La oveja naranja.- Satur
Fecha Wednesday, 21 February 2007
Tema 900. Sin clasificar


La prueba más evidente del deterioro del Opus Dei como institución la tenemos en el vídeo “La Oveja Naranja”, un villancico cantado por decenas y decenas de chicas de lo más ¡¡¡supersocorro, que me ataca un Lacoste!!!. Es en un concurso de villancicos organizado por la Universidad de Navarra, el grupo pertenece al colegio mayor Olabidea.

 

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En versión tecno, y con una niñas que están … ¡buenoooo, cómo están!. En el segundo 46 se nos presenta una pastorcita de blanco, con un pañuelito también blanco en la cabeza, que a uno no le extraña que la oveja se ponga naranja… ¡y roja!, ¡y amarilla!. Yo mismo, en viéndola, me puse azul. ¡En el minuto 2,19 sale una maravilla de ser humano con toda la pinta de llamarse Carlota de García Baxter y López de Letona y de Cepeda y Ahumada… ¡un estallido de fuegos artificiales!, ¡qué ojos!, ¡qué oídos!, ¡ qué corazón!, en una palabra, ¡qué todo su ser!.

 

Se pueden distinguir en todo ese guirigay de frikies:alguna numeraria, alguna supernumeraria y una agregada (y que no se me enfade nadie). La que dice “¡¡¡bééééééé!!!!. Esa voz no es de numeraria, ni de supernumeraria: es una agregada. Fijo. Presunta numeraria puede ser la de rojo que está al final a la derecha de la primera fila, y presunta supernumeraria alguna de las componentes de una pareja en primer plano con unos pendientacos de perlas como las que pintó Vermeer.

 

Se intuye las caras de los padres de las niñas sentados en las butacas, mientras ellas gritan  “¡la oveja, NARANJA, la oveja NARANJA, NARANJA, NARANJA, NARANJA!”. De vez en cuando un grupo de jambas, mientras las de la primera fila hacen un algo parecido al can can, y otras un algo parecido al “amo a Laura”, se pasean en plan pasarela Cibeles – Cibeles, no conduzcas – con la gracia de una escuela de reeducación para disléxicos, o un programa de Ayuda al Desarrollo de la Inteligencia. Porque mira que es fácil darse una vueltecica cada tres pasos, pues nada, hay varias que ¡NARANJAS, NARANJAS, NARANJAS!: no dan una.

 

Momento memorable al final. Se abre la primera fila en un pasillo … yo me dje “¡coño, ¿a que sale ahora un drag queen y se monta el espectáculo?”. Pero no; sale un jebo con boina y cara de una felicidad fantástica. ¿Qué significa esto?, ¿es un guiño a la institución para que no exista separación de sexos?, ¿es un avance, un abrir brecha, una pequeña revolución ad intra?. No. El jebo es sólo eso, un jebo. No tiene pinta de numerario, ni de padre supernumerario de una de las  niñas – no me veo a Don César de Malumbres y Torres de Guisando y Bocanegra haciendo el gilipollas sobre un escenario-… ¡ correcto!: es un agregado. Y que no se me enfade nadie.

 

Últimamente, en orejas, se escribe mucho sobre la crisis de la institución. Son ladrillos de folios y folios sobre la praxis, los documentos internos, el código de derecho canónico… ¡nada!: aquí tenemos la prueba palmaria. El barco se hunde.

 

Un último detalle. Hay una escena donde se ve a la Sagrada Familia. Si se observa bien, el Niño está buscando algo en la cuna… ¿qué es?, ¿un látigo, en recuerdo, quizás, de ese otro que años después usaría para echar a los mercaderes del templo?. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que después de escuchar el villancico estuvo treinta años en silencio. No me extraña. Debía de estar pensando “¿qué hago?, ¿los redimo o no los redimo?”. Normal. A un niño no se le hace eso.

 

En mis pesadillas – últimamenete me asaltan muchas derrepenete, depronoto- veo al pastor danzando en pelotas entre las niñas de Olabidea gritando “¡¡¡NARANJA, NARANJA, NARANJA… BÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ !!!”: un aquelarre.

 

Satur









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