BENITEZ,
Juan José.
LA OBRA
Se trata de una abultada novela de ciencia ficción, cuyo tema central es la pasión y muerte de Jesucristo.
El nombre “Caballo de Troya”, hace referencia a un imaginario proyecto de la NASA, gracias al cual se han inventado vehículos para viajar a través del tiempo en una forma regresiva. El autor habla de un viajero que se ha trasladado al tiempo de la pasión y muerte de Cristo, dotado de los más sofisticados aparatos para registrar en vídeo y audio todos los acontecimientos. Este viaje da lugar a unas memorias, que según Benítez, se publican en el presente libro.
La obra se reviste de un lenguaje pretendidamente
científico, con expresiones de Física, Química y Biología. Los acontecimientos,
situaciones, personajes y sus actuaciones los trata de explicar según una
metodología "rigurosamente científica", según las aportaciones de la
ciencia actual.
CONTENIDO
I. Juicio general.
El autor intenta impresionar con su pretendido
aparato científico y dejar como implícito en todo el libro que está narrando lo
científicamente verificable, y que fuera de lo que él dice, no hay otra verdad,
de manera que la novela se transforma en el único documento científico sobre la
pasión y muerte del Señor. Desde esta premisa, ataca varios puntos de la fe
católica.
II. Juicio de puntos particulares.
1. Los Evangelios.
A lo largo de todo el libro aparecen frases de los Evangelios, o ideas más o menos tomadas fielmente –con frecuencia manipuladas-, para componer discursos que, Cristo dijo en los ambientes que el autor se imagina. Para dar credibilidad a su relato, se afirma que los Evangelios están llenos de errores e imprecisiones. Veamos algunos ejemplos:
En la página 176, a propósito de Judas Iscariote
dice: "Y puedo adelantar ya que las motivaciones que le empujaron a
traicionar a Jesús no fueron -como se insinúa en los Evangelios- las del
dinero. Para un hombre como él, la consideración de los demás y la vanagloria
personal estaban muy por encima de la avaricia...".
En la página 198 quiere apoyar su tesis de la poca fiabilidad de los Evangelios con la ridícula razón de que los apóstoles no tomaban nota cuando Cristo hablaba: "Ninguno de los apóstoles o seguidores de Jesús tomaba jamás una sola nota de cuanto hacía y sobre todo de cuanto decía su Maestro. Dadas las múltiples enseñanzas del rabí de Galilea y su considerable extensión -como el discurso que pronunciaba en aquellos momentos-, iba a resultar poco menos que imposible que sus palabras pudieran ser recogidas en el futuro con integridad y toda fidelidad".
Con relación a las predicciones sobre la
destrucción de Jerusalén y del fin del mundo dice en la página 203: "De
todas las enseñanzas del Nazareno, ninguna, en mi opinión, resultó tan confusa
como aquélla, para las mentes de sus apóstoles y simpatizantes... Al menos en
esta parte, los evangelios canónicos fueron pésimamente construidos. Pero
desgraciadamente, no iba a ser éste el único pasaje ignorado o mal interpretado
por los evangelistas...".
Hablando de uno de los discursos de despedida que
según el autor tuvo lugar en el huerto de los olivos, dice en la página 256:
"Pues bien, tal y como se refleja en el Nuevo Testamento, ninguno de los evangelistas
llegó a recogerlo (el discurso) con un mínimo de rigor y amplitud. A lo sumo,
en los textos evangélicos aparecen algunas frases o sentencias, perdidas aquí y
allá y desvinculadas de lo que era en realidad todo un contexto uniforme y
perfectamente estructurado. Para mí, estas graves deficiencias -repetidas, como
digo en otros capítulos-, no son la consecuencia de una acción negligente por
parte de los escritores sagrados. La única razón por la que los Evangelios
canónicos no se hacen eco de estas enseñanzas está en una realidad mucho más
sencilla pero, no por ello, menos lamentable: desde mi personal punto de vista,
cuando los evangelistas trataron de poner por escrito la vida, obras y
discursos de Jesús, había pasado el tiempo suficiente como para que la inmensa
mayoría de sus enseñanzas no pudieran ser recordadas textualmente. De no ser
por mi sistema de filmación-grabación, yo tampoco hubiera sido capaz de
memorizar todo lo que llevaba oído".
Al hablar de la pasión de Cristo, en el proceso
de Anás, dice en la página 339: "Es posible que por ignorancia, o por un
respeto muy humano, los evangelistas no nos digan prácticamente nada de lo que
padeció el Maestro en aquellos momentos y en aquel lugar. Personalmente me
inclino por la primera razón: la falta de información... Los escritores
sagrados hacen algunas alusiones siempre muy superficiales y como no queriendo
entrar en detalles: una bofetada, algunos salivazos y golpes propinados por los
siervos del Sanedrín...".
2. Afirmaciones contra la Iglesia Católica.
En la novela se nota una enemistad especial
contra la Iglesia Católica. Trata, siempre que puede, de atacarla explícita o
implícitamente. Ha puesto como premisa que él tiene exclusivamente la verdad de
los hechos y dichos del Señor, y con esta pretendida fundamentación, será
verdad lo que él diga y nada más; si quiere desmentir a la Iglesia Católica,
basta que imagine hechos o dichos del Señor que según él la desautorizan, para
así dejar asentada su falsedad. Recojo algunos pasajes al respecto:
Contra el primado de Pedro, dice en la página
149: "... el discípulo fue a consultar al apóstol que, hasta después de la
resurrección del Galileo, ostentaría la autoridad moral del grupo: Andrés, el
hermano de Pedro". Después vuelve a hablar de Andrés en la página 175
afirmando que Cristo le dice: "Y empezó por Andrés, el verdadero
responsable y jefe del grupo de los apóstoles... No te desanimes por los
acontecimientos que están a punto de suceder. Mantén tu mano fuerte entre tus
hermanos y cuida de que no te vean caer en el desánimo. Después, dirigiéndose a
Pedro exclamó: No pongas tu confianza en el brazo de la carne ni en las armas
de metal. Fundamenta tu persona en los cimientos espirituales de las rocas
eternas". Cita después el texto de Mt. 16,18-20, y trata de desvirtuarlo
diciendo que es recogido sólo por un evangelista y por ello expresa una serie
de dudas, que dejan en la mente del lector que el texto es falso; dice:
"Éste era el caso del citado párrafo de San Mateo que sostiene la creencia
entre los católicos de que Jesús quiso fundar una Iglesia tal y como hoy la
entendemos. Y desde el primer momento nació en mí una duda: ¿cómo era posible
que una afirmación tan decisiva por parte de Jesús no fuera igualmente
registrada por Marcos, Lucas y Juan? ¿Es que el Maestro de Galilea no pronunció
jamás aquellas palabras sobre Pedro y la Iglesia? ¿Pudo ser esta parte de la
llamada confesión de Pedro una deficiente información por parte del
evangelista? ¿O me encontraba ante una manipulación muy posterior a la muerte
de Cristo, cuando las enseñanzas del rabí habían empezado a analizarse dentro
de unas estructuras colegiales burocráticas que exigían la justificación -al
más alto nivel- de su propia existencia?".
Niega la voluntad de Cristo de fundar una
Iglesia, utilizando para ello un pretendido diálogo de su protagonista con
Cristo, donde el mismo Cristo, paulatinamente va desautorizando todo lo que
signifique Iglesia. Veamos: en la página 158 y 159 pregunta el protagonista a
Cristo: "¿no crees que tu Iglesia esté de más?"; "¿Mi Iglesia?
-preguntó a su vez Jesús que, en mi opinión había comprendido perfectamente-.
Yo no he tenido ni tengo la menor intención de fundar una iglesia, tal como tú
pareces entenderla". "Mi mensaje sólo necesita de corazones sinceros
que lo transmitan: no de palacios o falsas dignidades y púrpuras que lo
cobijen".
Pregunta ahora el protagonista: "¿podríamos
llegar a Dios sin pasar por la Iglesia?"; responde Cristo: "¿Es que
tú necesitas de esa Iglesia para asomarte a tu corazón?..."¿quién es
antes, por tanto, Dios o esa iglesia?"; dice el protagonista: "Muchos
sacerdotes de mi mundo -le repliqué- consideran a esa iglesia como santa";
le responde Cristo: "Santo es mi Padre. Santos seréis vosotros el día en
que me améis”.
“Entonces (dice el protagonista) -y te ruego que
me perdones por lo que voy a decirte- esta iglesia está de sobra...”; responde
Cristo: “El Amor no necesita de templos o legiones... Ay de aquellos que se
arroguen el papel de salvadores respondiendo al error con el error y a la
maldad con la maldad; Ay de aquellos que monopolicen a Dios”.
Dice luego el autor en la página 266:
"¿Hubiera aprobado el Hijo del Hombre la intrincada maraña de leyes,
normas y códigos que han regido y siguen rigiendo los destinos de las iglesias
y que en el fondo, no son otra cosa que una asfixiante burocracia secular,
agazapada bajo pretextos espirituales y sagrados más o menos claros?".
3. Virginidad de María; Infierno; Arrepentimiento
y perdón; Oración.
No admite la virginidad de María, habla de hermanos
carnales de Jesucristo que los entiende además en los diversos contextos como
hijos de María. En la página 354, al hablar del prendimiento en el huerto, dice
que llegó "Judas, uno de los hermanos carnales del maestro..."; en la
página 449, en la escena del Calvario habla de que María se acercó a la cruz
"apoyándose en los antebrazos de Juan y del segundo hombre (que resultó
llamarse Jude o Judas y que, según pude averiguar al día siguiente, era hermano
carnal de Jesús)". En la página 493 le pone además otra hermana a
Jesucristo: "La joven Ruth, hermana del Nazareno".
Niega el infierno, poniendo en boca de Cristo las
siguientes afirmaciones (p.157): "Los hombres son hábiles manipuladores de
la Verdad. Un padre puede sentirse afligido ante las locuras de un hijo, pero
nunca condenaría a los suyos a un mal permanente. El infierno -tal y como creen
en tu mundo-, significaría que una parte de la Creación se le ha ido de las
manos al Padre... Y puedo asegurarte que creer eso es no conocer al
Padre".
Toca ahora el tema del pecado, del
arrepentimiento y de la confesión, los que niega en el siguiente diálogo:
"Maestro (dice Pedro), Santiago y yo no estamos
de acuerdo respecto a tus enseñanzas sobre la redención del pecado. Santiago
afirma que tú enseñas que el Padre nos perdona, incluso, antes de que se lo
pidamos. Yo mantengo que el arrepentimiento y la confesión deben ir por delante
del perdón. ¿Quién de los dos está en lo cierto?". Cristo responde:
"Erráis en vuestras opiniones... Es verdaderamente dudoso que un padre
inteligente y amante se oponga alguna vez a perdonar a un hijo normal... el
perdón divino, por tanto, es inevitable... El pecado es la experiencia de la
conciencia de la criatura: no es parte de la conciencia de Dios".
Con relación a la oración, hace decir a Cristo lo
siguiente: "... el hombre se equivoca cuando intenta canalizar su oración
y sus peticiones hacia el beneficio material propio o ajeno" (p.251). Para responder al problema de que no siempre alcanzamos
lo que pedimos, recurre a una forma rara según la cual habrá "una
evolución" y cuando ésta acontezca se realizará lo que pedimos en la
oración: "Si el hombre no ha alcanzado el grado, espiritual necesario y
aconsejable para asimilar ese conocimiento emanado del reino, deberá esperar
-en este mundo o en otros-, hasta que esa evolución le permita reconocer y
comprender las respuestas que, aparentemente, no recibió en el momento de la
petición... cuando una súplica queda temporalmente en blanco, es frecuente
presagio de una contestación que llenará, en su día a un espíritu enriquecido
por la evolución".
Al preguntar el protagonista si todas las
religiones o creencias pueden llevarnos a la verdad (p. 253), la pretendida
respuesta de Cristo es ambigua: "La verdad es una y nuestro Padre la
reparte gratuitamente. Es posible que el gusto y la belleza puedan ser tan
caros como la vulgaridad y la fealdad, pero no sucede lo mismo con la verdad:
ésta sí es un don gratuito que duerme en casi todos los humanos, sean o no
gentiles, sean o no poderosos, sean o no instruidos, sean o no
malvados...".
VALORACIÓN DOCTRINAL
En el libro, salvo algunas páginas irreverentes,
256-260, en donde hace una descripción del cuerpo de Jesús, se nota un aprecio
por Jesucristo. Pero este aprecio me parece que es contraproducente, pues
pudiera servir como un justificante de las posiciones hasta ahora recogidas:
“Cristo sí, Iglesia no”.
Es un libro contrario a la fe católica:
1. Ataca duramente a los Evangelios, los
considera erróneos. Niega la inspiración y la inerrancia bíblicas. Pone en boca
de Cristo un conjunto de afirmaciones y discursos que él inventa, pero que
según los presenta serían los únicos verdaderos. Los puntos más errados se han
citado; los demás son sólo pensamientos del autor a los que quiere dar valor
decisivo diciendo que Cristo los pronunció.
2. Niega la Tradición. Para el autor todo debe
desprenderse de un testimonio científico, en el que de ninguna manera cabe
concebir los Evangelios como Palabra de Dios que se transmite sin error por la
asistencia divina.
3. Sus negaciones son totalmente gratuitas, pues
de una novela de ciencia-ficción pretende hacer la base crítica
pseudocientífica, -pero según el autor real- de la verdad de Jesucristo y la
falsedad de la Iglesia.
4. Se opone y niega a la Iglesia Católica, así
como su fundación por Jesucristo, la entiende como una manipulación inventada
por ciertos hombres para dominar a los demás. No pierde ocasión para
desprestigiarla. Excluye prácticamente el Primado.
5. Niega la virginidad de María Santísima, con la misma gratuidad con la que ha procedido en los puntos anteriores.
6. Está fuera de su alcance lo básico y esencial de Cristo: su obra salvífica y redentora por su muerte: lo coloca como un genio religioso, atractivo, pero nada más.
7. Niega la realidad del pecado y la posibilidad
siquiera de que Dios lo perdone.
J.L.B.-D.E. (1999)
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