Días malos tras mi salida.- FML
Fecha Tuesday, 24 February 2004
Tema 040. Después de marcharse


Días malos tras mi salida

No todo fue alegría y felicidad tras irme del Opus Dei, y para ello quiero dejar aquí para la eternidad mi testimonio y vivencias, que luego no haya alguien que crea que le ocurren estas cosas porque ha dejado la vocación, no. Es que se trata del mundo real.

Recuerdo mucho mi primer día en mi piso en Granada. Sólo, sin nadie a quien contarle como me sentía, sin tener un hombro cerca donde apoyar la cabeza...


¿Y qué sentía en esos momentos? Sentía una incertidumbre y un malestar que no se lo deseo a nadie... ¿Será verdad lo que me decían y he abandonado a Dios? Recuerdo unas palabras del secretario de mi centro, que me impactaron, pero que ahora me las tomo a cachondeo. Me decía... "imagínate cuando seas mayor, estás en tu casa en tu sala de estar junto a tu mujer, tus hijos, tus nietos... pues en esos momentos, incluso en esos momentos de aparente felicidad, en el fondo de tu alma, tendrás el malestar de que hubo un día en que Dios te llamó para servirle en el Opus Dei, y tú le has dicho que no".

¿Sabéis como me imagino esta escena yo? El mismo ambiente, pero falta un detalle. Junto a la chimenea, un cuadro de la Virgen. Y la miraré, con la confianza de un hijo, y le pediré por todos los que están a mi alrededor, con la conciencia tranquila de que he hecho lo mejor para mí, para mi vida, incluso para Dios. Y en el caso de que de verdad piense que al dejar la Obra, dejé una verdadera llamada de Dios, miraré el referido cuadro de la Virgen, le pediré perdón por ello, y me quedaré muy tranquilo, porque al fin y al cabo, somos humanos y eso Dios lo sabe. Además, Él es mi padre.

Han sido muchos impactos lo que he tenido en este primer año de mi reconstrucción: conocer una nueva vida, salir por la noche, convivir con personas de todo tipo, ser tú el responsable de tu vida, tratar a chicas, muchos testimonios en la web leídos, muchas historias, muchas heridas, mucho dolor...

Cuántas noches no he dormido nada. Y me levantaba por la mañana, y entrecortadamente, me atrevía a decir, avanti Paco!... cuantos mails llenos de cariño he recibido de ex - miembros, ayudándome en lo que podían, unas palabras, un ciberabrazo...

Cuántas veces tener que ir a confesarme una y otra vez... y volver a recomenzar como un s. Agustín. Y ellos al acecho para que en cuanto pudieran, meter el dedo en la herida. No siento odio, ni rencor... pero sí indignación. ¿Cuándo la Iglesia va a escuchar nuestros testimonios? ¿Cuándo? Yo mientras seguiré rezando.





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