Sobre tirar la primera piedra.- Isabel Nath
Fecha Friday, 30 March 2007
Tema 010. Testimonios


Hola a todos,

 

En referencia al correo de Idiota del miércoles pasado quiero decir lo siguiente: que confío en no ser yo la que cometa el error de tirar piedras a nadie, ni la primera ni la segunda ni ninguna, a Idiota que con tanta valentía nos reta a que lo hagamos tampoco, claro. Pero querido Idiota, una cosa es juzgar a las personas y a lo que hicieron, y si hicieron bien, mal, o regular. Y otra muy diferente, es afirmar que lo que parecen querer hacernos creer no es cierto. Personalmente no he querido juzgar a Pacífica ni a los que actúan como ella, que los hay y me consta, pero no me parece correcto que ella de la sensación clara (no soy yo la única que lo ha entendido así) de que su situación era bastante estándar y hay cosas que están cambiando en el Opus Dei que llevan a que su situación sea ‘normal’, porque no es cierto. Y si nosotros, por no arriesgarnos a que alguien nos acuse de tirar piedras a un ex combatiente, nos callamos y pasamos desapercibidos, estamos contribuyendo a propagar una imagen falsa del Opus Dei; esa que el mismo Opus Dei se afana en propagar. Y yo no estoy por la labor.

 

Te diré que lo que hizo Pacífica me parece natural, buscar o hacerse huecos que le permitan la supervivencia. Es más, me parece inteligente, pero como tú dices ella era de esos “(…) raros, los que van a su aire, los marginados y arrinconados... los que se inventan un Opus Dei inexistente en el que pueden seguir siendo fieles, como siempre lo desearon”. Eso exactamente es lo que otros y yo misma hemos intentado decir con nuestros correos, que lo que ella hacía era tolerado por una serie más o menos clara de razones, pero que ni de casualidad es ni puede ser la norma, porque si todos en el Opus Dei hiciesen lo que ella hacía, el actual sistema Opus Dei se iba al traste, y hay demasiada gente interesada en que no se vaya porque viven de eso... Es decir, que no es posible.

 

Estoy muy de acuerdo en algunas de las consideraciones que haces en tu escrito (especialmente con la clasificación de numerarios o fases por las que puede pasar un numerario, que me parece brillante; por cierto, te falta una, la mía, pero te la mando en otro momento), pero reconocerás que cuando uno, por el motivo que sea, ha vivido en el Opus Dei como Pacífica dice que ha vivido, y los del Opus Dei se portan con ella como ella dice que se portan, es mucho más ‘fácil’ seguir en romántico encuentro con la organización. De ahí a pretender hacernos creer que ella pudo vivir así y puede seguir haciéndolo porque las cosas están cambiando, va un trecho.

 

A mí no me cuesta más entender al deprimido que al cínico o llámalo como más te guste. En esta vida cada persona toma las decisiones que considera oportunas y se comporta como mejor o más conveniente o más práctico le parece, y todo esto trae una serie de consecuencias, distintas en cada caso. La depresión llega por unas razones y el cinismo por otras, y todas ellas son desde mi punto de vista muy comprensibles y muy respetables, lo que no incluye que las tengamos que compartir. Pero cuando alguien (el deprimido o el cínico o cualquier otro) escribe algo que pensamos que no es cierto, o que (peor) es cierto a medias y conduce claramente a la confusión y al engaño respecto a temas importantes, no veo que esté mal el decirlo. Aún a riesgo de que se nos acuse de tirar piedras contra el pobre indefenso (qué mal suena eso, Dios mío…). Yo dije entre otras cosas que a mí no me dieron el cilicio hasta dos años después de pitar, pero me consta y así lo dejo claro también, que fui una excepción, porque el resto de las adscritas de mi centro por supuesto que lo llevaban, y quedaba más que patente en las sospechosas heriditas que a modo de franja se dibujaban en la parte superior del muslo cuando iban a la piscina en el curso anual. A pesar del bañador con faldita…

 

De la frase tuya que he citado más arriba quiero destacar su precisión. Qué cierto y qué triste lo que dices, y qué claro lo escribes: para perseverar en el Opus Dei, hay que inventarse un Opus Dei inexistente. Es decir, que en el Opus Dei real, a día de hoy, es poco menos que imposible perseverar. Hay que modificarlo (bastante, añadiría yo) para poder vivirlo. O para poder vivirlo con salud mental.

 

Todavía más claro lo escribes en el siguiente párrafo:

 

 “(…) se intenta una y otra vez, una y otra vez, hasta el agotamiento, el aburrimiento, hasta crearse su propio Opus Dei, en el que se espera perseverar hasta que el auténtico cambie, se reforme. Porque, detrás de esos obstáculos insuperables uno empieza a sospechar que hay algo en el Opus Dei que no funciona, algo que viola alguna constante antropológica "humana, demasiado humana" (éstas son las constantes que Ruiz Retegui explica en sus escritos)”.

 

Muy de acuerdo. Pero ¿cómo sabemos qué hay que modificar en el presente Opus Dei para que sea posible la perseverancia?. Estoy casi segura de que si empezamos a debatir aquí al respecto, más o menos coincidiremos casi todos en algunos puntos generales, pero de seguro sería casi imposible llegar a un consenso. Al consenso que sí llegaríamos casi sin esfuerzo es que en el presente Opus Dei no es posible. Por lo tanto no me parece que se trate tanto de un “quiero pero no puedo”, sino de un “quiero pero no es posible”. Estoy dispuesta a escuchar que hay mucha gente dentro que parece feliz y persevera, pero me recuerdo a mí misma y a vosotros que la mayoría de los que leéis esto, en algún momento de vuestra relación con el Opus Dei también habéis/hemos parecido felices y que íbamos a perseverar toda la vida. La cuestión es que el número de dimisiones con los años se demuestra que sigue una relación cada vez más claramente exponencial. Cada cual que saque sus consecuencias. Yo pienso como EBE: “el último que cierre la luz y la puerta al salir, por favor”.

 

Y eso es lo que pretendía decir en mi anterior correo al respecto y en este también, que si en el Opus Dei actual la norma fuese lo que Pacífica nos cuenta, y las cosas estuviesen cambiando de forma lenta pero segura, es más que probable que hubiese muchas menos bajas de las que hay. Algo no cuadra entre lo que cuanta Pacífica y la realidad que reflejan los números. Su testimonio me parece tan válido y tan respetable como el de cualquier otro, pero es completamente excepcional.

 

Y por cierto, me he releído el correo del mobbing (gracias por recordárnoslo), y no me cuadra demasiado con lo que cuenta en este último del País de las Maravillas.

 

Un abrazo a cada uno, en especial para Pacífica y para Idiota,

Isabel Nath









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