Todos estamos siempre en las manos de Dios. Para Chiara.- Daniel M.
Fecha Friday, 23 March 2007
Tema 040. Después de marcharse


Muy interesante tu carta del 21 de marzo. Opino que las experiencias personales de los ex-miembros varían gradualmente entre lo negativo y lo positivo. Aquellos que se quedan como cooperadores del Opus Dei –tu caso- muestran una experiencia próxima a lo positivo. Los que no, desde quienes siguen viviendo su fe sin querer saber de la Obra hasta quienes abandonan la fe católica de forma práctica y/o teórica, demuestran una experiencia que tiende más o menos a lo negativo. Si la experiencia fue negativa, parece natural que irse sea bueno. Lo que no implica la felicidad, pues la vida no deja de tener sus sinsabores, dificultades y motivos para la tristeza.
En la Obra hay gente buena, buenos amigos, como los que tú has conocido. Gente de la que te puedes hacer “mas familiar”, aquellos que más “te gustasen” su forma de ser. Si, yo he tenido también amigos supernumerarios, alguna buena amiga cooperadora (ex-numeraria), y también gente que eran sólo “buenos conocidos” que no llegaban a ser amigos y alguno de quien no tengo interés en ser amigo (aunque lo considere buena persona). Supongo que yo he sido lo mismo para ellos. ¿Alguien puede negar esto? Creo que aquí se critica ciertas prácticas institucionalizadas y las actitudes personales que provienen de dicha “praxis” institucional.
Parece que tienes remordimientos por haber dejado la Obra. Te responsabilizas de haber faltado a tu deber. Esto es un asunto serio, ya que no te deja ser feliz. Te veo muy influenciada por los criterios del Opus Dei en este tema. Deja ya de pensar en aquello de Camino: “de tu fidelidad dependen cosas grandes”. Tú no has estropeado nada.
Mira al mundo, a tu alrededor, descubre que todos estamos siempre en las manos de Dios. Se nos ha concedido una “medida” a cada uno (recuerda la parábola de los talentos). La “medida” de nuestra fidelidad será aquella que podamos dar según lo que se nos haya previamente otorgado. Se te pedirá sólo según lo que se te haya dado. Y esto determina también la “medida” de las “cosas grandes” que podamos hacer. Si no pudiste dar a la “medida” del Opus es porque el Señor no te había dado la “medida” de “talento”, “gracia” o “dones” necesarios para ello.
Lee el “Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica”. En este compendio se dice que en el Pueblo de Dios existen las siguientes grandes vocaciones: la vocación sacerdotal, la vocación laical, y luego personas procedentes de estos grupos que tienen la vocación consagrada. Es decir, el cristiano puede ser sacerdote, laico, o consagrado (que procede de personas antes sacerdotes o laicas). Estas son las grandes vocaciones y dentro de ellas existen numerosos caminos o grados. Sacerdotal (diacono, sacerdote, obispo). Laical (asociaciones, movimientos, cofradías…). Consagrada (ordenes religiosas, institutos seculares y la Prelatura del Opus Dei).
Si tu vocación es laical, no podías llevar a cabo las exigencias de una vocación consagrada. Mírate, reflexiona si podías sujetarte a una “regla de vida” de normas, costumbres, -esto es algo consustancial a toda vocación consagrada. Si no podías, es porque no era tu “medida”, la que Dios quería darte previamente para luego pedirte.
Recuerda a Pedro. Quien dijo que moriría por Cristo, le negó tres veces. Pero luego arrepentido, volvió a su vocación. Chiara, ¿tú podías con la vocación al Opus Dei? ¿Puedes tu vivir según lo básico de cualquier vocación consagrada?
Si fuese tu vocación del tipo de las consagradas, podrías encontrar otro camino consagrado para ti. Ha habido casos de numerarios y numerarias que dejaron el Opus Dei para ingresar o en una orden religiosa o en otro instituto secular. Piensa en la Madre Teresa de Calcuta, dejó su orden original para fundar las Misioneras de la Caridad. Se mantuvo siempre en su vocación consagrada aunque cambiara de “camino” espiritual dentro de esa vocación general a la que pertenecía.
Si lo ves necesario pide perdón al Señor. Pero una vez hecho, no empequeñezcas el corazón de Cristo. Lo que Él perdona, queda olvidado. Si te sientes en tu interior con una llamada a una “vocación consagrada” busca un camino “consagrado”. El del Opus Dei no era para ti. Yo creo que tú camino no es el consagrado. Tú eres laica y tu vocación sigue siendo laical. No pasa nada, es lo que el Señor quiere para ti. La “medida” que te otorgó y con eso basta.
Sobre que la Obra es un camino divino y que detrás está Dios. Bueno, la Iglesia fue fundada por Jesucristo, que es Dios. En Ella mora el Espíritu Santo, que es Dios. Pero también hay hombres, y estos son débiles y transmiten su “debilidad” a los grupos u organizaciones a las que pertenecen (familias, parroquias, asociaciones, ordenes… y prelaturas) La presencia de lo divino y la debilidad de lo humano coexisten juntas en este mundo. No lo olvides.
Termino. Disculpa la extensión de mi carta. Seguro que quienes escriben aquí tuvieron buenos momentos en la Obra (más al principio que al final). Claro que recuerdan a buenas personas (y otras menos buenas). Y seguro que cada uno nos conocemos -"conócete a tí mismo"- y no nos cuesta reconocer nuestros errores (como fue en mi caso, ingresar en la Obra).
Saludos. Daniel_M.








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