Tirando del hilo de la antropología se llega al otomán.- luxindexborgia
Fecha Wednesday, 25 April 2007
Tema 090. Espiritualidad y ascética


El otro día Rodolfo nos decía que “[...] aunque el fundador presumía de gran conocedor del hombre, desde luego su formación antropológica era nula”, e IgnaciodeLoyola señalaba la necesidad de estudiar desde el mismo punto de vista, el antropológico, si la particular santidad que impone el Opus Dei® contribuye a incrementar la felicidad de sus fieles.

 

Parapetando mi ignorancia tras mi falta de tenacidad, diré que dicho estudio tiene mucha tarea y que, al respecto, sólo me atrevo a contribuir con una cita textual del padre Escrivá:

 

“Por eso, me atrevo a afirmar que las mujeres tienen la culpa del ochenta por ciento de las infidelidades de los maridos, porque no saben conquistarlos cada día, no saben tener detalles amables, delicados. “ (Conversaciones, 107).

 

Lo que está claro, está claro. Es decir, el ochenta por ciento de las mujeres engañadas sois rudas (bastorras, vamos) y descuidáis el afecto marital; de sobra se sabe que, de lo contrario, a los hombres nunca se nos irían los ojillos de aquí para allá. Jamás.

 

Sin duda, la perspicacia antropológica del padre Escrivá se la rifarían los sesudos que pierden años y pestañas trabajando en contrastados estudios sobre las relaciones amorosas. Wolfe, Strean, Lemaire, Botwin, Trodjman, Tavris y Sadd, Fisher, Boylan, Townsend, Alamargo, Reibstein y Richards, Ubando… ¡dejaos de estadísticas, que el padre Escrivá se os adelantó en la conclusión!

 

Habrá quien, condescendientemente, diga que las cosas hay que interpretarlas en su contexto, que son comentarios hechos en otra época. Y en eso estoy de acuerdo, son de otra época, incluso de otra era.

 

Aunque puestos a atreverse, que dijo el padre Escrivá, hay quien para ser cabal hablando de estas cosas le bastó con sentenciar proverbialmente: “cosas de hombres y mujeres…” ¿Se puede decir más diciendo menos?

 

Pues sí, se puede. Es el caso de María Luisa, que nos regaló tiempo atrás la confrontación de dos textitos (la Carta Nuestro Padre en el Cielo, del padre Portillo, y el versículo más a propósito de San Marcos). Y aunque parezca que en su contribución sólo se habla de atavíos y adornos funerarios frente a la simple mortaja, en realidad, es pura antropología. El resultado es tan contenido como demoledor. Es la aportación más reveladora (dejando a un lado las autobiográficas) y elegante de cuantas he leído aquí.

 

Por último, para los que enlacen y lean el artículo de María Luisa, va esta pregunta: si la casulla de otomán era semigótica (sic)... ¿cómo sería la otra mitad? En fin, creo que hasta un dragqueen militante sería más discreto, o discreta, en su última indumentaria.

 

Luxindex y Yo









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