La semana pasada me llamó la atención una noticia sobre una secta que actúa en Europa, no recuerdo el nombre, sí que su mensaje es que ocurrirá algo cuando existan en el mundo 1400 “niños puros”. Un ex adepto la describía del modo clásico: se quedan con todo el dinero y manipulan a los niños. La noticia era muy escueta solo añadía que en Francia está siendo investigada. Es bastante claro que es una secta destructiva pero aun así se trata la noticia de la forma actual en la que la prensa se enfrenta a noticias sobre estos movimientos: sin molestar mucho. No es de extrañar por tanto que las noticias sobre el Opus Dei se den de una forma tan light en nuestra prensa, teniendo en cuenta también la gran influencia que tienen en los medios de comunicación...
En las empresas hace tiempo que se dieron cuenta que necesitaban gente que se ocuparan de la reputación de las mismas y mas tarde a principios de este milenio empiezan a incorporar a sus departamentos de reputación corporativa la responsabilidad social. Un gurú del tema dice que una empresa no puede funcionar bien en una sociedad que falla y eso lleva a que no sólo importe que sus clientes la identifiquen como una buena marca, sino que las sociedades en lasque trabajan mejoren. El Opus Dei nadie duda que tiene muy bien trabajado el tema de la reputación. Sus clientes internos- sus adeptos- tienen muy claro que son los mejores y que fuera de allí no hay salvación ni vida feliz. Sus clientes externos tanto inversores (cooperadores, patronos de sus fundaciones, trabajadores de sus colegios y universidades) también reciben desde la propia institución ese mensaje de buen hacer, de cuentas claras, de preocupación por los demás, sus potenciales clientes (alumnos de sus centros educativos, niños de sus asociaciones culturales, asistentes a sus medios de formación) lo son por la reputación tan bien trabajada por el marketing de la empresa Opus Dei. Las instituciones públicas también son bombardeadas por esos mensajes y en la mayoría de los casos, convencidas.
En cambio el asunto de la responsabilidad social lo tienen en pañales.
Resulta llamativo que los fieles del Opus Dei se sientan siempre tan culpables y nunca responsables. El sentimiento de culpa ha sido muy inculcado desde el principio en el Opus Dei, como en tantas y tantas sectas, porque es muy útil para manejar al adepto. Hacerlo sentir el último lo hace muy dúctil a los deseos de los que mandan. Pero esa culpabilidad es de carácter personal, no institucional. En cuanto el adepto sale a la calle, debe mostrarse seguro y orgulloso de pertenecer a la organización, debe dar su cara más alegre para que la institución gane en reputación.
Por otra parte en el Opus Dei nunca se habla de responsabilidad. El adepto ha de sentirse culpable pero no responsable de sus actos, de los actos no olvidemos dictados hasta el último detalle por la jerarquía del Opus Dei. Esto es porque la responsabilidad implica libertad, porque una persona que sabe que quien debe dar cuenta de sus actos es él no los ejecuta sin razonar y con la carga afectiva que lleva el sentirse culpable.
Una vez que las personas dejan el Opus Dei esa culpabilidad debería desaparecer, bueno, realmente no debió existir nunca pero ya que se deja el Opus Dei, como mínimo vamos a dejar a partir de entonces todo lo malo. El camino no es buscar otros culpables, el echar balones fuera no termina de parecerme la solución. Ejemplos variados de ello lo tenemos en esta web y por supuesto fuera de ella. Dentro de ella podríamos volver al correo de Trucha como ejemplo. ¿No debería ser más responsable él (Trucha) que se da cuenta de lo que hay y no hace nada que pedir culpabilidades a los demás, incluso ese chico de S Rafael del que habla que se sintió presionado y no entró no sería responsable de avisar a los que sí entraron? Como veis, hablo de responsabilidad y no de culpabilidad, cuando uno se siente responsable, la culpabilidad sobra.
Resulta chocante ver como personas que han estado más de 20 años en el opus tratan de justificarse diciendo: menos mal que yo nunca fui director, que yo no llevé nunca charlas, que nunca pidió la admisión ningún amigo mío, que yo no sabía nada… los que tienen la culpa son los directores para los que nunca lo fueron, los sacerdotes para los que no se ordenaron, los numerarios que se enteran de todo para los agregados o supernumerarios, los que están en los colegios para los que trabajan fuera… Y siento desilusionarlos pero todos los que están o hemos estado en el Opus Dei hemos contribuido al mal que hay. Cada uno en su medida, cada uno en su responsabilidad pero todos hemos ayudado. Cada céntimo que hemos aportado sirve para que otros puedan vivir sin trabajar, alejados de la realidad y dirigir el Opus Dei como lo hacen. Cada persona que nos ha conocido siendo del opus y llenando sus actos institucionales (medios de formación, canonizaciones…) ha mejorado su opinión sobre el Opus Dei. El tiempo dedicado a la administración ha servido para que otros tuviesen tiempo para dedicarse al proselitismo sectario. El Opus Dei no existiría si una generación entera, la de cada uno de nosotros, no hubiese cooperado para ello. Aunque ahora estemos de cada una de esas generaciones el 80% o mas fuera, sin nosotros y sin los que siguen, el Opus Dei hubiese desaparecido.
Como decía todos tenemos, todos los de dentro tienen, todos los atenuantes, eximentes o agravantes que se derivan de haber estado en una secta. En cada caso, tanto ante la ley como ante su conciencia serán unos u otros pero la responsabilidad de lo que cada uno ha realizado y a lo que ha contribuido, no cambia. Sin entrar desde luego en el tema jurídico y en el tema moral sólo de puntillas, pregunto ¿el haber hecho daño a los demás tiene como eximente, como atenuante o como agravante el que se haya hecho desde el fanatismo de pertenecer a una secta?
Es muy difícil de contestar esa pregunta. Creo que lo que sí nos ayudaría a todos es ser honestos con nosotros mismos. Creo sinceramente que siempre hay un instante, aunque sea un infinitesimal de tiempo, en el que podemos decir que no. De hecho los que estamos fuera del opus o los que nunca entraron pese a las presiones, hubo un momento en el que lo dijimos y los que están ahora dentro también lo pueden decir. El por qué aguantamos tanto, el por qué pasamos por cosas que en ese infinitesimal de tiempo nos parecieron inmorales o contra nuestra conciencia es la clave que tenemos cada uno que descifrar por qué entramos, por qué hicimos proselitismo con menores de edad, por qué accedimos a presionar a otros en la dirección espiritual… cuando otros no entraron, se fueron por no hacer proselitismo feroz, por no presionar en la dirección espiritual.
Creo que debemos aceptar los hechos, no ignorar que desde el Opus Dei se hace mucho mal y todos actuar con responsabilidad.
Estamos en la sociedad que estamos, que mira hacia otro lado en muchas ocasiones. Tenemos las leyes que tenemos que a veces llegan con retraso a los problemas que tiene la sociedad.
Está muy bien que se intente denunciar ante los poderes políticos, penales o eclesiásticos al Opus Dei y puede ser que en algún momento funcione, pero es difícil si la sociedad en la que vivimos no lo percibe como un problema. Es esa sociedad la que debe cambiar la buena reputación de la que goza y de la sigue viviendo el Opus Dei. Será esa sociedad la que haga que la jerarquía de la Iglesia y los poderes políticos dejen de amparar y subvencionar al Opus Dei.
Ahí está la importancia de iniciativas como esta web, los libros de antiguos socios, los reportajes en prensa… que poco a poco van llegando a esa sociedad civil que es la que está viva, es la que potencialmente puede ser victima de las sectas y la que terminará por defenderse.
De momento- y no es poco- las denuncias que prosperan son de carácter civil. La que se ha comentado recientemente aquí podría ser un camino. ¿El Opus Dei está cumpliendo con la ley de protección de datos con sus antiguos socios?
Un abrazo y feliz 2007
Sonsoles
