Queridos orejas:

Me ha gustado mucho lo que escribe Carmen Charo el lunes pasado. Es un retrato exacto de la realidad que me ha permitido recordar cosas absurdas de nuestra vida en el lado oscuro.

Me vuelve a la memoria la contundencia con la que se afirmaba que “nosotros” no hacemos las lecturas en las misas porque eso es algo clerical. Luego, cuando le dio la gana, el Gran Hermano dijo que los numerarios harían las lecturas en las misas de los centros. A algunos les costó horrores digerir esa tontería, así son esos chicuelos. Fue una buena oportunidad para reírse de sus absurdas reglas.

También he encontrado en la despensa de los recuerdos la imagen de “mis hermanas” llevando velo en las ceremonias litúrgicas. Sería eso, si no me equivoco, por los primeros años 80. De repente veías a las numerarias y a las agregadas (las supernumerarias en general pasaban) aparecer con velos en un tiempo en el que nadie los llevaba. Estupor y extrañeza, pero nadie dijo nada, al menos en mi presencia. Desde luego el velito sería lo que fuera, pero no parecía ir muy a tono con lo de ser cristianas corrientes, porque ninguna otra cristiana corriente lo llevaba. A veces los numerarios más gamberros hacían una cierta guasa cuando de pronto se encontraban un velo olvidado en una casa de retiros o similar. Cosas que pasaban. Supongo que un buen día el Gran Hermano decidió que ya estaba bien de hacer el oso, mejor dicho la osa, y fuera los dichosos velos. Ya no se volvieron a ver.

Hay, en fin, tantas cosas en el lado oscuro, que son más raras que una imagen de San Francisco con metralleta, que, al oírles presumir de su mentalidad secular y laical como cristianos corrientes, vuelvo al refrán: dime de qué presumes y te diré de qué careces. No falla jamás, ese refrán le cae al lado oscuro como hecho a medida. Perfecto.

Con todo cariño,

Dionisio, desde su laical Areopago