Experiencias de la práctica pastoral.- Webmaster
Fecha Monday, 11 December 2006
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Experiencias de práctica pastoralEXPERIENCIAS DE LA PRÁCTICA PASTORAL

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El sacerdote, con su vida y su ejemplo y con su trabajo ministerial, fomenta la unidad de todos con sus Directores. No manda -ni puede dar impresión de que manda-, sino que está para obedecer y servir, enseñando a los demás a obedecer y servir igualmente. No puede olvidar que él colabora en la dirección espiritual de sus hermanos y en las actividades apostólicas, uniendo las almas a la Obra, a través de los Directores.

Esto se manifiesta de muchas maneras: por ejemplo, vive delicadamente la obediencia, siendo ejemplo patente ante sus hermanos; hace su charla personal -con plena sinceridad y docilidad- con el Numerario, de ordinario laico, que se designe; ayuda con la corrección fraterna a los Directores, con delicadeza y fortaleza a la vez.

En su labor de dirección espiritual con sus hermanos, debe tener una preocupación especialísima por vivir la unidad con el Director:

a)         confirmando siempre las indicaciones y consejos dados por el Consejo local: «Confirmad ordinariamente en todos las directrices que reciban en la Confidencia: sólo con una armonía completa entre las indicaciones dadas por el Director o por la Directora, y por el sacerdote, vuestros hermanos -mis hijas y mis hijos- recibirán la dirección espiritual personal conveniente»;

b)        evitando que se le apeguen las almas: «El sacerdote debe tener especial cuidado de no hacer capillitas, de no hacer grupitos, de no tolerar que se le apeguen las almas. Y es preciso que él mismo esté despegado»;

c)       en la labor de dirección espiritual, no puede dar ni siquiera la impresión de que es director de sus hermanos: en la Obra sólo gobierna quien ha recibido del Padre ese encargo;

d)        como una manifestación más del compromiso de no desear cargos y cortar cualquier apegamiento en su ministerio, con sus hermanos y con todas las almas han de evitar el personalismo, uniéndolos a la Obra, facilitando los posibles cambios de personas y la continuidad de la labor apostólica.

En la predicación deben cuidar también de confirmar las directrices de los Directores, tratar los temas en los que el Consejo local más insiste, etc. Nunca puede haber una labor autónoma y, menos, anárquica.

Para vivir bien estos aspectos de la unidad, el sacerdote consulta frecuentemente con el Director los temas en que conviene insistir en la dirección espiritual personal y en la predicación. Al mismo tiempo, con la delicadeza y prudencia debidas, indicará a los Directores lo que le parezca conveniente para que lo tengan en cuenta en su labor de dirección.

Finalmente, debe ayudar a los demás a vivir la sinceridad en la charla con el Director; y, como norma general, evitar incluso la impresión de que da consejos «distintos» a los ya recibidos en la confidencia; en todo caso, sugerirá temas para que se consideren en la oración y se traten en la charla. (págs. 10-11)

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