Sobre el liberalismo y los liberales de la Obra.- Salvador
Fecha Monday, 12 February 2007
Tema 100. Aspectos sociológicos


Luxindex, haciendo honor a su nick, piensa que los nombres y datos liberales consignados por Herzegovino, en todo caso, vendrían a ser como “post-it” u hojas volanderas en la agenda de la Obra, porque, liberal, lo que se dice liberal, no había nada en ella. Y ambos tienen razón.

 

Las tres acepciones de “liberal” que hace Herzegovino  son aceptables porque las basa en un criterio comparativista y de aproximación.

 

Siguiendo la sistematización de Herzegovino y la linea de  Luxindex comentaría:

 

1.- Frente a la autarquía imperante hasta el año 1956, cualquier plan, como el de estabilización de  1959) era por comparación, “liberalizador y liberal”.

 

El autor intelectual de plan de estabilización, Joan Sardà Dexeus, sí era un liberal. En algunos sentidos también Alberto Ullastres, que fue quien decidió que había que cambiar de rumbo. Los otros miembros de la Obra que participaron, como Navarro Rubio, es difícil calificarlos de liberales a no ser que los comparemos con sus adversarios falangistas.

 

Uno de los “compañeros de viaje” del plan, Fabià Estapé, en sus memorias, retrata así -en catalán- a Navarro Rubio:

 

“En aquell moment (1959), Navarro Rubio era un home capaç d’afaitar-se recomanant la signatura de penes de mort. Penso que era un home d’una raça especial que existeix a Espanya i que es va manifestar durant la guerra civil, que no deixaven ni combregar els qui anaven a fusellar perquè no tinguessin l’opció d’arribar al cel. Pelaven els mestres al paredó amb una facilitat esfereïdora, generalment, al matí. Crec, honestament, que Navarro Rubio era d’aquests, malgrat que l’Opus Dei, l’ofici, i la seva dona, l’havien civilitzat bastant. La seva adscripció a l’Opus Dei havia frenat el militarisme que duia a les venes, però tenia sortides d’autoritarisme i bestialitat que no podia evitar. I alguns tocs divertits”

 

Traducción: En aquel momento (1959), Navarro Rubio era un hombre capaz de afeitarse recomendando la firma de penas de muerte. Pienso que era un hombre de una raza especial que existe en España y que se manifestó durante la guerra civil, que no dejaban ni comulgar a los que iban a fusilar para que no tuvieran la opción de llegar al cielo. Se cepillaban a los maestros en el paredón con una facilidad escalofriante, generalmente, por la mañana. Creo, honestamente, que Navarro Rubio era de estos, a pesar de que el Opus Dei, el oficio, y su mujer, lo habían civilizado bastante. Su adscripción al Opus Dei había frenado el militarismo que llevaba en las venas, pero tenía arrebatos de autoritarismo y bestialidad que no podía evitar. Y algunos toques divertidos” 

 

En el pequeño pueblo aragonés de Daroca se fraguó la amistad de Navarro Rubio, Perez Tenessa y Gregorio Ortega Pardo, que como amigos y colaboradores,  tuvieron cierta participación en la operación política de la entrada en el gobierno de  “los tecnócratas” (1956) . En algunos sentidos sentidos Perez-Tenessa era algo liberal, pero ningún liberal-liberal lo tendría por tal.

 

2.- En cuanto al “talante liberal”, desde un punto de vista intelectual, yo lo definiría como aquella persona que piensa, sistemáticamente, que su interlocutor puede tener razón.

 

La reserva de “materias no opinables” que, restrictivamente, hacía la Obra contradice ese talante.

 

Si consideramos la política como una parte de la filosofía moral, el liberalismo tiene un cariz filosófico y moral que no coincide, en absoluto, con el que sostenía sanjosemaría y su Obra.

 

En el fondo, lo que el liberalismo pretende es, como organización social, que cada uno pueda vivir de acuerdo con sus principios, de acuerdo con su conciencia.

 

En mi época, la misma que la Hercegovino, la Obra  distinguía entre la libertad de conciencia y la libertad de las conciencias. Y, efectivamente, decían dos cosas diferentes.  

 

3.-  Es cierto que la obra intelectual de Vicente Cacho se integra plenamente en la tradición liberal  castellana.

 

Quien lee “el nacionalismo catalán como factor de modernización”,  con su alabanza, implícita, del “catolicismo distentido”, mayoritaria de la Iglesia catalana, fruto del catalanismo, no puede más que ver diferencias con el ambiente intelectual de Escrivá y, para mí, también con su catolicismo (quizás Cacho lo vería de manera diferente).

 

El discurso del segundo Calvo-Serer y el de Juan Antonio Giner, también se inscriben en categorías liberales. Como el de Fontán.

 

Tampoco es difícil tildar de liberal la aventura de “Gaceta universitaria” de Andres Garrigó frente al autoritarismo de Fraga Iribarne; contraste bien simbolizado en su comentadísima entrevista –que contaba con mucha gracia- con el ministro de Información.

 

Que estos discursos puedan compatibilizarse con la adscripción no liberal de la Obra es un asunto que pertenece a los misterios de toda biografía.

 

Muy cordialmente

 

Salvador









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