DURKHEIM, Emile
Las formas elementales de la vida religiosa. El sistema totémico en Australia
Akal, Madrid 1982.
CONTENIDO
El autor se propone estudiar cuál es la religión más primitiva, para poder concluir de ello un mejor conocimiento del hombre. El estudio del sistema totémico australiano le revelará un aspecto esencial y permanente de la humanidad, es decir, la naturaleza religiosa del hombre. Para Durkheim la religión es algo eminentemente social.
El hombre es doble: hay en él dos seres, uno individual, que tiene sus raíces en el organismo y cuyo círculo de acción se encuentra, por esta razón, estrechamente limitado, y un ser social, que en nosotros representa la más elevada realidad, sea en el orden intelectual, sea en el orden moral.
La obra se divide en tres libros y en una conclusión, cuyo contenido se va a exponer a continuación.
LIBRO I: CUESTIONES PRELIMINARES
Durkheim pretende definir el fenómeno religioso; para ello intentará averiguar cuál es la religión más primitiva.
En primer lugar habrá que definir qué es religión. Hay una serie de signos exteriores, fácilmente perceptibles, que permiten el reconocimiento de los fenómenos religiosos allí donde se encuentre. La religión es un sistema más o menos complejo de mitos, dogmas, ritos y ceremonias... Todas las creencias religiosas distinguen entre lo sagrado y lo profano. Entre ambos hay una heterogeneidad absoluta. Las cosas sagradas son aquellas que las prohibiciones protegen y aíslan. Las profanas son aquellas a las que se aplican estas prohibiciones y que deben quedar a distancia de las sagradas. En la p. 36 define claramente su concepción de la religión: "Cuando un cierto número de cosas sagradas sostiene entre sí relaciones de coordinación y subordinación, de modo que forman un sistema de una cierta unidad, pero que no forma parte de ningún otro sistema del mismo genero, el conjunto de creencias y ritos correspondientes constituye una religión."
El animismo y el naturalismo, a pesar de ser religiones muy antiguas no son las más primitivas; la más elemental será el totemismo. El animismo es falso, porque la noción de alma, que constituye el punto de partida de todas sus creencias, surge a partir de suenos e impresiones vagas. El naturalismo no corresponde a una tendencia natural del hombre, no es probable que las fuerzas de la naturaleza provocaran tal admiración en el hombre primitivo que llegara por ello a divinizarlas. Al contrario, el salvaje estaría muy acostumbrado a los fenómenos de la naturaleza. En realidad, el sol, la luna, el cielo, las montañas, los ríos, los vientos, etc., han sido divinizados tardíamente. Antes de ello los hombres se dirigieron a humildes vegetales o animales y los divinizaron.
Más allá del animismo y del naturalismo existe todavía un culto más primitivo: el totemismo. La palabra tótem aparece a finales del siglo XVIII. Alrededor del totemismo se iniciaron multitud de estudios. A partir de esos estudios aparece Australia como el terreno más favorable para el estudio del totemismo. Por esa razón Durkheim va a basar sobre todo su investigación en Australia, aunque también estudia algo del sistema totémico de los indios de América del Norte.
LIBRO II: LAS CREENCIAS FUNDAMENTALES
Pretende Durkheim recoger las nociones fundamentales de una religión.
En la base de la mayor parte de las tribus australianas existe el clan. Los individuos de un clan se encuentran unidos por un grado de parentesco; este parentesco no es debido a relaciones de consanguinidad, sino a que se lleva un mismo nombre. Cada clan se define por su tótem. Los objetos que sirven de tótem pertenecen al reino animal y al vegetal, raras veces a cosas inanimadas.
La distribución social es la siguiente: cada tribu consta de dos fratrías y cada fratría de varios clanes.
El tótem no es sólo un nombre, es un verdadero emblema, un blasón (con analogías al blasón heráldico). Las imágenes totémicas se reproducen sobre las paredes de las casas, los flancos de las canoas, las armas, los utensilios y las tumbas, incluso en el mismo cuerpo de los hombres. Los dibujos que representan el tótem suscitan sentimientos religiosos. El hombre, por ser miembro de un clan está también revestido de un carácter sagrado. Es portador de un nombre, y el nombre para el primitivo no es sólo una palabra, una combinación de sonidos, es algo propio del ser, esencial.
El totemismo nos ofrece también una concepción del universo. Los hombres han ido agrupando y jerarquizando las cosas del universo, precisamente porque son sociales.
Hay autores, como Tylor y Wilken, que creen que el totemismo proviene de una religión anterior. Según ellos el totemismo sería una forma particular de culto a los ancestros; el alma murió y volvió a animar algún otro cuerpo. Durkheim se opone totalmente a esta teoría. En contra de ello aduce que las sociedades en las que se fijan estos autores y de las que recogen estos datos, han llegado ya a un grado de cultura muy elevado, es decir, han superado la fase del puro totemismo. Además, esta teoría se basa en un error fundamental, que consiste en identificar el totemismo y la zoolatría, mientras que la verdad es que el animal no es adorado en absoluto; el hombre es casi igual al animal totémico, e incluso a veces dispone del animal como si fuera de su propiedad.
Hay una noción muy importante en todo totemismo: mana, es una fuerza, una influencia de orden inmaterial y, en cierto sentido, sobrenatural, pero ello se revela por medio de la fuerza física, o bien por todo tipo de poder o superioridad que el hombre posea. El mana no está en absoluto fijado en un objeto determinado, sino que puede estar materializado en todo tipo de cosas. Así pues, si atendemos a la génesis del pensamiento religioso, éste no se representó lo divino en la forma concreta de seres definidos y sensibles. La teoría totémica pretende mostrar que el culto totémico no se dirige a determinados animales o plantas, ni siquiera a una especie vegetal o animal, sino a una especie de vaga potencia que se difunde a través de las cosas. Lo que encontramos en el origen y la base del pensamiento religioso, no son objetos ni seres determinados , sino poderes indefinidos, fuerzas anónimas, que en definitiva se deben a lo que Durkheim denomina "fuerza religiosa".
Por otro lado, ¿cómo se origina la creencia en un tótem? El clan supone que existen fuerzas exteriores a ellos que los dominan y al mismo tiempo los sostienen. El tótem es como una bandera del clan, permanece grabado en los instrumentos de culto, sobre las paredes de las rocas, escudos, etc. Aunque el principio totémico tiene su sede preferente en un animal o vegetal, no podía quedar localizado en ellos, porque se extiende desde el ser totémico a todo aquello que de cerca o de lejos está relacionado con él. Así, poco a poco, a los tótems se le sumaron los subtótems y quedaron constituidos esos sistemas cosmológicos que traducen las clasificaciones primitivas.
Las primeras concepciones religiosas no provinieron de un sentimiento de temor o de angustia, sino que más bien sintieron a los dioses como protectores y familiares. El primitivo se siente ante un poder: el de la sociedad. Se equivoca cuando cree que su incremento de vitalidad es obra de un poder con forma de animal o de planta. Pero el error afecta únicamente a la letra del símbolo; por detrás de estas metáforas hay una realidad viva: la religión, que a su vez es un producto de la sociedad.
Otra de las cosas que se cuestiona Durkheim es el surgimiento de la noción de alma, espíritus y dioses. El alma se considera desde puntos de vista distintos según las tribus, a veces es parecida al cuerpo, otras veces se le atribuye el tamaño de un grano de arena, puede salir del cuerpo y volver. A veces casi se confunde con el cuerpo, está en la sangre, en el respirar, etc. No abandona fácilmente el cuerpo cuando este muere. Ahora bien ¿de dónde procede el alma? Durkheim se fija en un gran número de tribus de Australia central, y atribuye el origen del alma a unos hombres increados inmortales, que existieron en los orígenes, nuestros ancestros. No eran hombres en el sentido preciso de la palabra, sino animales o vegetales o seres mixtos. Son de la misma sustancia que el principio totémico. Y así, el alma no es más que el principio totémico encarnado en cada persona. La mayoría de estas tribus creen en la reencarnación. De este modo, según los estudios de Durkheim sobre estas tribus, las almas no proceden de Dios sino de otras almas.
Las religiones australianas conocen ya espíritus, héroes civilizadores e incluso dioses. Un alma no es un espíritu, está recluida en un organismo determinado. El espíritu, aunque con frecuencia está vinculado por estrechos lazos a un objeto particular, a una fuente, roca, árbol, astro etc., puede alejarse a voluntad para llevar en el espacio una vida independiente. El alma, con la muerte, goza de una libertad parecida. Hay espíritus bienhechores que son auxiliares o tutelares; también existen los genios malignos, pero éstos no pertenecen a un centro totémico determinado, están fuera de los marcos sociales, son más potencias mágicas que religiosas.
También surgieron personalidades míticas de un orden superior. Se atribuyen a ellos: la institución de las interdicciones matrimoniales, la organización matrimonial que éstas implican, el descubrimiento del fuego, la invención de la lanza, el escudo, el bumerang, etc. Los sentimientos de veneración que inspiraban no estaban limitados al clan sino a la tribu.
Todavía hay una formación mitológica más elevada en Australia; se trata de la concepción de un dios único, al que rinden homenaje una serie de tribus. Se habla de él como una especie de creador; se le llama padre de los hombres y se dice que los ha hecho. Las representaciones religiosas siempre van acompañadas de ritos. A esto va a dedicar el autor el siguiente libro.
LIBRO III: LAS PRINCIPALES ACTITUDES RITUALES
Todo culto puede manifestarse de una doble manera: positiva y negativa. El autor analiza en primer lugar los ritos de carácter negativo. Estos se introducen para evitar la mezcla entre lo sagrado y lo profano, y así surgen las prohibiciones o tabú. Se trata de interdictos de contacto, absorción de alimentos, miradas a las cosas sagradas, hablar a los seres sagrados, etc.
La vida sagrada y la vida profana no pueden existir en las mismas unidades de espacio y tiempo; surgen así las fiestas.
El hombre, para adentrarse en el mundo de lo sagrado debe practicar una auténtica ascesis. El dolor y el sufrimiento están en la entraña de esta ascesis.
Sin embargo, aunque existe una separación entre lo sagrado y lo profano, lo sagrado tiende a expandirse, a contagiarse, y esto, según Durkheim, es debido a la "fuerza religiosa" a la que ya aludió en el libro II. La sociedad contribuye a que se extienda la actitud de reverencia hacia lo sagrado de unas conciencias a otras. Se extiende como una mancha de aceite.
Cuando Durkheim comienza a describir el culto positivo, se detiene a estudiar los elementos del sacrificio. Describe detalladamente un sacrificio australiano: el intichiuma. Tras su descripción concluye que todo sacrificio tiene un acto de comunión y un acto de oblación. Lo más importante de las ceremonias religiosas es que ponen en acción a la colectividad; los individuos tienden a aproximarse a un ideal colectivo. Es la sociedad en bloque la que está interesada en que la lluvia caiga en su momento y sin excesos, en que la cosecha sea abundante, en que los animales se reproduzcan con regularidad. La sociedad se hace más viva en las fiestas religiosas.
Uno de los rasgos definitivos del culto positivo es que tiende a adoptar naturalmente una forma periódica. Esta periodicidad obedece a que la sociedad sólo puede reavivar el sentimiento que tiene de sí misma, agrupándose. Pero como no puede estar reuniéndose constantemente, se da una alternancia entre el tiempo sagrado y el profano. Muchas veces son los cambios estacionales que constituyen épocas críticas para la naturaleza, la ocasión natural de reunirse y celebrar ceremonias religiosas. Pero también hay otros acontecimientos que pueden jugar ese papel de causas ocasionales.
También existen los ritos miméticos; se trata de movimientos y gritos y gestos en general cuyo propósito es imitar, en sus diferentes actitudes o bajo sus diferentes aspectos, al animal cuya reproducción se pretende. En las ceremonias intichiumas hay muchos actos imitativos. Se imita la naturaleza del tótem cuya fiesta se celebra, se salta como lo hacen los canguros, se imitan los movimientos que hacen al comer, el vuelo de las hormigas voladoras, el grito del pavo salvaje, el del águila, el silbido de la serpiente, el croar de la rana, etc. Cuando el tótem es una planta, se hace el gesto de recolectarla, comerla, etc. En todos estos ritos actúan dos principios:
a)lo que afecta a un objeto afecta también a todo aquello que con él mantiene una relación cualquiera de proximidad o de solidaridad.Toda acción ejercida a un individuo se contagia también a sus vecinos.
b)lo semejante da lugar a lo semejante. La representación de un ser hecha de modo figurativo da lugar a ese ser.
Cuando los hombres se reúnen y celebran esos ritos creen ser realmente animales o plantas pertenecientes a la especie que les da nombre. El australiano intenta asemejarse a su tótem tanto como el fiel de las religiones más avanzadas intenta parecerse a Dios. El objetivo más concreto de estas ceremonias miméticas es asegurar la reproducción de la especie totémica, y ellos se lo llegan a creer. ¿Por qué se lo creen? Porque se da en ellos un estado de euforia, hay una eficacia moral del rito que es real y que hace creer en la eficacia física que es imaginaria. El culto tiene un valor unificador para los hombres, y aunque no se consiga la reproducción del animal, el australiano sigue confiando en sus ritos.
Además, según se indicaba en b), se inicia algo que interesa a la teoría del conocimiento, el enunciado de la ley de la causalidad. La creencia de que lo semejante produzca lo semejante es una relación causal.
El primitivo se mueve a través de las fuerzas colectivas, que son impersonales, porque son fruto de una cooperación de multitudes o grupos, y a la vez son psíquicas, es decir, se trata de sentimientos e ideas objetivas. La idea de fuerza implica la de poder, que a su vez comporta las ideas de ascendiente, señorío, dominación, y correlativamente las de dependencia y subordinación; ahora bien, las relaciones expresadas por esas ideas son eminentemente sociales. Es la sociedad la que ha clasificado los seres en inferiores y superiores, en señores que mandan y en siervos que obedecen.
Dentro de los ritos positivos existen otros que son representativos; se trata de una serie de mitos que describen ceremonias que son auténticos dramas. En este caso no se busca la reproducción de la especie totémica, sino que las representaciones buscan actualizar el pasado mítico del clan.
El rito sirve para mantener la vitalidad de esas creencias, para impedir que se borren de la memoria y permanezcan en la conciencia colectiva.
Finalmente existen los ritos piaculares. Son ritos que se celebran en medio de inquietud y tristeza, son de mal augurio e inspiran sentimientos de angustia y temor. El más celebrado y típico es el duelo. Va unido a una gran violencia de los asistentes; los individuos se hacen incisiones sangrientas, a otros se les obliga a cortarse el pelo, a cubrirse el cuero cabelludo de cenizas, etc. etc. Tiene lugar una mezcla de tristeza con cólera. Los familiares sienten la necesidad de vengar la muerte que les ha sobrevenido, se precipitan unos sobre otros, a veces se hieren.
Otros ritos piaculares se dan cuando se roba un objeto religioso, cuando escasean las cosechas, cuando crece el hambre, etc.
CONCLUSIONES
Las conclusiones a las que llega Durkheim intentan construir una sociología. Durkheim sostiene que, dada la complejidad del totemismo, nos ofrecerá pautas de entendimiento para toda religión.
Todas las grandes instituciones sociales han nacido de la religión, porque en definitiva la religión es la expresión de la vida colectiva. El culto religioso no es ilusorio; por medio del culto se da una acción común que hace posible que la sociedad tenga conciencia de sí misma. Por eso mismo, la sociedad que se forja una religión no llega a un mundo de verdades ilusorias, sino que en el hombre se da una facultad natural de idealizar, de sustituir el mundo de la realidad por otro mundo al que se accede por medio del pensamiento. Es un resultado natural de la vida social. La sociedad es la que ha ocasionado la necesidad de elevarse por encima del mundo de la experiencia y le ha proporcionado los medios para concebir otro distinto.
Las verdades que son objeto de reflexión religiosa serán más tarde objeto de reflexión científica.
Para mantener unas creencias, una religión, hay que elaborar una teoría, y este es el cometido de la sociología.
La religión se alimenta de conceptos colectivos, éstos agregan a lo que podemos aprender por nuestra experiencia personal, toda la sabiduría y la ciencia acumulada por la sociedad a lo largo de los siglos.
VALORACIÓN CIENTÍFICA
El análisis y descripción del totemismo australiano está muy bien hecho. Desde el punto de vista de una antropología cultural se trata de un buen trabajo, bien descrito, detallado minuciosamente, con abundantes ejemplos y citas de muchos estudiosos del tema.
VALORACIÓN DOCTRINAL
Durkheim cae en numerosos errores:
1. No menciona para nada la revelación sobrenatural, por lo que en ocasiones cae en incorrectas comparaciones entre el cristianismo y totemismo, situándolos a un mismo rango.
2. Afirma repetidas veces que la religión es fruto de la sociedad. Pues bien, aunque es verdad que la religión es un fenómeno social y es también un factor de cohesión social, sin embargo la religión es propia del hombre, que se puede relacionar libremente con Dios y que puede ser interlocutor divino, ya que es un ser espiritual. Por tanto la religión afecta al ámbito personal y al social.
3. La influencia de Comte se hace sentir con fuerza. Cae en un positivismo, según el cual la religión puede ser considerada como un primer eslabón de la ciencia. El peligro estaría en que la ciencia se llegara a considerar incompatible con la religión o superior a ella. Este punto no queda nada claro.
4. Como dice Julien Ries: "Para Durkheim, en quien no existe perspectiva alguna sobrenatural, la religión, no obstante, tiene como finalidad la experiencia de la salvación. Esta experiencia no es la de una salvación individual. Se trata de una experiencia que el individuo realiza en la sociedad y por medio de la sociedad. Con sus ritos y sus prácticas encargadas de rehacer los seres sagrados, el culto recrea la sociedad y pone en movimiento a la colectividad. Coloca al individuo en la esfera de la acción de la sociedad y de ese modo hace que pasen a él las fuerzas de lo sagrado que provienen de la sociedad. En definitiva, lo sagrado es una categoría colectiva que tiene su origen en la sociedad, una categoría fundamental de la conciencia colectiva. Es una esfera de fuerzas creadas por la sociedad y sobreañadidas a lo real. Para Durkheim los dioses son los pueblos pensados simbólicamente". (Lo sagrado en la historia de la humanidad, Ediciones Encuentro, Madrid 1989, pp. 22-23).
M.N. (1990)
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