Quiero unir mi voz a la denuncia de Oráculo.- Chanoc
Fecha Wednesday, 13 December 2006
Tema 010. Testimonios


Quiero unir mi voz a la denuncia de Oráculo
 
Chanoc, 13-diciembre-2006
 
 
Me da mucho gusto que Oráculo vuelva a escribir, después de varios meses de ausencia. Me parecen muy profundos y muy documentados sus escritos, y yo puedo corroborar con mis 15 años dentro de la prelatura que todo lo que escribe en esos estudios es verdadero, y lo respaldo al 100%. Quiero unir mi voz a su voz en esta denuncia de los abusos a la conciencia que se practican dentro, y desenmascarar el doble lenguaje, y denunciar el contraste entre lo que se dice puertas afuera contra lo que se vive dentro.
 
En mis cursos anuales, las clases más temidas eran las del catecismo de la obra, las de Regulae Internis de Administrationibus, las de filiación adoración al fundador y sus sucesores, y las que tenían que ver con cargar la conciencia donde la moral cristiana dejaba libertad.
 
¡Qué insistencia en contar absolutamente todo en la charla! Muchas veces le oí al actual prelado la misma consigna: "contad todo, todo! Hasta lo que parezca más tonto, más insignificante, contadlo! No dejéis nada fuera!".  Y otra insistencia suya, que no podía faltar en ninguna de sus tertulias: el trato continuo con el fundador. Como si fuera el mismo Dios: "hablad con él continuamente. Acudid a él. Contadle vuestras cosas, vuestras preocupaciones. A él le interesan mucho". "Antes de hacer cualquier cosa, pensad: "¿qué haría nP [nuestro Padre] en esta situación, o en tal otra?". Y su recomendación por aprendernos de memoria toda su vida, toda su hagiografía, para poder saber responder a esa pregunta. Pero, ¿no era a Jesucristo a quien debíamos imitar? ¿no es al Espíritu Santo al que debíamos buscar en el fondo de nuestras almas, y tratar continuamente? ¿no era a Él a quien debíamos acudir para pedir inspiración y fortaleza?
 
Y qué afán por rodear de aureola de santidad y de lujo al prelado. Se llegaba hasta los detalles más estúpidos para complacer sus más refinadas exigencias -o mejor dicho, las de su séquito, también llamados custodes, y el grupo más íntimo de los del consejo-.
 
Cómo me molestaban las incongruencias entre la teoría y la práctica. Por ejemplo, algunas frases que me repateaban, por ser más aguda la incongruencia:
 
- Vosotros sois libérrimos! Jaja, por favor. Debería sangrarles la boca cada vez que repitieran esta frase. No existe la libertad. La única libertad que conocen es hacer obligatoriamente lo que te dicen tus directores. No hay campo para obrar según la propia conciencia le dice a uno. Necesariamente tiene que "pasar por la charla".
 
- Todos somos iguales, tenemos la misma vocación. Pero hay unos más iguales que otros. Hay gente con privilegios: escogen su curso anual en cualquier parte del país; y los de Roma y lugares exóticos, en cualquier parte del mundo. O los paseos; los viajes; las comidas; los aperitivos; los permisos para ver películas, etc. O el acceso a la información: sólo los miembros de consejos locales accedían a buena parte de la información que les estaba vedada al resto de los miembros. Y entre más alto se estaba en la jerarquía, a más información se tenía acceso. No podías ni saber cuánto habían costado las ventanas nuevas de la sala de estudio; ni siquiera qué día sería la película del mes!
 
- Hacemos las cosas porque nos da la gana. Ajá, sí, y porque tienes luego que decirlo en la charla, y en la confesión, y se van a enterar todos los directores en línea vertical y línea recta, y tu futuro estará muy comprometido. Y porque si no lo haces, hay de ti, porque ya se encargan en todos los medios de adoctrinamiento, digo, formación, de cargar tu conciencia para que ni se te ocurra hacer lo contrario.
 
- Somos gente común y corriente. De común y de corriente, nada. Son más raros que el hombre mosca. Me refiero sobre todo a los numes. De los agregados no puedo afirmar lo mismo, porque casi nunca conviví con ellos. Por cierto, a mí la vida de los agregados también me causaba desazón. Se me hacía un camino muy triste, de mucha soledad. Pero volviendo a los numes, digo que no viven en el mundo. Saben bien poco de la cultura que tiene la gente de su edad y condición: películas, música, programas de tv, cine, literatura, filosofía, modo de vestir y de hablar, etc.
 
- El fin no justifica los medios. Sí estoy de acuerdo con la frase, pero ahora me doy cuenta de que en el opus justifican sus abusos por el fin que buscan.
 
- Somos la aristocracia de la inteligencia (y del amor). Jajaja. ¿Quién se lo cree? Sí había gente talentosa, pero el régimen era un gran obstáculo para desarrollar la inteligencia, y para sacar las mejores notas en la universidad, y para desarrollar otras habilidades y aficiones culturales, por ejemplo. Y en el amor, ... es cierto que quien ama a Dios ama al prójimo y viceversa. Pero, ¿amábamos al prójimo? ¿era posible? Las amistades estaban reducidas al mínimo: a la conveniencia apostólica. La fraternidad se limitaba a los de tu centro, y sólo mientras siguieras viviendo en el mismo centro. Al día siguiente de que uno cambiaba de residencia, se acabó todo el afecto y la relación. Que ni se te ocurra pedir un favor, porque caería en saco roto. La fraternidad se reducía, a lo sumo, a una sonrisa al verse (eso sí, casi siempre sincera y honda), un PAX, quizá un abrazo, y sansacabó.
 
Hay más, pero no intento ser exhaustivo.
 
Aprovecho para pedir perdón a aquellos a quienes afecté yo mientras fui parte de la cosa. A mí solo "me pitó uno". Pero GAD se fue a las 2 ó 3 semanas, y seguimos siendo  amigos. Pero formé parte de algunos cl -mientras fui "de confianza"; creo que dejé de serlo por mi sinceridad salvaje, por hablar de las solas tentaciones, que no llegaban a hechos-. Una anécdota. Una vez conté en la charla que me daba tentación mirar a una nume auxiliar en el comedor. Y el que llevaba la charla me preguntó "y ya te confesaste de eso?"!! ¿What? ¿Me confieso de ser hombre, de que me atraigan las mujeres? Por favor.
 
Y manejé información privilegiada, e informé oralmente de mis charlas, y escribí uno que otro informe, y escuché cada cosa en las reuniones de cl. Pero siempre respeté la confidencialidad de las charlas que escuché: nunca hablé ni hablaré de eso con nadie que no tuviera por qué enterarse. Ahora veo que no debería de hablar de eso con nadie absolutamente; pero estando dentro del opus te decían que debías hablarlo con los directores superiores, y así lo hice. Siempre intenté esforzarme al máximo en saber escuchar y comprender. Era consciente de entrar al sagrario de las conciencias, y siempre entraba "de rodillas". Todavía recuerdo el miedo de llevar charlas de sacerdotes, con el doble de mi edad, cuando yo apenas tenía había terminado el centro de estudios.
 
Y repetí tantos slogans, tantas veces. Adoctriné. Cargué conciencias. Y "di ejemplo" de obediencia ciega, de renunciar a lo que mi conciencia me permitía, para doblegarme ante la estupidez del director en turno. Perdón por las veces en que no respeté las decisiones de cada uno, por hacer cumplir "lo que estaba dicho", por vivir by the book.
 
¡Gracias, Agustina, Oráculo, Satur, A.G. (el del informe) y demás colaboradores de la web! Os mando un saludo donde quiera que estéis. Igualmente, un saludo y un abrazo a todos los lectores de la web, los in y los ex, los directores, los de a pie, los de aop, los fanáticos, los iluminados, y a los que ya están hartos, los que sufren, los que están enfermos, los que quieren pero no se animan, los que tienen miedo, los que postergan la decisión, ...  a todos (y todas...).
 
Chanoc








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