El Opus Dei ha perdido un “ministro” y ha ganado una especie de “secretario de Estado” en el Gobierno central de la Iglesia Católica en el Vaticano. El cardenal Julián Herranz Casado presentó la dimisión por motivos de edad al cumplir 75 años (cumplió el 31 de marzo de 2005) como presidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos y ahora le ha sido aceptada. Es el segundo cargo importante que pierde esta prelatura personal fundada por San José María Escrivá de Balaguer y Albás en la Santa Sede. No hace mucho, la prelatura perdió también al portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls.
Para sustituir al cardenal Julián Herranz ha sido designado el obispo italiano Francesco Coccopalmerio, que en el futuro, como es habitual, será designado cardenal de la Santa Iglesia Católica. Como vicepresidente ha sido designado el también italiano monseñor Bruno Bretagna. En principio, estos cambios no tendrían la menor importancia y formarían parte de la remodelación de la Curia Romana llevada por Benedicto XVI tras su nombramiento, salvo si se tiene en cuenta que como secretario del Consejo Pontificio del cardenal Herranz el también sacerdote numerario del Opus Dei Juan Ignacio Arrieta Ochoa de Chinchetru.
Cuando en la vida política alguien siempre está en los cambios políticos se suele decir que “está en la pomada”. Juan Ignacio Arrieta está en esta situación: profesor ordinario de Derecho Canónico de la Universidad de la Santa Cruz; juez del Tribunal Eclesiástico de la Ciudad del Vaticano; refrendario de la Signatura Apostólica, consultor de varios dicasterios, entre ellos el que ahora ha sido nombrado secretario; decano del Instituto de Derecho Canónico San Pío X (santo que es uno de los patronos del Opus Dei y se le encomienda las relaciones con las autoridades de la Iglesia) de Venecia. Está a punto de cumplir 56 años, por lo que se le puede pronosticar una buena carrera en el futuro.
Pero existe un dato a tener en cuenta en el currículo de Juan Ignacio Arrieta. Además de pertenecer al Opus Dei, es un especialista en el Camino Neocatecumenal, fundado por Kilo Argüello y Carmen Hernández. A él se debe el principal comentario que se hizo sobre este último grupo religioso tan extendido por todo el mundo, cuando Juan Pablo II aprobó provisionalmente por cinco años los estatutos del Camino Neocatecumenal.
En la conclusión de su artículo, Juan Ignacio Arrieta, tras resumir lo aprobado, citando a Juan Pablo II, decía que los estatutos aprobados constituían una “clara y segura regla de vida para el Camino Neocatecumenal, constituyendo para el Camino, y para los fieles cristianos en general, un momento que se vive con gran alegría y vivo agradecimiento a Dios y a la Iglesia. Este texto constituye "nuevo punto de partida -concluía el Papa aludiendo al n. 30 de la exhort. ap. Christifidelis laici-, que es signo visible de una identidad eclesial madura”.
El Opus Dei ahora dirá que no es una pérdida de poder. Incluso dirá que Arrieta tiene un cargo importante y que para ellos es un honor, ya que ”solo está para servir a la Iglesia Católica como ella desea ser servida”, tal como decía su fundador y repiten machaconamente una y otra vez a todas las personas que se acercan a esta prelatura personal. La realidad es una pérdida de poder.
NACHO FERNANDEZ
