Desclées (Col. “Le Mystere
Chrétien”), Tournai 1964, 258 pp.
CONTENIDO DE LA OBRA
Se trata de una exposición sistemática de la doctrina tomista sobre la Ley, a la luz del Magisterio de la Iglesia, y teniendo en cuenta algunos planteamientos modernos.
En la introducción se hace un análisis expositivo del “rechazo de la ley” a que tiende cierta mentalidad “moderna”. Unos, por medio de un planteamiento existencial que sitúa a la ley en oposición dialéctica con la libertad; otros, rechazan la ley “en nombre del Evangelio”, defendiendo una exigencia de sinceridad y autenticidad, que vendría a ser reacción contra la práctica religiosa “conformista”, dando la primacía al Amor —característica del Reino de Dios— sobre una ley moral que coartaría la espontaneidad de la adhesión personal a Dios.
Después de esta breve exposición, Aubert hace notar cómo todos esos tipos de rechazo provienen de una concepción falsa de la ley; y que la genuina doctrina de Santo Tomás —que concibe la ley como un principio racional, directivo y perfectivo de la naturaleza humana— es la única que puede resolver las tensiones entre las nuevas orientaciones de la teología moral y las enseñanzas clásicas.
Después de la introducción, se exponen las nociones generales sobre la Ley: la doctrina de la Sagrada Escritura y de los Padres, la exposición de Santo Tomás en la Suma Teológica y en la Suma contra Gentiles. El pensamiento tomista es presentado con una perspectiva general que ilumina todo el tratado de la Ley: todo debe ser centrado en Dios, todas las criaturas han de ser situadas en relación con Él: relación de origen y de finalidad:
“Ce plan donne a la théologie son unité
fondamentale centrée qu'elle est sur Dieu, source et terme (alpha et oméga) du
double mouvement qui relie toutes choses a Lui a travers le Christ; la morale y
est intégrée comme forme fondamentale de relation avec Dieu, et la loi comme
pièce maîtresse de sa réalisation. Ce contexte général rappelé, les divers
éléments qui constituent la loi peuvent être détaillés dans leurs mutuelles
interactions” (p. 12).
Se estudia después la naturaleza de la Ley, en una primera proposición que contiene la definición de Santo Tomás: finalidad, autor, esencia y materia de la ley.
En una segunda proposición se enuncia la doctrina tomista de la obligatoriedad de la ley (vis directiva), exponiéndose las relaciones entre Ley y libertad.
A continuación se pasa a tratar de los diversos tipos de leyes según la división clásica. La ley eterna se estudia en base a la doctrina de León XIII; la ley natural, explicando la doctrina pontificia desde León XIII a Juan XXIII y la doctrina tomista según la I-II, incluida su exposición sobré los preceptos primarios y secundarios, haciendo ver lo esencial de esa teoría: el carácter jerárquico de las normas naturales. Se toca después el tema de la relación entre naturaleza y gracia, según la doctrina tradicional.
En un excursus, al final de la exposición sobre la ley natural, Aubert se extiende ampliamente en un resumen histórico sobre el concepto de la ley natural a lo largo de los siglos, y a la valoración dada por las diversas tendencias hasta nuestros días.
Después de una introducción de tipo descriptivo, en la que se analiza la Antigua Ley y su superación por la Nueva según la doctrina de San Pablo, su contenido moral, cultual y jurídico, se expone la ley divina positiva en base a la doctrina tomista sobre el carácter esencialmente infuso de la nueva ley, y el sentido secundario de la norma exterior.
Por último se estudia el tema de las leyes humanas, en la perspectiva de la teología moral fundamental. Hace el autor una exposición descriptiva de la doctrina sobre la ley positiva: explicitación y determinación de la ley natural para el bien común; el origen de las leyes humanas con un estudio de la Sociedad política como institución de derecho natural, y de las leyes de la Iglesia con la exposición del carácter de “Sociedad perfecta” de la Iglesia, y con el análisis de sus leyes en el ámbito espiritual y temporal.
Siguiendo con las leyes humanas, se pasa a considerar su estructura: autor, sujeto, objeto, promulgación, interpretación, relación de la costumbre con la ley. Dedica después un extenso capítulo a la obligatoriedad de las leyes humanas, terminando con un corolario sobre las leyes “meramente penales”, sobre las que expone diversas opiniones, sin decidirse por ninguna de ellas.
En la Conclusión, titulada “La Ley de la Cruz”, Aubert hace ver cómo para un cristiano toda ley debe ser juzgada en función de Cristo, que ha venido a traer la luz y la vida a los hombres.
VALORACIÓN CIENTÍFICA
Es una obra bien hecha, bastante completa, en la que toda la exposición gira alrededor de trece tesis —más dos proposiciones sobre la ley en general—, que se demuestran por el método clásico teológico, aunque presentado de un modo más atrayente: no son silogismos desnudos, o citas ensartadas, sino razonamientos discursivos, en ocasiones dialécticos. El autor contrasta a veces sus opiniones (que son las tomistas) con las principales posturas contrarias, existencialistas sobre todo.
La aportación principal del libro, que le da valor, es la claridad expositiva, la buena sistematización y la referencia a problemas actuales. Sin embargo, en este último aspecto, parece que esta obra tiene más pretensiones de lo que es su real contenido. El planteamiento que se había hecho en la introducción sobre el rechazo de la ley por la mentalidad “moderna” como consecuencia de una falsa concepción de la ley, parecía que iba a plantear en todas las partes del libro un estudio serio y profundo sobre cómo la libertad y el servicio y don de sí se realizan en la ley. Esto sin embargó, no se hace, limitándose a una exposición —buena, desde luego— de la doctrina tomista. En la Conclusión (un corto capítulo de dos páginas), recoge de nuevo el autor el desafío planteado en la introducción pero sus consideraciones no pasan del terreno ascético.
Aubert se apoya, como intérpretes de Santo Tomás, principalmente en Lottin y Sertillanges. Sin ser original, el libro es un buen tratado sobré el tema.
La bibliografía es abundante y bien agrupada por temas concretos.
VALORACIÓN DOCTRINAL
Es un libro correcto desde el punto de vista doctrinal. Se trata con respeto el Magisterio de la Iglesia, al que se atiene en todas las cuestiones principales, dándole el carácter de fuente, que lo distingue esencialmente de las teorías de determinadas escuelas.
La bibliografía está particularmente cuidada. Parece que el autor ha procurado suprimir de las listas bibliográficas las obras menos seguras. En cambio, a pie de página hace frecuentes referencias a esas obras, señalando sus defectos.
La crítica que el autor hace a la “moral de situación” es poco profunda, aunque se recoge lo esencial, sobre todo la Instrucción del Santo Oficio sobre esa cuestión.
Hay dos puntos, sin embargo, que merecen ser considerados con una cierta cautela:
1. Cierto enfoque general, que da la impresión de que la actitud antilegalista “moderna” procediera de un falso concepto de ley achacable principalmente a que los moralistas católicos hayan deformado el concepto tomista de ley; es decir, falta un análisis y crítica de los errores que hay también en esa actitud que el autor llama “moderna”. Algo de esto se hace saltuariamente a lo largo del libro, pero parece insuficiente.
2. El modo de enfocar los consejos evangélicos: parece que Aubert pone en ellos el contenido esencial de la Nueva Ley. Este punto, en cualquier caso es confuso, y no lo distingue él autor convenientemente de otros que son doctrina de fe.
J.I.C. y M.G.R.
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