Sobre la 'polémica epistolar'.- Daniel M.
Fecha Monday, 19 February 2007
Tema 140. Sobre esta web


Hola,
He seguido la polémica epistolar originada por el correo de Unamigo, las opiniones de diversos participantes y finalmente el último correo de Ana Azanza. Me parece que el descontento planteado crudamente por Unamigo es del todo lógico y además irrebatible el fondo. Alguno pensaría que es bastante fuerte en las formas, pero lo que ha hecho es devolver la “ofensa” con la misma moneda, la palabra escrita, usando el lenguaje correspondiente a su grado de enojo.
 
El correo de Carmen Charo, defendiendo a Azanza, no veo que se sostenga. No hay Causa, ni Principio o Idea Sublime que legalmente permita a un ciudadano divulgar datos de la intimidad de otra persona sin autorización de ésta. No sólo porque sea cierto el viejo adagio que el fin no justifica los medios, sino porque simplemente no es legal en el continente europeo (con sus diversas modalidades jurídicas) Ni supongo que tampoco en el americano. Y esto con todos los matices que se puedan añadir al tema.
 
Sinceramente, creo que la licitud o no de la divulgación de datos de la intimidad de la persona (y sus límites) está resuelto hace décadas por la jurisprudencia y en sentido claramente restrictivo y negativo de la difusión de datos personales sin motivo legal alguno.
 
Me detengo brevemente en el último correo de Azanza, “no me harán callar”. Veo que no responde en nada al correo de Unamigo. No sé si Azanza se detuvo a considerar si tenía alguna razón, ni tampoco si llegó a reconocer interiormente que quizás se había pasado con su alusión a la muerte de Ricardo Yepes o con algunas menciones de personas en su libro. Pero su “respuesta” (o la falta de ésta) da a entender todo lo contrario, es decir, que no reconoce nada, ni se arrepiente de nada.
 
Y esto no le favorece. Pues una persona que parece ser incapaz de reconocer sus propios errores, incluso aunque otros se los señalen –reconozco que en este caso de manera desagradable-, por mucho que sepa de la Prelatura, por mucho que lo suelte todo –aunque ya no está en ninguna “charla” y por tanto no tiene porqué decirlo todo- ¿qué tipo de objetividad  y rigor tendrá al analizar la conducta de otras personas o al criticar el modo de funcionamiento de la Prelatura del Opus Dei?
 
Encuentro que, para mejorar en la manera de sus críticas, podría servirle el libro “Una sola vida –ocho historias de la guerra” de Tom Lampert -Ediciones Destino-. El autor nos muestra un buen sistema de describir lo que fue la Alemania de la Segunda Guerra Mundial a través de ocho breves historias biográficas. En estas historias el autor cita a los protagonistas sólo por la inicial del nombre. No da nunca ni el nombre ni los apellidos, centrándose en mostrarnos el recorrido vital de cada uno. Un método similar podría emplear Azanza en sus escritos reivindicativos.
 
Por otra parte recuerdo la queja que Maria del Carmen Tapia exponía en la parte final del libro de John Allen “Opus Dei”, en relación a los comentarios que varios miembros de la prelatura habían dicho de ella en Italia y en diversos medios de comunicación. Si es natural que la Sra. Tapia se quejase ¡cuánto más cuidado debería tener Azanza o cualquiera en lo que se dice de otras personas! ¡Y cuánta capacidad de reconocer nuestros fallos deberíamos tener para evitar recaer en lo mismo!
 
En cuanto al correo de Isabel Nath publicado el pasado viernes 16 de febrero estoy completamente de acuerdo con ella. Es de lo más sensato que he leído sobre este asunto.
 
Saludos,
Daniel M.








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