Más sobre psiquiatras.- Opacan
Fecha Wednesday, 31 January 2007
Tema 105. Psiquiatría: problemas y praxis


Contaba con 19 años, estudiaba segundo de carrera y cursaba 2º en el centro de estudios.  Llevaba 15 meses sin hablar con mi madre que mantenía su silencio ante lo que no entendía ni admitía. En aquella época mi vida se reducía a rezar, ir a clase, asistir a meditaciones, círculo y charlas de todo tipo, dar un paseo a la semana y una excursión a mes, hacer visitas de pobres con las "amigas"... Bueno ya sabéis, una vida de lo más plena. Los humanos tenemos la mala costumbre de no saber meternos en la piel de los demás,  y pensaba que la vida de numeraria era la más completa y trabajosa, plena y llena que podía haber sobre la tierra, en cierto modo, bendita inocencia, sentía pena por los que estaban lejos de la obra, pobres desgraciados, pensaba. Pero qué pasó, pues que una vida tan intensa, ja, una situación tan antinatural, la tensión de tener tan lejos a mi familia, el acoso en el  apostolado, la persecucción para aumentar la lista de amigas que acercas a la cosa, etc, me minaron.

     Yo me encontraba cada día peor, pero no era consciente, mi "ajetreada vida" no contemplaba la palabra enfermedad, ni depresión, tenía 19  años. Cerca de Navidad me llevaron a Madrid, era un viaje, a un doctor psiquiatra de la obra que se llamaba Dr. Lucas, sino recuerdo mal,  me diagnosticó una depresión endógena, que según el propio término indica es de causas internas, no influye el entorno ni las circunstancias. No hubo analíticas ni pruebas complementarias. A partir de ahí comencé con una medicación que me dejaba dormida la mitad del día, deje de ir a clase y me pusieron a colaborar con la administración.

Volví a consulta allá por el mes de Mayo, en el intervalo la directora, no la paciente, hablaba con el médico por teléfono con cierta periodicidad. Allí estuve en consulta no recuerdo los detalles, si recuerdo que entró la directora a hablar a solas con el médico y que allí se decidió que la obra era demasiada exigencia para mí, que tenía que dejarla pues si no, iba a pasarme  la vida  enferma. Esa conversación la escuché parcialmente y sentí un profundo dolor y una gran desilusión, pues había dejado a mi padre y a mi madre de mala manera por Dios y ahora parecía que Dios ya no me quería. Tardé años en comprender que Dios siempre me había querido y que mis padres también, que quienes no me habían querido, eran ellos y ellas que habían tomado las decisones tan importantes por mí. Me sentí derrotada, frustrada, ninguneada, y sobre todo abandonada. Desde aquella visita, tardé un mes en que me llevasen a MI CASA de vuelta, fueron tiempos muy duros pero mis padres y mis amigas de toda la vida  estuvieron ahí y me ayudaron muchísimo.

Comencé a ir al psiquiatra normal, que nada más llegar me mandó una analítica general y otra de tiroides. No comprendía el buen hombre cómo no me la habían hecho antes. Me cambió el tratamiento, y en cuestión de meses fui mejorando notablemente.

Ahora, con el doble de edad, todo es diferente, no hago velas al Santísimo  una vez al mes, pero me paso las noches en vela cuando alguno de mis hijos se ponen malos. Dentro de unos meses nacerá el quinto y volveremos a las tomas de la madrugada y a los cólicos del lactante.

Bueno, yo me pregunto, ¿quiénes son ellos para decidir para lo que valemos o para lo que no?

Ahora me alegro de que todo haya pasado, de la vida que tengo y le pido a Dios que ninguno de mis hijos se las tengan que ver con la obra y tenga que pasar por ese calvario.

Opacan









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