La utopía de la amistad.- Ogrini
Fecha Monday, 18 December 2006
Tema 075. Afectividad, amistad, sexualidad


Lvdovicvs afirma en su escrito del pasado 4 de diciembre que Monseñor Escrivá no entendía nada de nada sobre la amistad.

 

Basa su afirmación en ese fragmento de un documento interno de la obra donde Escrivá de Balaguer hace referencia a las “especiales amistades”. Lvdovicvs se interroga sobre las posibles experiencias traumáticas del Fundador que explicarían, quizá, su punto de vista y su modo de entender la amistad.

 

Nos habla también Lvdovicvs del instinto de la amistad y de que “a todos nos sucedió –se cuentan por docenas los testimonios en opuslibros- que en algún momento el numerario o la numeraria de turno nos juró amistad incondicional, etc, etc.”, y que al cabo del tiempo, pues eso, naranjas de la china.

 

Por lo que se ve, parece ser que estos numerarios y numerarias de turno se pasaban por el forro los consejos de Escrivá ( por otro lado, muy normal y muy humano que así lo hicieran). Unos consejos y unas advertencias sobre lo de “contraer especiales amistades” que, muy probablemente, tenían como finalidad evitar precisamente eso que nos cuenta Lvdovicvs de los numerarios y numerarias de turno.

 

De todas formas, no hay que olvidar que esta es una actitud universal, no es ni mucho menos patrimonio de la opus. Este comportamiento lo encontramos en todos los sitios y rincones del mundo y, sin ir más lejos, está también presente dentro de nosotros.

 

No le vamos a negar validez a la frase de Faguet, ni mucho menos al ensayo magistral de Antonio Ruiz Retegui (Dar la vida por los amigos), pero eso, amigo Lvdovicvs, es una utopía y no una realidad. Y es importante, en este mundo nuestro, discernir correctamente lo que es la realidad y lo que es el deseo.

 

¿Qué tenemos que tender a la utopía? Por supuesto. Es evidente. Pero sin olvidar ni un segundo donde nos encontramos ni de que barro estamos hechos.

 

Creer firme y ciegamente en las palabras de Faguet sin tener en cuenta la parte oscura del ser humano es un certificado de garantía para recibir golpes emocionales y experimentar todo tipo de frustraciones en el terreno afectivo.

 

El mismo Ruiz Retegui lo afirma en su ensayo “Dar la vida por los amigos”. Es decir, la AMISTAD, así, con mayúsculas, es un maravilloso camino que nos enseña Jesucristo y al cual debemos dirigirnos, pero sin olvidar nunca que tan solo estamos en el principio o en el inicio de ese camino apasionante.

 

¿Qué le ocurrió al mismísimo Jesucristo cuando las cosas se pusieron feas? Pues que se quedó solo: la absoluta soledad del mundo; todos lo abandonaron y, en cierto sentido, lo traicionaron. Y hoy sigue sucediendo exactamente lo mismo. Cuando las cosas van mal te quedas en pelotas, colega. La gente desaparece como por arte de magia. Curioso.

 

De ahí, la fuerza y la contundencia del Primer Mandamiento de la Ley de Dios; porque Dios, aunque a veces permanece, o creemos que permanece en silencio, nunca nos abandona, como Jesucristo, el mismo Dios hecho hombre, el único, repito, el único amigo que nunca falla. Los demás, Lvdovicvs, queremos imitarle pero fallamos en innumerables ocasiones porque, aparte del maravilloso instinto de amistad del cual hablas, existe también el instinto de supervivencia (el pecado original, amigo mío) con todos sus sistemas de autodefensa que, querámoslo o no, nos guste o no nos guste, acostumbran a activarse cuando pintan bastos.

 

Quizá también sea esa una de las causas o razones de la advertencia de Escrivá, juntamente con un afán, probablemente bienintencionado, de evitar el desarrollo y la espiral ascendente de las bajas pasiones, porqué ya se sabe que las “preferencias” (por otro lado inevitables) suelen generar casi siempre celos, envidias y malos quereres.

 

Saludos cordiales.

 

Ogrini









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=9014