ADLER, Mortimer J.
Holt, Rinehart and
CONTENIDO DE LA OBRA
El libro está basado en una serie de conferencias dadas por el autor en la Universidad de Chicago durante 1966, sobre el tema de la diferencia entre el hombre y todos los demás seres del universo. Está dividido en tres partes. La primera, de tres capítulos, sirve de introducción. La segunda, capítulos 4-15 (pp. 51-252), constituye el cuerpo del libro. La tercera, también de tres capítulo, trata de las consecuencias prácticas y teóricas que se derivan de la solución que se dé al problema.
Comienza por clasificar las posibles diferencias en dos grandes grupos: diferencias de tipo y diferencias de grado. Entre dos cosas existe una diferencia de tipo, según la terminología empleada por Adler, cuando entre ellas no cabe un intermedio: existe discontinuidad. Por el contrario, la diferencia es de grado cuando, en relación con la misma característica poseída por dos cosas, una la posee más que la otra y cabe un intermedio: hay continuidad. En la de tipo, además de no haber intermedio, una cosa posee una característica de la que la otra carece absolutamente.
Pero cabe también, sigue el autor, una diferencia aparente de tipo, que es la diferencia de grado que parece de tipo cuando la diferencia de grado es grande y además no se da de hecho un intermedio.
Esta es la clasificación, en líneas generales, que hace el autor (habla también de otros casos particulares: por ejemplo, diferencia de tipo superficial y diferencia de tipo radical).
A continuación, se establece el modo como se ha de proceder para descubrir qué tipo de diferencia hay entre el hombre y lo demás (los animales y las máquinas, por ejemplo): sustancialmente, se afirma que esa diferencia debe establecerse por un método comparativo, y en atención exclusivamente al comportamiento externo del hombre y de los otros términos de comparación (cfr. pp. 36-37).
En el cuerpo del libro se van exponiendo las diversas respuestas a la cuestión que se han dado en la historia: darwinismo y post-darwinismo, antropologías evolucionistas modernas, corrientes de psicología comparada (especialmente las americanas, a las que acusa de partir de prejuicios), explicaciones de biólogos y neurólogos, filósofos, diversos tipos de materialismos, etc. Se refiere también a lo que él llama los cristianos tradicionales, principalmente los católicos, que se mantienen ortodoxos en sus creencias religiosas a la vez que buscan un entendimiento de los dogmas con ayuda de la filosofía. Para este grupo, dice el autor, la cuestión es crítica. La reducción de la diferencia del hombre a una diferencia de tipo sólo superficial iría directamente en contra de algunos dogmas fundamentales (cfr. p. 285).
VALORACIÓN CIENTÍFICA
El método seguido es el desarrollado por el Institute for Philosophical Research, del que Adler es director. Este método consiste, según explica el autor, primero en formular con precisión la cuestión que hay que estudiar, y luego analizar las opiniones opuestas junto con las evidencias y argumentos correspondientes (cfr. p. xii). Mantiene el autor que el tema sobre el que el libro trata, debe ser estudiado a la vez por la ciencia y la filosofía; que los filósofos se han equivocado al tratarlo como un tema exclusivamente filosófico, y que tampoco pueden los científicos resolverlo por su cuenta.
El libro está bien escrito y muy bien documentado. Quizá la gran riqueza de citas bibliográficas, tanto de filósofos como de científicos, sea la principal utilidad de este libro para el especialista. En general, sin embargo, aunque cita muchas opiniones, no presenta ninguna ampliamente, y en esto no alcanza los objetivos propuestos en su método de investigación.
Tampoco hace, por lo general, un análisis crítico de los argumentos aducidos por las diversas opiniones y corrientes de pensamiento, con lo que fácilmente el lector quedará perplejo acerca de la validez de las diversas argumentaciones. En parte debido al mismo método adoptado, el autor no se declara por ninguna opinión que considere como acertada; a lo más hace algunas críticas a puntos concretos, pero rara vez a visiones globales del hombre y del mundo. Aunque el libro está dirigido a personas no especializadas, con cierta frecuencia parece que el autor se está dirigiendo a un público que tuviese los prejuicios que no rara vez se encuentran entre filósofos y científicos contemporáneos.
Parece que, personalmente, el autor piensa que la diferencia entre el hombre y el resto del mundo es una diferencia de tipo radical, según la terminología utilizada. Sin embargo, no intenta probar eso, sino en todo caso persuadir indirectamente a un público imbuido de relativismo. La importancia que concede a las consecuencias prácticas que se seguirían de la solución que se adopte parece respaldar esta interpretación.
VALORACIÓN DOCTRINAL
Como bien puede comprenderse, el mismo método adoptado de exponer las opiniones opuestas sin tratar de resolver el conflicto, hace a este libro muy peligroso para personas sin una formación sólida; más aún, si se tiene en cuenta que ni siquiera se presentan los argumentos ampliamente desarrollados.
Aunque, como se decía, la opinión del autor podría ser (no la expone) correcta, sin embargo a lo largo del libro se refleja también cierta actitud relativista. Por ejemplo, no admite que la filosofía pueda llegar a verdades definitivas. No es clara la distinción que hace entre una certeza objetiva alcanzada por algunos aunque no aceptada por otros, y una certeza tan patente que nadie puede negar (cfr. pp. 130, 227, 230). Así, la excesiva importancia que el autor da a la necesidad de persuadir a todos (actitud bastante normal para un dialéctico) es peligrosa, pues por el tono general del libro puede llevar a tomar como criterio de verdad la opinión de la mayoría.
Conviene también recordar que el mero hecho de poner en tela de juicio la existencia de una diferencia radical entre el hombre y los animales va en contra de varios dogmas (por ejemplo, la espiritualidad e inmortalidad del alma, sin la cual toda la religión carecería de sentido).
En conclusión, puede decirse que, salvo en el caso de un especialista, el libro no tiene ninguna utilidad, y para los que carecen de una sólida formación filosófica puede ser perjudicial.
J.W.A.
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