SE LES VE EL PLUMERO
Antonio Moya Somolinos
El pasado 10 de setiembre Carmen
Charo publicó en estas páginas un artículo muy interesante que me da la
sensación que no se le ha prestado la atención que merece y sobre el que
querría comentar algo.
Por sintetizar un poco lo que pasa, un sacerdote numerario del Opus Dei, de
Costa de Marfil, de 41 años, escribió una carta abierta al Papa hace un año, el
21 de noviembre de 2020, pidiéndole que corrigiera su postura o dimitiera. El
motivo es que ese sacerdote piensa que el Papa cometió un grave error el año
pasado, con las manifestaciones que hizo favorables a las uniones civiles de
homosexuales y que aparecieron en un documental el 21 de octubre de 2020 en un
medio público…
Carmen Charo remite al artículo completo de Infovaticana
en el que aparece una entrevista a este sacerdote. A ello me remito para no
reiterarme aquí. Al final de dicha entrevista hay un foro muy interesante de gente
que opina y opina.
Lo que ha sucedido es que, desde la Prelatura, o sea, en último término, el
prelado Ocáriz, se ha suspendido a divinis a
este sacerdote y se le ha largado del centro, de modo que ahora, como él mismo
dice, vive con su familia (pero sigue siendo sacerdote de la prelatura), como
consecuencia-represalia de esa carta que escribió al Papa en noviembre del año
pasado.
Ahora, un año después, este sacerdote, con un pseudónimo que curiosamente
hace público, parece que va a publicar un libro en el que va a explicar con más
profundidad su postura expuesta en la carta del año pasado.
La síntesis de la discrepancia de este sacerdote con el Papa parece
arrancar de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, de 2016, en donde este sacerdote vio el inicio de
una supuesta desviación doctrinal del Papa al aceptar la moral de situación
frente a la moral tradicional.
Hago un inciso: En los 42 años que he estado en el Opus Dei (hasta 2016),
la postura del sacerdote del que hablo ha sido siempre la postura de TODOS los
sacerdotes de la prelatura que han dado clases de moral a las que yo he
asistido y esa ha sido siempre la postura de TODOS los escritos de gobierno y
de carácter doctrinal que se han manejado en el Opus Dei. La postura de este
sacerdote es exactamente la misma postura que siempre se ha sostenido en el
Opus Dei en todos los medios de formación, escritos internos y clases de moral.
Fin del inciso.
El argumento de este sacerdote (y de todo el Opus Dei y de todos quienes
piensan así) entiendo que es muy débil, pues como argumento de autoridad
esgrime la autoridad de Papas anteriores, cuando resulta que este Papa tiene,
por ser Papa, exactamente la misma autoridad que todos ellos. ¿cuál de ellos tiene razón?
Vamos a suponer que Amoris Laetitia
dice lo contrario que Humanae Vitae o que Veritatis Splendor. Vamos a
suponerlo ¿Quién se ha equivocado, Francisco, Pablo VI o Juan Pablo II? Porque
los tres son o han sido Papas.
¿Es infalible Humanae Vitae? No
¿Es infalible Amoris Laetitia?
No
¿Es infalible Veritatis Splendor?
No
(quien no vea muy claras estas tres negaciones,
quizá debería estudiar un poco la Teología Fundmental,
pero no la de Royo Marín, sino la de Francisco, que está publicada)
Por tanto, la postura de este sacerdote de apoyarse en la autoridad de
otros papas frente al actual, es un argumento muy débil.
Dicen que la diferencia que existe entre un liturgista y un terrorista es
que, con el terrorista por lo menos puedes negociar.
Algo parecido pasa con los moralistas, o al menos con los del Opus y con
todos los tradicionalistas, que están todos cortados por el mismo patrón, el de
la intolerancia, el inmovilismo y la falta de apertura de mente. Y el de creer
que sus opiniones son poco menos que dogmas o lo que ellos llaman “doctrina
segura” (les importa mucho más la seguridad que la verdad).
Solo citaré una frase que puede ayudar a plantear esta cuestión. Es del
padre Arrupe, actualmente en proceso de
beatificación. Dice así: No se puede pretender resolver los problemas actuales
con soluciones antiguas. Algo parecido decía Jesucristo al hablar de los odres
viejos y los odres nuevos.
Yo estoy de acuerdo, y creo que todo aquel que simplemente abra los ojos al
mundo que le rodea, se dará cuenta de que el mundo ha cambiado mucho, y dentro
de esos cambios, hoy día tenemos una comprensión del hombre más completa o más
profunda que la que se tenía hace unas década o
incluso hace pocos años.
Como la moral tiene como punto de partida el conocimiento del hombre, que
es el sujeto del comportamiento moral, en la medida en que conozcamos mejor qué
es el hombre estaremos en mejores condiciones de entender, a la luz de la fe,
cual debe ser su comportamiento moral.
La fe no cambia. El hombre tampoco. Lo que cambia es la percepción acerca
del hombre, que no olvidemos que es un misterio (tampoco olvidemos que Cristo
ayuda al hombre a entender el misterio del hombre al propio hombre). Luego la
moral, cambia con los tiempos. Basta ver un tratado de moral de hace dos siglos
(o de menos tiempo, como el Lanza-Palazzini, por
ejemplo) para darse cuenta de que al hombre de hoy no se le pueden poner cargas
que quizá en otro tiempo eran normales porque se tenía otra concepción del
hombre. No podemos repetir la penosa experiencia de los fariseos en tiempos de
Cristo.
Eso que decía san Josemaría y que siguen diciendo
en el Opus (concretamente en un libro-entrevista a Ocáriz
de hace dos años), acerca de que la doctrina cristiana no cambia y es la de
siempre, es mentira. Lo que no cambia es el depósito de la fe, confiado a la
Iglesia. Pero la doctrina, sí. Es más, hay UNA SOLA FE, pero no una sola
doctrina cristiana, sino varias o muchas, porque hay muchas maneras de explicar
la fe y de inculturizar la fe.
Etimológicamente la “doctrina” es la ciencia de los doctos, de los
doctores. Y los doctores son los que tienen más conocimientos que otros sobre
un tema o ciencia, pero lo que digan los doctores no es propiamente la fe, sino
la explicación que ellos dan de la fe.
Pongo un ejemplo: Dios es uno y es trino. Esto es de fe. Pero el modo de
explicarlo ya no es de fe; es doctrina, la cual no es inamovible, pues puede
ser más apropiada en una situación de lugar, cultura y tiempo determinados que
en otra.
Otro ejemplo: Cristo está presente realmente en la Eucaristía. Esto es de
fe. Ahora bien, la “transustanciación” es un rollete
que se inventaron en el concilio de Trento para explicar el MODO sobre CÓMO
está Cristo presente en la Eucaristía. Esta palabra, tan repetida por san Josemaría, nunca puede entenderse como de fe, porque lleva
dentro un concepto, el de “sustancia”, que no pasa de ser un concepto humano,
inventado por el hombre, y por tanto, mutable, inserto en una cultura,
también cambiante, y sobre el que no se le puede obligar a nadie a creer.
Aplicar la doctrina filosófica de la sustancia y los accidentes a la
Eucaristía puede ser una explicación más o menos ingeniosa y afortunada. Y
puede ilustrar la fe de determinadas personas y ambientes culturales. Pero eso
no es de fe.
Aquellas peleas teológicas entre Lutero y los tridentinos acerca de si la
presencia de Cristo en la Eucaristía es “transustanciación” o “transignificación” es una solemne gilipollez, porque ni
unos ni otros SABEN cómo se produce la presencia real de Cristo en la
Eucaristía, y porque la fe no nos interpela a creer el CÓMO, sino el QUÉ.
Quienes hemos leído la biografía de Santo Tomás de Aquino sabemos que este,
muy cerca del final de su vida, quiso quemar todo lo que escribió. Sus
biógrafos han achacado ese gesto a que tuvo una visión del Cielo, en
comparación de la cual se dio cuenta del poco valor de sus especulaciones
teológicas.
Quienes no creemos en los milagros, salvo en los del Evangelio, sabemos que
lejos de esas explicaciones mitológicas o milagreras, lo que ocurrió realmente
es que Santo Tomás, que era inteligente, se dio cuenta de que, ante los
misterios de la fe, lo adecuado, en vez de tanta verborrea y teorías teológicas
que corren el peligro de ser dogmatizadas, es CALLARSE, guardar un silencio
reverencial ante Dios, reconocer que ni sabemos ni podemos explicar las
verdades de fe tales como la unidad y trinidad de Dios o la Eucaristía. Que lo
mejor es CALLAR.
Y ADORAR.
Esto no es agnosticismo. Es simplemente humildad.
Y si esto es lo apropiado a la dogmática, no digamos respecto de la moral,
en donde además de cambiar el conocimiento del hombre, cambia el mismo mundo en
que vivimos, aparecen nuevos problemas, nuevas situaciones, etc. Y sobre todo,
interviene la conciencia, que es un santuario al que NADIE puede entrar, salvo
Dios.
De acuerdo que hay un mínimo moral que es objetivo, pero no se puede
demonizar dogmáticamente la moral de situación a priori sin saber qué es eso,
como no se puede demonizar la teología de la liberación sin leer (cosa que,
salvo yo, no conozco a nadie en el Opus Dei con quien yo me haya relacionado,
que los haya leído) los dos documentos que sacó el cardenal Ratzinger siendo
prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el tema (Libertatis Nuntius y Libertatis Conscientia), ni
sostener como un papagayo que el análisis marxista de la realidad contradice la
fe, porque lo que contradice la fe no es un simple análisis, sino una postura
determinada, y porque aunque el marxismo tenga puntos que contradicen la
fe, el análisis marxista, en sí mismo, no es ni bueno ni malo, sino que podrá
ser una HERRAMIENTA más
o menos útil o menos útil, pero un análisis no es en sí mismo una toma de
postura concreta, sino una mera herramienta que depende del uso que se haga de
ella, la calificación moral de ese uso.
Todo esto viene a cuento de que el Opus siempre ha sostenido y sostiene una
postura inmovilista y tradicionalista en donde se dogmatizan determinadas cosas
que ni la Iglesia ha obligado nunca a creer. Mal servicio a la Iglesia es
apropiarse de determinadas teorías opinables para hacerlas pasar por la fe
cristiana y católica. Esa es la postura de este sacerdote, el cual, tanto como
el Opus TIENEN DERECHO A DEFENDER ESA O LA POSTURA TEOLÓGICA QUE QUIERAN,
porque en la Iglesia hay libertad para opinar. Libertad que yo respeto
profundamente aunque no comparta esa postura.
Ahora bien, lo que me parece mal es que ellos no respeten otras opiniones
distintas de la suya o pretendan erigirse en portadores únicos y legítimos de
la palabra divina o que confundan lo que es de fe con lo que es simplemente su
opinión.
Me parece bien que este sacerdote del Opus le dirija esa carta al Papa
pidiéndole que dimita. Me parece bien su libertad de expresión y creo que está
en su derecho a decirlo si es eso lo que piensa, pues por el contexto entiendo
que lo ha hecho sin faltar al respeto al Papa.
Y me da la sensación de que el Papa tiene la misma postura que yo: Que cada
cual en la Iglesia opine lo que le venga en gana siempre que respete a los
demás. Prueba de ello es que el Papa no parece haberle contestado a este
sacerdote del Opus.
Por otra parte, las opiniones de este sacerdote, son respetables, como
todas. A nadie se le puede condenar a nada por opinar. La diferencia de los
pontificados de Benedicto XVI y de Francisco respecto de los anteriores
pontificados es que en estos dos últimos NADIE HA SIDO CONDENADO A NADA POR
OPINAR.
Esto no se puede decir, por ejemplo, de Juan Pablo II, en cuyo pontificado,
gente como Marciano Vidal, Leonard Boff, José Antonio
Pagola, etc. tuvieron que soportar auténticos
calvarios, simplemente por opinar.
Recuerdo que una de las críticas de san Josemaría
a Juan XXIII y al Concilio Vaticano II, al que calificaba de “descafeinado” y
despreciativamente de “pastoral” (en oposición a lo que él consideraba de mayor
fuste, los concilios “dogmáticos”) es que en el Concilio Vaticano II no se
había hecho uso del anatema, añadiendo que los problemas de la Iglesia no se
solucionarían en tanto no volviera el anatema a la Iglesia. Esto lo he oído yo
muchísimas veces, y en concreto a José Luis Illanes,
el teólogo estrella del Opus. Tengo apuntes de cuando estaba en el centro de
estudios, en Santillana (1975-77), en los que se desarrollaba esta idea y por
este teólogo.
Vemos que en el meollo de todo esto hay una cuestión de fondo que no es
otra que el talante intolerante, tanto en el Opus como en los demás grupos de
corte tradicionalista que hay en la Iglesia, en una Iglesia en la que ellos pueden
opinar y actuar con una libertad que no concederían si en la Iglesia gobernaran
los que tienen sus posturas, como de hecho pasó cuando Juan Pablo II puso de
nuncio en España a Mario Tagliaferri, auténtico
“martillo de herejes”, pero nulo en caridad, como todavía recuerdan hoy no
pocos sacerdotes españoles ya mayores .
Llegados aquí, me parece de interés el punto 296 de Amoris
Laetitia y el 121 de Laudato
Sí. Los voy a reproducir a continuación. El punto 296 de Amoris
Laetitia dice así:
“El Sínodo se ha referido a distintas
situaciones de fragilidad o imperfección. Al respecto, quiero recordar aquí
algo que he querido plantear con claridad a toda la Iglesia para que no
equivoquemos el camino: «Dos lógicas recorren toda la historia de la Iglesia:
marginar y reintegrar [...] El camino de la Iglesia, desde el concilio de
Jerusalén en adelante, es siempre el camino de Jesús, el de la misericordia y
de la integración [...] El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie
para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la
piden con corazón sincero [...] Porque la caridad verdadera siempre es
inmerecida, incondicional y gratuita». Entonces, «hay que evitar los juicios
que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que
estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su
condición»”.
Y el punto 121 de Laudato Sí
dice esto: “Está pendiente el desarrollo de una nueva síntesis que supere
falsas dialécticas de los últimos siglos. El mismo cristianismo, manteniéndose
fiel a su identidad y al tesoro de verdad que recibió de Jesucristo, siempre se
repiensa y se reexpresa en el diálogo con las nuevas
situaciones históricas, dejando brotar así su eterna novedad”.
La moral de situación parece aquí apuntada como algo
deseable.
Ya se que soy un poco rollo, pero todo lo que
precede no es sino un “pequeño” prolegómeno para argumentar el comentario que
sigue.
Si resulta que en el Opus opinan igual que ese sacerdote del Opus. Si
resulta que el Papa ni se ha inmutado porque ese sacerdote opine libremente que
Francisco está equivocado y debe rectificar o dimitir. ¿A qué viene que a este
sacerdote le suspendan a divinis en la prelatura y le larguen a casa de sus
familiares como un apestado? Esa medida bien parece tener todas las trazas de
un castigo. ¿Un castigo por qué? ¿Por opinar? ¿Por faltar el respeto al
Papa?
¿Cómo es posible que le castiguen por opinar exactamente igual que como se
opina teológicamente en la prelatura?
¿Dónde está una falta de respeto al Papa? A la vista de lo que se ve en
Internet, donde al Papa le ponen a parir un día sí y otro también, este cura no
parece haberle faltado en nada al respeto.
La prelatura le ha suspendido a divinis, pero no ha publicado el por qué.
¿Qué ha pasado? Aquí quería yo llegar.
En el Opus Dei siempre se ha actuado haciendo política eclesiástica. Me
viene a la cabeza un botón de muestra: Cuando Raimundo Paniker prologó en Patmos, de
donde él era el director, un libro sobre la Virgen María de Jean Guitton. El prólogo no le gustó al cardenal Segura, el cual
puso firme a san Josemaría, y este, como fiel
corderito de su Eminencia, desterró a Roma a Raimundo y le retiró de la
colección Patmos de Rialp.
La cabeza de Raimundo a cambio del beneplácito del perturbado cardenal Segura.
Perturbado pero con mucho poder.
Y así siempre hasta hoy: Mariano Fazio no ha
parado de decir que es amigo personal de Francisco, si bien es verdad que
Francisco no ha dicho ni una sola vez que sea amigo personal de Mariano. El que
el Papa le dijera en el Celam de Aparecida 2008 que
le tratara de tú es algo irrelevante, pues tal y como es este Papa, yo creo que
se lo ha dicho a todo el mundo y le importa un bledo que le traten de tú o de
usted. De hecho ha llevado a cabo una limpieza de titulitos vaticanos, de
prelados domésticos y toda esa fauna. Pero ahí queda la insistencia de Marianín en querer hacernos creer que se codea con alguien
tan poderoso como Francisco.
Así siempre, ya sea el Papa Francisco o Francisco Franco Bahamonde, del que nos constan documentalmente muchíiiiiiiisimos halagos y reverencias (y pretensiones
episcopales cuando Franco tenía el llamado “derecho de presentación”) por parte
de san Josemaría aunque ahora les pese a los del
Opus, ya que hoy día decir que uno es o ha sido muy amigo o muy partidario de
Franco no está tan bien visto como en el año 1939 y siguientes, incluidos los
años en que Franco contó para el consejo de ministros con varios miembros del
Opus, lo cual le hizo decir a san Josemaría aquella
frase famosa: “nos han hecho ministros”. Como siempre, se cumple aquello de “A
mi primo me arrimo”, aunque hoy día de mi primo no quiera saber nada.
En definitiva, política, política eclesiástica, tanto con políticos como
con personajes eclesiásticos. Y política sectaria: “Amigo de amigo, amigo;
amigo de enemigo, enemigo”. Así, castigando a ese cura pretende el Opus
congraciarse con Francisco. No se han enterado. Al Opus le haría falta menos
sectarismo y más sinodalidad, que significa “caminar
juntos”, escuchando a los demás y escuchando todos al Espíritu Santo, en un
clima de respeto en el que a nadie se le puede castigar o condenar por emitir
simplemente una opinión que no gusta.
¿Qué ha pasado con este cura numerario de Costa de Marfil, poco menos que
desterrado?
Si alguien tiene otra opinión más fundada, someto la mía a aquella. Pero mi
opinión es la siguiente, sobre todo a la vista del desconcierto que ha
despertado en el foro del artículo-entrevista de Infovaticana,
y que lo puede ver el que lo lea, pues no son pocos los lectores escandalizados
(que se ve que la mayoría son de corte tradicionalista), que a la vista de esa
medida disciplinaria contra este sacerdote por parte de la prelatura, al opinar
este contra lo que dice el Papa, arremeten contra el Opus Dei acusándole poco
menos que de haberse vendido a la herejía y haber abandonado la sana doctrina
segura de siempre y hacer una piña con el poco menos que hereje Papa Francisco.
Mi opinión es la siguiente: Todo esto es un montaje del Opus. Castigar de
cara a la galería a este sacerdote por opinar distinto que el Papa para que
parezca que ellos “defienden” al Papa y “viven la unidad con el Papa” (Omnes cum Petro ad Iesu per Mariam y demás latines).
Pegarle un palo a un cura que tiene la “osadía” de decirle al Papa que
debería rectificar o dimitir en una cuestión moral de segundo orden (que no es
de la envergadura de otras cuestiones morales más importantes, como por
ejemplo, entender que es pecado siempre dar muerte a un inocente, por poner un
ejemplo), es como poco una medida exagerada.
Más exagerada aún es hacerla pública (no se quién
la ha hecho pública, es decir, quien ha llamado a la prensa, si este cura o el
Opus). Parece como si se buscaran intencionadamente todos esos comentarios del
foro, al final de la entrevista a ese cura, en los que se echa al Opus en cara
haberse puesto del lado de Francisco y de sus “novedades” frente a la doctrina
de siempre.
Me resulta también muy chocante que en esa entrevista, ese cura del Opus
aproveche para sacar a relucir de rondón otros temas que no tienen nada que ver
con el caso y en los que el Opus SIEMPRE ha opinado como opina ese cura. ¿Son
intencionadas esas menciones?
Más chocante todavía es que ese cura, en la entrevista anuncie a bombo y
platillo, para el próximo 7 de octubre, la salida de su libro (“yo he venido a
hablar de mi libro”, que diría Umbral) en el que va a profundizar en sus tesis,
que son las que han provocado su suspensión a divinis por parte del Opus. ¿No
tiene el Opus nada que decir?
Llama también la atención que este cura diga que un homosexual le ha
amenazado de muerte en twitter y que por eso se
oculta bajo pseudónimo. ¡Pero sin embargo publica a los cuatro vientos cual es
su pseudónimo en vez de hacerlo permanecer oculto! ¡Qué chapuza!
Por cierto, ¿sabe ese cura quién es el que le ha amenazado de muerte? Lo
digo porque lo lógico en un caso así no es que pregone a los cuatro vientos que
un homosexual le ha amenazado de muerte, sino que, sin decir nada y con las
pruebas o datos que tenga de tal amenaza, vaya al juzgado o a la policía y
ponga una denuncia o querella criminal, ya que me imagino que en Costa de
Marfil tal actuación estará contemplada como delito en el respectivo código
penal.
Voy a hacer una precisión. El supuesto castigo del Opus sobre este cura, en
realidad no ha sido una suspensión a divinis, sino que el vicario del Opus Dei
de Costa de Marfil le ha comunicado que se le prohíben “las misas públicas, las
confesiones y la predicación”, así como vivir en un centro. O sea, que puede
celebrar privadamente la Eucaristía en su casita, y en vez de dar meditaciones
en su centro, puede escribir un librito. No está mal. Hay curas numerarios que
dan clase en alguna universidad del Opus o en obras corporativas o se dedican a
la investigación teológica y escriben libros o van a congresos, por lo que
apenas tienen actividad pastoral. O sea, que sin que haga falta que estén
“castigados”, hacen lo mismo que este curita.
O sea, que este cura tampoco está tan mal. Y encima viviendo con su
familia, en vez de en un centro del Opus, donde hoy día, sobre todo en los
centros de mayores, hay tanta gente tronada.
Yo, que a estas alturas de la vida, ya casi no me creo nada, a la vista de
todo esto pienso que todo esto es un montaje de cara a la galería coordinado
entre el Opus y el curita en cuestión para congraciarse con Francisco en un
momento en el que están cayendo chuzos de punta (veto a los del Opus en las
candidaturas a obispo en España, andanada del Papa advirtiendo de los abusos de
poder y en el ejercicio de la autoridad en las nuevas realidades eclesiales de
carácter carismático, limitación temporal de cargos en las asociaciones de
fieles, véase Neocatecumenales, Sodalicio,
Heraldos del Evangelio, Legionarios de Cristo, Comunión y Liberación, OPUS
DEI…), y no digamos la recientísima intervención de la rama laical de Comunión
y Liberación.
Donde veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar.
Lo de Comunión y Liberación indica que la cosa va en serio. La intervención
consiste en que el Papa ha destituido a quienes gobiernan la rama laical de
Comunión y Liberación y ha puesto en la dirección a un delegado suyo. Un golpe
de Estado en toda regla. Y legal, pues el Papa tiene la autoridad suprema en la
Iglesia.
Ojo, porque el 30 de enero de 2020, poco antes de la pandemia, el Papa les
leyó la cartilla al dúo dinámico Ocáriz-Fazio en su
despacho del Vaticano.
Ojo porque el 20 de agosto de 2018 el Papa ya había advertido acerca de
tres abusos que no está dispuesto a permitir en la Iglesia: Abusos espirituales
o de conciencia, abusos de poder y abusos sexuales.
Ojo porque el 5 de mayo de 2019 el Papa hizo público el documento “Vos estis lux mundi” sobre uno de
esos abusos, el sexual, y algo más tarde hizo público el vademécum de actuación
sobre este tipo de abusos.
Pero ahí no acaba la historia.
Parece que el Papa, en la mencionada andanada de finales de este verano ha
dejado claro que se acuerda también, no solo de los abusos sexuales, sino de
los de conciencia y de los de poder en el ejercicio de la autoridad en la
Iglesia.
Hasta ahora a los únicos a los que se les ha metido mano de verdad es a los Legionarios de Cristo Rey, que prácticamente han
sido refundados. Ellos mismos están contentos con esa medida, que ha resultado,
a la postre, muy beneficiosa para todos, para ellos y
para la Iglesia en general. Se ha clarificado el ejercicio de la autoridad en
la institución, y no solo eso, sino que desde el Vaticano se les propuso tener
un asesor en materia del ejercicio de gobierno, lo cual ellos mismos aceptaron,
ya que no se trataba solamente de cambiar los estatutos, sino de hacer un
esfuerzo para aprender a gobernar de una manera diferente a como lo habían
hecho hasta ahora, de adquirir buenos hábitos de gobierno. El Papa les designó
un jesuita para que les ayudase en su nueva etapa, y parece ser que están
contentos todos y con ilusión.
Los que parece que no van nada bien son los
Heraldos del Evangelio, porque se están obstinando en seguir unas formas de
ejercer la autoridad que son contrarias, no ya al espíritu del evangelio, sino
a los más elementales derechos humanos. En mi opinión, creo que no van a
terminar bien, pues si hay algo que tengo claro (y parece que el Papa también),
es que en la Iglesia hay que respetar un mínimo de derechos que en todos los
países e instituciones con un mínimo de sensibilidad por los Derechos Humanos
se respetan. Por ejemplo, el Papa está empeñado en que el Vaticano deje de
estar considerado en los organismos internacionales como un país corrupto en
materia económica. Esto no puede ser. Claramente es un escándalo que lo sea.
Yo pienso que el Opus está jugando con fuego desde hace mucho tiempo debido
a su soberbia colectiva e institucional que les ha hecho perder el horizonte y
los papeles, y ahora digo que me parece que el camino más adecuado para protegerse
no es hacer política eclesiástica ni hacerle la rosca a Francisco “castigando”
a curas que no opinan como él (pero que opinan como se opina y como siempre se
ha opinado en el Opus) para quedar bien con él en un momento en el que no está
el horno para bollos. Entre otras cosas porque si hay algo que creo que todo el
mundo se ha dado cuenta es que el Papa no es tonto.
El camino es obedecer al Papa, que además no lo pone demasiado difícil.
Discrepar con él en lo que se quiera, dentro de la fe cristiana y católica,
pero no traspasar las líneas rojas del amor al prójimo, de la caridad, del
respeto a la libertad y los Derechos Humanos, suscritos por la Iglesia, y que
no son papel mojado, sino un mínimo básico para la convivencia. Respetar y
decir y vivir en la verdad; no instalarse en la mentira. Respetar la justicia,
la transparencia, etc.
Yo creo que a los del Opus y a este curita de Costa de Marfil se les ve el
plumero. Están juntitos, trabajando en colaboración, haciendo una pantomima en
la que cada cual desempeña su papel en esta obrilla de teatro de pacotilla en
la que creen que los demás somos tontos o que nos engañan con un sonajero.
Ya se que determinados tipos del Opus dirán al
leer esto que soy un conspiranoico o cosas parecidas,
pero hay tantas cosas que no cuadran en este sainete y están ya tan calados,
que esto es ya como la fábula de Esopo, “¡que viene
el lobo!”. Me parece que basta abrir los ojos para darse cuenta de que están
con el culo colgando, como decía el teniente de mi escuadrilla (yo hice la mili
en aviación) cuando alguno estaba haciendo méritos más que suficientes para ser
follado, esto es, arrestado, según la jerga que se empleaba en ese ambiente
castrense.
Verdaderamente es una pena que la religión, en tantas ocasiones y a lo largo
de tantos siglos, no haga personas mejores y sea un elemento tóxico, cuando no
criminal. Que esto lo haga la religión católica a través de grupos
pertenecientes a ella que terminan por valorar más el grupo que la persona
hasta llegar a la obcecación de herir interiormente a las personas, olvidándose
del mandato del amor, eso es ya muy, muy triste. Es una locura. Solo pensar en
la enorme cantidad de gente inocente que el Opus Dei ha dejado herida de por
vida en la cuneta es algo que da escalofríos. Y más me sobrecoge el amor que ha
tenido Dios conmigo de liberarme a tiempo de esa secta corrupta.
El Opus debería evitar jugar con fuego. Lo que se le podría avecinar, en mi
opinión, no es tanto lo que le ha pasado a la rama laical de Comunión y
Liberación, sino más bien lo que le pasó a los Legionarios de Cristo Rey, esto
es, una intervención estatutaria en toda regla.
Ocáriz ya ha recibido varios
avisos en ese sentido y parece que sigue con la idea de tomarle el pelo al
Papa. Al menos eso parece deducirse de su cartita o mensaje de febrero, con
ocasión del aniversario de la sección femenina del Opus: Plantear para el año
2030 (para largo me lo fiáis) un simposio, y crear un comité que recojan todo
tipo de sugerencias encaminadas a reflexionar sobre la propia identidad (la del
Opus).
Evidentemente, tanto Ocáriz como casi todo el
mundo, sospechamos que para el año 2030 el Papa Francisco ya habrá fallecido,
por lo que tal “solución” a largo plazo (que sería en realidad una revisión
estatutaria de esos estatutos que san Josemaría los
calificó – en los propios estatutos – de “santos, perpetuos e inviolables”), no
se llevará a cabo presumiblemente si tienen la “suerte” (para lo cual
“encomendarán” muchísimo) de que venga otro Papa de su cuerda.
Personalmente pienso que tanto este Papa como su sucesor, no se dejarán
llevar de esta tomadura de pelo. Hay mucha gente, muchísima gente, DENTRO DEL
OPUS DEI, que está clamando por esa intervención del Papa. Y 9 años es mucho
esperar. No solo por el bien de las personas sino por el de la propia
institución, pues la deriva que lleva el Opus es tal que, si el Papa no
interviene drásticamente cuanto antes, pueden pasar en el Opus cosas mucho
peores.
Hay una cosa buena que le veo al Opus Dei, y es que la mayoría de sus
miembros están, de momento, anestesiados. “Ojos que no ven, corazón que no
siente”. Al menos no se dan cuenta de quiénes son y a qué se dedican los
directores que están muy arriba. Menos mal. Así no sufren.
Antonio Moya Somolinos