En una ocasión, encontrándome en el Colegio Romano de la Santa Cruz, otro Numerario, me comentó con sigilo y con cara beatífica que quería comentarme algo. Ese algo era que yo antes de la cena doblaba la colcha de mi cama y la dejaba plegada en una silla Según me aclaró, ante mi perplejidad, es que esa acción denotaba un excesivo y hasta -si me permitía la expresión- un lujurioso deseo de dormir. No necesita más comentarios, sólo que el que me corrigió llegó a ser subdirector de grupo y ahora es docente ordinario de la Pontificia Universidad de la Santa Croce, pero yo no le echo en cara que su trayectoria denota un excesivo y hasta lujurioso deseo de "trepar"

Abelardo-Xaverissimus