Tus palabras me han hecho recordar. Para Otaluto.- Asunta
Fecha Friday, 16 February 2007
Tema 070. Costumbres y Praxis


Muchas gracias por tu último escrito: "Por qué pité". Por su extensión veo que le has dedicado un buen rato y realmente no tiene desperdicio. Explicas estupendamente lo que te pasó y me recuerdas muchas detalles que había casi olvidado de mi pitaje y experiencia en “la Obra”. Muchos detalles son un calco.

 

Me produce asco esa amistad tan interesada de el sacerdote RR del que hablas. Me repele cómo se ganó tu amistad hasta el punto de hacerte dependiente de él y cómo cuando no sacabas buenas notas o dejabas de parecer “pitable”, te trataba con indiferencia o incluso con crueldad, como tu dices. Al final se aprovecha de tu momento de crisis, cuando todo te va mal y desesperado quieres ver una salida en la vocación, y entonces se vuelve a poner amable y encantador hasta que consigue que pites. No hace falta que cuentes, porque lo intuyo , que a partir de tu pitaje ya no le viste el pelo y que él se olvidó de ti, pues su amistad era interesada y además, en caso de seguir cultivándola os acusarían de “amistad particular”….’

 

Pues este tal RR no es ninguna excepción de sacerdote ni de numerario!!!! Es desgraciadamente el prototipo de numerario/a “con buen espíritu”, el que tiene que dedicarse al pitable y relegar a los demás a un segundo plano… y luego dicen “de 100 almas nos interesan las cien”. Sí sí, en un principio interesan las cien hasta que se descartan y olvidan digamos  85 y las 15 restantes siguen interesando… hasta que el perfil de estas no encaje con “la labor” y se queden unas tres (al estilo  Operación Triunfo o Mira quién baila, para entendernos) a las que se le da el tostón o c..azo hasta que piten. Pero lo peor es que RR no era sólo numerario sino sacerdote y se supone que pastor de almas.

 

También me parece muy típico lo que te hicieron aconsejándote una carrera que no era la que a ti más te atraía. Eso también es típico en el Opus, vamos que dicen que ellos “no se meten” que eres tú quien elige, pero sí que se meten aconsejándote lo que más interesa desde el punto de vida “apostólico” .

 

El siguiente párrafo de tu escrito es muy significativo. A mí también de siempre me chocaban muchísimo las numerarias en lo poco naturales que eran, lo tiesas que estaban, cómo hablaban, los términos peculiares que empleaban, cómo se reían, los grititos que daban a destiempo… y me siguieron chocando los 7 años que fui numeraria (incluso cuando ya yo me empezaba a comportar en cierto  grado de la misma forma). Pero hay que ver lo bien que saben darle la vuelta a la tortilla, si tú haces un comentario,  y cómo tienen respuesta para todo. Eso siempre se les ha dado bien, el no desperdiciar nada, eso de hacer limonada si le dan limones como ellos mismos lo han denominado tras el peligro Da Vinci… son expertos. Parece como si en los cursos anuales para “directivos”  les concedieran el título de “Master in lemonade making”. Tu decías:

 

“El primero era con respecto a los numerarios. Los veía como personajes extraños, un poco egoístas, bastante mentirosos y viviendo una vida que no era la corriente. En una palabra, no me sentía cómodo con ellos y cómo eso podía ser compatible con mi supuesta vocación. Su contestación fue que la razón estaba de mi lado. Las cosas que me molestaba eran para molestarse, pero que quizás no todos fueran  así, había numerarios que vivían la naturalidad y el espíritu laical, etc, etc. Tal vez era posible que Dios me llamara a la obra para ayudar a rectificar estos problemas que con tanta lucidez sabia discernir. Quizás, decía,  era un mandato particular y especial de mi vocación: ayudar a la obra a cambiar. La respuesta me dejó satisfecho. Significaba que la obra era mejorable y que cada uno podía hacer su aporte.”

 

Este cuento de que todo esto se podía rectificar también me lo creí yo, hasta que me percaté de que  aquel mar de falditas, risitas  y grititos no tenía remedio alguno porque era el síntoma típico de la esquizofrenia que se creaba al tener que ser monjitas sin parecerlo y vivir en conventos que debían parecer o palacetes o pisos sacados de una revista de decoración. Decir que se estaba en el mundo sin de verdad estarlo. ¡Qué pesadilla! , ¡Qué absurdo invento!.

 

Bueno Otaluto no te olvides de seguir escribiendo tu trilogía en el mismo estilo detallado y minucioso, ya has contado cómo pitaste y te queda como duraste 13 años y como te largaste por fin…

 

Un saludo cariñoso desde Noruega

 

Asunta









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