La paciencia del papa Francisco puede
tener un límite
Antonio Moya Somolinos,
12/98/2022
La opinión pública mundial ha reaccionado favorablemente al motu proprio
del Papa en el que pone al Opus Dei en su sitio. Por otra parte, este acto de
autoridad pontificia no es una excepción. Adjunto este enlace (El Vaticano mantiene vigilancia
sobre 15 fundadores y 80 institutos religiosos (religiondigital.org)
para que se vea que forma parte de un propósito del Papa de poner orden en un
conjunto bastante numeroso de entidades de naturaleza carismática surgidos en
el último siglo en los que ha cundido la extravagancia, muy alejada del
Evangelio, apoyada en un desviado modo de entender la inspiración del Espíritu
Santo, cuya deriva sectaria aboca directamente a los abusos de poder y de
conciencia.
La mayoría de esas 80 organizaciones carismáticas modernas que están en el
ojo del huracán, incluido el Opus Dei, tienen en común la confusión entre el
fuero interno y externo por parte de quien gobierna la institución, de lo que
se deriva un abuso de poder y de conciencia por parte de quien o quienes
ostentan cargos de gobierno, llevando esto más allá de los límites
estatutariamente establecidos al amparo generalizado de la visión de la
institución como “familia”.
Cuento una anécdota que la oí a un sacerdote de la diócesis de Córdoba.
Esto es un obispo diocesano que en un momento determinado le dice a un
sacerdote de su diócesis: “Don Fulano, me dice el Espíritu Santo que debe
cambiar usted de parroquia”. A lo que responde el cura: “¡qué casualidad, señor
obispo, porque a mí el Espíritu Santo me ha dicho que debo seguir en ella!”.
Con esto se ilustra lo que es un abuso de lo carismático.
Muy peligroso es llamar familia a lo que no lo es. Muy peligroso. Y si
además se mezcla al Espíritu Santo en ese mejunje, el resultado es, más que
explosivo, delictivo, lo cual es totalmente inaceptable, no ya en un Estado de
Derecho, sino, sobre todo, en la Iglesia, dado que la Iglesia – esta sí – es la
familia de Dios en la tierra, de modo que si hay un lugar en la tierra en donde
se han de respetar y amar los derechos y libertades de los demás (derechos
laborales, libertad de opinión, independencia económica, etc.) es en la
Iglesia.
Por otra parte, en el seno del Opus Dei los directores y las directoras
están empezando a difundir un sinfín de videos con apariencia de iniciativas
propias de los miembros de la institución en los que el factor común es el
mismo que el empleado por Pipe Navarro en su bochornoso artículo publicado en
Omnes el 25 de julio pasado: desvirtuar los documentos pontificios normativos
acerca del Opus Dei e intercalar mentiras que confundan a los miembros de la
institución para hacerles creer que NO
PASA NADA mientras desde la cúpula del Opus se continúa con la huida
hacia adelante y el propósito firme de desobedecer al Papa.
Puede ser que los miembros de esa guardería de adultos llamada Opus Dei no
capten la gravedad de la crisis institucional en que están metidos. Ocáriz y
los de arriba lo saben perfectamente desde hace bastantes años. De hecho, la
crisis institucional del Opus Dei empezó el 19 de marzo de 1983, con la entrega
a Álvaro del Portillo de la bula Ut Sit por el
cardenal vicario para la diócesis de Roma Rómulo Carboni,
consumando así que los laicos de la institución quedaran fuera de ella.
Tras muchos años de mentiras, e intentos de reconducir la cuestión por
parte de Benedicto XVI, llegó un Papa que con el Opus Dei lo único que ha
pretendido desde el principio es dotarle de una situación de normalidad, que
sean lo que son, y no otra cosa. Y no solo con ellos sino con el resto de
instituciones de naturaleza carismática, intentando por todos los medios
legales y paternales sacar de ellos lo mejor.
Con algunas de estas instituciones ha sido imposible y no ha habido más
remedio que suprimirlas al dejar de ser un bien para la Iglesia por no orientar
adecuadamente un carisma que, en principio, estaba para enriquecerla.
Con el Opus Dei está teniendo una paciencia de santo, pero la paciencia
puede llegar a tener un límite en la medida en que desde el Opus Dei se rompa
la unión con la Iglesia para preferir la autorreferencialidad.
El mismo motu proprio de 22 de julio pasado me recuerda el anuncio de 23 de
agosto de 1982 en el que Juan Pablo II hizo un “ensayo” previo para ver si podía
ser aceptablemente acogida una erección del Opus Dei en prelatura personal sin
que ello le costara caro, es decir, sin que los obispos plantaran cara de modo
relevante.
Me vuelvo a remitir a las memorias del cardenal Sebastián sobre este asunto
y lo que pasó tras ese 23 de agosto.
También ahora el Papa ha tenido la prudencia de no dar un palo fuerte al
Opus Dei y facilitarle una actitud colaborativa en el punto fundamental, que no
es el que han señalado los periodistas (que el prelado no sea obispo), sino en
ese otro punto que es la modificación de los estatutos.
Me imagino que, por delicadeza, el Papa no ha hecho público el plazo que
les ha dado para presentar una propuesta de nuevos estatutos, pero es seguro
que ese plazo existe y por pura lógica no debe ser muy largo, ya que se trata
de una crisis que ya no es oculta sino totalmente manifiesta y cada vez más
escandalosa, y por si fuera poco, causa directa de ese escándalo de cada vez
mayor difusión internacional que es el de las 42 ex numerarias auxiliares
explotadas humana y laboralmente durante decenas de años.
Cualquiera que tenga dos dedos de frente puede ver con claridad que una
crisis de este tamaño debe resolverse CUANTO ANTES. Cualquiera que sepa
gobernar sabe que, en una situación como esta, el manejo de los tiempos exige
una solución URGENTE de los dos conflictos a la vez.
De lo contrario, y en los tiempos globales de Internet, puede pasar algo
parecido a esto:
Primero: De artículos sueltos del estilo de Pipe o videos sueltos del
estilo de Jaime Fuentes o el Numerario de Barrio en los que se tergiversan los
documentos pontificios haciendo decir al Papa lo contrario de lo que dice, se
va a pasar a un hostigamiento abierto al Papa, difícil de controlar desde la
dirección del Opus, en el fondo porque lo aprueban.
Segundo: El siguiente paso puede ser que otros numerarios tomen postura por
su cuenta alineándose con el Papa, con lo que la división puede estar servida.
Esta división puede alcanzar a las comisiones, delegaciones y asesorías a
título individual o incluso colectivo.
Tercero: Podría empezar a suceder que desde determinados miembros empezara
a haber una contestación abierta a Ocáriz por ocultar tantas mentiras y por
tanto desgobierno durante tanto tiempo.
Cuarto: El siguiente paso podría ser una crisis en forma de guerra abierta
entre facciones que podría alcanzar al mismísimo Consejo General y a la
Asesoría Central. Una lucha declarada por el poder a navajazo limpio.
Quinto: Si en los últimos años no solo no pita nadie, sino que mueren una
media de unos 1000 a 1200 miembros anuales, con el nuevo escenario, se podría
pasar a un abandono masivo en desbandada de miembros, escandalizados de tanta
corrupción.
No sé qué plazo le habrá dado el Papa a Ocáriz para que presente una
propuesta de estatutos, pero ante una crisis declarada como esta en la que el
tiempo corre en contra, lo razonable es atajarla inmediatamente antes de que se
convierta en una sangría.
Ocáriz debería aparecer cuanto antes en un video DESAUTORIZANDO TOTALMENTE
toda interpretación ambigua del estilo de la de Pipe Navarro o Jaime Fuentes, y
manifestando una voluntad de OBEDECER SIN PALIATIVOS Y PRONTO al motu proprio
del Papa.
Por supuesto, la reforma estatutaria no puede ser una tomadura de pelo o un
lavado de cara. Debe serlo EN PROFUNDIDAD, obedeciendo al Código de Derecho
Canónico, eliminando totalmente el más mínimo control sobre el fuero interno,
manifestando claramente que los laicos NO FORMAN PARTE DE LA PRELATURA PERSONAL
y creando posiblemente para ellos otras instituciones totalmente independientes
que respondan al mismo carisma, haciendo que todos los cargos sean temporales y
no vitalicios, incluyendo al prelado, eliminando figuras de trata humana tales
como las numerarias auxiliares, y un largo etcétera que lleve a este engendro a
algo tan simple como es la NORMALIDAD y le haga salir del disparate místico en
que se encuentra desde la fundación.
Ocáriz: Ten en cuenta que si AHORA, EN 2022, el Papa os dice que tenéis que
adaptar los estatutos al Concilio Vaticano II, eso quiere decir que lleváis
haciendo de vuestra capa un sayo desde 1982, pues los estatutos que aprobó Juan
Pablo II en ese año, es decir, diecisiete años después de acabar el Concilio,
si es que hay que adaptarlos, es que no estaban adaptados aquel año. O sea, una
chapuza de Juan Pablo II, que debió haberos dado unos estatutos adaptados al
Concilio y no lo hizo. Una razón más para confirmar que lo que ahora hace el
Papa no es sino llevaros a la NORMALIDAD, como viene haciendo con todo aquel
que pretende gobernarse mediante la autarquía.
Mi párroco, que, a pesar de su juventud, es un hombre sabio, me decía no
hace mucho que en la Iglesia no es bueno poner excesivo afán en los carismas,
aunque entiende que es conveniente apoyarse en uno o varios carismas, por
cuanto pueden ser una ayuda a la vida espiritual.
Un amigo mío, catedrático emérito y miembro de la HOAC, me decía que todo
carisma es una especie de “especialización” y, que en
todos los ámbitos de la vida, siempre que se da una especialización, hay que
hacer cierta renuncia a la totalidad, y que en la Iglesia, lo peligroso es
poner demasiado el acento o el foco en un carisma, de modo que se pierda de
vista la universalidad de la Iglesia.
Otro amigo mío, numerario, me decía hace años que en el ámbito de la
arquitectura hay determinados arquitectos que toman su profesión como una
especie de religión, de modo que todo lo ven a través del canuto de la
arquitectura, de modo que esos arquitectos sostienen una especie de cruzada
arquitectónica que, en expresión de uno de ellos, es “una actitud
disparatadamente heroica” frente a la vulgaridad que no acierta a ver en los
edificios nada más que edificios, sin llegar a valorar en ellos la arquitectura
como una bella arte.
Por eso, hace ya años oí una frase que me pareció redonda en este sentido:
“Todo aquel que solo sabe de arquitectura, no sabe nada; tampoco de
arquitectura”. Es una frase redonda que dice de otro modo lo que el Papa viene
diciendo desde siempre en referencia a determinados grupos de la Iglesia, el
peligro de la autorreferencialidad.
Congrua congruis refrendo, podemos decir que
“todo aquel que solo habla de san Josemaría y del Opus Dei, no sabe nada de la
Iglesia; tampoco del Opus Dei”. Aplicaos el cuento, opusinos,
empezando por ti, Ocáriz.
Como he dicho más arriba, el efecto mediático del reciente motu proprio del
Papa sobre el Opus Dei ha tenido gran repercusión, pero más allá de
sensacionalismos, es una actuación más del Papa para poner un poco de orden en
toda esa fauna de gente exorbitantemente carismática que ha perdido el juicio
magnificando su propio carisma más allá de lo que un carisma es, hasta llegar
al delirio y a un mesianismo de opereta al estilo que siempre en el Opus Dei se
ha entendido la figura de su fundador, todo el día metido en arrobamientos
místicos, en locuciones divinas, en éxtasis y demás disparates.
Todos estos ultracarismáticos se olvidan de una
cosa: Desde que el Señor resucitó y ascendió a los cielos, vivimos en la
Iglesia el tiempo de la fe: “Bienaventurados los que creen sin haber visto”.
Para un cristiano, los únicos milagros en los que es “obligatorio” creer son
los del Evangelio, no más, pues son revelación PÚBLICA de la Iglesia, los cuales
son apoyo para la predicación del Señor, para que creamos en su condición
divina y en el Evangelio.
El resto de los milagros y milagritos de los 21 siglos siguientes, en caso
de que se hayan producido, no son revelación PÚBLICA de la Iglesia, sino como
mucho un don PRIVADO sobre el que los demás cristianos no tenemos por qué
prestar el asentimiento de la fe y que solo atañen a quien ha recibido esos
supuestos dones.
A los carismas y carismáticos de todo pelaje que pululan por la Iglesia, lo
más que se les debe prestar es atención en la medida en que ese supuesto
carisma, en caso de serlo (cuyo discernimiento corresponde a la estructura
jerárquica de la Iglesia, al Papa y a los obispos diocesanos), pueda ser útil
al resto del Pueblo de Dios.
Los arrobamientos místicos, las caras de enajenamiento mental, las locuelas
divinas y demás extravagancias, que se las metan por donde les quepa, pero que
se las queden ellos, que los demás cristianos no nos movemos a golpe de
milagritos, sino por la fe infundida por el mismo Dios, sin milagritos,
mediante la providencia ORDINARIA de Dios. Si acaso, el único milagrito
aceptable es el desengrasante “El Milagrito”, que lo venden a espuertas en
Leroy Merlin.
El revuelo que se ha montado con el motu proprio del Papa, entiendo que se
debe a que antes de Francisco, los Papas no le habían metido mano al Opus Dei
como ahora. Parecían intocables, en parte por el pastón que mueven a través de
todo tipo de sociedades interpuestas o mediante el dinero negro que supone que
todos los numerarios entregan los emolumentos de su trabajo cada mes al margen
de Hacienda, de lo que doy fe, porque es lo que yo he estado haciendo durante
los 42 años que estuve dentro de esa secta, al amparo de que, como el Opus Dei
era mi familia, lo lógico es que yo entregara todo mi sueldo del mismo modo que
mi padre se lo entregaba a mi madre a principio de mes.
El Opus Dei, a través de sociedades interpuestas o mediante el ingente
dinero negro que consigue (y también desde hace años a través de legados y herencias)
tiene un gran capital, sobre todo inmobiliario, lo cual supone una
manifestación de poderío que hace no deseable enfrentarse a él.
También es importante la influencia que tiene en la política, en la
judicatura y en otras áreas de poder.
Por eso llama la atención que el Papa haya tenido el coraje de meterles
mano de una vez.
Pero como digo, este acto del Papa no es diferente del que ha llevado a
cabo frente a otras instituciones que llevaban desde tiempo atrás un camino
errático en el desarrollo de sus carismas. Lo que pasa es que esas otras
instituciones eran poco numerosas o con poco poder económico o mediático o
dentro de la Iglesia. Por eso, meterle mano al Opus Dei ha sido visto como un
acto de valentía frente a quienes parecían – y ellos mismos se creían –
intocables.
Las consecuencias más profundas de este acto de coraje del Papa las veo yo
en el estamento clerical. Los curas y los obispos diocesanos suelen ser gente
buena, con una característica común: son muy prudentes. No se manifiestan fácilmente
en contra de algo. En parte por una buena razón: son y deben ser “pastores”,
que quieren y están al servicio de TODOS, por lo que manifestar una actitud
excluyente, ni es evangélico ni es prudente, sobre todo frente a una
institución que en tiempos del Papa polaco tuvo un gran poderío y un respaldo
sin ambages del propio pontífice.
La frase de aquel político español de la Transición que decía que “el que
se mueva, no sale en la foto”, la tienen muy bien aprendida los curas
diocesanos y los obispos.
Lo que no quita que todos ellos tengan su opinión personal acerca del Opus
Dei, la cual solo manifiestan en círculos MUY ÍNTIMOS Y DE UNA SINCERA AMISTAD
PERSONAL, que por supuesto implica el compromiso tácito o expreso del
interlocutor de no comentar a terceros esa opinión personal.
En los pocos casos – pocos, pero unos cuantos – en que esos curas
diocesanos, amigos míos, me han manifestado su opinión sobre el Opus Dei, debo
decir que NINGUNO se ha mostrado favorable a esta institución.
Frente a sacerdotes numerarios siempre adoptan una actitud educada,
diplomática, correcta. Pero la procesión va por dentro. Muchos de esos
sacerdotes diocesanos han tenido o tienen que enjugar muchas lágrimas de
miembros del Opus Dei de las dos secciones que han sufrido horrorosos abusos
espirituales y de poder con efectos colaterales en los cónyuges o en los hijos,
que estamos hartos de ver denunciar continuamente en OpusLibros.
Ahora que el Papa les ha metido mano, ahora que les ha puesto en su sitio,
no pocos obispos van a tomar las riendas de ser pastores en una faceta que,
hasta ahora, con el Opus Dei no se atrevían: que dejen de ser, de hecho, una
iglesia paralela dentro de la diócesis.
También muchos curas diocesanos se van a sacudir los miedos ahora que se
ven respaldados por el Papa y probablemente por sus obispos. Esa “prudencia”
contenida durante años va a aflorar ahora en toda la Iglesia, o al menos en
España, en donde se ubica el 45% del Opus Dei.
También se abre un nuevo Mediterráneo en el tema de la denuncia por los
abusos de poder o de conciencia. Cuando alguien en el Opus Dei sea víctima de
abusos de poder o de conciencia, el camino para corregir eso está claro:
Denuncia ante el vicario delegado o ante el vicario regional. Si este le da
largas o le toma el pelo, acudir al prelado directamente mediante carta
CERRADA, certificada y con acuse de recibo. Si este sigue tomando el pelo al
denunciante, lo que hay que hacer a partir de Praedicate
Evangelium y Ad Charisma Tuendum es poner una denuncia en regla contra el prelado
ante el prefecto del dicasterio para el Clero, vía nunciatura, por
encubrimiento de actuaciones de abuso de poder y de conciencia.
Esta denuncia la puede poner tanto alguien que no pertenece al Opus Dei
como quien pertenece. Y no es “falta de unidad” o que “los trapos sucios se
lavan en casa”, porque la casa no es el Opus Dei, es la Iglesia, siendo el
prelado la PENÚLTIMA INSTANCIA. La última es el prefecto del dicasterio para el
Clero. No olvidemos que, al menos de momento, el Opus Dei está “en la Iglesia”.
Atento, Ocáriz, que te van a llover denuncias, de dentro y de fuera.
Hemos hablado de las consecuencias que se abren a raíz del motu proprio Ad Charisma Tuendum, pero hay un
tema MUY INTERESANTE RELACIONADO ÍNTIMAMENTE CON ESTO. Me refiero a la denuncia
ante la Santa Sede – admitida a trámite – de las 42 ex numerarias auxiliares.
Pienso que la contemporaneidad de estos dos temas es providencial. Ya en 2008
hubo una denuncia colectiva por abusos de poder y de conciencia llevada a cabo
por unos cien ex numerarios/as, que no llegó a prosperar, aunque Benedicto XVI
le dio un toque importante a Echevarría que cristalizó en esa carta del prelado
de 4 de octubre de 2011, con la que bastantes – yo entonces era del Opus – nos
dimos cuenta de que algo empezaba a pasar.
Sin embargo, la denuncia de las 42 exnumerarias
auxiliares, pienso que ha llegado en un momento maduro y que va a tener respuesta
de la Santa Sede. En primer lugar, porque otras organizaciones que han llevado
a cabo modos de actuar iguales o parecidos, ya han recibido matarile, como se
ve en el enlace que he recogido al principio de estas líneas. Y sobre todo
porque el abuso de estas 42 mujeres es algo directamente conectado con el
problema institucional del Opus Dei.
En efecto, una institución que hace del carisma una justificación del
fanatismo espiritual, tarde o temprano termina por ser denunciada de
actuaciones concretas derivadas de ese fanatismo. Si no hubiera aparecido el
asunto de las 42 ex numerarias auxiliares, habría aparecido otro. Es más, han
aparecido otros que Ocáriz está encubriendo todavía actualmente, pero saldrán a
la luz. Esto es algo imparable que además cae en buena tierra, la buena
disposición del Papa de erradicar de una vez estas prácticas anticristianas de
la Iglesia Católica.
Atiende, Ocáriz: La solución de vuestro embrollo institucional está
indisolublemente unida a la solución del asunto de las ex numerarias
auxiliares.
Unas mujeres engañadas, aprovechándose de que procedían de un medio social
humilde, explotándolas hasta la extenuación, sin sueldo, sin seguridad social,
sin vacaciones, privándoles del contacto con su familia, controlándolas hasta
el paroxismo, amenazándolas con males espirituales si no hacían lo que desde el
Opus Dei les mandaban, etc. Todo eso, es claramente TRATA DE SERES HUMANOS de la peor estofa, injusticia de las
gordas, abuso de conciencia y de poder en nombre de Dios. Y todo ello CON SOPORTE INSTITUCIONAL, tanto legal
(los estatutos) como extralegal (regula interna pro administrationes).
El Opus Dei es, empleando una expresión de Juan Pablo II, una “estructura
de pecado”, pues uno de los pecados que el Catecismo de la Iglesia Católica
recoge, siguiendo una tradición de los catecismos católicos, bajo la
denominación de “pecados que claman al cielo”, apoyándose en expresión de la
Sagrada Escritura, es el de la “explotación laboral de no dar al trabajador el
sueldo o el trato que en justicia merece”.
Muchos golpes de pecho en las misas en latín en los centros, pero no os
vendría mal a los del Opus prestar un poco de atención a la Doctrina Social de
la Iglesia.
No habrá solución jurídica si no hay a la par solución al caso de las 42 ex
numerarias auxiliares. La figura de las numerarias auxiliares DEBE DESAPARECER
DE LOS ESTATUTOS, y por tratarse de una vulneración de la justicia, es obligado
reparar el daño indemnizando a las víctimas.
Aparte de ello, debe desaparecer de los estatutos toda relación de tipo
laboral, directa o interpuesta, del Opus con los miembros o con los
cooperadores orgánicos. Y por supuesto, nada de prestar dirección espiritual, o
como ellos la llaman, “medios de formación personales”, para referirse a la
“charla fraterna” o la “confesión” o la “corrección fraterna” y distinguirlas
de los “medios de formación colectivos”. Nada de controlar las conciencias de
nadie. El futuro Opus Dei, o es un Opus Dei en el que no exista el más mínimo
control sobre las conciencias, o no existirá.
En recientes tertulias en Barcelona (a las que han reclutado numerarios/as
de varios cientos de kilómetros a la redonda para “rellenar” asientos), Ocáriz
ha restado importancia a la reforma de los estatutos diciendo que serán unos
“retoques” y que solo afectarán a “la regulación de las relaciones con la Santa
Sede”.
Me pregunto ahora cómo es posible que la gente del Opus sea tan acrítica
ante tonterías de ese tipo, ya que, si la reforma afectara a las relaciones de
las prelaturas personales con la Santa Sede, en el último lugar donde habrían
de ser reguladas es en el Código de Derecho Particular de una prelatura
personal determinada.
Por pura lógica, las relaciones de las prelaturas personales con la Santa
Sede se regulan en normas más generales del estilo del Código de Derecho
Canónico o la constitución Praedicate Evangelium o incluso un motu proprio como Ad Charisma Tuendum. Pero no en un
reglamento particular como los Estatutos de una determinada prelatura personal,
los cuales han de regular aspectos más internos de modo que estén conformes con
otras normas de carácter superior.
Vuelvo a la idea de más arriba. El abuso sobre las 42 ex numerarias
auxiliares argentinas es consecuencia directa del “modo concreto de ser el Opus
Dei”, una estructura de pecado. Por tanto, hay que darle solución a DOS
PROBLEMAS: El problema institucional y el problema concreto de las 42 ex
numerarias auxiliares.
He apuntado aspectos que deben desaparecer de los futuros estatutos, pero
hay ALGO que debe presidir esa reforma radical de esos estatutos. San Josemaría
decía algo que en el Opus Dei se ha repetido hasta la saciedad: Que en el Opus
Dei hay TRES PASIONES DOMINANTES: “Dar doctrina, amar la unidad de la Obra y
dirigir almas”.
Estas tres cosas, aparentemente inocentes, están en la base del fanatismo
institucional del Opus Dei.
Por doctrina entienden “su” doctrina, sin el más mínimo respeto a “otras
doctrinas” que respetan la fe católica, que es de lo que se trataría si
defendieran un sano pluralismo.
La “unidad de la Obra” ya hemos visto que supone una fe ciega en los
directores, tanto en el fuero externo como en el interno, hasta el punto de que
entienden que “la voluntad de Dios viene a través de los directores”. Entienden
la unidad en una sola dirección, de abajo arriba, pero no viceversa,
permitiéndose desde la cabeza mentir impunemente a quienes están abajo
exigiendo de ellos unidad y obediencia, pero sin ofrecerles a cambio la
transparencia de la verdad.
Dirigir almas es una “pasión dominante” del Opus Dei al amparo de la cual
justifican una continua violencia en las conciencias y un ninguneo constante al
discernimiento personal y a la libertad interior y al lícito disentimiento.
Llevando al paroxismo estas tres “pasiones dominantes”, uno de los
resultados es lo que ha sucedido con las 42 ex numerarias auxiliares
argentinas. Pero no es el único caso, sino solo uno de los que ha dado la cara.
Otra cuestión de fondo que debería presidir una reforma radical de los
estatutos es la superación de la mentira de que el Opus Dei es familia. A mi
modo de ver, ese verse como “familia” y ese ver al prelado como “padre” es la
puerta de entrada para justificar todo fanatismo y para saltarse toda norma y
todo respeto a la dignidad de los demás.
Dice Ocáriz que el motu proprio Ad Charisma Tuendum ha llevado a que a partir de ahora el prelado sea
más padre que guía. Mentira de las gordas.
No, Ocáriz, no te engañes. Con el motu proprio Ad Charisma
Tuendum el Papa no os pide que seáis más familia y
que tú seas más padre que guía. No. Te está pidiendo que sigas siendo GUÍA,
pero que guíes como lo que eres, como lo que sois, una entidad de carácter
carismático, no jerárquico.
Los que afortunadamente hemos dejado de ser del Opus ya sabemos que eso de
“ser familia” es un término ambiguo que utilizáis como os viene bien para
justificar vuestros abusos al amparo del mismo.
No te engañes ni engañes a los tuyos. Una reforma de estatutos es una NORMA
JURÍDICA cuyos términos han de ser precisos y no metafóricos. Una familia es
una familia, un prelado es un prelado, un padre es un padre y una prelatura
personal es una prelatura personal. Y lo que el Papa os ha ORDENADO – no
“pedido” – es una reforma de estatutos.
Efectivamente el Numerario de Barrio, ese chico argentino tan sonriente,
dice que como el Opus Dei es su familia, aunque no se le obligue a hacerlo,
seguirá entregando su sueldo todos los meses al Opus.
Claro, el problema para ese chico es que no sabe todavía que el Opus Dei no
es su familia y actúa de modo coherente, pero apoyándose en una falsedad. Una
falsedad promovida por el propio Ocáriz en su mensaje posterior al motu
proprio, porque le viene bien que los numerarios sigan entregando sus sueldos
todos los meses en dinero negro a la institución.
A Ocáriz le viene bien ahora acogerse a argumentos sentimentales tales como
que él es el padre y los demás son familia, porque ese es el subterfugio para
seguir actuando al margen de lo legalmente establecido en la Iglesia para las
prelaturas personales, y más en el tiempo que se avecina, en el que
estatutariamente va a quedar PATENTE A TODOS que los laicos no pertenecen a la
prelatura y que todas las disposiciones relativas al modo de organizar la vida
de los laicos del Opus Dei VAN A DESAPARECER DE LOS ESTATUTOS, pues estos solo
pueden regular cómo se ha de llevar a cabo la cooperación orgánica de estos con
ese ente clerical llamado Prelatura Personal de la Santa Cruz y Opus Dei.
Me parece que cuando el Señor advirtió que a nadie llamemos padre porque
uno solo es nuestro Padre, Dios, hizo una advertencia especialmente buena.
A san Josemaría le llaman “nuestro Padre”
en el Opus Dei, a Marcial Maciel le llamaban “nuestro Padre” los legionarios de
Cristo, al fundador de Schönstatt, lo mismo. A Stalin
le llamaban también “nuestro padre Stalin”. El abuso del término “padre” es muy
peligroso y puede ser la coartada para que ese supuesto “padre” haga cosas que
un buen padre jamás haría.
Aparte de que creo que nadie debe hacerse
llamar “padre” por respeto al verdadero padre de esas personas.
Me pongo como ejemplo. Como todo el mundo
sabe, me casé hace 6 años cuando tenía 60 años. Mi mujer tiene diez años más
que yo. Evidentemente no hemos tenido hijos, pero ella era viuda al casarse
conmigo y tenía hijos y nietos.
Por respeto al primer marido de mi mujer y
a sus hijos, jamás se me ha ocurrido autodenominarme padre de ellos, lo que no
quita que en una conversación informal en la que no procede intercalar
explicaciones, tanto ellos se refieran a mi como su padre o yo me refiera a
ellos como mis hijos. Pero a la más mínima explicación que haya que dar ante
terceros, yo siempre digo que soy su padrastro o que ellos son mis hijastros, y
ellos dicen lo mismo, porque esa es la verdad, que ni a ellos ni a mí nos
duele, porque es la verdad.
Desde san Josemaría acá, en el Opus Dei
siempre han tenido miedo a dos cosas, a la verdad y a la libertad.
Al amparo de que “el Opus Dei es una
familia de vínculo sobrenatural” se han cometido montones de tropelías, y
parece que Ocáriz, con su comentario al motu proprio, quiere seguir
cometiéndolas o al menos tener amparo en ese término para cometerlas.
No, Ocáriz, deja de autodenominarte “padre”.
Tú no eres padre de nadie, eres el prelado de la prelatura personal de la Santa
Cruz y Opus Dei, protonotario apostólico supernumerario con derecho a
tratamiento de reverendo monseñor. Y punto. Tú no eres padre de nadie, sino
guía de la prelatura mencionada bajo la autoridad del prefecto del dicasterio
para el Clero. Y esa prelatura es una entidad asociativa de naturaleza
carismática, no jerárquica, cuyo modo de ser gobernada es de acuerdo a tal
naturaleza.
Eso es lo que tú eres y lo que la Iglesia
espera de ti. Tú no eres padre de nadie.
“Dios mío, líbrame de las aguas mansas,
que de las bravas ya me libro yo”.
Ni el Opus Dei es una familia, ni el
prelado es padre de nadie mientras no se demuestre lo contrario mediante la
prueba de paternidad, ni las numerarias auxiliares son “la Virgen, nuestras
madres, nuestras hermanas”.
Una cosa es que en una institución haya
buen ambiente hasta el punto de calificarlo de ambiente familiar o de buena
amistad, y otra cosa es confundir la institución familiar con otras cosas.
Como decía al principio, lo de las 42
numerarias auxiliares creo que va a tener buen final judicial. Voy a contar
algo que se ha ocultado a toda la gente del Opus Dei y que ha causado gran
cabreo entre bastantes numerarias.
Inciso. En el momento actual no viene mal
escrutar un poco los signos de los tiempos, de modo que, precisamente en una
institución netamente machista como es el Opus Dei, en donde la mujer no tiene
voto en el Congreso General o donde se practica la discriminación de género con
las mujeres en la institución de las numerarias auxiliares, no es extraño que
la descomposición del Opus Dei venga precisamente desde la mujer. Fin del
inciso.
Están proliferando mucho los videos
testimoniales de mujeres ex numerarias y ex agregadas en solidaridad con las 42
ex numerarias auxiliares. Pero habría que preguntarse cómo ven esto las
numerarias, las numerarias auxiliares y las agregadas que todavía quedan dentro
del Opus.
Mutatis mutandis, podemos decir que está
pasando algo parecido a lo que más arriba he comentado acerca de los obispos y
los curas respecto al motu proprio del Papa. Hay todavía cierto desconocimiento
del caso de las 42 ex numerarias auxiliares, pero cada vez se va conociendo
más. Y el apoyo real de las numerarias a las 42 ex numerarias auxiliares va
creciendo dentro del Opus.
Es evidente que no van a aparecer ahora
públicamente por doquier numerarias apoyando a las 42, pero haberlas, haylas, y cada vez más. La procesión va por dentro, pero
eso es una bomba que cada vez está más próxima a estallar por algún lado.
Quiero decir, que hay cabreo contenido y vergüenza respecto de la propia
institución, aunque en el seno de los centros no se manifieste abiertamente.
Quizá una de las razones por las que en
los centros de mayores de las dos secciones hay cada vez menos comunicación
entre quienes viven en ellos, es porque cada vez hay más cuestiones
institucionales sobre las que avergonzarse, y la postura más políticamente
correcta sea la de no hablar o hablar lo menos posible de todo.
Como todos en OpusLibros
sabemos, cuando a finales del año pasado apareció en Romana un
estudio de varias decenas de páginas, firmado por tres numerarias, dos
de ellas de la Asesoría Central, fundamentando la condición de las numerarias
auxiliares en el Opus Dei, todos nos dimos cuenta de que era la reacción
institucional ante algo tan grave como que meses atrás, el 7 de setiembre,
fuese admitida a trámite la denuncia de las 42 ex numerarias auxiliares ante la
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Y todos nos dimos cuenta de que
la aparición de tal artículo en el boletín oficial de la prelatura, en Romana,
suponía un destinatario clarísimo: La Santa Sede.
¿Cómo vieron esto en el Opus Dei, es
decir, en la guardería de adultos del Opus Dei?
Probablemente nadie o casi nadie lo
leería, habida cuenta la mediocridad intelectual reinante entre “la
aristocracia de la inteligencia”, es decir, entre los numerarios/as. Por
supuesto, los supernumerarios/as ni se enteraron de que apareció tal artículo.
Es más, hay muchos supernumerarios que ni siquiera saben qué es eso de
“Romana”.
El destinatario era la Santa Sede.
Pero ¿cómo se gestó este artículo?
Se gestó de la siguiente manera. Isabelita
Sánchez León, la Secretaria Central, envió a varias
delegaciones una nota urgente para que se pusieran manos a la obra para
escribir lo antes posible reflexiones que fundamenten teológicamente la
condición de las numerarias auxiliares.
Ni que decir tiene que durante varias
semanas hubo un montón de numerarias en las delegaciones que fueron a uña de
caballo para dar cumplimiento a esos deseos inesperados de Isabelita, esa mujer
tan poderosa y tan feminista del Opus Dei.
Una vez que fueron enviadas a Roma esas
reflexiones y convenientemente reelaboradas fueron firmadas por las tres
firmantes, que no autoras, hubo quien desde las delegaciones preguntó el motivo
de tales reflexiones, a lo que recibieron por respuesta, desde Roma, que habían
visto la necesidad de elaborar un estudio más a fondo sobre la condición de las
numerarias auxiliares porque habían detectado que, en general, los sacerdotes
numerarios no tienen una idea clara de lo que es una numeraria auxiliar, y que
tal estudio tenía por destinatarios a los sacerdotes numerarios, para
facilitarles que profundicen sobre la condición de las numerarias auxiliares a
través del estudio personal y la oración.
Ni que decir tiene que, poco tiempo
después, al ir conociendo en las delegaciones el problema de las 42 ex
numerarias auxiliares y la denuncia presentada, entendieron todo y se dieron
cuenta de que Isabelita, esa chica de la Secretaría Central, a la que “se le
pone cara de directora” (que es lo peor que le puede pasar en el mundo a una
numeraria), les había utilizado y tomado el pelo al no decirles la verdad de la
petición de esas reflexiones y a la vez ocultarles lo que más tarde terminaron
sabiendo.
El tomar a los de abajo como tontos es lo
propio de una secta. Sin embargo, en las sectas llega un momento en el que el
charlatán/charlatana de arriba termina con el culo al aire.
Lo que acabo de contar nos lleva a pensar
un poco acerca de cuándo empezó la mediocridad rampante que hoy vemos en los
cuadros directivos del Opus Dei.
Alguien se preguntará por qué en un
momento determinado empezaron a aparecer en OpusLibros
todo tipo de publicaciones internas y de un tiempo a esta parte no aparecen.
Muy sencillo.
Cuando yo me hice del Opus Dei hace casi
50 años, los directores eran gente prestigiosa, que compatibilizaban su trabajo
profesional con los cargos de dirección y además eran brillantes en su trabajo.
Esa generación de gente inteligente hubo
un momento en que, como no podía ser menos, se empezó a dar cuenta de las
incongruencias del Opus Dei, de los abusos, de su falta de libertad y de
sentido eclesial, etc. Muchos de ellos se fueron. Basta pensar en Carmen Tapia,
Raimundo Panikar, Rafa Gómez Pérez o en Antonio Pérez
Tenesse, que habían ocupado los lugares más altos en
la institución. Y otros muchos más como ellos.
A la gente inteligente no es fácil
tratarla como gilipollas.
Ante la injusticia de una institución que
llega a ser secta, el mejor servicio a la verdad – y en este caso a la Iglesia
– era sacar a la luz los documentos que, sin ser normativos, se utilizaban
sectariamente como tales. Por eso hubo unos años en los que se filtraron
abundantes documentos internos que sustentaban el comportamiento sectario del
Opus Dei.
Era evidente que el “enemigo” estaba
dentro y arriba.
La “solución” fue la misma que se suele
aplicar en cualquier república bananera en donde lo importante es que quien
esté bajo quien manda sea un mediocre que no piense, sino que obedezca
ciegamente, bien por fanatismo, bien por encefalograma plano o por encontrar
ahí un acomodo “placentero” en el que ir tirando sin muchas aspiraciones, pero
sin complicaciones.
En mis últimos lustros en el Opus Dei me
fui dando cuenta de que para ser director el único requisito necesario era el
de ser un mediocre o un fanático o un acomodado solterón.
Por eso ahora no hay tantas filtraciones
como antes. Aunque sigue habiéndolas, pues en el Opus Dei cada vez hay más
numerarios/as que están sin estar, porque ya es tarde para irse o por la razón
que sea. Quiero pensar que no faltan numerarios/as que permanecen ahí porque
todavía albergan una esperanza en que esta corrupción generalizada en la cabeza
llegue un momento en el que cese.
A Ocáriz le toca ahora descubrir quiénes
son esos numerarios/as, para nombrarlos inmediatamente congresistas y ponerlos
en ese congreso general especial que elaborará el borrador de los nuevos
estatutos que han de presentar a la Santa Sede lo antes posible y que supone la
última oportunidad antes de un nuevo golpe de mano en el que el borrador de
estatutos se haga directamente desde la Santa Sede.
Mientras tanto, puede ser aceptable que el
protonotario apostólico supernumerario Ocáriz siga por ahí diciendo tonterías
acerca de los “retoques” de los estatutos. Puede ser aceptable en la medida en
que esto es una voladura controlada que poco a poco debe ser “recibida” por las
bases: Hace solo un año hubiera resultado poco menos que sacrílego que en el
Opus Dei se hablara de reformar los estatutos, “santos, perpetuos e
inviolables” o que el prelado reconociera que no es necesario que este sea
obispo o que el Opus Dei pertenezca a las instituciones de naturaleza
carismática de la Iglesia.
Hoy día todas estas cosas son aceptadas,
aunque a regañadientes, en el seno del Opus Dei. Más a regañadientes en la
vieja guardia, pero en general, aceptadas, dado que la vieja guardia poco a
poco va siendo aparcada o simplemente se van muriendo o quedando gagá.
Pero Ocáriz es consciente de que esta
voladura debe ser controlada. Quizá por eso, de la noche a la mañana ha
reconocido la condición de no-obispo para el prelado y que hay que reformar los
estatutos. Pero de la noche a la mañana quizá es mucho pedir que reconozca
abiertamente que la reforma ha de ser total. Hay que ir poco a poco
mentalizando a la parroquia para que no se larguen. No se
por qué, pero presiento que el propio Papa aprueba tácitamente este modo de
actuar en la medida en que se vayan dando pasos en la dirección marcada, de
modo que las bases vayan conociendo poco a poco la magnitud de la reforma según
vayan siendo capaces de asimilarla.
Pero no menos cierto es que el propio Opus
Dei y sus jefes al frente son los responsables de este embrollo, y a ellos
corresponde darle una solución.
Quizá Ocáriz sabe que el final
institucional de este camino es una asociación clerical sin laicos, sin
centros, sin regulación para ellos de ningún tipo. El problema para él es cómo
llegar a ese final desde la situación actual.
Quizá aquí encaje ese progresivo ir
cerrando y fusionando centros por todas partes, ese “descontrol” que se respira
en los centros de mayores, ese animar a los numerarios a que se busquen planes
de pensiones por su cuenta, a que dejen de vivir en los centros (sobre todo si
no entregan el sueldo a fin de mes o no han testado a favor de alguna sociedad
interpuesta del Opus Dei), etc.
Pongo unos ejemplos de descontrol.
Primero: Actualmente hay bastantes
numerarios/as que de pronto, se “pierden” durante un fin de semana o varios
días sin que nadie sepa dónde andan y sin que nadie se preocupe de ellos en su
centro. ¿Qué hacen en esos días? Nadie lo sabe, y mejor que sea así, aunque sea
un indicativo de que están tocando fondo después de un camino errático durante
tantos años en sentido contrario.
Me llegó noticia de que dos numerarias de
determinada ciudad que no diré, desaparecen de vez en cuando de su centro para
practicar la prostitución en una conocida población de la Costa del Sol
malagueña, superpoblada, donde todos los gatos son pardos.
Esto puede parecer inverosímil, pero otra
numeraria me contó hace tiempo que habiéndole dicho a la directora de su centro
que echaba en falta tener una vida sexual como sus amigas, y que ello le
planteaba la cuestión de que para ello tendría que dejar de ser numeraria. La
directora le dijo que lo fundamental era que siguiera perteneciendo formalmente
al Opus Dei, aunque echara una cana al aire de vez en cuando.
Segundo: En los centros de gente mayor ya
casi no se ve cine en las tertulias. Cada cual se lo monta por su cuenta en su
habitación con su ordenador.
Tercero: Hay un sacerdote amigo mío de una
diócesis española que no diré, que se salió de la prelatura hace un par de años
y se incardinó en esa diócesis. Previamente a su salida, los del Opus le
estaban haciendo la vida imposible y sometiéndole a un ostracismo total,
impidiéndole toda actividad sacerdotal con gente del Opus Dei. En ese tiempo de
ostracismo, a este sacerdote, quizá para hacer un discernimiento profundo
acerca de cómo enfocar su vida, se le ocurrió hacer los ejercicios espirituales
de San Ignacio con los jesuitas, los cuales duran un mes y son en completo
silencio. Se fue sin decir nada en su centro. Al cabo del mes volvió y nadie le
dijo nada. No le habían echado de menos.
Estas cosas indican que el Opus Dei se
está descomponiendo, y que, como mucho, salvarán los muebles, esto es, los dos
mil curas escasos y envejecidos de la prelatura, que al fin y al cabo es por lo
que optó en 1982 Álvaro del Portillo, al dejar fuera a los laicos.
Los laicos, regulados como ahora aparecen
en los estatutos de la prelatura, solo encajarían en un instituto secular. Un
laico des-regulado, es decir, un laico NORMAL Y CORRIENTE, no cabe ni en un
instituto secular ni en una prelatura personal. Un laico normal y corriente
solo cabe en una diócesis. Dentro de esa diócesis, por supuesto, caben las
asociaciones de fieles, públicas o privadas, pero eso son otra cosa.
En el futuro Opus Dei, sin laicos, no
habrá problemas del estilo de las 42 ex numerarias auxiliares, sencillamente
porque no habrá ni laicos ni numerarias auxiliares. Pero mientras llega esa
forma jurídica, HAY QUE RESPONDER DE LAS TROPELÍAS COMETIDAS.
Mi opinión es que deberían de hacer lo que
hizo Zaqueo: Indemnizar el cuádruplo de lo que piden. Y pedir perdón
públicamente a tiempo.
Si para ello han de vender patrimonio
inmobiliario, lo mejor es venderlo. Mejor es dedicar el dinero de esas ventas a
acumular riquezas con avaricia mientras se van dejando en la cuneta, no solo a
estas 42 mujeres con coraje, sino a tantos heridos que calladamente han
soportado la ignominia de una supuesta culpabilidad que nunca tuvieron a costa
del prestigio que da ser una organización de la Iglesia Católica, y por tanto, con presunción de santidad, de veracidad, de
servicio al Evangelio de Jesucristo.
Eso de adornarse con joyas ajenas no está
muy allá que digamos. Y tampoco vivir de las rentas, porque llega un momento en
que las rentas se acaban.
No le vendría mal al protonotario
apostólico supernumerario Ocáriz repasar un poco la historia de la Iglesia y
ver que las instituciones carismáticas de esta que se fueron a tomar por saco
tenían un serio problema de amor a las riquezas. No se daban cuenta de que el
tesoro de la Iglesia son los pobres.
John L. Allen en su libro sobre el Opus
Dei hacía un cálculo del valor del patrimonio del Opus Dei. Es de hace años.
Ahora ha aumentado considerablemente. Junto a eso, son incapaces de reconocer
abusos e indemnizar a una serie de víctimas.
Avaricia, pura avaricia.
¿A dónde iréis con vuestros inmuebles, con
vuestras herencias, con vuestros dineros negros?
Antonio Moya Somolinos
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