BACH, Edward

La curación por las flores

EDAF, Madrid, 141 pp.

(t. o.: Heal Thyself)

INTRODUCCIÓN

1. LAS FLORES DE EDWARD BACH

Se ha vuelto cotidiano observar en vidrieras de farmacias el anuncio de las "flores de Bach"; se editan y venden libros sobre estos remedios florales; publican artículos en diarios y revistas; se oye hablar de personas que han acudido a esta "medicina alternativa", con diversas opiniones sobre su eficacia curativa.

¿Qué son estas flores? ¿Quién es Bach? ¿Cómo se supone que actúan esas flores para curar las enfermedades? A partir de la lectura de varias obras originales del mismo Edward Bach así como de diversos discípulos suyos actuales, procuraremos obtener respuestas a estas preguntas.

Para comenzar con una definición, «se denomina "Remedios Florales de Bach" a la serie de 38 infusiones naturales extraídas de flores silvestres de la región de Gales, Gran Bretaña, cuyas propiedades curativas fueron descubiertas por el médico galés Edward Bach entre los años 1926 y 1934»[1].

2. RESEÑA BIOGRÁFICA DE EDWARD BACH

Una reseña biográfica de Edward Bach, el médico homeópata inventor de los remedios de esencias florales que llevan su nombre, se hace imprescindible pues él y su obra están tan ligados que sería imposible hablar de ésta sin mencionarlo a él[2], y a la inversa. Hasta ahora, la única "biografía" disponible es la escrita por su discípula y colaboradora Nora WEEKS, The medical discoveries of Edward Bach, Phisician, Essex, 1973, Daniel Company Ltd., y de ella tomamos los datos.

Edward Bach nació el 24 de septiembre de 1888 en Moseley (Birmingham), Warwickshire, Inglaterra. Desde niño fue muy sensible al sufrimiento, tanto de los seres humanos como de los animales y de las plantas. Por eso sintió afición por la medicina, pero sólo a los 20 años de edad pudo comenzar a estudiarla. Una vez recibido de médico, ejerció durante varios años en Londres y realizó algunas investigaciones de laboratorio.

No gozaba de buena salud. En julio de 1917 le fue diagnosticada una enfermedad incurable, con el pronóstico de que probablemente sólo viviría tres meses más. Sin embargo, sobrevivió.

Su preocupación por hallar remedios más eficaces y menos agresivos que los tradicionales le decidió a buscarlos entre las plantas y las hierbas. Hacia 1929 pasaba sus días en los parques de Londres buscando hierbas y plantas para estudiarlas en su laboratorio. Un día halló en Gales las primeras tres flores que más tarde conformarían su sistema terapéutico.

Perteneció a una logia masónica hasta los 44 años. A esa edad (en mayo de 1930), ante el asombro de todos abandonó la medicina tradicional, clausuró su consultorio, cerró su laboratorio, quemó sus trabajos científicos, rompió las jeringas y ampollas de sus vacunas, abandonó la logia masónica a la que pertenecía, se despidió de sus amigos, y partió para Gales, donde descubrirá hasta 1934 el resto de sus remedios florales[3]. Murió el 27 de noviembre de 1936, durante el sueño, en su casa de Mount Vernon, Wotwell, cerca de Oxford. Allí tiene su sede actualmente The Dr. Edward Bach Center & Healing Trust, que prepara los remedios florales homónimos y los vende tanto en Inglaterra como en el exterior.

El equipo original de colaboradores de Bach estuvo integrado por Nora Weeks (+1978) y Víctor Bullen (+1976), quienes se dedicaron totalmente al trabajo y a los descubrimientos del homeópata. Nora Weeks —radiógrafa de profesión— fue más que su mano derecha. Bach le entregó como legado la plena responsabilidad de su trabajo. Le llegó a decir: «Yo he completado casi totalmente mi tarea, y no permaneceré contigo por mucho tiempo más»[4].

FILOSOFÍA SUBYACENTE EN EL SISTEMA MÉDICO CREADO POR BACH.

El título de este apartado está tomado del capítulo 2 de la obra de M.L. Pastorino citada más arriba.

Los "remedios florales" inventados por nuestro autor, dependen de una concepción de la enfermedad, y ésta a su vez de una concepción del hombre y del mundo. Así, para comprender la noción de enfermedad que concibe el Doctor E. Bach es preciso conocer su "antropología".

Según el mismo Dr. Bach explica en su obra más extensa sobre esta cuestión, Cúrese usted mismo[5], «para entender la naturaleza de la enfermedad hay que conocer ciertas verdades fundamentales»[6]. Según estas verdades, el hombre es concebido como un compuesto trial de alma, mente (o personalidad) y cuerpo. Damos una breve descripción de estas verdades fundamentales.

1. EL alma es el ser real del hombre, un Ser Divino, Poderoso, el Ser Superior, que es «una chispa del Todopoderoso», por lo cual es «invencible e inmortal». El Alma es «nuestro Ser divino que reside en y en torno a nosotros» y que nos guía, protege y da la vida[7]. Esta «Divinidad que hay dentro de nosotros, que es nosotros, es inconquistable e inmortal»[8]. Es preciso «tener conciencia de la Divinidad que hay dentro de nosotros y de nuestro consiguiente poder de superar las adversidades»[9].

2. La mente o personalidad[10] se encuentra en esta existencia temporal para «obtener todo el conocimiento y la experiencia que pueda lograrse a lo largo de la existencia terrena, para desarrollar las virtudes que nos falten y para borrar de nosotros todo lo malo que haya, avanzando de ese modo hacia el perfeccionamiento de nuestras naturalezas»[11]. En Los doce remedios precisa Bach su pensamiento al respecto, afirmando que la mente es «la parte más delicada y sensible del cuerpo».

3. El cuerpo es templo terrenal del alma, un diminuto reflejo suyo. Es temporal, «como caballos que nos llevaran en un viaje o instrumentos que utilizáramos para hacer un trabajo dado». Es la morada terrena del alma, en la que habitamos una breve temporada para poder entrar en contacto con el mundo y así adquirir experiencia y conocimiento. Hay que tratarlo con respeto y cuidado para que dure más. Cuanto menor conciencia de su existencia se tenga, mejor: debe ser utilizado como vehículo del alma y de la mente, como esclavo de la voluntad[12]. El cuerpo es la manifestación objetiva del Alma, la materialización de las cualidades de la conciencia.

4. El mundo y Dios forman un todo único: es lo que el médico galés llama principio de la «Unidad de todas las cosas: el Creador de todas las cosas es Amor, y todo aquello de lo que tenemos conciencia es en su infinito número de formas una manifestación de ese Amor»[13]. Esas «cosas» son inseparables de Dios, forman parte del «gran poder creativo central». Afirma que el Universo es Dios hecho objetivo; al nacer el Universo, renace Dios; cuando perece, Dios evoluciona aún más»[14].

Así explica Bach que «cualquier acción contra nosotros mismos o contra otro afecta a la totalidad, pues al causar una imperfección en una parte, ésta se refleja en el todo, cuyas partículas habrán de alcanzar la perfección en última instancia»[15].

Por consiguiente, no parece posible dentro de esta concepción del médico galés una distinción real entre Dios y el mundo; este Dios «Creador» no parece trascender a sus «creaturas», especialmente a las «Almas», ni al todo cósmico.

5. La enfermedad

Ahora estamos en condiciones de comprender lo que sea la enfermedad según E. Bach: «la enfermedad es en esencia el resultado de un conflicto entre el Alma y la Mente, y no se erradicará a no ser con un esfuerzo espiritual y mental»[16]. Según el homeópata galés hay dos «errores fundamentales posibles: la disociación entre nuestra alma y nuestra personalidad, y la crueldad o el mal frente a los demás, pues ése es un pecado contra la Unidad. Cualquiera de estas dos cosas da lugar a un conflicto, que desemboca en la enfermedad»[17]. Lo que es conocido comúnmente como enfermedad, es sólo el resultado perjudicial en el cuerpo de la enfermedad «auténtica»; la enfermedad corporal «es la etapa terminal de un desorden mucho más profundo»[18], el resultado de una acción contra la Unidad, en la que consiste la enfermedad real, origen y base de todos los sufrimientos y angustias. Son acciones contra la Unidad: el orgullo, la crueldad, el odio, el egoísmo, la ignorancia, la inestabilidad y la codicia. Cada una de estas acciones causará una determinada afección en una determinada parte del cuerpo como efecto propio suyo.

El corolario de esta tesis es que para curar hay que emplear no sólo medios físicos, sino que sobre todo es el mismo enfermo quien debe actuar sobre sí mismo para suprimir la discordancia, el defecto; la disociación entre lo que el Alma indica y lo que la Mente hace. Y esa discordancia es curada por su misma Alma, que con su benevolencia irradia armonía a través de la personalidad, en cuanto se le deja hacerlo, y así se cura el cuerpo[19]. La curación debe ser mental y espiritual: al restablecerse la armonía entre la mente y el alma se erradica la auténtica causa de la enfermedad, y permite después utilizar los medios físicos para completar la curación del cuerpo[20].

La enfermedad corporal (dolores, sufrimientos) es como la señal que indica que la personalidad o la mente han desobedecido a la Voluntad divina del Alma; es un aviso para que volvamos a dejarnos guiar por el Alma, que es nuestro ser verdadero, Poder Divino, Ser Superior, etc.

6. El hombre, chispa divina

Todo hombre, cada hombre lleva dentro la Chispa Divina, que irá creciendo de modo necesario hasta la perfección, hasta la gloria del Creador. Este Creador, a quien llama «Gran Arquitecto del Universo»[21] parece ser el Todo, la Unidad de la que cada uno es parte. No parece haber una distinción clara entre Dios y el mundo; particularmente entre Dios y las Almas, que son divinas. El hombre progresivamente debe hacerse consciente de su divinidad: esa es su evolución.

7. Libertad absoluta. Escepticismo. Relativismo moral

En su actuar libre el hombre no debe guiarse por otros dictados que no sean los de su propia Alma, ese Ser Superior que debe desarrollarse sin interferencia de ningún tipo. «Son sólo los dictados de nuestra conciencia los que pueden decirnos dónde está nuestro deber, con quién o con quiénes, y a quién o a quiénes hemos de servir»[22]. Cada uno viene a este mundo para adquirir su propia experiencia y conocimiento a su manera, según los dictados de su Ser Superior (su Alma), por lo cual hay que darle cuanta libertad sea posible para que se desarrolle sin trabas[23]. «Tenemos que conquistar nuestra libertad absoluta y completamente, de forma que cuanto hagamos, todas y cada una de nuestras acciones —incluso todos y cada uno de nuestros pensamientos— tenga su origen en nosotros mismos»[24].

Una consecuencia necesaria de esta concepción, que el Dr. Bach extrae expresamente, es el escepticismo gnoseológico y el relativismo moral: «la cuestión de verdad o error, de bien y mal, es puramente relativa. Lo que está bien en la evolución natural del aborigen, estaría mal en lo más avanzado de nuestra civilización; y lo que para nosotros puede incluso ser una virtud, puede estar fuera de lugar, y por tanto ser malo, en quien ha alcanzado el grado de discípulo. Lo que nosotros llamamos error o mal es en realidad un bien fuera de lugar, y por tanto es algo puramente relativo»[25].

8. La curación de la enfermedad

Nuestro homeópata se muestra convencido de ser portador de una misión divina durante su existencia terrena: la de contribuir decisivamente a la abolición definitiva y total de la enfermedad. Manifiesta una creencia plena de seguridad en que de modo necesario, infaliblemente, llegará el día en que ya no habrá más enfermedad. «Habrá que gastar una considerable, pero definitiva, cantidad de energía antes de que la victoria sea completa; todos y cada uno de nosotros debemos esforzarnos por lograr ese resultado, y los más grandes y más fuertes tendrán no sólo que cumplir su parte del trabajo, sino ayudar a sus hermanos más débiles»[26]. «La abolición de la enfermedad dependerá de que la humanidad descubra la verdad de las leyes inalterables de nuestro Universo y de que se adapte con humildad y obediencia a esas leyes, trayendo la paz entre su alma y su ser, y recobrando la verdadera alegría y felicidad de la vida»[27]. Lo que Bach pretende con sus esfuerzos es estimular a los demás en la misma dirección de aliviar los sufrimientos «y de ese modo acelerar el advenimiento del día en que sea completa la victoria sobre la enfermedad»[28].

¿Y de qué modo se curan las enfermedades? Restableciendo la armonía entre cuerpo, mente y alma.

Puesto que la causa de las enfermedades, según ha establecido, no es material sino mental (la desviación de la personalidad o mente de las leyes e indicaciones que señala el Ser Superior o Alma divina, que es aquello en que propiamente consiste el hombre), el único remedio auténtico es el que va dirigido a cambiar las actitudes equivocadas, aquellos dos pecados básicos antes mencionados: el egoísmo (en cuanto que es una acción contraria al todo cósmico; con muy diversas manifestaciones) y la crueldad, contra cualquier otro ser, parte del todo.

Para lograr este cambio de actitud, nuestro autor da muchos consejos prácticos que un cristiano con conocimiento de la vida interior pero poco avisado, puede fácilmente confundir con la sabiduría moral cristiana. En efecto, Bach habla de olvido de sí mismo, de ser generoso, de pensar en los demás, de dedicarse a una actividad con interés, de alejar pensamientos pesimistas, rechazar el orgullo; fomentar la fraternidad universal, el Amor, la Unidad, etc. Pero son todos consejos que hay que entender en el contexto de la filosofía del médico galés; una filosofía ecléctica que tiene algunos elementos tomados del cristianismo, muchos puntos de contacto con el "misticismo" hindú (se trata de perderse en el todo, de perder la propia individualidad; habla del karma; Cristo enseñó lo mismo que Buda mucho tiempo antes, y todas las religiones enseñan lo mismo: relativismo religioso) y con la ideología liberal masónica (las resonancias son claras, conceptual y terminológicamente: libertad absoluta; indiferentismo religioso; relativismo religioso; el Gran Arquitecto del Universo; la divinización del hombre en cuanto hombre; gnosticismo).

Según Bach, Cristo mismo es el modelo supremo de perfección, cuya misión consiste en «enseñarnos a obtener armonía y comunión con nuestro Ser Superior, con Nuestro Padre que está en los cielos, y por tanto a obtener la perfección de acuerdo con la voluntad del Creador de todas las cosas»[29]. Ese Ser Superior, Nuestro Padre que está en los cielos, somos nosotros mismos, nuestras Almas, que son divinas, que son nuestro verdadero ser, o la divinidad que hay dentro de nosotros; somos Chispas de la vida divina.

9. Los remedios florales de Bach

Entonces, ¿para qué sirven los remedios florales de Bach? Esas esencias naturales «enriquecidas divinamente con poderes curativos para el cuerpo y la mente del hombre»[30] actuarían sobre la Mente modificando las actitudes perversas —desviadas de las leyes del Ser Superior, del ser divino que somos— de un modo físico. Así modificados esos sentimientos o actitudes necesariamente se curarán también los síntomas corporales, los sufrimientos[31].

LOS DOCE REMEDIOS, Y OTROS REMEDIOS

Según confiesa el trustee y representante del Centro Bach original, John Ramsell, Los doce remedios es el "libro esencial", es la Biblia en cuanto se refiere a los Remedios de Bach, pues ofrece la descripción de cada remedio hecha por su mismo inventor, y cualquier otro escrito sobre este tema sólo podrá ser un añadido complementario a la oferta del médico galés[32].

a) El hallazgo de estos remedios

Según cuenta Nora Weeks, el Doctor Edward Bach habría hallado 38 flores cuyas esencias, preparadas de acuerdo a una técnica sencilla de maceración, servirían para curar específicamente determinadas situaciones de ánimo, sentimientos (temores, ansiedades, preocupaciones, inquietudes), que son los que provocan las enfermedades corporales. El médico galés habría ido descubriendo cada flor y sus propiedades curativas guiado básicamente por su intuición —nos informa Nora Weeks que poseía una sensibilidad extraordinaria para ello—, intuiciones que confirmaba después con experiencias repetidas en pacientes y en él mismo. Entre 1930 y 1934 encontró los 38 remedios.

El inventor de estos remedios florales se manifiesta convencido de que el sistema de tratamiento por él hallado «es el más perfecto que se le ha ofrecido a la humanidad desde tiempos inmemoriales»[33]. Su convencimiento tiene características religiosas. Afirma que este sistema de curación le fue «revelado divinamente»[34]. Nada se le puede añadir ni quitar, sino que ha de conservarse tal cual él lo ha dejado. Cuando terminó de hallar el Remedio final le pidió a Nora Weeks que asegurase el que los 38 Remedios permanecieran intactos en su entidad, pues estaban completos y cubrían cualquier estado negativo de la mente conocido por el hombre[35]. Esto fue lo que hizo Nora durante los cuarenta años siguientes hasta el acaecimiento de su muerte, en el año 1978.

b) Modo de acción de los remedios florales

Nora Weeks nos informa que «la enfermedad física siendo meramente el resultado de una desorganización de la función cerebral causada por el sufrimiento, el shock, la tensión, el miedo, etcétera, no es más que un síntoma en sí mismo. La cura se obtendrá a través de la remoción de la causa. Los remedios usados en la medicina tradicional aliviaban los síntomas físicos de la enfermedad, pero no la causa subyacente, el estado mental. Tratar la personalidad del paciente y no la enfermedad fue el principio del nuevo sistema de medicina»[36].

Nuestro médico individualizó siete estados mentales negativos básicos que darían origen a todas las enfermedades. Esos estados mentales son: 1) temor; 2) incertidumbre, 3) falta de interés en las actuales circunstancias; 4) soledad, 5) hipersensibilidad a influencias y opiniones; 6) abatimiento o desesperación; 7) excesiva preocupación por el bienestar de los demás.

A su vez, cada uno de estos estados mentales puede tener diversos orígenes. Por ejemplo: el temor puede originarse en una causa conocida o en una causa desconocida; puede haber miedo a agotarse, miedo a las cosas del mundo, etcétera).

Una vez que se diagnostica correctamente el estado mental del paciente, se le aplican uno o varios remedios florales que corresponden a esos estados mentales. Estos remedios «de la naturaleza que se dan en este libro han demostrado contar con una bendición que los sitúa por encima de los demás en su labor de merced; y han demostrado tener poder para curar todo tipo de enfermedades y padecimientos»[37].

VALORACIÓN DOCTRINAL Y CIENTÍFICA

Tanto la parte filosófica como la práctica carecen de fundamento científico serio. Si las esencias florales producen o no algún efecto curativo es una cuestión de hecho sobre la cual no se conocen estudios científicamente verificados, contrastables.

A quienes solicitan al Centro Bach que se les permita acompañar a los hombres del Centro en su recogida de flores y en la preparación de las esencias, se les deniega la solicitud con la explicación de que no es posible prever cuándo se hará la recogida de flores, porque depende de que haya o no haya sol y otros mil imponderables que no permiten predicción[38].

La explicación que el Bach Center proporciona sobre la temprana muerte de un médico tan brillante como Bach, que no pudo curarse a sí mismo a pesar de sus extraordinarios hallazgos medicinales capaces de curar todo tipo de enfermedades y padecimientos, arriesga aumentar la perplejidad: «Si uno acepta que nuestra vida real es el alma o el espíritu (cualquiera), entonces, "morir" es algo de poca importancia, no interesa a qué edad pueda suceder. La muerte no es el fin, es solamente un pasaje de transición que nos devuelve a nuestro natural estado de ser. Así, en el caso del Dr. Bach, una vez completada su tarea, fue tiempo para él de "partir" a fin de continuar su tarea en otras esferas»[39].

Desde el punto de vista de la doctrina católica, las dificultades para aceptar las tesis del Doctor Bach parecen insuperables. Por no mencionar sino algunas:

—la trascendencia de Dios respecto del hombre y del mundo aparece gravemente comprometida o directamente suprimida en el pensamiento de Bach.

—según la enseñanza católica, el hombre es una unidad substancial de alma y cuerpo, y no un compuesto de tres "cosas", de las cuales una fuera el ser real, el alma. El cuerpo no es un mero "instrumento", ni algo que pertenezca temporalmente al hombre, sino que es parte esencial suya. A tal punto, que Santo Tomás de Aquino evita dar el nombre de persona humana al alma separada por ser una sustancia incompleta. El hombre es corpore et anima unus. «La persona humana, creada a imagen de Dios es un ser a la vez corporal y espiritual»[40].

«El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la "imagen de Dios": es cuerpo humano precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo del Espíritu Santo (cfr. 1 Co 6, 19-20); 15, 44-45)»[41].

«La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la "forma" del cuerpo (cfr Cc. de Vienne, año 1312: DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza»[42].

—La enfermedad no tiene como causa última el supuesto desacuerdo entre mente y Alma Superior, sino el pecado[43], y no quedará abolida definitivamente sino in Patria[44].

—El modo en que actuarían los remedios florales sería difícilmente conciliable con la libertad humana, pues modificarían de modo mecánico las actitudes mentales, los sentimientos, la "mente", poniéndola nuevamente en "armonía" con el Ser Superior que es el Alma de uno mismo.

—Resulta sencillamente increíble que estos 38 remedios sean el "cúralo-todo" perfecto. De creerles a sus mentores, sólo fallarían por defecto en el diagnóstico —y por consiguiente, en la prescripción de la flor específica cuya esencia correspondía tomar— o por abandono del tratamiento, o porque no se han convencido verdaderamente del poder curativo de las esencias florales, porque al mantenerse en una actitud negativa el enfermo no le permitiría al cuerpo curarse a sí mismo.

En otro orden de cosas, resulta evidente el influjo del pensamiento liberal masónico en algunas de las doctrinas de Edward Bach, en correspondencia con el dato de que perteneció a una logia masónica hasta pocos años antes de morir. Así, el relativismo filosófico y ético, el relativismo e indiferencia religiosos, vago deísmo cuasi panteísta, glorificación de la libertad absoluta y la correspondiente absoluta libertad de conciencia, denominación de Dios como Gran Arquitecto del Universo; referencias a la fraternidad universal, a la Hermandad, etcétera.

Si estas doctrinas pueden ser separadas de la terapia floral o no; si estas esencias florales tienen alguna eficacia real curativa, es asunto en el que no incursionamos. Sin embargo, los discípulos y seguidores del Doctor Bach no creen posible ni conveniente esa separación (John Ramsell; Ph. Chancelor, Curación por medio de flores, Bárbara Espeche, Flores de Bach. Manual práctico y clínico, Edic. Continente (Buenos Aires, 1991); María Luisa Pastorino, La medicina floral de Bach). Otros intentan compatibilizar las doctrinas de Bach con la doctrina católica, sin éxito: es el caso de Elsa Valdez, Las Flores de Bach y la Vida. Una experiencia terapéutica, Edit. Club de Estudio (Buenos Aires, 1992).

 

                                                                                                               J.L.V. (1993)

 

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[1] María Luisa PASTORINO, La medicina floral de Bach, Editorial Club de Estudio (Buenos Aires, 1990), 4ª ed. La autora es una médica psiquiatra argentina, psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y de la Asociación Psicoanalítica Internacional, que se instruyó sobre los remedios florales en el «Centro Bach de Wallingford» (Inglaterra).

[2] Cfr. Ph. CHANCELOR, Curación por medio de flores. Terapia del Dr. Edward Bach, Editora y distribuidora Yug, S.A. (México, 1990), p. 11 (orig. inglés: The twelve healers and other remedies).

[3] Cfr. María Luisa PASTORINO, op. cit., p. 81.

[4] John RAMSELL, Questions and answers. Explaining the Basic Principles and Standars of The Bach Flower Remedies, (Londres, 1991), C.W. Daniel Company Ltd., edic. revisada, p. 12 (1ª ed.: 1986, The Dr. Edward Bach Centre).

[5] El original inglés se titula Heal Thyself (1931). He consultado la traducción castellana publicada en Dr. BACH, La curación por las flores. Tres libros en uno, EDAF (Madrid, s/fecha), 141 pp., en pp. 23-81. Tiene el formato de un folleto.

[6] E. BACH, Cúrese usted mismo, en Dr. BACH, La curación por las flores... cit., p. 29.

[7] Cfr. ibid., pp. 29 y 30.

[8] Cfr. ibid., p. 69 (la cursiva es nuestra).

[9] Cfr. ibid., p. 73.

[10] Mente, en la traducción de Elsa VALDEZ, Las flores de Bach y la vida. Una experiencia terapéutica (Buenos Aires, 1992), Edit. Club de estudio; personalidad, en la de Dr. BACH, La curación... cit., p. 30 y ss.

[11] Dr. BACH, La curación... cit., p. 30.

[12] Cfr. ibid., p. 71.

[13] Dr. BACH, La curación... cit., p. 33.

[14] Cfr. ibid., p. 80.

[15] Ibid., p. 32.

[16] Cfr ibid., p. 26

[17] Ibid.

[18] Ibid., p. 34.

[19] Cfr. ibid., p. 40.

[20] Cfr ibid., p. 61.

[21] Cfr ibid., p. 43.

[22] Cfr ibid., p. 48.

[23] Cfr ibid., p. 49.

[24] Cfr ibid., p. 77.

[25] Cfr ibid., p. 42.

[26] Cfr ibid., p. 62.

[27] Cfr ibid., p. 63.

[28] Cfr ibid., p. 23.

[29] Cfr ibid., p. 80.

[30] Cfr ibid., p. 74.

[31] «El propósito de estas flores es el de establecer un equilibrio entre el sí mismo superior, la mente y el cuerpo, de manera que cuando los trastornos emocionales retardan el progreso general, la corrección de los estados emocionales de un modo suave por medio de flores específicamente relacionadas con aquellos, permite a la persona progresar adecuadamente, actuando así como un tratamiento auxiliar del que ya hubiese prescrito un médico» (J. RAMSELL, op. cit., p. 7: aquí también se preocupa de aclarar que los remedios florales no reemplazan a la medicina ortodoxa...).

[32] Cfr John RAMSELL, Questions & Answers cit., p. 20.

[33] Cfr Edward BACH, Los doce remedios y otros remedios, en Dr. Bach. La curación por las flores... cit., p. 85.

[34] Cfr ibid.

[35] Cfr J. RAMSELL, Questions... cit., p. 12.

[36] Citada en M.L. PASTORINO, La medicina..., cit., p. 10.

[37] Cfr Dr. Bach... cit., p. 86.

[38] «Muchos visitantes del Centro desean poder hacerlo en un día en el que los Remedios son hechos. Desgraciadamente, esto no es tan fácil como parece. El factor más importante es, por supuesto, que la planta se halle en perfecto estado, pero esto debe coincidir con las condiciones ideales del estado del tiempo. Esto significa que nuestras preparaciones actuales se llevan a cabo a menudo con una decisión tomada sobre el mismo lugar —simplemente, cargamos nuestras herramientas y salimos al campo en algún lugar, dejando todo para hacer esto. Es imposible para nosotros predecir por adelantado un día especial en el que podríamos conseguir hacer un remedio —nuestro tiempo es tan inclemente, y el tiempo es tan precioso para nosotros esos días, que nuestras oportunidades deben ser aprovechadas apenas surgen, lo cual más bien excluye planear en beneficio de observadores interesados» (J. RAMSELL, op. cit., p. 32).

[39] John RAMSELL, op. cit., pp. 40-41.

[40] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 362.

[41] Ibid., n. 364.

[42] Ibid., n. 365.

[43] Cfr ibid., nn. 376 y 405.

[44] Cfr p.e. ibid., nn. 1505, 1508, 1042, 1043.