Hola a todos,

Como dice el título doy por terminado este tema. En esta ocasión al menos.

Carmen Charo, me vas a perdonar, pero me ha dado tal bajón al leer tu correo del lunes dirigido a mí, que de verdad que ya no me quedan ni ganas ni fuerzas de argumentar nada más al respecto. Otro día que esté más inspirada te contesto algo en condiciones a tu correo personal, ok?.

A todos: no creo en batallitas personales, pero tampoco creo en el silencio por respuesta a las agresiones injustificadas. Porque el que calla otorga. Yo no soy del club de fans de nadie, pero me indignan las injusticias. Las de cualquier color o procedencia. La admiración que siento por algunas personas me da la sensación de que sigue criterios diferentes a los expresados en esta página recientemente, pero en cualquier caso no me lleva a justificar los defectos ni las faltas de respeto de nadie. Me lleva a comprender y a perdonar, pero no a justificar. Y la verdad, como una es así, le resulta más difícil la comprensión cuando la actitud del ofensor es la arrogancia. Qué le vamos a hacer, debe ser un defecto heredado de mi paso por el Opus. Como todos los defectos parecen ser heredados de nuestro paso por el Opus, y las virtudes adquiridas antes o después del mismo; nunca durante, faltaría...

Lamento haber dado a algunos la sensación de estar cabreada, porque no lo estoy. Es uno de los problemas de los escritos, que no tienen voz ni cara. Todas las cosas que he argumentado las he argumentado desde la tranquilidad y la paz más absolutas. El que se lo quiera creer bien, y el que no, también. Lamento no poder dar nombres para aumentar la credibilidad de mi afirmación...

Por cierto Carmen, cuidadín con las biografías, que a veces engañan un congo... No estoy sugiriendo que Ana sea una mala persona, ni de lejos, pero crearse opiniones acerca de alguien leyendo su biografía, tiene su peligro, porque cualquiera que escribe sobre sí mismo intenta no quedar rematadamente mal al menos... Es condición del ser humano, no creo que tenga nada que ver con haber sido del Opus Dei.

Un abrazo,

Isabel Nath