La historia del borrico.- Conchi
Fecha Friday, 16 February 2007
Tema 100. Aspectos sociológicos


Hace unos días, por casualidad, tenía entre mis manos la obra del Premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez titulada Platero y yo. Seguro que muchos la habéis leído de pequeños en el colegio....

 

En estas estaba, cuando, de repente, me dio como un pálpito y algunas palabras, el estilo, me recordaron la famosa historia del borrico que aparece en una publicación interna de la Obra. Es en el final de la que trata sobre la elección de D. Álvaro, correspondiente a Septiembre de 1975.

 

La recuerdo muy bien, porque me sabía trozos casi de memoria y aún veo las páginas en otro tono distinto que el resto del libro. Una parte era en beige y otra en gris.

 

Como yo me dedico a temas relacionados con la literatura y el análisis textual, creo no equivocarme demasiado si digo que este texto es una copia del estilo de prosa poética del libro del andaluz. Si no, ¿por qué, sin más ni más, iba yo a haber relacionado unas palabras con otras? Lógicamente, no puedo decir qué parte está “inspirada” en Platero y yo, -y menos sin tener los dos escritos para compararlos- pero mi intuición me lleva a asegurar este extremo, y esta no me suele fallar, y no es presumir.

 

¿Por qué cuento esto que aparentemente no tiene importancia? Pues para abundar en la línea de que todo lo que dice el Opus Dei está ya inventado, que tienen muy pocas ideas originales y que este es un detalle más que corrobora cosas de mayor calado que han aparecido en estas páginas: inspirarse en otras instituciones religiosas, en otros reglamentos, en otras  fuentes culturales, etc.

 

Este dato, mera especulación y sin mayor trascendencia, se puede unir al de los temas decorativos y arquitectónicos, especialmente a las casas que hay en Roma, que son como collages de elementos heterogéneos tomados de aquí y de allá. Con lo que hoy llamaríamos en lenguaje Word “cortar y pegar”, se decoran los centros, los oratorios, e incluso se repiten las indumentarias de los miembros de la Prelatura dándoles ese inconfundible aire de familia (?).

 

Gracias a Dios, nos fuimos, y como dicen aquellas palabras “la historia del burro acaba bien”.

 

Saludos

Conchi









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