Los tópicos de la feminidad: Las mujeres, a los trapitos que es lo suyo. Armand
Fecha Friday, 09 March 2007
Tema 100. Aspectos sociológicos


El día de ayer 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer, el cual conmemora una serie de acontecimientos que contribuyeron enormemente a dar a la mujer el protagonismo que se le había negado durante siglos. Fuera de los estereotipos feministas que también rodean esta efeméride y a la vez, sabido que no es precisamente el tema de la página esta clase de conmemoraciones, lo he señalado porque encaja perfectamente con lo que EscriBa nos comenta en su último escrito que es brillante y que da para el análisis de varios aspectos.

 

Cito un párrafo del trabajo de EscriBa publicado la semana pasada: En el séptimo Congreso de la Prelatura de 2002, verbigracia, se decidió encomendar a la Sección de mujeres la tarea de influir especialmente en el mundo de la moda y a la Sección de varones influir en el mundo del deporte y del cine.” Si todas las mujeres del mundo que ayer celebraron su día leyeran esto, seguro que les da grima, porque tanta lucha para ahora retroceder a estos tópicos que reflejan una visión machista de la realidad y el olvido total de la complementariedad del hombre y la mujer dentro del Opus Dei. Efectivamente, la cita nos indica que la mujer debe ser recluida “especialmente” a influir en temas de la moda, porque es incapaz de hacer lo mismo en el mundo del deporte y del cine. Las mujeres que han destacado en el deporte no cuentan y las que lo han hecho en el cine tampoco. En fin, “cosas viederes mi querido Sancho”.

 

Ahora bien, algunos pueden alegar que la cita en cuestión se refiere solo a un párrafo de un documento que cuenta con varios folios. De acuerdo, esto puede ser así, no obstante aún con la posibilidad que se asignen otras tareas a las mujeres de la Obra para influir en diversas parcelas, llama la atención el hecho de puntualizar en el mundo de la moda como campo “especial” para las mujeres, vedándolas a influir en el deporte y el cine. Es en ese punto donde está el quid de la cuestión y es en el cual fundamento mis argumentos.

 

Al comentar esto con una amiga nuestra  que es asidua de esta web –ups esto me ha quedado como aquella socorrida frase “un hermano nuestro”, para no decir quién es- le decía que algunas de mis colegas, aún usan las medias muy tupidas que utilizaban las numerarias en un determinado momento. Y eso que estas colegas no son nada simpatizantes de la Obra, sino todo lo contrario, le tienen total aversión. Por lo cual puede verse la influencia en la moda a las que se las conminaba en los años cincuenta a las de la Sección Femenina. Asimismo le añadía que para mi fue chocante la primera vez que tuve la oportunidad de ver a una numeraria con esa prenda y el contraste que observe después al encontrarme con una directora de la delegación con vestimentas más “actualizadas”, no obstante aún un poco desfasada de la moda del momento.

 

Intercambiando opiniones al respecto del párrafo que he tomado del artículo de EscriBa y que en el mismo sentido escribe Itaca que concreta en el aspecto de la moda, esta amiga me dijo a mi verdaderamente me sienta mal del todo este tema. Las mujeres... ala, a los trapitos que es lo suyo”. Lo que me inspiró a escribir este artículo y a colocar su afirmación como parte del título del mismo. Y tiene razón, porque ella se refería claramente a esa forma de considerar a la mujer como carente de otras posibilidades que no sea la moda.

 

Itaca nos hace una síntesis histórica valiosísima de esa visión de la moda femenina que se tiene en el Opus Dei, cuya inspiración divina proviene del mismo Fundador. Es decir, que no solo las relegan al tema de la moda sino que a la vez, deben recibir indicaciones sobre lo que han de entender por la misma. La visión de esta forma de conceptuar la moda proviene de un hombre, sacerdote para más INRI, que como es lógico, no podría comprender –aunque quisiera- la moda femenina porque no era su especialidad.

 

Entonces ¿dónde quedaba aquello que nos cuenta Pilar Urbano en su libro cuando el Fundador les decía a sus hijas que estarían en todos los campos: en los laboratorios, en las universidades, en la dirección de empresas, etc., etc, etc.,?. Aunque la cita no es textual, si el contexto, por lo que no me explico el por qué en pleno siglo XXI una de las grandes conclusiones de un Congreso sea precisamente reducir a la mujer al papel de influir en la moda, cuando hay infinidad de escenarios y trabajos en los cuales la participación de las mujeres es importantísima.

 

Por otra parte, en una sociedad mundial globalizada como en la que nos ha tocado vivir, el mundo de la moda no es coto exclusivo de la actividad femenina, sino también trabajan en el mismo muchos diseñadores de fama internacional. Ante esto me pregunto: ¿Cómo van a influir las numerarias que estén en esa industria si no pueden tratar a los hombres?. Dejo abierta la pregunta para posibles respuestas.

 

Regresando a lo publicado por Itaca, ella destaca una y otra vez que las que trabajaron en esas revistas eran periodistas de mucha valía. Nuestra amiga en cuestión corrobora los datos y afirma  al referirse a una de las citadas por Itaca que: “es una pena pensar que una pedazo de periodista como ella solo pudiera escribir sobre la moda”. Y claro, estas profesionales tuvieron que ser reducidas a la única actividad que el Fundador de la Obra podía pensar para ellas: la moda. Esto lo hizo en los años cincuenta del siglo pasado; pero tal mentalidad ha sido actualizada para las periodistas y las chicas profesionales que están ahora en la Obra en el inicio del siglo XXI.

 

Si me pongo más quisquilloso podría llegar a la siguiente conclusión: las intelectuales deben aplicarse al mundo de la moda como misión para “recristianizar la sociedad”. Y las no intelectuales a los quehaceres domésticos. Sé que suena fuerte pero si se analiza detenidamente, esos son los resultados. Esta es una visión maniquea de la realidad y deja en el olvido a las millones de mujeres que deben intercalar el ejercicio de su profesión y su actividad – su trabajo- familiar. Para las de la Obra es ponerlas entre la espada y la pared; como es lógico, lejos de proporcionarles una luz para compaginar ambas actividades, produce zozobra y las deja solas en la búsqueda de ese equilibrio necesario para afrontar estas tareas.

 

Esto cara al día que he señalado al inicio de este artículo resulta fuera del contexto de la sociedad actual, es como un retroceso a tiempos en los cuales las mujeres eran minusvaloradas en todos los ámbitos, desde el doméstico hasta la legislación nacional. La conmemoración antes aludida, se inspiró en una huelga que llevaron a cabo unas obreras en una fábrica de Nueva York en 1908. Pero estos acontecimientos de la historia contemporánea del mundo no han hecho mella en la mentalidad machista que aún perdura en las indicaciones que la Obra tiene para las mujeres.

 

Pero aún hay más, estoy persuadido que muchas numerarias y agregadas que aún siguen dentro, no se han aplicado a esa labor tan “encomiable” que confía la Prelatura a sus hijas, porque una pléyade de numerarias y agregadas intelectuales vienen a desmontar tal pretensión prelaticia. Yo he conocido y trabajado con colegas numerarias y agregadas cuyo nivel intelectual es impresionante. Su capacidad de análisis, los libros que han publicado, su impronta en las discusiones y debates al analizar determinadas realidades sociales en temas concretos, la huella que están dejando en el mundo intelectual es innegable. Son unas cuantas me dirá alguno, puede ser, pero están y no solo les ha tocado luchar por abrir frente en un ámbito intelectual marcadamente machista, sino que a la vez, en su vida cotidiana, en su “familia espiritual”, deben enfrentar las frustraciones que implican leer las indicaciones del Congreso ya citado.

 

Por supuesto no dejo en el olvido a las que en su momento fueron de la Obra y hoy desempeñan diversas actividades en todos los ámbitos tanto de la ciencia, la industria, el comercio, etc. Y que con ello demuestran  también que la indicación aquí analizada queda caduca ante la realidad y las exigencias del mundo de hoy.

 

En fin, ciñéndome a la cita en cuestión, no es que solo deban estar relegadas a sus “trapitos”, porque ni para eso son libres. Deben bajar unos cuantos dedos a sus faldas, o seguir los patrones establecidos para la confección de los pantalones que ahora si les permiten usar, asimismo deberán hacer pericias con los escotes, todo ello según los criterios emanados de Roma y no precisamente de Villa Sachetti o la Montagnola, sino de Villa Tevere.

 

Un fortísimo abrazo para cada uno y uno muy especial para cada una de vosotras chicas.

 

Armando

 

P.D. Agradezco a las dos amigas que contribuyeron en la revisión y redacción de este artículo y me permitieron validar los argumentos que expongo.









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