EL NIÑO “EXCESIVO”.- Satur
Fecha Friday, 22 December 2006
Tema 900. Sin clasificar


No le cojo el puntillo a Ogrini en su último escrito y, por si acaso, y por alusiones, aclaro ideas de “ROCCO NO ESTÁ MUERTO”, texto que le sirve a él de plantilla para decir la suya, que no la mía.

 

Antes de que nada digo que jamás escribí eso de que “cada perro se chupe su cipote”. Lo que escribí es “que cada perro se lama su pijo”. Es lo mismo, pero no es lo mismo.

 

Le sorprende a Ogrini ese ataque a los pecadores “prudentes y sensatos” Y sostiene con los antiguos que “pecado escondido, pecado medio redimido”. ¡Joder con los antiguos!: me apunto a eso.

 

Pero, no; Ogrini se echa atrás y afirma “No, no pretendo justificar el pecado, sea este invisible o aparatoso, camuflado o escandaloso, evidente o disfrazado de apariencia de bien. Del pecado y del mal no se libra nadie, puesto que, en mayor o menor medida, todos somos pecadores”. ¡Vaya por Dios! A ver si nos aclaramos, Ogrini, ¿está medio redimido o no está medio redimido ese “pecado escondido”?

 

Nos deja con la duda, pero se tira a la piscina párrafos después con la gran sentencia: Si todos los lujuriosos del mundo se conformaran con una sola mujer, sería una maravilla.

 

No sé qué entiende Ogrini por lujuria, pero me temo que no sabe donde le da el aire. Da la impresión que confunde sexualidad y lujuria. La lujuria es sexo, pero la sexualidad no siempre es lujuriosa. La sexualidad es inteligencia que integra el sexo en un proyecto creador. Una inteligencia que transfigura, transforma y tal vez deforma el sexo biológico. Incluso puede destruirlo.

 

Dicho de otro modo: si todos los lujuriosos del mundo se conformaran con una sola mujer la vida no sería una maravilla, sería la misma puta mierda, o más, que lo es ahora. Y sería así por la sencilla razón de que un lujurioso es un cerdo.

 

El final del escrito, Ogrini, es contri menos un canto al buen burgués: “Por supuesto que lo ideal sería que la gente hiciéramos el bien o dejáramos de hacer el mal por convencimiento, con valentía y porqué nos sale del corazón. Pero desgraciadamente esto no suele ir así. Por lo tanto, bendito temor a las complicaciones y a los sufrimientos, benditos automatismos sociales y bendito “el que dirán”, si todo eso contribuye a evitar sufrimientos al prójimo y, por consiguiente, facilita y va en provecho de la paz social”.

 

Yo pienso que no. Y maldigo el temor a las complicaciones y a los sufrimientos, maldigo los automatismos, y maldigo el “qué dirán” (y no estoy exento de ninguno de ellos), porque estoy convencido que son la causa que ciega la auténtica caridad, el amor que no mira convencionalismos y que es tachado de excesivo e ingenuo por los “buenos del mundo”. Es una vida que narcotiza , impidiendo cualquier “exceso”, sea del tipo que sea. Es una especie de sedación moral que lleva a pensar que mientras mis cosas vayan bien, ya me vale.

 

O héroe o santo, o poeta o revolucionario… y no esa imagen de señor en pantuflas, chándal con gotica de pis, albornoz y Papa Noel escalando la fachada de la casa. Un tío acomodado, chato y con pinta de jefe de planta de corte Inglés…

 

Maldigo todo eso. Alguien lo dijo mejor que yo, que necesitamos crear esa frase que abrace a todo el mundo, arrancar las espadas e inventar más colores y escribir padrenuestros, cantar al corro, y no decirlo por lo bajini y callandito. Gritar al poderoso que hay muchos que viven de las latas, con lo puesto y aullando. Ser buzo una semana, visitar los asilos, las cárceles, las ruinas, bailar con los leprosos.

 

“Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos, que al corazón le llega poca sangre”

 

Eso es la Navidad… a eso vino el Niño: otro “excesivo”.

 

Satur









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