Traducción del correo de Pacífica.- Pablo
Fecha Wednesday, 21 March 2007
Tema 070. Costumbres y Praxis


Traducción del correo de Pacífica del día 19/03/2007

Nunca hubiera pensado que iba a producir tanto asombro y escándalo con las pocas líneas que escribí a vuelapluma. Tengo claro que mi situación probablemente no sea lo normal. Pero espero que en el futuro cada vez haya más casos de este tipo. ¿Por qué no? Pienso que la mayoría de la gente de la Obra nota claramente que hay algunas cosas que no están bien. No hace falta más que leer el Evangelio para ver que no se puede tratar a los antiguos de la manera que se hace con frecuencia. 

Querido/a Supo: Pues mira, el hecho de no haber dormido sobre tabla en los últimos años se puede deber a que todos los centros en los que he vivido eran o bien residencias de estudiantes, o bien casas de dimensiones tan reducidas que cualquier visita podía entrar en cada una de las habitaciones. Sin embargo, tengo la impresión de que, en mi región, la mayoría de la numerarias duermen sobre colchón blando, sencillamente porque, a causa del estrés de la vida de trabajo, se necesita dormir bien. Me parece que aquí en buena medida ha vencido el sentido común.

Por supuesto que habrá en muchos países un sinnúmero de numerarias y auxiliares que todavía no tienen su propia cuenta. Pero, gracias a Dios, las estructuras en la vida de trabajo y en las cuestiones de seguros han llegado al punto de que a la larga resulta demasiado complicado no tener cuenta propia. Supongo que pertenecerá a la vocación de numeraria que viva en una “comunidad de bienes” y que de hecho no pueda disponer libremente de su dinero. Pero, ¿qué madre o padre de familia puede disponer libremente de la totalidad de su dinero sin ponerse de acuerdo [sc. con la otra persona] en lo más importante? Claro que, por desgracia, hay muchos centros en los que siempre hay dinero para libros nuevos, muebles bonitos y cursos anuales caros pero nunca para una bicicleta nueva que sea realmente buena: eso sí que es una “historia interminable”.

Yo misma quise seguir como cooperadora porque de verdad pienso que la espiritualidad de la Obra, es decir, la vida normal en el mundo, es lo mío, sólo que liberada de algunas manías que se cogen de numeraria. Claro que me he perdido muchas cosas en los últimos años, pero también he aprendido y vivido muchas cosas.

Querida Asunta: Por supuesto que tengo claro que tengo el síndrome de Estocolmo. ¿Para qué si no se estudia psicología, entre otras cosas? Por supuesto que es posible que alguna vez someta a crítica mi actitud ante la Obra o me distancie algo más. Para mí, lo decisivo será, por ejemplo qué espiritualidad tenga mi futuro marido (creo que Dios tiene sentido del humor y me enviará uno muy divertido), es decir, si, por poner un ejemplo, le va más lo carismático o pertenece a algún movimiento. Porque entonces me gustaría irme de curso de retiro etc. con mi marido y no por separado. Por otro lado, no sólo he estudiado pedagogía y psicología sino también historia y sé que un corte radical con el pasado (en plan “punto final y se acabó”/”borrón y cuenta nueva”) sería una grave equivocación. Veinte años de mi vida no son sólo veinte años, sino que son yo misma. Lo mismo que hay matrimonios que se separan en un momento dado pero siguen en contacto e incluso mantienen una amistad, puede haber numerarias que no cortan todos los contactos. Pero igualmente habrá muchos casos en los que las heridas interiores por ambas partes no harían más que ensancharse, si se siguieran viendo todo el rato. Pero, en cualquier caso, hay que perdonar, porque el perdón no es una opción más (más bien inofensiva) que ofrece el Evangelio, sino un mandato. (Pero el poder perdonar no es el resultado de un esfuerzo sino un auténtico regalo de Dios y he tenido que pedírselo durante mucho tiempo.) Claro que a alguno que otro le pondrán mi caso como ejemplo de “buena salida”. Tú escribes: Pero piensa que van hasta a usarte de ejemplo diciéndole a una persona pitable cosas de este estilo: “Pacífica ya no es numeraria, porque cuando ha querido se ha ido, pues ya sabéis que las personas en el Opus Dei son libres… pero es una estupenda cooperadora, siempre estará agradecida a la Obra, pero como Pacífica todos los que se van…. porque los ex que hablan mal de la Obra son sólo unos cuantos, unos locos en mal plan… lo normal es que como Pacífica sigan en contacto…..” Si esto es así –y será así– entonces cualquier exnumeraria de mi ciudad podrá preguntarle directamente a la directora del centro o al Vicario General [nota: Regional]: ¿Por qué tratáis a Pacífica de esta manera? ¿Por qué puede ir al centro y yo no? ¿Por qué la invitáis a excursiones y a mí no? 

Sigues escribiendo: “Antes que nada me pregunto por qué no das al menos tu nombre de pila pues si tienes esa relación tan cordial y relajada con numerarias y supernumerarias que nos explicas en tu escrito, no veo por qué no te identificas.” En el fondo, no tendría ningún problema en dar mi verdadero nombre, pero esto podría crearme problemas en estos tiempos del Google, ya que trabajo de profesora en una escuela pública y los ecos del código Da Vinci no contribuirían a fortalecer mi autoridad en clase. 

Querido/a E.B.E.: Escribes: “Sin conversión, los cambios que pueda haber son un engaño.” Te doy toda la razón, pero, al contrario que tú, he decidido que no voy a esperar esa conversión de toda la institución, sino que veo con agradecimiento la conversión y el cambio de ideas de cada cual. Veo a la directora concreta con la que me voy a merendar y que me invita a la meditación (¡de las numerarias!) en un día de fiesta, sabiendo que eso no está previsto en no sé qué documento interno, pero que seguro que corresponde al (auténtico) espíritu de la Obra. A veces no hace falta decir las cosas explícitamente, expresarlas con palabras, sino que son las acciones las que dejan claro que ha habido un perdón recíproco. 

Querido/a Supo: Paso al tema de mi correspondencia electrónica con amigos y amigas. (Por supuesto que no sé cómo lo han hecho otros, porque no es que tenga precisamente la costumbre de husmear en la correspondencia de mis hermanas o de hacerles preguntas concretas sobre el tema.) A lo mejor siempre he sido un espíritu liberal, pero siempre me he tomado la libertad de escribirme con amigos (género/sexo: masculino) y mi único filtro, es decir, mi única censura ha sido el latir de mi corazón. Si el amigo iba demasiado deprisa y yo notaba que alguien me resultaba definitivamente demasiado simpático (y eso me ocurrió más de una vez), entonces le contestaba brevemente o dejaba de contestarle. Y he de confesar que eso costaba más que dejar todas las cartas sobre la mesa de la directora. Puede ser que en mi región, a causa de nuestra historia nacional, el control del correo personal sea un tema especialmente peliagudo y es probable que todo director que haya hecho algo así, haya tenido una sensación desagradable o bien remordimientos de conciencia. Supongo que mi región debió de ser una de las primeras que eliminó esas prácticas. 

Lo que sé de seguro es que la mayoría de los sacerdotes de mi región, siempre que les parece oportuno, se ponen en contacto con numerarias a través de correo electrónico (a fin de cuentas, no se ven mutuamente, al igual que en el confesionario). Con la cantidad de cambios que hay, apenas sería posible realizar una “pastoral sostenible” a favor de cada vocación individual.

Además, me dio una gran alegría poder visitar a mi confesor, sacerdote numerario de la Prelatura, en el hospital y llevarle un ramo de flores pocos días después de haber recibido la dispensa. 

Me citas: “En los últimos cinco años no me preguntó nadie en la charla fraterna si utilizo el cilicio o las disciplinas, ni hablé yo del tema.” Perdón, pero esto no me lo creo. La mortificación carnal es muy importante y no hablabas de ella. Entonces ¿de qué hablabas?

Tienes razón. Fui una mala numeraria, ya que, de hecho, ese asunto tenía para mí una importancia relativamente escasa, me resultaba molesto y me ha beneficiado más bien poco en mi vidad espiritual (quizás porque tengo una piel de elefante muy poco sensible), así que renuncié a hablar del tema en la charla y, de hecho, sólo utilicé esos cacharros en raras ocasiones. 

Querido Nasius: Escribes: “Si tan importantes cuestiones de la opus están cambiando a un ritmo tan acelerado, en un [!] 2.000 años quizá me plantee volver a ser numerario.” Por desgracia, tienes razón: está cambiando algo pero a velocidad de caracol, de manera que no quise esperar al fin del mundo y pedí la dispensa. De todas maneras, cuando veo el centro de estudios actual, con el que hice mi último curso anual, pienso que el “mundo interno” se ha vuelto más abierto y más normal.

Pacífica









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