Der Zölibat (Erfahrungen, Meinungen, Vorschläge)
Matthias Grünewald Verlag, Mainz 1968, 190
pp.
CONTENIDO DE LA OBRA
Der Zölibat (El Celibato) es —como el subtítulo indica— una serie de colaboraciones (“Experiencias, Opiniones, Propuestas”) en torno al tema del celibato sacerdotal, recogidas y editadas por Franz Böckle, catedrático de Teología Moral de la Facultad de Teología Católica de la Universidad de Bonn.
El libro comienza con una introducción de Theodor Filthaut, uno de los principales promotores del libro, que murió antes de que éste saliese a la luz.
Las colaboraciones tocan diversos aspectos del celibato sacerdotal, con enfoques muy variados. En general, la finalidad del libro parece la de intentar mostrar la conveniencia de que celibato y sacerdocio no estén necesariamente unidos.
El libro se presenta como diálogo sobre un problema, pero en él no tienen voz aquellos para los que el celibato no es problema.
Johann Christoph Hampe describe los “Aspectos ecuménicos de la cuestión del celibato”, centrando su argumentación contra el celibato en el deber misionero de la Iglesia (p. 25).
Jochen Schmauch escribe sobre “Celibato y libertad”; Fritz Hermann lo hace sobre “Modelos de crisis de la vida célibe”, describiendo casos de crisis sacerdotales debidas a la obligación del celibato; Alfons Beil exige “libertad para el carisma”; Bárbara Albrecht toca el tema de “la ayudante en la cura de almas y el sacerdote”; Karl Rahner está representado con extractos de su carta pública sobre el celibato; Georg Scherer quiere investigar sobre el celibato a la luz de la antropología filosófica. También está representado Edward Schillebeeckx por medio de algunos textos de su libro “El celibato ministerial”; Alfred Beckmann escribe sobre “Celibato bajo condiciones cambiadas”.
También hay colaboraciones de Wendelin
Kellner, Konrad Breitenstein, Heinrich Spaemann, Wolfgang Wuermeling, Roger
Schutz, Wilhelm Buschmann y Leo Waltermann.
Pueden encontrarse, además, tres colaboraciones anónimas y una del Priesterkreis Salzkammergut (círculo de sacerdotes del Salzkammergut, en Austria).
VALORACIÓN CIENTIFICA
El nivel científico de las colaboraciones es muy variado, por lo que se hace difícil un juicio de conjunto. Sin embargo, globalmente el volumen tiene lagunas verdaderamente penosas: el celibato de Cristo y la virginidad de María en este libro no tienen ningún papel; en ninguna página se encuentra la mención de la objetiva superioridad de la virginidad —alma del celibato— sobre el matrimonio; faltan aportaciones sobre el sacerdocio en la iglesia ortodoxa y sobre el clero protestante.
Es tónica bastante común de las colaboraciones que integran este libro el contraponer un matrimonio ideal a un celibato miserable, en lugar de contraponer ideal con ideal y realidad con realidad, lo que denota —además de total carencia de rigor científico— un cierto resentimiento no justificable.
Otro defecto del libro está en que no considera el aspecto histórico de la cuestión; muchos son los ejemplos históricos en los que se comprueban las palabras de San Pablo en I Cor. VII, 32-34.
El entero diálogo sobre el celibato no ha aportado ningún argumento hasta ahora desconocido ni en favor ni en contra, que no se hubiera tomado suficientemente en cuenta ya antes.
Sobre el celibato existe literatura inagotable, y muchos de los que escriben sobre el tema no parecen conocer de esta literatura ni siquiera las obras más representativas, ya que repiten una y otra vez reproches contra el celibato ya hace mucho tiempo desvirtuados.
Por otra parte, la mayoría de los que exigen la discusión sobre el tema no parecen desear un auténtico diálogo, sino la oportunidad de propugnar sus opiniones.
La unilateralidad de la selección de las colaboraciones es sorprendentemente puesta de manifiesto por el mismo Filthaut, cuando en la página 12 dice que ha escogido sólo aquellos autores, de los que podía pensar “que para ellos el celibato del clero secular constituía un problema auténtico en la Iglesia actual”.
Además de esta visión de conjunto —que en justicia se ha de decir que no se aplica a todos los autores, pero sí a la mayoría—, podrían señalarse abundantes deficiencias científicas sobre puntos más concretos. Citemos simplemente algunos ejemplos:
1. La afirmación que se hace al comienzo del libro, de que el tema tratado no es la abolición del celibato eclesiástico, sino la cuestión de si es ley o pertenece a la libre decisión del individuo, es una afirmación sin sentido. Pues el celibato es el deber de estado del sacerdote hacia la continencia absoluta, expresado en forma de ley, libremente aceptado.
2. Sorprende el calificativo de “coacción” (p. 11) que Filthaut aplica a la obligación del celibato en el sacerdote. Ante esto, surge inmediata la pregunta: ¿con qué derecho se denomina coacción el presupuesto para una operación jurídica libre?
3. Para Schmauch, el bromear sobre algo es un índice de que esa cosa está discutida (p. 28): como el celibato es objeto de broma ‑parece deducir el autor—, es una realidad discutida, y por tanto discutible. La superficialidad de esa afirmación no precisa de comentarios.
4. Los casos de crisis sacerdotales que Fritz Hermann refiere como argumento en contra del celibato no tienen nada de especial; se hubieran podido evitar si esos sacerdotes hubieran actuado según las prescripciones de la Iglesia. Por otra parte, el autor olvida que “represiones, actitudes falsas, faltas y escándalos” (p. 419) se pueden encontrar en mayor número entre personas casadas que entre sacerdotes.
5. Cuando Alfons Beil exige “libertad para el carisma", su mismo tono ‑que parece indicar un notable resentimiento‑ y sus afirmaciones claramente torcidas (cfr. pp. 56-57) le descalifican en el terreno científico.
Pueden encontrarse ideas acertadas, principalmente en las colaboraciones de Konrad Breitenstein, Bárbara Albrecht (que considera la crisis del celibato como crisis de fe), Roger Schutz, Karl Rahner y Edward Schillebeeckx (aunque tienen algunas insuficiencias), Wilhelm Buschmann. Sin embargo, no suponen ninguna aportación nueva de interés.
VALORACIÓN DOCTRINAL
En su conjunto, el libro presenta serios inconvenientes doctrinales, que pueden agruparse en los siguientes:
1. En la mayor parte de las colaboraciones ‑no en todas—, late, como idea de fondo, la consideración del matrimonio como la realidad más alta. Idea que en algunos autores es explícita: “el matrimonio es suprema riqueza humana” (Heinrich Spaemann). Esto va unido a la consideración del celibato como mera negación, fruto de un pasado maniqueo (Alfred Beckmann), y también a una clara mistificación y sobrevaloración de la sexualidad.
Esta concepción ‑latente o explícita‑ se opone directamente a un dogma de fe:
“Si quis dixerit, statum coniugalem
anteponendum esse statui virginitatis vel coelibatus, et non esse melius ac
beatius, manere in virginitate aut coelibatu, quam iungi matrimonio: anathema
sit” (Concilio de Trento, Ses. 24, canon 10; Dz. 980).
9. Muchos de los autores no sólo atacan la conveniencia de la ley del celibato eclesiástico, sino el mismo derecho que la Iglesia tiene de dictar una ley semejante, pues “nadie puede ser obligado a llevar una vida en castidad absoluta cuando no poseyera el carisma”.
A éstos, hay que decir ‑entre otras cosas‑, que la ley existe, y si la Iglesia no tuviera derecho a imponerla, sería una ley injusta que no obligaría, lo cual va en contra directamente del siguiente canon del Concilio de Trento:
“Si quis dixerit, clericos in sacris
ordinibus constitutos (...) posse matrimonium contrahere , contractumque
validum esse, non obstante lege Ecclesiastica (...), et oppositum nil aliud
esse, quam damnare matrimonium; posseque omnes contrahere matrimonium, qui non
sentiunt se castitatis (etiamsi eam voverit) habere donum: anathema sit”
(Concilio de Trento, ses. 24, canon 9; Dz. 979).
3. Por último, debe hacerse constar el olvido ‑consciente— de la doctrina del Magisterio de la Iglesia sobre el celibato sacerdotal, con lo que implica de desprecio a ese Magisterio Supremo.
G.M. y D.E.
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