Mi período de socialización como numerario
(y el Opus Dei
como el monstruo de Stranger Things)
Rosarigasino 29/04/2022
La
analogía de que el Opus Dei es un organismo vivo que asimila lo que le sirve o
rechaza lo que no le sirve, yo la escuché en el centro de estudios durante un
almuerzo cualquiera de boca de un numerario, un arquitecto de apellido de
alcurnia, que vivía ahí, aunque ya hace rato había completado el centro de
estudios. Ni idea a propósito de qué lo mencionó; tal vez era algo que a él le
habían dicho ese día sobre gente que persevera y gente que no. Lo escuché pasivamente, y quedó grabado en mi
memoria.
Más
recientemente, el sábado pasado, leyendo los
escritos de Isabel de Armas encontré una versión más desalmada y
chocante de la misma analogía [en su libro "Ser Mujer en el Opus Dei",
Capítulo 6 "Tiempo de Ruptura", Sección
"Dolorosa Ceremonia de Despedida"],
en la que un sacerdote del opus describía a los miembros como
"carne", que se asimilaba (por el ente alienígena/espiritual opus), u
"oro", que no se asimilaba pero que servía para comprar más
"carne". Ser oro no es mucho mejor que ser carne, ya que en este caso
el oro desaparece luego de ser usado. (Cualquier vestigio de mensaje cristiano
y edificante en estas analogías que describen tan bien al opus hace rato que
desaparecieron por el espejo retrovisor...)
Esto
me hizo acordar al monstruo de la segunda temporada de Stranger
Things, la serie de Netflix; ese monstruo se
construía asimilando la carne de gente, sus víctimas, que llegaban como
hipnotizada a un sótano (caramba, ¡qué coincidencia con el Opus Dei!). Algunas víctimas
no eran asimiladas, sino que el monstruo las manejaba telepáticamente durante
un tiempo de forma de lograr otros objetivos en el mundo exterior, como
conseguir más carne o intentar suprimir a sus enemigos...
Esto
lleva al principal proceso de asimilación en el Opus Dei: la formación, directa
o indirecta.
Es
común que las organizaciones cuenten con procesos de inducción para los nuevos
que se incorporan. Durante estos procesos de inducción la interacción y
supervisión es más intensa y el propósito es proveer a la persona de
herramientas, conocimientos, habilidades para cumplir con el rol para el que
tomó el empleo, se enlistó o se anotó como voluntario.
La
intención es también socializar a la persona dentro de la organización, lo cual
muchas veces implica bajar a un segundo plano la individualidad, los intereses
de cada quien, y subir a un primer plano el conjunto, la consecución de
objetivos grupales, el funcionamiento como equipo.
Muchos
detalles del comportamiento requerido son imposibles (o inconvenientes para la
organización) especificarlos en un contrato de empleo; así es como se podría
explicar el caso del nuevo empleado que durante todo el primer mes le caen cada
día cinco minutos antes de que se cumpla su horario de trabajo con nuevas
tareas que le van a requerir quedarse tiempo extra, de forma que entienda que
su trabajo es "full-time", y no estrictamente de 9 a 18. A la larga
la persona se acomoda o se va.
Para
lograr exitosamente esta socialización es que suelen existir ritos de
iniciación, y experiencias que buscan la humillación del individuo, la depresión
de su ego, para que esté más predispuesto a asimilarse, a ser un "insider" que pertenece al grupo y no sólo un
"outsider" contratista.
En un contexto de empleo se puede
pedir a la persona que, por un tiempo indefinido, se ocupe de actividades para
las que está largamente sobrecalificada, o se puede no aceptarle una tarea como
finalizada exigiéndole que la repita una y otra vez, rechazándosela y
cambiándole las indicaciones arbitrariamente.
En
organizaciones como el ejército, la armada, etc., el uso de uniforme lo
"uniformiza" al individuo, lo hace indistinguible, además de indicar
unívocamente su posición en la jerarquía, a quién reporta y eventualmente a
quién manda. Para los avezados es muy fácil identificar con sólo cruzarse a un
cadete de liceo militar/naval/aeronáutico, a un seminarista o a una novicia.
En
ejércitos regulares o en milicias organizadas en emergencia está claro que los
soldados y milicianos deben estar dispuestos, en última instancia, a quitar la
vida a los combatientes enemigos, lo que es algo antinatural y especialmente
difícil de lograr en cualquier ser humano promedio, pero imprescindible para
estas organizaciones.
Así
que no estar a la altura es algo que con entrenamiento y ritos se debe
corregir, subsanar, borrar en el nuevo, además de reforzar/confirmar la
pertenencia de los que conducen/administran el rito. Por lo que no extraña que
estos ritos de iniciación a veces se vuelven problemáticos y muy criticables;
sobran ejemplos de situaciones lamentables de ritos con castigos físicos que se
han excedido, derivando en daños a las personas e inclusive su muerte.
La
idea es que al final la persona esté "socializada", que se haya
convertido en un "insider", que su ideal
sea "servir", y que no sólo vaya detrás del objetivo de cobrar su
cheque quincenalmente.
Sobran
también los ejemplos de personas a las que les cuesta des socializarse una vez
que abandonan la organización, porque ya no tiene sentido su permanencia. Un ejemplo
son los veteranos de fuerzas armadas al reincorporarse a la vida civil, al
terminar su vida de servicio, más allá de los problemas de stress postraumático
que pudieran existir, algunos suelen quejarse de que todo lo que obtienen en un
mercado laboral es una propuesta de sueldo, y que sólo se habla de dinero,
cuando lo que ellos quieren escuchar, lo que encajaría en sus expectativas es
una propuesta de servicio, porque echan en falta el fuerte componente de
servicio que caracterizaba, estructuraba su etapa anterior.
Estudiosos
de la disciplina de capital humano y de comportamiento organizacional
largamente han estudiado críticamente estos procesos de incorporación y salida,
y con el tiempo se supone que las mejores prácticas disponibles van
evolucionando.
Por
otro carril distinto discurre lo que comúnmente se llama "lavado de
cerebro." Entiendo que los primeros estudios sobre este tema surgieron en
los estados unidos sobre los casos de pilotos militares que caían prisioneros
en la guerra de corea y que al tiempo eran presentados por los norcoreanos
haciendo declaraciones contra su país, denunciando a su gobierno, y
aparentemente en buen estado de salud, es decir no bajo los efectos de tortura o
drogas.
Esto
inicialmente provocó gran sorpresa y zozobra, especialmente dado que estos
prisioneros no eran tipos ordinarios, sino que eran militares profesionales
altamente entrenados, incluso preparados para enfrentar una situación de
cautiverio. A la larga las autoridades descubrieron el abundante y novedoso
herramental que usaba el gobierno de norcorea para
quebrar el comportamiento y la psiquis de los militares capturados hasta lograr
lo que vulgarmente dio en llamarse "brain wash."
Las
primeras prácticas son inevitables en cualquier organización, y pueden llegar a
constituirse en abusos; las segundas inexcusablemente son delitos.
¿A
dónde corresponde ubicar al Opus Dei respecto a sus prácticas de socialización?
Pienso
que como organización se puede encontrar lo peor de lo primero, y seguramente
también hay algo de lo segundo.
¿Estuvo
el Opus Dei formando extremistas religiosos todos estos años? No me consta que
personas del Opus Dei hayan participado en actos de violencia política por
motivaciones religiosas, como lo de Charly Hebdo, pero sí que se usan recursos
extremos en el ámbito interno para garantizar la captura y el control de
quienes son sus víctimas (muy especialmente lo que respecta a las numerarias
auxiliares, situación que directamente calificaría de tráfico de personas con
fin de explotación laboral), así como para desprestigiar, anular y suprimir a
algunos de los que se han ido (irónico antecedente de la actual cultura de la
cancelación.)
En
ambos casos, y dada la declamación de origen/revelación sobrenatural
(testimonio que sólo da Escrivá, en base a sus revelaciones particulares, las
cuales al final de cuentas como explica Miguel Fisac, tampoco jamás detalló, y hay que conformarse
con que dijo que él "vio") el opus debería afrontar las consecuencias
de la condena moral y judicial en que el uso artero, despiadado de estas
prácticas resultó en las personas, sus cambios de comportamiento, depresiones y
daños mentales en el largo plazo, además del perjuicio material que sufrieron.
(A
propósito, Santa Teresa es de lo más detallista sobre lo que veía en sus
revelaciones del infierno, no se ahorra descripciones morbosas sobre cómo se
atormentaban las almas de los condenados - revelaciones súper útiles para que
algún cura del Opus Dei las use en el segundo día de retiro anual en el que
discurría sobre las postrimerías; San Juan Bosco también no tenía problemas en
contar lo que eran sus revelaciones particulares en sueños y visiones
premonitorias, varias de las cuales pasó el tiempo y no se cumplieron; pero
Escrivá no... ni pista dio de en qué consistió la revelación, la inspiración
divina; a tal grado llegaba su modestia...).
Siguiendo
con mi anterior contribución
sobre cómo llegué al punto de pitar de numerario, el Opus Dei fue eficaz en
crear un ambiente atractivo para mí, y en crearme una expectativa, un interés
por lo venturoso que sería pertenecer.
Que
cualquiera puede sentir naturalmente una expectativa, agradable e infundada, no
es sorprendente. Hace veinte años un conductor de programa de radio a
medianoche (Alejandro Dolina, "la venganza será terrible") del que
era escucha, comentaba esa rara sensación de expectativa que se genera antes de
la llegada de las fiestas de navidad y año nuevo, un tiempo que termina y otro
que comienza, las vacaciones largas de enero, que en el hemisferio austral
viene acompañado por la llegada del verano, días cada vez más largos,
temperaturas cada vez más suaves y lo de que "la primavera la sangre
altera."
Una
sensación natural, con poco fundamento, pero muy agradable y que más se siente
al terminar el día, pero que desaparece pasada esa última semana del año. Algo
parecido a enamorarse, como lo describe
la canción de John Denver, "You fill up my senses like a night in a
forest, Like the mountains in springtime, Like a walk in the rain, Like a storm
in the desert, Like a sleepy blue ocean." (Llenas
mis sentidos como una noche en
un bosque, como las montañas
en primavera, como un paseo
bajo la lluvia, como una tormenta en
el desierto, como un océano azul dormido).
Una
expectativa similar, aleccionadora, sentía yo por esos meses antes de pedir la
admisión: estaba entre mucha gente que hacía en grupo lo que antes yo hacía
individualmente, como rezar el rosario diariamente, además de que su aparente,
objetivo principal era el estudio y ser muy buenos en el futuro como
profesionales, cosa que también me iba como anillo al dedo dada mi afición al
estudio (perspectiva mucho más acomodada a quién era yo que la que ofrecía la
de ser un sacerdote salesiano).
Y
además que había mucha diversión, entretenimiento en el centro o en el club. Lo
que fuese: partidos de fútbol, asados, convivencias en casas impactantes de
gente acomodada o campos cercanos a la ciudad, disponibilidad de auto para ir
de acá para allá, buen humor, camaradería, amistad que parecía real, todos
planes a los que siempre me invitaban, en los que siempre yo estaba
incluido. (Cualquier adulto racional
desconfiaría: "todo demasiado bueno para ser real", pero yo era un
adolescente de 15 años.)
Así
que, como dije antes, tenía gran expectativa porque me plantearan ser de la
obra, ser un "insider". Pensé que, si esto es así de bueno de afuera,
¡lo que me esperará adentro!
El
mismo día en el que pité la cosa ya empezó a perder su barniz superficial, su
brillo y a volverse gris rápidamente, como en la película infantil
"Coraline y la puerta secreta" el mundo de la falsa madre comienza a
descascararse una vez que ya se mostraron todas las maravillas preparadas para
cautivar a Coraline, para lograr que ella acepte que le cosan botones en los
ojos… Porque toda la impostación que habían armado para captarme tenía costos
que no estaban dispuestos a seguir pagando, y luego de pitar yo pasaba a la
etapa de "primera formación" con objetivos muy claros, y nada de
diversión ni de amistades particulares;
Otra
vez, como cuando mi compañero me había invitado inicialmente al club un año
antes, me quedé en ayunas sobre la explicación y justificación de cuál era el
carisma particular del Opus Dei, o su identidad; como expone Antonio Moya en su
publicación “Ocáriz-Fazio
dimisión” del pasado 25 de
marzo, ninguna explicación sobre en qué consistía la identidad particular del Opus
Dei para quien estaría tomando, de acuerdo a la peculiar cosmología del Opus Dei,
la decisión más trascendente de su vida, que era pitar.
Como
la conversación entre la Oráculo y Neo, en The Matrix:
"entonces
tú qué crees, ¿crees que eres el elegido?
En realidad, no sé,
¿sabes qué significa "Temet Nosce"? Significa conócete a ti
mismo. Te voy a contar un secreto, ser
el elegido es como estar enamorado, nadie te dice que lo estás, sólo lo sabes,
estás seguro, tu cuerpo lo sabe.
Bien te analizaré...
Ahora yo debo decir...
Pero tu bien sabes lo que voy a decirte
Que no soy yo
Lo siento, eres apto, pero siento que estás esperando algo,
Qué
En la siguiente vida, quién sabe, esas cosas así funcionan"
La
pieza que estaba faltando para mí no apareció, no estaba ahí, una revelación particular,
el famoso ver; pero también faltaba una explicación de qué justificaba
hacerme un numerario, por qué tenía que dar ese paso dado que santificarme en
mis actividades cotidianas yo ya lo estaba haciendo, iba en ese camino, y no
necesitaba la pertenencia al Opus Dei para aspirar y sentirme obligado a la
santidad... ¿entonces? ¿qué cosa particular ofrecían para hacerlo mejor que no
perteneciendo?
Muy
poca información ese día que me propusieron y acepté pitar: sólo que lo que
hacía/ya había hecho era irreversible; que irse era gravísimo; que varios, casi
todos con los que había interactuado eran numerarios, y uno era agregado (nueva
categoría); que no me podía casar; que nadie nunca se iba; que había diferentes
tipos de pertenencia, como los supernumerarios (otra categoría más) y que
algunos se habían hecho primero supernumerarios y luego numerarios, ¿y yo puedo
cambiar a supernumerario si quisiera, si pienso que más feliz voy a ser con una
mujer? No, sólo se puede pasar de supernumerario a numerario...
Que
no hablara con mis padres, que no iban a entender, que se podía complicar todo
si les contaba, que seguramente más tarde en el momento oportuno les iba a
contar y que se iban a poner taaaan felices.
Yo
eché en falta la omisión trascendental, pero no llegué a procesarla cabalmente,
sólo llegué a escribir en mi diario/agenda "hoy pité, pienso que no
tendría que haberlo hecho."
Y
nunca llegó la explicación de cuál es esa identidad única del Opus Dei, en qué
viene específicamente a enriquecer al todo, al pueblo de Dios, al cuerpo
místico de Cristo, en este momento en específico de la historia, sino que su
ausencia fue rellenada torpemente por una montaña de normas a cumplir, de
prohibiciones y restricciones, de una exigencia de disponibilidad que a la
larga borra cualquier rasgo personal.
La
siguiente vez que me crucé con quien me daba las charlas en el club, aquel
ahora-ex que tenía bastante más de 20, y que entiendo hacía un posgrado en su
especialidad de física, lo primero que me dijo es que en adelante yo ya no
charlaba más con él, y en la práctica mi trato con él pasó a ser nulo (¡eso sí
que fue no cultivar amistades particulares de manera heroica!).
Seguí
con las charlas de formación con el vicedirector del centro, un oftalmólogo que
al tiempo se fue a Suecia, al Instituto Karolinska decía, y del que a partir
del 87 ya no volví a saber, así que estoy seguro que también se fue. Hasta ese
momento con este vicedirector no había tenido trato. El contenido de esas
charlas, todo pautado, escrito en documentos internos. No guardo recuerdos tan exactos del contenido
de las charlas como para analizarlos sistemáticamente y críticamente como
proceso de inducción o de lavado de cerebro. Además, que era formación
exclusivamente oral (creo recordar que específicamente me dijeron que no podía
tomar notas); no me entregaron nunca nada escrito, ni me indicaron que debía
tomar apuntes como para repasar posteriormente, o reflexionar; si a alguien le
dieron material escrito, supongo que habrá sido para usar en el oratorio y
devolver inmediatamente, y que estaría híper controlado para que no se lo
fotocopiara o llegara a otras manos.
Pero
a modo general recuerdo que directa o implícitamente se construía un punto de
vista sexista en mi formación de numerario de la sección de varones. Las menciones
a cómo debían vestir, dormir, formarse las mujeres en el Opus Dei debido a
"su naturaleza femenina", al hecho de que fue Eva quien primero pecó
y quien luego indujo a pecar a Adán, las ponía en un escalón inferior, como entes
de los cuales hay que desconfiar. El punto del panfleto de las mil máximas
"camino" que afirma que alcanzaba con que ellas sean discretas,
implícitamente colocando un techo de cristal a su desarrollo. El "criterio"
repetido insistentemente en medios de formación, convivencias, retiros de que
primas, compañeras, parientas eran todas potenciales fuentes de tentación
contra la “pureza”, que había que comportarse como si todas ellas fueran
"..."
También
había una insistencia insana en aspectos fisiológicos, escatológicos del género
femenino, como "si te atrae una compañera de facultad pensá que a ella
también le huelen las patas, defeca, orina, huele mal cuando
transpira..."; recursos tan ridículos que seguramente sólo podían
desalentar a interesarse por las mujeres a alguien que ya padeciera alguna
fobia previa.
Afirmaciones
en tertulias de parte de directores sobre la inferioridad intelectual de las
niñas respecto a los varones; o de que las mujeres sólo estaban en la
universidad para conseguir prospectos varones con que casarse, o que las
mujeres necesitaban de los varones para sentirse seguras y por eso buscaban un
marido que las protegiera, y por lo tanto naturalmente eran manipuladoras; o de
la supuesta naturaleza complicada, de "saco de harina" de las mujeres
respecto a la naturaleza directa y más sincera de "saco de papas" de
los hombres... Además de la prohibición de cultivar amistades femeninas, evitar
saludar con un beso, evitar hacer contacto visual... Todas barreras que había
que erigir para mantener alejada la tentación, el peligro, eran claramente
causales de comportamientos bizarros, enfermos, neuróticos en mi caso y en el
de varios en ese manicomio.
A
modo de ejemplo va esta anécdota: por el año 85 se mudó el club a una casa
nueva, planta alta de un edificio céntrico de bastante estilo. La planta baja
la ocupaba una familia, antiguos vecinos de mi familia y con una hija que había
sido compañera en el colegio, unos 4 años mayor que yo, chica que salía en la
revista dominical del diario de la ciudad modelando ropa. En ese momento yo 16,
así que ella 19 o 20. Al fondo de la casa un jardín, que la señora de planta
baja cuidaba primorosamente, pero que aparentemente le correspondía su uso al club.
En
un primer momento creo que habíamos usado el jardín para alguna ocasión, pero
manteniendo un trato de lo más deferente con la vecina de abajo, relación que
llevaba adelante el "director" del club, aunque ahí no funcionaba un
consejo local.
Para
subir y bajar a ese jardín había un espacio común, y uno de esos días me cruzo
con Virginia, esta chica joven, que hacía trabajos de modelo y bien le cabía la
estrofa de Luis Miguel ("porque el mundo gira y tú sabes que es por ti,
por lo bien que te ves, qué nivel de mujer") "hola Virginia"
"hola fulanito [yo], ¿así que vos también estás con esta gente del
opus??!!! Bueno, sí, este... Y le siguió una conversación de lo más
superficial, que yo no quería que acabara nunca por lo increíble que estaba la criatura
de sexo femenino enfrente mío, conversando conmigo; todo concluye al fin así
que subo yo otra vez al club por la escalera en caracol que llevaba a la
cocina, y me encuentro al terminar la escalera con este numerario, tipo de 20 o
21 años, estudiante de ingeniería, hijo de supernumerarios, jamás le ví
haciendo proselitismo con alguien universitario, el "director" del
club, mirándome muy torcido, evidentemente desde donde él estaba había
escuchado oculto toda la conversación, y con una actitud rarísima, que casi
transmitía hostilidad (¿envidia?) por el tiempo que yo había pasado en una
conversación con "esa" chica. Me pregunta cosas sobre la conversación
inconexas, percibo claramente su actitud hostil. Nada, difícil para mí entender
la relación entre una escucha a una conversación privada y su actitud hostil,
fría, cortante, pidiéndome detalles de lo que acaba de escuchar, pero no
ver.
No
pasó una semana que este numerario le destrozó el jardín a la vecina de abajo,
arrancando todas las plantas, hasta pequeños árboles, con la excusa de usar ese
espacio para partidos de fútbol; excusa falsa porque el terrenito era
completamente inapropiado para eso, además que con razón provocaría gritos y
pelotazos inadmisibles en una buena convivencia de vecinos y generaría demandas
posteriores.
Resultado
de todo esto, y me enteré por mi mamá, el disgusto que la vecina de abajo se
tuvo que tragar por ver la bestialidad cómo este tipo de más de 20 destruyó su
jardín como un lo hace un niño destrozón, espacio que al final al club no le
aprovechaba para nada. Este numerario que seguramente llevó las cosas al único
punto compatible con lo que se enseñaba en la sección de varones: se clausuró
el paso hacia el jardín por el espacio común con los vecinos, la persiana de la
vecina hacia el jardín pasó a estar permanentemente cerrada, y se anuló
cualquier posibilidad de cruzarse con Virginia.
Otro
punto de vista que sistemáticamente se construía era el racista; ¿más que el
promedio social en mi país y en aquel tiempo? No, pero sí con una vuelta
propia. A modo de ejemplo, un comentario de un cura poco tiempo antes que me
saliera, y su peculiar interpretación histórica: "¿por qué los europeos
fabrican BMWs y los africanos andan en taparrabos? ¡por los siglos de
cristianismo que tiene Europa, comparado con el paganismo de los africanos!;
generaciones y generaciones de cristianos ha ido mejorando al ser
humano..." qué pendejada puramente racista. Y en ese caso, ¿los japoneses, ¿qué? ¿dónde
hay tradición cristiana de generaciones y generaciones que explique la
condición de Japón como país desarrollado?
Por
supuesto que todo lo que se dice sobre el Opus Dei que es clasista y que
primordialmente le interesa gente de clase alta, tiene una fundamentación en lo
que enseña en los medios de formación. Los cañones se apuntan a las clases
altas, adonde se pone empeño y seguimiento, con la teoría de la pila de vasos
de champaña que se van llenando desde la cúspide hasta los de abajo por
derrame; aparentemente una teoría de "derrame espiritual". En esto no son originales; por siglos antes
que ellos ordenes de religiosas se han concentrado en la educación de las
clases altas de niñas con la justificación de que "la mano que mece la
cuna es la que gobierna el mundo."
Comentario
de un vicedirector del centro de estudios en una charla de formación: "hay
que hacer proselitismo, buscar chicos selectos. Entonces qué es lo normal que
haga un numerario un día sábado. Bueno, que tenga planes con sus amigos, como
acompañar a navegar al chico prospecto en su velero/embarcación/yate al río, y
luego terminar el día con la meditación en el centro..." - moraleja, el
"target" para el proselitismo era el chico bien con velero.
Y
también hay algo interno de separación, segregación. Me tocó en el centro de
estudios compartir mi camada con uno cuya familia tenía muchísimas propiedades
en un balneario exclusivo de la costa, su padre supernumerario, aunque no su
abuela (viva), que era la señora realmente rica, de apellido de mucha alcurnia
y del sector bancario; cada dos por tres se organizaban
"convivencias", que en realidad eran escapadas de fin de semana,
hacia ese punto, a las que por supuesto iba este numerario, más directores
locales, de la delegación y regionales,
sin importar que llevasen chicos de San Rafael para hacer “proselitismo”; jamás
me incluyeron, y cuando planteé un par de años después cómo era posible que
siendo el Opus Dei una familia, que ni la más mínima intención de invitarme
hubo nunca; la respuesta fue que cada quien debe aspirar dentro del Opus Dei de
acuerdo a cómo entró, él había entrado rico y en una posición acomodada, el Opus
Dei no le quitaba nada de eso; yo no había entrado con esas características,
bueno, no podía aspirar a que el Opus Dei me las diera. Explicación bizarra,
que desacredita toda la afirmación de que en el Opus Dei son familia, y que no
había escuchado antes ni que volví a escuchar, pero que explicaba claramente
cómo se acomodaban las cosas internamente.
El
tratamiento de traidores a los que no perseveraron, sistemáticamente repetido
en los medios de formación. Mi segundo curso anual fue en la capital de un país
vecino, el vicedirector y yo éramos los únicos extranjeros allí a excepción del
curita, un español. En ese curso anual estaba a disposición para la lectura y
la oración un cuaderno mecanografiado que transcribía todo el viaje de Escrivá
del 74 a la Argentina; aparentemente estaba todo escrito textual, sin editar. Una
vez lo llevé a la oración, empecé por el principio, leyendo lo primero de lo
que habló Escrivá en el auto que lo llevaba del aeropuerto internacional a la
ciudad, y fue: "los que se fueron, ¡son unos infelices!, rezo por ellos
cada día porque ¡qué desdichados!"; el tema de la no perseverancia y lo
terrible de irte era central en la peculiar religión de Escrivá, y muy
importante para él que quedara en claro. Por supuesto que después otros escalan
ese mensaje, volviéndose más extremistas aún. En ese mismo curso anual este
vicedirector decía en una charla de formación que "el trato con los que se
fueron, algunos siguen prodigándose con ellos como grandes amigos, ¡pero han
hecho sufrir muchísimo al Padre! Y yo ¡jamás se los voy a perdonar!"; es
inmediato, el mensaje original es "son infelices", el siguiente ya se
radicaliza afirmando "son traidores imperdonables"; no es de extrañar
los muchos casos de denuncias de fechorías que los directores del Opus Dei le
hacen a gente que se fue del opus y no quiere otra cosa que ya que nos los
fastidien. (Estoy pensando en lo que cuenta Miguel Fisac.) Es el sofisma
extremista de que son traidores, y a los traidores ni piedad, porque no pueden
hacer otra cosa que daño mientras existan.
Para
terminar este punto, como antes mencioné quien me llevó y pitó antes que yo, se
fue luego del primer curso anual. Fue él quien me dijo que no seguía; a los
días el director que me llama aparte y me dice (confirma lo que me dijo mi
compañero) que no iba a seguir, que no le insista que vuelva, pero fue muy
ambiguo en hablarme de pérdida de vocación (era hijo de un supernumerario, y
como ya conté en mi anterior contribución, su padre estaba determinado a que su
hijo se saliera de numerario, situación que yo pude ver personalmente; no sé en
qué términos este supernumerario se habrá plantado frente a la gente de la
obra, pero se ve que tuvieron que ceder en largar a su hijo sin más). La cosa
es que, en diciembre, varios meses después, estaba yo haciendo un
"trabajo" en el centro de mayores de mi ciudad (por el que se
comprometieron a pagarme para que yo solventara mi curso anual y jamás me
pagaron, es decir que me estafaron), y pasa un cura preguntando "¿qué pasó
con XXX (nombrándolo por su apellido, nada de un cariñoso nombre)?" bueno,
yo intento armar una explicación en base a lo que me había dicho el director, y
mi compañero, torpemente porque lo que el director me había dicho no se
entendía nada... "¡Ah! Entonces se fue ¡no perseveróóóó!!!!”;
seguro que no había ningún dato que este cura no supiera, es claro que en algún
momento me querían que poner en blanco sobre negro a mí, que era una nueva
vocación, que si te vas es porque no perseveraste, no hay una puerta para
salirse por las buenas.
Otro
tema muy problemático es el "pastillaje" a los que comienzan a sufrir
depresión internamente; yo no estuve expuesto a eso, sí escuché que dentro del
Opus Dei "si era necesario, se ponían todos los medios para defender una
vocación"; no se me escapa el hecho que en el centro de estudios varios de
los directores eran médicos, seguro que no era casualidad. Lo de tratar con
psicofármacos y no permitir la consulta con profesionales fuera de la secta sí
lo calificaría como una herramienta para doblegar la voluntad, similar al
lavado de cerebro.
Por
último, otro tema para evaluar en el proceso de inducción es la continua
exaltación del fundador; en esta web leí las pretensiones de ubicarlo a nivel
de doctor o padre de la iglesia (curioso porque no habrá más doctores ni padres
de la Iglesia, es una etapa que se cerró en no sé qué siglo del primer milenio);
yo escuché desfachatadamente que estaba a nivel de San José, no “second-best”
de nadie. Es decir que en el podio tenemos a Jesucristo, la Virgen sin pecado
concebida y luego, compartiendo el tercer puesto en el podio, San José y
Escrivá. (¡qué tupé!, ¡¿eh?!); que su
santidad en vida era tal que desde hace mucho tiempo se registraba todo
alrededor de Escrivá para tenerlo disponible para el futuro proceso de
canonización; que Escrivá no recordaba haber cometido siquiera un pecado venial
deliberado, dicho por Álvaro Portillo... (con todas las cosas que se conocieron
después de testimonios absolutamente creíbles se ve que tenía una piel de
cocodrilo para el examen de conciencia), y que en la Iglesia fuera del Opus Dei,
JPII y la Madre Teresa, todos estaban medio descarriados. Cosas también tan
bizarras para escuchar de un santo como la animosidad que guardaba a los
jesuitas, y a los papas Paulo VI y anteriores, por quienes rezaba para que Dios
se los llevara pronto a su santa gloria...
"santa ironía Batman" agrégala a la "santa coacción"
y a la "santa desvergüenza" como las virtudes "new Age" del
santo.
Haciendo
un balance de los anteriores puntos sobre lo que se encuentra en los procesos
de formación del Opus Dei, concluyo sí, que el Opus Dei forma extremistas
religiosos, ya que a la larga todos deben estar dispuestos a obedecer hasta lo
absurdo, ciegamente; que usa herramientas que pueden considerarse quiebran la
psiquis de las personas llegando al extremo de empastillar para inhibir
la voluntad de sus víctimas o directamente instrumentar una trata de personas
para captar y esclavizar laboralmente a quienes son las numerarias auxiliares.
Pero en la cima hay una clara estructura verticalista, una clara línea de
comando que hace que esto no pueda caracterizarse como una monstruo de mil
cabezas del tipo organización terrorista; en la cima, arriba hay alguien que
piensa racionalmente hasta dónde vale la pena tirar de la cuerda, una cabeza
que piensa. Lo bueno es que la curia romana, el vaticano podría enderezarla o
suprimirla si quisiera, cosa que si esta organización fuese anárquica sería
casi imposible arrancarla por parte de la Iglesia (si hiciera falta).
Por
sus obras los conoceréis; y el efecto del Opus Dei en mí estuvo muy lejos de
convertirme en mejor persona o en mejor cristiano. Pasé a ser un peor
estudiante, un peor hijo, un peor compañero, alguien con quien era imposible
cultivar una genuina amistad, ya que sólo tenía que dedicar tiempo y recursos a
prospectos pitables (y para colmo jamás logré que pitara nadie que traje, ni
siquiera logré un prospecto a quien plantearle la "vocación"); me
convirtieron en alguien intolerante, incapaz de ponerme en el lugar del otro
para entender su situación, para aceptar la diversidad, en alguien
profundamente infeliz.
Entiendo
que esto no es lo que a otros que también se fueron les sucedió; que pasaron un
tiempo adentro que consideraron muy venturoso, como el caso de María del Carmen
Tapia, y respeto su experiencia y sentir. Pero, tal como explica Miguel Fisac
en "Nunca le oí hablar
bien de nadie", él afirma inequívocamente "desde el principio
quise salirme o morirme"; eso es lo que cabalmente describe cómo seguí yo
inmediatamente después de pedir la admisión como aspirante, desde esa noche que
pité, hasta que aclaré mi cabeza y definí que me iba, delante del que después
pasó a ser obispo de Ciudad del Este y más tarde fue expulsado de su obispado
por Francisco. Supe que no quería estar ahí, que eso no era lo que me iba a
hacer feliz, que me quería ir; cada día, cada hora pensaba, cuestionaba por qué
estaba ahí, esperaba que alguien, un director finalmente me dijera "esto
no es para vos, no hace falta que sigas siendo un numerario" (internamente
a eso se le dice "dudar sobre la propia vocación" y es algo que se
supone que con suficiente determinación y rezos se superará.)
Bueno,
hasta aquí esta colaboración; intentaré describir cómo fue que encontré mi
camino de salida en la próxima colaboración.
Rosarigasino