Scandaleuse vérité
Librairie Arthème Fayard, Paris 1961, 171
pp.
CONTENIDO DE LA OBRA
El índice del libro es el siguiente:
I. Le scandale de la vérité; II. Vérité et
liberté; III. Le Mythe du Malheur; IV. Poésie et vérité; V. Quelle est votre
vision du monde?; VI. Les fondements de la Foi; VII. Le Mystère de la vie et de
la mort; VIII. Vérité et Unité; IX. Christianisme et civilisation technique; X.
Vérité et société; XI. La vérité de l'homme.
Como puede apreciarse por el índice, el libro trata fundamentalmente del problema de la objetividad de la Verdad, desde diversos puntos de vista.
Estudia la “crisis del sentido de la verdad en el mundo moderno”, analizando sus causas, con acierto y lenguaje vivo. Esas causas pueden reducirse —según Daniélou— a tres: a) la crisis actual de la metafísica; b) la devaluación de la palabra —testimonio de otros— como fuente de certeza; c) la substitución de la objetividad de la verdad por la sinceridad subjetiva, como norma de la validez de las opciones humanas.
Ataca
el autor con fuerza todas las manifestaciones del llamado humanismo ateo,
recalcando mucho la idea de que “exister, c'est être en relation avec Dieu. C'est l'homme lui-même que le
christianisme défend quand il refuse tout humanisme athée comme une mutilation
et comme un suicide” (p. 17).
Defiende constantemente la existencia de una Verdad absoluta y objetiva, en contra de todo subjetivismo.
Hace después una crítica al existencialismo ateo desde el punto de vista filosófico, remarcando que el ateísmo no procede del método existencial, sino de los presupuestos y prejuicios sobre los que ese método se actúa. Defiende la posibilidad de un existencialismo cristiano, con algunas alabanzas no muy calurosas a Gabriel Marcel (cfr. pp. 29 y ss.).
Trata también el autor del esencial
carácter religioso de la moral, comentando con acierto la idea central de
Nietzsche: “Il (Nietzsche) a bien vu que la morale était inséparable de Dieu,
qu'elle était non une loi abstraite, mais l'expression d'une volonté
personnelle” (p. 44).
El capítulo IV (“Poésie et vérité”) tiene escaso interés desde el punto de vista teológico o filosófico; puede tenerlo quizá desde un punto de vista cultural amplio.
En relación al método dialéctico, Daniélou
denuncia con firmeza los abusos en su utilización: “Il peut y avoir dialectique
à l'intérieur d'un ordre: ainsi liberté et communauté sont les deux termes de
toute dialectique économique et sont toujours relatives l'une à l'autre. Mais
la dialectique ne permet jamais de passer d'un ordre à l'autre. Il n'y a pas de
dialectique de l'esprit et de la matière, du temps et de l'éternité, du bien et
du mal. Il y a contrariété ou contradiction” (p. 73).
El autor sabe aprovechar todas las ocasiones que se le presentan para criticar, con dureza y brillantez, el marxismo.
Al tratar de Vérité et Unité, se plantea el tema del ecumenismo, del que escribe con acierto y gran claridad: queda perfectamente claro cómo no puede haber unidad si no hay un Credo común; que la fidelidad al Evangelio no puede ser jamás infidelidad a la Iglesia; que todo lo irreformable de la Iglesia debe permanecer intacto; que debemos humillarnos personalmente, pero que nadie tiene el derecho de humillar a la Iglesia, etc. (cfr. pp. 122-123).
Daniélou, al desarrollar las relaciones del cristianismo con la civilización técnica, no aporta nada nuevo, pero escribe de modo sugestivo. Según él, la civilización técnica presenta un peligro principal: “Voilà, qui est grave, parce que si les cieux chantent la gloire de Dieu, les machines chantent la gloire de l'homme” (p. 131). Sin embargo, Daniélou afirma que la técnica no es en sí misma contraria a la religión, sino que, por el contrario, debe ser un camino por el que los hombres vayan a Dios, pues cuanto más alto quede el hombre, más alto aparece Dios, del que el hombre recibe su potencia constructiva.
Habla bien de la consecratio mundi, pero es —en este punto— poco concreto.
VALORACIÓN CIENTÍFICA
El libro escapa a una valoración científica detallada, por tratarse de un ensayo, en el que el autor expone su pensamiento sin pretender —en la mayoría de los casos— demostrarlo.
Está bien escrito, con agilidad y brillantez, con un carácter marcadamente apologético, y en ocasiones bastante polémico.
Las ideas están expuestas con cierto desorden y con frecuentes repeticiones; características probablemente queridas por el autor.
Aunque no es un escrito científico, denota que el autor posee un conocimiento profundo de las cuestiones tratadas.
Abundan frases sintéticas sobre el marxismo, el existencialismo, los humanismos ateos, etc., muy logradas y penetrantes.
En el estudio de las relaciones entre religión y política, economía y vida social en general, aun conteniendo matices interesantes, se nota cierta superficialidad.
VALORACIÓN DOCTRINAL
En conjunto, se trata de una obra clara y de buen criterio.
Sin embargo, no faltan algunas frases chocantes, más que por su contenido por la forma de ser expresadas, quizá por un cierto afán de utilizar terminología deslumbrante. En el contexto, esas frases no suponen un peligro para la recta asimilación de la doctrina en un lector con cierta formación; son —por otra parte— en puntos de poca importancia.
La idea central del libro es, probablemente, que el hombre sin Dios está, en cuanto hombre, privado de algo esencial, mutilado: la actitud de adoración es esencial al hombre para realizarse, incluso en el plano humano. Esta idea, perfectamente aceptable, está en ocasiones poco matizada, de modo que podría parecer que se refiere al plano sobrenatural, con el peligro de con fundir el plano natural con el sobrenatural de la gracia. Sin embargo, en una lectura atenta se ve con claridad que el autor se refiere a las relaciones hombre —criatura con Dios— Creador. Por otra parte, Daniélou ataca decididamente toda forma de evolucionismo que no salve la neta separación entre los planos irracional, racional y sobrenatural (cfr. pp. 73 y 74).
Su defensa de un existencialismo cristiano no implica que para él ese sistema sea el mejor, sino que es más bien una oposición al existencialismo ateo en cuanto filosóficamente superficial.
F.O.B.
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