Al responder a tu escueto telegrama he de decirte que yo lo lamento muchísimo por ti, porque se aprecia un exceso de ignorancia en tus pocas palabras, lo cual denota mucho atrevimiento de tu parte para afirmar lo que sostienes. Dices que no es de buena educación hablar mal de nadie ¿Y qué es entonces lo que tu haces con acusación incluida al rematar con la frase “Dios juzgará”?. Nos acusas de mal educados y a la vez nos transfieres directamente al Santo Tribunal de Dios.
Pero pongámonos serios, creo que han sido suficientes los mails con acusaciones para los que participamos en esta página, ya sea con nuestros aportes o con la lectura asidua de los mismos, por lo cual es necesario puntualizar para realmente tomarse en serio esos señalamientos mordaces que se nos hacen. Por lo cual te insto a ti y a todas y todos los que han participado en plan justiciero, a que me respondan las siguientes preguntas.
- ¿Lo que se ha escrito aquí sobre el Opus Dei es cierto o no?
- Si la respuesta es no ¿por qué?
- ¿Cuál es el fundamento de los argumentos que dan como conclusión que lo expresado por muchos en esta web es mentira?
- ¿Cuáles son los hechos de descargo para verificar que realmente los que vienen a acusarnos de esto u lo otro tienen razón?
- ¿Qué pruebas pueden presentarse para desmentir lo que aquí se escribe?
- ¿Cuáles son las fuentes escritas utilizadas para rebatir los argumentos que aquí se han presentado?
Creo que esta batería de preguntas puede dar una línea argumental a las personas que como tú, esgrimen una serie de condenas en nombre de Dios.
Hasta que no se publique aquí algo bien fundamentado y con argumentos sólidos que contengan respuestas a las preguntas elementales que he formulado, considero que no debe tomarse en serio lo que escriben en esta página los “defensores” del Opus Dei. ¿O acaso no tienen seguridad de lo que es la Obra para argumentar con la razón sus críticas hacia la web y los que escribimos en la misma?.
Espero tus respuestas Jorge y las de los que como tu, han venido con planteamientos tan vacíos y carentes de toda objetividad.
Armando
