Los Malditos Según El Opus Dei. Cap. 17 de Consejos a un joven...'.- Iván
Fecha Friday, 08 December 2006
Tema 020. Irse de la Obra


Los Malditos Según El Opus Dei

Capítulo 17 De Consejos A Un Joven Del Opus Dei

Iván, 8-12-2006

Publicado también en ExOpus

(Lo que viene a continuación está tomado del documento interno del Opus Dei Vademécum Del Gobierno Local, Capítulo IIIPerseverancia En La Obra, apartado 5.)

5 – Trato con los que no perseveran.

A los que no perseveran se les trata siempre con mucha caridad y delicadeza —como querríamos que hiciesen con nosotros, si nos encontrásemos en las mismas dolorosas circunstancias—, y si lo desean, se les atiende espiritualmente en una iglesia. A la vez, es preciso evitar todo lo que pudiese contribuir a dar —a los interesados y a los que son fieles a su vocación— la impresión equivocada de que “no ha pasado nada”, de que la infidelidad no es algo muy serio.

Tenemos una bendita experiencia, que no deja de constituir una gracia especial de Dios: los que no perseveran suelen mantener un cariño grande a la Obra, lógicamente, siguen amando lo que amaron. El hecho de que no hayan seguido adelante, no es razón para que no continúen de algún modo unidos a la Obra, colaborando —con su oración, con su limosna— en los apostolados.

En cualquier caso, los Directores han de tomar las medidas —dictadas por la caridad y por la prudencia— para que no se perturbe el buen espíritu de los demás, ni se creen confusiones o situaciones equívocas. Se perturbaría o se confundiría, por ejemplo, si mientras no transcurran muchos años, se les permitiera que fuesen por nuestros Centros con demasiada frecuencia y confianza, o se les invitara a comer allí; si se tuviera con ellos una excesiva familiaridad, en el trato y en las conversaciones; si se les contaran cosas de la vida en familia, o si se les hiciera intervenir prematuramente y con cierta autoridad y responsabilidad en actos o en trabajos relacionados con la Obra y que, por ser públicos, pudieran tener una cierta difusión. Tampoco resulta oportuno, de ordinario acudir a su boda, al bautizo de los hijos, etc.

No resulta tampoco oportuno que, después de abandonar su camino, comiencen a colaborar con personas de la Obra en trabajos profesionales de los que obtengan un beneficio material.

La mejor manera de manifestar su buena disposición es que ayuden generosamente con sus limosnas —según su capacidad— en las labores de apostolado, al menos durante bastante tiempo.

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Como dijimos al principio, lo anterior es un fragmento de las instrucciones internas que los directores del Opus Dei dan a los suyos para que las vivan a rajatabla. Basta leerlo para comprobar con claridad que el Opus Dei no es un grupo cristiano. Esas disposiciones son totalmente opuestas al mensaje y a la vida del Mesías (más bien parecen dictadas por el Anticristo). En ese texto se puede comprobar la megalomanía del Opus Dei. Aparte de dar por cierto que sólo porque se fueron de la Obra han de vivir en dolorosas circunstancias, les lleva a colocar su “supuesta” vocación por encima de las normas más elementales de caridad y justicia, como sí ellos fueran el mismo Dios al que los otros abandonan, y que por eso les han de castigar con el infierno de su indiferencia: no se les permite ir a sus Centros con demasiada frecuencia y confianza, ni se les invita a comer allí; ni se tiene con ellos una excesiva familiaridad en el trato ni en las conversaciones; ni se les cuentan cosas de la vida de los de la Obra, ni se les deja intervenir prematuramente y con cierta autoridad y responsabilidad en actos o en trabajos relacionados con la Obra; e incluyen en ese escarmiento —y escarnio— el no asistir a sus eventos familiares: no acudir a su boda, ni al bautizo de los hijos, etc. Llegando al límite de no ayudarles ni siquiera cuando pueden proporcionarles un trabajo. No olvidemos que a ese al que castigan, a quien incluso se le llega a privar de un trabajo por el que pueda obtener un beneficio material, es el mismo que ha estado con ellos años y años (en mi caso 35) dándoles durante ese periodo de tiempo todas sus energías y todo su dinero, incluidas las herencias recibidas. También muestran con nitidez su egoísmo, por el que arramplan con todo el dinero posible, sin que en este caso hagan ascos de dónde viene, pues al especificar que no den trabajo a los que se van, ponen la coletilla de “trabajos de los que obtengan un beneficio material”, por tanto si que se les permite contratarlos si es gratis. Para remachar su soberbia y avaricia añaden que la mejor manera de manifestar la buena disposición de quienes les dejan es que ayuden generosamente con sus limosnas —según su capacidad— en las labores de apostolado, al menos durante bastante tiempo. No sólo no auxilian económicamente —ni en nada— a quienes deberían, sino que encima les consideran con mala disposición si no se dejan expoliar aún más por ellos.

Sí los directores de la Obra dicen que esta forma de actuar con los que se van es siempre de mucha caridad y delicadeza ¡¿Qué será para ellos obrar con crueldad y odio?!

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