Hombre Pantaleón, ¿que decirte ante tu carta?. Material hay por lo que procuraré seguir un orden. Pero ups lo olvidaba, Habiendo sido de esos elementos que antes les llamaron oblatos y hoy agregados, que en tu mentalidad pantaleonesca será algo así como: añadido, de más, arrimado, secundario, etc., etc., en fin, como fui de esas categorías inferiores, igual no te dignes leer mi mail. Lo cual me da absolutamente igual. Pero a lo que voy. Efectivamente, aprendí a comer dentro de la Obra. Mira tú por donde has dado en la diana y dejado en evidencia mi más oculto secreto.
Yo aprendí a comer una hamburguesa con cubiertos en la Obra, pero no me refiero a lo que en España se le llama así que es solo la torta de carne, sino a la hamburguesa tipo yanki, con pan adecuado para la ocasión, con sesamo (ajonjolí) sobre una de las partes, la hamburguesa en si o la torta de carne, lechuga, cebolla, tomate, mayonesa, ketchup, mostaza y en algunos casos pepinillos al gusto. En fin, de esas mismas aprendí a comer con cubiertos como debe ser ¿verdad Pantaleón?, aunque mejor te diré Panta que es más coloquial.
Claro que al haber sido educado en las normas del comer bien, como se debe, las idas a Mc Donalds o a Burger King, las esporádicas visitas, fueron sensacionales. La primera cosa fue darse cuenta que todos comen las hamburguesas con la mano, por lo que me sentí afortunado de haber sido sacado de la barbarie. Me presentó al mostrador, pido la comida y me percato que no me dan cubiertos ¡imagínate eso Panta!. Pues nada, los pedí de forma comedida –ojo también me enseñaron a hablar ya que me habían sacado de una auténtica cueva de trogloditas los del opus-. Pero para mi sorpresa no proporcionan cubiertos en esa clase de establecimientos.
De igual forma te podría comentar mi adiestramiento en la forma de comer los hot dogs (o perritos calientes), los tacos mexicanos y todo tipo de comida rápida con cubiertos. Luego pasamos a las lecciones de comer frutas con cuchillo y tenedor, toda una proeza en la que seguro tu serás experto. Apreciar las maniobras para quitar la cáscara a una naranja con estos utensilios, sin tocarla para nada, es algo digno de apreciarse y aplaudirse. Aunque he de decirte que la prueba de la naranja no la superé del todo, debo practicar más. Eso si, que bien se siente uno al lucir tales pericias en una comida de cavernarios que toman la fruta con la mano para retirar la cáscara.
Pero tu carta no se queda ahí, sino que va a más. Dices que “No asigan, (sic) hombre. Enfóquenlo (sic) de otra manera. El mundo está tan podrido que con ciertas actitudes corroboramos (sic) a hundirlo más” . Aquí te doy el privilegio de ser el auténtico iceberg hunde barcos con tu actitud, primero conviértete tú, dedícate a lo tuyo, porque de este tema no sabes absolutamente nada. Aplica tu tiempo a cosas más útiles como por ejemplo, a conocer mejor a la gente y no etiquetarla como lo haces muy bien en tu carta.
Sigues la pauta de otros que como tu han entrado a esta página a decirnos que hacemos cosas del demonio. Te aconsejo que te leas el Génesis, en concreto la parte donde la serpiente da sus razones por lo cual tienen la prohibición de comer el fruto que Dios ha señalado que no han de tomar. Medítalo y saca conclusiones o mejor, para que te sea más familiar, saca propósitos.
Y mientras tanto, si no tienes a nadie a quien escribir y nada que hacer, envíale mails a Alejandro Berganza, seguro que os entenderéis muy bien.
Una última, antes de hablar de algo hay que documentarse y no tirarse al agua sin saber nada de lo que se escribe. Mientras tú haces todo eso, yo seguiré en mis prácticas de comer bien.
Armando
