y la gestación de la novela tienen un origen idéntico
en las contradictorias necesidades del corazón de Flaubert.
Madame Bovary es un caso notable de polivalencia simbólica y sus
distintos planos de significación se reflejan unos a otros con una extraña
perfección, porque también Flaubert construye su obra a partir del sencillo
recurso de la repetición de la misma idea en todos los planos posibles.
A mi juicio, el esquema ideológico que subyace a toda
la obra puede sintetizarse en estas o parecidas palabras: la acción conduce a
la muerte del hombre.
En el plano semántico, el esquema flaubertiano se concreta
en la representación de un mundo de ficción donde no se produce la unidad de
sus elementos, expresión verbal de la imposibilidad metafísica de la
consecución de la felicidad. Miremos de cerca por ejemplo la descripción que
sucede inmediatamente a la consumación física del adulterio por parte de Emma:
"Les ombres du soir descendaient; le soleil
horizontal, passant entre les branches, lui éblouissait les yeux. Ça et là,
tout autour d'elle, dans les feuilles ou par terre, des taches lumineuses
tremblaient, comme si des colibris, en volant, eussent éparpillé leur plumes.
Le silence était partout; quelque chose de doux semblait sortir des arbres;
elle sentait son coeur, dont les battements recommençaient, et le sang circuler
dans sa chair comme un fleuve de lait. Alors, elle entendit tout au loin, au
delà du bois, sur les autres collines, un cri vague et prolongé, une voix qui
se traînait, et elle l'écoutait silencieusement, se mêlant comme une musique
aux derniers vibrations de ses nerfs émus. Rodolphe, le cigare aux dents,
raccommodait avec son canif une de deux bridées cassée.
Ils s'en revinrent à Yonville, par le même chemin. Ils
revirent sur la boue les traces de leurs chevaux, côte à côte, et les mêmes
buissons, les mêmes cailloux dans l'herbe. Rien autour d'eux n'avait changé; et
pour elle cependant, quelque chose était survenu de plus considérable que si
les montagnes se fussent déplacées. Rodolphe, de temps à autre, se penchait et
lui prenait sa main pour la baiser" (pp. 189-190 de la edición Garnier-Flammarion,
París, 1979, a la que corresponden las sucesivas citas).
Sólo en este pequeño fragmento son casi innumerables
los aspectos morfológicos y semánticos que ponen de manifiesto la falta de
unidad aludida: la realidad, como las plumas de los colibrís, queda
literalmente "esparcida"; se nombra habitualmente en su multiplicidad
(téngase en cuenta el uso constante de los plurales), o en su carácter doble:
nótese el empleo de prefijos verbales de repetición —revenir/revoir,
raccomoder— o las disyuntivas referencias espaciales y temporales —Ça et là,
dans les feuilles où par terre (...), sur les autres collines
(...) côte à côte (...) de temps à autre"—, o, más importante aún, en el
segundo párrafo, el modo en el que se subraya precisamente la dualidad de una
misma realidad con la fuerza sintética de la primera frase: "Ils s'en
renviren à Yonville, par le même chemin".
Flaubert descree de la posibilidad de nombrar la
realidad y se resigna a aludir a ella, pronombrándola con indefinidos,
comparándola, en suma, imaginándola, porque hay en efecto algo inaprehensible
en las cosas que las hace inquietantes y que de manera muy llamativa Emma
barrunta pero no puede captar. Es curioso hasta qué punto se deja constancia de
cómo le fallan los sentidos externos: los ojos quedan desde un principio
deslumbrados y el oído confundido por la propia vibración sanguínea. Emma no se
sabe lo que tiene delante porque, en su exaltación, lo confunde todo; cree oír
algo donde sólo hay un terrible silencio, el del pecado.
Estamos en un momento clave para acertar con la
interpretación de la obra: la percepción de Emma (unitaria y totalizadora pero
insuficiente) es inseparable de su pensamiento, en una expresión radical de
sensualismo epistemológico, pero el narrador se distancia de la protagonista en
este punto, mostrándonos desde fuera esa identificación y, en el fondo,
criticándola porque resulta confusa; por dulce que sea, no sirve para explicar
del todo lo que pasa.
Si a lo largo de toda la novela se suceden los cambios
en la percepción, manteniéndose narrativamente la misma voz, ahora es otro
quien procede a la descripción, mientras que Emma se limita a sentir la dulzura
de su sangre y a oír algo que no sabe lo que es y que confunde con sus propios
movimientos internos. Emma es incapaz de comprender la realidad (cada vez le
importa menos) y conforme avanza la novela lo será cada vez en menor medida,
apuntando con todo ello claramente hacia lo que el citado Camus llamaría el
absurdo (cfr. id.).
La realidad que objetiva el narrador es una realidad
irreductible a la unidad, pero, a través de su expresión verbal, se sostiene
idealmente; en modo alguno puede obtenerse su unidad por analogía con el
proceso físico que ha tenido lugar. Por eso Flaubert no es un naturalista sino
que apunta claramente hacia algo distinto que está en el plano de la
representación del mundo.
Desde el comienzo, la inclinación novelesca de la
protagonista es del todo superficial (también lo es su visión de la religión) y
constituye sólo una primera etapa de su vida, una promesa frustrada, porque
Emma apuesta decididamente por la acción, por el consumo, por el cuerpo, en una
palabra, por la voluntad, constituyéndose ante los ojos de Flaubert en un
símbolo de la estupidez de toda la sociedad burguesa. Así lo confirma el final
del relato en el que Berta, la hija de los Bovary, queda condenada al infierno
del proletariado. Flaubert pensaba que la burguesía de su tiempo caminaba, como
Emma, hacia su propia aniquilación y a su sustitución por una clase obrera
emergente. También en esto se equivocó.
La crítica ha visto acertadamente en esta dinámica
textual la expresión de las leyes enunciadas por el positivismo. Pero hay algo
más. Flaubert, a mi juicio, está todavía más cerca de Schopenhauer que de Comte
porque, con el mantenimiento a lo largo de la obra de una voz propia y crítica
del narrador, establece una distancia entre la "voluntad" de los
personajes (de una sociedad entera) y la "representación" que va
estableciendo de la realidad ese narrador (uno contra todos), introduciendo, de
manera creciente, referencias claras al abismo al que aquellos se ven abocados.
Aunque volveré sobre esta específica cuestión, quiero
llamar la atención sobre dos detalles que hacen en efecto pensar en el autor de
El mundo como voluntad y representación, y más concretamente en lo que
afirma en el célebre libro 3º de dicha obra, dedicado como se sabe a la
representación del mundo. Me refiero al desprecio formal que Emma hace
precisamente de la música en la última parte de la novela. La música es
sustituida por la carne, tanto cuando la Bovary sale del teatro indiferente por
completo a la belleza de Lucia de Lamermoor (que por cierto es incapaz,
a pesar de que está adelantando la locura de Emma, de ejercer sobre ella el
menor efecto catártico) como cuando engaña a su marido a propósito de las
lecciones de música que no da.
Por otra parte, la misma búsqueda de Flaubert de la
musicalidad de la prosa no puede ser únicamente un recurso estilístico; hay en
ello una comprensión, precedente manifiesto de la poética simbolista, de las
más altas virtualidades de la lengua.
Hay dos temas en la novela que apuntan claramente en
la misma dirección interpretativa y que concretan literariamente la intuición
flaubertiana. Me refiero al par pies-calzado y a la presencia constante de la
comida.
Casi cada vez que alguien entra en escena nos son
descritos sus pies y su calzado; es riquísima la morfología de este elemento
convertido claramente por el autor en uno de los temas de su obra. Se puede
proceder al análisis exhaustivo de esas presencias, observando las
características concretas que Flaubert va desplegando en cada caso; piénsese
por ejemplo en el episodio de la operación del pie contrahecho de Hyppolite.
Sobre ese miembro deforme se lanza la "ciencia", dejándolo en un
estado lamentable. No hay que olvidar que es Emma la que instiga semejante
barbaridad y, sin forzar mucho la interpretación, se concluye que Flaubert
apuesta también aquí por la inacción. Los remedios de Emma a la insatisfacción
que le produce la mediocridad de Charles no pueden consistir en incidir sobre
la realidad porque eso supone literalmente la aniquilación de esa misma
realidad, simbolizada en la amputación final de toda la pierna.
He aludido al par pies-calzado porque me parece que,
además de las connotaciones particulares de cada caso, este tema flaubertiano
traduce la cuestión de la desnudez corporal. "Es propio de lo carnal el no
mostrarse", dice con agudeza María Zambrano ("El espejo de
Atenea", en Claros del bosque, IV). El pie es el miembro más bajo,
y tal vez más burdo, del cuerpo. Con independencia de que para Flaubert fuera o
no un elemento de fetiche, puede tomarse como sinécdoque del cuerpo e incluso
de la misma corporalidad. El cuerpo, en su ciego dinamismo, se cubre con toda
la gama de la zapatería o se muestra impúdicamente despertando el instinto
erótico.
Qué decir en este contexto de las abundantes y
pormenorizadas descrip-ciones de la comida. Qué puede haber sino una alusión
directa a las "vulgares" necesidades del cuerpo, satisfechas hasta el
hartazgo en la sociedad descrita en la novela. Comer es en primer término
sobrevivir físicamente (recuérdese cómo comen el cura y el boticario, los dos a
una, en el velatorio de Emma), pero se convierte en un morir espiritualmente
porque "en la carrera que nos precipita cada día un poco más hacia la
muerte, dice Camus, el cuerpo conserva una delantera irreparable" (id.).
En la carta a Louise Colet del 19 de septiembre de
1852, Flaubert dice algo que puede iluminar este punto. Ha leído la vida de un
gran cocinero llamado Carême y le emociona leer lo que éste había dicho
hablando de lo goloso que era: "...sentía tan a fondo mi vocación, que no
me detuve a comer". Flaubert detesta ese detenimiento en el comer porque
supone precisamente la negación nada menos que de una vocación.
Estamos ante una nueva formulación de la cuestión de
las "armas del vientre" pero ahora en contra del dios del arte. La
lucha maniquea del cuerpo y el espíritu, que, en su versión específicamente
religiosa, ya había reclamado la atención de Flaubert desde su primera obra, la
Tentación de San Antonio, inspirada en el impresionante lienzo homónimo
de Pieter Brueghel, el Viejo.
Es verdad que Emma estaba hecha de una pasta un tanto
diferente porque, en un principio, la comida no le llama la atención. En su
caso no es la comida la que le lleva a la lujuria, sino, en un proceso que se
muestra de ida y vuelta, ésta le conduce a la avidez de aquella, hasta volverse
en sus últimos momentos "irritable, gourmande et voluptuese"
(299).
El final de ese camino no puede ser otro que la
muerte, "porque la carne devora y es devorada; es su castigo (...). El
hombre, devorador universal de todo, de todo lo que puede, animales y plantas,
la tierra misma, a la que devora arrasándola, de otro hombre, de sí mismo hasta
su total combustión, hasta el suicidio" (María Zambrano, id.). Cabe de
hecho preguntarse si el procedimiento suicida podía haber sido otro que el de
"manger" (334) el polvo blanco del arsénico.
Otros de los temas de la novela muestran, por su mera
disposición dialéctica, el carácter crítico de la obra de Flaubert. Me refiero
a los valores contrapuestos del aire y el agua, por una parte, y de los colores
azul y negro, por otra.
La transición cromática del azul al negro muestra
claramente la evolución de Emma y ha sido como tal estudiada, desde el azul de
sus sueños hasta el progresivo oscurecimiento de su espacio vital (un terrible
fondo negro y abismal que desde el principio se mezcla con sus sueños) y de su
misma sangre y rostro ennegrecidos en la hora final.
Por eso prefiero centrarme en los dos elementos
básicos citados que, por lo demás, establecen una dicotomía equivalente y en
muchos casos paralela a la cromática; recuérdese por ejemplo la imagen de las
anunciadas aventuras de Emma como un canalones atrancados (133).
En efecto, toda la capacidad de ensoñación de Emma
está envuelta por el aire; Emma es constantemente comparada con los pájaros y
sus pensamientos revolotean entre el viento y el azur del cielo, en el amplio
vuelo de su deseo. El narrador llega a calificar a la Bovary de "âme
étherée" (240).
Por el contrario, el agua, sobre todo el agua de los
diferentes ríos que circundan los pasos de Emma, corre paralela a su deseo. En
cada escena amorosa se subraya la presencia del agua que murmura su inquietante
mensaje. Son múltiples los paseos de los amantes al borde del agua, que se
mimetizan así con el fluir inestable de la corriente.
Cuando Leon se va de Yonville, el narrador se adentra
en los pensamientos de Emma con las siguientes palabras: "La rivière
coulait toujours, et poussait lentement ses petit flots le longue de la berge
glissante. Ils s'y étaient promenés bien de fois, à ce même murmure des ondes,
sur les cailloux couverts de mousse (...). Comment n'avait-elle pas saisi ce
bonheur-là, quand il se présentait! Pourquoi ne l'avoir pas retenu à deux
mains, à deux genoux, quand il voulait s'enfuir? Et elle se maudit de n'avoir
pas aimé Leon; elle eut soif de ses lèvres" (155).
En efecto Emma hubiera querido bañarse en el río del
placer, beber el flujo de la vida que irremediablemente se va. Y en adelante no
perderá más oportunidades. En sus salidas adúlteras para entregarse a Rodolphe,
"Emma s'habillait vite et descendait à pas de loup le perron qui
conduisait au bord de l'eau" (192). Y cuando aparece la hartura de
la carne en esa relación con Rodolphe, el narrador la compara a la bajada de
nivel de un río que fuera hundiéndose en su propio "lecho" dejando
ver su fondo fangoso (cfr. 199). En fin, la cama de mancebía del Hotel de
Boulogne en Rouen tiene forma de barca (cfr. 288) y, ya antes, el coche en el
que Leon y Emma pasean su deseo por cada calle de Rouen da tumbos como un barco
(cfr. 270). Por cierto un barco "más cerrado que un sepulcro" (id.).
Las imágenes se multiplican en este orden; me conformo
con recordar quizá la más elocuente, presentada cuando el narrador describe un
rayo argentino de la luna que se retuerce sobre el agua de un río como una
"serpiente sin cabeza cubierta de escamas". Serpiente en el río, el
río en el río como señala Jean-Pierre Richard (cfr. "La création de la
forme chez Flaubert", en Littérature et sensation, 136), la vida
descerebrada que se va irremediablemente.
La verdad es que desde el principio se pone de manifiesto
sin tapujos el núcleo del temperamento de Emma, en el que bien cabe situar la
causa primera de su fracaso: la necesidad de cambio por el cambio, su aprecio
de las cosas no en sí mismas sino a partir de esta necesidad, su voluntad de
gozar de las cosas en la práctica, de consumirlas, su carácter sentimental y
utilitario, incapacitado en definitiva para la contemplación racional de la
realidad (cfr. 71).
Por eso mismo es desconcertante la imagen de Minerva
confeccionada por Emma que, dedicada a su padre, estaba colgada en la sala de
la casa de Les Bertaux. La Diosa de los inspiradores ojos azules, la reina de
la razón, la virgen del arte. No me cabe duda de que representa lo contrario de
la posibilidad que Emma ha cumplido en su destino, pero no sé si al mismo
tiempo expresa otra posibilidad de Emma o, tan sólo, indica la presencia del
propio autor.
¿Y la "puesta en abismo" que supone la
referencia a Paul et Virginie? El eterno problema de la naturaleza y la
civilización, pero también el de la virginidad (la desnudez) y el incesto. Emma
no necesitaba un marido sino un hermano, y su maternidad es la expresión más
radical de su fracaso.
¿No estaría Emma, como Atenea, llamada a una
concepción de otro orden, intelectual o artística? (cfr. María Zambrano, op.
cit.). ¿No apunta hacia eso también su educación esmerada?¿ No se aprecia aquí
una autojustificación de Flaubert, de su entrega al arte, aquello que Borges
llamó "el destino ejemplar de Flaubert"? (cfr. Discusión). Y,
por último, ¿no estaba, en el fondo, Madame Bovary, llamada a ser, como insinúa
increíblemente Baudelaire, verdaderamente y hasta el final un hombre?
(cfr."Madame Bovary, de Gustave Flaubert").
Todas ellas son cuestiones que a mi juicio Flaubert
está respondiendo afirmativamente en su novela, reflejando una de las
concepciones más tristes e inmorales del ser humano que quepa imaginar. Pero
eso sería objeto de una segunda parte de este ensayo.
A.R.
(1996)
ANEXO II
FLAUBERT, Gustave
Madame Bovary
Modern Library, New York 1982.
"Madame Cow"— that
is hardly an appropriate title for a romance that some have said glorifies
adultery. But this truly great novel presents nothing glorious about Madame
Bovary's destructive way of life.
Gustave Flaubert's Madame
Bovary is a satire similar, in one significant way, to Cervante's Don Quixote.
Both dramatize harmful effects which bad books can have. Quixote devours books
of chivalry and ends up imitating them in his own mad and comic way; Emma
Bovary devours books of romance and she too imitates them in her own mad, but
tragic, way. One enormous difference between the two books is that Cervantes
looks upon his characters with forgiving benevolence while Flaubert looks upon
Emma and all the other characters of her bourgeois world with unremitting condemnation.
Cervantes' comedy points to a better world, but the dark and tragic view of
this novel points to no positive alternative, and one can therefore understand
why Flaubert has been called a nihilist.
The characters in Flaubert's
beautifully crafted novel (it is a true masterpiece from a technical point of
view) are all pitiful and grotesquely flawed[1]. For example,
Charles Bovary is a humble and hard-working country doctor, a dedicated and
loving husband, as well as a tender and devoted father. These potentially
positive characteristics, however, become insignificant in light of his dull
stupidity and his common "bourgeois" desires (Flaubert despised the
humble aspirations of the middle class). This same negative presentation of
character occurs with everyone in the book: Charles' mother, working the best
she can under enormous difficulties, is presented as petty and base; the
country parson is ignorant and insensitive; Emma's father is lazy and
conniving.
In this bleak world, Emma
seems, at first, to offer a refreshing view of beauty and nobility. But the
glamour she aspires to is, as Flaubert might put it, a "false
romanticism." One form of this counterfeit is religion, as seen in chapter
6 of part 1 where Emma's education at a convent school is described. There the narrator points out how Emma, at
thirteen, "gently succumbed to the mystical languor induced by the
perfumes of the altar, the coolness of the holy-water fonts, gleaming of the
candles." The "romantic melancholy" she developed then led to a
life-long infatuation with novels about "love affairs, lovers, mistresses,
harassed ladies swooning in remote pavilions." These novels she first
obtained from "the good spinster," a "protégée of the
archdiocese" who helped out at the convent. The narrator also points out
how the "sentimental songs she sang in music class" allowed Emma
"to glimpse, through the silliness of the words and the indiscretions of
the music, the alluring, phantasmagoric realm of genuine feelings" (40,
42).
Emma eventually marries dull Charles, not because she
loves him, but because he can take her away from the dreary family farm. Her
illusions of grandeur keep her from ever becoming happy, although Charles
follows her every wish. At Emma's request, for example, he fires the helpful but
too humble servant who has been with him for years; he moves from the country
village where he has a good and well-appreciated practice; and he even tries a
new medical specialty, for which he has neither the training nor aptitude,
because Emma hopes it will give him more prestige.
Since Emma's romantic longings
are unsatisfied by her marriage, by a bigger town and better house, or by a
beautiful daughter (Emma had wanted a son, who would be "free to range the
passions and the world"), she continues looking. In this state of
dissatisfaction, she meets the unscrupulous and lascivious Rodolphe. From
Rodolphe's point of view, "Emma was like all his other mistresses; and as
the charm of novelty gradually slipped from her like a piece of her clothing,
he saw revealed in all its nakedness the eternal monotony of passion..."
(215). To the young and wildly imaginative Emma, however, monotony does not set
in; instead, she becomes drunk "by the intensity of her own voluptuous
feelings." Through her
adulterous affair with Rodolphe, she becomes "something corrupt," and
"her very soul" eventually becomes "drowned and shriveled"
(216). This constant self-indulgence leads her to become hardened in that
corruption: "Her desires, her sorrows, her experience of sensuality, her
ever-green illusions, had developed her step by step, like a flower
nourished by manure...; and she was finally blooming in the fullness of her
nature" (emphasis added: Flaubert, while making few direct authorial
comments, does comment regularly through his metaphors).
After Rodolphe leaves her, Emma collapses emotionally
and physically. In this state she then begins another indulgence in
sentiment--this time, it again takes the form of religion. After receiving
Communion one day, she imagines that she sees "God the Father in all His
glory, surrounded by the saints bearing branches of green palm" (240). The
narrator goes on to show how these sentiments develop:
"Among the illusions born of her hope she
glimpsed a realm of purity in which she aspired to dwell: it hovered above the
earth, merging with the sky. She conceived the idea of becoming a saint. She
bought rosaries and festooned herself with holy medals; she wished she had an
emerald-studded reliquary within reach at her bed's head, to kiss every night"
(241).
Emma then obtains a number of highly sentimental
religious books through her parish priest, and she eventually becomes
"convinced that hers was the most exquisite Catholic melancholy that had
ever entered an ethereal soul" (242). This "pride of her [own]
piety" is revealed by the narrator as a "vast fraud," as he
points out in this masterful sentence: "When she knelt at her Gothic
prie-dieu, she addressed the Lord in the same ardent words she had formerly
murmured to her lover in the ecstasies of adultery" (242).
These emotional outbursts over
religion soon give way to the loving embrace of opera, which brings her back to
the "books she had read as a girl" (251) and the "same ecstasy,
the same anguish that had brought her to the brink of death" (252). In
this setting, she meets Léon and soon embarks on her second adulterous affair.
This second affair dramatizes
again adultery's ill effects on all involved. "Before long, Léon began to give himself superior
airs around the office. He kept aloof from his colleagues and totally neglected
his work" (294). Emma began a new series of deceptions and a new wave of
extravagant spending. For her, "lying became a need, a mania, a positive
joy" (308). Despite her "reckless pursuit of pleasure" and
despite her own desires, Emma found that her passion for Léon weakened and she
had to "keep it alive by artificial means" (321). For example,
"She continually promised herself that the next
rendezvous would carry her to the peak of bliss; but when it was over she had
to admit that she had felt nothing extraordinary. Each disappointment quickly
gave way to new hope; each time, Emma returned to him more feverish, more
avid" (321).
Throughout these feverish quests for happiness, Emma
"longed for that ineffable emotion of love that she had tried to imagine
from her books"; but despite all her efforts, Emma "wasn't happy, and
never had been" (322). And why? Because her "passions were the sole
concern of her life" (323).
Her family, of course,
suffered most. Her daughter "had never been given the slightest
schooling" (327), and her reckless spending eventually causes complete f
embarrassment and desperation caused by this ruin prompts Emma to kill herself.
Yet even this she does with false illusions. She thinks that she will simply "fall asleep, and
everything will be over" (358). But her death from arsenic is cruelly
painful, and prolonged. In the midst of this agony, however, she experiences a
recognition. Charles lovingly attends her, "and in his eyes [Emma] read a
love such as she had never known" (359). As the novel ends, however, it is
clear that Emma's "romantic" way of life causes Charles' paralyzing
depression and eventual death, and their daughter is left a sad and
impoverished orphan.
And yet, as powerfully as this novel seems to
criticize romanticism and adultery, and as perceptively as it depicts the harm
done by these, the novelist strongly supported both. He argued elsewhere, in
fact, that adultery was glorious; it was a revolt against the most bourgeois
and detestable of institutions (Steegmuller 63). Ultimately, Flaubert's highest
good was the same aesthetic and emotional one that seduced Emma; and although
he satirized what Emma did, Flaubert later insisted that "Madame Bovary,
c'est moi!," indicating that he and Emma worshipped at the same altar of
savored sentiment (Steegmuller 339, 342). Instead of Madame Bovary's bourgeois
aspirations, however, Flaubert would substitute his own artistic aspirations;
both, however, exalted in their own emotions and their private conception of
beauty. Nonetheless, ironically, Madame Bovary itself as a work of art leads
the attentive reader to see in it one of the greatest criticisms of this
position ever penned. This interesting fact shows what a devoted and talented
artist can produce despite his own ideological prejudices.
Flaubert's ambivalence also explains why readers react
so differently to this novel. Many--perhaps most--read Madame Bovary the same
way that Emma read the novels that corrupted her; they uncritically identify themselves
with Emma's plight, and they relish the vicarious experience of her
unrestrained emotions. These readers often see Emma as noble and as worthy of
imitation. Others identify with Flaubert's contempt for conventional values,
and they note the victory of the ruthless and Nietzschean Homais, whose success
in the novel seems to be an effect of his complete liberation from Christian
morality.
These all-too-common responses to Madame Bovary
explain why great caution is needed in reading or teaching this ambivalent
novel. Nonetheless, this novel reveals, with extraordinary effectiveness, the
psychological workings and the full horror of what occurs when emotion and not
truth is taken as the highest good of life.
G.W.
(1995)
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[1] It has been rightly said that Flaubert prepares the way for the dark and grotesque realism of Zola's later novels.